N.A.- Feliz día de Muertos a toda la gente del mundo desde México (ya sé que hoy es 3 de Noviembre, pero no importa). Y en conmemoración de una festividad tan relevante para Soul Eater hay nuevo capítulo de 42.

El capítulo tiene leves menciones de muertes (ningún personaje principal, no se preocupen) y homicidio... porque esto es Soul Eater y el director de la escuela es el Dios de la Muerte, aun así no creo que sea nada muy fuerte, pero más vale prevenir (hay un separador en negritas antes de la parte con las menciones de muerte por si quieren prepararse mentalmente).

Este capítulo fue auspiciado por Ameri-chan80 y Lune, son geniales, gracias por sus reviews ;D.

Disclaimer: Disfruten una historia escrita por mi persona con personajes que yo no inventé.

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Capítulo 17: ¡Sígueme! Las almas que estaban llenas de angustia ¿Qué es lo que podemos hacer?

En cuanto la mayor de las Thompson vio a su técnico avanzar por el pasillo con la vista baja y los hombros tensos, asumió que las cosas no estaban bien con el chico, pero no abriría la conversación cuestionado su condición para no hacerlo sentir presionado.

- Kid, ¿dónde has estado? Los científicos están como locos, el Yeti apareció y...—comentó casualmente acercándose al chico.

- Lo sé, ¿dónde está Patti?—interrumpió el técnico con una voz tranquila que relajó a Liz.

- Salió de la habitación hace más de una hora y no ha regresado—replicó la chica.

Kid asintió con serenidad. – La buscare con mi percepción de almas—.

- ¿Por qué no hiciste eso en un principio en lugar de preguntarme?—soltó Liz para sí misma rodando los ojos.

- Ya la encontré—.

- Te ves un poco tenso, ¿descubriste algo sospechoso? ¿Quieres hablar un poco de eso?—preguntó la chica con la voz suave.

- No creo que estés interesada, no es acerca de nada de moda ni esas cosas que te gusten—replicó Kid distraídamente.

- ¿Y eso qué tiene? Me ofende que pienses que sólo me interesa la moda—después de que Liz dijera esas palabras quería creer que había visto a su compañero sonreír, pero no estaba completamente segura de eso.

De cualquier manera las siguientes palabras del chico la hicieron sentir bien consigo misma.

- Te lo contaré en el camino, sígueme—.

El joven Shinigami comenzó a caminar por el pasillo sin decir nada más. Liz lo siguió y casi de inmediato sintió el enlace que lo conectaba con su técnico fortalecerse y la voz profunda y tranquila de Kid llenó el interior de su cabeza mientras le contaba de lo que había encontrado en la biblioteca del laboratorio.

Sonaban como descubrimientos buenos, pero el alma de su compañero estaba inestable y podía sentir la preocupación en él... presentía que algo de lo que Kid había descubierto no era tan bueno.

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Maka estaba comenzando a arrepentirse de haberle preguntado a su compañero acerca de su día.

No porque su compañero no fuera un buen conversador o estuviera aburriéndola; simplemente era por la sensación de celos que comenzaba a surgir en la parte de atrás de su mente.

La técnico de guadañas siempre se había considerado una persona madura y segura de sí misma, pero en estos momentos estaba dudando severamente de eso por la sensación de celos que no le permitía disfrutar del todo la presencia de su compañero.

Al parecer el chico había encontrado compañía en una chica de nombre Nami y había pasado el día completo con ella.

Normalmente no le habrían preocupado esa clase de cosas, pero eso había sido antes de que su compañero hubiera puesto en claro que quería darle fin a su relación de técnico-arma. O al menos eso era lo que ella quería creer. Se rehusaba a pensar que esos sentimientos de inseguridad estuvieran atribuidos a alguna otra situación mucho más profunda que la profesional relación de compañeros que tenían.

- ¿Así que no conocías a Nami?—.

Maka negó suavemente con la cabeza, haciendo un esfuerzo monumental en que su cara no se torciera de alguna forma que revelara la molestia injustificada hacia la chica.

- Vaya, estaba seguro de que la conocerías, después de todo incluso ella estaba preocupada por ti—.

- ¿Preocupada por ?—repitió Maka; por unos segundos se sintió indignada pero ese sentimiento se convirtió en confusión. Sus celos habían sido olvidados temporalmente por su curiosidad innata que le exigía encontrar respuestas a las preguntas emergiendo en su cabeza.

- Sólo quería saber que estabas bien después del incidente en el que nuestras almas no pudieron sincronizarse—aclaró él tratando de abordar el tema de la sincronización fallida con tacto.

Pero Maka no se concentró demasiado en ese tema, parecía estar más preocupada por Nami.

- ¿Te hizo preguntas de algo más? ¿Te preguntó detalles acerca de nuestra resonancia fallida?—.

Soul negó la cabeza suavemente. - Después de eso no me hizo más preguntas, simplemente hablamos de temas sin importancia—explicó.

- ¿De qué hablaron específicamente?—presionó la chica.

- Realmente no fue algo importante, sólo fue conversación de las clases de la profesora Marie o cosas aburridas como el clima, sinceramente no creo que deberías preocuparte tanto por ella—aseguró Soul poniendo una mano tentativa en el hombro de su compañera. Le hubiera gustado abrazarla, pero estaba seguro de que no era el momento para eso.

- Es una persona muy sospechosa, yo no me fiaría de ella, Soul—reprochó y Soul notó como las manos que la chica tenía en su regazo se cerraban en puños.

Cuestionarla cuando se encontraba así no era lo más recomendable, pero aun así lo hizo y se preparó en caso de que un golpe fuera la respuesta. - ¿Por qué no?—.

- Porque...—la chica hizo ademanes con las manos y apretó los dientes y por unos instantes Soul sintió como si hubiera pisado una mina.

A Maka le habría gustado guardarse sus teorías por más tiempo, al menos hasta que estuvieran suficientemente fundamentadas como para no sonar como disparates, pero cuando Soul le preguntó no pudo evitar soltar todo lo que tenía en mente.

- Son muchas cosas, Soul, por ejemplo, es verano y esconde la mayor parte de su cuerpo con ropa gruesa, su onda de alma se siente extraña, como si estuviera atrapada; además con todo lo que está sucediendo en Shibusen no se puede pasar nada por alto, aun si es una simple conjetura no puedo dejar de sospechar—reflexionó mientras miraba al suelo con la mente enredada en sus pensamientos.

Con el traidor en el interior de Shibusen; no se podía confiar en nadie que no hubiera demostrado ya ser de confianza.

- Yo no creo que esté tratando de esconderse, porque si ese fuera el caso no creo que estuviera haciendo un buen trabajo—observó Soul con voz relajada tratando de suavizar la tensión en el ambiente.

