¡Hola! ¿Alguien se acuerda de mi? ¡Cuánto tiempo! En fin, vengo –con mucho retraso- a poner la continuación de "Aproximaciones". Había pensado en poner un pete resumen de lo que pasó, pero bueno, al final he decidido apelar a vuestra buena memoria. Si alguien se pierde que me lo diga y hago un resumen.

De todas formas, como ya adelanté, esta historia es dos años después y es "la verdadera historia", es decir, lo que realmente tenía en mente, pero me pasé con la introducción. Quien me haya leído antes sabe como me enrollo.

Y no hay más que muchas gracias por darle una oportunidad, y siento el tiempo de retraso…

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I. Nefas.

Hacía más de dos años que se habían ido a pelear contra esas bestias que llamaban hollows. Él, Accarias el Augur, por su puesto no podía matar nada, ni ver sangre, salvo en los momentos en que tenía que hacer algún sacrificio para los dioses. Era una auténtica molestia. Cuando nació su hijo él no pudo estar con su mujer, tan sólo esperó junto a la puerta escuchando su sufrimiento. Tampoco podía estar presente cuando había un accidente o cuando se preparaba una comida en la que se mataba algún animal. Desde luego era un auténtico incordio.

Pero ahora, mirando por la ventana como su mujer jugaba alegremente con su hijo, se dio cuenta de todo lo que tenía que agradecer. Aunque su ocupación le era más que tediosa, ahora tenía otra, para él mucho más importante. Pues, en la última oleada de hollows que les habían atacado, el historiador había muerto, y su puesto, ahora lo ocupaba él.

La historia.

Era muy importante, daba la inmortalidad a través de palabras. Y en ese momento su historia, su presente, e incluso su vida, se la debía a unas mujeres. Sí, mujeres, aquellas que, según su sociedad, no servían para guerrear. Aún así, habían sido ellas y no otras las que les habían salvado. Mereciéndose su reconociendo a través de sus palabras.

Se enjuagó los ojos con las manos, pensar en todo lo que había pasado, en todas las muertes acaecidas le hacía ver el mundo desde otra perspectiva. Todo era distinto, y había un aire de tranquilidad en todos que era maravilloso, pero a la vez alarmante. ¿Qué ocurriría ahora? No lo sabía, pero pronto, muy pronto, aquellos que fueron a pelear a tierras lejanas volverían y el mundo sería un poco más feliz. Pero como aceptarían las muertes de familiares y amigos, y los cambios que se habían producido, pues, nada puede ser igual tras una guerra entre los que no son iguales.

Un mal presentimiento corrió por la espina dorsal del Augur, miró el pequeño calendario que tenía en su mesa, desde hacía un tiempo su memoria no era la que fue. Cogió una pluma que estaba preparada para escribir palabras de alabanzas e hizo algo muy distinto, apuntó una palabra junto al día, una muy significativa:

Nefas.

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El día se presentaba como otro cualquiera en aquella casa donde antes se escuchaban más risas que lamentos. Aunque si bien es cierto que desde hace unos meses todo era tranquilidad. La noticia del fin de la guerra llegó hacía ya semanas, pero nadie había vuelto y todo era realmente extraño para ella. Su marido, aquel que al principio no había querido y con el que se había casado por puro reproche, no fue el primero en partir. Su augusto y orgulloso clan de quincys no estaban dispuesto a partir a la guerra de otros: humanos y shinigamis. Para ellos era difícil saber a quien ignorar u odiar más. Pero al final se fue, contra todo pronóstico a ayudar a sus amigos.

Y ella se sintió desgraciada.

En aquel momento sintió que no le había dicho todo lo que debería, que ahora si estaba bien, y que todo lo anterior había sido una rabieta estúpida de niña pequeña. Pero bueno, él estaba bien, tenía que estar bien, ningún informe decía lo contrario y ella había madurado a marchas forzadas.

