Edward y Bella se encuentran nuevamente después de su separación en Luna Nueva. Él está acompañado y ella, aún lo recuerda con pasión, a pesar de estar de novia con Jacob.
Una seguidilla de sucesos enfrentarán a estos viejos enamorados, con el firme objetivo de que esta vez, el cruel destino, los quiera volver a unir. Ella luchará con sus sentimientos, porque también adora a Jake ¿quién ganará esta dulce batalla de amor?
Por supuesto, los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y su editorial ¡Gracias por inventar esa maravillosa historia para todos nosotros! ¿Qué sería sin nosotros sin Bella y Edward y todos los Cullen? Jejeje.
¡Gracias por visitar mi fic! Es el primero y por lo tanto, le tengo especial cariño.
Besos,
Karen
Capítulo I
La visita a Reneé
Supuse que después de dos años, y considerando que hace uno que acepté a Jake —como novio—, no estaba bien que siguiera pensando en Edward, sin embargo, no podía evitarlo, y peor aún, todavía resultaba dolorosa su ausencia. Creo que Jake, a momentos, lo sospechaba, pero yo intentaba con todas mis fuerzas tapar mis verdaderos sentimientos, simplemente porque Jacob no se merecía mi infidelidad, aunque fuera de pensamiento.
Èl se quedó conmigo después de que Edward me dejó, me acompañó siempre y su cariño fue incondicional; secó todas mis lágrimas sin preguntar –aunque las del alma nunca pudo-. Me acompañó en toda la agonía que trajo consigo el que él me dejara. Aunque todavía me duele pensar en ese momento lo recuerdo con nitidez, ahora con la cabeza más fría y el corazón cicatrizado, con un queloide gigante, pero sanando. Pero sí, después que me dejó, en el bosque, lluvioso, húmedo y solitario, diciéndome que no me quería, quedé absolutamente en estado shock, tratando de entender lo incomprensible y de procesar las palabras que parecían puñaladas rasgándome la piel y destrozándome el alma. Dolía y lloré mucho, mucho, pensé que me iba a morir, que no podría subsistir y que era sólo cuestión de horas que viniera la muerte a buscarme, pero fue aún peor… seguí viviendo y conmigo, el tremendo agujero que dejó Edward.
En medio de aquel tormentoso sufrimiento encontré a Jake, me abrazó con todo su esplendor y curó las heridas de mi corazón. Con él aprendí a reír de nuevo. Me acompañó en todas mis travesuras y me salvó de la muerte en el acantilado. Tampoco sabría cómo vivir sin él.
Además, Charlie estaba feliz con su nuevo yerno, decía siempre "ahora si que estamos en familia Bella. Jacob es un hombre para ti", y creo que en parte tenía razón. No era sano seguir recordándolo, me hacía mal, debía acabar con esto de una vez y para siempre.
El próximo año me corresponde entrar a la universidad y para ello, debo escoger una carrera, estaba barajando Literatura, porque siempre me ha gustado leer y escribir.
Mi madre está muy bien junto a Phil y por lo mismo, me pidió que los fuera visitar a San Francisco. Allá se mantendrán por un tiempo indefinido, después de que su marido firme como profesional. Además, Reneé sueña con la idea de que el próximo año vuelva a vivir con ella. Según me cuenta, la casa es grande, con cuatro habitaciones y tres baños. Intenta convencerme, mostrándome el amplio dormitorio que me asignarían y mejor aún, con baño propio. No obstante, estoy en una disyuntiva absoluta porque no quiero dejar a Jacob y a Charlie solos en Forks, sin embargo, mi padre me pide que vaya a San Francisco, aunque sea a probar suerte –él sabe que todavía pienso en Edward y cree, erróneamente, que yendo para allá me olvidaré de él-. Jake por su lado me suplica que no me vaya –en ocasiones ignora la idea de que debo estudiar e inevitablemente me tenga que ir de Forks, pues aquí no hay universidades-. Para él es distinto, debe seguir en la reserva y su vida es preservar la raza y cuidar de cada uno de los quileutes. Para mí es diferente, por eso, reservé pasajes para el próximo fin de semana a San Francisco y tantear el terrerno, ver qué pasa por allá y si existe la posibilidad de vivir en esa ciudad, durante mis años de universidad, al menos.
El vuelo estaba programado para el sábado siguiente a las siete de la mañana. A las once me recogería Reneé, junto a Phil, en el aeropuerto.
Bajé del avión y ahí estaba Reneé, parecía más joven de lo habitual, con sus grandes ojos celestes, tan expresivos y cariñosos. Nos dimos un fuerte abrazo, me besó la frente y con su mano derecha cogió mi pelo, lo enrolló, acomodándolo delante de mi hombro izquierdo. Pasó su mano derecha sobre mi cintura y nos fuimos caminando entre la muchedumbre del lugar.
Mientras avanzábamos abrazadas, empezó lo que temía, un sin número de preguntas, aunque no tan al hueso como yo pensaba, aunque sabía donde quería llegar.
