Disclaimer: ninguno de los personajes utilizados me pertenecen. Son del gran Mishimoto-sensei a quien admiro y respeto como no tienen idea… aunque lo admiraría más si pusiera yaoi en el manga y anime!! Algo como NaruxSasu no me molestaría en lo absoluto.
Advertencias: AU
Parejas: NaruxSasu (amo esta pareja!) ItaxDei (en un futuro no muy lejano) OroxIta (es horrible!! Lo sé. Pero necesito a alguien malo que haga sufrir un ratito a mi lindo Ita-chan, para después recompensarlo con el lindo Dei-chan!! Por favor, no me maten!!)
I Don't Know Speak Of Love
Prólogo: Entendiendo mi situación.
Naruto Uzumaki podría describir su vida con casi cualquier palabra, pero en su vocabulario el adjetivo "feliz" no era utilizado para hacer referencia a la anterior descripción. Su vida, desde el momento de nacer, no había sido miel sobre hojuelas, al menos hasta que encontró el mayor yacimiento petrolífero bajo sus tierras, hecho que provocó un giro de 180 grados en su vida.
El rubio, de complexión delgada pero fuerte, y dueño de un par de hermosos ojos zafiros, no siempre fue rico. Nacido en el seno de una familia de clase baja, Naruto se vio privado del calor familiar a la tierna edad de tres años, época en la cual su madre, Kushina Uzumaki, murió a consecuencia de cáncer, enfermedad que no se pudo tratar adecuadamente debido a la falta de recursos económicos. Aún así, quedaba su padre, Minato Namikaze, quien a raíz de la muerte de su adorada esposa se sumió en una profunda depresión que pronto se vio reflejada en eternas noches de borracheras.
Pasando más tiempo borracho y desempleado que sobrio y con empleo, el padre de Naruto no podía solventar los gastos que conllevaba un hijo. El chico, cansado de la actitud de su padre, huyó de la casa a los trece años, cambiando su apellido original Namikaze, por el de su difunta madre, Uzumaki. Mintió sobre su edad y consiguió un trabajo mal pagado en una fábrica. Trabajando de día y estudiando de noche, consiguió terminar la secundaria casi al mismo tiempo que la mayoría de los chicos de su edad comenzaban la universidad.
Cuando cumplió los veinte años, consiguió comprar con los ahorros de toda su vida un pequeño rancho. Trabajó en aquel trozo de tierra más de doce horas al día, criando ganado y vendiéndolo después. A la edad de veinticinco, descubrió el petróleo en su tierra. Y a partir de ese momento, todos los que alguna vez le dieron la espalda y humillaron su origen pobre, se encargaron de remediar su error. Cualquier mujer con una hija joven y soltera, se aseguraba de invitarlo a cenar, y dado su atractivo físico, pronto se convirtió en uno de los solteros más codiciados de aquella zona. Pero para Naruto, todas aquellas personas no eran más que unas hipócritas que se interesaban en su dinero y nada lo haría cambiar de opinión respecto a ese tipo de individuos. No era que le interesara el dinero, pero bastante había sufrido para conseguirlo y no dejaría que nadie se aprovechara de él.
Consecuencia de su triste y solitaria infancia, Naruto estaba seguro de qué era lo que más anhelada: una familia y respetabilidad. La primera la conseguiría casándose con una chica de familia acomodada y con algún apellido importante, cosa que era algo difícil dadas las preferencias sexuales del ojiazul.
Uno de los rasgos característicos de la personalidad de Naruto, era su condición homosexual de la cual no se avergonzaba y mantenía con cierta discreción. Las chicas no le atraían en lo más mínimo: detestaba su voz chillona y lo histéricas que podían llegar a ser si se lo proponían. Deseaba un compañero que tuviera gustos similares a los suyos, alguien con el cual hablar cuando se le diera la gana y de la manera que quisiera, alguien que no alegara un "dolor de cabeza" cuando ansiara tener sexo, o incluso alguien a quien no le enfureciera olvidar fechas importantes; un chico al que no le molestara y entendiera cuando deseaba tener sexo desenfrenado y cuando quería ser dulce y hacer el amor; pero sobretodo, que no se pusiera sentimental de un momento a otro y entendiera esos pequeños defectos que todos los hombres tienen. (Admitámoslo chicas, somos unas problemáticas… pero aún así, nosotras dominaremos el mundo!!)