Las malas noticias se fueron amontonando en el escritorio que ahora era de Karin como si fuera lo único que podía desprenderse de aquella maldita guerra. Muertos, heridos, desapariciones. Y lo peor era que para ellas no iba todo mucho mejor. Desde luego que intentaron preocupar lo más mínimo, pero aún así las noticias importantes siempre eran mandadas rápidamente sin saber bien si llegaban o no. Pero en ese momento de su vida, sus parámetros habían cambiado, sus prioridades también y sólo deseaba que Uryuu regresara sano y salvo junto a ella. Y aunque su despedida no fue la mejor, su vuelta sería muy distinta.

Con esos pensamientos, Inoue Orihime volvía de ver a las gentes del pueblo, ya que desde muy temprano marchaba a ayudarlos con sus, ahora bien conocidas, habilidades de curación. La casa donde se había criado ahora tenía un aspecto lúgubre, quedaban ya tan pocas personas vivas. Si ella hubiese conocido mejor sus habilidades, si hubiera podido usarlas bien…

Sacudió su cabeza, ya nada se podía hacer, nada en absoluto.

Tatsuki la esperaba, como siempre, en la puerta, ahora con una sonrisa, que antaño costaba tanto que saliera natural. Las cosas iban mejorando, los pastos volvían a crecer y las cicatrices cerraban. Era como si un nuevo comienzo se presentara fuerte y saludable, pero algo en el ambiente de ese día le decía que no podía ser como los otros.

Ella también le sonrió.

-¿Cómo ha ido todo? –le preguntó su amiga, no hacían falta ya saludos entre ellas.

-Bien, creo que poco a poco las cosas comienzan a ir como antaño. La gente está feliz y los niños han vuelto a ir hoy a la escuela.

-Me alegro.

-¿Y por aquí?

-Sin novedad aparente –sacudió la cabeza.- Tenemos que hacer algo, no es normal que este sea el único lugar en que todo sea tristeza.

-Desde luego que no.

En ese momento, escucharon una pequeña voz de niña llamar en voz en grito a su madre, y ambas corrieron al salón principal donde Nao, la pequeña de año y medio, sonreía como si nada malo hubiera pasado jamás. Rukia estaba a su lado, e Inoue sintió una punzada de dolor en el pecho.

-¿Qué pasa aquí? –preguntó Tatuski.

-Creo que la pequeña Nao-chan quiere comer –respondió la shinigami.

-¿Tan temprano? –replicó Inoue que estaba algo absorta en sus pensamientos, pero pronto se centraron.

La pequeña sonrió y asintió fuertemente con la cabeza.

-En fin, creo que deberías hacerle caso –dijo Rukia cadenciosamente mientras se marchaba de la habitación.

-Mamá –dijo la niña felizmente.

-Si, ya vamos Nao-chan, ya vamos… -al decir eso, Inoue la cogió en brazos y fue directamente a la cocina.

Tatsuki se quedó mirando a Rukia pensativa. Algo se tenía que hacer, sin lugar a dudas.

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no fue hasta ese momento que se decidieron las partidas. Poco a poco, cada partida con las provisiones necesarias. La villa es rica en reservas naturales, pero aún así los caballeros no querían dejar a sus esposas y familiares sin nada.

La llamada a la inminente guerra en el sur, en la zona hoy conocida con el Hueco Mundo, fue un hito en nuestra historia. Los shinigamis pidieron ayuda, y eso que nosotros poco podemos hacer contra los hollows. Pero habían unos shinigamis renegados que estaban instando a las bestias a pelear. Por aquel entonces no se conocían sus nombres, esa información nos la vedaron.

Kurosaki Isshin-san fue de los primeros en partir junto con sus familiares. Él como cabeza del Clan Kurosaki fue el que decidió que irían a la guerra sin dudar. Fue una noticia que no todos acogieron con buenos ojos, pues ayudar a los shinigamis no era algo bien visto. Pero partieron aquel día cuando la temporada de tormentas comenzaba…

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La carta llegó poco antes que ellos. Justo antes de la hora de la comida. Un shinigami cansado y con ganas de llegar a su hogar, aún un poco más lejos, la depositó en manos de Yuzu y se fue sin querer tomar nada ni descansar. Un comportamiento extraño para los tiempos que corrían, desde luego.

