Los personajes no me pertenecen,son propiedad de Naoko Takeuchi. Excepto los que yo pueda inventar, esos son míos.


Capítulo 5. Pesadillas

Venga Dar, por favor —suplicaba Rei a su hermano—. Con este tiempo me da miedo conducir y un viernes a estas horas es imposible encontrar un taxi.

Pero, Rei, está lloviendo muchísimo. Llama a Nicholas, ya verás como él entiende. Además, en una semana volverás a verle.

¡Qué poco te acuerdas cuando tú hacías lo mismo con Akane! —le echó en cara a Darien—. Necesito ver a Nicholas, aunque sólo sean diez minutos. Tiene que saber que estoy con él y darle mi apoyo. ¿Cómo crees que se sentirá si le digo que no puedo ir a verle porque tú —puso su dedo en el pecho de su hermano, acusándole con fuerza— no quieres llevarme?

»Ha hecho un viaje de doce horas en un avión, solo, sabiendo que la única abuela que ha conocido, la que estuvo a su lado y cuidó de él mientras su madre estuvo enferma, ha fallecido. Tengo que estar ahí, Darien.

»Esto es lo que implica el amor, hay que estar en los buenos y en los malos momentos. Pensé que tú entenderías, pero ya veo que me equivoqué. Desde que lo has dejado con Akane te has vuelto una piedra.

Rei agachó la mirada, decepcionada por la respuesta de Darien, y abandonó la estancia. Darien se quedó mudo, sopesando lo que le había dicho su hermana. Ella tenía razón. La ruptura con Akane le había dejado bastante tocado, alterándole los sentidos y apenas estaba comenzando con el proceso de reconstrucción.

Estaba actuando como un maldito egoísta. Nicholas había estado presente en los malos momentos de Rei y ahora ella no iba a poder corresponderle sólo porque el tiempo era caprichoso y había elegido esa tarde para liarse a llover como si no lo hubiera hecho desde el Big Bang, y él no quería hacer de chofer. ¿Qué era para él "un poco de lluvia"? Pan comido después de haber realizado un curso de conducción extrema que sus amigos le habían regalado en su último cumpleaños.

Se levantó de la silla con determinación y salió de la cocina siguiendo el camino que había tomado su hermana. La encontró en la sala con el teléfono de la mano a punto de empezar a marcar los números.

¿Qué haces, Rei?

¿No lo ves? Estoy llamando a los padres de Nicholas, me iré con ellos. Ya veré luego como me las apaño para regresar a casa. Quizá tenga que quedarme a dormir en el aeropuerto —dijo con evidente molestia.

Cuelga ese teléfono, Rei. Yo te llevo.

Ahora yo no quiero.

No seas cabezota, Rei.

¡Yo no soy cabezota!

Oh, sí. Lo llevas en los genes, es la herencia de la familia —Darien cogió el auricular de las manos de Rei y lo colgó. La morena se cruzó de brazos y le lanzó una mirada desafiante. Él sonrió de medio lado ante el gesto infantil de la muchacha. Rei entonces suavizó su mirada y no pudo evitar carcajearse, esfumándose su enfado.

Sí, vale, lo reconozco. Tengo la cabeza muy dura —Darien rió y Rei roló los ojos—. Qué le voy a hacer, es la herencia de la familia. ¿Entonces me llevas, Darien?

Claro. Siento lo de antes, perdóname Rei. Estaba siendo bastante injusto.

¿Bastante? —preguntó Rei con evidente sorna—. Creo que estabas siendo más que bastante.

Intento disculparme y tú sólo te burlas de mí. Bonito comportamiento, ¿eh?

»Dejando a un lado las bromas, de veras lo siento. Esta piedra aún tiene sentimientos. Entiendo que quieras estar al lado de Nicholas, yo en tu lugar haría lo mismo.

Gracias por entenderme, Dar —Rei cubrió los pasos que le separaban de su hermano y lo abrazó—. Es muy importante para mí estar ahí.

Es muy halagador de tu parte regalarme este abrazo, y realmente lo aprecio, pero creo que…

Ni siquiera se te ocurra separarte de mí, Darien —le interrumpió Rei—, no rompas este abrazo si no quieres que toda la furia del panteón griego caiga sobre ti —Darien comenzó a reírse ante la ocurrencia de Rei, de forma que la muchacha sintió la vibración de la risa de su hermano sobre su pecho, haciéndole cosquillas.

