TRIGONOMETRÍA
Y ahí estábamos de nuevo. En la mesa de la cocina de mi modesta casa, en mi enésima clase particular de trigonometría. Edward explicándome por segunda vez la clase de ese día, y por segunda vez no ponía atención ¿cómo se puede poner atención cuando los labios de tu maestro se mueven de forma tan sensual y su delicioso aliento te pega en la nariz? tan rico, tan dulce, tan antojable…
Ya no resistí más y me abalancé encima de él sin aviso alguno sentándome en sus piernas y besándolo como no me permitía, creía que me apartaría como siempre que intentaba algo parecido pero no lo hizo, al contrario, enredó su brazo izquierdo alrededor de mi cintura apretándome a su cuerpo con tal ferocidad que me hizo estremecer y con la otra me tomó de la nuca y entrelazó mi cabello en sus largos dedos. En vez de sofocarme el tacto frío de sus labios contra los míos encendía más y más la llama en mi pecho. Los besos cada vez más largos y excitantes entrecortaban mi respiración. Mi novio se desprendió un momento de mi, me lanzó una mirada de lujuria que nunca le había visto en sus dorados ojos y de un movimiento de su muñeca me arrancó la blusa…
…
-Y así obtienes el resultado ¿me explico?... ¿Bella?... ¿Bella?... ¡Bella!
-¿eh? ¡Ah! sí… digo, no… ummmm, ¿qué?
-¿me estabas escuchando?
- No, me distraje… perdón- sentí como me sonrojaba por dejar que mi imaginación volara tanto.
-Te recuerdo que en una semana es el examen y no andas tan bien en esta materia como para que te estés distrayendo, además…
¡Oh Dios! hasta regañando es sexy, por primera vez en mi vida me llegaban estos pensamientos, algo se despertaba dentro de mi, un calor intenso pero delicioso. Las maripositas que Edward, mi apetecible novio, me hacía sentir siempre estaban tomando forma de un felino feroz que luchaba por salir (y saltar sobre él), cada movimiento de su perfecto cuerpo me hacía sudar aunque estuviera lloviendo a cántaros afuera y el aire frío se colara por las ventanas, no podía sugerirle algo, mucho menos intentarlo y no por temor al rechazo, sabía muy bien que Edward me deseaba tanto como yo a él pero se limitaba por miedo a lastimarme, con su sobrehumana fuerza podría partirme en dos en un pestañeo "no tentemos al destino" me decía siempre que intentaba dar soluciones a esta situación, el sentimiento (por no decir deseo) tomaba más fuerza cada día.
-¿qué tienes cariño? te noto demasiado distraída y tu ritmo cardiaco anda algo alterado ¿qué pasa?
No podía hablar demasiado alto, Charlie estaba en la otra habitación, ¡demonios! por primera vez deseé que pudiera escuchar mis pensamientos
-no, nada, solo estaba… pensando.
-¿ah si? y… ¿en que pensabas? si se puede saber- dejó esbozar su torcida sonrisa sexy y acercó su rostro al mío peligrosamente, dejando apenas un centímetro entre nuestros labios y empezó a juguetear con los mechones de mi cabello ¡respira Bella, respira! me recordé.
- En ti…- jadeé.
- ¿ajá?- ¡uff, su aliento!
- Y en mi… y en cosas que no van a suceder, no ahora- esta última frase la dije más bajo y cuando acabé hizo un gesto de auténtica curiosidad.
-¿cómo qué cosas?
- ummm, te las digo al rato…- cuando se escurriera en mi habitación a altas horas de la noche.
- Está bien. Pero por el momento: trigonometría- solo puede asentir con la cabeza y tratar de poner atención.