- ¿Por qué lo dices?—los ojos verdes de la chica se enfocaron en su compañero y todo rastro de molestia comenzó a evaporarse en ella.

- Sus ojos, son como ventanas abiertas; con sólo ver sus ojos puedes ver prácticamente toda su alma... así que, ¿por qué molestarse en esconder todo su cuerpo si la parte que más la pone en evidencia está al descubierto? No tiene sentido—razonó el chico mirando hacia arriba.

Maka sonrió suavemente. Aunque ella tuviera un excepcional poder para sentir las almas y ver a través de la mayoría de la gente su compañero siempre había sido muy perceptivo con los sentimientos de las personas; buenos instintos y corazonadas que le permitían ver cosas que ella pasaba por alto por ser demasiado objetiva, como, en este caso, la preocupación genuina de Nami.

En el pasado lo que en ocasiones más le molestaba es que el chico hiciera caso omiso de sus presentimientos por miedo a lucir menos cool. Pero al parecer un punto bueno de haber perdido la memoria es que ya no recordaba ese miedo absurdo a verse mal haciéndole caso a lo que le decía su alma.

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Kilik comenzó a tocar el instrumento de percusión; procurando seguir el ritmo que marcaba la melodía de aquella caja de música.

Repentinamente sus pequeños compañeros dejaron de bailar y sus caras se llenaron de inseguridad.

Entonces un temblor muy fuerte comenzó a agitar el lugar.

La gigantesca caja de música impactó de lado contra el suelo deteniendo completamente la melodía que tocaba.

Los objetos que se encontraban en los estantes comenzaron a tambalearse y caer mientras el temblor se intensificaba hasta el grado de casi volverse terremoto.

Unas cuantas botellas y objetos de cristal cayeron contra el piso y se hicieron añicos.

Las pequeñas armas ahogaron gritos suaves y corrieron hasta los brazos de su técnico para resguardarse de cualquier otro objeto que pudiera caerse y lastimarlos.

Los vidrios de las ventanas comenzaron a temblar y en la distancia se escuchó un tren aproximarse.

Sus pequeños compañeros se aferraron aún más a él y fue cuando se percató de lo que realmente sucedía.

La naturaleza estaba sufriendo; algún elemento altamente dañino para la tierra se estaba aproximando hacia ellos a velocidades que él no podría calcular debido a su falta de percepción de almas.

Se acercó con mucha precaución a una de las ventanas más cercanas para poder ver lo que sucedía afuera; teniendo cuidado de ocultarse en el borde del ventanal para no ser visto desde afuera.

Un tren brotó de la tierra y siguió saliendo en manera vertical, hasta que la gravedad pareció afectarle y cada vagón cayó contra el suelo alzando mucho polvo y tierra.

Ese tren parecía ser la fuente de toda la energía negativa; si Kilik fuera un poco más perceptivo tal vez podría distinguir si esa energía era similar a la locura, pero su limitada percepción de almas sólo le indicaba que era una energía dañina y eso era suficiente para que quisiera hacer algo al respecto.

Una muy desarrollada mujer vestida de negro le permitió a un hombrecito ayudarla a bajar de uno de los tantos vagones de ese tren que había brotado de la tierra en frente del castillo de Drácula. Incluso a la distancia a la que Kilik se encontraba no era difícil distinguir las curvas de la mujer o lo notablemente pequeño que era el hombre que la acompañaba.

Cargó a sus pequeños compañeros sobre sus hombros y comenzó a correr; tenía que alertar al conde de lo que estaba sucediendo.

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Para cuando encontraron a la menor de las Thompson, Kid ya le había explicado a Liz sus descubrimientos en la biblioteca, a excepción de una cosa que aparentemente saboteaba sus investigaciones previas.

Patti estaba dormida; recostada en el suelo frente a una máquina expendedora con el brazo atorado en la compuerta que hay hasta abajo para sacar los productos una vez que compras algo.

Kid y Liz seguían conectados por su vínculo de almas y esto se reflejó perfectamente en la manera en la que ambos suspiraron al mismo tiempo y dejaron caer sus hombros.

Kid no necesitó pedirle a Liz que despertara a su hermana. La chica lo hizo y en cuanto la conexión se extendió a la menor de las Thompson ambas se transformaron en armas en las manos de su técnico.

- Necesitamos eliminar al Yeti cuanto antes; sólo así podré comprobar que lo que descubrí es verdad—declaró Kid antes de salir de los laboratorios en la dirección en la que habían reportado haber visto al Yeti.

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El castillo del conde era grande y para cualquier persona sería fácil perderse en cada pequeño pasillo y pasadizo, pero Kilik, siendo un estudiante de Shibusen, había lidiado con la laberíntica escuela de técnicos y armas; por lo que el castillo no le parecía un problema.

El único inconveniente es que no tenía idea de dónde podía encontrar al conde.

Antes de dar vuelta en una esquina escuchó voces rebotar entre las paredes y el eco de pasos, acercándose a él.

El conde nunca hacía ruido al caminar, así que definitivamente no se trataba de él.

Las voces adquirieron más claridad y aunque no alcanzaba a entender lo que decían, podía asumir que se trataban de un hombre y una mujer, pero ninguna voz era la del vampiro dueño del castillo.

Estaba casi seguro de que se trataba de las personas que había visto salir del tren y decidió seguirlas. Al juzgar por las reacciones que las sospechosas personas provocaban en sus pequeños compañeros, ese par de extraños no eran muy buenos; al menos con la naturaleza, así que tener cuidado no estaría de más.

- No puedo escuchar con claridad lo que están diciendo— la curiosidad lo invadía por saber que tramaban y por qué se encontraban en el castillo del conde Drácula; por eso, a pesar de que esto no tuviera que ver con su misión se sentía casi obligado a descubrir las intenciones de los sospechosos, siguiéndolos desde una distancia prudente.

Repentinamente aquella mujer y a su pequeño acompañante detuvieron su constante andar en uno de los salones de techo alto que había en el castillo.

Los pequeños, Fire y Thunder, ahogaron unos llantos y Kilik entendió que lo que seguía no sería nada bueno, así que se aseguró de estar a una distancia segura y considerable. No bajó las escaleras hasta el salón y prefirió quedarse escondido entre unas cortinas a varios metros de distancia.

- ¿Qué están haciendo en este lugar?—una tercera voz rompió el silencio que se había asentado.

Una persona se apareció frente al hombre bajito y la mujer. Vestía de manera muy elegante, su piel era pálida y contrastaba con su cabello negro, peinado elegantemente hacia atrás.

- ¿Quién eres tú?—preguntó el hombre bajito con voz seca y con un poco de molestia.