Por lo tanto, quería un chico de buena familia para juntos poder adoptar a algún niño huérfano, darle su apellido y criarle como si fuera de su propia sangre. Y sabía exactamente quien llenaba los requisitos intrínsecos que cualquier hombre desearía en su pareja: guapo, inteligente, refinado, elegante... Y sólo había un nombre que cubría esos requisitos y mucho más… Sasuke Uchiha.
La mejor parte era que tenía un as bajo la manga para convencerlo de casarse con él: la ambición desmedida de su cuñado.
¡Ese sujeto estaba loco!
En definitiva, si estaba en ese lugar sólo era para dejarle las cosas muy en claro y pedirle amablemente que saliera de su vida para siempre.
Y más le valía a ese tal Uzumaki que comprendiera a la primera… porque una humillación como esta no la iba a pasar dos veces en su miserable vida.
Se observó una vez más en el retrovisor, no por vanidad, pero quería estar seguro de dar una imagen intimidante y muy masculina. Ajustó un poco sus caros lentes de diseñador y con una elegancia natural en él, bajó de su deportivo negro, activando la alarma al cerrar la puerta.
Una vez fuera, examinó a su alrededor. Miles de obreros entraban y salían de una construcción cercana, la cual a simple vista, se podía notar como era una elegante e inmensa mansión. Sabía que Naruto estaba construyéndose una de las mejores mansiones de la zona y aquellos cimientos lo demostraban.
Con paso decidido, marchó hacia aquel lugar y buscó con la mirada a un rubio desquiciado. Afortunadamente no lo encontró y cuando se disponía a regresar a su auto, un hombre de mediana edad lo detuvo.
-¿Joven Uchiha?
El aludido asintió.
-El señor Uzumaki lo espera, por favor pase. ¡Muchachos, hora del descanso! –exclamó, dirigido al montón de obreros que estaban rabajando.
Decenas de hombres salieron de varias habitaciones, dejándolo solo en menos de un minuto. Estar con Uzumaki a solas, le daba un poco de nerviosismo, pero era algo que jamás admitiría. Además, así podría partirle la cara a ese sujeto sin testigos. Incluso podría torturarlo lenta y dolorosamente hasta que…
-Me alegro de su visita, joven Uchiha.
El rubio examinó al Uchiha de manera intensamente descarada, comenzando por su cabellera tan negra como las plumas de un cuervo; no pudo observar sus hermosos ojos negros porque estaban ocultos tras unas gafas para el sol, pero sí puso contemplar su pálida piel nívea y su manera de contrastar con la camisa azul marino que vestía. Pasó su azulina mirada por el pecho del invitado, notando que a pesar del color oscuro de la tela, un par de líneas de músculos bien formados se traspasaban sobre ella. Y por supuesto, tuvo que admirar el bien formado trasero, enfundado en esos momentos por un pantalón negro entallado, lo que lo hacía más apetecible en conjunto con sus largas piernas bien formadas; en fin, toda una delicia al espectador.
El azabache, consiente del lento escrutinio al que fue sometido, dio un par de pasos hacia delante para saludar formalmente a la persona que tan amablemente lo invitó.
-Buenas tardes, señor Uzumaki.
Aunque ninguno lo demostró, ambos sintieron esa corriente eléctrica en el momento en que sus manos se encontraron en un frío saludo.
-Debo decirle que estoy aquí sólo por lo de su proposición –comenzó rompiendo el silencio Sasuke.
-Pensé que necesitaría más elementos para convencerlo –el brillo de malicia que se asomó en los ojos azules no pasó desapercibido por el azabache.
-En realidad pude haberme dado el gusto de decírselo por teléfono, pero la verdad… quería ver su cara de decepción cuando le rechazara frente a frente su propuesta de matrimonio.
Según el azabache, eso fue suficiente para destrozar el orgullo del rubio, pero grande fue su sorpresa al ver que, contrario a sus predicciones, la ligera sonrisa del ojiazul se convertía en una carcajada bastante fuerte.
