.:. DESEO, PECADO Y PELIGRO .:.

.:. Epilogo .:.

.:. Forks, Estados Unidos, 09 de julio, 1966 .:.

Un joven de cabello rubio y ojos azules abría la puerta de la habitación con cierto respeto, aun no podría creer que estuviera regresando de la lectura del testamento de su padre, de su estricto, compasivo y amado padre, aquel hombre que siempre había creído en el, que siempre lo había escuchado y que siempre lo había respetado su espacio; tal vez demasiado. El joven sintió la calidad mano de su madre en la espalda, mientras el chico permanecía en la puerta aun esperando la autorización de su padre para pasar, aunque sabia que jamás lo escucharía, necesitaba creer que de alguna forma lo autorizaría, debió creer que ya no lo necesitaba, esa sonrisa plasmada en su rostro, parecía de alivio, como si esta vida hubiera sido un castigo, aunque tal vez para su padre lo había sido; jamás lucio o se mostró particularmente feliz, aunque muchas veces estuvo "satisfecho", nunca feliz.

-¿Te vas a quedar ahí?- Le pregunto la mujer de cabellos rojos adornados por blancos hilos, y unas arrugas que mostraba el paso del tiempo.

-¿Crees que alguna vez fue feliz?- Le pregunto sorpresivamente el joven pensativo.

-El era muy feliz por tu causa, eras su orgullo- Le aseguro la mujer bajando la mirada.

-Es que… cuando estábamos en el hospital, parecía tan feliz de que se estuviera muriendo… Que me hace pensar que tal vez jamás fue feliz con nosotros- Se atrevió a decir el joven aun pensativo intentando encontrar en el rostro de su padre alguna señal de lo que en ese momento estaba pasando por su cabeza, aunque fuese inútil y sin sentido.

-Estaba sufriendo a causa de su enfermedad, el pensamiento de que pronto iba a terminar el dolor debía ser un alivio- Argumento Esme, no muy convencida de su respuesta, pero manteniéndose firme.

-A veces parecía que siempre estaba sufriendo… ¿De verdad crees que debo limpiar su despacho?- Le pregunto el rubio girándose para encarar a su madre.

-Ahora es tuyo, puedes hacer lo que desees, pero creo que de nada serviría mantener las cosas iguales, tu padre ya no va a volver… Seria absurdo esperar otra excusa mejor que esta para comenzar a vivir sin el- Le aconsejo su madre con dulzura.

-Tienes razón, mejor ahora que después- Le dio la razón el joven con una mueca que intentaba ser una sonrisa, pero que no llegó a serlo.

-¿Necesitas ayuda?- Le pregunto la mujer.

-No, esto debo hacerlo solo… Estaré bien- Le aseguro el hombre dándole un beso en la mejilla a su madre, que se limito a sonreírle.

-¿Charlie, Esme pasa algo?- Pregunto Rosalie al final del pasillo, muy preocupada.

-No pasa nada tía, solo me estaba preparando para limpiar el despacho de papá- Le explico el rubio mirando a su adorada tía que era como una segunda madre para el, y sabía que para ella era como un hijo, sobre todo después de que supo que no podía tenerlos nunca.

-¿Necesitas ayuda? Le podría decir a Emmett que te ayudara- Le ofreció Rosalie acercándose a su adorado sobrino.

-No te preocupes tía, puedo solo, debo hacerlo solo- Le aseguro Charlie bajando la mirada, mientras le tomaba la mano y le daba un beso en ella.

-Entonces, Rosalie y yo iremos a preparar la cena ¿esta bien?- Le pregunto Esme intentando ocultar lo afectada que se encontraba por la muerte de su marido.

-Claro, yo estaré aquí- Le dijo Charlie dándole un beso a su madre en la frente y soltando la mano de su tía para que pudieran bajar.

Las mujeres simplemente asintieron y bajaron hacia la cocina para preparar la cena. Mientras Charlie entraba al despacho con cuidado y de puntitas, como si intentara no hacer ruido, con el temor de molestar a alguien; ese alguien ya no se quejaría, por que ya no podía. Miro el lugar intentado grabarlo en su cabeza, los últimos pasos de su padre estaban marcados allí, y el como un depredador iba a borrar todo rastro de su presencia, por que así lo había exigido su padre en el testamento, si hubiera dependido de Charlie habría cerrado ese lugar con llave para jamás regresar, pero era la voluntad de su padre que aquel lugar en el que tantos años se había refugiado del mundo pasara hacer el estudio de Charlie, aunque no comprendía el porque, pero es muy difícil sacar respuestas de un muerto y eso lo sabia el joven que ya lo había intentado.

Aunque no sabía bien por donde comenzar, se aventuro al interior del estudio sin un rumbo fijo; camino por toda la habitación sin tomar una decisión, no sabia por donde comenzar a borrar el recuerdo de su padre, hasta que finalmente concluyo que el mejor lugar para comenzar era el escritorio. Miro unos minutos el escritorio antes de sentarse en la silla y pasar sus manos por la gruesa, pálida y gastada madera del que estaba hecho el mueble. Varios documentos se encontraban sobre el mesa, Charlie comenzó a leer por encima los papeles para decidir si eran importantes o solo basura; la mayoría eran historiales médicos de viejos pacientes de su padre, pero uno de los papeles era un viejo recorte de un periódico sobre la segunda guerra, sabía que su familia habían huido de Londres por la guerra, el recorte hablaba sobre el asesinato de un General, pero lo que llamo la atención del hombre fue el nombre del General… Carlisle Cullen, su padre. Charlie se levanto de la silla y abrió la ventana que se encontraba a espaldas de la silla, esa noticia no tenia sentido, era obvio que su padre no había muerto en el 39, ni era General, así que tal vez era una coincidencia, un homónimo y por eso su padre había guardado el recorte, si, seguramente era eso.