Kilik sabía que el hombre que se acababa de aparecer no era el conde, pero lo había visto en otro lugar. El hombre bajó un poco la vista y entonces un presentimiento golpeó a Kilik.

El ayudante del conde, aquel que había barrido su habitación y le había llevado el paquete de Shibusen. Nunca lo había visto sin la capucha que le cubría la cara, pero algo le decía que su corazonada no estaba equivocada.

- Mosquito—aunque ya habían escuchado el eco de esa voz antes, en esta ocasión su voz sonó mucho más fría y aterradora; con sólo pronunciar una palabra ya había congelado de miedo al joven técnico y a sus compañeros. - No importa a quien te dirijas, siempre debes de tratarle con propiedad—le espetó la mujer a su acompañante. Pero fuera de esas palabras ella no hizo ninguna señal de que reconociera la presencia del hombre.

- Claro, mis disculpas Lady Arachne—.

- Mi nombre es Alucard—declaró el hombre con firmeza.

Arachne ni siquiera lo volteó a ver. Su vista seguía fija en el hombrecito frente a ella.

- Escucha, estamos buscando al conde Drácula ¿Tú podrías decirnos dónde encontrarlo?—

- Pierden su tiempo si buscan a Drácula; él no está aquí—replicó el hombre rápidamente.

- No, él definitivamente se encuentra en este lugar—aseguró Mosquito.

- Lamento decepcionarlos, pero él realmente no se encuentra en este castillo—insistió el hombre con ligera impaciencia.

- No tenemos tiempo para esto—la mujer de nombre Arachne pareció hablar para sí misma. - Mosquito, tenemos un asunto pendiente con el conde que requiere ser solucionado en seguida—sentenció con su voz casi monótona que por alguna razón conseguía sonar amenazante.

Esas palabras sonaban como lo que alguien diría previamente a comenzar una pelea, y el hombre tendría razones para estar asustado pero sólo sonrió con amabilidad y no dijo ninguna palabra.

Los ojos de Kilik se abrieron de más cuando notó quién era este tal "Alucard"; no sólo se trataba de la única persona que parecía habitar en el castillo además del conde; ¡también era el conductor del camión que lo había traído hasta el castillo!

- ¡No puede ser! Es por eso que me resultaba familiar—murmuró para sí mismo.

Esta persona no era un vampiro y "Alucard" seguramente no era su verdadero nombre; sólo era un humano común y corriente. No había manera de que él pudiera enfrentar a estas extrañas personas solo.

Se vio en un debate interno entre involucrarse en una pelea que ni siquiera él estaba seguro de poder ganar o dejar morir a un humano inocente. En situaciones normales no hubiera pensado demasiado las cosas antes de lanzarse a pelear, pero en estos momentos había mucho más en juego que simplemente su vida.

La situación ya no era tan simple.

Sus armas estaban temblando de miedo y él estaba a mitad de una misión importante para Shibusen.

- No tenemos tiempo para fanfarrones como tú—Mosquito había comenzado a perder la paciencia y gritaba rabioso desde su posición.

Alucard sacó un revólver y lo apuntó hacia Mosquito quien no pareció inmutarse más allá del enojo que ya estaba presente en su semblante. La manera en la que el hombre sostenía la pistola indicaba que no sabía muy bien cómo utilizar un arma así.

Arachne no dijo nada; por lo que Alucard jaló del gatillo y en cuanto la bala hizo contacto con algo el humo llenó en instantes el espacio que los rodeaba.

Cuando el humo se comenzó a disipar la voz de Mosquito resonó en el lugar. El hombrecito hablaba con naturalidad mientras la herida de la bala se regeneraba rápidamente.

- Tú, mejor que muchos, deberías saber que los vampiros no mueren de esa manera—regañó Mosquito. – Las brujas tampoco mueren con un arma tan barbárica—agregó mirando a Arachne de reojo.

Kilik retuvo el aliento y sintió sus brazos engarrotarse por la manera tan tiesa en la que abrazaba contra su cuerpo a sus compañeros asustados.

- Alucard es sólo Drácula al revés, qué nombre tan ridículo, ¿acaso anhelas convertirte en vampiro? ¿Acaso el conde te ofreció convertirte si obedecías sus órdenes?—cuestionó Mosquito con un tono de voz burlón mientras avanzaba hacia el hombre sin importarle el arma que le apuntaba. - Los vampiros deben ser distinguidos y elegantes, tú eres un humano tan corriente que no vale la pena ni beber tu sangre—sentenció antes de atacar.

Mosquito se desintegró en varios murciélagos que cubrieron al hombre. Kilik ya no se detuvo a pensar más y estaba por intervenir cuando el conde lo detuvo con una mano firme y fuerte en su hombro. El chico no había notado su llegada.

- Sígame por favor ¡Rápido!—pidió el conde con urgencia.

Kilik estaba preocupado por el hombre, pero una parte de él sabía que no podían hacer nada y otra estaba intrigado por la ansiedad que nunca había escuchado en la siempre serena voz del vampiro.

Sin mirar atrás levantó a sus compañeros sobre sus hombros para correr tras el vampiro.

- ¿Qué está pasando?—preguntó en cuanto llegaron a un sótano a través de uno de los tantos pasadizos que parecía tener el castillo del conde. Antes de recibir una respuesta, Drácula le entregó sus maletas y Kilik comenzó a sentir ansiedad.

- Concluiremos las negociaciones de inmediato, sé que no es el mejor momento para hacerlo, pero...—de un bolsillo del interior de su elegante gabardina el conde sacó un rollo de pergamino; el logo de Shinigami-sama en la parte de hasta arriba del papel delataba que se trataba del tan mencionado contrato que haría oficial la alianza entre Drácula y Shibusen.

Esto no era lo que Kilik esperaba.

Así no es como había imaginado que sería el momento en el que concluyeran las negociaciones; no estaba formalmente vestido con el traje que Kim y Jackie le habían ayudado a elegir, no había sido después de una elegante cena en la que se habría esforzado al máximo para ser cortés y ni siquiera había mesas para recargarse y firmar.

Pero lo que le sorprendió aún más fue lo que sucedió después.

- En vista de la situación actual, temo que si nos aliamos sólo le traeré problemas innecesarios a usted y a su institución—el conde sostuvo los dos extremos del contrato entre sus manos y moviéndolas en direcciones opuestas, desgarró el pedazo de pergamino. - Tiene mi palabra de que no atacaré a Shibusen, pero una alianza está absolutamente fuera de cualquier negociación—finalizó con tono severo que no le dejaba a Kilik espacio para debatir.

Y aunque lo hubiera, el contrato ya estaba roto, firmar un contrato roto no sería profesional. Igual Kilik no reaccionó ¿Qué rayos estaba sucediendo?

