Bleach no es de mi autoría, le pertenece a Kubo Tite. Historia original, escrita por mí.

Basado hasta el capitulo 350 del manga.

Nota: palabras en cursiva, memorias del pasado de cada uno de los personajes.

Introspección: al término de la guerra, todo parece indicar que las cosas transcurrirán de una forma apacible y segura. Sin embargo, Rukia pierde cada una de las memorias de su mente, dando como resultado un doloroso destino a su persona. A la par, los vizards son reintegrados en al Sociedad de Almas; como una nueva élite de guerra. La recién formada Catorceava División, también llamada: "Kuro no bunretsu" (división negra)

Sumary: Aún en la oscuridad... una luz puede brillar. Aún en la soledad... un corazón puede latir. Aún así... este no será el final.


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Tan cerca del paraíso

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Por Ireth I. Nainieum

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Capítulo I

Cenizas en el viento

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"Casi todas las personas viven la vida en una silenciosa desesperación"

-Henry Louis Stevenson-

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―¡Teniente, Teniente Kurosaki ―insistó con la respiración entrecortada―, espéreme teniente!

Se giró para observar al hombre, mientras este intentaba recuperar el aliento faltante. Mismo que llevó una de sus manos a su costado izquierdo, intentando mermar un poco el dolor persistente; en la otra sostenía un par de documentos con la insignia de la Cuarta División. Su rostro sudoroso y muecas graciosas en su cara no pudieron más que arrancar una amplia sonrisa en el oficial llamado. Con lentitud avanzó hacia el hombre en cuestión, y espero a que se recuperase. Se recargó contra una de las paredes blancas, luego se cruzó de brazos.

―¿Cuántas veces te he pedido que me llames por mi nombre, Hanatarō? ―lo regaño con suma gracia, después comenzó a contar con sus dedos―, si mal no recuerdo… han sido los últimos veinte años ―le sonrió― ¿Cierto?, Hana-kun.

Él suspiro profundamente antes de hablarle.

―Creo… que ya perdí la cuenta ―rascó su cabeza incómodo― Pero… aún así… ―suspiro derrotado― debo llamarle de acuerdo al rango que ostenta ―le informó― recuerde que es Teniente de la Novena División, mientras que yo ―se señaló― soy el Tercer oficial de la Cuarta División ¿No lo ha olvidado?

El oficial de alto rango rechistó de mala gana ante la forma de expresarse del hombre, detestaba grandemente todo lo relacionado con los rangos en la Corte de los Espíritus Puros. Pues la gran mayoría, eran tan altivos en el tema.

―¡Cállate! ―le espetó con dureza―, solo tienes un rango más bajo que el mío ―se retiró de la pared―, eso no es la gran cosa ―le dio la espalda―. Sabes cuanto detesto eso, sobre todo viniendo de las personas que más aprecio en este lugar ―masculló en voz baja.

Caminó con rapidez por las calles del Junrinan (1), alejándose cada vez más del Tercer oficial, quien a regañadientes tuvo que seguirle el paso. Con toda esa conversación tan banal olvido por completo la verdadera razón de su visita a la Teniente. A un par de metros y agradeciendo su suerte, contempló como esta había detenido su andar apresurado, y en su defecto miraba al frente. En su rostro pudo comprobar el coraje y el naciente enfado en su cara, aquel sentimiento no se hizo esperar en lo absoluto. Hanatarō dirigió su mirada hacia lo que contemplaba, y no fue grata su sorpresa vislumbrada. En ese momento, comprendió que lo que en realidad sentía su acompañante era impotencia.

―Rukia… ―musitó la Teniente suavemente― ¡Rukia! ―alzó la voz.

No obstante a pesar de ser llamada la Kuchiki no respondió, a la voz que gritaba su nombre. Se quedo quieta y en silencio, mientras alzaba su rostro y se dejaba acariciar por los pétalos del árbol de cerezos que caían a su alrededor. Ella erró sus ojos y no prestó atención a nada en realidad.

―¡Rukia-san…! ―repitió en voz baja el Tercer Oficial.

Ambos intentaron acercarse a ella, pero no dieron más de algunos pasos cuando un par de miembros de la guardia personal de la familia Kuchiki les impidieron el paso. Colocaron sus corpulentos cuerpos justo frente a su andar. La Teniente los miro con rabia, y el oficial con temor, más estos no se intimidaron en lo absoluto. Solo se colocaron más cerca el uno del otro, para impedirles que se acercasen a Rukia.

―¡Apártense, ―la Teniente ordenó― que no respondo de mis acciones!

―¿Sus acciones, Teniente Kurosaki? ―dijo una voz a su espalda.

A la par, la Teniente sintió como su antebrazo fue sujetado firmemente. Ella lo encaró con franca sorpresa, no había sido capaz de percibirlo, y sintió la repulsión de los suyos ante aquel hombre. Tanto fue el hecho, que guardó en silencio ante su desconcierto. Cuando recuperó algo de calma, arrebató bruscamente su antebrazo del varón que la había detenido.

