N/T: ¡Perdí la noción del tiempo! Me demoré, lo sé. Lo siento mucho, people. :) Espero que todos me comprendan y no me lancen jitomazos, ¿eh? Tan sólo fue una semana… – Cammy azota a Penélope – Este es el ultimo capitulo que tengo, por lo que habrá que esperar hasta que la autora actualice para que yo traduzca. Me dedicaré mil por ciento a la otra traducción ahora. Luego de este capitulo, espuma les estará saliendo por la boca, lo juro. A leer ;)

N/A: Otro capitulo, chicos.

Summary: Traducción. Una tormenta se avecina. Bella echa un vistazo por la ventana y se encuentra con una figura alta, encorvada en su banca verde botella favorita, y teme por su seguridad. Ella sólo intentaba ser una buena samaritana, pero todo cambia cuando se pierde en sus problemáticos ojos. Edward/Bella.

Disclaimer: Twilight no me pertenece, la historia tampoco. Sólo adjudico la traducción.

La Banca Verde

¿Había hablado o era su imaginación? No estaba segura. Confundida, dirigió su mirada hacia los dedos que apresaban fuertemente su muñeca. Definitivamente, él estaba consciente.

El haber presumido que estaba dormido había sido desastroso. La calentura comenzó a subir por el rostro de Bella ante el pensamiento de que él había estado plenamente consciente de su presencia. Todo el maldito tiempo. Ella lo había tocado, con mucha más intimidad de la que una mujer normal hubiera tocado a un hombre tras tan sólo unas horas de conocerse.

Sus mejillas ardían.

Recelosamente, ella se volteó para encararlo, y se encontró con su mirada.

Tomó su mano y tras enredarla con la suya, la llevo hacia el lado de su cabeza. Mientras observaba su modelado rostro y jugaba con sus dedos, ella preguntó:

— ¿Por qué?

Él se revolvió en la cama. Se deshizo del agarre de Bella y le levantó la mejilla, de tal manera que sus ojos estuvieran conectados directamente. El corazón de Bella saltó a correr ante la primera manifestación de afecto que él le había dado en toda la noche.

— Honestamente, no puedo soportar estar solo en estos momentos. Te necesito cerca de mí.

Se veía tan malditamente sincero en esos momentos.

Bella sabía que estaba indudablemente atraída a Edward; atraída a pesar de no saber nada sobre él, a parte de que siempre que mirara sus verdosos ojos podía ver su dolor, pesar y culpabilidad. No sabía nada sobre su pasado o futuro, y dudaba que algún día lo supiera. Sin embargo, ella si sabía sobre el presente. Sabía que la había necesitado allá afuera, en la banca verde, y que también la necesitaba ahora.

Tampoco conocía sus propios sentimientos; tan sólo que sentía algo. Por él. Y era este algo lo que la imposibilitaba pensar o razonar.

Así que con una sacudida de cabeza, lo hizo, hizo lo que él pedía.

El rostro de Edward cayó mientras ella bordeaba el contorno de la cama, se metía en ella y se cubría con las cobijas. Edward observó cada uno de sus movimientos intensamente.

Bella se recostó contentamente, cerró los ojos y suspiró.

Mientras se concentraba en respirar con normalidad, oyó la tormenta, la cual podía ser escuchada en toda su gloria. Amaba estar escondida en su cama cuando una tormenta azotaba su techo. Las tormentas ocurrían rara vez, pero eso era lo que las convertía en algo especial. Esta noche, tenía alguien con quien compartir ese sentimiento, el de tranquilidad, ante el abrigo de la cama.

Ella abrió los ojos y rodó su cuerpo, de tal manera que se encontraba encarando a su compañía. Él se había acercado a ella, y ahora, se encontraba observándola fijamente, pero con gentileza.