Tras unos segundos de reflexión, la chica corrió azorada y gritando para llegar a su casa.

-¡Una carta! –gritó.- ¡Una carta de papá!

Al sonido, varias personas se reunieron con ella en el salón, algunas con sonrisas y otras con cara de desesperación.

-¡Léela ya Yuzu! –le gritó su hermana.

-¿Pero no deberíamos esperar a Rukia-chan?

-Creo que será mejor leerla, luego hablaré yo con ella –replicó Karin, que hacía ahora las veces de cabeza de familia.

Era breve. El contenido era breve pero esperanzador. Volvían a casa, por fin volvían. No decía nada del estado en que se encontraban, pero aún así repetía en dos ocasiones que estaban bien, pero sobre todo, que volvían. Y el séquito sería más grande de lo normal, tendrían invitados. La vieja gloria del hogar volvería, ahora no tenían ni la más mínima duda al respecto.

Su padre no especificaba ni cuando, ni cuantos, pero estaba seguro de que sería pronto. La habían mandado con un shinigami que volvía a su hogar antes que ellos, fue de primeros en marchar. Pues gracias a esa guerra se habían conseguido lo que en generaciones no se pudo: la unión de humanos y shinigamis por un enemigo en común, y los lazos parecían difíciles de romper.

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así cuando la última partida se hubo ido, sólo mujeres, niños y ancianos quedaron en la villa. Y por supuesto, el Augur. No parecía real que la guerra se disipara de la zona del Hueco Mundo, pues nos encontramos en la frontera norte más cercana al Seretei. Fue por eso que no quedaron defensas suficientes cuando se hubieron marchado…

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Desde hacía mucho tiempo, Kuchiki Rukia tenía la costumbre de vigilar los alrededores, ella era una shinigami entrenada en la zona, y mejor ella que no otros para hacerlo. Desde hacía mucho tiempo no habían habido ataques, pero ella no bajaba la guardia, se veía en el deber de proteger a muchas personas y esa responsabilidad que cargaba sobre los hombros era lo que le ayudaba a sobrevivir. Ahora era muy respetada y le gustaba, nada de gente hablando a sus espaldas, ni insultos, ni desprecios. Era todo casi idílico. Casi.

Cuando volvió había un gran movimiento en la casa. Todos tenían algo que hacer. Iba a preguntar qué ocurrían cuando Karin la vio y la llamó a su despacho, el que antaño fuera de su padre.

-¿Qué ocurre?

-Hemos recibido una carta de mi padre –se sentó en la silla frente al escritorio y comenzó a hablar.- Pero ya sabes como es –suspiró- no se porque se empeña en escribirnos él…

-¿Dijo algo de… -se lo pensó un poco- Ichigo?

-No, nada.

-Comprendo.

-Sólo dice que todos están bien.

-Imagino que es como las otras cartas.

-Si, pero mejor –sonrió.- Rukia-chan, están de vuelta.

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...pero nadie la escuchó. Era difícil pensar que una shinigami tuviera razón. La gente se burló de ella, aunque fuera la esposa del primogénito de los Kurosaki. Sólo la respetaban por eso, pero nadie le hizo caso. Sólo Kurosaki Masaki-san se alzó en esa reunión para hablar por ella, y aunque era muy respetada, nadie les hizo caso…

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Para su grata sorpresa el viaje había sido muy rápido. Y teniendo en cuenta la cantidad de heridos que viajaban con ellos, era muy extraño. Aún así se alegraba, su casa no estaba lejos y había prometido a todos esos chicos que se les acogería sin problemas, que descansarían.

Era bueno volver al hogar.

-¡Isshin-san! –le gritó un joven que corrió hasta ponerse a su lado.- Creo que Ichigo necesita descansar.

