NOTA DE EDICIÓN 11/08/09: Hola! Perdón ara los que pensaron que era un nuevo cap, lo que pasa es que como algunos sabran estoy editando en toda su totalidad todos los fics y tuve un error a la hora de sustituir el primer capítulo pues lo borré y todos los capúlos se recorrieron y tuve que borrarlos todos ¬¬ So boba, lo lamento... Tendré que subirlos todos de nuevo jeje... Espero que no haya causado inconvenientes y les aseguro que en la brevedad subiré el capítulo 10 :D Ya lo tengo terminado... Mis disculpas.

Por cierto, perdonen lo de los guiones cortos.. No sé la combinación que se tiene que usar para las laptops... así que ni modo jeje.

Nota de traductora:

Hola! Pues primero antes que nada quiero aclararles que esta historia no me pertence, andaba buscando una historia buena que leer y me encontre con esta, que la verdad me sorprendio y me encanto, nunca se me habia venido algo asi a la cabeza pero es muy bueno, se me vino a la cabeza traducirla para practicar un poco y pues aqui esta xD , con permiso de la autora obviamente. No tengo nada mas que decir, solo por si acaso, para aquellos que no lean los prologos, tienen que hacerlo para poder entender la historia. Ojala les guste.

Y bueno cualquier cosa me dicen, porfis!

Autora:XDCaramel

Traducción por Leon


A Vision Stained With Red

Prólogo

Es algo común decir que nosotros siempre deberíamos "Vivir cada día como si fuera el último"

Así que, viendo el significado de eso, yo pienso que es seguro decir que simplemente significa que nunca vas a saber cuándo vas a morir, así que deberías disfrutar cada momento de tu vida al máximo. Bien.

Tu puede que no sepas cuando morirás, como morirás, o donde morirás... pero yo sí.

No, yo no era la personificación de la muerte. Eso ni siquiera existía realmente. Al menos, yo no lo creía. Pero definitivamente yo no lo era. Yo era un humano normal, una chica adolescente quien, por fuera, lucia completamente promedio.

Pero yo sabía más que eso.

Tu nunca podrías ser capaz de decir, mirando a mis aburridos ojos marrones, que podía ver mucho más que nadie más.

Los monstruos, las cosas que veía no eran del tipo que podían caminar, hablar, gruñir, o atacarte de alguna manera. En efecto, eran meramente informativas. Esto podría sonar ridículo, pero yo podía ver números.

No cualquier numero. Esos números que veía estaban encima de la cabeza de cada persona. Una serie de números que, cuando eran calculados correctamente, me decían cuanto tiempo iría a vivir esa persona.

Genial, ¿no?

En realidad, no.

Por alguna razón, yo había nacido con este regalo, o maldición. Antes de que yo pudiera recordar, estaba viendo esos números. Los veía cada día. Solo flotando sobre las cabezas de las personas, decidiendo su destino, cuanto iban a poder vivir. Era horrible tener que ver que la vida de todos se acaba, sintiendo la tristeza cuando veías que alguien iba a morir joven. Tristeza al ver que él o ella iban a morir de todas maneras.

No sin mencionar, que si veía que una persona iba a morir en las próximas veintricuatro horas, tendría una visión sobre su muerte. Una vez vi a una mujer en la calle cuando tenía doce años. Por sus números, pude ver que ella iba a morir en una hora. Pronto tuve una visión de un coche chocando con su pequeño cuerpo. No fue una sorpresa encontrar su rostro en las noticias de aquella noche.

Como tú puedes decir, yo odiaba los hospitales. Estaban llenos de gente muriéndose.

Esos números se habían vuelto normales para mí. No sabía que era el no poder verlos, así que nunca extrañaba lo que nunca había tenido en primer lugar.

Yo esperaba ver los números encima de cada cabeza, nunca me sorprendía. Solo estaban allí.

Así era, hasta que los conocí. Ellos no tenían números.

Hola, soy Bella Swan. Y podía ver la muerte.

Sí.


Capitulo 1

Somewhere I Belong


Mi cabeza se levantó de mi libro cuando me llamaron para mi vuelo.