- Lo mejor será que se vaya, no quiero que por mi causa se acabe involucrando negativamente con la bruja Arachne y su organización: Arachnofobia—.

- Espere, no puede hacer esto y luego esperar que me vaya sin una explicación—argumentó el chico con confusión y una voz temblorosa que destruía cualquier intento de lucir firme.

- Tiene razón—aceptó el conde. - Seré breve, la bruja Arachne y su servidor tenemos una especie de rivalidad en la que temo que Shibusen pudiera verse involucrado, ya no es seguro ni para usted ni para mí permanecer aquí—concluyó.

Kilik abrió y cerró varias veces la boca para hablar, pero no sólo no estaba seguro de qué decir en una situación así, sino que tampoco sabía si en un momento como este lo mejor fuera no abrir la boca. Finalmente un par de palabras escaparon de su garganta con pena. – Lo siento, hombre—.

- Al final de este túnel llegará a un pasadizo casi al pie de la montaña, debería de haber alguna clase de vehículo ahí para auxiliarle en su huída, aunque le advierto que no espere nada excesivamente sofisticado; me disculpo por depender de medios tan austeros y no tener alguna otra manera de escoltarlo o transportarlo lejos de manera segura—.

Kilik estaba tan abrumado por lo que pasaba que dejó de preocuparse completamente por su bienestar.

- ¿Qué pasará con usted? ¿A dónde irá ahora?—preguntó sin moverse de su lugar.

- No preocupe su mente con mi persona—el conde comenzó a empujar a Kilik al frente. - Tengo una casa en Londres, ahí estaré seguro; he preparado con anticipación un carruaje y un barco que me lleven hasta allá, en cuanto me haya asegurado de que la bruja Arachne no pueda seguirnos, partiré—aseguró el hombre.

Al técnico le tomó unos segundos notar que sus piernas ya estaban avanzando, alejándolo del conde con cada paso.

Realmente no había nada que pudiera hacer y eso lo molestaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Pero sería peor si desperdiciaba los esfuerzos del vampiro. La misión había estado fuera de su alcance desde el principio y era un poco tarde para tratar de hacer algo al respecto.

Miró sobre su hombro una última vez para notar cómo las sombras engullían al vampiro.

- Gracias—gritó antes de regresar la vista al frente y correr aún más rápido por el túnel.

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El Yeti se desmoronó en montones de nieve sin dejar un alma atrás. Kid ya había notado la falta de alma en la criatura desde el momento en el que se le puso en frente.

Pero aún así quería comprobarlo. Ver con sus propios ojos que el interior de la criatura estaba vacío.

Y cuando lo comprobó ya no sabía qué hacer ni qué esperar. La desesperación empezó a inundar su alma.

No le gustaba actuar de maneras precipitadas, pero no tenía razones para actuar tranquilo. No sabía qué estaba sucediendo y esa falta excesiva de control sobre su entorno lo ponía aún más nervioso.

Debía regresar a Shibusen. Materializó su patineta y aceleró hasta moverse a la máxima velocidad que pudiera.

- Kid, ¿qué está sucediendo?—preguntó Liz mientras su hermana se conformaba con mirar las nubes pasar junto a ellos mientras volaban a alta velocidad.

- No estoy muy seguro—admitir eso le dolía. – Pero tengo razones para creer que hay un peligro enorme y todo esto podría ser mi culpa—.

- ¿Te importaría explicarnos?—.

- Tomé esta misión porque estaba seguro de que habría algo en los laboratorios que me ayudara, pero al parecer fue una trampa, el hecho de que el Yeti sólo fuera un golem y no un huevo de kishin sólo me da más razones para creer que esto realmente fue un engaño—.

- ¿Trampa? ¿Cómo es que comenzaste a sospechar que esto fuera una trampa?—.

- Uno de los libros que estaba leyendo tenía una nota, por supuesto que al principio no creí que lo que dijera la nota fuera cierto, pero ahora...— Kid dejó la oración en el aire al verse incapaz de encontrar la manera de completarla.

- Kid, ¿qué decía la nota?—presionó Liz cuando el chico no siguió hablando.

Kid sacó una hoja de uno de los bolsillos del interior de su saco y con ambas manos la extendió para evitar que la velocidad a la que volaban moviera el papel e hiciera difícil su lectura.

"Estás tan desesperado por respuestas que perdiste de vista lo que era importante; lo que descubriste aquí no te servirá. Dejaste Death City desprotegida y mientras más te tardes en regresar más daños irreparables quedarán. Si crees que miento sólo derrota al Yeti y comprueba lo falso que es tú mismo. Salúdame al profesor Stein de parte de su bruja favorita, Medusa."

- Puede que parezca sospechoso, pero realmente prefiero regresar y comprobar que todo está bien—confesó el chico guardando nuevamente el pedazo de papel.

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- Conde Voivoda Vlad Dracula, como colega vampiro y ávido entusiasta de sus historias y leyendas permítame decirle que es un honor hallarme en su respetable presencia—declamó Mosquito una voz exageradamente zalamera.

- Le ofrecería algo de beber, pero temo que me ha hallado en mal momento, de ninguna manera esperaba visitas—confesó el conde con seriedad.

- No preocupe su mente con pensamientos triviales, la culpa recae en nosotros por venir sin anunciar—igual el pequeño vampiro ya había entretenido un poco el hambre que pudiera haber tenido con el alma del humano que acababa de comerse.

Antes de que Mosquito terminara de hablar Arachne dio un par de pasos al frente, dejando al hombrecito detrás.

- Conde Drácula, ¿Me recuerda?— cuestionó la mujer con educación mientras extendía su mano con delicadeza.

Drácula recibió la mano con sutileza y le besó el dorso.

- Arachne, sólo una bruja de su talla sería capaz de provocarme formidables arranques de locura—expresó el conde.

- Me halaga, conde, pero seguramente ya sabe que esa clase de adulación no le ayudará mucho en su situación—el abanico que había estado cubriendo la parte inferior de su boca fue cerrado de golpe dejando un eco resonar por el castillo.

- ¿A qué ha venido, Arachne?—preguntó el conde sin atreverse a levantar la vista.

Súbitamente la formalidad y la serenidad en la voz de la mujer se desvanecieron y sus ojos brillaron con emociones contenidas.

- Tú me denunciaste con Shinigami-sama, sólo he venido a arreglar cuentas—.

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Black Star acababa de terminar su última misión. Rastrear y eliminar a un Jiangshi también conocidos como zombies orientales. La criatura había sido escurridiza, pero Tsubaki y él eran ninjas entrenados; nada podía ser más escurridizo que ellos.

La misión había concluido exitosamente, pero cuando finalmente acorralaron al Jiangshi, éste estaba atacando a dos personas.