Charlie volvió a ocupar el lugar que minutos ante había abandonado, y siguió organizando todo. Después de terminar con los papeles sobre el escritorio siguió con los cajones, había escrituras públicas, sobre algunas propiedades que poseían, nada realmente interesante, y un paquete de cigarrillos, definidamente su padre era un hombre organizado. Ya finalizado el escritorio Charlie se levanto y paso sus manos por la extensa biblioteca de su padre, pero sus ojos inmediatamente se detuvieron en una caja de cartón que estaba en la primera fila de la biblioteca, una sonrisa apareció en el rostro del joven, la colección de cuentos de los hermanos Grimm, aquellos cuentos que todas las noches su padre le leía cuando era niño, esa simple cajita le lleno la cabeza de recuerdos, esa era las pocas ocasiones en las que su padre se mostraba cariñoso, Charlie suponía que esa era la forma que el doctor Cullen intentaba comunicarse, a través de lo libros. Saco la cajita de la biblioteca, pero algo en su interior se calló, Charlie se inclino a buscarlo, y vio cerca al escritorio un brillante y enorme anillo de piedra rosada, el joven lo tomo y miro el interior de la caja, en la cual no estaban los libros, había una agenda negra pero nada más; curioso el rubio tomo el cuaderno de forro de cuero negro y lo abrió para conocer su contenido, la primera anotación era en 1942: "No estoy seguro si lo que voy a escribir realmente paso como recuerdo, o mi mente lo cambio, pero no puedo permitir que ella muera, no estoy preparado para dejarla ir, no estoy seguro por que realmente hago esto, no se si espero que algún día nuestro hijo sepa la verdad, o espero ser yo quien no pueda olvidar la verdad, simplemente voy a contar nuestra historia que estuvo llena de deseo, pecado y mil peligros" Rezaba en la primera pagina, al parecer era un diario, el diario de vida de su padre, cuando miro la siguiente hoja la anotación se ubicaba en el año de 1933.

Charlie se sentó nuevamente frente al escritorio mientras guardaba el lujoso anillo en su bolsillo, y comenzó a leer la historia que siempre se le había ocultado. A cada página el que el rubio pasaba daba menos crédito a las palabras escritas, esta parecía la vida de otra persona, no la de su calmado y compasivo padre. Fue cuando sintió unos pasos acercándose, así que abrió el primer cajón y guardo el libro y se paro frente a la biblioteca, no sabia bien por que lo hizo, pero estaba seguro que hasta que llegara al final no quería que nadie supiera, lo que él ya sabia.

-Hijo puedes abrirme- Le pidió la voz dulce de su madre. El joven inmediatamente le abrió la puerta mientras Esme llevaba en sus manos una bandeja con comida.

-No te debiste molestar… No tengo mucha hambre- Aseguro Charlie tomando la bandeja de las manos de su madre y dejándola sobre el escritorio.

-Que tengas que limpiar el santuario de tu padre no quiere decir que estas castigado, realmente creo que lo que Carlisle buscaba era recompensarte- Se aventuro a decir la mujer con una dulce sonrisa.

-Tal vez tengas razón- Dijo Charlie para no contradecirla –Aunque siempre pensé que esto te tocaría a ti- le dijo intentando una sonrisa aunque jamás llegó a los ojos.

-Deberías dormir, luces cansado, no te desveles, por favor- Le pidió Esme preocupada.

-No te preocupes intentare no hacerlo- Le prometió el rubio, no muy convencido, desde que su padre había muerto por alguna extraña razón no podía dormir, lo intentaba pero al final solo quedaba la frustración de otro día en vela.

-Te dejo para que puedas continuar, pero antes come algo- Le pidió Esme saliendo de la habitación mientras cerraba la puerta.

Charlie ignoro la comida y volvió a sumergirse en la apasionante lectura de la historia de la vida de su padre. Mientras las horas pasaban, también lo hacían las páginas, y cada vez que más se acercaba al final, más sentía tristeza, rencor, rabia, curiosidad, no podía creer que su padre hubiera sido un asesino, no podía creer que tal vez tuviera una madre que jamás conoció, todo era confuso, las palabras comenzaron a bailar por su cabeza mientras la luz de un nuevo día se filtraba por la ventana, hasta que finalmente llego a la ultima página, la ultima anotación. Charlie estaba totalmente confundido, su vida era una mentira, todo lo que en algún momento había estado seguro, ahora ya no lo era, su madre, la mujer que toda la vida había llamado así, no lo era, en cambio era una desconocida, que había destruido el matrimonio de sus padres, sin contar con el hecho de que se había acercado para matar a su padre, ahora todo tenia lógica, el recorte de periódico, el sufrimiento de su padre, y la distancia que siempre habían tenido, que ahora que sabia la verdad, no era distancia… era culpa.

