Antes que nada, quiero pedir mil disculpas ya que en el momento de publicar este fic cometí el grabe error de no poner los créditos correspondientes, este fic pertenece a Eternal fire1 y el titulo original es Twisted Hearts.
Titulo Original: Twisted Hearts.
Titulo Traducido: Corazones Atormentados.
Autor: Eternal fire1.
Traductor: Alberyck.
Porque el amor no es amabilidad, y nunca es del modo que quieres.
Corazones Atormentados
Capitulo 01: Lamentaciones
¿Desde cuando alistarse se había vuelto tan complicada tarea?
Ella había estado probándose vestidos por casi treinta minutos hasta que encontró uno que le gustaba. Se había tomado horas peinando su cabello para al final dejarlo de manera simple. El maquillaje había sido la única parte fácil porque encontrar los zapatos correctos para el vestido fue una tarea casi imposible. Al fin, Aome se examino frente al espejo.
'Perfecto'. Pensó. 'Tengo que lucir perfecta esta noche.'
Su ondeante cabello negro no estaba en forma de cola de caballo como usualmente lo usaba. Lo había dejado caer sobre sus hombros. Usaba un simple, pero elegante, vestido negro que se moldeaba a sus curvas. Los tacones que usaba hacían que sus piernas lucieran más largas. Sus labios estaban de rojo, y tenia puesto delineador y rubor. Tenía un collar azul en forma de corazón alrededor de su cuello y aretes del mismo tipo.
Inuyasha le había dado ese collar como un regalo de aniversario hace un año. Le había dicho, después de mucho sonrojo y en casi un susurro, que el collar hacía lucir sus ojos más azules. Aome le había sonreído y besado, sabiendo que este era el modo en que Inuyasha mostraba que la amaba.
Ahora, en su tercer aniversario, estaba alistándose para encontrarse con él en un muy exclusivo restaurante. Se inclino hacia el espejo para ver si tenía que arreglar algo. Entonces dio una vuelta frente al espejo y sonrió nerviosamente.
Inuyasha había estado actuando de manera extraña desde que había regresado de un viaje de negocios, hace un par de meses. Aome pensaba saber el porque. Era algo obvio, en verdad, en el modo en que había estado mirándola. Cada ves que sus ojos se encontraban con los de ella, él se sonrojaría y miraría a otro lado. Era como si estuviese tratando de esconder algo. Aome tenía un muy buen presentimiento de que era.
El iba a proponerle matrimonio.
"Maldición Sango," Aome dijo para si, "¿Por qué no estas cuando te necesito?"
Sango, su mejor amiga, estaba en estos momentos en los E.U, lo cual era el otro continente. Como hija de embajadores entre humanos y youkais (demonios), Sango tenía que viajar mucho. Aún, ¿Por qué tenía que estar lejos hoy? Aome jugaba con su suelto cabello y se sentó en su cama. Suspiró y aspiro profundamente tres veces. En verdad, tenía que calmarse. No como si no desease esto. Demonios, había estado enamorada de Inuyasha desde hace mucho tiempo, y nada la haría más feliz que casarse con él. Era lo que había soñado y lo que deseaba. Era la única cosa que podría hacer su vida completa. Inuyasha había aparecido en su vida de la nada. Había aparecido cuando Aome no quería saber nada de la especie masculina. No hacía mucho que había salido de una muy larga relación, y lo último que necesitaba era iniciar otra.
Pero algo sobre el hayou (ser mitad humano-demonio) de cabellos blancos cogió su atención.
Algo había despertado en el momento que lo vio, y cuando hablaban, descubrió que no deseaba que terminase. El era rudo, temperamental y un completo tonto, pero había algo en él que hacía que Aome se quedase enganchada. Si hubiese sido alguien más, le hubiese dicho adiós hace mucho tiempo.
Ella no podía con él. Porque algunas veces la miraba con tal cariño en sus ojos que Aome pensaba que moriría por falta de respiración. Y cuando le sonreía, le parecía a Aome que no había nadie más en el mundo exepto ellos. Cuando sus labios chocaban con los de ella, le hacía sentir a Aome que estaba en el cielo, y estaba completa y profundamente enamorada de él.
Ella podría hacer todo para hacerlo feliz.
Ella rio a este pensamiento. La independiente y fuerte Aome a merced de Inuyasha el tonto.
Con razón Sango se paraba riendo de ella.
Sonrió, pero entonces vio su expresión en el espejo otra ves, y su sonrisa se aplacó. Se puso derecha y tomo una mirada de si misma. Lucia atractiva y sofisticada. Lucia casi como una muñeca de porcelana, y eso la molestaba en cierto modo. ¿Por qué tenía que intentar tan duro de ser lo que Inuyasha deseaba? ¿No debería aceptarla por como era?
