Nota: Bien, éste es el último epílogo. Ha pasado tiempo desde que comencé a escribir ésta historia, de la cual estoy realmente orgullosa. Les doy mi más sincero agradecimiento por seguirla hasta el final y por leerla.
EPÍLOGO
Parte II
"El más profundo deseo"
Desde que era niño, Draco Malfoy siempre había sido mimado. Sus padres lo adoraban, ya que era hijo único y heredero de su familia. Tenía todo lo que quería: dinero, amantes, fama… su vida era perfecta, o eso pensaba, hasta que se encontró con Harry Potter. Toda su existencia se tornó un caos, comenzando desde aquella vez que lo salvó cuando iba a caer de su escoba.
No comprendía cómo se había lanzado para salvarlo. Al principio había pensado que era porque no quería ver morir a nadie, pero…
El pergamino que estaba a su lado comenzó a brillar.
"Hola, Draco" la atroz letra de Potter lo sacó de sus pensamientos. Resopló con cansancio antes de contestar.
"¿Qué quieres?" sus trazos eran gruesos, pero también algo delgados. A juzgar por ello, se notaba que estaba algo cansado y molesto.
"¿Dónde estás?" preguntó con inocencia.
"En casa" su respuesta fue automática.
"Oh…"
Volteó a ver el reloj de pared del estudio, pasaban de las seis de la tarde. Una amplia gama de libros que adornaban los estantes de la biblioteca estaban sobre aquel escritorio, mientras escribía en un pergamino la tarea de la clase de DCAO.
Ambos estaban en diferentes colegios. Potter en Hogwarts, él en Beauxboton, pero eso no parecía importarle al otro, pues le había entregado aquel pergamino para mantener una constante comunicación, aún y cuando él tuvo que perfeccionar ese hechizo de mala gana. Intentó negarse a ello, pero fue bastante terco a que aceptara.
Dejó escapar un suspiro, molesto por la intromisión en sus deberes.
"Quiero verte."
A decir verdad, por los débiles trazos, se podía ver la timidez con lo que lo hizo. Intentó escribir más de su tarea, ignorando aquellas palabras. ¿Por qué se había afanado en conseguir su amistad cuando él era tan famoso? Podía, al igual que él, estar con cualquiera que quisiera. No era que se quejara, bien le valdría de algo jactarse el ser amigo de Harry Potter; sin embargo, no le veía más uso.
"No eres el único, Potter" sonrió con malignidad, volviendo a prestarle atención a los libros.
"Ya lo sé, Draco…" un ligero temblor en las líneas le hizo sentir culpable.
"Bien, haré un espacio e iré a la mansión de Londres uno de estos días" se golpeó mentalmente por ser tan condescendiente con él.
"¿De verdad?" ésta vez la escritura parecía más animada "Que bien."
Sonrió débilmente, a él también le gustaba de alguna manera estar a su lado, pues su corazón parecía estar tranquilo. Dejó de lado el pergamino en el que escribía aquel trabajo, levantándose y mirando por la ventana el cielo.
-Pareces algo distraído.
La voz de su padre lo sorprendió, después negó con la cabeza.
-No es eso… -sonrió con algo de pena, mientras se alejaba de la ventana y se sentaba en un sofá del estudio-. ¿Crees en el amor a primera vista, padre?
-¿Amor a primera vista? –Lucius se interesó en la plática, sentándose a su derecha- ¿Te has enamorado?
-No, no es por mí –cerró los ojos con cansancio, llevándose los dedos de la mano derecha hacia el puente de su nariz.
-¿Alguien se ha enamorado de ti de esa forma? –no pudo evitar soltar una carcajada- ¿Te la has creído?
-Bueno… -se mostró enfadado-, por más que quise decirle que estaba equivocado, no lo aceptó con facilidad. Creo que más bien es un capricho.
-Talvez lo sea –se incorporó, poniendo la mano izquierda sobre el hombro derecho de su hijo-, pero, ¿por qué no le das una oportunidad?
-Es un chico… -le miró algo sarcástico.
-Igual pueden procrear –se encogió de hombros.
-Y… -esa pausa desconcertó a Lucius.
-¿Y? –preguntó con impaciencia.
-Es un Potter… Harry Potter, para ser exactos.
La quijada se le cayó al mayor de los Malfoy. ¿Harry Potter enamorado de su precioso hijo?
-¡Un Potter! –gritó, elevando los brazos al cielo- ¡Y Harry Potter, para variar!
-Sí… -rodó los ojos mentalmente, su padre era demasiado… "cuidadoso" con ellos debido a algunas rencillas que habían tenido en el colegio y la diferencia de sus casas.
-¡Draco, no te has comunicado con él, verdad!
-Eh… -no pudo evitar el sobrecogimiento de su corazón cuando su padre pudo leer en sus ojos que sí lo había estado haciendo.
-¡No, no y no! ¡Un Potter jamás entrará en nuestra familia! –dio varias vueltas por el estudio mientras lo decía- ¡Es un mestizo, manchará nuestra sangre!
-Sí, lo sé… -ésta vez sí rodó los ojos frente a su padre- Pero si lo ves de ésta manera, él fue quien derrotó al señor oscuro. Desde niño ha tenido muchísimo poder. ¿No crees que si nuestras sangres se mezclaran se forjaría una raza superior de magos?
Lucius detuvo su andar, volteando a ver a Draco como si tuviera dos cabezas o la idea más rara del mundo.
-¿Ya se acostaron?
-¡No! –se sonrojó por completo, volteando a ver el pergamino de su tarea.