―¿Me harás algo acaso, Ishida? ―espetó pedantemente la Teniente― Yo que tú me lo pensaría dos veces ―le advirtió.

Ella Intentó tomar su zanpakutō, sin embargo recordó que las órdenes de guerra habían sido suprimidas la noche anterior. Por lo tanto, estaba terminantemente prohibido el cargarlas. La Teniente mordió su labio inferior con hastío, y musito algunas palabras floridas al hombre junto a ella; luego alzó su rostro y lo enfrentó descaradamente. Ishida tan solo ajusto sus anteojos, y paso a su lado sin darle mayor importancia al asunto en sí. Se detuvo a un par de metros de Rukia antes de hablarle.

―Conoces las reglas, Karin-san ―él susurró―. Ningún miembro de la Corte de los Espíritus Puros puede acercarse a ella…lo sabes –reiteró fríamente.

―¿Pero, tú si? ―lo señalo con ira― Me estoy cansando de esto Ishida, y esa estúpida regla impuesta por un montón de sujetos que piensan que alguien querrá lastimarla ¡Cuando tú sabes que eso jamás sucedería! ―chilló con furia― Y aún así… debemos acatar lo que nos imponen solo por que sí ―perdió el temple― ¡Esa es una…! ―gritó.

―¡Karin-san! ―Ishida volteó para observarla, pero antes pronunció su nombre con fuerza― ¡No olvides ni por un instante de quien fue esa petición en realidad! ―llevó una de sus manos a su rostro― La Cámara de los Cuarenta y Seis no tuvo nada que ver con esto ―dijo con énfasis―. No lo hagas más difícil de lo que ya es… estoy ahora aquí junto a ella, por una petición de mi Capitán.

Ishida se detuvo ante Rukia, quien en todo momento permaneció impávida y nada afectada por la reciente discusión. Con sumo cuidado él sujeto las manos de ella colocadas sobre su pecho, e instintivamente la joven abrió los ojos. Él contempló con preocupación la venda en su mano derecha. A la par de esto Rukia, no hizo nada más y tan solo lo miro, sin embargo, daba la impresión de que tan solo observaba por reflejo. Con delicadeza él bajo sus manos y las colocó a sus costados, instantes después una criada de la familia arribó en el acto y comenzaron su andar en silencio. Fueron seguidas muy de cerca por Ishida y por la escolta. De nueva cuenta Karin, se tragó su orgullo ante lo que sucedió nuevamente.

―¿Karin-san? ―sujetaron su hombro― Hay algo importante que debo decirte… hay una reunión con todos los tenientes en la sala secundaria de la Primera División, hoy a medio día ―aclaró su garganta― debemos irnos o llegaremos atrasados ¿Karin-san? ―repitió preocupado.

―Dime, Hanatarō ―miraba el árbol de cerezos como desperdigaba sus pétalos― ¿Crees que esta era la mejor opción que se podía tomar? ―masculló.

Hubo un muy largo silencio.

―Se decidió que… ―decía el Tercer oficial.

―¡Hana! ―volteó hacia él y lo miro desesperada― ¡Pedí tu opinión, ―le rogó con su tono de voz―, eso es lo que quiero saber, no lo que se decidió!

―Karin-san ―suspiro profundamente―, honestamente no se cual era la mejor opción que podía tomarse en ese momento ―mostró vergüenza en su rostro, sus orejas rojas le delataban―. Me habría gustado mucho que Rukia-san volviese con nosotros luego del final de la guerra, pero… ―suspiro― nada ha cambiado desde entonces.

―Sabes, como la llaman algunos en la Sociedad de Almas ―exclamó frotándose su rostro―, ¿Hana?

―Hakata Ningyo (2) ―respondío Hanatarō que se consternó ante sus propias palabras―. La has visto una y otra vez, Karin-san… Rukia-san es incapaz de tomar alguna decisión por sí misma ―silencio―, y ha sido así desde hace tiempo ¡Debemos darnos prisa ―habló con prisa al consultar que estaban con el tiempo justo para reunión―, no puedo llegar tarde Karin-san! Debo pasar la asistencia y dar mi informe.

Algunos minutos más tarde, ambos arribaron a su destino. La sala donde se llevaría a cabo la reunión estaba casi llena con los miembros solicitados horas antes. Hanatarō dado su cargo actual, se la había dado la tarea de presentar el informe preliminar de emergencia al ser su división la encargada de los suministros. La mayor parte tenía una mueca de molestia en el rostro, ya sabían de antemano de lo que trataría la junta. Sin embargo, y debido al protocolo no tenían otra opción más que hacer acto de presencia.

―Veamos… ―estaba nervioso ya que abría y cerraba innumerables veces el reporte― bueno… el primer punto de la tarde será… ―contempló la distracción en la joven que le acompaño― ¿Karin-san ―la llamo―, pasa algo?