-Con su actitud confirmo que está loco. Nadie, dentro de su sano juicio, se atrevería a reír justo cuando su propuesta de matrimonio ha sido rechazada.
-Vaya, lindura, lo único que debo hacer es seguir insistiendo. Sabía que no aceptarías inmediatamente.
Un par de venas comenzaron a palpitar peligrosamente en las sienes del ojinegro. Nadie, absolutamente NADIE, se atrevía a llamarlo lindura, y menos, de una manera tan cínica. Olvidándose temporalmente de sus modales, lanzó un certero puñetazo al labio del rubio, el cual no pudo esquivar porque aún seguía muy ocupado riéndose del moreno.
-Amablemente –comenzó Sasuke en un tono contrario a lo que expresaba –le pido que me deje en paz. Ni ahora, ni en un millón de años, aceptaría casarme con alguien como usted.
Observando la brillante sangre en la palma de su mano, Naruto no pudo evitar formular una pregunta que llevaba rondando su mente desde en momento en que el Uchiha le rechazó:
-¿Y por qué no?
-Primera, no lo conozco. Segunda, ¿qué le hace suponer que me atraen los chicos? Tercera, no quiero casarme por conveniencia. Y cuarta razón, pero no la menos importante: no estoy enamorado de usted.
-Primera, podemos llegar a conocernos –contestó Naruto de la misma manera en que lo hizo Sasuke –Segunda, investigué un poco y resultó que ha tenido varias relaciones… todas con hombres. Tercera, no es conveniencia. Y por último ¿amor? Eso no existe… sólo es un arranque de hormonas y lujuria; cuando se satisface el líbido, uno se da cuenta de que está desenamorado"-desafió el ojiazul.
-Concuerdo en eso, quizá el amor no exista, pero al menos me gustaría que me dieran la opción de elegir con quién me caso.
-Tiene varias opciones, ¿no Uchiha? Una de ellas soy yo.
Ni en un millón de años elegiría a alguien tan condenadamente… atractivo como ese rubio.
¿Qué demonios estaba pensando? Lo que en realidad quería decir, era un idiota condenadamente descerebrado que cree que puede comprar a las personas.
-Usted también debe de tener muchas opciones ¿Por qué no escoge a otro y me deja en paz?
-Porque usted es el que yo quiero.
En definitiva, aquel rubio era un crío terco, caprichoso y obstinado. ¡Sólo sería un capricho! Eso era algo denigrante para su orgullo, el cual, no era nada pequeño.
-Pero yo no. No pierda su tiempo, Uzumaki, nada de lo que diga o haga me hará cambiar de opinión acerca de casarme con un bárbaro como usted.
-Quizá no tenga estudios universitarios –alegó Naruto –pero seré un esposo fiel y bastante generoso en el ámbito económico para un marido igualmente fiel. No les faltará nada ni a usted ni a nuestros hijos.
¿Hijos? ¡Ni siquiera le había dicho que sí y él ya estaba pensando en hijos! Definitivamente su teoría de que ese ojiazul debía estar en un manicomio se hacía más fuerte con el transcurso de los minutos.
-¿Hijos? Quizá su falta de estudios le hace ignorante al hecho de que los hombres no pueden tener hijos con otros hombres.
-Existe la adopción. Incluso podemos alquilar algún vientre y tener un hijo de cada uno.
La poca paciencia del azabache llegaba a su límite. Era mejor irse en ese mismo instante antes de que fuera acusado de homicidio.
-La respuesta seguirá siendo no. Ya le dije que no pierda su tiempo. Con permiso.
Sasuke metió las manos en los bolsillos de su pantalón y se alejó de Naruto, no sin la firme ideología de que ese sujeto estaba completamente loco. Pero lo que no pudo observar fue la sonrisa de diversión del ojiazul ni su mirada decidida.
-Y bien… estoy seguro de que has acordado una fecha para la boda ¿no Sasuke-kun?
Aunque llevaba más de diez años viviendo con aquel hombre de larga cabellera negra y ojos amarillos como los de una serpiente, aún no se acostumbraba al tono que empleaba y que continuaba causándole escalofríos en todo su cuerpo.
