Nota previa: Siento mucho el haberme demorado tanto. Espero no se hayan olvidado de la trama! Las obligaciones me están agobiando, y se me hace muy difícil actualizar seguido. Confío en poder hacerlo en breve. Agradezco sus comentarios siempre bienvenidos. Saludos a todos y espero les guste el breve capítulo que les ofrezco en esta ocasión. Amélie.
¿El final?
Por fin el alta era inminente. Mi hombro estaba casi completamente restablecido, puesto que la extracción de la bala fue llevada a cabo con éxito. Rika estaba mejor, pero el tratamiento psicológico continuaría.
El domingo al mediodía, luego de firmada su alta, abandonamos el hospital. Vestíamos la ropa que Yuri en uno de esos días nos había llevado al visitarnos. De manera que no teníamos ninguna clase de problema. También se había encargado de hablar con los Wong, los que sensibilizados por la situación, no sólo nos habían dado una semana libre más, sino que además, habían ido a vernos personalmente al hospital y se habían puesto por completo a nuestras órdenes.
Hubiese considerado más bonito el gesto si no me afectara tanto el hecho de que Henry Wong tratara a Rika con excesiva confianza y cariño, más propia de un enamorado que de un jefe.
En fin, volviendo a lo que iba, abstrayendo mi mente de todos los pesares circundantes, me propuse disfrutar de la compañía de Rika, a la vez que hacerla disfrutar a ella, procurando que olvidara sus disgustos y concentrara su desatendida atención en mí.
A pesar de que en mis planes estaba llevarla a mi casa, finalmente opté por instalarme en la suya, obteniendo previamente, -claro está – su consentimiento.
Fuerzas extrañas nos invadieron al cruzar la puerta de su casa. No sé a qué debería atribuirlas. ¿Amor? ¿Vicio? ¿Necesidad? Muy pese a todas las recomendaciones médicas de tener cuidado con los órganos aún sensibles de la joven, mis impulsos me vencieron.
En ese momento nada más que hacerle el amor cruzaba por mi mente y mis movimientos ansiosos, recordé la mofa de Hume, al contradecir a los racionalistas, cuando decía que la "razón" no nos conduce a actuar, y pues todo lo que nos mueve a hacerlo son las pasiones, en un intento por alcanzar el máximo placer y evitar el dolor.
Se dejó sucumbir ante mis besos y mis caricias, sin imaginar lo que desencadenaría todo eso.
En el momento en que estábamos fundiéndonos en uno sólo, la joven comenzó a llorar desesperadamente, y me dio dos puñetazos en la cara.
No sabía a qué atribuir eso. La miré arrollarse sobre sí misma, en medio de un llanto angustioso.
- ¿Qué sucede? ¿Rika? – inquirí acercándome lentamente a ella, comenzando a acariciar su cabello extendido sobre las sábanas.
- Me violaron, Ryo – emitió la joven en medio de un sollozo – Ahora lo recuerdo todo…
Siguió llorando con pesar, logrando arrancarme lágrimas a mí, que no podía más que compadecerme de ella.
La rodeé con cuidado y la estreché entre mis brazos.
- ¡Por qué no me lo dijiste! – reprochó, tratando de zafarse de mi agarre.
- ¿Entiendes que no podía hacerlo?
- Déjame, no quiero que me toques… - gimió, empapando sus manos con las lágrimas incesantes.
- Rika…
- ¡Déjame! ¡Déjame! ¿Acaso viste cómo lo hacía y ni te inmutaste? ¿Hasta cuándo pensabas ocultármelo? ¡No podía recordarlo si estaba tan traumatizada!
- Precisamente… no debía recordártelo yo…
- Claro… es más fácil para ti de esa manera…
- ¿Qué dices?
- Así es…- añadió enderezándose lentamente ante mí – Para ti todo es mucho más fácil, pues no tendrás ni una sola secuela de esto… yo, en cambio… ni siquiera podré hacer nunca más el amor… - siguió, viéndome con rabia.
- ¿Qué podía hacer? Rika… ¿qué habrías hecho tú en mi lugar? – inquirí comenzando a desesperarme, pues sus reclamos me traían nuevamente la culpa que había sentido a causa de la impotencia por no haber podido impedir nada.
- No habría dejado que te violaran…
- ¡No podía hacer nada! ¡No podía moverme! ¿Crees que es cierta la vida del superhéroe que te venden en la televisión? ¡Rika, no es cierto, no es así! – reclamé, tratando de acercarme nuevamente hacia ella.
- ¡No me toques! ¡No te quiero cerca de mí! ¡No quiero que te me vuelvas a acercar nunca más! Debí saberlo: tú sólo piensas en ti y te hallas siempre en procura de tu propia felicidad. No eres más que un monstruo machista. ¡Cerdo, cabrón! – gritó, golpeando con dureza mi hombro convaleciente.
- Estás muy equivocada… - repliqué, alejándome de ella, mientras apoyaba la mano sobre la zona afectada con dolor.
- ¡Vete de aquí, no quiero verte, no quiero hablarte, no quiero que estés cerca de mí, no quiero sentir tu perfume…! ¡Vete de aquí, Ryo!
Recogí mi ropa con rapidez y salí de la habitación sin replicar absolutamente nada. ¿Qué sentía? En realidad, una mezcla de muchos sentimientos encontrados: desazón, culpa, amargura, pero por sobre todas las cosas, mucho enojo y rencor. Enojo y rencor con esa mujer malagradecida e irracional, que sólo pensaba en ella, y no tenía lugar para nadie más en su corazón. Malagradecida, maldita.
-Perra…- musité escupiendo hacia un lado, mientras recogía con esfuerzo mi bolso para abandonar ese inmundo lugar impregnado con su irresistible fragancia.