Él le advirtió con sus ojos que podía confiar en él, antes de envolverle la cintura con el brazo derecho. Bella no se asustó, sino que confiaba plenamente en él. Todo lo que había ocurrido entre ellos se sentía, de alguna manera, natural y normal. Él se acercó a ella aún más y luego recostó su cabeza en su estómago. Bella sentía que le protegía, pero a pesar de no saber de qué, estaba segura de estar ayudándolo a sentirse seguro y deseado.

Sin pensarlo, su mano corrió por su desordenado cabello, mientras que él acarició una pequeña porción de piel expuesta con la punta de sus dedos.

Ambos suspiraron simultáneamente.

Bella notó los moretones negruscos que tenía bajo los ojos por primera vez, y dijo:

— Te vez muy cansado.

— Hasta esta noche, no había dormido en días.

Sintió aún más simpatía por el hombre en sus brazos y, debatió brevemente en preguntarle el por qué. Por qué no había podido dormir, por qué se encontraba tan angustiado, por qué no había dicho ni una mierda en toda la noche, y, por qué demonios actuaba como si ella fuera lo que más necesitara en el mundo. Quiso preguntárselo, pero recordó la reacción que había tenido en la sala de estar y decidió no hacerlo. En vez de eso, dijo:

— Bueno, entonces deberías intentar y hacerlo unas cuantas horas.

— Sí, supongo —asintió ligeramente—, ¿te quedarás? —preguntó, inseguro.

— Por supuesto, Edward.

— Gracias.

En menos de cinco minutos, su cabeza cayó. Se había dormido.

&.

Bella se despertó de su profundo sueño en cuanto fue golpeada en el rostro, fuerte, por un brazo. Abrió los ojos, tanteando la nada en medio de a oscuridad, y, de algún modo logró, en su deslumbrado y desorientado estado, registrar el brazo que casi le había golpeado. En cuanto lo tuvo en la mira, se dio cuenta que se dirigía hacia su rostro, una vez más, a velocidad. Se volteó rápidamente y atrapó el brazo con fuerza.

Edward gruñó audiblemente a su lado, y fue a este punto cuando se dio cuenta el que el brazo que le había golpeado, el que tenía sujetado, le pertenecía a él. Se concentró en él, luego de haber pestañeado innumerables veces, tratando de aclarar sus ojos de la neblina del sueño que los cubría.

A través de la oscuridad, ella vio que su rostro se retorcía en dolor y miseria. Sus gemidos comenzaron a hacerse más y más fuertes con cada segundo que pasaba. Su cabeza batía constantemente de lado a lado, y su otro brazo y ambas piernas se encontraban volando inexorablemente una contra otra. Su cuerpo se dobló violentamente y su brazo atrapado, de alguna manera, logró liberarse del agarre de Bella. Él comenzó a lamentarse ya gritar incoherentemente.

Estaba fuera de control.

A pesar de que Bella haya sufrido una cantidad considerable de pesadillas a lo largo de los años, ninguna se compraba con la de él. Él se veía… poseído. Indudable mente, era una de las cosas más horribles de las que había sido testigo.

Ella agarró los hombros de Edward y los empujó hacia el colchón, en un intento de evitar que se cayera de la cama.

— Edward —trató de gritar—. ¡Edward!

No se despertó.

Ella se puso sobre sus rodillas y lo sacudió firmemente, cortando sus movimientos y empujándolo hacia la cama.

— ¡Edward! —gritó a todo pulmón.

Él se congeló.

Cuando abrió los ojos, jadeó pesadamente como si acabara de recorrer un bloque de diez escaleras. Por unos cortos segundos, él parecía estar en shock. Luego, saladas cataratas de lágrimas comenzaron a deslizarse por sus pómulos. Él observó fijamente —con los ojos abiertos como platos— el techo, y las lágrimas no se detuvieron ni un solo segundo. Sus hombros comenzaron a temblar mientras silenciosos sollozos escaparon de sus labios.

— No puedo olvidar, Bella —gimió—. No importa cuánto trate, no puedo escapar.