El resto voltearon hacia ella, la mencionada tan solo negó con la cabeza y musito una débil disculpa. De pronto, la puerta se abrió revelando a una de las figuras faltantes esa tarde. Una mujer de anteojos, con una larga cabellera y la cual aún conservaba su gusto por los uniformes tipo marinero. Miro a su alrededor y soltó un bufido de claro fastidio.

―Yadōmaru-san ―la reprendió el Tercer oficial―, llega tarde.

―Lo lamento ―acomodó su cabello tras su oreja― pero, mi Capitán no anda de muy buen humor hoy ―aclaró disfrutando de la reacción obtenida―. Así que antes de venir, tuve que darle un informe rápido.

―Ha, ido a verla ―Karin se había sentado en el suelo y estaba en una esquina― ¿Yadōmaru? ―comenzó a enfadarse de la acritud de la mujer de gafas― I-chi-ni te lo pidió u ordenó…

Se generó una terrible tensión en la sala, y en las mujeres que se enfrentaban verbalmente. El resto tan solo se mantuvo en silencio, preparándose por si se necesitaba de su interferencia. La tensión era tal que un cuchillo podría haberla partido.

―Tiene mayores preocupaciones que atender ―se sentó en una silla y cruzó de piernas―, piensa más lo que dices niña ―siseó con apatía―. No creo que al Capitán Kurosaki le agrade mucho que cotillees a su espalda, y de esa manera tan vulgar... ―mostró una sonrisa despectiva― sobre todo porque eres su hermana.

―¡Por favor! ―se levantó y ajustó su uniforme― Ya se me hacía raro que Ishida estuviera ahí… ¿es por ti por quien hacía guardia? ―dijo Karin petulante― Solo por una orden especial del Capitán Kuchiki, es que Ishida intervendría con la escolta de Rukia ―la miro fríamente― ¿A qué juegas, Yadōmaru? ―avanzó hacia ella y la tocó con su índice en su hombro izquierdo― Su División está arriesgándose demasiado, Teniente… ―susurro― ¿Por qué será que a los kuro les gusta jugar con fuego?

Lisa tomó su mano y la retiró sutilmente. Se levantó, y le aplaudió de manera burlona, gesto que por supuesto la hizo enfurecer a Karin.

―En ese caso ―miró al Tercer oficial con rapidez, que estaba por demás pálido y luego a ella―, gracias a ustedes dos, Ishida no percibió mi presencia ―se jactó―. Así que supongo, que les debo un favor a cada uno ―se alzó de hombros.

―¡Tú…! ―Karin gritó exaltada y antes de que se pudiese abalanzar sobre ella, fue detenida prontamente― ¿Iba-san? ―mostró confusión.

―Tranquila ―él susurro―, no comiences aquí con una tonta discusión, no nos lleva a nada bueno ―la soltó―. Yadōmaru ―le advirtió con su mirada, a través de sus gruesas gafas―, no la provoques de esa manera ―se colocó frente a Karin―. No es propio de una persona con tus conocimientos y madurez.

―Tan solo quería saber si no tenía alguna herida ―exclamo sinceramente―. El Capitán Kurosaki no me dio ninguna orden, lo he hecho porque yo lo deseaba ―se volvió a sentar, pero esta vez el respaldo de la silla estaba al frente―. Y me he alegrado al saber que no es nada grave en realidad.

―¿Le has dicho lo de su muñeca? ―inquirió asustado Iba.

―¡Claro que no! ―expreso irónicamente― A menos que desee que haga una masacre contra todo Hueco Mundo ―se estiró―, por eso he dicho que no esta de muy buen humor hoy. Desde que acabó la intromisión ayer, nadie le ha visto.

–¡Estamos aquí para hablar de asuntos importantes! ―rechistó Ōmaeda―, no para de oír sobre asuntos triviales ―espetó duramente―. Dejemos eso para los bajos rangos, que tengo bastante trabajo por hacer ―más fue ignorado, a nadie le importaba lo que él decía.

―¿I-hi-ni, no ha hecho nada aún? ―Karin estaba en verdad atónita.

―No puede… ―Lisa sonrió divertida― ya que hemos recibido una orden de la Cámara de los Cuarenta y seis, sobre un pronto castigo para todos. Así que… ―miro a Hanatarō― ¿le parece bien Tercer oficial que procedamos? ―se impacientaba― debo estar de regreso en una hora, para cuando llegué el momento de cumplir con el castigo.

―¿Me están ignorando...? ―repitió Ōmaeda.

―Muy bien, veamos… ―comenzó a leer su informe― Algunos de ustedes estuvieron colocados en sitios para la protección del Seireitei, debido al ataque de tropas aún fieles al traidor Aizen Sōsuke… ―dijo el Tercer oficial.