No estaban muertas ni mal heridas, pero habían quedado inconscientes; al menos eso es lo que había notado Tsubaki mientras examinaba sus cuerpos.

- El Jiangshi se alimenta de la fuerza vital de las personas—explicó la joven arma comprobando que las dos víctimas estaban respirando. – Al parecer los salvamos antes de que les extrajeran toda la fuerza vital; estarán bien, pero por el momento están muy débiles—.

- Lo mejor sería llevarlos a un hospital—sugirió Black Star mientras levantaba a una de los sujetos; un hombre adulto de no más de 40 años y mucho más alto que el joven ninja.

Tsubaki asintió mientras levantaba en su espalda a la otra persona, una mujer adulta aproximadamente de la misma edad del hombre. Si la chica tuviera que hacer una suposición diría que ambos eran pareja.

A pesar de ser de noche el hospital los recibió de inmediato y les aseguraron que las personas se encontraban en un estado de salud estable, aun si no tenían manera de predecir en cuanto tiempo despertarían.

- Es como si estuvieran en una clase de sueño profundo del que no pudieran ser despertados—reflexionó Black Star mientras salía del hospital acompañado de su compañera. - ¿En dónde hemos visto eso antes?—.

- ¿No hay alguien con esos mismos signos vitales en la enfermería de Shibusen?—sugirió Tsubaki con expresión pensativa.

- ¡La acosadora de Soul!—exclamó él emocionado.

- Esa no es una manera muy linda de llamarla, pero realmente no recuerdo su nombre—se lamentó su compañera.

- ¿Crees que ella también haya sido víctima del Jiangshi?—preguntó Black Star con una voz un poco más seria.

- Eso es lo que estoy pensando—replicó Tsubaki mirando al suelo con concentración.

- Creo que es una suposición acertada, es decir, la chica no tiene heridas visibles y no parecía estar enferma, sólo estaba muy débil e inconsciente—.

- Espero que sea eso, al menos así tendríamos la seguridad de que despertará algún día—.

Después de eso nadie dijo más mientras comenzaban el camino de regreso a su casa.

- ¿Por qué crees que el Jiangshi atacó a esas personas?—preguntó Black Star repentinamente mientras saltaban por los tejados de los edificios en camino hacia su hogar.

- No es raro que los Jiangshi seleccionen cuidadosamente a quién le quitan la energía; he escuchado que son atraídos hacia personas con sentimientos negativos—mencionó ella sin detener su andar.

- Así que no sería tan loco suponer que esas personas fueron atacadas por sus sentimientos negativos—insinuó el joven técnico enfocando sus ojos curiosos en su compañera.

Tsubaki asintió.

- Si ese fuera el caso fue bueno que nos encargáramos de esta misión nosotros mismos—exclamó el chico regresando la mirada al frente.

- ¿Por qué lo dices, Black Star?—.

- Evidentemente porque una estrella tan grande como yo nunca sería afectada por emociones negativas, así que el Jiangshi no tenía ninguna posibilidad contra mí—presumió el ninja.

Tsubaki no respondió nada porque estaba exhausta, pero apreciaba los intentos de su compañero de mostrarse energético por ella aún si él se encontraba igualmente cansado.

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El final del túnel, como el conde lo aseguró, estaba a más de la mitad del camino para bajar la montaña. Enredada entre la hierba encontró el vehículo "poco sofisticado" que el conde le había ofrecido.

Una bicicleta; estaba algo vieja y la cadena estaba oxidada, pero no parecía haber nada más que le pudiera ayudar y prefería usar una bicicleta que caminar.

Estaba comenzando a lloviznar cuando Kilik se subió a la bicicleta y para cuando llegó al pie de la montaña ya estaba lloviendo con fuerza.

El agua mojaba sus anteojos y el calor de su cuerpo se encargaba de empañarlos. La bicicleta rechinaba y con cada pedaleo sentía que alguna de las llantas desinfladas se iba a zafar.

Sus compañeros sacaron una chamarra de su mochila y después de ayudarle a Kilik a ponérsela se abrazaron al chico y se cubrieron con ella. Gracias a la prenda su torso estaba cálido y seco, pero sus pantalones se mojaron de inmediato igual que el resto de su cuerpo.

Sentía escalofríos cada vez que una gota de agua fría conseguía bajar por su espalda y por su barbilla estaba chorreando toda el agua que chocaba contra su cara.

Pero no tenía tiempo de pensar en la lluvia, tenía que alejarse del castillo cuanto antes.

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Mosquito y Arachne ya estaban saliendo del castillo cuando vieron una figura transportándose en bicicleta. Se encontraba a bastantes kilómetros de distancia de ellos, pero aún así fueron capaces de divisarlo.

- Alguien se escapa, lo eliminaré de inmediato—advirtió Mosquito.

- Es sólo un miembro de Shibusen—indicó Arachne con tranquilidad.

- Pues será una lástima que hoy Shibusen tenga que perder a un integrante—fueron las palabras de Mosquito, su sombra comenzó a tornarse en una figura mucho más aterradora cuando algo zanjó su transformación.

- Mosquito—la bruja habló, y, aunque ya había pronunciado palabras con anterioridad su voz sonaba muy diferente en esos momentos, más monótona y más amenazante, si es que eso era posible. - No tenemos ningún asunto con Shibusen—mencionó con un leve ademán de mano pero sin alterar ni un poco alguna de sus facciones faciales. - ¡Déjalo ir!—ordenó finalmente.

El hombrecito cambió inmediatamente de un aterrador vampiro a un tranquilo y benevolente anciano.

- Como usted ordene Lady Arachne—retrocedió lentamente mientras hablaba.

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Kilik ya no podía sentir sus manos que estaban aferradas al manubrio de la bicicleta, ni sus piernas que no dejaban de pedalear aunque la cadena estuviera oxidada y se atorara ocasionalmente.

Su vista no sólo estaba limitada por la cortina de lluvia cayendo sobre su cabeza sino también porque el vidrio de sus lentes estaba tan empapado que no conseguía ver a través de él.

El ruido de la lluvia ensordecía la mayoría de los sonidos pero aún así pudo escuchar un tren en la distancia, y aunque una parte de él deseaba que fuera un tren cualquiera, realmente no recordaba haber visto trenes en el camino hacia el castillo, por lo que eso sólo podía significar que era el mismo tren en el que la bruja y el vampiro bajito viajaban.

No tenía idea de si el tren lo perseguía o si simplemente estaban recorriendo el mismo camino, pero no quiso arriesgarse y decidió salir de la vía principal para seguir pedaleando por el bosque al borde de la carretera.

La tela de su pantalón se pegaba a sus piernas y hacía más difícil el seguir avanzando, además de que las llantas desinfladas de la bici no le ayudaban con la tracción sobre el lodo, pero él siguió pedaleando, porque tenía miedo de descubrir lo que pasaría si dejaba de hacerlo.