Miró atrás y vio a su hijo, venía cojeando, con muletas y más vendas de las necesarias, según él. Ni los shinigamis del cuarto escuadrón pudieron curarlo del todo, así que pensaron que las heridas se irían recuperando mejor poco a poco y en su casa. Así, cuando él pudo viajar se marcharon. No hubo manera de que fuera en litera, él quería ir por su propio pie. Muchacho cabezón.

-No creo que quiera descansar, Abarai-san, además va en buenas manos –miró con desgana hacía delante.

-Pero…

-Ya queda poco, tranquilo.

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y lo que nadie pensó que podía pasar. Pasó…

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-¡Viene alguien! –gritó Yuzu.

Era ya media tarde cuando el grupo comenzó a divisarse por el horizonte. Al parecer habían bordeado el pueblo y se veía a la lejanía del bosque.

-¡Son ellos!

-No puede ser Yuzu, es demasiado pron…

Las palabras de Karin quedaron en el aire. Si, eran ellos y volvían, ya llegaban. Parecía algo irreal, tan sólo hacía unas pocas horas que habían recibido la noticia ¿cómo era posible…?

Pero lo era.

Rukia se estaba cambiando cuando escuchó el grito de Yuzu. Sin creerlo mucho siguió con lo suyo, estaba segura de que la chica se había ilusionado al ver un grupo de viajeros que volvían a casa y pedirían hospicio esa noche. Suspiró pensando en Ichigo ¿cómo estaría? ¿Cuándo llegaría? Pero poco a poco comenzó a escuchar voces de alegría, hasta que reconoció una, una que no podía ser.

-¡Renji! –gritó desde arriba de la escalera, bajó corriendo hasta ver a su amigo y abrazarlo.

-¡Rukia! ¿cómo estás?

-Bien, bien ¿dónde está Ichigo? –al formular la pregunta se quiso pegar a sí misma y habló otra vez.- ¿Cómo estás tu?

El chico se rió.

-Yo estoy bien, e Ichigo viene de los últimos, está algo herido.

-¿Herido? –se le puso voz de pito.

Corrió a verlo, nadie la interrumpió cada uno de los llegados estaba saludando a alguien, salvo los shinigamis que no conocían a nadie y esperaban tranquilamente a ser presentados.

Pero cuando lo vio se quedó de piedra, había una chica a su lado haciéndolo reír y ayudándole a andar. Cuando lo tuvo delante sólo pudo decir su nombre en un susurro, él la miró de soslayo y pasó de largo.

-Ichigo… -pudo volver a decir mientras se giraba asombrada.

No pudo hacer nada más que quedarse quieta mientras escuchaba a aquella mujer preguntar:

-¿Quién era esa Ichigo?

Él se encogió de hombros y no hubo respuesta.

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El Augur, ahora convertido en historiador, dejó la pluma cuando su mujer entró corriendo en la estancia. Al parecer algunos caballeros habían vuelto, irían apareciendo poco a poco en la villa, dentro de poco volverían todos y la vida volvería de verdad a ser lo que era.

Sonrió complacido, tendría que darse prisa en contar su historia, pues ahora tendría que hacer muchas preguntas a los recién llegados. Pero eso no sería en ese día, que al fin y al cabo, era nefas.

Esperaría a uno fas.

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Y aquí acaba el primer capi, no pongo un poco del siguiente, pues no tengo claro si gustará esta historia que no deja de ser extraña. Por si alguien no se había dado cuenta los párrafos en cursiva son las anotaciones del historiador. Y bueno, un día nefas es mal día y uno fas es un día bueno.

He tardado mucho en poner este fic porque me lo he pensado mucho, además que mi vida ha dado un giro tremendo, pues ahora ya parece que soy más persona y estoy empezando a trabajar. Cosas de la vida. Y nada más, que espero que os guste. No podré actualizar muy de seguido, pero si al menos un capi por semana.

Espero tomatazos y críticas.