―¿Aún quedan algunos de ellos? ―Matsumoto exclamó sorprendida― Han pasado ya cien años desde que todo eso término ―se exaltó―, no creí que luego de tanto tiempo aún quedasen algunos de ellos, ¿está completamente seguro? Pensé, que era un ataque como los demás que hemos tenido, solo un grupo que intentaba hacerse notar como los más fuertes.

―Acorde a la información recopilada hasta hace unas horas ―releyó con rapidez― interrogando a varios testigos presenciales sobre lo que los Arrancars mencionaron antes de atacar ―los miro seriamente―, ellos confirmaron quienes eran y sus intenciones ―cerró el documento, luego suspiro tranquilo de haber acabado―. Con esto termina mi informe ―expresó Yamada con una gran sonrisa.

―¿Qué? ―chilló en voz alta y lo sujetó bruscamente― ¡Eso es todo ―lo zarandeó, bastante molesto―, por esa tontería estoy aquí! ―lo movía de un lado a otro― ¡Si solo era eso ―lo soltó― pudiste enviarme el informe a mí división! ―maldijo por lo bajo, luego de haber perdido tanto tiempo en algo que él consideraba "una tontería" ― ¡Estúpido, Tercer oficial!, me has hecho perder un importante almuerzo, luego ustedes basuras ―señaló en general― me ignoran cuando hablo y ahora tengo que lidiar con un Tercer oficial tan patético! ―le arrebató el documento y las hojas se esparcieron por el suelo― ¡Que fastidio! ―no tenía la menor intención de ayudarle.

―¡Teniente Ōmaeda! ―Yamada mascullo, para luego comenzar a recoger los papeles.

―Hana ―Karín se apiadó de él y se aproximó para ayudarlo― este… ―dijo luego de una rápida revisión sobre la necropsia de unos de los intrusos―, ¿no es el informe médico? ―sujetó un par de hojas― ¡Esta parte no la has mencionado! ¿Por qué no nos ha dicho nada de esto? ―se levantó― ¡Tú deber es…!

―¡Karin! ―Hanatarō intentó tomarlas― eso es algo que no…

Sin embargo, el daño ya estaba hecho. Karin se hincó en el suelo, y llevó una de sus manos a su boca ante lo que ojeó, en un desesperado intento de apartar las perturbadoras fotografías. Además, al haber sido su padre un médico y ella misma trabajar ahí durante años le había hecho conocedora de algunas palabras que aún se repetían en su mente. No daba crédito ante la brutalidad descrita, con la cual el sujeto había sido asesinado. Hanatarō se aproximo a ella y con cuidado le retiró el resto del escrito, la tranquilizaba mientras acariciaba su hombro derecho.

―Karin-san ―la llamó suavemente― Ichigo-san… ―suspiro― es decir el Capitán Kurosaki ―tragó saliva― uso nuevamente una asauchi. (3)

Ella se levantó y emprendió la marcha hacia la salida, le faltaba el aire y se sentía sofocada ante lo que había leído. Pero, antes necesitaba saber algo.

―Isane-san ―se detuvo en el marco de la puerta―, ¿ese Arrancar sufrió mucho? ―indagó preocupada la Kurosaki.

Silencio.

―Las heridas ocasionadas por una asauchi en teoría deberían ocasionar los mismos daños que una zanpakutō ordinaria ―bajo la mirada―. Sin embargo… ―se puso nerviosa― la petición del Capitán Kurosaki de una asauchi sin filo para ocasionar una muerte rápida conlleva a una brutalidad mayor para causar heridas mortales. Es como intentar cortar un trozo de carne con una hoja de papel ―la revelación le causo un escalofrío a más de uno―. En este caso… ese Arrancar tuvo una muerte muy dolorosa ―la miro―, le arrancaron su máscara mientras aún estaba con vida y…

Karin abrió la puerta.

―Claro ―se entristeció―. Era de esperarse, ahora seguramente la conservará como un trofeo más en esa habitación ―le temblaba el cuerpo y la voz también―. Ya no quiero saber más sobre ese Arrancar ―exclamó derrotada―, ese sujeto firmó su sentencia de muerte desde el instante en que la tocó. I-chi-ni aún no sabe como controlarse.

La Teniente fue la primera en abandonar sala. No obstante, el estrago ya estaba hecho. Había generado una tensión abrumadora en el resto de los presentes, era evidente la perturbación ocasionada y al igual que ella el resto no querían saber más del informe médico.

―!Esto es tan estúpido! ―gruño―, ahora que se ha ido y nos ha dejado solos ―miro a Hanatarō ― Tercer oficial de la Cuarta División ―dijo Lisa secamente― ¿Puede darnos el verdadero informe ―se levantó tras consultar la hora―, el documento en manos de tu Teniente es el auténtico, tengo prisa que no se le olvide que debo regresar pronto.

Hubo una admiración en general.

―¡Te… niente Yadōmaru! ―balbuceó atonitó al voltear hacia ella― ¿Cómo, lo has sabido? ¡Es decir…!