Charlie tenia rabia, frustración, dolor, cansancio… tomo nuevamente la agenda, y leyó la ultima anotación que estaba acompañada de dos fotos viejas "No se, si escribir nuestra historia tiene algún sentido, o solamente soy un viejo luchando contra los años, contra el destierro, contra el olvidó… no lo se, pero tenia que hacerlo, y tal vez algún día pueda volver a dormir… pero por ahora eso es una utopía… y es que aun el deseo no se ha ido, el sabor de su piel, el aroma de su cabello, me persiguen… jamás volveré hacer feliz, Mary tenia razón… Bella fue el amor, el único amor… La única razón por la que continuo es él… y mantener esa sonrisa, que siempre para mi cantara el nombre de Bella… y todo el deseo que al final nos quemo."

Finalizó la historia embriagando a Charlie con un agridulce sabor, no sabia que era lo que debía hacer, ¿Debía enfrentar a su madre? ¿Ignorar lo sabido? ¿Qué debía hacer? Miro las fotos que eran de una hermosa mujer con un bebe, Charlie leyó en la parte de atrás "03 de abril de 1942" la fecha de su cumpleaños, y el día de la muerte de Isabella, Charlie quedo confundido mirando la foto hasta grabarse cada detalle. Después de pasar varias horas con la mente confundida, termino de limpiar el estudio y salió de la habitación con miedo, aun no tomaba una decisión, hizo una parada en su habitación para asearse y cambiarse de ropa y finalmente bajo.

Charlie llegó hasta la sala donde sus tíos y su madre estaban desayunado muy concentrados en alguna noticia.

-Buenos días- Saludo Charlie dejando sobre la mesa varias carpetas y una bolsa de basura- Termine, así que voy a llevar estos expedientes al hospital y lo de la bolsa es basura- les explico el joven tomando un poco de café.

-¿Estas bien?- Le pregunto Esme preocupada al ver a su hijo tan pálido y ojeroso.

-Si, es que me acosté tarde- Se justifico el rubio para no preocupar a su madre, la cual veía desde ese momento con nuevos ojos.

-Pero fue realmente tarde, por que yo me dormí y aun estabas en el estudio- Dijo Emmett suspicazmente; el joven lo miro unos segundos, su tío había conocido a su madre biológica, todos la habían conocido, y en ese momento sintió curiosidad por saber que era lo que realmente sabían, como podían vivir con tantas mentiras, que cruzaba por sus cabezas cada vez que lo veían ¿pensarían que era un bastardo? ¿O un usurpador? Y sobre todo que había en la cabeza de su madre ¿Realmente era feliz como siempre había parecido? ¿O siempre fingió? El joven sacudió un poco la cabeza, para despejarla.

-Lo se, pero soy hijo de mi padre… un obsesivo- Dijo Charlie con un intento de sonrisa que jamás llegó serlo transformándose así en una extraña mueca.

-¿Vas a ir a trabajar?- le pregunto Rosalie preocupada.

-Si, ya me eh tomado muchos días… Es hora de regresar- Les explico el rubio.

-Pensé que en la jefatura te habían dado más días- Dijo Esme confundida.

-Si, pero realmente necesito trabajar, ocupar mi cabeza con algo- Les dijo alejándose de la mesa –Nos vemos esta noche- Dijo saliendo por la puerta principal, aunque sintió los pasos de su madre seguirlo.

-¿Charlie realmente todo esta bien?- Le pregunto Esme sintiendo que algo no estaba bien. El joven la vio por unos segundos y por primera vez en varios días sonrió sinceramente, se acerco y abrazo a su madre.

-Te amo, eres la mejor madre del mundo, incluso pudiendo, no hubiera escogido otra, soy muy afortunado… Gracias mamá- Le susurro en el oído Charlie, hasta ese momento entendió todo lo que debía sufrir su madre, sabiendo que el hombre que había amado, amaba a otra, y sin embargo siempre fue cariñosa y maternal con el, sabiendo que el era la prueba de la infidelidad, jamás lo culpo por nada, definitivamente era una mujer excepcional.

-Yo también te amo, eres un milagro para mi… todos los días doy gracias a Dios por darme la posibilidad de ser tu madre… Eres el mejor hijo del mundo- Le dijo sinceramente Esme intentando ocultar las lagrimas.

-No llores, todo va estar bien… estamos juntos- Le aseguro el joven.

-Lo se, solo cuídate mucho- le pidió Esme rompiendo el abrazo para dejarlo ir.

Charlie regreso a trabajar, pero su mente estaba en otra parte, no podía sacarse de la cabeza todas las dudas que ahora tenia, pero no encontraba ninguna solución, aunque lo deseara no podía enfrentar a su madre eso la destruiría, el no podía hacerle eso, también contemplo hablar con sus tíos, pero conociéndolos, seguramente terminarían hablando con su madre, así que recordó Mary… Mary Alice Brandon, era una locura, tal vez ni siquiera vivía en los Estados Unidos y si lo hacía tal vez ni siquiera utilizaría su verdadero nombre, pero no perdía nada con intentarlo. Así que llamó a inmigración para solicitar información sobre alguna persona que tuviera ese nombre, la información se demoraría un par de semanas, pero ya había esperado una vida, podría esperar unos días.