-¿Has pensado en hacerlo? –entrecerró los ojos, escudriñando en los movimientos de su hijo si eso estaba pasando.
-¡No! –apretó los puños. Odiaba cuando su padre intentaba inmiscuirse en su vida… sexual y sentimental.
-¿Cuándo comenzó todo esto? –por fin se calmó, sentándose nuevamente a la derecha de su hijo.
-Después de la caída que sufrió en Hogwarts.
-¿Te has estado contactando con él por lástima?
-Algo así… -suspiró profundamente, buscando las palabras para expresar aquella extraña sensación que tenía en su corazón-. No sé cómo explicar lo que siento cuando estoy con él.
-¿Estás enamorado? –volvió a preguntar, negándose a aceptar lo que pasaría si la respuesta fuera un: "sí".
-No es amor lo que siento –escondió su rostro entre sus manos-. Es más bien como una inquietud. El amor a primera vista no existe, pero talvez haya algo de atracción hacia su persona.
-La atracción es llamada "amor a primera vista", Draco –sonrió suavemente, tratando de calmarse a sí mismo-. Mira, no quiero tener que ver nada con los Potter, pero… -su lengua se trabó un poco-… quiero tu felicidad, aún si es con Harry Potter…
-Padre… -el rubio más pequeño levantó su cabeza, llevándose las manos ésta vez debajo de su mentón-… Potter no es mi felicidad, no es que en nuestro segundo encuentro me vaya a embelesar.
-No digas eso, Draco –en su semblante se mostró el horror-, yo dije lo mismo de tu madre… y mira lo enamorado que estoy ahora de ella.
El menor de los Malfoy sonrió cálidamente. Era verdad que su padre amaba muchísimo a su madre, pero… ¿pasaría lo mismo con él y con Potter?
Siguió con sus deberes, escuchando la perorata de Lucius cuando conoció a su amada esposa, sintiendo aquella inquietud en su corazón al pensar e intentar adivinar qué sería lo que les deparaba el destino a él y a Harry.
Eran mediados de agosto cuando llegó a la mansión de Londres. Estaba solo en aquel lugar lúgubre que aún conservaba restos de la afición de su padre por los objetos de magia negra y el Lord Oscuro.
Dejó sus maletas de lado, constatándose de que había sido mala idea mandarlas primero por vía flu que realizar un conjuro para llevarlas con él, pues casi tropieza con ellas al salir de la chimenea. Sacudió su ropa con la varita, quitando los restos de polvos flu y cenizas que se habían quedado pegados en su túnica. Por último dejó escapar un suspiro.
Potter debía estarlo esperando en el callejón Diagon, como había prometido, justo en El Caldero Chorreante, ese bar de mala muerte al que no le agradaba la idea de pisar siquiera. Apretó los puños, golpeándose mentalmente por haber ido.
El pergamino comenzó a brillar, sacándole de su letargo. Vio las palabras que se estaban formando, rodando los ojos, sin leer lo que se escribía.
"Hola, Draco... ¿te importaría si vienen dos amigos conmigo? Se me pegaron como sanguijuelas".
Trató de tomar compostura cuando salió por la chimenea de Las Tres Escobas, dado que únicamente al salir revisó lo que traía escrito. Sonreír no era su afición, ni tampoco alguno de sus encantos, fue por esto que su mirada vaciló hasta encontrar a Potter, sentado con sus dos "amigos", una sangre sucia y un pobretón llamado Weasley.
El moreno agitó con alegría su mano, cuando él lo único que deseaba hacer era apretar sus propias manos contra su trigueño cuello.
-Hola, Draco... ellos son Hermione Granger y Ronald Weasley.
-Encantado... –su voz parecía estar hecha de hielo, haciendo que los dos chicos se estremecieran.
-No puedo creer que Harry sea amigo de Malfoy –chilló Hermione, acomodándose un mechón de cabello que rebeldemente había cubierto sus ojos-, ¿es verdad que la biblioteca de su casa es casi tan basta como la de Hogwarts?
La pregunta lo descolocó por unos momentos, haciéndole sonreír genuinamente.
-Así es... mi abuelo era un gran lector.
-Y un gran mago oscuro... –murmuró por lo bajo Ron, siendo escuchado por el rubio.
-Bien, admito que también fue un excelente mago oscuro –sonrió de lado, causando una gran exclamación por parte de Granger.
-Realmente los Malfoy son una familia bastante atractiva.
Ron y Harry voltearon a verla como si tuviera dos cabezas, cosa que la hizo sonrojar.
-Se lo agradezco, señorita Granger –sonrió con autenticidad, molestando sobremanera a Harry y a Ron.
-No, no es nada... es la verdad –rió un poco mientras veía cómo Draco tomaba asiento-. Me gustaría un día poder leer el contenido de esos libros.
-Le tomaría bastante tiempo, señorita Granger.
-No subestimes a Hermione –Ronald sonrió, sonrojándose después-, ella es una excelente lectora.
-Gracia, Ron... –la bruja se sonrojó visiblemente también.
Draco los miró de reojo, haciéndole la seña al momento de si ellos estaban juntos. Harry dijo que no, pero que se querían y no se habían dicho nada.
-¿Qué vas a pedir, Draco? –preguntó Harry.
-Oh, es verdad, se me antoja una cerveza de mantequilla –se iba a incorporar, pero Harry lo detuvo.
-Yo iré a traerla –le sonrió, levantándose inmediatamente.
-Gracias...
Cuando el moreno se hubo alejado se implantó un extraño silencio entre ellos.
