Capítulo 1:

Cuando el sol nos da en la cara

Aunque afuera está lloviendo.

Hermione suspiraba mientras miraba por la ventana sin que sus ojos observaran ningún punto en especial. La lluvia caía con fuerza fuera del castillo y gotas de agua chocaban contra el cristal. El mal tiempo había bajado los ánimos de los estudiantes, que se refugiaban en las salas comunes o comedores e, incluso Hermione, que seguía absorta en sus pensamientos mientras veía la lluvia caer, no tenía ninguna gana de hacer la tarea de ese día.

- ¿En qué estás pensando Hermione?

Asustada, giró la cabeza rápidamente y se encontró a Harry y Ginny, mojados de arriba debajo de pie junto a ella.

- ¿Y vosotros de dónde salís?

- De los jardines. Digamos… que la lluvia nos pilló un poco lejos de aquí.- Dijo Harry mientras el Ginny se miraban cómplicemente.

- Mejor no pregunto ¿verdad?

- Mejor…-Decía Ginny que aun reía.- Yo voy a darme una ducha y a cambiarme porque no quiero resfriarme. Y tú,- Dijo mirando a Harry y acercándose más a él.- Deberías hacer lo mismo, porque como te pongas malo no vas a poder disfrutar de tu novia como es debido.

- Bueno… en ese caso…

Harry tenía la boca peligrosamente cerca de la de Ginny. Parecía que nunca se cansaba de besarla.

- Ejem…- Los dos miraron a Hermione.- No quiero parecerme a Ron, pero si no os cambiáis acabaréis los dos en la enfermería de verdad.

- Hermione tiene razón. Luego nos vemos.- Dijo Ginny dándole un beso a Harry antes de desaparecer por las escaleras.

- ¿Un día estupendo no crees?

Hermione volvió a mirar por la ventana y después a Harry con el ceño fruncido.

- ¿Tu has visto la que está cayendo?

- Sí ¿y?

- Que… hace un día horroroso, nublado, con aire y con mucha lluvia…

- Bah, no creo que sea tan malo.- Dijo con simpleza.

- ¿Pero que…?

Harry la miró sin entender y Hermione comenzó a sonreír.

- ¿Qué pasa?

- Estas… realmente feliz ¿verdad?

- Pues…

- Vamos Harry, te conozco desde hace mucho tiempo y jamás te había visto tan positivo, despreocupado… y me alegro mucho, de verdad.

- ¿Se nota mucho que estoy…?

- Dilo, feliz.

Harry sonrió ante el comentario y comenzó a ponerse rojo. Era evidente que no estaba muy acostumbrado a estas conversaciones sobre sus sentimientos.

- Y no me equivoco si digo que tiene bastante que ver con cierta pelirroja ¿no es así?

- ¿Alguna vez te equivocas Hermione?- Dijo contento al pensar en Ginny.

Hermione se levantó y se puso frente a Harry. Sus ojos verdes brillaban maravillosamente más que nunca. Ese brillo especial que sólo tienen las personas enamoradas. En el fondo Hermione sentía envidia de su amigo, del sentimiento de euforia que debía sentir cuando estaba con Ginny, de lo que debía sentir al saber que sus sentimientos eran correspondidos.

- Me alegro muchísimos por ti, Harry, en serio. Sabía que Ginny era la indicada para hacerte feliz.

- Es que tú eres muy lista.

- Y ahora vete de una vez a cambiarte ¡Estás empapado! ¿Se puede saber dónde habéis estado?

Harry sonrió de oreja a oreja. No podía dejar de hacerlo cada vez que pensaba en los ratos que pasaba junto a su novia…

- Ya queda poco, tranquila.

- Yo estoy muy tranquila, Harry.

El moreno le agarraba de la mano mientras la guiaba por el Bosque Prohibido y se alejaban cada vez más del castillo.

- ¿Seguro?- Harry la miró de reojo.- ¿Entonces a qué viene esa cara?

- ¿No crees que estamos llegando muy lejos?

Harry se paró en seco y la miró muy serio, intentando disimular lo mucho que se estaba divirtiendo por dentro.

- ¿Tienes miedo?

- ¿Qué?- Preguntó Ginny sorprendida.- ¡Claro que no!

- No me lo puedo creer…- Seguía diciendo Harry haciendo caso omiso a su novia.- Ginny Weasley está asustada…

- Te he dicho que no tengo miedo.- Dijo mientras le daba un pequeño golpe en el brazo.

- ¡Ouch!- Harry se reía.