En la siguiente semana Charlie solo había logrado dormir no más que un par de horas, hecho que cada vez se notaba en su aspecto, estaba más ojeroso y delgado preocupando a su madre, tíos y compañeros de trabajo, cada vez era más difícil mantener la mentira de que estaba bien, lo más curioso es que cada vez se estaba pareciendo más a su difunto padre, cada día se encerraba más en él mismo, distanciándose de todo y de todos, tal vez ese secreto era una carga demasiada pesada para una sola persona, al final había matado a su padre, y ahora estaba matando a Charlie, lenta y dolorosamente como si fuera una maldición. El joven pasaban las horas en vela pensando que si tal vez hubiera podido elegir entre la verdad y la mentira… el se hubiera quedado con la mentira, cada vez le costaba más ver a su madre a los ojos por el temor que viera algo… algo que Charlie sabia que se había instalado en su interior desde aquel momento en que vio la sonrisa de alivio y satisfacción de su padre en el hospital, el medico le aseguro que el dolor debía ser insoportable debido a los tumores que invadía el sistema nervioso, pero en aquel ultimo momento… aquella sonría mientras los médicos intentaban mantenerlo por un poco más de tiempo con vida había hecho en nudo en su garganta, Charlie no había comprendido por que podía ser tan feliz de abandonar a su familia, pero lo entendió después del diario, jamás había sido con su familia feliz hasta ese momento, la imagen lo atormentaba le impedía dormir, y la idea de que su madre tampoco había sido feliz lo consumía peor que cualquier enfermedad.

Tras tres semanas de espera la información llegó a la jefatura, Charlie no sabía muy bien que era lo que debía encontrar en el sobre que le habían enviado desde la oficina de migración. El joven salió del edificio y se sentó en su auto nervioso, abrió el sobre con una solemnidad casi ridícula, y miró las letras sin comprender las palabras. Hasta que después del cuarto intento comprendió que había una Mary Alice Brandon que había llegado en el 39 solicitando asilo político con su pequeña hija Elizabeth, no había duda, era la Alice que estaba buscando, y existía una dirección en Philadelphia, no podía creer que tuviera tanta suerte estaba a menos de un día de viaje en auto, podía ir y salir de las dudas que tanto lo atormentaban.

Charlie no pensó dos veces en iniciar el viaje invento que debía hacer un curso en New York para no levantar sospechas de su familia y partió hacia Philadelphia. El viaje fue relativamente corto nada más diez horas de recorrido, el joven agradeció su aversión a dormir que por primera vez le era útil. Pero al llegar a la ciudad no estaba muy seguro cual era el camino que debía tomar, así que se paro cerca a una estación de bus, para preguntarle a una joven que se encontraba allí esperando.

-Buenos días Srta., estoy buscando una dirección ¿Me podría ayudar?- Pregunto Charlie a la joven que levanto su precioso rostro que estaba adornado por unos bellos ojos azules que contrastaban con su cabello negro y su piel blanca.

-Por supuesto- Afirmo la joven dulcemente tomando el papel que el hombre le ofrecía -¿Por qué esta buscando esta dirección?- pregunto entre curiosa y sorprendida.

-Es que estoy buscando una vieja amiga de la familia, y esa fue la dirección que me dieron ¿Conoce el lugar?- Pregunto extrañado el hombre.

-Por supuesto que la conozco, es mi casa ¿A quien busca?- Le pregunto la joven más curiosa.

-A Mary Alice Brandon- Le respondió el joven expectante.

-Ella es mi madre, y ahora se llama Mary Alice Whitlock- Le aseguro la joven –Si quiere lo puedo guiar hasta la casa- se ofreció amablemente.

-Seria de gran ayuda- Aseguro el hombre abriendo la puerta de su auto –Charlie Cullen un placer- dijo estirando la mano.

-Elizabeth Watson- Respondió cortésmente la joven con una sonrisa subiendo al auto.

-¿Estamos muy lejos?-Pregunto Charlie mientras Elizabeth cerraba la puerta.

-No, realmente estamos cerca, cuando llegue a casa podrá descansar se nota que el viaje ha sido largo- Le dijo la joven viendo el cansancio de los ojos del hombre. Con el auto en marcha un silencio se instalo en el lugar, así que la joven decidió romperlo -¿A que se dedica?- pregunto con ánimos de hacer conversación.

-Soy policía en el distrito de Forks, ¿y usted?- Le pregunto Charlie queriendo ser amable.

-Ayudo a mi madre, ella es modista, la mejor de Philadelphia, para ser sincera- Aseguro con una sonrisa que arrugo su nariz de una forma graciosa.

-Si es así, tal vez le pida algo para mi madre- Le contesto el joven.

-¿Y no seria mejor para su esposa?- Le pregunto la mujer con suspicacia.

-No soy casado…. En este momento no tengo mucha cabeza para el amor- Se justifico Charlie sin saber bien por que.

-Pero el amor siempre llega cuando menos se lo espera- Le aseguro Elizabeth con una sonrisa.

-Si, eso he escuchado… el amor puede ser realmente impertinente e inapropiado, incluso peligroso, pero por alguna extraña razón las personas lo siguen buscando- Comento amargamente el hombre recordando la historia de su padre.

-El amor es maravilloso, es el deseo que mueve al mundo- Le respondió la joven con determinación.