Suspirando, puse a un lado mi libro y me par, recogiendo mi bolsa. La terminal estaba llena de personas, todos dirigiéndose a diferentes vuelos, sus números estaban sobre sus cabezas. Pero estaba tan acostumbrada a esto que podría decir su edad de muerte en ese mismo momento. Los números eran una segunda naturaleza para mií, así que no tenía que pararme a calcular su edad de muerte. Todo lo que tenía que hacer era mirar sus números, y lo sabia al instante. Esto me hizo un mago en la clase de matemáticas.

69, 75, 74, 81, 77, 46 - Oh, ese no era muy largo.

No había mucha gente en mi vuelo, eso era bueno. Siempre era solitaria. Estar alrededor de mucha gente me hacía sentir incomoda. No sabía exactamente porque. Simplemente así era.

Yo siempre estaba sola en mi antigua escuela de Phoenix. Ahí era donde solía vivir con mi madre y mi padrastro, Phil.

Mis compañeros me evitaban, viéndome como un fenómeno. Yo era callada y reservada. No tenía muchos amigos, ni siquiera tenía. Pensaba que era porque mi maldición los alejaba. Eso y el que yo era muy distante. Odiaba cuando estaba cerca de nuevas personas, especialmente porque yo sabía cuando iban a morir. Lo hora exacta. Era inquietante.

Solo mi propia madre, Renee, sabía acerca de esos números. Bueno, de ese tipo.

Cuando tenía cuatro, le hable sobre ellos. Yo había nacido con esta maldición así que pensaba que como un niño que la gente normal no veía números. Renee se preocupo y se molesto un poco porque me estaban "imaginando cosas" y me dijo que no hablara de ello de nuevo. Entonces pensé que yo era la única que podía ver esos números.

Los números que podía manejar. A lo que nunca me iba a acostumbrar eran las visiones, el ver a alguien muriendo las próximas veinticuatro horas. Recordé que mi primera experiencia con esas visiones fue cuando yo tenía siete. Vi a mi vecino, Dylan. En aquel entonces no sabía manipular los números, así que no sabía que iba a morir en once horas. Donde tuve una visión de el quemándose, cubierto de humo y envuelto en llamas. Yo empecé a llorar y a gritar. Renee no pudo averiguar que estaba mal conmigo. Él murió en un incendio de casa esa noche.

Estaba en una parte agradecida de que Forks fuera mi nuevo hogar. Me estaba mudando allá con mi padre biológico, Charlie Swan, jefe de policía de Forks, Washington. La población del pueblo era de tres mil personas. El número de estudiantes en mi nueva escuela era más de la mitad de esa población.

Por lo tanto, era un alivio saber que ya no vería tantos números (pues eran muy poca gente) y las visiones de la gente muriendo probablemente no existirían.

Era bueno tomar un descanso de la locura de mi vida. Forks parecía, aunque aburrido y monótono, era pacífico.

No pensaba que hubiera algo excitante ahí.

Una vez acomodada en mi asiento y cuando la avión estuvo en el aire, saqué mi Ipod negro para escucharlo. Llámame "emo", pero todo lo que tenía, desde objetos y ropa, era negro o blanco. A veces gris. ¿Por qué lo preguntas?

Porque eran los colores de la muerte.

Si, si. Lo sé. Siempre estar rodeada y conocimientos de personas que van a morir fue lo que hizo que llegara a mí. Era una especie de tristeza; siendo una chica negativa. No estaba deprimida ni nada por el estilo, pero tampoco era feliz. Estoy mejor en el departamento feliz, pero como había dicho antes: todo esto de la muerte te atrapa después de un momento.

Reneé siempre ha querido una bonita chica que usara colores brillantes y vestidos de verano.

Sigue soñando, mamá. Con todo lo que veía, tú simplemente no haces "Feliz"

Colando mis ojos por la ventana, me dirigí hacia mi nueva vida. Renee quería pasar el tiempo con Phil. A ella no le gustaba estar atada a mí, especialmente desde que yo no era lo hija "ideal", aunque ella nunca lo dice en voz alta. Sabía que me amaba, pero también sabía que yo era una decepción.

Yo apenas había estado en Forks antes. Solía pasar un mes allí cuando era niña, pero paro hace algunos años. Ahora, apenas y había visto a Charlie.

