Hola! Esta es la segunda historia que comienzo y publico aquí. Bien los que lean "Para tener un futuro" saben que soy un desastre y que tardo un montón en publicar, la universidad, sin ordenador desde diciembre y mil pájaros más en mi cabeza son los culpables, para que no piensen que me ha tragado al tierra ni nada por el estilo.

Bueno esta historia salió mientras escribía el cap 6 de "Para…", las historias no tienen nada que ver pero es así, se me fue la cabeza y este es el resultado. En este caso no tengo toda la trama ya desarrollada en mi cabeza, tan sólo cómo se van a comportar algunos personajes y la línea que pretendo que siga, pero puede haber alguna sorpresa que ni yo misma espere.

Una aclaración de esta cap es que es más bien lo que piensan y sienten los personajes, por así decirlo, principales. El primer fragmento estaría por así decirlo en el presente a partir del cuál se irá desarrollando la historia y el resto de narraciones son acontecimientos anteriores.

En la historia habrá parejas pero desde ahora digo que no me centrare mucho en cómo se desarrollan a menos que sean importantes para la trama, le doy más importancia a la acción, no habrá momentos "leche condensada".

Yo creo que no tengo nada más que aclarar, así que os dejo con el fic, espero que os guste y me deis vuestra opinión sin problemas, ya sea buena o mala, agradezco las críticas constructivas.

lupinablack

Nada de esto me pertenece sólo la trama.

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PRÓLOGO

Todo estaba oscuro, sus ojos ya estaban acostumbrados a la falta de luz después de tantos días, ya no importaban cuántos fueran, uno más uno menos nada iba a cambiar…

Debían de estar cerca de nuevo, los gritos volvían a romper sus oídos…

Traidor, asesino, eres igual a Él, mortífago, eres la deshonra de tus padres,…

Su vida había vuelto a la oscuridad en la que siempre se encontró, las miradas le perseguían en todo momento…

Desprecio, asco, miedo, pena, decepción,…

No había luz, no había esperanza…

-"Yo estoy contigo, estamos contigo"… Neville y Luna le miraban con fuerza, con cariño, con lealtad. Mantenían la cabeza bien alta mientras le daban su apoyo delante de todos, aguantaban miradas semejantes a las que él recibía, se mostraban impasibles, férreos antes los empujones que recibían casi haciéndoles caer al suelo, nada importaba, sus corazones les decían que estaban haciendo lo correcto…

Parece que ya pasaban de largo, hoy no se entretuvieron demasiado tiempo en hacerle sufrir, tenían prisa, algo estaba sucediendo. Normalmente disfrutaban lo más que los aurores les permitían de sus desdichas, algo importante estaba teniendo lugar…

- "Yo te creo"…los ojos melados de su primera y mejor amiga aparecieron ante él mientras intentaba recordar poco a poco sus facciones sonriéndole, quería evitar que también le despojasen de esa memoria…

Ella…sólo ella bastaba par no dejarse arrastrar por los profundos abismos de su mente en los que sólo existían pozos de desesperación y dolor, recovecos de sus subconsciente en el que sólo había luces verdes, donde los seres que más amaba caían a través de las brumas desapareciendo de su vida, dejándole sólo, desamparado, dejando vacíos que nunca podrá volver a llenar.

Donde la confianza en aquellos que se suponía debían cuidarlo y velar por él le daban la espalda, dejándole a su suerte en ese mundo de sombras que daba día le iba consumiendo un poco más a pesar de ella…ella…su sonrisa…sus rizos del color del chocolate que atrapaban los rayos del sol cuando se posaban en ellos…sólo ella evitaba que se dejara absorber, que lo diera todo por perdido, que nada mereciese la pena…ella.

Se oían gritos, no sería distinto al resto de los días sino fuera porque no eran lamentos, gemidos de dolor o de desesperación, no eran los alaridos incomprensibles de aquellos que habían terminado por perder la razón. No, no eran ese tipo de gritos.

Se oían las voces de personas luchando, los hechizos y maldiciones eran gritados, los sonidos frustrados de aquellos que se encontraban en desventaja y las risas sádicas y estridentes de quienes se escudaban en la oscuridad…entonces se oyó una gran explosión y toda la isla tembló…

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No había podido cuidar de él. Les había fallado a todos, a sus amigos muertos, a su cachorro y a sí mismo.

Lo había sentido mientras veía cómo se lo llevaban esposado como a un asesino cualquiera, lo había visto en sus ojos, era inocente, algo no cuadraba en toda esa situación y nadie le creía.