-Hay deseos que matan… y habitualmente son los más puros- Le manifestó el hombre mirando el camino.

-Gire a la derecha por favor- Le indico Elizabeth –Pero el amor siempre será el deseo secreto de todos ¿O usted no quiere vivir un gran amor?- Le cuestiono.

-Primero necesito entender lo que es un gran amor… y después le digo- Confeso Charlie sinceramente.

-No se, un gran amor es como el de mis padres… Ellos se conocieron fueron novios y terminaron, mi madre se caso con mi verdadero padre, y después se volvieron a encontrar y se casaron y son muy felices- Le conto la joven con orgullo.

-¿Realmente lo son?- Cuestiono el hombre con desconfianza.

-¿Qué quiere decir?- Pregunto confundida la mujer.

-Que jamás sabes con certeza que es lo que pasa en el mundo personal de cada individuo… jamás tienes certeza de la verdad- Argumento el hombre dejando callada a Elizabeth.

-¿Ve la casa de azul?- Pregunto la joven algo sorprendida, el hombre solo asintió –Allí es- le indico finalmente. Arribaron a la casa, en completo silencio, Charlie sintiéndose un poco mal, si el estaba amargado, no tenia derecho a contagiar a nadie más.

-Lamento lo que dije… Estoy seguro que tus padres se aman realmente y seguramente tú encontraras también un gran amor- Le susurro el hombre avergonzado –La verdad soy este tipo de persona que le cuesta entender del todo las emociones humanas… Y al no comprenderlas me confunde y por ello las descalificó…- se justifico llegando los dos a la entrada principal.

-Cuando te enamores comprenderás la intensidad de cada emoción… te lo aseguro- le dijo la mujer con una sonrisa.

-No estoy muy seguro si quiero ese tipo de amor en mi vida…He visto demasiadas personas quedadas por el deseo- Argumento muy serio.

-El deseo quema… El amor cura… No lo olvides- Le dijo la joven abriendo la puerta.

Una mujer de cabello negro corto y baja estatura luciendo un alegre traje primaveral salió para recibirlos, saludo eufóricamente a Elizabeth sin percatarse de la presencia de Charlie, hasta cuando rompió el abrazo fue que notó la presencia del hombre. La mujer quedo congelada unos segundos que parecieron eternos.

-Madre en el camino me encontré a este caballero que dice que te esta buscando- Anuncio Elizabeth despreocupadamente.

-Pero es imposible… usted murió- Susurro Alice sin salir del asombro, aunque su lógica le decía que era imposible que el General estuviera allí, y luciera tan joven, incluso más joven de lo que ella recordaba conocer, sus ojos no le mentían aquel hombre era el General. Charlie notó la sorpresa, siempre le habían dicho que el pareció con su padre era sorprendente, aunque el lo sentía más como una sentencia que como un cumplido.

-Debe estarme confundiendo con mi padre- Aclaro el hombre muy serio.

-¿Su padre?- Pregunto Alice aun confundida.

-Si… Carlisle Cullen- Aseguro el hombre mientras la mujer pasaba las manos por su cara intentado recuperar la compostura.

-Pero si el General no tuvo hijos- Asevero la mujer intentado entender lo que ocurría.

-Tal vez si me concediera unos minutos podrí explicarle- Le pidió amablemente Charlie manteniendo la compostura – Tal vez podríamos hablar en el jardín… Tal vez se sentiría más cómoda- Propuso el hombre recordando que en algún lado del diario de su padre había leído que la mujer adoraba estar en el jardín.

-Es una buena idea- Susurro Alice mostrándole el camino hasta el jardín trasero de la casa, donde había una mesita y cuatro sillas, y al fondo un árbol con un columpio.

-¿Quieren algo de tomar?- Pregunto Elizabeth muy confundida por al reacción de su madre.

-Un whisky… ¿Usted quiere uno?- pregunto Alice necesitando el trago.

-No, gracias, no bebo, pero aceptaría una taza de café si fuera muy amable- Pidió el hombre.

-Por supuesto, en un minuto regreso- Aseguro Elizabeth desapareciendo.

-Disculpe mi sorpresa pero, es usted la viva imagen de su padre- Se disculpo Alice sin quitarle la mirada al joven.

-Eso dicen- Dijo Charlie encogiendo los hombros –Se preguntara que hago aquí ¿verdad?- Le pregunto el hombre sin querer darle largas innecesarias a su misión.

-Pues la verdad, si, estoy desconcertada, jamás imagine que el General tuviera otra mujer, y además embarazada- Aseguro Alice con dolor al recordar la memoria de su amiga que había dado la vida por aquel miserable hombre.

-¿Otra?- Cuestiono Charlie pero recordó que la mujer pensaba que su madre biológica había muerto a manos de su padre- Antes de explicar permita presentarme Charlie Cullen, oficial de policía de Forks- dijo el hombre estirando la mano que fue recibida por la mujer.

-Mary Alice Whitlock, pero supongo que eso ya lo sabe, aunque me pregunto que más sabe- Dijo Alice intuitivamente.

-Tiene razón eso ya lo se, y también conozco la historia de su primer esposo- Dijo el hombre guardando silencio oyendo los pasos de Elizabeth acercase con una bandeja.

-Aquí están las bebidas; si necesitan algo no duden en llamarme- Dijo la joven antes de desaparecer nuevamente.