-¿Antes habías visto a Harry? –preguntó Hermione, mientras Ron le miraba con escrutinio.
-No, sólo por el nombre, antes del torneo no lo había visto en persona –entrecerró los ojos, sintiéndose como en un interrogatorio.
-¿Qué intenciones tienes hacia con él? –ésta vez fue Ron quien preguntó, casi con ira en los ojos.
-¿Intenciones? –parpadeó un par de veces, tratando de asimilar dicha pregunta.
-Ya sabes, ¿qué es lo que buscas de Harry? –Ron le apuntó con el dedo índice de su mano- Mira que si le pones un dedo encima yo...
Hermione sonrió condescendientemente al mirar el rostro completamente aturdido del rubio.
-Volví –Harry se sentó en su lugar, pasando la cerveza de mantequilla al rubio, el cual volteó a verle con extrañeza- ¿Qué sucede?
-No es nada... –dejó escapar un suspiro, mientras le daba un sorbo a su bebida.
-¿Y... cómo se la están pasando? –Harry preguntó, al sentir la pesada atmósfera.
Ron sólo entrecerró los ojos, mientras Hermione sonreía con condescendencia. Dejó escapar un suspiro también. Sería muy difícil que Ron y Draco se volvieran a llevar tan bien como en aquella ocasión.
Ron y Hermione se habían ido, aún con la reticencia del pelirrojo, el cual quería quedarse un poco más, para continuar lanzándole miradas mordaces al rubio, el cual parecía estar cada vez más incómodo, sin saber cómo responder a sus amenazas incumplidas.
-Perdón por lo que pasó –el moreno sonrió con nerviosismo-, Ron por lo general no es así.
-¿Para qué me invitaste, Potter? –rodó los ojos- ¿Para que me diera cuenta de que Weasley está enamorado de ti?
-Oh, no... –rió, un poco divertido por el reclamo-, Ron no está enamorado de mí, sólo de Hermione. Lo que pasa es que se siente mi hermano mayor y trata de protegerme.
Malfoy no dijo nada, tan sólo señaló la chimenea, esperando a que el moreno se marchara.
-¿Quie... quieres venir a mi casa?
Harry preguntó, sintiéndose completamente abochornado mientras preguntaba. Sus mejillas estaban al rojo vivo y tenía la mirada baja, pero la voz de Malfoy lo hizo sentir completamente devastado.
-Adiós, Potter...
El rubio lanzó cansinamente polvos flú a la chimenea, pero antes de poder pronunciar las palabras para llegar a su casa, el abrazo que Harry le dio por la espalda, lo detuvo.
-Por favor no te vayas, Draco... –se abrazó con mayor fuerza-, no me dejes otra vez. Por favor no me dejes otra vez.
Malfoy quiso zafarse, pero el abrazo del otro era tan fuerte que se lo impidió. Quiso decir palabras hirientes, pero nuevamente esa quietud lo embargó. Cerró los ojos, poniendo la voz más dulce que encontró en su repertorio para no lastimar al otro.
-Debo marcharme porque mañana tengo un desayuno importante con mi familia.
-Pero no quiero que te vayas, aún es muy temprano.
-Tengo que irme, lo siento... –zafó con suavidad las manos del moreno-. Adiós...
Antes de que el moreno pudiera decir algo, Malfoy dijo rápidamente una dirección y se marchó, dejándole solo.
-Desearía que tú también me quisieras a mí...
Draco estaba desayunando tranquilamente en su casa junto con sus padres y su tío Sirius Black. Ese sujeto no era enteramente de su agrado, al igual que a su padre; sin embargo, era el heredero de la familia Black, por lo que debían estar en buenos términos con él.
Sirius sonrió con incomodidad, al igual que su pareja, Remus Lupin. Remus era alguien muy simpático, por lo que le agradaba de cierta forma. Había escuchado por su madre, que Lupin había sido mordido por un licántropo, por lo que cada noche de luna llena, se transformaba en una bestia, algo que lo había llevado a alejarse un poco de los demás.
-La comida, como siempre, está deliciosa –Sirius dio un nuevo bocado al omelet de su plato-, y la presentación es magnífica, Narcissa.
-Gracias, Sirius –la madre de Draco sonrió con cierta satisfacción, le gustaba que halagaran la magnificencia de su familia y de su casa.
-Hace mucho que no te veía, Draco –Sirius miró con cierto detenimiento al rubio más pequeño-. Has crecido. Recuerdo que eras un crío que sólo quería estar con Moony.
Draco parpadeó un par de veces, sin recordar dichos sucesos.
-Decías que te gustaba mucho su aroma –Sirius sonrió divertido-, pero el aroma que siempre traía era el de nuestro ahijado, Harry Potter...
Lucius estuvo a punto de escupir el jugo de uva que tenía en la boca cuando escuchó ese nombre. Narcissa, al igual que Sirius y Remus, lo miraron con desconcierto.
-Ah... –Draco dijo como si nada, pasando bocado-... supongo que ese aroma me agradaba.
-¿Y tu ahijado... qué clase de persona es, Sirius? –Lucius preguntó, limpiando con elegancia la comisura de sus labios.
-Pues... es un chico muy popular en Hogwarts –sonrió con malignidad-, como su padre. Por cierto, ¿cómo está la serpiente sarnosa?
-Por favor, no te conduzcas así de mi mejor amigo –Lucius negó con la cabeza-, llámalo por su nombre.
-Snake... digo, Snape –rió, molestando aún más al otro.
