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La mañana llego demasiado apresurada o eso le pareció al joven rubio, la aparición del sol entre las cortinas de la habitación significaba que el rey debía partir a cumplir con sus obligaciones desde temprana hora y escasamente se verían, en un día normal a Wólfram no le hubiese importado tanto, puesto que él, como capitán de una de las guardias de palacio, debía mantener en forma a toda su tropa y eso le quitaba tanto tiempo como a Yuuri sus obligaciones reales, pero al despertar tuvo la desagradable sensación de haber soñado toda la noche con Ishvala pero no lo recordaba claramente, era como si una espesa niebla cubriera sus sueños, el rey, quien salía de su baño matutino se le quedo observando.

- Wolfram, ¿estas bien?

- Si claro…- pero mentía, se sentía abrumado, agotado.- solo creo que forcé mucho mis músculos ayer en el entrenamiento.- movió sus brazos en forma circular reafirmando el comentario, el rey lo miro con el ceño levemente fruncido pero luego alejo las preocupaciones de su mente, el día se venia largo y pesado.

- Haré hoy las cosas rápidamente para que podamos salir con Greta como dije ayer, vendrás con nosotros ¿verdad?

- Por nada me lo perdería.- sonrió el rubio; una vez el rey hubiese marchado a sus deberes, desanimado, Wolfram se levanto, su cuerpo se sentía extraño, como ajeno a él mismo, y se preocupo de que realmente se hubiese echo algún daño durante el duro entrenamiento, además, si él estaba así ¿Cómo estarían sus soldados? Se sintió un tanto culpable.

Salio al iluminado patio con un peso en el pecho, a cada paso se sentía mas ajeno a si mismo y para cuando se encontró con sus hombres se ahogaba en una desesperación que no se podía explicar.

¿Porque me ahogo? ¿Qué me pasa? se preguntaba a cada golpe de espada que cruzaba con sus soldados, fue tanta su desconcentración que al final cuando uno de sus hombres le hizo una leve magulladura con el canto de la espada en uno de sus brazos retrocedió tambaleante y cayo sentado en la arena.

- ¡Wolfram sama!- exclamaron los soldados preocupados por el bienestar del muchacho, él, avergonzado, rehusó toda ayuda y se levanto por su propio pie, pero volvió a tambalear, mareado; antes de caer un brazo lo sostuvo firmemente, el rubio se volteo rápidamente y unos ojos dorados se clavaron en sus orbes verdes.

- ¿Estas bien? – le pregunto con un tono preocupado pero no exento de una sensualidad irresistible.- te vi inestable todo este tiempo.

- Ishvala sama.- exclamo el chico sorprendido a la par que su tropa se cuadraba delante de ese desconocido al que su capitán mostraba respeto.- ¿Qué hace aquí?- de pronto una extraña ansiedad le lleno el pecho, no podía apartar los ojos de la orbes doradas que lo absorbían, lo envolvían, pero hizo uso de toda su fuerza de voluntad y se separo del peliazul elegantemente, Ishvala frunció el ceño pero no hizo comentario alguno.- muchas gracias por ayudarme, me evito una vergüenza aun mayor.- el chico sonrió sinceramente, el dios respondió a la sonrisa con otra y se alejo a paso firme, los soldados se acercaron a su capitán entre preocupados y curiosos por la extraña escena, Wolfram, avergonzado y titubeante, se excuso ante su tropa y partió hacia el castillo con el corazón latiéndole a mil por hora. La piel le ardía en las partes que el dios había tocado y eso le enfurecía, jamás se había sentido así de ansioso con Yuri, nunca el deseo lo había abordado de esa manera mientras estaba con su prometido.

- ¡No… no… NO! – su mente repetía una y otra vez esa palabra, él no era un infiel, él no era así. Entonces ¿porque muero de deseo?.- maldita sea.- golpeo la pared con el puño hasta hacerse daño y el dolor le hizo recuperar algo de sosiego. Un poco mas firme se interno por el largo pasillo rumbo a la habitación que compartía con el rey.