-¿Cómo es posible?- preguntó Alice recordando el recordé donde anunciaban la muerte del general Cullen, en el 39.

-No se por donde comenzar… Tal vez debería saber quien es mi madre biología, pues usted la conoció- Razono el hombre pensativo.

-¿La conocí?- Cuestiono Alice incrédula.

-Si, Era Isabella Swan- Dijo Charlie ante la sorpresa de Alice.

-Imposible ella murió en el 39 su padre la mató- Dijo Alice resentida.

-No es cierto, eso fue una farsa, planeada para salvar a Isabella, al igual que la muerte de mi padre, al final ellos escaparon a Donegal, Irlanda donde vivieron hasta el 42, donde todo cambió, donde mi vida cambió- Explicó Charlie ante la sorpresa de la mujer.

-Imposible- Aseguro la mujer confundida. Hasta que Charlie saco dos fotografías de su bolcillo, y se las entrego a la mujer.

-Eso fue el día que cumplí mi primer año… vea que no la engaño- Le mostro Charlie. Alice miro detenidamente las fotos no había duda, era su amiga, al final el general amaba a Isabel… su amiga era feliz y unas cuantas lagrimas escaparon de sus ojos.

-Supongo que en el 42 vinieron a Estados Unidos… Quiero ver a Isabel- Le pidió Alice muy emocionada.

-Eso es imposible… ella esta muerta- Dijo Charlie haciendo que la alegría de Alice desapareciera.

-¿Cuándo fue?- pregunto sombríamente Alice.

-En el 42, fue asesinada por un tal Edward Masen- Dijo secamente el hombre sin darle mucha importancia.

-¿Qué? No puede ser Edward jamás le habría hecho daño a Isabel… el la amaba- Aseguro Alice desconcertada.

-Si la amaba tanto que pensó que debía liberarla de aquella vida que según su imaginación Isabella estaba condenada- Explico el hombre.

-¿Isabel fue feliz?- preguntó Alice inconscientemente.

-Creo que si, muy feliz- Aseguro Charlie amargamente.

-Así que eres el hijo de Isabel… No puedo creerlo- Repitió Alice sorprendida.

-La verdad, es que yo no conocía de la existencia de Isabella hasta hace un mes, que mi padre murió, y encontré su diario- Le dijo Charlie manteniendo su cara inexpresiva.

-Así que quieres saber sobre tu madre como era ¿verdad?- Se aventuro a decir Alice.

-No, la verdad estoy agradecido con aquella mujer por darme la vida, pero no es nada para mí, yo solo tengo una madre que es Esme Cullen- Aseguro solemnemente el hombre.

-Entonces no entiendo que hace aquí- Aseguro Alice confundida.

-Una pregunta no me ha dejado dormir desde que mi padre murió y necesito alguien que me ayude a salir de la duda, y la única persona que conozco que pueda ayudarme es usted- Le comento el hombre.

-¿Y cual es la pregunta?- Preguntó la mujer estupefacta.

-¿Mi madre ha sido feliz?- Preguntó Charlie con el rostro descompuesto por primera vez dejando ver la fragilidad de su situación.

-¿Qué? – Cuestiono Alice.

-Mi padre jamás fue un hombre cariñoso y siempre fue muy reservado con sus sentimientos, pero pensé que él era así. Aunque la verdad es que el jamás fue feliz con nosotros, él solo fue feliz con Isabella y cuando estaba en el hospital por primera vez en mi vida lo vi feliz de morirse, no comprendía el por que, incluso me sentí traicionado, pero después de leer el diario lo entendí, se iba reunir con su único amor, así que me atacó una duda… Mi madre siempre parecía feliz ¿Pero realmente lo fue?- Cuestiono Charlie – No se, si me entiende, siempre ha sido una maravillosa madre, pero cuando tuve la historia completa, vi que tal vez no era feliz y que tal vez me culpaba a mi de su desgracia, aunque jamás lo demostrara, fue engañada era obvio soy el retrato de mi padre, yo soy la prueba material de la traición… No entiendo como puede ser tan maravillosa conmigo… Así que pensé que tal vez ella era infeliz y que piensa que lo merece por que jamás pudo darle hijos propios a mi padre… y yo la amo demasiado y no quiero que sufra y si mi presencia es sufrimiento para ella, me marcharía… pero si por el contrario es feliz, nada importaría y podría quedarme…- Explico el hombre atropellándose con las palabras – Así que le ruego que por favor me ayude a descubrir la respuesta… es la única que puede ayudarme- finalizó el hombre con la voz rota debido al dolor e incertidumbre.

-Está bien- Susurro Alice después de unos minutos de silencio, no estaba segura de lo que estaba haciendo, pero tenía la necesidad de ayudar al hijo de Isabel… de su Isabel.

-Gracias- Le dijo el hombre comenzado a concretar su plan, que no era nada elaborado. Alice iría a visitar a Esme diciendo que había leído el obituario del General en el periódico, así comenzarían hablar del pasado, siempre habían tenido un grado de confianza aunque no eran las mejores amigas, pero eso era por todos los secretos que ocultaba Alice.