-Tranquilízate, Sirius –Remus pellizco por debajo de la mesa una de las piernas del pelinegro-, compórtate por favor.
Sirius tan sólo se cruzó de brazos, como si fuera un cachorrito molesto, algo que causó cierta gracia en el rubio. Se preguntó si él algún día tendría a alguien que calmara su mal humor.
-Y por cierto –Sirius dijo con gran orgullo-, Harry es un excelente buscador. Es incluso mejor que James.
Lucius sólo resopló.
-Es verdad –Sirius sonrió con cierta malignidad-, Harry me dijo que lo salvaste. Gracias, Draco.
-¿Salvaste a un Potter? –preguntó Narcissa, claramente horrorizada.
-Ey, cuidado... –Sirius se ofendió-... recuerda que es mi ahijado.
-Será tu ahijado –Narcissa se alarmó-, pero es un Potter y Harry Potter, peor aún.
El rubio más pequeño rodó los ojos.
-Tranquila, madre, no es que me fuera a casar con él –sonrió con sorna-. Si no me necesitan para nada más, me retiro. Fue un gusto verte, tío Sirius. También me dio gusto verte, Remus.
-Cuídate, Draco –Black sonrió.
-Nos vemos, Draco –Remus correspondió la despedida con un ademán de su mano derecha.
Cuando el más pequeño de los Malfoy se marchó, Lucius miró con enfado al moreno.
-Tú lo sabes, ¿verdad?
Narcissa los miró, sin comprender la plática, sintiéndose ajena a lo que estaba sucediendo en su alrededor.
-¿Saber qué? –el moreno fingió indiferencia.
-Lo que Potter quiere con Draco –se cruzó de brazos-. ¿A eso has venido?
-Oh, por... –Sirius comenzó a carcajearse-... no, claro que no. Más bien venía a inspeccionar a Draco, sabes que Harry es como mi hijo. Y realmente no apruebo esa relación, pero...
-¿Pero...? –inquirió Lucius.
-Pero nunca lo había visto tan feliz –dejó escapar un suspiro-. Harry siempre ha sido un niño muy poderoso, y por lo que pasó después de que nació, cuando "tu señor" –volteó a ver con sarcasmo a su primo político- murió, se convirtió en el centro de atención, tanto en la vida del mundo mágico como en Hogwarts. Era mucho mejor que James en el quidditch y el favorito de casi todos sus maestros, a excepción de Snake.
Remus le dio un codazo a su pareja, para que rectificara sus palabras.
-Bueno, de Snape –miró con enfado simulado a Remus-. Pero a pesar de tener incluso dinero, porque sabes que la familia Potter es igual de rica que la tuya –sonrió cándidamente hacia Lucius, quien sólo entrecerró los ojos-, nunca lo vi feliz. Siempre parecía estar esperando a alguien, como cuando entró a Hogwarts; sin embargo, en estos momentos, la felicidad surca en todo momento su rostro y parece ser que es por tu hijo.
El rostro de Narcissa palideció, volteando a ver a su marido, el cual negó con pesadumbre.
-¿Y qué, quieres que te entregue la mano de Draco o algo así? –entrecerró los ojos, molesto con el moreno.
-No malinterpretes –Sirius se vio claramente ofendido-. Tan sólo te pido que no interfieras entre ellos. Si algo ha de pasar, que ambos decidan, no nosotros. Créeme que cuando James se entere...
-Arderá Troya –Remus sonrió, claramente divertido.
-No ayudes, Moony –Sirius entrecerró los ojos.
-No sé porqué tanto lloriqueo. La familia Potter y la familia Malfoy son de las más antiguas y poderosas, por lo que, si se unen, creo que se creará una raza superior de magos.
-Suenas como mi hijo –Lucius dejó escapar un suspiro.
-Así que Draco ya te lo dijo... –Sirius parpadeó un par de veces.
-Sí, pero aún así no está de acuerdo, al igual que yo –se levantó de la mesa-. Pero haremos un trato, Black. Tú no te metes con ellos y yo no lo haré; sin embargo, cualquier cosa que le pase a Draco, iré a patearte a ti el trasero.
-Tranquilo –Sirius sonrió-, ¿qué puede pasar?
Draco se encontraba sentado frente al escritorio, estudiando, cuando el pergamino que Potter le había entregado, comenzó a emitir luces. Cansado, lo hizo a un lado y siguió con la escritura. Tenía cerca de una semana sin contestarle al moreno, sin sentir remordimiento alguno, de todos modos, quien quiso imponerle esos sentimientos había sido él.
Blaise Zabini, su mejor amigo, había reído cuando le contó sobre eso, pero después, en tono serio le dijo: "Pero yo te veo contento. ¿No es el amor puro del que hablabas cuando eras niño? Un amor capaz de hacerte sonreír. ¿No estás desperdiciando ésta oportunidad?".
Hizo un mohín, recordando su respuesta.
-¿Amor puro? No estés jugando, Blaise, no sé qué quiera Potter de mí, pero no creo que sea amor.
-Entonces sólo acuéstate con él, como haces con todos y todas las que se te acercan, ¿qué tienes qué perder?
-¿La honra?
-Ja, ja, ja... bien puedes empujarlo y abrirte paso, siempre lo logras. Ahora que lo pienso, no lo has hecho conmigo.
-Es porque eres como mi hermano.
-Ja, ja, ja... Cierto... sólo lo decía para molestarte. ¿Entonces... qué harás?
Y sí lo había pensado. Pero había algo en las palabras de su mejor amigo que lo hacían dudar. ¿Acaso ese era el amor puro, sin interés, del que siempre hablaba? ¿Pero por qué cuando era niño siempre buscaba algo como eso?