Darien se separó de ella aun a riesgo de que su hermana cumpliera con la amenaza. La miró un instante, Rei se había convertido en una hermosa mujer y todavía seguía conservando la ilusión en las pequeñas fantasías que la habían emocionado de niña. Le tomó una mano y la besó a la vez que decía con una voz tremendamente dulce:

Mi pequeña Rei, no sabes cuánto te quiero. No cambies nunca.

Sólo por eso te salvas. Pero que te quede bien claro que sé perfectamente cómo convocar al panteón griego, lo leí en un libro. Y además pienso que no estaría mal que de vez en cuando Ares te pateara ese bonito trasero que tienes.

Ares no podría conmigo —dijo con aire de suficiencia.

¡Arrogante!

¿Y qué me dices de ti? No creo que a Nicholas le guste que andes admirando traseros ajenos.

Bah, el tuyo no importa, eres mi hermano.

Así que tengo un bonito trasero, ¿eh?

¡Para qué habré hablado! —dijo Rei elevando sus manos y poniendo los ojos en blanco— Seguro que tu ego ya no cabe en esta casa.

Deja mi ego en paz —protestó bajando los brazos de Rei—.Vamos, coge tus cosas. Si queremos llegar a tiempo al aeropuerto es mejor que salgamos ya. Con esta lluvia no podemos ir rápido, sería peligroso.

¿Y por qué no lo has dicho antes? —replicó Rei, ya saliendo a toda prisa de la sala para subir a su habitación.

Es lo que intentaba decirte cuando me estabas abrazando —elevó la voz pues su hermana ya estaba en el piso de arriba—, pero tú siempre tienes que salir con alguna cosa.


Avanzaban por la autopista a baja velocidad. El agua seguía cayendo con fuerza. A lo lejos, relámpagos iluminaban el cielo sin que los truenos se hicieran presentes por el momento. El cielo aún no terminaba de descargar su furia y el tono entre añil y morado que empezaba a teñir las nubes, anunciaba que lo peor estaba por venir.

Los limpiaparabrisas no daban a basto retirando el agua, y la niebla que levantaban otros coches al adelantarles no ayudaba en nada. Pero Darien iba tranquilo y confiado, dominando a la máquina con la seguridad de quien conoce la situación, manteniendo la velocidad que los paneles luminosos de la autopista anunciaban que era segura para no exponer al peligro a las frágiles vidas humanas que viajaban en el interior de los poderosos caballos de acero, sabiendo cómo y de qué manera pisar el freno para evitar que las ruedas derraparan.

¿Pero es que no va a parar de llover nunca? —lanzó al aire Rei la pregunta, como si esperara que una intervención divina le contestara.

¿No te gustaba la lluvia? —cuestionó Darien sin despegar la vista de la carretera.

Sí, pero no cuando llueve así. Me gusta la lluvia de primavera, ligera, tranquila, e incluso las primeras del verano, pero me asusta cuando llueve así. Parece como si el cielo fuera a caerse a pedazos sobre nuestras cabezas.

Tienes razón, a mí tampoco me gusta cuando llueve así. Y parece que lo peor todavía no ha pasado, va a haber tormenta.

Oh, no —habló Rei con voz apesadumbrada, mientras se encogía en el asiento—, odio las tormentas.

Pon algo de música —sugirió Darien—, quizá eso te distraiga.

Justo en ese momento un trueno rasgó el aire e hizo retumbar los cristales. Rei volvió a encogerse en el asiento.

Me parece una idea estupenda y la voy a poner en práctica ahora mismo.

Rei encendió la radio del auto y buscó su emisora favorita. La dulce voz de Susanna Hoffs inundó el coche cantando las primeras palabras de "Eternal Flame". La muchacha cerró los ojos y se dejó inundar por la melodía.

Cómo me gusta esta canción.

Darien puso el intermitente y tomó un desvío a la derecha que les llevaría a la terminal del aeropuerto. La autopista desembocó en una avenida de doble sentido. Un relámpago iluminó el cielo y otro trueno retumbó. Rei cerró más fuerte sus ojos mientras sus labios cantaban bajito.

Close your eyes

Give me your hand, darlin'

Do you feel my heart beating?

Do you understand?

Do you feel the same?

Am I only dreaming?...

Ya queda poco para llegar, ¿verdad?

Sí, sólo dos calles más y podrás ver a Nicholas.

Un coche les pasó a toda velocidad, levantando en el aire el agua del suelo, haciendo que por un instante la visibilidad fuera nula.