Después de una semana de la visita de Charlie; Alice apareció en la residencia Cullen ante la sorpresa y gratitud de Esme que estaba dichosa. Hablaron por largas horas de todo lo que había ocurrido en los años de ausencia, no ocultaron nada… bueno casi nada, Alice prefirió guardar el origen de su pasado, ya que en la actualidad no afectaba. Hasta que se hizo tarde y Alice comenzó a despedirse fue en ese instante que llegó Charlie.

-Buenas tardes- Saludo el hombre muy serio.

-Hijo ella es Mary, una vieja amiga de Inglaterra- Presento Esme aun entusiasmada.

-Buenas tardes, Charlie Cullen- Se volvió a presentar el hombre.

-Tienes razón Esme es la imagen del General- Aseguro Alice con una sonrisa –Es una lastima que ya tenga que irme, pero visítame en Philadelphia, seria maravilloso que conocieras a mi familia y vieras lo grande que está Elizabeth- aseguro la mujer.

-Por supuesto- Aseguro Esme levantándose al igual que Alice – Ha sido un verdadero placer verte, gracias por la visita- Dijo la pelirroja.

-De nada amiga- Susurro Alice sin perder la sonrisa.

-¿En que se regresa usted?- Pregunto Charlie.

-En tren- Contesto Alice.

-Si quiere la llevo a las estación- Ofreció Charlie que estaba deseoso de hablar con la mujer.

-Seria muy amable de su parte- Aseguro la mujer.

-Madre nos vemos más tarde- Le dijo el hombre despidiéndose de su madre, mientras Alice le daba un corto abrazo a Esme, separándose para irse. Los dos llegaron en silencio hasta el auto donde Charlie le abrió la puerta a Alice para que subiera, e inmediatamente se puso en marcha hacia la estación. Se mantuvo un silencio temeroso frágil, esperando hacer roto.

-¿No me va a preguntar?- Dijo finalmente Alice.

-Por supuesto- Aseguro Charlie con la mirada fija en el camino -¿Es feliz?- escupió el hombre con sorna, que ocultaba el miedo a la respuesta.

-Lo es- Susurro Alice con una sonrisa haciendo que Charlie la mirara para comprobar que no estaba mintiendo –Es increíble y absolutamente feliz- recalco la mujer.

-¿Esta segura?- Volvió a preguntar el hombre.

-Si, me contó que ella estaba resignada a jamás ser madre, pero ya no le importaba, pero cuando habían leído que el General había muerto sintió que el mundo se le desplomaba. Pero cuando un día regreso y con un precioso bebe, Esme sintió que Dios la estaba bendiciendo le había traído de nuevo a su esposo, y con el, el milagro de ser madre- Explico Alice.

-¿Pero mi padre le había sido infiel? ¿No le importo?- Pregunto Charlie estupefacto.

-Yo pregunte lo mismo, pero Esme me contesto que a ella no le importaba, que el General había sido demasiado considerado al aferrarse a su relación, aunque muchas veces aun cuando vivían en Londres, ella le había pedido el divorcio, él se había negado, ya que argumentaba que ella era y siempre sería su esposa- Le conto Alice rememorando la situación –Así que pregunte si jamás había sentido duda por tu madre, y ella me dijo que a los dos días de el regreso del General, Esme aunque ya se había encariñado contigo, estaba atormentada pensando que tal vez una mujer en el mundo estaba llorando por ti, así que se armo de valor y le pregunto a tu padre, pero él le confirmo que tu madre había muerto, que si no fuera así, el habría sido incapaz de separar un hijo de su madre; y que fue en ese instante que Esme sabia que ella seria tu madre para siempre, y jamás volvió a preguntar nada referente a tu pasado- Finalizó la mujer el relato mientras se estacionaban.

-Así que es feliz… y me ama- Se dijo a sí mismo Charlie.

-Muy feliz- Aclaro innecesariamente Alice.

-¿Puedo acompañarla hasta que tome el tren?- pregunto Charlie tímido.

-Por supuesto- Aseguro Alice mientras caminaban hacia la plataforma donde encontraron dos asientos.

-¿Puedo hacerle otra pregunta?- Dijo tímidamente el hombre.

-Claro- Dijo Alice intrigada.

-¿Mi madre biológica era una buena persona?- Pregunto Charlie ante la sorpresa de Alice – Se que dije que no me interesaba saber de ella… pero soy su hijo… Y aunque el diario de mi padre es muy detallado, él la amaba, y vio lo malo como bueno… pero se que usted es más objetiva- se justifico inmediatamente el hombre.

-Era una maravillosa mujer, con un espíritu limpio… que aunque me duela aceptarlo fui yo la culpable de mancharlo y meterla en todo esto… - Dijo la mujer algo atormentada.

-¿Ella realmente amaba a mi padre?- Pregunto Charlie curioso.

-¿Cómo puedes dudarlo? Te dio la vida en nombre de ese amor- Cuestiono Alice.

-Usted también le dio la vida a Elizabeth y no amaba a su padre…- Justifico el hombre clavando la mirada en el suelo.

-Eso es diferente, yo estaba enamorada antes de conocer a Demetri, si tal vez no hubiera sido así lo habría amando, pero incluso aunque no lo amaba… Lo quería, y siempre ruego que este donde este, este bien y sea muy feliz- Dijo Alice pensativa.

-¿No sabe lo que paso con el?- Pregunto Charlie sorprendido.