De repente, un ligero dolor en su pecho se extendió. Cuando era niño sentía la creciente necesidad de encontrar a alguien, pero no sabía quién era. Quizá había buscado a esa persona de la manera equivocada.
-Eres un estúpido –se dijo a sí mismo-. Desde antes de conocerlo, ya estabas enamorado.
Lucius casi se atragantó con su propia saliva cuando escuchó eso sin querer, al pasar por la habitación de su hijo. Seguramente habría una nueva guerra en el mundo mágico, cuando James Potter lo supiera.
El ánimo de Harry había decaído sobremanera. Su pequeña hermana, Lily, quien era idéntica a su madre, le miraba con preocupación, desde la cocina, mientras el moreno parecía tener la vista perdida en algún lugar lejano al mundo. Sus padres también estaban preocupados, puesto que aunque siempre había sido desinteresado con todo, en esos momentos casi no comía y se la pasaba mirando un pergamino que no tenía nada escrito.
-Quizá debas de ir a hablar con él, James –Lily cargó un momento a su pequeña hija-, quizá es un mal de amor.
El mayor de los Potter cabeceó en señal de afirmación, levantándose de la cocina y llevando dos tazas de chocolate con malvaviscos encima.
-Hola, Harry –sonrió, al momento en que se sentaba en un sofá al lado de su hijo-. ¿Te sucede algo? Te ves muy triste.
El chico se sorprendió, sintiendo los ojos acuosos. James se alarmó, no sabiendo qué decir para hacer sentir mejor a su hijo.
-¿Qué te sucede? Quizá si me lo dices te sentirás mejor.
-No quiere hablar conmigo –dejó escapar un suspiro-. He intentado por más de una semana, pero no me contesta. Quiero creer que tiene muchas cosas qué hacer, pero...
Justo en ese instante el pergamino que traía en las manos se iluminó, ocasionando que también el rostro de Harry mostrara una sonrisa. Después de verlo se levantó, tomando su escoba.
-Me voy, no regreso muy tarde, hasta luego.
James y Lily voltearon después, con complicidad.
-Es una chica...
Dijeron al unísono, sintiéndose más tranquilos.
Llegó casi corriendo al "Caldero Chorreante" y por poco choca con alguien en la puerta. Había sido difícil pasar desapercibido en las calles de Londres y se golpeó mentalmente cuando acordó que podía llegar por la chimenea a ese lugar.
Se detuvo, jadeando, buscando al rubio, encontrándolo en un rincón, bebiendo cerveza de mantequilla, mirando por la ventana la lluvia que caía torrencial desde el cielo gris.
Sonrió inmediatamente, caminando lo más tranquilo que pudo, para llegar a él.
-Hola, Draco –una brillante sonrisa afloró de sus labios al pronunciar aquel nombre, sin que pudiera evitarlo.
-Hola, Potter –el rubio volteó a verle, señalando la cerveza-. ¿Quieres una?
-Sería magnífico –rió un poco.
-Si venías en escoba, estuviste a punto de mojarte.
-Lo sé, acaba de comenzar a llover y seguramente las calles están escurriendo agua ahora.
-Así es –sonrió con agrado, ganándose un sonrojo por parte del moreno-. Potter, hay algo que quiero preguntarte.
-¿Sí? –parpadeó un par de veces.
-¿Dijiste que me conocías de hace mucho, pero de dónde? ¿Viste alguna fotografía de mi familia en algún lugar o...?
-Si te lo contara, quizá no me lo creerías –sonrió-. Es una larga historia.
-Bueno –levantó una ceja-, tenemos todo el tiempo del mundo.
El moreno dudó, pero después habló.
-¿Has escuchado la historia del Corazón del Dragón?
Malfoy quiso carcajearse, pero se mostró lo más apacible posible al ver la mirada expectante de su acompañante y la seriedad con la que hablaba.
-Sí, mi padre me la contaba cuando era niño, para dormir –sonrió, claramente divertido.
-Bueno, no puedo decirte que fue hace años, porque el tiempo se reescribió, pero una noche, Lord Voldemot fue a matar al niño de la profecía: Harry Potter. Muchos pensaron que el mejor amigo de sus padres, el padrino del niño, había delatado la ubicación en la que se encontraba la familia Potter, pero realmente había sido Peter Pettigrew, a quien le dieron la información, para que Sirius Black no fuera el claro objetivo del Lord Oscuro. Voldemort mató a James Potter en las escaleras de la casa, y aunque Lily Potter deseaba salvar a su hijo, fue muerta. El pequeño fue apuntado por la varita de aquel hombre, pero la maldición imperdonable pareció rebotar en el pequeño, revirándosele a aquel hombre y asesinándolo aparentemente.
El pequeño quedó desprotegido y fue llevado por órdenes de Albus Dumbledore, a la casa de sus únicos familiares vivos, por Hagrid, el gigante.
Harry Potter vivió una horrible vida con ellos, puesto que odiaban lo mágico y también al niño, por lo que lo mandaron a vivir debajo de la alacena; sin embargo, un día comenzaron a llegar cartas de invitación del colegio de magia y hechicería llamado Hogwarts, en vista de que pronto iba a cumplir once años de edad.