Un reloj sonó a la distancia, y los ojos de Aome se abrieron de golpe.
"Maldición, llegare tarde." Grito y comenzó a tratar de encontrar sus llaves y su pequeño monedero negro. Después de cinco minutos, cerro su puerta, y Aome se apresuro en ir por las calles de Tokyo.
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Inuyasha la amaba, sin duda, pero eso no significaba que la amaría por siempre en ese modo.
Cuando conoció por primera ves a Aome, pensó que era molesta. Su primera impresión de ella no había sido de lo mejor. Aún, algo lo había atraído hacia ella.
Pensaba que era a causa de la fuerza que irradiaba de su cuerpo.
Aome era una persona alegre. Fuerte, demasiado. Donde ella iba, las personas parecían olvidar sus problemas. Era compasiva, amable y gentil. A ella no le gustaba ver sufrir a las personas. Claro, también era molesta, cabeza dura y torpe. Los primeros meses que habían estado juntos, lo hacia enfurecer sin fin. Siempre terminaban discutiendo.
Inuyasha la amaba por darle pelea.
Entonces, todo cambió.
Aome, cerca de él, perdió su chispa. Era como si ella no desease que se moleste con ella, como tuviese miedo de quedarse sola.
El no podía entender eso.
Aome era hermosa e inteligente. Los hombres se sentían atraídos hacia ella, e Inuyasha algunas veces se preguntaba por que permanecía con él. Ella podía tener a cualquiera, pero era a él a quien deseaba.
El había pensado que también la deseaba.
Inuyasha miro al reloj en su muñeca, su dorados ojos se entristecieron.
Antes de su viaje a Francia, tenía la intención de pedirle matrimonio. Aome le hacia feliz, y su vida podría ser buena a su lado. Creía que las cosas no podrían ser mejores.
Entonces la conoció.
Recordando
"Aome, ¿que estas hacienda aquí?" dijo Inuyasha, cuando hiso girar a la joven de cabellos negros hacia él. Sus ojos se agrandaron en sorpresa.
"L … lo siento." Murmuró, dejando ir su brazo. "Pensé que eras alguien más."
La mujer frente a él lo miro con molestia, e Inuyasha la encontró misteriosa. Sabía que no debería gustarle el modo que los ojos de ella lo miraban.
"¿A quien te recuerdo?" ella pregunto, e Inuyasha encontró su vos fascinante.
"Yo… bueno…"
"¿A tu enamorada?"
"Yo…" no sabía que decir para hacerla quedarse. "No creo querer que siga siendo mi enamorada."
Y así de simple, dejo ir a Aome y se enfoco en la mujer frente a él.
Fin de los Recuerdos
Quizás no amaba a Aome tanto como creía. Si lo hubiese hecho, entonces no la habría dejado ir tan rápido. Per aquella mujer… él había pasado el resto de su viaje con ella. Para el fin de la semana, estaba seguro de no querer estar lejos de ella. Ella hiso que algo dentro de él despertase.
Aome nunca lo hiso sentir tan feliz como lo era ahora.
Inuyasha dejo de mirar el reloj, u volteo cuando escucho la puerta de su habitación abrirse.
"¿Iras a verla?" una vos femenina le pregunto. Inuyasha asintió.
"Tengo que romper con ella antes de que la hiera más."
La mujer bajo su cabeza. "Yo… si no fuese…"
Inuyasha se movió hacia ella tomo su cabeza en sus manos. "Hey, tu no hiciste nada."
"Pero…"
"Te amo."
"Te amo también." Ella suspiro y golpeo juguetonamente a Inuyasha en el hombro. "Ve, no la hagas esperar."
Inuyasha la beso suavemente en los labios y se marcho.
Luego de que hablase con Aome, él podría preguntarle a la mujer que verdaderamente amaba con todo su corazón que se casase con él. Estaba seguro de que eso era lo que deseaba, y no veía razón para esperar.
Solo que se angustiaba mucho por Aome. Aquello no era justo para ella.
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Sesshomaru nunca había odiado a su padre más que en este momento.
Había estado muy molesto con él cuando se caso con una humana. Lo había despreciado cuando nació su medio-hermano. Pero ahora, ahora le odiaba.
Su odio se intensifico por el hecho de que no podía realmente odiarlo.
Ni ahora. Ni nunca.
Era injusto.
Volteo y miro al abogado frente a él. Si no podía estar furioso con su padre ahora, al menos podía hacer que este estúpido youkai le temiese. Sesshomaru camino hacía su escritorio y tomo asiento.
"Siéntate." Le ordenó al abogado. El abogado se erizo y rápidamente hiso lo dicho.