No sabía ni siquiera en qué dirección estaba yendo pero trató de poner tanta distancia como pudo entre el castillo, el tren y él.

La tierra comenzó a temblar y lo sacó de balance un poco. El tren estaba sumergiéndose nuevamente en el suelo y aunque el muchacho consiguió mantener el equilibrio y continuó avanzando mientras el tren sacudía el lodo bajo él, fue hasta que el último vagón del tren estremeció la tierra que Kilik perdió el control de la bicicleta.

Sin darse muy bien cuenta de cómo acabó en el suelo tardó varios segundos en procesar que se había caído.

La lluvia siguió cayendo alrededor de él encharcando el lodo en el que estaba sentado.

El sonido del tren ya no se escuchaba en la distancia y nuevamente el siseo de la lluvia era el único ruido que predominaba.

No notó lo frías y entumidas que sus manos se sentían hasta que sus compañeros tocaron sus dedos. El chico reaccionó y se puso de pie levantando con él la bicicleta.

- Eso estuvo muy cerca—dijo finalmente con la mirada aún fija sobre la dirección por el que el tren habían desaparecido, aunque sólo podía ver los troncos de los árboles.

Sus compañeros intercambiaron miradas entre ellos y después miraron a su técnico y asintieron.

Fue hasta esos momentos que la realidad de todo lo que había sucedido lo golpeó. Respiró hondo y dejó escapar un suspiró.

Había fallado la misión. El conde estaba muerto o en un carruaje camino a Londres y él estaba atrapado a mitad del bosque empapado en lluvia y sudor huyendo de su sombra.

- ¿Ahora qué?—se preguntó Kilik a sí mismo.

Regresó la mirada a la cordillera en la que estaba el castillo del conde y suspiró nuevamente.

- Supongo que lo único que queda ahora es regresar a Shibusen y reportarle a Shinigami-sama que la misión falló—concluyó con un suspiro nostálgico.

Necesitaba llegar al aeropuerto cuanto antes.

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Habían transcurrido casi dos horas pero Kid estaba llegando a Shibusen más rápido de lo que lo podría hacer en cualquier otro vehículo convencional.

Todo parecía estar normal desde la distancia a la que estaba, la ciudad seguía en pie y no se veían explosiones ni destrucción desde lejos. Pero eso no lo tranquilizó; sacó un espejo de su bolsillo y marcó el número de la habitación de la muerte; sólo hablar con su padre podría confirmar o negar sus sospechas en estos momentos.

- Kid—el dios de la muerte contestó casi de inmediato y su voz sonó urgente. - Hemos estado intentando contactarte, hubo una emergencia de prioridad alta y no podíamos localizarte—.

- ¿De qué hablas?—.

- A las afueras de Death City hay un cubo negro, deberías ser capaz de verlo al estar cerca de la ciudad—.

Kid no necesitó buscar mucho para notar el extraño prisma que lucía completamente negro desde la distancia a la que estaba.

- Stein, Sid y Nygus están allá, pero temo que requieren tu asistencia, esperemos que no sea demasiado tarde—continuó.

El joven shinigami no esperó a que su padre se despidiera, terminó la comunicación y voló lo más rápido que pudo hacia el cubo negro.

Aterrizó bruscamente frente a Stein. Estaba tan apurado que no le importó toda la arena que levantó al descender con tan poca gracia o la falta de equilibrio en su postura.

- Kid—la cara del profesor se veía sombría. No había ni una pizca de su habitual tono burlón.

Sid ni siquiera notó la llegada del chico, estaba gritando con desesperación órdenes a varios hombres que corrían de un lado a otro de un cuadrado negro gigante a mitad de las arenas del desierto.

Nygus estaba ocupada también atendiendo camillas repartidas aleatoriamente a un costado de donde estaban ellos.

- ¿Qué es esa cosa?—cuestionó Kid apuntando al cubo negro.

- Supongo que habrás notado los recientes reportes de niñas desaparecidas en el mundo—comenzó Stein.

Kid asintió temeroso.

- Finalmente hemos encontrado a las niñas—concluyó con voz seca.

Fue entonces cuando Kid notó que las camillas que Nygus atendía no tenían heridos; eran muertos. Los 16 cuerpos que contó en las camillas ya no tenían alma.

- ¿Hay más personas ahí?—.

- Si no conseguimos abrir el cubo ya no las habrá—.

- ¿Qué saben del cubo?—exigió Kid sintiéndose más tenso con cada segundo. Desde una distancia tan próxima el joven shinigami podía notar que el cubo no era completamente negro, sino que estaba formado de hileras de números y letras que desfilaban en filas en todas direcciones formando un cubo.

- Magia dimensional casi al nivel de la líder de las brujas; no hemos podido entrar ni disipar el hechizo—murmuró Stein mordiendo el cigarro entre sus dientes. - Sin embargo hay una manera de disiparlo; tengo la ecuación del hechizo, si hacemos resonancia puedes usar los algoritmos que he descifrado para destruir el conjuro—.

- Lo que sea para ayudar—.

- Si tú no puedes destruir el cubo nadie podrá—sentenció Stein con destellos de locura en los bordes de sus ojos que se podían ver sobre sus gruesos lentes.

- ¡Liz, Patti!—.

Las palabras "resonancia de almas" hicieron eco en sus cabezas y de repente la mente de las hermanas y su compañero se llenaron de números. Las pistolas se cubrieron de luz y en pocos segundos la luz cubrió los brazos de su compañero tomando formas de cañones estilizados con motivos de calaveras.

Liz y Patti comenzaron a narrar en voz alta el progreso del ataque mientras el alma de Kid resonaba y liberaba tanta energía hasta el punto de casi ser visible.

- Ecuación descargada, calculando la solución con los algoritmos—.

- Operaciones completadas, estimando potencia necesaria para contrarrestar la fórmula base del hechizo—.

- Fórmula resuelta, finalizando cálculos para desarrollo de contra-hechizo—.

- Implementando contra-hechizo—.

- Agujas cargadas en un 45%—.

- Activando reductor de ruido—.

- Agujas cargadas en un 78%—.

- Objetivo en la mira—.

- Listos para disparar cuando tú nos digas, Kid—anunció Liz.

- Todos háganse a un lado—exclamó el Shinigami.

- ¡Fuego!—voceó energéticamente la menor de las Thompson y un rayo blanco y muy brillante salió de los cañones en los brazos del chico. Sólo estando muy cerca se podrían apreciar las hileras de algoritmos envolviendo el rayo del disparo como listones.

En cuanto el disparo hizo contacto con el cubo éste pareció ser absorbido por la luz que despedía el rayo antes de disolverse en el aire.