Se giró hasta quedar de frente al sillón, en donde su hermano mayor, Itachi Uchiha, se encontraba sentado. Los dos Uchiha eran bastante parecidos: ambos compartían el mismo tono de ojos y cabello, pero no el mismo tono de piel. Mientras que Sasuke era pálido, Itachi tenía la piel un poco más tostada y un par de sexys líneas bajaban desde sus ojos, dándole un aspecto misterioso. Además, el mayor de los Uchiha tenía su largo cabello ébano atado en una coleta baja, en tanto el menor, solía tener el cabello corto y peinado hacia arriba, sólo con un par de mechones al frente y también solía adquirir un tono azulado de vez en cuando.
En ocasiones, justo como en esos instantes, se preguntaba cómo su hermano era capaz de haber soportado por doce años al tal Orochimaru, el cual le doblaba la edad a Itachi.
No era un secreto para nadie que Itachi se vio obligado a contraer nupcias con Orochimaru doce años atrás. Sasuke sabía que la decisión de su hermano se había visto influenciada por él. A la muerte de sus padres en un accidente aéreo, cuando Sasuke tenía once años e Itachi diecisiete, servicios sociales se había visto en la necesidad de retirarle la custodia de Sasuke, debido a que Itachi aún era menor de edad. Además, existía el problema económico. Si bien provenían de una familia acaudalada, la minoría de edad de ambos herederos se había convertido en el obstáculo para administrar su fortuna.
La única manera de quedarse con la custodia de Sasuke, era casarse con alguien mayor de edad que se hiciera responsable de ambos. El anterior novio de Itachi llamado Deidara, al ser también menor de edad, no cumplía con el requisito de la edad. Y aunque Itachi, siendo atractivo tenía bastantes pretendientes, ninguno se quiso casar con él para hacerse responsable del menor de los Uchiha.
Dejando de lado al amor de su vida, Itachi aceptó la propuesta de Orochimaru. Claro, el haber abandonado a su rubio amor le había dolido intensamente, pero era lo mejor para su hermanito.
Durante los primeros años de matrimonio, Orochimaru había forzado a Itachi a mantener relaciones maritales, cosa que el Uchiha se había forzado a ocultar para no hacer sentir mal a Sasuke, pues éste ya tenía suficientes remordimientos de conciencia al saber que su hermano se había casado abandonando a su novio sólo por él. Ahora dormían en habitaciones separadas y rara vez salían juntos.
El dinero que ambos Uchiha debían tener, había pasado de su cuenta bancaria, a la de Orochimaru por al menos quince años, según el contrato prenupcial. Esto había impedido el divorcio, cosa que Itachi ansiaba, pero se negaba a dejar la fortuna de su familia en manos del anciano. Sasuke, siendo conocedor de la mayor parte de lo que su hermano había tenido que pasar por él, se sentía en deuda con el mayor y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por él, justo de la misma manera en que el mayor había hecho por él.
Volviendo al escenario actual, Sasuke pudo observar que su hermano se encontraba bastante pálido y con mirada preocupada, justo al contrario que su cuñado.
-¿Cuándo es la boda, Sasuke? –insistió Orochimaru.
-No habrá boda, Orochimaru.-respondió firmemente el azabache menor -Te lo dije antes de irme. No hay boda ni habrá boda.
El rostro sonriente del anciano rápidamente se tornó en una expresión de furia.
-¡Te lo advertí, Sasuke! Tú, mejor que nadie, sabe la situación en que nos encontramos…
-¡Cállate! –interrumpió el mayor de los Uchiha, poniéndose de pie y encarando a su odioso marido.
-Vaya, como siempre, tu hermano trata de protegerte del mundo hostil. Díselo, Itachi. Atrévete a decirle que estamos a punto de perder nuestra fortuna.
-¿Qué? ¿De qué esta hablando este senil? –Preguntó sorprendido Sasuke -¿Es cierto que vamos a perder nuestra fortuna? ¿La fortuna de nuestros padres?
-Sasuke…
-No me ocultes nada, hermano.