―Solo hay que ser más perceptivos con lo que nos rodea ―se recargó contra la pared―, Tercer oficial.

Yamada se aproximó y tomo los papeles, no quiso dar el verdadero reporte ante Karin, ya que sabía bien como aquello la afectaba. Luego se encargaría de pasarle una copia, y su pronta disculpa. Él caminó de nueva cuenta hacia la ventana, y desde ahí procedió a llevar a cabo el verdadero informe. Lo que la investigación preliminar había mostrado. Pasó asistencia como primer punto en la reunión y cuando acabo de llamarlos a todos medito. Y una vez más la puerta se abrió dejando pasar al último miembro faltante de la tarde.

―Teniente Ishida ―murmuro en voz baja―, me temo que tendré que ponerle inasistencia y…

―Puedes hacerlo ―cerró la puerta―, pero por si te interesa ―le bromeo― debía asegurarme de algunos detalles ―observó de reojo a Lisa―. Acabo de terminar mi propio informe ―se cruzó de brazos, recargando su peso contra la puerta―. y no se procupe Teniente Yadōmaru, ya le he pasado una copia a su Capitán ―hubo un pánico atroz en la sala― Al parecer… no sabía sobre la herida de Rukia-san durante la intromisión. Me dijo que más tarde hablaría contigo.

―¡Eres idiota o te haces ―exclamó Ōmaeda preocupado―, grandísimo animal!

―¡Tranquilícese, Teniente Ōmaeda! ―ordenó la otra fémina de anteojos― ¡Esta no es la forma de discutir este tipo de cosas!

―¿Pero que dices, estúpida? ―volteó molesto hacia ella― ¡Todos conocemos a la perfección su temperamento en este tipo de circunstancias! ―le espetó― ¡Somos conscientes de lo que se le puede ocurrir hacer!

Cuando volteó se encontró con algo que le hirvió la sangre. Ishida le sonreía despectivamente lo cual término por enfadarlo por completo.

―¡Maldita basura! ―le gritó airoso e intentó acercarse a Ishida, sin embargo se detuvo en seco cuando un arco y flecha le apuntaban directamente a su rostro. Los demás se mantuvieron en silencio. Un sudor frío recorrió lentamente la cara del hombre quien miraba de soslayo en busca de alguien que interviniese a su favor. No obstante, todos se mantenían alejados de la discusión― ¡Bazofias! ―susurró en voz baja― ¡Bien si vas hacerlo, hazlo ahora! ―alzó la voz.

Ishida libero la flecha, la cual paso al costado de su rostro y rozó su mejilla ocasionando una leve herida superficial en su cara. Ōmaeda se dejo caer al suelo impresionado por sus acciones, al incitarlo imaginó que el Quincy se detendría; o por lo menos que bajaría su arco. Estaba más que claro que el agresor no le pediría una disculpa.

―Se ha resbalado la mano ―bromeo pesadamente―, lo lamento tanto… ―exclamó en un intento burdo de defensa, sin embargo el tono sarcástico usado en su oración fue bien entendido por todos los presentes.

―¡Maldito! ―vociferó el agraviado.

Sin embargo, él recibió de llenó un agresivo coscorrón en su cabeza. Lo que ocasionó su pronto silencio, Ōmaeda volteó llenó de amargura hacia la mujer que se lo había propinado.

―Cierra el pico Ōmaeda ―se cruzo de brazos―, la reunión esta ya de por si atrasada, no la dilates más, ¿quieres? ―volteó hacia el Tercer oficial―. De acuerdo, comencemos con esto ―pusó control en la situación―. Ya llevamos mucho tiempo perdido aquí ―volvió hacia su silla― Ishida, trata de ser menos apático.

―¡Matsumoto! ―chilló el más rico de los reunidos.

Luego de un necesario silencio, dio inicio a verdadera reunión.

―Muy bien ―aclaró su garganta―, ayer aproximadamente a las 18:35 se percibió la presencia de cuatro arrancars de nivel " C " los cuales irrumpieron en la Sociedad de Almas ―los miro seriamente― y atacaron al parecer puntos específicos del Rukongai. Zonas donde posiblemente el traidor Aizen realizó experimentos con el Hōgyoku, esa fue la única información que pudimos obtener de uno de ellos. El segundo pereció en el acto, al enfrentarse al Capitán Zaraki. El tercero fue asesinado por el Capitán Kurosaki y el cuarto escapó, por medio de la negación.

―Espere ―interrumpió―, tenía entendido que todo lo referente a ese artefacto fue destruido ―se rascó la frente―. Los registros de su existencia y demás información ―exclamó preocupado de una repetición de los terribles hechos del pasado ¿Esa no fue acaso la orden recibida Kurotsuchi? ―inquirió Sasakibea la Teniente de la Doceava División.