En el centro del hueco en el que antes había estado el cubo había dos niñas. Nygus se apresuró a llegar a su lado y comprobar que sólo una de ellas se encontraba con vida.

Kid suspiró con pesadez y repentinamente su cuerpo se sintió demasiado pesado. Se sentía cansado y aunque era capaz de resistir el agotamiento físico en estos momentos sentía fatiga en el alma y no tenía idea de cómo solucionar algo así.

- Aparentemente este hechizo sólo tenía la posibilidad de ser suprimido por un Shinigami, es una suerte que hayas llegado, Kid—comentó Stein mientras revisaba los signos vitales de la niña en busca de alguna irregularidad. Sus lentes no permitían que Kid viera la mirada de su profesor.

- No creo que haya razones para celebrar, después de todo llegué tarde y murieron 17 personas—replicó Kid con voz hueca. Sus armas sabían que el chico se estaba culpando de todo lo que había sucedido, incluyendo factores que no podía controlar.

- Salvaste una vida, eso es mucho mejor que no haber salvado ninguna—aseguró Sid con su brutal muestra de honestidad.

Kid ignoró las palabras del zombie y avanzó un par de pasos hasta el lugar que antes había ocupado el cubo, donde no quedaba nada más que arena, antes de dejarse caer de rodillas mientras los cañones en sus brazos recuperaban poco a poco la forma de pistolas.

Las hermanas recuperaron sus formas humanas y se arrodillaron a los costados de su compañero. No había palabras que lo pudieran consolar en ese momento, así que se limitaron a quedarse con él para evitar que los sentimientos de soledad lo hicieran sentir peor.

- ¿Por qué hicieron algo así?—preguntó Kid al aire con las brujas en mente.

Stein encendió un cigarro y se lo terminó antes de acercarse al joven Shinigami.

- No hay razón—.

Kid levantó la vista para ver al profesor y Stein tomó eso como incentivo suficiente para continuar hablando.

- Te preguntas por qué lo hacen, pero en realidad no hay razón, son brujas; simplemente está en su naturaleza, las brujas no necesitan motivos ni razones para hacer cosas como éstas, es por eso que son tan peligrosas—explicó el hombre con su voz cansada.

- En ese caso la culpa de estas muertes es mía—declaró Kid con voz lúgubre.

- Este conjuro no era tan fuerte y aun así nadie de las personas que está aquí pudo disolverlo por más que se esforzara, todos llevan aquí horas intentando en vano salvar a estas niñas; si no hubieras llegado puede que hoy no hubiera quedado nadie con vida—señaló Stein mirando al grupo de personas bajo las órdenes de Sid y Nygus envolver los cadáveres de las niñas y transportarlos con cuidado a unos ataúdes que probablemente habían sido fabricados en ese momento por el técnico y la mujer-cuchillo.

Kid sintió escalofríos, no importando cuantas veces tuviera que presenciar la muerte nada se comparaba al sentimiento de ver los cuerpos inertes de niñas inocentes.

- Con esto en mente, ¿quién crees que tiene más sentimientos de arrepentimiento y culpa? ¿Quién crees que se siente más inútil o impotente? ¿Quién crees que no dormirá esta noche sabiendo que ni su mejor esfuerzo fue suficiente? ¿ o alguno de ellos?—finalizó Stein en un murmullo que hizo a Kid temblar.

No sabía si era una pregunta retórica o si el profesor esperaba una respuesta. Aún así no dijo nada.

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Llevaban un tiempo en el interior del tren cuando una bola de cristal en la esquina del vagón comenzó a brillar. Mosquito fue por ella y la puso en la mesa frente a la bruja.

- ¡Hey, jefa!—un saludó que Mosquito consideraba ruidoso y molesto salió de la esfera.

- Giriko, por favor dime que tienes buenas noticias—pidió la mujer con la mirada fija en la ventana y no la bola de cristal.

El mencionado no se quejó por la falta de saludos y continuó la conversación.

- Hice lo que me pediste. El Shinigami mordió el anzuelo de la misión en Alaska y, aunque mi golem de nieve fue destruido casi de inmediato, las brujas parecen estar satisfechas con haber asesinado a prácticamente todos sus rehenes, al parecer planean cumplir su parte del trato y detener las hostilidades hacia Arachnofobia—.

- Espléndido—finalmente Arachne giró la vista para ver a su subordinado reflejado en el humo de la esfera de cristal frente a ella. – Buen trabajo, Giriko—.

- Muchas gracias, jefa—replicó el muchacho con arrogancia.

Mosquito no dejó de rodar los ojos y torcer su expresión hasta que la llamada finalizó y la bola de cristal volvió a su estado inactivo.

El pequeño vampiro retiró la esfera de vidrio con más desdén del que el aparato merecía cuando la transmisión hubiera terminado y la fea cara de Giriko se hubiera desvanecido en el humo.

- Creí que no teníamos asuntos con Shibusen—comentó Mosquito una vez que hubiera regresado a su lugar frente a la bruja ¿Cómo es que Giriko había actuado en contra de Shibusen pero él no podía eliminar a un simple estudiante?

- No los tenemos; simplemente son negocios—comentó Arachne regresando su mirada a la ventana del tren.

- ¿Negocios?—repitió el hombrecito con más curiosidad que cualquier otra cosa.

- Algunas brujas vinieron a mí rogando que les ayudara, aparentemente su plan tenía posibilidades de fracasar si el hijo de Shinigami intervenía, ¿Cómo podría negarme cuando su plan dependía tanto de mi cooperación?—.

Mosquito sacó una tetera y le sirvió un brebaje espeso a la bruja en una pequeña taza. La mujer recibió el envase de porcelana humeante entre sus manos y contempló una idea mientras observaba la bebida en su interior.

- Además, no tengo nada de qué preocuparme, tengo una coartada; estaba en Transilvania con el conde; aquel estudiante de Shibusen nos vio adentro del castillo, no pueden probar mi cooperación—.

Si Kilik supiera que la bruja había notado su presencia mientras trataba en vano de espiarlos sigilosamente posiblemente estaría aún más aterrado de la mujer.

- Eso es cierto, Lady Arachne—.

- A Shibusen no le conviene buscar pelea con Arachonofobia, después de todo, no fue nada personal; sólo cuestión de negocios—.

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Mientras el resto del personal se encargaba de contactar familias de las niñas que habían fallecido, Nygus estaba en la enfermería haciéndole una revisión médica a la niña mientras Kid revisaba reportes para dar con la identidad de la pequeña.

En esos momentos, en la habitación de la muerte el encargado de llevarle al señor Shinigami el reporte de lo sucedido con las brujas era Sid.

