Hola!!

Sisisi, soy Sammy Black de Whitlock :D

Y llego con otra historia!!!!!! Yujuuuuu!!!

No me luciré ni nada, solo espero que la lean, por que les juro que es una de las mejores que he escrito.

Los personajes son únicamente de Steph Meyer, solo esta fans fic es mió.

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Prefacio.

¿Qué se supone que debo hacer? ¿Volver? No, ¡claro que no! No volveré a Forks sin ella, seria dejarla sola, sola en un lugar que quizás no conoce.

Entonces, ¿Qué me queda? No sabe donde esta. No dejo una pista, una carta, no dejo nada ni para mí ni para nadie, y la única que puede saberlo resulta que no lo sabe.

Dios, Dios, ¡ayúdame! Ten misericordia.

No existe nada sin ella. Todo lo que hemos pasado juntos… ¿no cuenta? No, se que no es eso. Es solo su miedo a amar, y en especial a amarme a mí. Yo se que ella me quiere, y como mas que un amigo. ¡Maldita sea! ¿Por qué siempre debo arruinarlo todo?

Sigue sin haber noticia de ella. Y tal vez pudieran pasar dias, semanas, meses, ¡hasta años! No puedo vivir con eso.

Entonces, y de nuevo, ¿Qué se supone que debo hacer? Ellos quieren ayudarme, pero se que también desean volver a casa. Tengo que arreglármelas solo, y me daba igual.

Una pista…solo una pista…pero no hay nada. No hay nada en mi maldita cabeza que me ayude.

Lo he perdido todo; por que la he perdido a ella.

Everytime.

BPOV

Mi corazón late desbocado en mi pecho. No dejo de sentir presión en todo el cuerpo, y el temblor que lo recorre. El aire no llega directo a mis pulmones, es mas, comienzo a sentir que no me esfuerzo por hacerlo. Las piernas se me han adormecido, pues sigo en el suelo, apoyada contra la puerta, a la cual le he puesto seguro. Las lágrimas caen desesperadas por mi rostro, brotando sin parar, como si quisieran ahogarme. Sollozo, grito y tiemblo. Comienzo a arrastrarme por el piso, hasta que llego al borde de la cama y ya no puedo más. Me tiendo en el piso, con la mejilla presionada contra la fría madera, ahogándome a mi misma en la oscuridad, en las lágrimas, en los sollozos, en todo.

- Bella…ábreme la puerta – le escucho decir a Charlie, mi padre, desde el otro lado de la puerta, asustado.

Dejo de gritar y solo continúo sollozando.

- ¡Bella! – chilla mi madre, con pánico en la voz – Hija, ábrenos, me tienes al borde de un colapso.

Mis padres siempre se han preocupado por mí, a pesar de que los tres somos muy diferentes.

Nací aquí, en Forks, y fuera de todo Washington, jamás he conocido otro lugar en el mundo. Somos una gran familia, muy unida, y jamás, que yo recuerde, hemos tenido alguna discusión grave.

- ¡Hija! – vuelve a gritar Renée – Te lo ruego, ábrenos.

- ¡Déjenme! – grito, encontrando mi voz - ¡No quiero hablar con nadie!

- Pero Bell…

- ¡¡Largo!!

Dejo de escuchar ruidos.

Me doy la vuelta quedo boca arriba. Respiro con fuerza, ahora más calmada.

Vale, no es el fin del mundo, solo...el fin de algo…de algo importante. Pero ya no se que hacer. No puedo…seguir aquí como si nada, eso no ayudara a olvidar.

Entonces, ¿Qué opciones tengo? Convertirme en ermitaña… no. Operarme y cambiarme el rostro….no, no hay dinero. Huir…bueno, es de cobardes, pero ¿no lo soy? Siempre me he considerado así, aunque mis amigos lo nieguen.

Mis amigos…los extrañare. A Emmett, con sus estupideces y su obsesión con mi vida sexual no activa. A Rose, Miss Belleza, mi querida amiga. Y a Edward, el menor de los dos. Es mi mejor amigo, el único que me entiende y que siempre esta allí para no dejarme caer, aunque yo solo le pido que me levante cada vez que me caiga – metafóricamente y literalmente -.

Si, es mi única opción. De igual que hoy hallamos salido de vacaciones a vacaciones de navidad. Si es necesario, no volveré a la universidad. No volveré hasta que se me de la gana.

Con un gran, gran esfuerzo, saco la maleta de debajo de la cama. La pongo sobre la cama y comienzo a sacar las cosas que me quedaban del closet. Todo es de invierno, pero da igual. Estamos en esa época, aunque en Forks siempre lo es.

La maleta de por si ya tiene ropa. He llegado hoy de la universidad, juntos con los hermanos Cullen y Rose. Estudiamos en Seattle, así que venimos en las vacaciones y para navidad. Es una suerte que no haya sacado todo de la maleta cuando llegue hoy en la mañana.

Termino de guardar todo lo que cabía y algunas cosas en mi bolso. Saco mi celular y marco el numero uno.

Suena una vez y contesta.

- ¿Bella? – la voz de Edward suena ansiosa.

- Hola, Ed – le saludo con voz apagada.

- ¿Qué ocurre? – lo nota de inmediato - ¿Estas mal?

Una lágrima cae de mi mejilla nuevamente.

- Sí, Edward. Estoy mal.

- ¿En que te ayudo? ¿Qué paso?

A veces amo su preocupación por mí. Es único.

- Necesito que me des un aventón al aeropuerto.

Él se queda en silencio.

- ¿Al aeropuerto?

- Sí. Me largo de este maldito pueblo. ¿Puedes?