Sucedieron muchos acontecimientos y por fin, el chico fue puesto en cuidado de Hagrid, para que fuera conociendo el mundo del cuál había surgido. Se enteró de lo que realmente les sucedió a sus padres, puesto que sus tíos le habían dicho que fallecieron en un accidente automovilístico, y cuando fue a comprar las cosas que necesitaba, se encontró en la tienda de túnicas, a un niño de su edad, de piel pálida y cabello rubio platinado. Aquel chico le miró como si fuera un pordiosero, debido a la ropa que Harry vestía, por lo que no le prestó mucha atención.
Después, Harry conoció a un chico cuando tenía qué entrar al pasillo que lo conduciría al expreso. Su nombre era Ronald Bilius Weasley, un niño que le pareció muy agradable. En el expreso conocieron a una chica, hija de muggles, como su madre había sido, y después de un tiempo, se hicieron amigos.
Aquel sujeto rubio se presentó después ante él con el nombre de Draco Malfoy...
El rubio quiso agregar algo, pero Harry lo detuvo.
-... pero a Harry le pareció completamente arrogante y rechazó la amistad que el rubio le ofreció. Cuando el sombrero seleccionador estuvo sobre su cabeza pidió no estar en Slytherin, puesto que no quería ser como Malfoy, una persona egoísta, engreída y sin sentimientos, pero el sombrero, después de deliberar si debía quedar en Slytherin o en Griffyndor, lo mandó a la última casa mencionada.
La escuela fue difícil, pero fue aún más abrumador todo lo que le sucedió después. Voldemort no había muerto, como se creía, por lo que comenzó a darle problemas. Pero no fue hasta el último grado de la escuela, que realmente odió al mago.
Voldemort quería por todos los medios asesinarle y también obtener la vida eterna, así que comenzó a buscar el Corazón del Dragón, aquella arma que Merlín había utilizado en la Guerra de los Dragones, pero había algo macabro escondido en la misma leyenda, ya que el corazón traía consigo una maldición sobre dos individuos a la vez.
Dos personas que no estaban vinculadas aparentemente con nada, siempre eran las protagonistas de esa historia. Y en esa ocasión les tocó a Draco Malfoy y a Harry Potter. Ellos dos realmente se odiaban, pero el destino los juntó un día, puesto que estaba por cumplirse la fecha en que El Corazón del Dragón volvería a resurgir de las cenizas.
Y de esa reunión comenzó a haber una amistad y después de esa amistad, hubo amor. Pero Draco tenía una enfermedad incurable y pronto moriría. Harry quiso buscar maneras de curarle, pero no había cura; sin embargo, después de tiempo se dio cuenta que quien estaba enfermo no era el rubio, sino él mismo, y para mantenerse con vida, estaba mermando la vida de otro, y su inconsciente, al darse cuenta de ello, se rebelaba y comenzaba a tener los síntomas del otro.
Un día Voldemort, sabiendo todo eso, se llevó a Draco, junto a su padrino, al lugar donde se llevaría a cabo la resurrección del dragón, para obtener su corazón, y Harry fue, junto a su querido amigo Remus Lupin y sus dos inseparables amigos, Ronald Weasley y Hermione Granger, al igual que sus compañeros de la escuela y los mejores amigos de Draco, a impedirlo, pero después de una cruel explicación, por parte de Draco, supo que el corazón que tanto buscaban, era el corazón de Malfoy. Le dijo que al ser él el descendiente de la casta de los dragones que fue aniquilada, la carga recaía sobre él y que debía asesinarle para obtenerlo. Harry no quiso, se negó, pero al ver que el rubio estaba muriendo, decidió, con todo el dolor de su corazón –cerró los ojos, sintiendo las lágrimas pugnar por salir- que debía ponerle fin a su sufrimiento.
Después de asesinarle –su cuerpo tembló, al igual que su voz-, se enfrentó a Voldemort, terminando por fin con su reino de terror, pero a pesar de haber cumplido la profecía a su favor, era completamente infeliz porque la persona que él amaba, se había marchado de éste mundo.
Entonces, Donnovan, el amo de los dragones, le dijo que cumpliría el deseo más profundo que tuviera en su corazón y Harry deseó no tener que soportar una vida oscura llena de soledad, que sus padres no fueran muertos por Voldemort y que la sombra de la Bestia de Sangre no recayera sobre Draco. También deseó que él tuviera una vida normal, aún y cuando él no le llegase a recordar, nunca.
Pero realmente Harry deseaba verlo otra vez y se sintió muy decepcionado al no encontrarlo en la tienda de túnicas de la señora Malkin, ni en el expreso de Hogwarts, ni en la ceremonia de iniciación. Y cuando lo volvió a encontrar, sintió tanta felicidad –por fin, el llanto que estaba guardando cayó desde sus ojos, resbalando por sus mejillas-, que volvió a sonreír.
Draco parpadeó un par de veces, sin saber qué decir. El moreno contaba aquella fantasiosa historia como si fuera realidad que no quiso contrariarlo ni herir sus sentimientos. Con un pañuelo secó sus lágrimas, sonriendo después con condescendencia.
-¿Aún tienes el Corazón del Dragón?
-Sí... –el moreno sonrió-... después de pedir eso, la maldición dejó de existir, a pesar de que volví a tener problemas por ello hace poco, y tú lo viste.
-¿Quieres decir que lo de la escoba no fue un accidente? –dijo, con incredulidad.
-No, el dueño del corazón quiso quitármelo, pero al final se dio por vencido y me dejó en paz.
-Esto suena tan...
-Lo sé, tan irreal –volvió a sonreír, aún lágrimas en los ojos-. No se lo he contado a nadie, ni siquiera a Sirius. Creo que me tomarían a loco. Y ya sé que parece que lo estoy inventando para que me hagas caso, pero...
