"Oliver, lo digo en serio."

"Yo también hablo en serio. No puedo hacer esto mientras los niños están ahí fuera." Oliver se movió por el apartamento bajo la mirada de Clark.

"Necesito que confíes en mi, como hemos hecho siempre."

"Confío en ti plenamente Clark, pero se trata de los niños. No puedes pedirme que me quede de brazos cruzados esperando en casa a que los traigas de vuelta. Sabes muy bien que no puedo hacerlo."

Clark se levantó del sofá y fue hasta él, rodeó su cuerpo con ambas manos y lo apretó contra él como si tuviera miedo de que fuera a salir corriendo. Habían pasado por tantas cosas juntos, habían estado a punto de morir, habían temido por la vida del otro y habían terminado formando una familia con los niños. no había nada que pudiera separarlos, excepto su forma de ver el mundo y los peligros.

"Lo siento pero no voy a dejar que te expongas cuando ni siquiera sabemos a quienes nos estamos enfrentando. Nos sorprendieron en casa, te atacaron sin que ningún miembro del equipo lo viera y te podrían haber matado. Podría haberte encontrado muerto y no podría haber hecho nada para evitarlo, porque habría llegado demasiado tarde."

No lo pudo evitar, sus manos comenzaron a temblar y sin darse cuenta abrazó con más fuerza todavía el cuerpo de su marido.

"Clark, estoy bien, son los niños los que…"

"¿Es que no te das cuenta?" Con un rápido movimiento de manos, Clark hizo que su compañero se diera la vuelta y lo miró a los ojos, sin soltar su cuerpo en ningún momento. "Podrías haber muerto, si las cosas hubieran salido de otra manera, yo habría llegado a casa y te hubiera encontrado muerto en el suelo. El único motivo por el que te tengo aquí y ahora es que esa gente no quiso matarte."

"Clark…"

"No, no voy a dejar que te vuelvas a poner en peligro. Se que te molesta cuando te digo esto, pero después de todo, eres un ser humano, no tienes poderes, más allá de tus armas y eso no nos da mucha ventaja ahora mismo." Oliver abrió la boca para contestar, pero Clark no le dejó decir nada porque siguió hablando. "Esa gente es muy peligrosa y ahora tiene a nuestros bebés. Por experiencia se que no eres el hombre más racional del mundo cuando se trata de algo personal y precisamente por eso no os voy a poner a los dos en peligro esta vez."

Oliver quería protestar, quería decirle que no le tratara como a un niño, que por mucho que él fuera un verdadero superhéroe con todas sus habilidades no podía hacerle de menos a él, por ser un ser humano.

Sin embargo, no pudo hacerlo, no cuando Clark le miraba con esos ojos de desesperación, esa mirada de rogarle que no le pusiera las cosas más difíciles. Se conocían perfectamente, prácticamente podían leer la mente del otro sin necesidad de palabras y en ese preciso momento, Oliver estaba leyendo en los ojos de su marido la incertidumbre, el miedo a no volver a ver a sus pequeños y el terror a que le ocurriera algo a Oliver. No se lo diría con esas palabras, Clark no era así; pero no hacía falta.

Oliver suspiró con fuerza y abrazó a Clark. El silencio se apoderó de la habitación, como si de un enorme y terrorífico monstruo se tratara. Se lo tragó todo, sus sonrisas, que habían desaparecido, la alegría que dos días antes había desbordado el apartamento y sobretodo la fuerza que siempre desprendían los dos. Ahora solo quedaban dos muchachos asustados, aterrorizados por lo que pudiera ocurrirles a unos hijos perdidos.

Clark enterró su rostro en el pecho de Oliver y se dejó llevar por esa misma desesperación, permitiendo que las lágrimas mojaran la camiseta de Oliver.

"Muy bien, tu ganas, lo haremos a tu modo." Dijo de repente Oliver en un largo e intenso suspiro. "Pero tienes que prometerme algo."

"Lo que quieras, ya lo sabes."

"Cuando encuentres a esa gente y los niños estén a salvo, tienes que darles la paliza de su vida por meterse con nosotros." Clark sonrió por fin, aunque Oliver sabía que no se trataba de la sonrisa que tanto le gustaba de su marido.

"Lo haré y tu también vas a tener que prometerme algo." Oliver lo miró en silencio, esperando. "Tienes que cuidarte, van a ser unos días duros, pero ahora tienes que cuidarte."

"Otra vez." Oliver puso su mano bajo la barbilla de Clark, la elevó para mirarle de nuevo a los ojos y le dio un pequeño y tierno beso en los labios. "Y Clark, cuando todo esto termine, nada de tener más niños, creo que con dos embarazos y tres niños ya he cubierto mi cupo."

Clark rodeó el cuello de su marido con ambas manos e hizo el beso mucho más intenso, desesperado y apasionado, en el que Oliver escuchó todas aquellas palabras que su marido no se atrevía a decirle.

O –

El sonido del teléfono despertó a Oliver algo más tarde de las tres de la madrugada. Clark ni siquiera se había metido a la cama, había estado trabajando con el equipo para encontrar alguna pista sobre los niños. su marido había accedido a acostarse con la condición de que le mantuviera informado de todo lo que hacían.

Se levantó, siguiendo el sonido de la voz de Clark.

"¿Qué es lo que queréis?"