- Pero, ¿Por qué? No lo hagas, Bella. Cualquiera que sea la razón, no te vallas.

Respiro con fuerza.

- No trates de hacerme cambiar de idea. Es lo ultimo que te pido, por favor.

Edward se queda en silencio. Lo siento vacilar a través del teléfono.

- ¿Voy a tu casa? – pregunta al fin, con voz sombría.

Suspiro de alivio.

- Estaciona el coche en la esquina. Ven al patio trasero en silencio. Te esperare allí. Y que ni se te ocurra decirle a alguien, por que soy capaz de cortarte en trocitos y enterrarte en mi jardín.

Ahora el suspira.

- Llego en cinco minutos.

Y cuelga.

¿Cinco minutos? Este hombre tendrá un accidente algún día por infringir la velocidad normal de un coche.

Vale, ahora viene lo difícil.

Me acerco a la puerta, corro el pestillo y miro por el borde. No hay nadie, así que salgo sigilosamente y me dirijo al cuarto de baño. Saco todos mis útiles de aseo de los estantes y de pasada me lavo el rostro y me cepillo los dientes. Vuelvo a mirar a todos lados antes de salir, pero me percato de que Renée y Charlie están en el primer piso.

Cierro la puerta con seguro otra vez y guardo todo en mi maleta. Saco un cuaderno y un boli.

Papá y mamá:

Siento dejarlos, y dejarlos sin que sepan la razón. Debo irme de aquí. No cuando volveré, así que no me esperen.

No se preocupen, yo estaré bien, se lo que hago.

Los quiero y los extrañare. Solo confíen en mí.

Con cariño, se despide hasta algún día,

Bella.

Dejo el boli en el escritorio y doblo el papel, conteniendo otro sollozo.

- Pisssssss.

Frunzo el ceño. ¿Y ese ruido?

- Pisssssss. – esta vez es mas alto.

Me acerco a la ventana y la abro hacia arriba. Edward esta abajo, haciendo esos ruiditos.

- ¿No puedes llamarme como una persona normal? – le pregunto, mostrándole mi teléfono.

- Eso no es divertido – me dice como un niño pequeño – Quiero vivir el momento de tu primer escape completo.

Como siempre, logra sacarme una sonrisa.

- Te lanzare la maleta – le advierto.

Me giro hacia la cama y la tomo. La meto por la ventana.

- Aquí va – y la lance.

No la ataja, y cae al piso. Se abre y toda mi ropa sale volando.

- ¡Edward! – murmuro como si fuera un grito.

- Ups – dice – Ya lo recojo yo.

Se agacha y comienza a meter todo, pero para de repente.

Y hay lo veo; acaba de tomar uno de mis brasieres celestes, y lo tiene en la mano. Puedo ver como se pone rojo y lo suelta.

- M-mejor lo haces tu…cuando bajes – dice, sin mirarme.

Yo también me sonrojo.

Dejo el papel sobre la cama y corro el seguro, para que mis padres puedan entrar y encontrarla. Me calzo los bototos, me pongo un abrigo sobre el chaleco gris y me cuelgo el bolso a la espalda.

Vuelvo a la ventana. Edward sigue allí de pie, aun rojo y con la mirada agacha.

- ¿Seguro que me atajaras? – le pregunto en un susurro.

- Como lo hago siempre – responde, mirándome y estirando sus brazos.

Me afirmo del marco de la ventana y me siento en el alfeizar, con las piernas colgando hacia fuera.

Le hecho un ultimo vistazo a mi habitación, y a todo lo que fue mió. Como desearía poder ver a mis padres por ultima vez…

- No quiero interrumpir tu concentración – dice Edward – Pero si no saltas ya te terminara atajando un pedazo de hielo.

Pongo los ojos en blanco y me lanzo.

Él me ataja de inmediato, claro. Me hallo en sus fuertes brazos como si fuera un bebé.

Edward me mira fijamente, sonriente.

- ¿Me vas a bajar en algún momento? – le digo, alzando las cejas.

Él sacude la cabeza.

- Claro – me deja en el piso.

Me aliso la ropa y respiro hondo.

El G37 convertible gris(N/A: lo buscan en google y les saldrá) de Edward esta estacionado en la esquina, tal y como se lo pedí. Dejo mis cosas en la maletera y subimos. Pero cuando subo, me percato deque en el asiento trasero había una maleta negra y el bolso azul tan conocido de Edward, al cual le habíamos bautizado "Roberto".

- Edward Cullen, ¿Qué hacen tu maleta y Roberto aquí? – pregunto con voz seria, cuando el se sienta en el asiento del conductor.

- Se van de viaje con nosotros – responde fácilmente, buscando las llaves en sus bolsillos.

No pase por alto el plural.

- ¿"Nosotros"? – pregunto, observándole.

El gira su rostro y me mira.

- Claro, ¿pensaste que te dejaría ir sola, Bella?

Eran las tres AM

Cuando me despertaste

Entonces saltamos en el coche

Y conducimos lo mas lejos que pudimos ir

Solo para alejarnos.

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Uuuh…que tal les ha parecido? Se que es corto, pero es el princio y es taaaarde, pero prometo que los siguientes capítulos serán largos!!!

Y aquí comienza el viaje. Las invito a que lean y averigüen todos los lugares que conocerán, los amigos que harán y los conflictos que se desataran.

Mi inspiración fue…una canción, debo decir que es una de mis canciones favoritas…llamada Everytime. El trozo que sale al final es el principio de la canción. Pondré un pedazo cada vez que sea necesario :D

Espero que les guste, y les invito a pasarse por mi otro fic: Hot and Cold!

Besos!!!

Sammy Black de Whitlock!