Hubo un largo silencio en el cual Sesshomaru pensó sobre lo que se le había dicho. Después de decidir que era demasiado para procesar todo a la ves, le ordeno al abogado repetir lo que le había dicho.
"¿Re… re… repetirlo mi señor?" fue su inteligente replica.
"¿No fui claro?" Sesshomaru levanto una ceja. No estaba de humor para esto.
"Si, si, por supuesto." Aclaro su garganta y levanto un papel.
"Por este documento" empezó "Yo, Inu Taisho, bajo todas mis facultades, daré mi última voluntad y repartiré mi fortuna. Mi dinero será repartido en cantidades iguales entre mis dos hijos, Sesshomaru e Inuyasha."
Sesshomaru gruño, y el abogado miro nerviosamente del papel hacia él. Sesshomaru le dio una señal para continuar.
"Mis compañías pasaran tanto a Sesshomaru como a Inuyasha. Mis casas…"
"Yo ya se que va para a mi y a mi medio-hermano." Sesshomaru interrumpió irritado. "Quiero que me digas las condiciones."
"Si, si, por supuesto." ¿El abogado no tenía más respuestas?
"En orden a que mis hijos consigan su herencia, ellos tendrán que trabajar juntos y…" el abogado dio una asustada mirada hacía Sesshomaru. "Ellos tendrán que casarse con una humana. Si alguno no siguiese mi última voluntad, su parte de la herencia irá para el otro hermano. Si ninguno siguiese mis condiciones, el dinero será dado al gobierno."
Hubo silencio por un largo tiempo, en el cual Sesshomaru mantuvo una blanca expresión y el abogado jugaba con su corbata y el cuello de su camisa.
"¿Hay algún modo de pasar por sobre estas… condiciones?" Sesshomaru dijo la última palabra cono si fuese una maldición.
"No señor. Si no las sigue, perderá todo, y todo ira para su hermano."
"Mmm."
"Señor, si me permite, creo que…"
"No te permito." Sesshomaru le cortó. "¿Cuanto tengo para seguir los deseos de mi padre?" Miro hacia el abogado, y el abogado pareció volverse más pequeño.
"Tiene una semana para encontrar una prometida, y entonces un mes para casarse con ella."
"Un mes."
"Si, un mes."
"No repitas lo que digo."
Y con eso, Sesshomaru se puso de pie y calmadamente deja la habitación. Su expresión mostraba tanta emoción como lo haría un papel en blanco. El único signo de que estaba mucho más que molesto era la sangre en su mano. Sus garra se habían incrustado en ellas para el final de la muy molesta conversación. Miro a una de sus palmas como sus heridas sanaban rápidamente.
Realmente odiaba a su padre. Le odiaba más por morir antes de que Sesshomaru le dijese exactamente lo que pensaba de su testamento.
Dentro de la habitación, el abogado dejo salir un suspiro de alivio. En verdad, youkais podían ser muy impredecibles, especialmente los inu-taishos.
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Ella no podía respirar, no podía hablar, no podía pensar y algo estaba muy mal porque ella no había escuchado eso. Ella no podía haberlo hecho.
"¿Qué?" Ella dijo, mirándole con sorpresa en sus ojos. Ella pensó que su vos sonaba un poco rasposa. Deseaba que sonase segura…
"Iras a odiar esto. Tarde o temprano. Simplemente no te gustara, y al final seremos infelices, y desearas nunca haberme conocido." Dijo él tan rápido como pudo. Repentinamente encontró su vaso de vino extremadamente fascinante.
Ella sintió que algo en su interior se quebró, pero ella… su corazón no podía, no podía, no podía entender lo que él había dicho. Eso no podía ser posible. Ellos…
"¿Qué?" Ella repitió. Finalmente la miro, y se sintió perdida.
Ella lucia hermosa. Su cabellos era brillante y suave, sus labios eran perfectos para besar. Sus mejilla estaban levemente sonrosados y sus ojos… ellos eran tan… azul… él nunca había visto ojos más azules. En ese momento, aún así, los ojos de ella mantenían sorpresa y dolor.
Ella lucia descorazonadamente hermosa.
Ella no era suficiente para él.
Y entonces la vos de ella rompió sus pensamientos, y sus palabras casi le hicieron decir que todo era una broma.
"Pensaba que te me ibas a proponer esta noche." Ella dijo suavemente. Lucia tan pequeña, tan desesperada… en su corazón, él sabía que esta era la mejor elección. La única elección.
"Lo estaba, pero… algo…" ¿Debería mentirle? "Algo apareció en el camino." El descubrió que no podía decirle la verdad, no aquí, no así, no ahora.
Y entonces ella finalmente le miro, y él juro que vio fuego en sus ojos.