Choujirou la miro de forma impaciente. Al ser el hombre más cercano al Comandante General, Nemu comprendió a la perfección que el no era del tipo de individuo que esperaban un no por respuesta. Aunque, ella misma desconocía la finalización de aquella instrucción, luego de la muerte de Urahara Kisuke.

―Así se hizo ―respondió la duda en general, ella no podía encarar a su padre― a Mayuri-sama no le interesan las herramientas espirituales de ese tipo, prefiera las cuestiones…

―Tangibles ―murmuró el Quincy― el Hōgyoku tal cual ya no existe. Y crear una replica es sencillamente imposible sin el conocimiento de Urahara-san, aunque existan los registros, Kurotsuchi no podrá hacer una duplica ―esbozó una pretenciosa sonrisa―. Por ello considera esa investigación como algo inservible.

―Tiene toda la razón, Teniente Ishida ―Nemu apoyó completamente su respuesta.

Una discusión general dio inicio entre los presentes. Tocando temas desde la intromisión, la búsqueda del Hōgyoku, el comportamiento inadecuado del Capitán Kurosaki. Lo que ocasionó una platica bastante florida entre los tenientes, quienes defendían salvajemente sus puntos de vista, no dando opción a una segunda opinión. Finalmente y luego de más tiempo perdido, Nanao pasó sus uñas sobre una pizarrón de tiza. Ocasionando un agudo sonido tan molesto que de inmediato los presentes, llevaron sus manos a sus oídos intentando protegerse. Con el necesario silencio y los ánimos mermados abruptamente, se reinició la reunión.

―¡Lo que todos discuten no es lo que nos tendría que preocupar! ―los reprendió en general― ¡Y deberían mirarse ―los señaló― discutiendo niñerías! ―resopló molesta― Lo que el Tercer oficial ha comentado en un inicio, es lo que debería consternarnos en realidad ―sobó su sien impacientemente―. En pocas palabras, las tropas fieles al traidor Aizen aún están activas y listas para reiniciar una vez más la guerra entre nuestros mundos.

Expectación grupal.

―¿Tercer oficial, mencionó que buscaban el Hōgyoku? ―rascó su barbilla y meditó―. Esta no es la primera vez que entran, ya en otra ocasión han hecho lo mismo ―rascó su cabeza incómodo―. Lo que no comprendo, es porque se han aparecido en los distritos, deberían de entrar en al Corte de los Espíritus Puros, si hay alguna información debería estar aquí.

―Teniente Kira ―aclaró Yamada su garganta― por…

―Tal vez buscaban el antiguo contenedor ―susurro Ishida―, y ese no esta aquí.

―¿Contenedor? ―exclamó extrañada― ¿Habla de la capa externa que lo cubrió una vez?, esa cosa también ha desaparecido. Además… ―dijo la chica con el chongo en el cabello.

Ishida sonrió con amargura.

―Habló de Rukia-san, Teniente Hinamori.

Sus palabras generaron de nueva cuenta una discusión esa tarde. No obstante, al contrario de la primera, vez el altercado no se extendió más de unos minutos. Para algunos fueron preocupantes las palabras del Quincy de ser ciertas, y para otros sencillamente era una forma más de darle importancia a un individuo que ya no lo valía.

―Esto no es más que una pérdida de tiempo ―carraspeó mientras se hurgaba la nariz―, darle tanta importancia a la Hakata Ningyo ―susurro en voz baja―. Esa mujer, ya no es ni la sobra de lo que una vez fue ―se sentó en el suelo―. Yo tengo una mejor pregunta ―limpio su dedo―, ¿que hacían los Kuro no bunretsu (4) en el Runkongai? ―sonrió despectivo hacia Lisa y una gran arrogancia que solo el bocón podía dar― Hasta donde tengo entendido, nunca recibieron ordenes por interferir.

Lisa adopto una postura altiva y llena de insolencia.

―Siempre hablando de más ―lo miro con indiferencia, cual si fuese solo basura―. Nosotros los kuro no requerimos de una orden por parte de la Cámara de los Cuarenta y Seis ―colocó sus manos en su cadera―. ¿Olvidó acaso que somos los asesinos negros?, el escuadrón élite y especial dentro de la Sociedad de Almas…los ejecutores…

―¡Todos ustedes no deberían ostentar ese poder! ―espetó con amargura el Teniente de la Segunda División― ¡No son más que un montón de renegados y exiliados que tomaron el cargo de otros, ―golpeó su pecho con su puño― nosotros teníamos ese deber con el Cuerpo de Ejecutores! ―hablaba con impaciencia, aquellas palabras reprimidas durante tanto tiepo― Pero ahora… no es más que una escuadra de mensajería ―la señaló bruscamente― ¡Malditos todos ustedes! ―le gritó

―¡Silencio! ―su voz se dejo escuchar claramente entre la disputa― ¡Por favor no peleen de esta forma tan burda! ―los amonestó el Tercer oficial―, informaré de esto a sus Capitanes. Lo que el Teniente Ishida ha externado es su propia interpretación y teoría de los hechos, no hay nada que nos asevere la veracidad de sus palabras ―cerró el documento, temiendo que las palabras del Quincy pudiesen se ciertas―. Es verdad que perdimos una fuente muy buena de información con el asesinato de tres de los cuatro arrancars ―dijo muy serio―. Teniente Oomaeda ―lo miro seriamente― no se olvide que los Kuro no bunretsu, tienen mayores responsabilidades que el Cuerpo de Ejecutores ―se formó un pesado silencio―, en realidad… no creo que nadie en su División quisiera tomar dicho compromiso, no a sabiendas de lo que debes perder. La reunión ha terminado, mañana les enviaré un reporte más detallado.