Yuri, quien en ese momento miraba por el ventanal de su oficina, fue testigo directo del impasse del joven rubio con el extraño invitado. Un escalofrió le recorrió la espalda y cada célula de su cuerpo le gritaba peligro, peligro para Wolfram, peligro para él mismo.

- Günter.- murmuro despacio, pero luego subió la voz.- Günter.- el aludido se volteo a mirarlo extrañado.

- ¿Si, majestad?

- Deja todo lo que estamos haciendo.- los ojos del rey mostraban un extraño brillo.- y empecemos con la organización de las fiestas en honor a Ishvala, a mas tardar quiero que eso se celebre este mismo fin de semana.

- Pero… pero señor… eso es imposible.- comienzo a tartamudear el pelilargo, en ese momento entró Gwendal con un montón más de papeles en la mano.- Gwendal, Gwendal, heika quiere hacer algo imposible.- el pelinegro lo miro fijamente y algo debió de ver en él que le hizo asentir.- ¿Gwendal?

- Si su majestad lo dice debe hacerse, Günter, la voluntad del rey es ley.

- Gracias… - Yuuri se separo a paso rápido del ventanal y luego con la mano puesta en el pomo de la puerta dijo: volveré en media hora, espero que este todo organizado para ponernos a trabajar.

- Pero… pero heika.- Günter una vez mas iba a protestar pero la firme mano de Gwendal lo detuvo.

- Hay algo en ese dios que también me molesta.- comento.- y si su majestad quiere que se marche de palacio sin una confrontación hay que acatar sus ordenes, seria bueno que empezaras a hacerlo, Günter, nuestro deber es obedecer y aconsejar, no mandar sobre él.

De malas ganas el consejero acepto las palabras de Gwendal pero siguió viendo la puerta por donde el rey se había marchado con el ceño fruncido.

Yuuri se alejo a paso rápido del edificio principal, ardía de deseo de ver a Wolfram, quería saber que había pasado, el por que de su mal presentimiento, pero también deseaba ver a ese dios, a ese hombre que había intimidado a su mejor amigo y que le había encendido las alarma de alerta en todo el cuerpo. La suerte quiso que se encontrara con el peliazul de camino a sus habitaciones, aunque más bien parecía que Ishvala le estaba esperando, había una sonrisa burlona en sus labios y un aire de altivez en su postura relajada.

- Heika, que sorpresa tan agradable.- en su voz no había sorpresa ni agrado sino que una insolente amenaza, Yuuri no se intimido, por primera vez se sentía con la suficiente fuerza para defender lo que era de él.

- Ishvala sama, no creo que sea ni tan sorpresa ni tan agradable.- respondió el joven con acritud.- supongo que me estaba esperando.

- Vi su alegre rostro en su ventana hace unos minutos, imagine que vendría a hablarme.- tenso el cuerpo y se irguió en toda su altura demostrando así que sobrepasaba el joven rey en varios centímetros.- No voy a andarme con rodeos majestad, lo quiero.

- Eso no podrá ser señor, él es mi prometido.

- Ya estoy al tanto de ello, pero para mi no es una molestia.- respondió el dios levantando los hombros.

- Pero para mí si lo es.- contestó bruscamente el rey.- así que espero que no se repita.

- Eso tendremos que dejárselo al destino y a la elección que el mismo Von Bielefield haga ¿no lo cree así su majestad?- el tono que utilizo el dios en ese momento le dio escalofríos al pelinegro.

- Él hizo su elección hace tiempo.- respondió a la defensiva.

- Pero las circunstancias han cambiado, majestad, ya veremos.- Ishvala se dio media vuelta y desapareció por los caminos del jardín, Yuuri, con los puños apretados ya no podía disimular su rabia, nunca antes se había sentido tan intimidado, tan furioso con nadie y a la vez sentir tanto miedo. Wolfram, Wolfram era el único pensamiento que llenaba su cabeza, se apresuro entonces a buscarlo por los pasillos que el rubio había tomado antes cuando se separo de Ishvala.

