La mala suerte de Jeff Hardy
Desde que Jeff Hardy logró el cinturón de campeón (y con el, unos vales descuento en una tienda de pintura –lo que explica su maquillaje facial-) ha sufrido varios incidentes y accidentes.
¿Es gafe Jeff? En una larga entrevista, de más de dos horas, que pronto se editará en PVC, su hermano Matt desgranó los puntos claves de una extensa teoría sobre la supuesta mala suerte de su hermano:
- No –dice-, no es gafe. (El resto del PVC, contiene las tomas falsas de esta extensa declaración).
¿Está maldito el cinturón de campeón? (¿maldito o infectado? porque Edge no se lo quitaba ni para dormir, ni cuando visitaba la granja de su buen amigo Jesse –que cultiva unas hierbas muy buscadas por los tíos duros- como el tomillo y la menta).
Para investigar la mala suerte de Jeff Hardy se llamó a Iker Jiménez, pero el célebre investigador de lo paranormal estaba ocupado en un aterrador fenómeno: ¿por qué las rebanadas siempre caen al suelo del lado de la mermelada? (inquietante, ¿eh?). Entonces, pidieron colaboración al agente Dale Cooper (Twin Peaks), pero estaba ocupado con Toma Scully (de la versión X de Expediente-X), y al final –tras consultar la guía telefónica- me llamaron a mí (que me apellido Zuzón).
Para entender la mala suerte de Jeff Hardy hay que remontarse tiempo atrás, cuando Kane iba enmascarado y Undertaker tenía bastante más cabello. En aquellos tiempos, Cody Rhodes empezaba a mojar la cama (y aún no ha dejado de hacerlo); Umaga estaba delgado, y Vickie Guerrero se ganaba la vida leyendo el futuro en las palmas de los pies, el pozo del whisky o en las ruinas de las obras.
Matt y Jeff fueron a visitar la feria itinerante de "Fenómenos", del señor MacMahon. Allí compraron unos gusanos de goma al futuro Boogeyman, y mientras se los zampaban, visitaron el puesto de "bricolaje fácil" en que Triple H y Jimmy "Estaca" Dugan, explicaban gráficamente como colgar un cuadro.
Jeff y Matt, se tomaron unas pintas irlandesas en el negocio de Finlay, que les cobró en libras (¡Eran los tiempos de antes del euro!), y vieron al célebre levantador de pesas, Mark Henry que acaba de volver de Barcelona'92 (como había venido nadando, y cargando las pesas, pues había tardando varios años en volver a los Estados Humedecidos). También vieron al "hombre más pequeño del planeta":
- El hombre más pequeño del mundo está en el baño –dijo Big Show-, yo le suplo... ¿algún problema?
Los Hardy se alejaron algo decepcionados.
Deambulando por las atracciones de la feria, vieron al señor Antonio The paseando con su mujer, Milagros Miz, y su bebé (Anacleto The Miz).
El tío Sam, siempre al acecho de carne fresca, les asaltó en una esquina:
- Muchachos, unidos al ejército, América os necesita.
- No gracias –dijo Matt, que siempre ha sido pacifista.
- Antes me lanzo de una escalera de siete metros –dijo Jeff. Y como allí cerca había una tienda de compra-venta de escaleras, decidió saltar de una.
Por aquel entonces, Jeff aún no había inventado sus saltos, y de la cima de la escalera se limitó a dejarse caer.
- Apuntas maneras chico, pero debes entrenar tus saltos –le dijo el tendero de las escaleras, el Sr. Swanton (y en su honor, bautizó su "bomba Swanton").
Mientras Jeff caía, Matt, que miraba a otro lado, vio a un joven que se acercaba al tío Sam:
- Lléveme al ejército –dijo el joven-, quiero luchar por la paz, aunque tenga que matar a inocentes de países subdesarrollados a los que invadamos para hacernos con sus recursos naturales.
El tío Sam sacó una libreta y apunto el nombre del joven pimpollo:
- Cena, señor, John Cena.
- Enrolado estás, Cena. Ve con el sargento Bobby Lashley.
Por aquel entonces, Bobby Lashley era un chico tan esquelético como la escoba de Harry Potter, pero ya era de raza negra.
- Señor –dijo Cena alzando el brazo derecho-, me he enrolado.
Un par de palizas valieron a John Cena para aprender que el saludo nazi no era el más adecuado para presentarse a un superior del ejército líder del mundo libre.
Matt, y un dolorido Jeff se acercaron entonces a una tienda de un color olivo rosado muy extraño.
- ¿Qué hay aquí dentro? –preguntó Matt al portero.
- Es un misterio –les respondió David Batista, que estaba sacándose el título de portero de discoteca, y le tocaba hacer prácticas como portero en la feria.
Jeff metió la cabeza y le dijo a su hermano:
- Ven a ver, es la tienda de la mujer barbuda...
- Excuse meee... –se oyó del interior de la tienda.
Era Vickie Guerrero, que ejercía de vidente gitana. Y fue entonces cuando Vickie le lanzó a Jeff un mal de ojo y le maldijo por los siglos de los siglos (o al menos hasta Raselmenia XXV).
O puede que Jeff quedase maldito cuando, un martes trece (viernes trece en los Estados Humedecidos) pasó por debajo de una escalera, cruzándose con un gato negro, lo que le dio un susto e hizo que rompiera el espejo que llevaba y se le derramase el salero mientras intentaba abrir el paraguas bajo techo.
O puede que no. Quién sabe...
-fin-
Este fanfic tiene una finalidad rigurosamente humorística y paródica, cualquier parecido con la realidad es absolutamente deliberada.
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