La mayor parte se quedó casi estupefacta ante tal muestra de coraje por parte del sumiso Tercer oficial. Lisa sonrió divertida y comenzó su andar, estaba retrasada y en un par de minutos llegarían las indicaciones de la sanción grupal. Y además, estaba el hecho de que tendría que encarar a su Capitán.

―Teniente Ōmaeda ―lo miro por el rabillo de su ojo, mientras estaba en el marco de la puerta―, no vuelva a llamar a Kuchiki de esa manera frente a mí ―esbozo una sonrisa muy peligrosa que solo el obeso pudo mirar―. O me temo, que un día de estos se me saldrá decirlo frente a mí Capitán ―acomodo sus anteojos― y no creo que su Capitana interceda a su favor… luego del informe del Tercer oficial.

Salió. Y nuevamente un sudor frío y pesado recorrió la frente del Teniente de la Segunda División, todos percibieron como temblaba ligeramente con un miedo real ante la posibilidad de que ella hablase. Con los años, él había aprendido que esa mujer no decía nada que no pudiese llevar a cabo. Dio un paso hacia atrás asustado.

―¡Maldita Yadōmaru!. Solo te jactas porque tu Capitán es una bestia sanguinaria ―más ella ya no lo escuchó.

• T. C. D. P •

―¿Fue una reunión interesante, Lisa?

Le expresó curiosa la rubia, mientras jugaba con un cubo de madera y con la navaja intentaba darle forma. La actual Teniente observó a su peculiar grupo en general, el resto de sus congéneres se encontraban esperando el documento al igual que ella. Algo cansada ocupo un asiento vació en el sofá, y tomo una de sus tantas revista mientras pasaba de forma aburrida las hojas.

―Algo ―exclamó con indiferencia, intentando restarle importancia a las palabras del Quincy―, nada nuevo bajo el sol en realidad.

―¿Qué ha pasado?

―¡Kensei! ―lo miro irritada― tan solo les comente de nuestro castigo por ir al Rukongai y… ―se detuvo admirando a una modelo en traje de baño― escuche una teoría interesante que propuso Ishida. Del porque el ataque no fue contra la Corte de los Espíritus Puros.

―¿Qué teoría? ―volvió a preguntar el único tatuado.

Lisa por otra parte lo miro con fastidió ante la insistencia de iniciar una conversación, así que apartó su revista.

―¡Es solo una teoría, Kensei! Hablando de ese idiota ―los observo en general―, ¿es cierto que vino a darle su propio informe?

―Cuatro ojos estuvo aquí hace rato ―Mashiro jugaba con su cabello― y luego se fue ―inflaba sus cachetes al hablar―. Y entonces fresita-kun "dijo que cuando te desocuparas fueras a su oficina" ―se tiró al suelo y comenzó a jugar como una chiquilla de cinco años― ¿Sabes…? su humor esta peor que antes.

―¡Voy a matar a ese cuatro ojos! ―se levantó dispuesta a encarar al Capitán― Le hubiera dicho la verdad y no tendría que soportar su mal genio ―cuando se dirigía a la oficina fue detenida.

―Lisa… ¿recuerdas que día es hoy? ―Shinji soltó su falda y su compañera pareció confusa― Hoy hace cien años que la guerra terminó. Hoy es el peor día para él, no lo olvides ―le pidió que se sentase con sus manos―. Ichigo sabía desde un inicio que mentías sobre la condición de Rukia-chan, pero no tomó tus acciones como algo malo ―le sonrió y eso para nada la tranquilizó―. Deja las cosas como están y debatamos un poco más la teoría de Ishida ―colocó su mano izquierda bajo su mentón―, ese Quincy siempre me ha parecido muy interesante, además por desgracia, siempre suele tener razón.

• T. C. D. P •

A pesar de que el sol se mostraba plenamente en el exterior, él había cerrado por completo las ventanas. Por lo cual una oscuridad apática inundaba el recinto por completo, muy acorde al nombre especial de su División. Se encontraba sentado en su magnifica silla, mirando hacia el espejo de cuerpo completo, en una pared vacía de la habitación. Desde ahí, podía contemplar su macabra figura reflejada. Recordándole claramente lo que era ahora.