Finalmente me quede dormida en mi asiento. Debí haber dormido por un buen rato, porque cuando desperté, el avión estaba aterrizando. Una vez que aterrizó, tome mis cosas y me dirigí para encontrarme con Charlie.

Busqué alrededor de la terminal, mis ojos exploraron la multitud para ver a un hombre de mediana edad con el cabello rizado y habían muchos hombres de pelo oscuro, genial. Entonces, miré los números. Recordé que la edad de muerte de Charlie era de 79, así que todo lo que tenía que hacer era buscar el numero 79 y dar con el hombre correcto.

Finalmente lo localice. - !Charlie! -llame. Yo decía su primer nombre desde que supe que si decía "papa", la mitad de los hombres de la estación se volvería.

- ¡Bella! -dijo él, dándome un incomodo abrazo cuando me alcanzó. Charlie no era de esos que mostraban sus emociones. Eso estaba bien para mí.

- Hola, papá -dije.

Y eso fue toda la conversación que hubo.

Charlie no era un chico hablador, y eso era genial para mí. Me refiero, ¿Que había para hablar con el de todas formas? No recordaba a nadie en Forks del quien hablar, y a él no le gustaría mucho oír sobre Renee y su magnífico esposo.

Él se detuvo frente a su, o más bien, nuestra casa y me ayudó a cargar mis cosas adentro. Mi cuarto era pequeño... realmente pequeño. La cama ocupaba la mayor parte del espacio y una vieja computadora decrépita estaba en una escritorio en el lado contrario del cuarto. Oh, hogar, dulce hogar.

- Así que... -dijo Charlie, obviamente buscando algo de que hablar. Sin encontrar nada, dijo - Yo, hum, te dejaré sola para que desempaques -y dejó la habitación.

Bien, entonces. Esto era emocionante.

Sin tener nada que hacer, desempaqué, pero eso no me tomó mucho tiempo y me quedé una vez más, haciendo nada. Sabía que Forks no iba a ser emocionante, pero esto era horrible. Lo único bueno de este lugar era la escases de personas.

Pero solamente por esa razón, Forks parecía un lugar donde pertenecía. Me gustaba la soledad. Dado que no podía ver mis propios números, aunque me mirara en un espejo, me sentía normal cuando estaba sola.

¿Estaba destinada a ser una ermitaña?

- ¡Bella! -salté cuando escuche a Charlie llamarme.

- ¿Si? -respondí, bajando las escaleras. Mi pie quedó en el aire y tropecé en el último paso, cayendo de boca. Esto era otra cosa acerca de mi; ponerme en un cuarto vació con una plana, y estable superficie, y yo seguramente encontraría la forma de tropezarme con algo. Estaba más allá de la torpeza. Estaba prácticamente descoordinada.

- Woo... -dijo Charlie agarrando mi brazo para pararme.

- Gracias.

- No hay problema. Ven afuera, tengo algo que mostrarte. Un amigo acaba de dejarlo hace unos segundos -Charlie me condujo fuera, estaba sorprendida, ¿Qué quería que viera?

Afuera había un viejo camión rojo. Ahora estaba más confundida. ¿Había alguna razón por la que Charlie quería que viera esta...?

- Llámalo un regalo de bienvenida -dijo Charlie, poniendo su mano él un lado de la camioneta. Todo el suceso, hizo clic en mi cabeza.

- Es-eso es para mí? -dije. La camioneta puede que no fuera moderna, pero sin duda era diferente. Sorprendentemente, realmente me gusto. Tenía personalidad; algo que a los carros de ahora le í al examinar la camioneta. ¿Cuánto tiempo tenía esa cosa?

- Sip. Es un Chevy de 1950. ¿Está bien? -pregunto nervioso.

Asentí enérgica -Por supuesto que está bien. Me encanta. Gracias, papa -dije con sinceridad. Realmente me gustaba.

Charlie asintió, satisfecho, antes de volver adentro.

Bien, eso fue emocionante por estos cinco minutos. ¿Pero ahora qué?

Entonces recordé que Charlie no podía cocinar así que me preparé para cocinar para las próximas horas. Suspiré.

