PRÓLOGO

No he podido olvidarlo…

Aún recuerdo el día que lo conocí, fueron una serie de acontecimientos tan extraños qué es imposible olvidarlo. Después de tanto rogarme, mis compañeras del colegio lograron convencerme de asistir a la excursión a la Torre de Tokio. ¿A quién le parece divertido visitar esa vieja torre? Sinceramente me rehusaba, aunque terminé cediendo después de todo. Después apareció ese resplandor cegador que cubrió todo el lugar, jamás se había visto tal fenómeno. Al abrir mis ojos me encontré cayendo libremente en los cielos de quién sabe qué lugar corriendo el riesgo de morir impactada contra el suelo, y seguidamente nos rescata ¿¡un pez volador!? ¡Dios! sí que fue un día extraño.

Más tarde él apareció, un pequeño niño de 10 años vestido de forma poco común que nos sale con una historia que parecía haber sido sacada de un juego de video, y aparte queriendo darnos órdenes, ¡qué falta de respeto! Sin embargo aún no lo conocía… durante toda nuestra travesía en Céfiro estuvo con nosotras, aún siendo una estatua de piedra siempre estuvo a nuestro lado dando lo mejor de él para ayudarnos en lo que podía, nunca nos abandonó a nuestra suerte. Y poco a poco fue arrebatándome pedazos de mi corazón.

La segunda vez que regresamos a Céfiro, tan solo bastó volver a verlo para confirmarme lo que mi corazón ya sabía: estaba enamorada de Clef. Fue en aquella noche de tormenta que me di cuenta de lo que sentía, cuando fui a visitarlo ya tarde y todos en el castillo dormían excepto él. ¿Por qué me dirigí precisamente a él? Si no podía dormir pude haber acudido a la habitación de Lucy o a Anaís y no se molestarían si las levantaba puesto que son mis mejores amigas, pero el deseo de mi corazón me llevó hacia la sala del trono. ¿Disculparme? Esa no fue la razón principal por la que llegué hasta ahí, es cierto que deseaba hacerlo pero sinceramente era más que eso, buscaba su compañía y la conseguí con el pretexto de ofrecerle disculpas. Me resultó mejor de lo que esperaba, no solo conseguí compartir un momento con él sino que me mostró su preocupación por mí, también me pidió disculpas por habernos ocultado la verdad sobre la Leyenda de las Guerreras Mágicas y me tomó de la mano, un gesto que no ha hecho con nadie más, ni siquiera con Presea que en ese entonces era la más allegada a él. Me sentí muy afortunada y le dirigí una mirada de amor que estoy segura él no supo entender.

Desde aquella noche nos unimos cada vez más. Y con cada una de sus palabras de aliento que me daba, con cada uno de los esfuerzos que hacía para ayudarnos en la segunda pelea, estos sentimientos crecían dentro de mí a gran velocidad. Es cierto que aquella vez que salió herido me echó de su habitación, pero es tan orgulloso que no quería que nadie lo viera convaleciente. Luego fui a visitar a Ascot, después de todo es un amigo muy querido y quería asegurarme que estaba fuera de peligro. En ese lugar Caldina pudo ver a través de mí y descubrir mis verdaderos sentimientos, lo sé porque ella me lo dijo. También estoy enterada de los sentimientos que tiene Ascot y sé que pude haberle causado dolor pero lo siento, no puedo evitarlo, es Clef quien ocupa mis pensamientos, mis deseos, mis sueños, y ese lugar especial en mi corazón. Al verme descubierta salí casi huyendo de la habitación de Ascot con una sonrisa fingida y yo misma me sorprendí al ver hacia dónde me dirigía. Estaba frente a esa gran puerta de nuevo, no había nadie alrededor y entré sin tocar.

Ahí estaba él, dormido sin esa molesta tiara sobre su cabeza. ¡Se veía tan lindo! y a pesar de su aspecto infantil, su rostro y sus manos lucían tan varoniles. Me derretía con solo ver sus cabellos lavandas rozando su rostro y escuchar su profunda respiración, era una visión tan encantadora de Clef que nunca esperé poder presenciarla. De pronto mis pensamientos son interrumpidos, él despertó…

-Umi, ¿qué haces aquí?