-Debido a una mala inversión… -se decidió a hablar Itachi –estamos a punto de perder lo que nuestros padres nos heredaron.
-No, no fue debido a una "mala inversión". Fue por tu culpa, Sasuke.
-¿A qué te refieres?
-¿Recuerdas a tu amigo Shino? Yo no lo hubiera contratado de no haber sido por mi aprecio hacia ti, Sasuke. Pues tu amigo este, desfalcó a la empresa y ahora no tenemos ni un peso, incluso nuestras acciones están en peligro. Si no pagamos lo que tu estúpido amiguito nos robó, no tendremos más remedio que dar por perdido todo lo que tenemos y quedarnos en la calle.
-¿Ya avisaste a la policía? –inquirió el azabache menor.
-Sabes que no puedo hacer eso. Si lo del desfalco se hace del conocimiento público, los inversionistas no querrán arriesgar el dinero con nosotros. Necesitamos el dinero de Uzumaki para recuperarnos y tú, mi querido Sasuke, es el chico con quien ha elegido casarse.
-¿Estás seguro de que invertirá el dinero en la empresa si me caso con él? –cuestionó Sasuke.
-Cumple tu parte casándote con él, y yo me haré cargo de lo demás. Itachi, habla con él y convéncelo. Yo me largo a la empresa.
-Que te quede muy claro, Orochimaru –interrumpió Itachi antes de que el mayor abandonara la habitación. –que yo no voy a obligar a Sasuke a casarse. Si perdemos la empresa o el dinero no me importa. No voy a permitir que manejes su vida.
-No seas estúpido, Itachi. Es el dinero de tu familia. Deja que tu hermano se encargue de recuperarlo.
Azotando la puerta, Orochimaru abandonó la sala. Los dos hermanos se quedaron en silencio, cada uno con sus pensamientos. El primero en romper el mutismo fue Sasuke, que imitando la acción de su hermano mayor, se sentó a su lado, descansando su cabeza en el pecho del mayor, como solía hacerlo cuando eran pequeños. En la actualidad, Sasuke sólo hacía eso si estaba preocupado por su hermano, pues rara vez dejaba ver algún sentimiento frente a una persona que no fuera su hermano.
Itachi aceptó la acción de su hermano, dejándolo recostarse junto a él y acariciando sus cabellos negros.
-¿De verdad perderemos la fortuna de nuestros padres?
-Me temo que sí.
Unos momentos de silencio sirvieron a los hermanos para reflexionar sobre la situación de cada uno. En realidad, al mayor no le importaba en absoluto perder el dinero, con tal de que su hermano fuera feliz. Pero a Sasuke, el asunto le preocupaba de sobremanera. Itachi se había "sacrificado" al casarse con Orochimaru para asegurarle un futuro y evitar que se lo llevaran al orfanato. Y ahora, Sasuke podía tener la oportunidad de retribuirle a su hermano lo que había hecho por él doce años atrás.
-No quiero que te cases con Naruto. –Comenzó a hablar Itachi, sin dejar de acariciar los cabellos de su hermano menor –No quiero que pienses en mi, Sasuke. Piensa en ti. Lo que menos deseo es que tú te veas obligado a casarte con alguien a quien no amas. Tómame como ejemplo, mi vida ha sido un infierno. No te lo quiero echar en cara, simplemente no deseo que pases por lo mismo que yo. No me importa perder lo que nuestros padres nos dejaron, si eso te hace feliz, por mi está bien.
A pesar del discurso de Itachi, para Sasuke no había otra opción: por el bien de su hermano y para que su sacrificio de casarse con Orochimaru no fuera en vano, tenía que casarse con Naruto. Por primera vez, estaba dispuesto a dejar a un lado su orgullo e ir a pedirle disculpas al rubio y, humillantemente, aceptar su propuesta de matrimonio.
Pero había otro factor bastante importante: ¿el rubio lo aceptaría de nuevo? O ¿lo humillaría de la misma manera que él lo hizo? Después de todo, el ojiazul también era orgulloso y después de haberlo rechazado en la cara, podía darse el lujo de hacer exactamente lo mismo con el azabache.
Continuará...