El viento sopló contra las ventanas y sus lágrimas, como la lluvia, continuaron cayendo.

Bella echó su cuerpo hacia delante y clavó profundamente su mirada en sus ojos.

— ¿Escapar de qué? ¿Qué es lo que no puedes olvidar? Por el amor de Dios, Edward, ¡dímelo!

Él continuó gimiendo, sin escucharla. — No puedo hacer esto, ya no más. Es demasiado doloroso.

Luego de esas palabras, ambos se quedaron en silencio.

Bella se irguió, hasta quedar sentada, y observó sólidamente un par de orbes verdes. No pudo evitar pensar que si observaba lo suficiente, ella podría leer las respuestas a sus preguntas en sus ojos.

Pero ella estaba equivocada, ninguna respuesta apareció en ellos.

Él volteó su cabeza, huyendo de la penetrada mirada de Bella.

Terca como siempre, Bella lo intentó desde otro enfoque:

— Sí puedo ayudarte. Sea lo que sea, puedo ayudarte, Edward. Sólo dime

Él volvió la cabeza hacia ella. Su piel estaba pálida y sus lágrimas resplandecían en sus mejillas. Sus manos se cerraron en las caderas de Bella y comenzó a sacudir el esbelto cuerpo de la mujer, como si tratara de meterle un poco de sentido. Él habló con una rara combinación de autoridad y desesperación:

— No puedes ayudarme, Bella. Estoy demasiado roto y jodido como para esa mierda de ayuda. Así que detente —dijo mientras la sacudía con mayor fuerza—. ¡Sólo detente!

Mientras observaba su perturbado rostro, ella se dio cuenta de algo.

Él tenía razón.

Ella se dio cuenta que no importaba lo que le dijera, no iba a ayudar. El doloroso evento por el cual había atravesado era del tipo de los que no se podían arreglar con palabras fáciles y gestos simples. Ese dolor y pesar sólo podía desaparecer con los días, meses, y, posiblemente, años. Tomaría tiempo, mucho tiempo, para que Edward lo superara. Por lo que los delgados calcetines de Bella y las galletas eran todo lo que ella le podía ofrecer.

¿O no lo eran?

Bella recordó que Edward había dicho específicamente que no podía olvidar lo ocurrido. Pero, seguramente, podía. Ella podía hacerle olvidar, por un momento, por lo menos. Bella entendía perfectamente que cuando el dolor era fresco, era imposible vencerlo, demasiado difícil como para hacer algo. Y lo sabía por la cantidad considerable de dolor que había sentido en toda su vida. El dolor existía, como si se tratara de una enfermedad agresiva que te devorara desde lo más profundo. Pero, las distracciones ayudaban; te ayudaban a enfrentar tus demonios.

Entonces, eso era lo que ella iba a hacer. Lo ayudaría, distrayéndolo.

Su mirada cayó nuevamente a su glorioso rostro. Los ojos de Edward se encontraban cerrados. El sollozo continuó, pero de manera silenciosa, y sus hombros dejaron de temblar tanto como hacía unos momentos.

Sus labios de destaparon.

— Bella —suspiró.

Una lágrima fresca se derramó a lo largo de su rostro.

Él se veía tan derrotado.

Sin siquiera pensar en lo que haría, ella se acercó a él y oprimió sus labios contra sus pómulos, besando las pistas que habían dejado las lágrimas, besando todo lo que se cruzara por su camino. En medio de los besos, ella habló suavemente:

— Estoy, aquí —besó su frente.

— Shush, Edward —besó sus párpados.

— Estás bien —besó sus sienes.

— Shush, estoy aquí

Ella respiró su aroma antes de alejarse de él.

Él gruñó.

Luego de eso, tan rápido como para que ella registrara lo que él estaba haciendo, él la posicionó sobre su cuerpo y acercó su rostro contra el suyo. Los labios de él encontraron los de ella.