-Clef, yo…lo siento, pero estaba muy preocupada por ti- respondí asustada y un poco ruborizada por mis propias palabras.

-¿Eh?- Guru Clef también se ruborizó ante el comentario, después aclaró su garganta – Eres muy testaruda, pero que le vamos a hacer – sonrió – Así es la personalidad de nuestra Guerrera del Agua. Estoy bien, en serio. Perdí mucha energía al utilizar la técnica de teletransportación a esa magnitud, pero nada que no se pueda recuperar con un descanso.

-De verdad, ¿vas a estar bien?

-Marina, no por nada soy el Mago Maestro de Céfiro ¿lo olvidas? Y dime, ¿tú no estás herida? Las batallas han sido muy duras para ustedes.

-No, Anaís las ha curado todas con su magia y estoy como si nada hubiera pasado, gracias por preocuparte. Es verdad, no han sido nada fácil, pero nos prometimos a nosotras mismas que lucharíamos juntas para proteger Céfiro hasta el final no importando los peligros contra los cuales tengamos que enfrentarnos.-

-A veces me siento un poco inútil, aunque soy el hechicero más poderoso de esta tierra realmente no he hecho nada para salvarla, me decepciono yo mismo.

-No digas eso Clef, tú has hecho mucho por Céfiro y también por nosotras. Fuiste tú quien nos enseñó nuestra magia, y sin tu ayuda nosotras no hubiéramos podido convertirnos en las Guerreras Mágicas ni salvar Céfiro como lo estamos haciendo ahora. Tú participaste en la construcción de este castillo que es tan fuerte y has cuidado de todos los que habitamos en él e incluso hoy nos has salvado la vida a nosotros cuatro… ¡me has salvado la vida! Y eso es algo que nunca podré olvidar.

-Marina…- de pronto a Clef le dio un fuerte dolor de cabeza- ¡ahhh!

-¡Clef, que sucede! ¡Clef!- grité desesperada, temía que algo malo le pasara.

-No es nada, solo sentí una de las fuerzas enemigas, debemos prepararnos. ¡Están por atacar el castillo!

Es cierto, en ese momento lo olvidé, aquella felicidad no podría durar mucho pues estábamos en plena guerra. Un ataque de Autozam me arruinó ese encantador momento. Él utilizó un conjuro y aparecimos en la sala del trono, llevaba de nuevo su traje de Guru y después ya no pudimos volver a platicar como en aquellas ocasiones. Ya no hubo más tiempo, la guerra se volvió más y más intensa y al acabar con Debonair fuimos obligadas a regresar a Tokio.

Pero no soy tonta, en todo ese tiempo me di cuenta que las atenciones que tenía para conmigo no eran las mismas para Anaís y Lucy. El lazo que se formó entre nosotros era más fuerte que el que mantenía con ellas, la despedida que tuvimos no debió ser así, aún faltaban más cosas por decirnos. Estuve a punto de confesarle mi amor y me acobardé, no lo hice tal vez por temor a no ser correspondida o quizá porque pensé que no tenía caso ya que regresaría a mi mundo y era muy probable que no volviera a verlo, para que mortificarnos.

Ahora ha pasado un año desde la última vez que estuvimos en Céfiro, esta tarde pudimos ver las tres el reflejo de ese maravilloso mundo en el cielo y admirábamos asombradas lo hermoso que se había puesto sin necesidad de un Pilar. Lucy mencionó que le gustaría formar parte de la nueva historia de Céfiro y nosotras, Anaís y yo, asentimos. Un poco más tarde nos sentamos a platicar en unas mesas de la cafetería localizada dentro de la Torre de Tokio, hablábamos de nuestras aventuras en Céfiro.

-Es increíble que ya haya pasado tanto tiempo desde entonces, parece como si hubiera sido ayer ¿no lo creen, Marina, Anaís?