"Oliver Queen jamás debería haberse presentado a las elecciones. No es el mejor representante par esta ciudad, no con tantos muertos en el armario." La voz era de un hombre no había duda, ni siquiera había usado un distorsionador de voz, seguramente porque Clark no lo conocía personalmente y no lo podría reconcer.

"¿Quiénes sois? No podeis ser más que unos malditos cobardes que secuestran niños en lugar de dar la cara."

"No mezcles cosas Kent. Una cosa son los problemas que tenemos con la candidatura de tu marido y otra muy distinta la curiosidad que nos imprimen vuestros hijos. Son unos niños únicos, eso no me lo puedes negar."

"Como les hagas algo a mis hijos…"

"Te recuerdo que los tenemos con nosotros, no creo que sea muy correcto empezar a amenazarnos."

Clark se puso tenso, de haber tenido ese poder, atravesaría el teléfono y haría daño a ese hombre hasta que le devolviera a sus hijos. Sin embargo, trató mantener la calma, era cierto, esa gente tenía a los pequeños y no podía arriesgarse a que les hicieran daño.

"Todavía no me has dicho quienes sois."

"Tienes razón, no te lo he dicho. Que descortés por mi parte."

Se escucharon voces al fondo, aquel hombre no estaba solo. Clark intentó concentrarse en lo que escuchaba, tal vez teniendo un oído más fino como el suyo, conseguía escuchar algo importante y que le ayudar a saber donde se encontraban.

"¿Quiénes sois?"

"Así que, el gran periodista Clark Kent no sabe quienes somos. Me decepciona señor Kent, pero puedo darle una segunda oportunidad."

"No voy a jugar con la vida de mis hijos."

"Pues es una pena porque es todo lo que le pudo ofrecer. Si descubre quienes somos tal vez tenga una oportunidad para volver a ver a sus pequeños. Si decide no jugar, entonces, adiós muy buenas a su familia ideal."

Clark apretó la mano libre para no estallar. Al otro lado del teléfono no se escuchaba nada, tan solo algunas voces, pero nada que le pudiera ayudar a averiguar su paradero. Respiró con fuerza y volvió a concentrarse en su interlocutor.

"De acuerdo, juguemos." Oliver se sentó a su lado y esperó en silencio, mirándolo, preguntándose que era lo que ocurría.

"Perfecto. Entonces será mejor que le de la primera pista, son tres y si cuando tenga la tercera no sabe donde buscarnos entonces podrá decirles hasta la vista a sus hijos. Son unos niños encantadores por cierto, parecen totalmente normales si no fuera por su extraña concepción. Nadie diría que proveniente de dos hombres. Supongo que con un par de pruebas podremos ver si hay que los diferencie de niños normales."

"¡No! Nada de pruebas hasta que su juego termine. Si no los encuentro entonces les hará las pruebas, si por el contrario, doy con ellos primero, me los devolverá sanos y salvos, sin un solo rasguño."

El silencio se hizo al otro lado del teléfono, tal vez el hombre estaba tomando en consideración la oferta de Clark, pero no tardó ni un minuto en contestar.

"Muy bien, me parece divertido. Tenemos una apuesta entonces." Clark odiaba escuchar la voz del desconocido que tenía a sus hijos con ese tono tan jocoso, como si la vida de dos niños no estuviera en peligro. "Si usted me encuentra primero, los niños son suyos, pero si le doy las tres pistas y no consigue dar conmigo… entonces tendrá que buscarse unos nuevos hijos."

"De acuerdo. ¿Va a darme la primera pista entonces?"

"Si, pero antes tengo una condición más."

"¿Cuál?" Clark estaba furioso, sabía perfectamente que ese tipo estaba jugando con él y con sus sentimientos, con sus hijos, con el miedo a perderlos y a que les ocurriera algo malo y solo por eso, no iba a hacer nada contra él.

"Oliver Queen está fuera de nuestro juego. No quiero verlo ayudándole. Esto es solo entre usted y nosotros, señor Kent. Oliver Queen no nos gusta y si vemos que sigue con su intención de presentarse a alcalde, el nuevo niño que van a tener jamás llegará a nacer."

Clark sintió que el corazón se le salía por la boca. "¿Cómo sabe usted eso?"

"Tengo mis fuentes. Ahora ya sabe que lo sabemos todo y lo vemos todo. Es solo una condición, la única condición que le estoy poniendo, su marido está fuera de esto, de lo contrario el juego se acaba y los niños se quedan con nosotros."

"Muy bien. ¿Cuál es la primera pista?"

"Bien, la primera pista es que averigüe porque Tess Mercer sabía que íbamos a atacarles en su casa. Pero recuerde ni una sola palabra a su marido."

La llamada fue interrumpiada en ese momento. Clark dejó caer el teléfono de sus manos hasta la mesa, se volvió, todavía tenía la mirada de Oliver clavada en él, esperando respuestas, pero no se las podía dar, no sin arriesgar la vida de los niños.

"¿Y bien?"

"Espero que no me odios demasiado por esto, pero no te lo puedo decir."

"¿Cómo que no me lo puedes decir?"

"Oliver…"

"Somos un equipo ¿recuerdas? Porque esté esperando un nuevo bebé no puedes dejarme al margen."

"Lo se," Clark acarició su mejilla. "Y lo siento, pero por favor, no me hagas preguntas porque no puedo decirte nada."

Antes de que Oliver pudiera protestar, Clark salió corriendo, levantando papeles a su paso, dejó solo a Oliver, sentado en el sofá, sintiéndose abandonado y en cierta forma, traicionado por el hombre al que quería.