–¿Cómo has estado Bella?
–Bien mamá, extrañándote un montón, pero bien.
–¿Cómo ha estado Charlie?
–Como siempre, con muchas ganas de que viniera a visitarte…
–He hablado con él varias veces y estamos de acuerdo con que podrías venir a vivir conmigo, a penas comiences la universidad. Aquí existen varias opciones Bella, es cosa que te decidas.
–Lo sé mamá pero tengo amigos en Forks…
–¿Y además está Jacob, cierto?
–Si, bueno, no te puedo mentir, quiero mucho a Jacob y estamos muy acostumbrados a estar juntos… No sé, quizás debería pensarlo mejor.
–Pero Bella…
–Mamá, déjame pensarlo y te respondo ¿OK?
–Está bien, está bien, no te voy a seguir presionando con este asunto, pero ya sabes, es por tu bien –se desligó de mi brazo y me miró frente a frente con esos firmes ojos azules, que cuando querían, intimidan a cualquiera– mejor alejarse de todo indicio o recuerdo pasado… lo sabes bien Bella.
–Mamá, ya es pasado –mencionar esta frase era como si las palabras estuvieran grabadas y con sólo presionar play, aparecieran como escudo de defensa para cualquier otra pregunta relacionada con el tema.
Cuando llegamos a casa de mi madre, estaba Phil esperándonos para almorzar. Él había cocinado y cuando entramos, me dio un gran abrazo, que llegó a dejarme sin aliento.
—¡Bienvenida Bella, te estábamos esperando! —corrió a coger mi maleta y bolso de mano para llevarlos a la habitación. En tanto Reneé me hizo un tour por la casa: primero me mostró el living, era grande y bastante minimalista como todo lo que tuviera que ver con Reneé –creo que en el fondo era por comodidad, para no tener que embalar tantos adornos cuando se tuvieran que cambiar-.
Había un sofá café moro grande, de tres cuerpos, con dos cojines cuadrados color calipso; una mesa de vidrio en el centro y dos silloncitos pequeños más, del mismo tono. Las cortinas eran blancas y tenía una chimenea, que parecía no haber sido usada. En la habitación contigua estaba el comedor, era cuadrado de madera con un vidrio del mismo tamaño sobre la cubierta. La cocina era bastante grande, con muebles café, bastante elegantes y un gran comedor de diario. Era de murallas, techo y cerámica blanca en el piso. El dormitorio de Reneé era encandilantemente albo, así también, el resto de la casa. Había un lindo y perfectamente decorado baño en el interior del cuarto. Los otros tres dormitorios eran medianos y blancos, exceptuando mi habitación que estaba pintada de amarillo.
—Es del color del sol para que te alegre la vida Bella —agregó Reneé, sonriendo.
Finalmente los otros dos baños, eran del mismo tamaño y colores tierra, muy lindos. Además, había un maravilloso jardín con rosas rojas, "es el color del amor Bella, quizás tu media naranja esté cerca de aquí cariño". Reneé tenía fijación por encontrarme a alguien que me hiciera olvidar a Edward de una vez por todas. Ella lo intuía, lo sabía, tenía clarísimo que aún no lo borraba de la memoria y que estaba muy lejos de lograrlo.
Los tres nos sentamos a almorzar. Reneé no paró de hablar y contarme de dos universidades cerca, una a quince minutos y otra, a media hora, más o menos. Y para el colmo de mi mala suerte, ambas impartían Literatura. Phill y mi madre lo averiguaron todo y me tenía guardada rigurosamente dos carpetas con toda la información. A penas terminamos de comer me bombardearon con todas sus ideas, mostrándome las ventajas de vivir con ellos.
Llevaba ocho días con mi madre y extrañaba bastante a Jacob, aunque nos escribíamos dos veces al día y por lo menos una vez, hablábamos. En su último mail me escribió:
Querida Bella,
Ha pasado un poquito más de una semana desde que no te veo, creo que nunca estuvimos separados tanto tiempo desde que estamos juntos y te extraño mucho…
Billy visita a diario a Charlie, porque también te echa de menos. Es extraño que te incentive constantemente a que vivas con tu madre… a veces me cuesta entenderlo.
Aquí en la reserva está todo tranquilo, bueno desde que se fueron los "innombrables" tenemos menos trabajo aquí, tú lo sabes.
Ahora que no estás, he pensado… que quizás… no sé… podría dejar la reserva… no lo comentes con nadie eso si, no todavía, porque tengo que pensar cómo decírselo a Billy.
Lo más probable es que tú te vayas de Forks a vivir con tu madre y alguna vez Charlie me contó que había hablado con Reneé y nos podían recibir a los dos. Si Billy lo permite… no sé… a lo mejor podría terminar la secundaria y después entrar a la misma universidad que estás tú, el próximo año… No quiero que nos separemos… Te quiero mucho de verdad Bella, creo que más que eso.
Espero tu respuesta y ojalá sea en persona.