-Es verdad, y ahora nuestros corazones han madurado gracias a esa maravillosa experiencia de haber sido Guerreras Mágicas y haber luchado por aquellos que amamos.

-Sí, haber luchado contra todos esos monstruos fue mucho mejor que haber participado en ese torneo de esgrima, fue fabuloso tener poderes mágicos y conocer a esa gente tan encantadora. Y por supuesto no olviden mencionar a aquellos que conquistaron sus corazones, cosa que nadie en el planeta Tierra pudo- dije en todo de burla, ambas se sonrojaron notablemente.

-¡Marina qué cosas dices!

-Anaís no puedes negarme que aún sigues pensando en Paris. ¡No fuiste nada tonta, te enamoraste del príncipe de Céfiro! – solté una carcajada- y estoy segura que él también se enamoró de ti- Anaís se sonrojó a más no poder, ella es siempre tan seria y dan ganas de ponerla en una situación tan embarazosa como esta, simplemente no pude resistirme.

-Jajajaja, Marina tiene razón Anaís, jajaja. Tus gustos son muy exigentes- dijo Lucy con una amplia sonrisa, al ver su actitud Anaís decidió salir a la defensiva.

-Y tu Lucy, no te quedas atrás. Enamorarse del único espadachín mágico de Céfiro también es un gusto muy exigente, no lo niegues. Además de que Latis es un chico muy guapo- dijo con una pícara mirada hacia Lucy quien era ahora la sonrojada y apenada.

-Jajajajaja, bien dicho Anaís- no podía aguantarme la risa al ver la manera en la que se había defendido, y lo hizo muy bien porque Lucy se quedó muda de la vergüenza, pero de pronto ella gritó.

-¡Marina deja de reír que aún faltas tú!-

-Lucy pero que dices, jajaja, yo no tengo nada que ver en esto.- seguí riendo pensando que ellas no sabían nada al respecto.

-¡¿Ah sí?! ¿Entonces nos vas a decir que no es nada exigente enamorarse del Mago más poderoso de Céfiro?- preguntó Anaís levantando una ceja a manera retadora pero bromista a la vez.

-¿¿¡¡¡Qué!!!?? ¿Cómo…? Digo, yo no…- me quedé asombrada, cómo era posible que ellas…

-Demasiado tarde Marina, ya lo sabemos, jajaja- Lucy se burlaba.

-Así es Marina, eres como un libro abierto para nosotras, la forma en la que veías a Guru Clef es la misma mirada que yo le dirigía a Paris.

-Además era sospechoso que siempre que Guru Clef nos llamaba al salón del trono tú siempre estabas con él, ya acéptalo no puedes ocultárnoslo más.

-Está bien, lo aceptaré. No estoy segura de cómo sucedió pero cuando me di cuenta estaba enamorada de él. Y no me importa su apariencia de niño, ni si quiera su edad real, sólo sé que para mi Clef es el hombre más atractivo sobre la Tierra y sobre Céfiro, lo amo. Me es muy difícil aceptar no volver a verlo ya que ni siquiera pude decirle mis sentimientos. Por lo menos Paris y tú sabían lo mucho que se querían, Lucy pudo confesar sus sentimientos a Latis y al final él los correspondió, pero yo… yo no tengo nada.

- Marina… -dijeron las dos casi en susurro.

-¿Pero saben qué? En mi corazón aún guardo la esperanza de regresar a Céfiro, una vez lo hicimos ¿por qué no ahora? Nunca lo hemos intentado y aunque legalmente Lucy ya no sea el pilar, su fuerza de voluntad sigue siendo la más grande de ambos mundos.

- …y unida al deseo ferviente de nuestros corazones de volver a verlos, estoy segura que lo lograremos ¡Lucy intentémoslo!

-Tienen razón, yo como ustedes deseo fervientemente volver a ver a Latis y comenzar a vivir lo que no pudimos el día que nos vimos obligadas a regresar a Tokio.- un momento de silenció reinó hasta que Lucy lo rompió- ¿Saben? ¡Sigo pensando que la del gusto más exigente es Anaís!