Kurosaki Ichigo, era actualmente el Capitán de la Catorceava División o Kuro no bunretsu. Un cuerpo especial dentro de la Corte de los Espíritus Puros, cuya única tarea implicaba el mantener la paz reinante durante el último siglo. Había forzado la tranquilidad existente entre sus habitantes. Él y los suyos, tenían sus manos llenas de la sangre de cientos de homicidios, por ende con el pasar del tiempo había recibido el sobrenombre de Kibō no satsujin-sha (5) o asesino de esperanza. Y eso era lo que hacía, si le ordenaban asesinar lo hacía sin dudar. En sus manos cargaba con los pecados de cientos las almas caídas, bajo el yugo de un inexpugnable gobierno, siendo la mayoría de ellas injustas.

Con apatía se reacomodó en su silla, odiaba como sus ojos se reflejaban aún en esa penumbra. Casi burlándose de él, sus orbes reflejadas bajo su máscara de vizard aún eran completamente visibles en esa oscuridad. Así había sido su existencia el último siglo.

―¡Extraordinario escupió sangre al hablar―, magnifico! sonrió con sorna―. Esto esta más allá de todo lo que contemple en un principio, Kurosaki Ichigo estaba llenó de jubilo ¡Esa máscara, esa oscuridad de poder, esa maldad en tu ser alzo una de sus manos te pertenecen solo a ti…! silencio Y ahora lo sabes muy bien, te has divertido haciendo esto, no puedes negármelo ¿verdad...? Ya no hay marcha atrás para ti, aunque mi existencia perezca aquí le costaba hablar al agonizante hombre aún sabiendo que he perdido esta guerra… lo sujeto de su uniforme de shinigami ¡Ustedes han perdido mucho más… volvió a reír―, especialmente tú, muchacho! ¡Ya no eres más que…!

Sus palabras fueron silenciadas cuando Zangetsu lo atravesó por completo, terminó por empalarlo contra la blanca pared del recinto. Al momento un gran número de individuos arribaron temerosos ante el incremento de poder espiritual, la atmosfera que percibían era sumamente pesada. La máscara media rota de Ichigo se enmarcaba en su rostro, y muy dentro de sí, se alegro al saber que la vida de Aizen Sōsuke le pertenecía solo a él. Más la risa del hombre agonizante lo había sacado rápidamente de quicio, fue un sonido lleno de jubilo y emoción ante su inminente muerte. Casi manifestando que él había ganado.

¿Cuánto más seguirás respirando? ―dijo Ichigo.

Kurosaki... aquello que has destruido con tus propias manos no podrá volver a ser como era, por que tú... ―escupió sangre― tu ansia de poder acabará por destruirte le espeto fríamente, como si presagiara su futuro―. Ahora que tus manos están manchadas, nunca más podrás volver a tocar esa pureza que tanto anhelas, tú…

Su muerte fue instantánea. Cuando Ichigo retiro la Zanpakutō de su pecho, y en el acto el hombre comenzó a desangrarse de manera incontrolable, dándole en el acto el silencio que tanto necesitaba. El cuerpo de Aizen cayó al suelo, y una gran mancha de sangre con gran velocidad se expandió. Nadie se movió en lo absoluto, tan solo contemplaban la espalda del hombre que había asesinado a un monstruo. Sinn embargo, una nueva pregunta se formo en el aire… ¿Qué en el nombre de Dios, había sucedido realmente?

Ichigo soltó a Zangetsu, la cual se enterró profundamente en la blanca superficie. Siguiendo el trayecto de la espada, fue aún mayor la sorpresa al ver a Kuchiki Rukia herida en el suelo. Tenía sangre alrededor de su cabeza ―era lo más evidente―, pero además su Zanpakutō yacía partida en fragmentos junto a ella; las lágrimas no paraban de salir de sus ojos y tal parecía que lo miraba a él. Esa fue la última vez que la vio herida, el día que se transformó en un demonio.

Arrojó furioso la máscara de su último homicidio contra el espejo, desvaneciendo la imagen que tanto despreciaba de su persona. Todo lo que había hecho desde ese día, fue tan solo para protegerla. Contra todo y él mismo.

―Lo siento tanto Rukia.


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Capitulo II

"La caída del halcón negro"

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Notas de la autora:

+ Siempre he tenido gusto de hacer una historia donde Ichigo muestre maldad pura, ocasionada por sí mismo y no por su hueco interno.

+ En cuanto a Rukia, a pesar de su aspecto actual tendrá una participación muy importante.


Glosario:

+ (1) Junrinan, primer distrito en el Rukongai.

+ (2) Hakata Ningyo, región en Japón donde elaboran las muñecas tradicionales.

+ (3) Asauchi, se le denomina a si a la forma regular de una zanpakutō. El único poder que resalta es la capacidad de herir espíritus.

+ (4) Kuro no bunretsu, división negra.

+ (5) Kibō no satsujin-sha, asesino de esperanza


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Nos vemos

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