Este iba a ser un largo día.


A la siguiente mañana estaba nublado y triste, no esperaba algo diferente. Anoche había llovido. Las gotas de lluvia golpeando en mi ventana no me había dado comodidad cuando trate de dormir. Era tan diferente y desconocido a Arizona. Esto me hizo extrañar diez veces más Phoenix.

Basta, Bella, Forks y Forks. Poca población es mucho mejor para mantener tu cordura.

Hoy empezaba la escuela, Charlie me había dado la dirección de la escuela a donde asistiría como junior.

Estaban a medio semestre y yo sería la chica nueva. En este pueblo pequeño, dudaba que hubiera mucha gente nueva. Genial. Probablemente sería como un nuevo y brillante objeto nuevo. No me gustaba ser el centro detención ya que en Phoenix solía ser solitaria. Yo, la atención, y mucha gente, no mezclaban.

Comiendo una barra de granola y un vaso de leche, me fui a la escuela. Charlie ya se había ido a trabajar antes de que yo bajara.

Para mi alivio, el resto de los coches del estacionamiento estaban igual de viejos que el mío. No era que me avergonzara mi camión, si no que no quería llamar más la atención. El único carro que no se veía igual de viejo que los otros era un Volvo plateado y brillante.

Encontré mi camino a la oficina, y pregunté a la secretaria por mi horario.

- Hola -dije cuando la mujer del escritorio levantó la vista -Soy Isabella Swan -pude ver como reconocía mi nombre en sus ojos como había esperado, sin ninguna duda, yo había sido el tema de los chismes por aquí.

Ella buscó en una pila de papeles y documentos en su escritorio -Aquí está tu horario y el mapa de la escuela -ella me ayudó un poco con las direcciones de mis próximas clases y me dio un papel para cada maestro para que firmara. Se suponía que lo tenía que regresar al final del día.

Mientras me estaba explicando esto, rápidamente miré los números en su cabeza. Era un habito que había adquirido hace tiempo. Siempre tenía curiosidad por saber cuándo iba a morir la gente. Sabía que eso sonaba un poco psicótico, pero cuando tienes los medios para saberlo, ¿No los usarías?

Podía decir cuando una persona tenía números, con mi visión periférica, pero tenía que mirar los números directamente para saber cuáles eran. Sólo me tomaba un instante calcularlos. Echando un vistazo por los espacios que había en las cabezas de las personas era una cosa simple y automática; lo hacía cada vez que veía a una persona. Como había dicho, esto era un habito, Lo hacía tan rápido, con una gran velocidad, que nadie advertía, y era muy bueno. Me refiero a que, ¿Qué demonios le dirías si te preguntaran?

Oye, Bella. ¿Por qué siempre estás viendo arriba de mi cabeza?

Ehhh...

¿Tengo algo arriba?

Quiero decir...

Oh Dios mío, ¿se ven mis raíces?

No, quiero decir ¡Sí! quiero decir...

Eres rara. Aléjate.

Bueno, no sería exactamente así, pero no me iba a dar la oportunidad de imaginarme como sería. Esa sería una situación muy incómoda.

Mi primera clase era de Ingles con un tipo llamado Mason. Escondí mi cabeza bajo la capucha de mi chaqueta negra cuando me dirigí al Edificio tres. Mientras caminaba vi algunos extraños escondidos por similares chaquetas, no los vi pero escuchaba sus susurros.

-Mira, es la chica nueva. Algo Swan.

-Isabella Swan. Escuché que era gótica.

-Luce como deprimida...

-Eso no es gótico, es emo, genio.

Rodé mis ojos, pero aquella frase me hizo pensar, ¿Lucía deprimida?

-Escuché que en Arizona, quedo embarazada... dos veces.

-No lo creo.

-Sí. Dejo a los bebes con su mamá.

-¿Dónde escuchaste eso?

- ...

Ella hizo lo mismo, obviamente. Esta era la razón por la que estaba empezando en una nueva escuela. En un pueblo tan pequeño, todos se conocían. Una nueva persona del soleado estado de Arizona era la principal fuente de los chismes en Forks. No tenía dudas de que ya hubiera una docena de rumores sobre mí. Ya había escuchado dos. Bueno, uno y la mitad de otro. El primero era que era una gótica, pensaba, que en parte era verdad. Usaba mucho negro. Aunque no usaba labial negro o lápiz o delineador de ojos.