- Estamos en el Bosque Prohibido y tiene ese nombre por una rezón.

- Ya, pero eso de seguir las reglas no va conmigo y… creía que contigo tampoco mucho.

- En cualquier otro momento me hubiese dado igual, pero ahora… Harry, si nos pillan aquí nos castigarán.- Ginny se puso ligeramente roja.- y todo ese tiempo lo desaprovecharemos limpiando vitrinas en vez de estando juntos.

- ¿Lo que quieres decir es que…?

Ginny resopló sin poder creer lo poco que pillaba el amor de su vida las indirectas sobre ese tema.

- Pues que… con mis estudios de los TIMOS y tus castigos tenemos mucho menos tiempo para estar juntos del que me gustaría y no quiero tener otra razón para no poder verte.

Harry se acercó a ella sonriéndole. Era raro lo cómodo que se sentía estando con ella. Daba igual la situación que fuese o lo mal que se le diese a el hablar de esos temas. No sabía como ni por qué, pero con ella se sentía capaz de cualquier cosa.

- ¿Eso quiere decir que te gusta estar conmigo?

Ginny rodó los ojos ante el comentario de su novio.

- Como si no lo supieses…

- Bueno, siempre está bien que te lo recuerden.

Se acercó a ella y la beso lenta y tiernamente. La besó tan tímidamente como se había imaginado mil veces los últimos meses que sería su primer beso. Y ella le respondía gustosamente hasta que un trueno les volvió a la realidad.

- Vamos.- Dijo Harry mientras le volvía a agarrar de la mano.- Quiero que veas esto antes de que empiece a llover.

Siguieron andando durante un par de minutos hasta que Harry se paró y le señaló un punto con la mirada. Para cuando Ginny se dio cuenta qué estaba mirando ya tenía una sonrisa de oreja a oreja en la cara. No muy lejos de donde estaban ellos había un pequeño estanque donde un unicornio y su cría bebían agua atentos de que nadie los viese.

- Harry es… Precioso…

La pelirroja dio un paso hacia delante, pero el ruido provocó que los unicornios se diesen cuenta de que no estaban solos y se fueran corriendo en menos de dos segundos.

- Lo tuyo no es la sigileza.- Rió Harry.

- Lo siento.

- No pasa nada, la primera vez que yo los vi aquí también se asustaron y se fueron. Desde entonces vengo con la capa de invisibilidad para que no me descubran.

Harry se sentó en un tronco cercano mientras sonreía.

- ¿Sabes? Mi patronus en un unicornio.

- ¿En serio?- Se sorprendió Harry que hasta ese momento no se había dado cuenta.

- Sí. Desde que el año pasado nos enseñaste a convocarlo me gustan más.

- Por eso te he traído aquí. Bueno, más o menos.

Ginny lo miraba sin entender.

- Una vez aquí logré convocar un patronus tan poderoso que ahuyentó a más de cien dementotes. Quiero que lo intentes.

- ¿Por qué?

- ¿La verdad? Ha sido una escusa que le he dicho a tu hermano para poder estar contigo toda la tarde sin que ponga pegas.

Ginny se echó a reír. Si alguna vez le hubiesen dicho que Harry Potter le estaría mintiendo a su incondicional amigo por una chica, no se lo hubiese creído.

- Así que… esto es como una especia de clase particular.

- Podría decirse así.- Dijo el chico al levantarse para abrazar a Ginny.

- Entonces, tú eres mi profesor.

- Correcto señorita Weasley.

Con cada frase que decían se acercaban más el uno al otro, poco a poco, lentamente…

- Entonces tendré que esforzarme porque no me gustaría suspender su asignatura.

- Cómo hacer feliz al niño que vivió, así se llama la clase.

- ¿Sí? – Los dos estaban ya a una distancia peligrosa, muy cerca el uno del otro.- ¿Y podría hacer yo algo para subir nota?

- Relacionarse con el profesor, sin duda.

- Como por ejemplo… ¿Así?

Ginny se acercó a él y le besó tiernamente en la mejilla.

- Diez puntos más para Griffindor…

Fue lo último que dijeron antes de besarse. Y esta vez no había ternura que valiese o vergüenza que importase. Se besaron fuerte y apasionadamente, como llevaban esperando todo el día desde que habían puesto un pie fuera de la cama.

Y aunque el cielo comenzó a descargar agua fuertemente a ellos no les importó.

Porque mientras todo Hogwarts corría dentro del castillo y maldecía la lluvia y el día tan espantoso que había salido. Ellos, simplemente, se olvidaban del mundo mientras se besaban.