Llevaba tres días en aquella habitación polvorienta y quejumbrosa de la Casa de los Gritos en al que hace dos años recuperó a uno de sus mejores amigos que pensaba perdido. En aquel lugar había recuperado algo de fe, a partir de ese momento había vuelto a atisbar algo de felicidad en su vida. Parecía que todo se iba a ir colocando poco a poco en su lugar. Entonces en menos de un año todo se había descarriado y había perdido todo de nuevo.

Estaba solo no había ninguna esperanza.

Bajo la mirada al viejo cuaderno que tenía en las manos y lo abrió. Entonces lo entendió, no estaba solo, su cachorro todavía lo necesitaba, tenía que sacarlo de allí como fuera. Sabía lo que los dementores le hacían ver, sentir, recordar,…

Acarició la foto de la primera página, en ella se encontraban sus amigos, su familia, James, Lily, Sirius, Harry con apenas un año. Se fijó en la sonrisa de la pelirroja que en ese momento saludaba a la cámara con el niño en brazos y escuchó en su cabeza lo que ya una vez le dijo…

- "Moony, tú eres un superviviente, no te avergüences nunca de lo que eres, no lo escondas, es una parte importante de ti que ha hecho que hoy seas la excelente persona que eres. No repudies al lobo en ti, fúndete con él, vuelve a ser uno solo, aprende lo que puedas de él. Tú decides si es un don o una maldición. El que algo o alguien parezcan oscuros no tiene por qué serlo. Tú puedes mirar más allá."

Fundirse, ser uno, permitir que el lobo y el lobo fuesen un solo ente, permitir que la luz y la oscuridad de su interior se confundieran hasta ser él mismo…No limitar ni coartar sus deseos, sus sentidos. Dejar libre el animal que encerraba dentro de él y entenderle, aprender todo lo que pudiera…

A su familia nunca le había importado que fuese un licántropo, era momento que le dejase de importarle a él también.

Las palabras de quien en vida había sido su mejor amiga, su confidente, su hermana fueron tomando peso y forma en su interior como no lo hicieron en el momento que fueron dichas extendiendo un calor que hacía tiempo que no sentía en su corazón. Sí eso era lo correcto, por donde tenía que empezar para ayudar a su cachorro, pero antes tenía que hablar con una persona. Volvió a mirar la foto, en ese momento James y Sirius se estaban dando pequeños puñetazos, entonces rió, si supiesen con quién iba a hablar para que le ayudara le tacharían de loco y seguro que le dejarían de llamar Merodeador

- Que parezca que sea oscuro no significa que lo sea – terminó sonriéndole a la foto como pidiendo perdón por ello, pero era lo correcto, lo sabía.

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Aún no podía creer todo lo que había pasado la semana anterior. Parecía como si el destino quisiera jugar con él, llevándole de un extremo al otro para ver cuánto tiempo aguantaba en esa situación antes de explotar y llevarse todo por delante.

Después de que su amigo fuese acusado y encarcelado sin ningún tipo de miramiento tuvo lugar el golpe que no había visto venir. Aún no entendía cómo sus hermanos pequeños y sus padres, quienes se autodenominaban los mejores amigos, casi hermanos, y padres adoptivos del chico se habían podido creer toda esa sarta de mentiras. ¿Es que ellos no veían que algo no cuadraba en todo el circo habían montado alrededor de Harry? ¿Tan ciegos y manipulados por Dumbledore estaban que no se daban cuenta que no era posible todo lo que esos ineptos decían y afirmaban como verdades universales?

Dumbledore. Ese había sido otro golpe recibido sin ningún tipo de aviso. ¿Cómo podía dejar desamparado de ese modo a Harry? ¿No predicaba siempre que todos merecían una segunda oportunidad? ¿Cómo era posible que ahora fuese el primero en negársela a Harry? ¡A Harry! Por todos los magos del mundo, ¿quién en su sano juicio creería que Harry se había puesto a matar muggles tras el desayuno y después tomar el tren a Hogwarts como si tal cosa?

- Fred, ya están aquí – su gemelo apareció por la puerta que comunicaba la tienda con el almacén. Estaba serio, igual que él, en estos momentos no encontraban motivos por los que hacer bromas o reírse.

Siguió a su hermano hasta el piso de arriba donde se encontraba el apartamento en el que vivían. Sentados en la mesa de al cocina estaban Bill, Charlie y Tonks. No eran los únicos que habían visto que algo raro pasaba. Era lo único que le arrancaba una pequeña sonrisa, no todo el mundo había abandonado a Harry.