"Quiero la verdad." Le dijo firmemente, y él estuvo si habla por un momento.
Ella deseaba que él se riera y le dijese estaba solo burlándose. Estaba esperando por el momento en el cual él sacaría de su bolsillo una pequeña cajita. El se pondría de rodillas, y ella se reiría y le diría que era un idiota. Por supuesto, cuando le hiciera la pregunta ella diría que si porque ella nunca podía decirle que no.
Pero él solo se quedo frente a ella, con su boca levemente abierta, y sus ojos brillando con culpa. El finalmente la miro a los ojos, y ella jadeo en sorpresa.
'¡Oh dios, oh dios, oh dios!' Ella pensó. Esto no era real. Esto no estaba pasando. Esto no podía ser posible. Sintió ganas de ponerse de pie y decir 'Bien, me tienes. ¿Donde están las cámaras?' Pero sabía que esto no pasaría. Eso nunca pararía porque la vida no es así de fácil, y los ojos de Inuyasha nunca mentían. Su cuerpo, acciones y boca podían mentir, pero nunca sus ojos. Y fue en esas doradas esferas que parecían tener la luz del sol que encontró la verdad.
El estaba dejándola.
Sus ojos no tenían el brillo que usualmente tenían cuando la miraban.
Allí no hay brillo, no hay brillo, no hay brillo…
"Aome…" dijo él, y su vos no tenía el cariñoso tono que solía tener cuando pronunciaba su nombre.
Estaba perdiéndole.
"Inuyasha." Dijo ella, solo porque no soportaba el silencio.
Sabía que estaba quebrándola, pero tenía que hacerlo. Si no lo hacía, las cosas solo serían peores, y no deseaba causarle más dolor. Nunca quiso causarle algún dolor.
Tenía que hacerlo.
Y ahora ella estaba sufriendo.
Pero era por su bien.
"¿Quizás deberíamos discutir esto en otro lugar?" El no quería que el mundo la viera caer.
"No." Dijo firmemente ella. Inuyasha suspiro. "¿Por que esta dejándome?"
Su pregunta lo hiso congelarse. ¿Cómo podía decirle la verdad? ¿Cómo podía hacer aquello mas sutil? Sus orejas cayeron, y dejo salir un pequeño suspiro.
El corazón de Aome se volvió más pequeño y un estremecimiento recorrió su cuerpo. Su mente se mantenía girando cuando decenas de preguntas se formaban allí.
¿Por qué estaba terminado con ella?
¿Había alguien más?
¿Es que no la amaba?
¿Es que nunca la amo?
"Por favor…" Ella rogo, e Inuyasha finalmente abrió su boca.
Ninguna palabra surgió. Hubo solo silencio, e Inuyasha y Aome se dieron cuenta de que nunca se habían sentido más apartado del otro.
"Yo…" Empezó, pero las palabras se secaron en su boca.
Y entonces Aome decidió que estaba cansada de esperar. Deseaba y necesitaba y esto no era justo. Ella podría hacer lo que sea, todo, para solo estar a su lado. Lo amaba y adoraba y necesitaba. No iba a dejarlo ir.
"Hare lo que sea…"
"Espera."
"… para estar a tu lado…"
"Alto."
"… y nunca separarnos…"
"No digas eso."
Solo romperás tu corazón…
"Te amo."
Es demasiado tarde.
"Aome…"
Antes de que pudiese decir algo más, ella se puso de pie, camino hacía él, y atrapo los labios de Inuyasha con los suyos. Ella olvido que estaba en un elegante restaurante y que se suponía debía de comportarse apropiadamente. Solo deseaba que Inuyasha la besara también. Deseaba que él recordara cuanto la amaba. Porque lo hacía. Lo había dicho en incontables ocasiones. Y él aún la amaba porque, ¿que podía interponerse en su amor?
Y entonces Inuyasha se aparto y aplasto las palabras de Aome.
"Kykio…" respiro contra la boca de ella, y entonces sus ojos se agrandaron.
Calidos ojos dorados vieron aquellos destrozados azules e Inuyasha vio su error.
Aome vio su entorno regresar a sus sentidos. Vio la mesa en la que estaban y vio a las personas que estaban mirándolos. Vio al mesero encaminarse hacia ellos y, sobre todo, vio a Inuyasha. O mas bien escucho lo que había dicho.
Lo había perdido.
Sin otra palabra o Mirada a Inuyasha, tomo su pequeño monedero negro y camino con cuanta dignidad pudo hacia la salida del restaurant. Abrió la puerta doble y salió. Y fue recibida por el frio viento de Noviembre.
A tres cuadras del restaurante ella empezó a correr.
Y no se permitió llorar.