La puerta de la habitación estaba cerrada pero Yuuri supo de inmediato que Wolfram se encontraba allí, abrió muy despacio y le sorprendió ver que todo estaba en penumbras, no lograba divisar a Wolfram entre las sombras del cuarto pero se dejo guiar por la costumbre y llego a la cama sin tropiezos, allí pudo adivinar una figura recostada. Sonrió dulcemente y se sentó a su lado, delante de ese dios forastero había aceptado sus sentimientos y se había enfrentado por defenderlos, no tenia excusa ahora para negarlos delante de la otra mitad de su corazón. Alargo la mano y acaricio esos rubios cabellos de sol que tanto le gustaban. Wolfram se removió en la cama y abrió los ojos lentamente, se sentía cansado y por un momento no reconoció a la figura que lo tocaba con tanta ternura; de un salto se alejo del intruso y se quedo en el otro extremo de la cama a la defensiva, sin reconocerlo, pero a los pocos segundos se tranquilizo, el que estaba delante de él, con el rostro preocupado y triste, era su amado rey.

- Yu… Yuuri…- murmuro.- perdóname, tenía una pesadilla…

- Lo entiendo, Wolf.- respondió quedamente el joven pelinegro.- pero ahora estas bien.- lentamente se acomodo en la amplia cama e invito al rubio muchacho a que recostara también, medio asombrado medio avergonzado, Wolfram acepto la invitación y se acomodo entre los brazos de su majestad, el sitio en el que siempre había querido estar. Se durmió tranquilo y por ese instante su mente y su cuerpo olvidaron los sentimientos que el dios desconocido le provocaba, Yuuri lo observo dormir, se veía tan bello como de costumbre pero al rey le pareció advertir una pequeña, casi imperceptible diferencia al Wolfram que había visto en la mañana, se veía mas "claro", mas iluminado, como si una levísima luz lo envolviera, ¿Qué significaría eso?

- No te preocupes Wolf, te protegeré.- nada, ni ese dios podría destruir su familia, ese era su pensamiento mas profundo. Una hora mas tarde se removió lentamente en la cama procurando no despertar al rubio, pero este abrió los ojos suavemente y lo miro con sus orbes verdes, en ellas también Yuuri creyó percibir un cambio aunque no supo explicarse cual era.

- ¿Me dormí?- pregunto con un bostezo que delataba su extraño cansancio.

- Apenas un momento.- respondió el rey.- lamento despertarte, pero Gwendal y Günter deben estar verdes esperándome.- ese comentario le robo una sonrisa al rubio, se levantaron, Yuuri un poco menos preocupado y Wolfram con un peso menos en el corazón, se separaron cada cual a sus actividades, Wolfram sabia que el entrenamiento no podría seguir por ese día y prefirió excusarse con sus hombres y darles el resto del día libre antes de tener otro momento de debilidad. Eso si es que Ishvala no estaba a la vista, no pretendía volver a acercarse a ese hombre durante todo el tiempo que el tipo estuviera en el palacio.

Pero el dios tenía otros planes y sabía que su poder estaba ejerciendo sobre el rubio muchacho una reacción irrefrenable, estaba sorprendido de la voluntad del chico, aunque sospechaba que se debía más a que él estaba demasiado débil y no que a Wolfram amara desmedidamente al rey. No importaba en todo caso, mas temprano que tarde su presa terminaría por caer definitivamente en su red, solo era cosa de paciencia y de esa él tenia de sobra, además su sutil influencia ya estaba dejando marca en el chico.

- No tienes mas escapatoria y ahora ven.- murmuro.- búscame, ya sabrás donde hallarme.- extendió sus manos como si quisiera tocarlo, podía imaginar el tacto de su piel y el sabor de sus labios, podía imaginarlo como estaba seguro que lo vería pronto, sometido a él, envuelto en una estela de placer que lo ataría eternamente a su vida, seria una recompensa aun mayor que la de volver a ser adorado por todos, un premio que se merecía.- pronto, Wolfram von Bielefield, muy pronto.