Olliver se movía con sigilo y decisión por el enorme laboratorio. era de noche, casi de madrugada y todos los científicos que allí trabajaban se habían ido hacía horas a sus casas. La investigación que Olliver su equipo llevaban entre manos, les había llevado allí, a uno de los muchos laboratorios secretos que tenía la Luthorscorp por todo el país.

Como siempre los, experimentos, de lo más extraños algunos, tenían lugar continuamente allí y uno de los científicos, que temía lo que la compañía podía querer hacer con sus descubrimientos, decidió hablar con el grupo y avisarles de lo que allí ocurría.

"Iré contigo, puede ser peligroso." Le había dicho Clark justo antes de separarse. "Sabes que no nos podemos fiar de la gente de Lex y por mucho que ese tipo nos haya dado una información, puede ser una trampa."

"Sabes muy bien lo mucho que me gusta que te preocupes por mi, es lo que más adoro de ti, de verdad. Pero puedo arreglármelas solo. No es el primer sitio peligroso al que entro y tu tienes que estar en otro sitio ¿recuerdas?"

"Terminaré allí en cinco minutos y te iré a buscar. Sinceramente, nada de esto me da buena espina."

"¿Te quedarás así más tranquilo?" Clark asintió mientras mira con seriedad a su compañero. Realmente estaba preocupado por él y lo que iba a hacer. Por primera vez se estaba dejando llevar por intuición y no le gustaba nada lo que le estaba diciendo aquella voz interior. "Muy bien, me adelantaré para ir al laboratorio y cuando termines con el seguimiento del doctor Langford, nos encontramos en el laboratorio."

Olliver le dio un beso de despedida, se colocó la capucha y la máscara de Green Arrow y se marchó hacia su destino.

Ahora estaba allí, caminando con cuidado para no dar ninguna alarma. No estaba seguro que era lo que estaba buscando, o si acabaría por encontrar algo después de tantas molestias, pero tenía que intentarlo, si había un laboratorio de Lex Luthor por allí, estaban haciendo algo fuera de lo normal.

Tras unos minutos mirando a su alrededor, observando algunas de las cámaras frigoríficas y demás artilugios y utensilios que poblaban el laboratorio, Olliver comenzó a pensar que allí no había nada de interés y que se había tratado de una tomadura de pelo del joven científico que ahora tendría algo de que hablar con sus amigos.

Sin embargo, cuando una fuerte alarma comenzó a sonar a su alrededor, y sabedor de que no había sido él quien la había puesto en marcha, Olliver, volvió a recordar las palabras de Clark, cuando le había dicho que aquello era una trampa.

Se movió con rapidez, como había aprendido a hacer a lo largo de los años como superhéroe y al encontrar una puerta, que creyó que le llevaría a la salida, se metió por ella. Pero en lugar de acercarle a la salida, apareció en una habitación.

En este caso, era un lugar sin muebles, de paredes perfectamente pulidas y completamente blancas. No había más puertas, no había salida más que la puerta por la que había entrado. Se había equivocado, aunque eso no fuera algo muy habitual en las misiones de Olliver Queen y al querer retroceder y volver por donde había ido, la puerta se fue cerrando con rapidez, sin darle tiempo para reaccionar y salir.

"Mierda." Intentó mover la puerta, pero esta no tenía el más mínimo interés por ceder a su fuerza. La empujó, tiró del manillar, incluso le lanzó una de sus flechas explosivas, pero aquello no sirvió de nada.

Entonces volvió a sonar la alarma y tras ella, se escuchó una voz metálica que no le gustó nada a Olliver. "CINCO SEGUNDOS PARA LA PRUEBA SOBRE LOS SUJETOS DEL PLAN A"

Apenas tuvo tiempo de reaccionar y tampoco había ningún sitio a su alrededor para refugiarse, pero tal y como había dicho la voz, tras cinco segundos de calma tensa, una dicha fría cayó sobre él, empapándolo por completo.

"Perfecto, justo hoy que había lavado el uniforme." Entonces la lluvia se fue convirtiendo en vapor, de un color verde, que conocía perfectamente, que sólo podía ser provocado por la kriptonita.

Intentó no respirar, pero al momento se le hizo imposible y el gas verdoso inundó toda la habitación y atravesó sus fosas nasales, hasta internarse en sus pulmones. Le costaba respirar y temió que después de tanta gente que había intentado matarle, fuera a ser un error propio el que acabara con su vida.

"¡Olliver!" La voz de Clark, aunque lejana, sonó esperanzadora. Quería decirle donde estaba, pero no podía abrir la boca sin seguir inhalando aquel gas terrible y apestoso. "¡Olliver ¿Dónde estás? Esto no me gusta nada!" Volvió a escuchar decir a Clark cuando cayó de rodillas al suelo. No aguantaría mucho más y su única opción era que su compañero llegara hasta él a tiempo.

"Clark… por favor… ayúdame." Para una persona normal, aquello no habría sido más que un susurro, nada de importancia y seguramente algo que no lograría escuchar con el ruido del gas.

Pero Clark Kent era de todo menos una persona normal y mucho menos cuando se trataba de proteger a un ser tan querido para él como Olliver. En un segundo averiguó de donde procedía la voz y lanzándose a la carrera, llegó a la puerta tras la que estaba Olliver.

Miró por el cristal y aterrado vio a su compañero desplomarse en el suelo inconsciente. Arrancó la puerta de cuajo y penetró en la habitación. Los restos de kriptonita casi habían desaparecido por completo, por lo que apenas le afectaron.

"¡Olliver, Olliver vamos dime algo!" No podía creer que su compañero estuviera realmente en sus brazos tan débil y frágil, como lo estaría cualquier inocente a los que salvaban todos los días. Le recordaba a las veces que le había salvado la vida a Lana cuando ella había sido su vida.