¡Mierda, no veo nada! —exclamó Darien a la vez que pisaba el freno para disminuir la velocidad—. Ese tío es un idiota, ¿no sabe que es peligroso conducir así?

Rei abrió los ojos al oír la exclamación de su hermano. De repente la luz de unos faros los cegaron a ambos, la niebla del agua se disipó… Pero ya era demasiado tarde, el choque era inminente.

¡Darien, cuidado!

Despertó sobresaltado, empapado en sudor, con las últimas palabras de su hermana resonando aún en sus oídos. Sin ni siquiera ser consciente de lo que hacía, se encontró encogiéndose en la cama y tapando sus orejas con manos temblorosas para tratar de apagar la voz que taladraba su cerebro.

Sintió su estómago revolverse y las náuseas se hicieron presentes, atacando fuerte, sin piedad, como cada vez que tenía la misma pesadilla. Abrió los ojos a la oscuridad eterna, ninguna luz que lo reconfortara y enviara sus recuerdos lo más lejos posible, al mundo de las tinieblas al que pertenecían. Pero él sabía que ese era su castigo, su penitencia y así debía expiar el pecado más grande que cometió: segar la tierna vida de dieciocho años de su hermana.

Su estómago se contrajo, produciéndole un dolor lacerante, que le hizo reaccionar y levantarse de la cama a toda prisa, tropezando con una silla en su ciega carrera por alcanzar el aseo.

Allí inclinándose sobre el váter derramó el inexistente contenido de su estómago, tan sólo sintiendo el amargo sabor de la bilis en su boca. Se enjuagó y lavó su cara, apoyó los brazos en el lavabo sintiéndose débil de repente. Notó que la garganta se le cerraba y sus ojos comenzaban a inundarse.

Poco a poco fue resbalando hasta quedar sentado en el suelo. Los sollozos se acumularon queriendo salir con fuerza y el río de lágrimas se desató. Quería gritar, pero entonces recordó que no estaba solo, Andrew dormía en la habitación de enfrente, por lo que hizo lo único que se le ocurría para no dejar salir la agonía que le estaba carcomiendo el alma: se metió un puño en la boca, de esa manera podría mantener a raya los sollozos hasta que pudiera controlarse.

Le tomó algo más de diez minutos lograr calmarse y secar sus ojos. Cuando su respiración se normalizó, se levantó y salió del baño dispuesto a preparar su ropa y darse una buena ducha, lo necesitaba.

De vuelta en la habitación, avanzó hacia la mesilla de noche y palpó la superficie buscando su reloj. Cuando lo encontró lo tomó, la voz metálica anunció la hora: "son las nueve horas y treinta minutos". Al dejarlo sobre la mesilla oyó un ruido proveniente de la cocina: el exprimidor de zumo estaba en funcionamiento.

¡Setsuna! Eso fue lo primero que se le vino a la cabeza. Seguro que su hermana quería evitar que él permaneciera en cama sin alimentarse tal y como había hecho el día anterior.

Dejó el pensamiento de la ducha para más adelante y salió al encuentro de su hermana para que le viera y supiera que no tenía pensado repetir la escena de ayer porque, entre otras cosas, tenía un huésped en casa.

Según se acercaba a la cocina, la boca se le iba haciendo agua pues llegaba un aroma delicioso a café recién hecho y tostadas. Girando a la izquierda nada más pasar la sala, apoyó la mano en el marco de la puerta de la cocina y habló:

—Setsu, gracias por venir a prepararme el desayuno, huele maravilloso. Pero no tenías que haberte molestado, hoy no pienso portarme como un niño malcriado.

—Pues no sabes cuánto me alegra que hoy hayas decidido ser un niño grande, porque no me apetece hacer el papel de madre regañona.

—¡Andy! Perdona, creí que eras Setsuna. Pero, ¿por qué estás preparando el desayuno? Tú eres mi invitado, eso lo debería hacer yo.

—Es mi manera de darte las gracias y celebrar.

—¿Darme las gracias? ¿Celebrar? Andrew, ¿qué significa todo esto? ¿Y por qué tengo la sensación de que me estás dando la espalda? Gírate por lo menos, no me gusta ser ignorado.

Andrew, efectivamente, estaba dándole la espalda ocupado en partir las naranjas y pomelos, que había encontrado en la nevera, para terminar de preparar los zumos del desayuno.