- Las brujas secuestraron a 18 niñas de alrededor de todo el mundo, sólo hubo una sobreviviente; adicionalmente las brujas involucradas mandaron un comunicado justo después donde expresan ambiguamente sus intenciones al realizar este atentado—.

Sid sacó una tarjeta de tamaño media carta y comenzó a leer en voz alta:

"Por cada diez minutos que Shibusen tardó en detenernos asesinamos a uno de nuestros rehenes, de los 18 rehenes que tomamos Shibusen consiguió salvar sólo a uno, con algo de suerte este incidente les hará abrir los ojos a todos en el mundo para tener más cuidado con la clase de personas que dejan al cuidado de su seguridad."

Cuando el zombie finalizó de leer se aclaró la garganta y colocó sus manos detrás de él mientras esperaba la reacción de su jefe.

El señor Shinigami se balanceó de un lado a otro unos instantes meditando la situación.

- ¿Qué opinas de eso, Sid?—dijo finalmente.

- No quisiera brincar a conclusiones, pero suena como una declaración de guerra formal—contribuyó el zombie rascándose la nuca.

- Es lo mismo que estaba pensando; es cierto que este ataque nos hace quedar mal, pero si lo pensamos seriamente las brujas no agredieron a nadie del personal de Shibusen y no tenemos idea si esto es algo en lo que están de acuerdo todo el gremio de brujas, así que atacarlas directamente sería como declararles abiertamente la guerra a todas las brujas—.

Sid asintió lentamente.

- Sinceramente quisiera evitar acumular más problemas innecesarios, pero no es como si pudiéramos tomarnos el lujo de pasar por alto lo que hicieron—razonó el dios mirando a un lado con la mirada perdida.

- ¿Qué hacemos ahora?—.

El shinigami suspiró.

- La pregunta correcta es, ¿qué es lo que podemos hacer?—.

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De repente un grupo de murciélagos atrapaba a Alucard y lo cubría completamente. Unos segundos después, los murciélagos se disipaban revelando el cuerpo del conde que se desintegraba rápidamente mientras revelaba un alma.

Los murciélagos se comenzaban a concentrar en un punto en específico de la habitación formando el cuerpo de Mosquito.

- Vaya, así que realmente tú eras el conde Drácula, la verdad no importa, igual pensábamos acabar contigo, sólo me arrepiento de no haberlo hecho con el respeto que merecías—declaraba Mosquito y su voz sonaba rasposa, gruesa y mucho más escalofriante de lo que Kilik la recordaba.

- Pero…no lo entiendo, tú también eres vampiro, entonces ¿Por qué matarme?—cuestionaba Drácula mientras su cuerpo se deshacía en el aire.

- Arachnofobia se reserva sus motivos—respondía Arachne con mucha tranquilidad y esa tranquilidad le causaba más escalofríos a Kilik que la voz de Mosquito.

Drácula fruncía el ceño y respiraba hondo antes de desaparecer por completo dejando su alma flotando libremente en el aire.

- Esto no puede estar pasando, no pudieron haber matado al conde Drácula—pensaba Kilik lleno de miedo mientras Mosquito atravesaba la habitación para tomar el alma del vampiro entre sus manos.

El chico moreno intentaba descifrar qué planeaban ahora aquellas extrañas personas y a qué demonios se referían con Aracnofobia… ¿Acaso no era eso el nombre que se le daba al miedo excesivo a las arañas?

Despegaba unos segundos su mirada de la escena y cuando regresaba la vista Mosquito estaba junto a él, con su cara a centímetros de distancia, con su larga nariz de cono rozando su nariz; y de cerca la cara del vampiro lucía más llena de arrugas, más ojerosa, mucho más amenazadora.

- Ah, pero que hace un distinguido muchacho como tú en un lugar como éste—la voz ya no era ronca y profunda, era mucho más suave, pero increíblemente cínica y eso no lo tranquilizaba ni un poco.

Un escalofrío recorría a Kilik y podía sentir su cuerpo temblar más allá de lo que lo podía controlar.

Sólo alcanzaba a proteger a sus pequeños compañeros abrazándolos contra él mientras el hombre viejo y bajito parecía crecer hasta cubrir completamente sus salidas.

- Yo no tengo nada que ver en este asunto, nosotros sólo nos encontramos de paso—gritaba Kilik con voz suplicante mientras se aferraba a sus pequeños compañeros.

- Yo diría que están más que involucrados en esto; después de ver el acontecimiento de aquí abajo…Podrían ser espías de la mafia ¿ó quizás un semi-kishin?—acusaba Mosquito y su voz ya no importaba más porque era aterrador de igual manera.

- Ah, se e-equivoca; s-sólo soy estudiante de Shibusen—trataba de defenderse.

Pero esas palabras no salían completamente de su boca antes de que se viera envuelto en una masa amorfa de lo que suponía eran murciélagos. Y entonces ya no podía respirar ni moverse ni distinguir arriba de abajo y no sabía si ya estaba muerto o seguía peleando con su vida contra las criaturas.

Kilik abrió los ojos de golpe a un mundo gris y borroso. Tenía la garganta seca y no estaba seguro de que podría hablar bien si lo intentaba. Su ropa estaba húmeda y el interior de sus zapatos se sentía pegajoso.

Uno de sus compañeros jaló el borde de su playera y le entregó sus lentes una vez que el chico hubiera enfocado su mirada entrecerrada en él.

Cuando se puso los anteojos sus alrededores recuperaron claridad pero no color. Debía ser de madrugada pero el cielo nublado no permitía que la luz coloreara el entorno.

Por unos segundos tuvo problemas distinguiendo el sueño de la realidad y el mundo se sentía como si aún estuviera soñando, pero todas las sensaciones que su cuerpo experimentaba comenzaron a despertarlo aún más. Su asiento se agitaba un poco y el desierto parecía infinito desde su ventana.

Se encontraba en un camión casi vacío camino a Death City después de fallar su misión en Transilvania.

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N.A.- Leí un poco de Drácula para escribir del conde pero la mayoría de las veces simplemente le pedí ayuda a mi hermano que ya leyó todo el libro, así que aprovecho la ocasión para agradecerle públicamente por su ayuda *entrega premio a hermano*.

Me da miedo pensar que con cada capítulo sólo enredo más las cosas en lugar de aclararlas, si opinan algo parecido o diferente pueden hacérmelo saber; cualquier comentario, regaño, reclamo o sugerencia lo pueden escribir en la cajita de reviews y/o mensajes privados que está abierta las 24hrs del día esperando por ti. Y si eres de las primeras 100 personas en dejar review te llevas totalmente gratis una calaverita de azúcar :'D (no tengo tantas calaveritas de azúcar, pero igual nunca recibiría 100 reviews, así que no importa :P). Nos leemos en el próximo capítulo.

Kiosé cambio y fuera