Ingles paso sin ningún incidente, excepto por la atención de los otros estudiantes. En serio! Aunque sabía porque me estaban mirando, me molesté. ¿Qué pasaba con los modales?

Al final de la clase, un chico de cabello oscuro se acerco a mí.

- Eres Isabella Swan, ¿verdad? -preguntó.

- Solo Bella -le corregí. Como de costumbre, mis ojos rápidamente fueron a la parte superior de su cabeza. No lo veía como algo malo, al menos no para mí. Este habito era algo que no podía controlar.

- Soy Eric. ¿Quieres que te ayude a encontrar el camino a tu próxima clase? -preguntó, sonando ansioso.

- Eh, seguro -dije, con una pequeña sonrisa. Parecía un buen chico.

El resto de la mañana paso sin ningún problema. Caminando por la escuela y entre la horrible multitud de estudiantes me hizo notar la diferencia de población aquí. No tenía el usual dolor de cabeza por ver todos esos números y tantas visiones de vuelta a casa. Había un especie de agrado.

En el primer par de clases, empezó a reconocer varias caras alrededor de mi. Creía que no era raro que muchas personas tuviera el mismo horario que tú. También advertí que mucha gente, la mayoría de ellos, tenía la piel pálida, como yo. Debía ser por la falta de exposición al sol. Al menos, en términos de piel, yo era como un guante.

Conocí a una chica en mis clases de español. Ella era por varias pulgadas mas chica que mis cuatro pies y cinco pulgadas, pero además la diferencia en nuestras estaturas, también estaba que tenía un increíble cabello rizado y oscuro. Ella hablaba mucho. Ella no necesitaba que le prestaras atención cuando hablar; bueno yo lo hacía. Su nombre era Jennifer o Jessica o algún nombre que empezaba con J.

La chica-J me había invitado para que me sentara con ella y sus amigos a la hora del almuerzo. Eso sí que era nuevo.

En Phoenix, estaba acostumbrada a sentarme sola en el almuerzo. Todos lo sabían muy bien. En efecto, había una mesa reservada solo para mi soledad. Cuando pensabas acerca de eso, había un especie de tristeza, en el patético sentido. Tenía problemas para relacionarme con la gente debido a mi... "Habilidad" de la que nadie sabía. Me mantenía alejada de los otros, no quería formar una relación innecesaria. Como había dicho; era horrible hablar, reír y ser amigo de alguien, sabiendo que iba a morir. Incluso sabiendo cómo iba a morir.

En realidad, eso me asustaba.

Un pensaría que después de diecisiete años de ver esos números y esas visiones, no me afectarían muy seguido, a veces lo hacían.

La mesa estaba llena de amigos de la Chica-J. Olvidé sus nombres luego. Yo tenía una excelente memoria, pero si algo no me importaba, como los nombres de esas personas, no ponía ningún esfuerzo por memorizarlo.

Me senté, escuchando solo la mitad de lo que esos chicos me decían. Mis ojos rápidamente escaneaban los espacios en sus cabezas como siempre, antes de empezar a buscar por toda la cafetería. El almuerzo tenía que ser la única vez que debía sentirme llena. De repente, lo que se veía antes como un pequeño número de personas, era demasiado para estar en cuarto lleno.

Tú piensas que con mas trescientas cincuenta personas en una habitación, no estaría en condiciones de visualizar sus números, pero si podía.

También podrías pensar que con todos esos números en la habitación, alguien diferente habría podido calcularlos sin ninguna dificultad. Pero era como si todo mundo llevara un sombre rojo. Podrías elegir a los que no tenían sombreros-rojos en segundos. Era así de simple.

Pero entonces fue ahí cuando vi algo, algo que no había visto antes, algo que los podía diferenciar inmediatamente de todos los demás. Diferenciar a los diferentes.

Y vi a los que eran diferentes.

Los vi a ellos.

Y también vi lo que había encima de sus cabezas.

O más bien... lo que les faltaba.