Las tres nos soltamos riendo un buen rato entre discusiones y bromas por ver quién de nosotras era la más especial en sus gustos, haciéndonos sonrojar unas a otras con los comentarios que nos hacíamos sobre los chicos. Estaba feliz, podía compartir mi amor con mis mejores amigas y pronto volveríamos a Céfiro, pronto volvería a verlo…

Había pasado una semana desde aquella conversación que tuvimos en la Torre de Tokio. Lucy logró comunicarse con Rayearth, Seres y Windom, nos sorprendimos cuando los nombró, pero con la fuerza de voluntad que ella posee todo es posible. Nos contó que Seres dijo que sí era posible que regresáramos a Céfiro, que ahora también éramos parte de él y nos lo ganamos porque habíamos luchado por su bienestar. Pero Windom mencionó que había un pequeño detalle: el tiempo en la Tierra se detuvo en las dos ocasiones que estuvimos en Céfiro, por eso no importaba cuanto tiempo pasara ahí al volver rehacíamos nuestras vidas como si nada hubiera pasado, pero no podríamos estarlo haciendo cada que quisiéramos volver de la Tierra a Céfiro o de su mundo a este, alteraría el curso normal de nuestro planeta y por consiguiente afectaríamos las vidas de las demás personas, porque como dijo anteriormente el tiempo se detiene en la Tierra, no en todo el Universo. Así que Rayearth le habló con la verdad, si queríamos volver a Céfiro debíamos pensarlo muy claramente ya que no habría vuelta atrás. Una vez que hayamos cruzado entre las dimensiones no nos sería posible volver a casa nunca más. Es una decisión muy difícil, no volver a ver a tu familia o no volver a ver al hombre que amas.

Si los adultos pudieran escucharlo nos dirían que aún somos unas niñas y qué podríamos saber del amor, que aún estamos muy jóvenes y podríamos equivocarnos. Pero no es verdad, ellos no son como los muchachos de aquí de la Tierra que fácilmente pueden cambiarte en cualquier momento y acabar con la ilusión. Ellos son muy especiales, han sufrido mucho y saben lo que significa el amor a los demás, son maduros y jamás traicionarían. Valdría la pena intentarlo.

Anaís lo pensó un poco, quería mucho a su familia pero ella más que nadie sabía que Paris la esperaba y lo mucho que ella lo extrañaba. Su amor por él era absoluto y no habría nada que se pudiera interponer ante ellos, se habían enamorado desde la primera vez que fuimos a Céfiro y por consiguiente eran los que tenían más firme su amor. Así que ella dijo que se iría. Si hubo alguien que no lo pensó ni un segundo fue Lucy, ella más que nadie tenía puestas sus ilusiones en el regreso a Céfiro, Anaís y yo sabemos lo mucho que sufrió para poder confesar su amor por Latis, al principio pensó que él la odiaba con todo lo que le decía esa entrometida de Luz y al final resultó que su espadachín también la amaba a ella, ¿y quién no? si Lucy es un amor de niña. Además sus padres ya no vivían, solo tenía a sus hermanos y a pesar del cariño que sentía por ellos, no se comparaba con lo que sentía por Latis.

Y solamente quedaba yo, al principio me veía tan decidida y ahora me ataca la duda. El miedo se ha apoderado de mí, miedo de arrepentirme de mi decisión, pero es que renunciar a toda una vida no es fácil, en especial a la mía: heredera de una gran fortuna, capitana del equipo de esgrima en mi instituto siendo así admirada por todas las chicas, afamada por mi belleza y pudiendo tener a cualquier chico que quiera a mis pies... significaría echar todo por la borda. Las chicas partirán mañana mismo sin retraso, conmigo o sin mí; sé que ellas esperan que las acompañe y que después de que se marchen no habrá otra oportunidad para mí, pero ¿y si solamente es un capricho adolescente, qué haré si descubro que me equivoqué? ¿Realmente deseaba irme de este mundo, en el que lo tengo prácticamente todo?