-Si ese fue tu deseo, realmente no recuerdo nada –sonrió-, pero hay algo que podemos hacer con eso... hay que empezar de cero. Quizá, debido a esa enfermedad, quedaste enamorado de aquella persona, pero yo no soy él, mi vida es diferente a como me lo contaste, por lo que yo no soy ese Draco que mencionaste.
Los ojos del moreno se abrieron con sorpresa y después reflejó gran dolor. Harry se levantó entonces, sonriendo, pero escondiendo sus ojos con la mano derecha.
-Tienes razón. Perdóname por molestarte. Gracias por todo. Adiós.
Draco no pudo hacer nada para impedir que Harry se fuera, quedándose nuevamente solo, mirando en ésta ocasión, por la puerta. Algo en su corazón se removió, pero trató de ignorarle, aunque después de varios segundos le fue imposible, por lo que salió del bar; no obstante, contrario a lo que imaginó, Harry se encontraba afuera del establecimiento, con la torrencial lluvia cayéndole y empapándolo. Sostenía entre sus brazos algo con mucha fuerza, mientras se mecía y apretaba los ojos.
-¿Estás bien...? –el rubio preguntó, acercándose al cuerpo del moreno, el cual volteó a verle con mucho dolor.
-No quiero hacerlo, Draco... no quiero ser egoísta –el agua había logrado que su rebelde cabello azabache le cubriera un poco los ojos-, no quiero... –se abrazó después del rubio-. Por favor, aunque no me recuerdes, y a pesar de saber que no eres esa persona, sé que tienes su esencia y aquella arrogancia que a veces me hacía rabiar. Tienes su mirada de comprensión y esa sonrisa que lo caracterizaba. También tienes su mal genio y su sarcasmo. Sé que no eres él, pero...
Malfoy sintió gran aprehensión. Levantó el rostro del moreno y le vio a los ojos. Después, para sorpresa de Harry, le besó en los labios, y aquel beso, que pareció suave al principio, se volvió apasionado por parte de los dos. Después, al separarse, Draco sonrió, sin saber cómo tomar eso.
-Yo también te estaba buscando –recargó su frente en la frente de Harry, mirando hacia abajo-, a pesar de no saber quién eras. Quizá no te recuerde mi mente, pero mi cuerpo sí lo hace. Y en estos momentos te deseo tanto, demasiado...
Harry se sonrojó un poco, sonriendo después, apretando con fuerza la piedra que tenía en sus manos.
-Te amo...
Fue lo único que pronunció el moreno, antes de volverse a unir en un beso, a la persona que por tanto tiempo había buscado.
Harry sonreía como estúpido mientras esperaba el tren para ir a Hogwarts. Remus, al igual que Hermione y Ron, rieron un poco al verle, aunque el pelirrojo no estaba muy convencido de su felicidad. Por su parte, el licántropo también estaba sonriendo, puesto que desde que su ahijado ingresó al colegio, no se había interesado en nada, ni siquiera en el quidditch, deporte en el que era realmente bueno.
De repente, vieron, para el disgusto de Ronald Weasley, a tres personas non gratas para él: Lucius, Narcissa y Draco, todos de apellido "Malfoy".
-¿Qué hace ese hurón aquí? –preguntó Ron con desdén.
-Eso mismo me pregunto yo –Hermione se quedó pensativa-. ¿Crees que irá a estudiar en Hogwarts?
-¡No! –gritó el pelirrojo, con gran dramatismo, ocasionando que la castaña rodara los ojos.
Draco sonrió al ver a Harry. El moreno corrió hacia donde el rubio se encontraba, abrazándole después.
-Suerte en éste año –Draco rió un poco al ver la expresión en Harry.
-¿Por qué no puedes venir conmigo? –hizo un puchero.
-Tengo qué ir a mi colegio y los cambios siempre son un problema.
-Que mal... te voy a extrañar mucho –se enterró en el cuello del rubio, llamando la atención de todos los transeúntes.
-Bueno, pero podemos cartearnos –rió un poco-. Ya sabes que...
-Estás ocupado casi todo el tiempo al ser prefecto y delegado –frunció el seño.
-Bueno, sí estoy un poquito ocupado, pero siempre puedo hacer un espacio para ti.
-Te va a crecer la nariz por mentiroso –rió, divertido, al imaginar dicha escena mientras pinchaba con su mano derecha la nariz del rubio.
-Ja, ja, ja... quizá –hizo unos mechones de su cabello hacia atrás-... cuídate mucho, Harry. Nos vemos en navidad.
-Por favor, Potter –en ésta ocasión fue Lucius quien habló-, saluda a Severus de mi parte.
-Sí, claro, señor Malfoy –rió, separándose de Draco-. Ya te estoy extrañando.
-No seas hablador –rió también-. Cuídate mucho y también saluda a mi padrino de mi parte.
-Claro...
-Una cosa más...
Antes de que Harry pudiera hacer algo, le besó en los labios, dejando anonadados a todos los que pasaban por ahí, a sus mejores amigos e incluso a los padres del rubio.
-Au revoir (Adiós) –el rubio se despidió con una sonrisa, mientras se alejaba junto a Lucius y Narcissa.
El rumor de que Harry Potter había sido conquistado por un chico corrió rápidamente entre el colegio y el mundo mágico.
James había tenido qué recibir primeros auxilios cuando estuvo a punto de ahogarse con la comida que estaba pasando en esos momentos por su garganta. Al principio trató de digerir la noticia, hasta que vio el nombre de quien supuestamente estaba enamorado su hijo.