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Ya habían pasado tres semanas desde que se habían llevado a su amigo esposado delante de todo el colegio cuando los carruajes llegaban a las puertas principales de la escuela. No podía creer aún cómo todo el mundo le había dado la espalda en ese momento, nadie habló en su favor, nadie. Ni siquiera algún profesor de los presentes. El Director le miró como decepcionado, cómo podía pensar que todo lo que decían esos aurores era posible. Pero se lo creyeron y cuando se lo llevaban no faltaron voces que lo insultaran ni miradas hirientes, ese era lo último que iba a ver su amigo del lugar que sentía como su propia casa antes de ser dirigido al infierno.

Tres semanas que habían hecho del colegio el mismo infierno para ellos. Los únicos que dijeron en voz alta lo que todo el mundo intentaba tapar. Hasta Ronnald y Ginevra hacían como si Harry nunca hubiese existido en sus vidas. No lo podía creer. Por lo menos no estaba solo en esto, aunque por primera vez el sería la fuerza mayor, en el se apoyaban sus dos amigas, sobre todo Hermione, desde que sucedió apenas hablaba más de los necesario, sus sueños estaban plagados de pesadillas en las que veía cómo Harry era consumido por sus pesadillas y se volvía loco dejando atrás al chico que conocían y querían, también había perdido el apetito pareciendo cada vez más débil. Ella no lo quería reconocer pero se estaba dejando consumir por la situación, por otro lado veía el comportamiento de todos como una traición lo que la había llevado a aislarse de todos en una burbuja en la que sólo entraban él y Luna. Luna también lo estaba pasando mal, ya era normal que la gente fuera grosera con ella por sus extravagancias pero después de esto la gente había pasado a ser malvada. Lo peor de todo es que estaba sola en la torra de su casa, si por lo menos estuvieran los tres juntos todo sería más fácil.

Volvió fijar su vista en el lago disfrutando un poco de la paz que le transmitía ese paisaje cuando divisó una lechuza que se acercaba a él. El animal le era desconocido. Cogió la carta y la lechuza marrón volvió a emprender su camino. Cuando terminó de leer el mensaje una nueva emoción se apreciaba en sus ojos claros. Ya se acabaron las lamentaciones tenían que ponerse en marchar y no dejarse vencer. Cuando Harry saliera les encontraría más fuertes que nunca.

- Incendio – quemó el mensaje, no sería oportuno que cayeran en manos indeseadas. Se levantó tranquilamente del suelo y se dirigió al colegio con calma, cuanto ante empezaran mejor para todos.

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Estaba sentada en su despacho intentando corregir una serie de trabajos pero su mente no podía abandonar a ese chico. No era posible que ese niño que llegó temeroso a este mundo, tan tímido al principio pero al mismo tiempo tan valiente y leal, no era posible que hubiese cometido esos crímenes. Pero hasta Dumbledore le había visto culpable, aún así no sentía que Azkaban fuese el lugar donde tuviera que estar de por vida. Ya habían cometido errores de ese nivel antes, que no era posible que lo hubiesen hecho de nuevo, se tenían que haber equivocado de nuevo. Pero ella no podía hacer nada, aunque le doliera en el alma.

De todas formas desde la reunión de la Orden ya no confiaba como antes en Dumbledore. Ya no creía en eso de que todo era por el bien mayor y que el fin justificaba los medios. Ya no era el hombre que había conocido cuando entró a trabajar como Profesora de Transformaciones. Les estaba escondiendo algo importante a todos.

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Su caminar altivo y elegante desentonaba en esa calle sucia de casas pequeñas e igualmente sucias que daban la sensación de que habían sido colocadas a la fuerza las unas con las otras debido a su aspecto enjuto. "Calle de las Hilanderas", el cartel colgaba precariamente en la primera casa de la vía.

El hombre vestido con carísimas túnicas se adentró en la calle hasta llegar al número 13 y detenerse delante de la casa, miró un momento a ambos lados de la calle para después entrar por la puerta del número 15 que acababa de aparecer par volver a desaparecer en el momento en el que era cerrada.

La estancia en la que acababa de entrar el sujeto era pequeña y estaba completamente llena de estanterías que iban desde el suelo hasta el techo repletas de libros de todos los tamaños y materias. Se acercó a uno de los sillones que había donde dejó su túnica, cuando con un "plop" apareció el elfo de la casa.

- El amor Severus subirá enseguida a recibirle, Señor Malfoy – el hombre asintió mientras se sentaba a esperar al dueño de la casa - ¿quiere algo de tomar mientras espera?