-No, aunque después de la guerra intentamos buscar en las noticias nunca se dijo nada, siempre pensé que después de la muerte del General el había huido, y como no lo encontramos le dijimos a Elizabeth que su padre había muerto en la guerra- Argumento la mujer encogiendo los hombros.

-¿Quiere saber que paso?- pregunto Charlie pensativo.

-Si lo sabe, por supuesto- Contesto inmediatamente Alice.

-Una semana después de que usted se fue, según el diario de mi padre, el se suicidio en su despacho, eso fue lo que hizo querer salir a mi padre de aquella vida- Dijo pausadamente el hombre.

-Yo no quería que Demetri terminara así… El merecía un mejor destino, era un gran esposo y un magnifico padre, amaba a Elizabeth sobre todas las cosas… Es muy triste, pero creo que en el fondo sabia que había muerto… Estoy segura que si no hubiera sido así nos habría encontrado...- Dijo Alice dejando la frase en el aire.

-Bueno supongo que al final resulto todo como debía ¿no?- Cuestiono Charlie para animar el ambiente que drásticamente se había vuelto pesado. Alice recupero la sonrisa.

-Yo creo que si- Afirmo la mujer mientras en el fondo escuchaba el llamado – Espero que nos visites pronto, Elizabeth no deja de preguntar por ti- dijo la mujer recuperando completamente su habitual alegría.

-Tal vez la próxima semana pase, quiero un traje realizado por la mejor modista del mundo, además viene el cumpleaños de mi tía y me encantaría regalarle un vestido a ella-Dijo Charlie sonriendo por primera vez.

-Entonces lo estaremos esperando- Dijo Alice.

-Y dígale a Elizabeth que lo pensé mejor y que ella tenia razón- Le pidió Charlie.

-¿Razón sobre que?- pregunto Alice.

-Ella sabe, nos vemos la próxima semana- le dijo Charlie dándole un cordial apretón de manos.

-Creo que ahora somos amigos- Le dijo Alice abrazando al joven- De ahora en adelante así nos despediremos ¿bueno?- le dijo Alice subiendo al tren.

-Hasta pronto- le grito Charlie sacudiendo efusivamente la mano. Minutos después el tren partió, y el hombre regreso a su casa.

Cuando regreso para la cena Esme no dejo de hablar y contarle a Rosalie y Emmett sobre la visita de su vieja amiga, Charlie pudo ver la emoción en los ojos de su tío al escuchar que Alice se había casado con un tal Jasper, como si por primera vez todo estuviera como debía estar. Esa noche Charlie se estaba preparado para dormir sintiendo que había pasado años desde la última vez que lo había hecho, pero pudo sentir los pasos de su madre.

-Vine a darte las buenas noches- Dijo Esme dulcemente.

-Tengo una sorpresa para ti- Dijo Charlie sacando algo de su mesita de noche y ocultándolo –Es algo que encontré en el despacho de papá, era para ti, pero según el jamás encontró el momento adecuado para dártelo- explico el joven tomando la mano de su madre y depositando el lujoso anillo de piedra rosada.

-No puede ser- susurro Esme recordando su deseo del anillo que su esposo le había negado.

-Aunque por alguna razón mi padre en la nota de instrucciones se pregunta su con el podría jugar a las cartas- Dijo graciosamente Charlie recordando la anécdota ante la mirada conmocionada de Esme que intentaba no llorar.

-Se lo había pedido a tu padre hace más de 27 años… Dijo que jamás me lo daría por que con el no podría tomar las cartas- Le explico Esme emocionada, y emocionado más a Charlie que sabia que su madre era la que debía tener el anillo, era su forma de asegurarse de que era completamente feliz.

-Así era papá toda una cajita de sorpresas- Le dijo Charlie, Esme se puso el anillo en su dedo y casualmente encajo, perfeccionando la mentira y es que el hombre había entendió que algunas mentiras nos podían hacer más felices que la verdad, por que si las decías con suficiente amor ¿Quién podría decir que no era verdad la mentira? Esme bajo la mano aun emocionada.

-¿Quieres que te arrope?- Pregunto la mujer con dulzura.

-Por supuesto- Afirmo el hombre recostándose en la cama. Esme lo arropo y le dio en beso el la frente.

-Que siempre tengas dulces sueños hijo mío- Le susurro la mujer apagando la luz y saliendo de la habitación. Por primera vez en semanas Charlie pudo conciliar el sueño rápidamente; su insomnio se había desaparecido y ahora estaba seguro de que todo su deseo de verdad se había consumido, dándole paso a la reconciliación, desde aquel día comenzaba una nueva vida para todos, por que entre las mentiras y la verdad el había encontrado un espacio perfecto para ser feliz lejos de todo aquel pasado cargado deseo, pecado y peligro.

.:. FIN .:.

Notas de autor:

Tal vez para algunos no tenga mucho sentido hacer el epilogo de una historia que termine hace casi un año, pero era un idea en la que había estado trabajando, creo que esta pequeña historia debía ser contada… Tal vez solo sean desvaríos de esta autora, pero lo hice, y quería compartirlo con ustedes, espero que lo disfrute de la misma forma que disfrute escribiéndolo.

Gracias a todos por siempre acompañarme y escucho consejos, sugerencia, comentarios… ¡Gracias!

¡Hasta una próxima Ocasión!

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