Había solicitado inmediatamente una respuesta de su hijo, quien no desmintió las noticias.
En ésta nueva ocasión, fue Lily quien tuvo qué sostener a su marido, quien cayó desplomado sobre las baldosas de la cocina al saber aquello.
Sirius trató de persuadirlo, diciéndole, acertadamente, que Harry no había estado nunca tan emocionado ni feliz y que incluso comía mucho mejor, pero aún no le agradaba la idea de que su hijo se mezclara con un Malfoy. La diferencia de pensamientos sería muy notoria con el paso del tiempo y se preguntaba si Harry se arrepentiría de su decisión de estar con aquel molesto aristócrata de sangre pura.
Peor aún, imaginó todas las cosas malas que Lucius Malfoy podría hacerle a su hijo, hasta que extrañamente su "consuegro" le había saludado con amabilidad en el ministerio, mientras él entraba a su oficina.
Había tenido qué recoger su quijada del piso cuando eso sucedió y estuvo varios días sin poder conciliar el sueño, pero debido a aquel gesto, pudo entender que Lucius Malfoy estaba de acuerdo con todo aquello.
-Ya cálmate, James...
Lily se había despertado por el excesivo movimiento de su marido en la cama.
-... deja de estarte ahogando en un vaso con agua. Harry tiene todo el derecho de amar a quien quiera amar.
Y estaba de acuerdo en eso, pero era... era un ¡Malfoy!
Cinco años habían pasado de eso, y ahora, con veintiún años encima y con sus carreras terminadas, Harry y Draco se encontraban frente a James Potter y Lucius Malfoy, quienes no daban crédito a lo que escuchaban.
-Nos casaremos...
Dijeron ambos, mientras sus dos padres trataban de que su corazón no se detuviera o se acelerara demasiado. Lucius abrió los labios, pero no pronunció nada, al final sólo dejó escapar un suspiro. Después de haber escuchado de su hijo que Harry Potter estaba interesado en él, no había podido menos que hacerse a la idea de que quizá ése día llegaría.
-Te doy mi apoyo... –Estoy en contra de ello.
Lucius y James dijeron al unísono, sorprendiéndose el moreno al escuchar a Malfoy apoyar la relación entre sus hijos.
-¿Estás loco, Malfoy? –James le miró con gran incredulidad- ¿Los apoyas?
-Bueno, Potter –el rubio rodó los ojos-, después de tantos años, era obvio que algún día se casarían. No te miento, al principio quería matar a tu hijo, pero ahora estoy tan acostumbrado que no le veo el problema.
-James, no seas egoísta –Lily apretó con cariño el hombro derecho de su esposo-. Si Harry piensa que su felicidad está con Malfoy, no puedes hacer nada más que apoyar su decisión.
James Potter dejó escapar un suspiro, sabiendo que las palabras de su esposa eran verdad.
-Está bien, les deseo felicidad, pero si haces llorar a mi hijo, Malfoy... te caparé.
Lucius volteó a ver a James con cara de que estaba siendo paranoico, pero no dijo nada después.
Draco y Harry sonrieron, tomándose de la mano. El rubio besó después la mano izquierda del moreno, viendo el anillo de compromiso idéntico al que él tenía, con el símbolo de los dragones.
-¿Ésta vez te quedarás conmigo para siempre?
La pregunta de Harry sorprendió al rubio, quien sonrió después, afirmando con la cabeza.
-¿Y tú... te quedarás conmigo para siempre?
Harry sonrió, recostándose en el hombro de Draco.
-Te amo, dragón...
-Yo también te amo, Harry...
Ambos sonrieron, mientras los anillos en sus manos desaparecían y se unían a su piel, sellando con ello la promesa que una vez Donnovan le hiciera a Merlín hace mucho, mucho tiempo...
FIN
Gracias por leer hasta aquí.
NOTAS DE LA AUTORA:
Ah... ah... ah... owo Dir en Grey en México ToT Que gran regalo para el dos de diciembre XD Y ya, pasando a lo que a todos interesa... (Sí, ya sé que lo de Dir en Grey estaba de más ¬¬U pero es que... es ¡Dir en Grey! *Meyka y Sashi saltando como locas tomadas de las manos mientras gritan: ¡"Diru, Diru"!*)...
Un agradecimiento final a Sesshy Kachy por instarme a continuar ésta historia, aunque no agradezco que lo haya hecho con cuchillo en mano XD. Espero que te haya gustado n.n Y no acepto quejas ¬¬ Mis 225 hojas en Word con verdana a 8 e interlineado de 1.15, y todas las veces que reescribí todos los capítulos, valen para que no empieces a quejarte XD Por cierto, bruja fea... muchas felicidades (atrasadas por un montón de tiempo XD) por un año más de vida n.n Estás más anciana cada vez owo XD Aprende a mí... yo me quedé en los dieciocho owo XD
Otro bello agradecimiento a Murtilla por seguirme a lo largo del tiempo y por esperar con mucha paciencia mis lentas actualizaciones. Gracias por todo, Murti... eres un amor n.n Extrañaré tu perspicacia, ya que siempre me sorprendía lo acertada que eras para descubrir las pequeñas incógnitas de cada capítulo n.n
Y por último, quiero agradecer a todas aquellas lindas personas que tuvieron la amabilidad de dejarme un bello mensaje.
Fue un largo tiempo, pero al fin ésta historia está terminada. ToT Me sentiré triste por no saber qué más pasó, pero supongo que lo tendré qué dejar a la imaginación XD