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24 Chips of Bone to Make a Mask to Hide the Truth: A Shinji and Hiyori fanfic collection

By Tasogare-taicho

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Este fic es una traducción del fic escrito por Tasogare para la comunidad de LJ, me gusta la pareja ShinjixHiyori, por eso lo traduzco para compartirlo con ustedes...

DISCLAIMER: Los personajes de Bleach pertenecen a Kubo Tite... esta historia pertenece a Tasogare-taicho... solo la traducción ha sido hecho por mí...

CHIP 1: COMFORT ZONE (Zona de Confort)

La primera vez que Hirako Shinji vio a Sarugaki Hiyori, tuvo que admitir que no estaba muy impresionado. Y honestamente, ¿Por qué alguien se impresionaría por ver a una niña delgada, o mejor decir "flaca", pecosa, poca cosa, pequeña, "dientona", de ceño fruncido y aspecto amenazador? Por ello, la única característica realmente "redentora" que él podría conceder a la chica - pues era una niña, ¿no? - Era que su pelo, al menos, logró salvar su apariencia de ser completamente ordinaria… Era largo, rubio, cayendo sobre sus hombros y un poco más hacia abajo - a pesar de su apariencia algo desaliñada – y eso consiguió suavizar en parte aquellas características que hacían que ella no pareciera una buena persona.

Shinji aún no la conocía, de hecho ni siquiera la había visto antes en este distrito hasta ese día, cuando se decidió a pasear después de almorzar, como a la una de la tarde. No es que realmente eso significara mucho, pues hace un buen tiempo que veía a las nuevas almas aparecer en el Rukongai a diario. Pero esta chica no tenía el mismo aspecto de alguien que había pasado tiempo en el distrito 27. Su actitud a la defensiva, de desconfianza y la forma cautelosa como ella parecía considerar lo que le rodeaba, le recordó más a los que pasaban sus vidas en la lucha por la supervivencia en lugares como Inuzuri o Zaraki. No era que Shinji conociera de esos lugares de primera mano, después de todo, nunca había vivido allí. A diferencia de muchas de las almas que simplemente existían, formando pequeños grupos de personas y familias procurando sobrevivir, él había tenido siempre una familia. Prácticamente había nacido aquí. Y aunque desde luego no era de la nobleza, no de la forma en que eso significaba, sentía que estaba a un paso de cerca. Al menos, así es como se consideraba.

No es que él mismo se considerara "mejor" o "superior" a los que le rodeaban - no de la forma como había escuchado que nobles como los Kuchiki hacían - pero él simplemente sentía que no estaban en la misma situación. En pocas palabras, se consideraba de clase media. Y eso sentaba muy bien con él: No le traía prestigio ni nada por el estilo, pero al menos estaba seguro de que siempre habría comida en su estómago y un techo sobre su cabeza, algo que muchos en Rukongai no tenían… En especial la gente como esa niña, gente que parecía casi en su naturaleza "salvaje"... gente que simplemente no existía en esa parte de su mundo. Tal vez fue esa la razón por la que su presencia le intrigaba así. Era diferente a cualquier persona que hubiera visto antes, y de cierto modo, era casi una amenaza a su simple forma de ver el mundo, en su pequeña burbuja, con la seguridad de que otros vivían en una situación con más necesidades.

Tal vez por ésa diferencia que percibió en aquella niña - además del hecho de que ella fuera más joven que él y él estaba aburrido sin nada que hacer – lo que le hizo caminar a través del campo para detenerse a su lado con una sonrisa y presentarse. O quizás fue que quería ver por sí mismo si realmente era una niña.

De cualquier manera, todo lo que logró obtener fue una mirada que parecía decir "¿Qué demonios quieres?" antes de que la chica en cuestión se pusiera a chillar ruidosamente (al parecer creyó que trataba de robarle la bola de arroz que sujetaba firmemente en su mano). Él frunció el entrecejo en señal de leve molestia, repitió su saludo buscando de algún modo que algo hiciera "clic" dentro de ésa cabeza y esas cosas llamadas "costumbres" que habían sido enseñadas afloraran y ella actuara... bueno, como una persona normal y no como un "mono grosero".

Y eso fue precisamente lo que él le dijo: que le recordaba a un mono, y la única respuesta que obtuvo fue un gruñido y un fuerte golpe.

Y así fue como Hirako Shinji se encontró, por primera vez en sus catorce años, acostado sobre su espalda y mirando una tarde de sol, golpeado en el suelo por una niña de la mitad de su edad que sujetaba una sandalia en una mano y media bola de arroz en la otra. Por supuesto, él siempre razonaría consigo mismo más tarde - como lo haría con todos los golpes sucesivos a venir -que si él realmente quisiera detenerla, excepto cuando lo sorprendía fuera de guardia, podría haberla detenido fácilmente.

NEXT WEEK: Chip2: And then there was hope

See ya...

Maryeli

:)