- Whiskey de Fuego – con otro "plop" la pequeña criatura desapareció para volver a aparecer al rato con una bandeja con un par de vasos y una botella de bebida. Una vez dejadas las cosas encima de la mesa desapareció dejando al rubio esperando solo.

Vaso y medio después una de las estanterías se corrió permitiéndole el paso al dueño de la casa, quien, sin cruzar palabra alguna con su invitado se sentó en el otro sillón y sirviéndose su propio vaso de bebida lo apuró de un solo trago.

Después de un par de minutos en los que observó como el otro se restregaba las manos y fijaba sus ojos en el suelo con la mirada ausente, perdido en sus pensamientos, intentando averiguar cómo decir lo que pensaba, lo que había venido a decir, el silencio fue roto por el rubio.

- Se ha vuelto loco, ha matado a Narcissa – era cierto que no podía considerar al mortífago que se sentaba enfrente como su mejor amigo o confidente, pero era el espía de Dumbledore, sabía que sus lealtades no estaban con su Señor, bueno con su antiguo Señor. Pero aún así dudaba, después de todo lo que había pasado con el chico Potter tampoco veía que el denominado lado de la Luz fuese muy diferente al suyo propio, mentiras, traiciones,…

- Dumbledore ha traicionado a Potter – las palabras del pocionista reafirmaron sus pensamientos – Es imposible que el chico haya cometido esos asesinatos pero parece ciego a todo, ni que hablar del resto de la Orden.

Siempre había permanecido callado en este tipo de conversaciones, esperando a ver qué era todo lo que podía averiguar para después comunicárselo a Dumbledore. No entendía cómo era que sus pensamientos abandonaban de esa manera su boca, como si sintiese la necesidad imperiosa de compartir todo lo que pensaba antes de que su cabeza terminara por colapsar con todo lo que tenía en ella dando vueltas. Pero de ahí a ponerse a hablar de sus lealtades con Lucius Malfoy, un mortífago redomado, la mano derecha del Lord, realmente estaba firmando su sentencia, aunque…aunque quizás no. Volvió a fijar su mirada en el mago. No parecía sorprendido por lo que le había dicho, como si lo hubiese esperado de antemano, como su hubiese venido buscando una salida, una escapatoria. Después de todo acababa de decir que el Lord se había vuelto loco y que había matado a su esposa. Siguió mirándole de forma evaluadora, invitándole a que continuara la conversación.

- No quiero que Draco se convierta en lo que somos – después de todo no iba a estar solo entre esos dos frentes beligerantes entre los que se encontraba – Mientras estuviera en el colegio no había problema, pero ahora que Potter encerrado y Dumbledore y Fudge se han dejado cegar por la situación no sé cuanto tiempo tenemos antes de que decida marcar a todos los hijos de mortífagos para invadir Hogwarts y dar donde más le duele a la Comunidad Mágica. Hay que pararle, se ha desviado de los verdaderos valores de los Sangre Pura. Está jugando muy bien sus cartas, lo de Potter fue una maestría.

- ¿Entonces realmente fue el Señor Tenebroso? – un brillo parecido a la esperanza se atisbó en sus ojos del color más negro. No había podido averiguar nada acerca de ese asunto, ya no pertenecía al círculo más interno, desde lo del Departamento de Misterios el Lord había empezado a desconfiar de él.

- Claro que fue Él, o más bien su nuevo sirviente – le contestó.

- ¿Nuevo sirviente? ¿Del círculo interno? – al espía le sorprendía la facilidad con que se habían puesto a hablar de todo eso sin ningún tipo de duda una vez que habían declarado de alguna manera cuáles eran sus intereses.

El aristócrata no quería que su hijo se convirtiera en el sirviente de un farsante, aunque aún mantenía sus ideas sobre la limpieza de sangre y los muggles. Y a él sólo le interesaba que terminara de una vez esa guerra, y que ganara el bando menos malo ya que ninguno de los dos era a su parecer el bueno. Era increíble lo que se podía leer entre líneas y en todo lo no dicho.

- No pertenece al círculo, nadie lo conoce. Debe tener más o menos 25 años y desde hace un tiempo es su hombre de mayor confianza.

La conversación fue interrumpida por la aparición del elfo doméstico.

- Amo Severus, tiene otra visita – el hombre se quedó un momento pensando. Las personas que conocían esa casa se contaban con los dedos de una mano y sobraban.

- Hazle pasar – terminó por decidir ante la mirada algo atónita del rubio.

- Sí amo – el elfo desapareció para volver seguido de Remus Lupin. Este se quedó mirando un momento a los dos magos sentados para finalmente decidirse a entrar en la estancia.

- Tenemos que hablar…