Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, sino a su autor Kishimoto-sama, este fic lo hice solo y únicamente como diversión

Parejas: SasuxNaru.

Advertencia: Este es AU (Universo alterno) Contiene Yaoi, Tragedia, Lemon.

Beta: Usarechan.

Aclaraciones: Durante la Guerra de las Hadas, las criaturas se dividieron: A los hablantes que lucharon con ellas se les llamó shankyts, a los que se ocultaron en los rincones se les llamó gutiplunques y a los que formaron las huestes del Astado se les llamó infames.

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Capitulo 11.- Confusiones

Naruto estaba cada vez más preocupado por su amigo Gaara, debió haber llegado horas atrás, ¿Le habría sucedido algo? En verdad esperaba que no.

Ya no podía con esa desesperación; llamó a los sirvientes de la casa y les pidió ir a buscarlo pero sólo lograron encontrar sus cosas y su cabello.

—No te preocupes Naruto —le dijo Dyfde tratando de consolar al rubio —, ya he enviado a algunos animales del bosque y Beld también se unió a la búsqueda.

—Espero que lo encuentren —el humano estaba realmente preocupado por el pelirrojo que era como un hermano para él.

El azabache gruñó por decima vez; estaba recargado junto a la ventana con los brazos cruzados, molesto y celoso (aunque no demostrara lo último).

— ¡Sasuke! —le gritó el hada, sobresaltando al aludido. El espíritu miró a Dyfde con deseos homicidas soltando un escueto: ¿Qué?

La Holda le dijo que hablara con los árboles del bosque pues, seguramente ellos sabrían del paradero del humano pelirrojo. Sasuke se iba negar pero ante la mirada anhelante de Naruto simplemente no pudo más que obedecer.

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Gaara estaba sentado en la cama; no podía creer que estaba en la presencia de ese ser que dominaba sus sueños.

— Acaso… ¿acaso nos conocemos? —cuestionó el pelirrojo sin despegar los ojos del elfo que lo miraba tan confundido como él. Denma estaba muy preocupada por su amigo y las reacciones que él y ese elfo pudieran tener.

—No lo creo —de eso estaba seguro, Naruto había sido el primer humano con el que tuvo contacto después de lo sucedido con Itachi.

Ninguno despegaba la mirada del otro. Tanto Sai como Gaara sentían una extraña sensación; sus corazones latían con fuerza. El elfo no soportó más aquella atmosfera. Se levantó argumentando que iría a buscar algo de comida para el pelirrojo y salió de la habitación cerrando la puerta sin darle tiempo a ningunos de los dos amigos de reaccionar o decir algo.

Sai suspiró, ¿Qué le sucedía? ¡El odiaba a los humanos! Por culpa de ellos había perdido a su gran amor, ¿Por qué trajo a ese pelirrojo a su hogar? Negó con la cabeza. ¿Finalmente le estaba pasando? ¿La tristeza lo había alcanzado?

Él era un elfo, los de su clase eran casi inmortales, no conocían la vejez y sólo podían morir por alguna herida o si una tristeza avasalladora los alcanzaba; y él, Sai, conocía esa melancolía pero por alguna extraña razón no murió como muchos otros.

Se dirigió a la pequeña cocina donde preparó una infusión de hierbas para ayudar a Gaara a recuperase más rápido y así pudiese largarse y dejarlo solo para esperar a que la muerte se apiadara de él y lo llevara con Itachi.

Cuando estaba por terminar; escuchó unos pasos pequeños que se acercaban a la entrada, segundos después le siguió el sonido de tres golpecitos en la puerta.

— ¿Quién es? —preguntó Sai con cierta reserva. Beld respondió del otro lado. Sai soltó un pequeño suspiro, por un momento creyó que podría ser un infame y se reprendió por pensar algo tan tonto; si fuera uno de esos miserables, no se hubiera tomado la molestia de tocar.

Sai abrió la puerta para dejar entrar al duende que se veía cansado y sudoroso por el tiempo que había estado corriendo.

— ¿Qué sucede Beld? —le preguntó el elfo preocupado. El duende lo tranquilizo diciéndole que sólo estaba algo cansado pues llevaba horas buscando al amigo de Naruto.

Sai sintió como si su corazón se estrujara, no comprendía la razón pero algo le decía que no podía dejar ir al pelirrojo, al menos no por el momento. Miró al duende y le dijo que regresara con Naruto, que el humano estaba bien pero que por el momento era prudente que no se moviera.

Beld no pudo ocultar su sorpresa, conocía bien la aversión que sentía el elfo por los humanos; y si aceptaba a Naruto era únicamente por Sasuke, entonces, ¿Por qué?

— ¿Estás seguro? Podría pedirle a… —Sai lo interrumpió diciéndole que no se preocupara, él cuidaría del humano hasta que se sintiera mejor.

Beld se encogió de hombros; seguía pareciéndole muy extraño que el elfo se preocupara tanto por un humano pero decidió que lo mejor sería hacer lo que Sai decía. Se despidió de su amigo y se fue.

Cuando el duende se fue, Sai quedó más confundido que en un principio. Lloró sin saber por qué y eso sólo causó más lágrimas.

—Itachi… —murmuró. Lo amaba y se sintió como un traidor al permitir que otro ocupara su lecho, aun cuando no compartiera sus noches —perdóname…

Continuará…