Pero afortunadamente, poco a poco, Olliver comenzó a recuperar le conocimiento, tan sólo habían sido unos segundos de angustia, pero habían sido demasiado largos para su gusto.

"Clark, gracias por venir." Comenzó a decir Olliver mientras se comenzaba a poner de pie, gracias a la ayuda de Clark. "Creí que me ahogaba aquí."

"No hace falta que lo jures te he visto ahí tirado y no tenías muy buenas pintas. Podrías haberte matado y si no llevo a convencerte de que me dejaras unirme a ti esta noche…"

"Déjame recompensarte por haberte convertido en mi héroe personal." Dijo Olliver dibujando una media sonrisa en sus labios, que siempre se convertía en algo irresistible para su compañero.

"Primero iremos al hospital, quiero estar seguro que no te ha ocurrido nada." Clark intentó tirar de Olliver, como siempre lo hacía, sin sus poderes; cuando estaban juntos quería ser uno más. Por eso, cuando el joven multimillonario se quedó parado y no quiso seguir caminando, Clark no intentó forzarle.

"No hace falta ir a ningún hospital, estoy bien, no ha sido más que un susto."

"¿Un susto? Vamos Olliver, te recuerdo que has estado a punto de morir asfixiado por unas toxinas y que desconocemos el impacto que pueden tener en el cuerpo humano."

"Te propongo una cosa. Vamos a casa esta noche y si mañana me encuentro mal, dejaré que me lleves al hospital sin rechistar."

"¿Y si mañana es demasiado tarde?" Olliver no podía adorar más que Clark se preocupara por él. Al fin y al cabo era la primera persona que se dedicaba en cuerpo y alma a salvarle la vida, el primero que realmente podía preocuparse por él, por que era más fuerte, por ser simplemente indestructible. Clark era su ángel guardián, además de su mejor amante y de la pareja que mejor le había entendido nunca.

Se acercó a él y le besó, Clark se resistió al principio a su caricia, pues conocía demasiado bien a Olliver, como para saber que ese era su truco para deja de hablar de un tema, para dejar algo que no le gustaba y los hospitales, nunca le habían hecho gracia.

Sin embargo, tras los primeros segundos de lucha, Clark terminó cayendo en los encantos del cálido y apasionado beso, rodeó el cuerpo de Olliver con ambas manos y lo apretó contra él.

"Esta noche te has ganado un premio."

- o -

"Espero que algún día dejes de jugar conmigo y te des cuenta que sólo quiero cuidarte." Le dijo Clark mientras veía a Olliver tumbarse sobre él, sonriente, como si nada hubiera ocurrido.

"Sabes que yo soy de los héroes, de los que salvan y rescatan a los inocentes, no es fácil encontrar mi lugar en el otro lado. Aunque no voy a negar que me encanta tener mi propio caballero andante."

Olliver clavó los brazos de Clark contra la cama, mientras este se dejó hacer todo lo que quería su millonario favorito. "Te he dicho que te iba a compensar por haberme rescatado. Quiero que hagas conmigo lo que quieras." Le sonrió a Clark, mientras lentamente se quitaba la camisa blanca. "Seré el premio para el caballero."

Clark se echó a reír, atónito por lo que estaba viendo escuchando, ese no se parecía en nada al Olliver que el conocía. En la cama no se dejaba hacer, no había una noche de sexo sin lucha, sin enfrentamiento para apoderarse del cuerpo del otro. Olliver no era de los que se dejaba ganar tan fácilmente.

Sin embargo, mientras lo observaba desnudarse sentado sobre él, contoneándose, sonriéndole, dejándole ver su cuerpo perfecto, Clark decidió que ya se preocuparía por la mañana si había algo distinto en su novio, porque esa noche, iba aprovechar para disfrutarla todo lo que pudiera. Por ello, se incorporó con rapidez, sujetó el cuerpo de Olliver con una mano y comenzó a besarle el pecho, los hombros y el cuello, hasta capturar los labios. Aquella noche iba a ser muy larga y ninguno de los dos la iban a olvidar nunca, aunque no fuera por lo que ellos esperaban.

- o -

A la mañana siguiente, Olliver se despertó de repente por un intenso dolor en el vientre, las ganas de vomitar más horribles que hubiera tenido nunca y un dolor de cabeza sin precedentes. Se trataba de su primera resaca sin haber probado el alcohol.

Clark se despertó poco después al escucharlo vomitar. "¿Te encuentras bien?" Tan sólo tuvo que mirar su rostro pálido y como le costaba respirar con normalidad para tener su respuesta.

"Creo que no sería un mal momento para ir al hospital." Olliver dio un paso adelante, pero tuvo que agarrarse al brazo de Clark para no perder el equilibrio. "Algo va mal, algo le pasa a mi cuerpo."

Seguro de que Clark le sostendría se dejó caer sobre él, cerrando los ojos agotado por el esfuerzo que permanecer despierto le costaba, pues su propio cuerpo apenas le conseguía mantener derecho. "Nos vamos volando, te dije anoche que ese caso no me daba buena espina."

Un segundo más tarde los dos habían desaparecido del apartamento, mientras en la otra punta de Metropolis sonaba un teléfono. "Ya está hecho, el sujeto ha sido infectado tal y como quería, ahora sólo nos queda esperar." Dijo el hombre con toda seguridad.

"Perfecto, soy una mujer paciente, no tengo prisa por saber como discurren las cosas para nuestro conejillo de indias el señor Olliver Queen." Tess Mercer colgó el teléfono y miró la foto que siempre guardaba en el cajón. "Lo siento Ollie, pero tenía que probarlo con alguien."