Un beso,
Jacob
¡Oh no! Jake quería dejar todo en Forks y venirse conmigo. Billy me odiaría de por vida, le iba a quitar a su hijo y eso significaba terminar con una descendencia llena de tradiciones. No lo podía permitir, tenía que hablar seriamente con Jake y mostrarle todos los puntos de vista. Iba a tener que volver lo más pronto posible a Forks, antes que Jacob cometa una estupidez por mi culpa ¡Ups! Charlie, Charlie, dice cualquier cosa con tal de sacarme de Forks. También tendré que hablar muy seriamente con él.
Le dije a mi madre que pronto tendría que volver a Forks. Le conté algo del mail que me había mandado Jake. Su comentario fue…
—Parece que el pequeño Jacob está bastante enamorado de ti Bella —sus ojos caucásicos relucieron con cierta suspicacia.
—Por favor mamá, no lo comentes con Charlie, debo hablar antes con Jake.
–De todos modos Bella podemos recibir a Jacob junto contigo el año que viene, tenemos dos dormitorios más disponibles y hay una escuela muy buena aquí cerca. Siempre y cuando sea lo que tú quieras –me dirigió una mirada inquisidora.
–No mamá no quiero que Jacob se venga para acá por ningún motivo, eso significa abandonar todas las tradiciones quileutes y eso no me lo perdonaría jamás.
–Tú no lo amas, Bella ¿cierto?
–Eee… mamá, no es eso, es sólo que no quiero que lo haga. No corresponde… no me lo merezco.
–Crees que no te lo mereces porque no lo amas Bella. Querida soy tu madre y te conozco, sé que aún amas a Edward y aunque intentes esconder tus verdaderos sentimientos, yo te conozco a la perfección. Recuerda que tú eres parte de mí cariño.
Mis ojos empezaron a estallar en lágrimas. Intenté sofocar mi angustia pero fue imposible, con Reneé frente a mí, tan decidida e interrogándome, no pude más. Me arrulló en sus brazos con fuerza, deslizando sus lánguidos dedos sobre mi pelo marrón, algo alborotado. Acalló mi llanto con ternura.
Al día siguiente fuimos de compras con mi madre. Había un nuevo centro comercial a unos minutos de la casa de Reneé, y ella me lo quería mostrar. Pretendía comprarme algo de ropa para llevar a Forks, donde además de Port Ángeles no había nada más donde vestirse, no era que a mí me importara mucho, pero creo que mi madre pensaba que yo parecía un mamarracho. A pesar que la ropa no era mi fuerte, siempre el mismo lugar para vitrinear se tornaba tedioso, como todo en ese pequeño pueblo. Además, quería llevarle un regalo a Jacob.
Dimos varias vueltas al inmenso mausoleo de la moda y finalmente, terminamos en el último piso, sentadas en un café con vista a la ciudad, donde vendían las limonadas naturales más famosas de San Francisco, según mi madre. Ya era de noche, así que decidimos apurarnos. De repente sentí una intensa mirada, fija en mí. Me inquietó, por eso me di media vuelta. Vi a una hermosa mujer rubia, más parecida a una barbie que a una mujer de verdad, con los ojos como platos, atónita ¡Era Rosalie! ¡Oh, Rosalie! Dios mío, Edward podría estar cerca. Mi corazón empezó a latir de manera desenfrenada y sentí como mi cara se ruborizó, tras una asfixia. Reneé me miró perpleja, aún no sabía qué me sucedía.
Quedé paralizada y cuando por fin me levanté y pude dirigirme al pasillo donde estaba Rosalie, se acercó Emmett y distraídamente la abrazó. Junto con ellos, venía una pareja más… ¡Oh por Dios! ¡Edward! mi Edward de la mano con una mujer. Una bella chica, tan linda como Rosalie, con la tez color tiza, ojos amabarinos y cabello rubio con ondas perfectas. Caminaban con los dedos de las manos entrelazados. Empecé a sentir que se movía el piso; el aire se hizo más escaso aún y por un minuto, parecía que montaba nubes, creí que era un sueño. Lo miré directo a los ojos y fue entonces cuando se percató de mi presencia: tensa, inmóvil, sin alma. Su sonrisa se desvaneció y quedó atónito por un segundo. Al instante, oí decir mi nombre de la manera más maravillosa que había escuchado en mi vida, de la voz de un ángel, cada letra sonó suave y dulce como la miel.
–B-e-l-l-a –soltó de sopetón la mano de su increíblemente bella compañera.
Sentí como brotaban las lágrimas de mis ojos. Todavía no lo podía creer ¡Era una pesadilla! De las peores que había tenido ¡Él con otra! mi Edward, no podía ser, ¡Oh, no!
En ese instante el brazo de Reneé me cogió por la cintura, intentando moverme.
–Bella vamos, Bella no importa, cariño vamos.
Sonó el móvil de Edward y escuché entre sueños que dijo, ya es tarde Alice… pudiste avisarme antes… nunca me perdonará.