Una pequeña parte de su cerebro le rogó que pensara lo que estaba haciendo y lo que haría. Le rogó que separara lo bueno de lo malo de esta situación. Pero ella no escuchó. De hecho, ella le gritó a esta diminuta parte que se callara y que le dejara, por primera vez en su vida, decidir con el corazón.

Y su corazón le dijo que él la necesitaba, necesitaba esto.

Asi que con el sonido de su corazón latiendo en sus oídos, le devolvió el beso vorazmente.

Y aunque los labios de Edward fueran alienígenos para ella, se sintió en casa. Él tomó su labio inferior con los suyos y lo chupó suavemente. Intachable

Bella abrió su boca y de repente, ambos se encontraban compartiendo sus alientos calientes.

Delicadamente, ella empujó su boca contra la de él con su lengua húmeda, y sus bocas se movieron con mayor fiereza, una contra la otra.

Y el sentimiento creó burbujas cálidas en su estómago.

Y ella estaba fascinada. Fascinada por él. Todo este tiempo, él había estado en silencio y sin responder a nada, manteniéndola al margen. Sin embargo, ahora, él estaba respondiendo. La estaba apretando contra él, como si esto, sea lo sea, significara algo para él.

Ella apretó su rostro con sus manos y sitió la humedad de las lágrimas que había corrido libremente por sus mejillas. Limpió sus mejillas con sus palmas y ella sitió que no sólo se deshacía de sus lágrimas, sino que también de sus males. Mientras se besaban con mayor profundidad, ella comenzó a ver lo que ocurría. Ella le estaba distrayendo y él, fascinándola. En cuanto ella se despegó de él, una sonrisa se pintó en su rostro.

En ese momento, ella decidió que lo haría, que estaría con él. Él la necesitaba y ella lo quería. Asi que, ¿por qué no? Ella no pensaría en las consecuencias, ella no pensaría en los "¿Y que pasa si…?", y, por supuesto, no pensaría en mañana. Ella iba tomaría el control y le ayudaría a distraerse. Le ayudaría en sentirse deseado y, lo más importante, ella le ayudaría a barrer el dolor y pesar de sus ojos, aunque sea por un momento.

Con eso decidido, ella se agachó hacia su rostro y besó la línea que contornaba su mandíbula. Continuó con su cuello, mordiendo y lamiendo mientras avanzaba. Bella deslizó sus manos dentro de su sudadera y a lo largo de toda su espalda; él gruñó sensualmente, disfrutando – obviamente – la sensación. Ella se apoderó de los endurecidos músculos que había encontrado y él exhaló profundamente.

Subió la cabeza hasta la altura de su oreja y chupó suavemente su lóbulo.

— Voy a hacer que lo olvides todo, Edward —susurró.

Fin del Capítulo.

N/T: ¿Les está saliendo espuma de la boca? ¿Sí? Bien, misión cumplida. C'mon, chicos, dejen un review a esta genial autora. Es mi deber decirles (WTF) que no sé nada de Camee. Le envié un mp hace unas dos semanas y no tuve respuesta. Ojala que no esté enferma de nuevo, sería una pena. ¡Ánimos a la autora vía review! Nos vemos Dios sabe cuando, todo depende de Cammy :).

N/A: Para ser honestos, he estado bastante ocupada en el colegio y por muy divertido que sea escribir y por mucho que ame cada review que recibo, mi trabajo es una prioridad. Además, por alguna razón, este fue un capitulo bastante difícil de escribir; me tomó eras. Asi que esa es mi explicación. Tómenla o déjenla.

Sé —exactamente— cómo será el siguiente capitulo, por lo que debería actualizar mucho más rápido (dedos cruzados)

Y para los que están esperando a que Edward escupa todo lo que tiene en cualquier momento y que él y Bella vivan felices por siempre… se sorprenderán. Esta historia será, probablemente, más larga de lo que creen.

Gracias nuevamente por los geniales reviews. ¡Sonrió como loca cada vez que recibo uno!