—¿Sabes? Estoy llegando a pensar que tienes un tercer ojo escondido en algún lado o que quizá eres un caso para estudio sobre un desarrollo excepcional de los sentidos. Listo, ya está, ya de di la vuelta… ¡Oh, vaya! Tienes una pinta horrible, ¿no has dormido bien?

—¿Eh? No, estoy bien, no es nada.

—¡Y una mierda que no! —exclamó Andrew— Eres un pésimo mentiroso, estás blanco como el papel y tienes las pelotas de decir que todo va bien.

—¡Para ya, Andy!

—Esta vez no me voy a callar. Es evidente que algo ha pasado y no me lo quieres contar. Estoy harto de todo esto. Echo de menos al antiguo Darien, extraño a mi amigo. Antes nos lo contábamos todo y ahora tengo que esperar semanas y a veces hasta meses para verte.

»Me gustaría hablar contigo de tantas cosas, sobre todo del embarazo de Lita. A ella no quiero agobiarla ni asustarla con mis miedos y además hay cosas que no me siento cómodo de hablarlas con mi madre. Sé que tú sabes muy poco acerca de embarazos, pero sería un consuelo que me escucharas y me dieras tu opinión, sentir que mi amigo está mi lado y que incluso me regañe cuando meta la pata con Lita. Pero apenas te veo, y no hablemos de llamarte, es un auténtico milagro cuando respondes el teléfono.

»¿Sabes hace cuánto que no subía a tu casa? —Darien iba a contestar, pero Andrew estaba demasiado exaltado para dejarle hacerlo—. Yo te refrescaré la memoria: tres años. Y tú ni siquiera te has molestado en ir a conocer mi casa, Lita y yo hemos insistido hasta la saciedad, pero es como si no te importáramos. Desde el accidente nos expulsaste a todos de tu vida, te encerraste en ti mismo para recrearte en tu sufrimiento, un sufrimiento y una culpa que no son merecidos, pero a ti te encanta hacer el papel de mártir. Deberían incluirte entre los nominados a los Oscar, porque seguro que te lo llevabas de calle.

»Y me siento como un estúpido, porque todavía tengo esperanzas de que cambies, de que salgas de tu encierro, aceptes las cosas como son y vuelvas a ser el mismo de antes. Por eso sigo estando aquí, para ti, para cuando me necesites; me sigo manteniendo a tu lado a pesar de todo, yo no me he rendido como los demás, y no es que les culpe, fuiste muy duro con ellos y se dieron por vencidos, pero…

—No creo que pueda ser el mismo de antes —interrumpió el discurso airado de Andrew—, Rei ya no está.

—Es cierto, Rei ya no está; y el hecho de que muera un familiar siempre deja huella, lo sé por experiencia. Pero la vida sigue y hay que tirar para delante —Darien se encogió de hombros—. ¿Quieres ejemplos? Tu madre, le ha costado, pero mira que bien está ahora; tu hermana, se ha mantenido fuerte por ti y tu madre; yo mismo, perdí a mi padre, pero el mundo no se ha detenido por ello.

Darien no replicó los argumentos de su amigo, simplemente se limitó a negar con la cabeza mientras avanzaba hacia la mesa de la cocina. Cuando se aseguró de tener bien situada la silla se sentó, después puso los brazos sobre la mesa y suspiró. Andrew cambió de postura y se apoyó en la encimera, miró a Darien preocupado y se frotó las manos en el delantal que se había puesto para no mancharse mientras preparaba el desayuno.

No le gustaba lo que veía. Andrew había soltado de golpe todo lo que pensaba y sentía, y su amigo apenas había reaccionado; era como si no le importara. Pero es que él ya no aguantaba más, ver cómo Darien se maltrataba de esa manera y esa tristeza perenne en sus ojos… Le miró, fijamente. Su aspecto era sólo un poco mejor, la palidez había remitido, pero aún mantenía ese gesto de desolación y sus ojos, ahora que se fijaba mejor, estaban brillantes. Apostaría lo que fuera a que había estado llorando.

—Has estado llorando, ¿verdad? —Andrew no se pudo resistir a realizar la pregunta.

Darien dejó escapar un gemido, se removió en la silla y enfocó la vista hacia el fondo de la cocina, de donde provenía la voz de Andrew, como si pudiera verle y quisiera traspasarle con la mirada. Un enjambre de sentimientos pasaron por los ojos apagados del moreno: sorpresa, vergüenza y… culpa. Dejó caer la cabeza y la escondió entre sus brazos. No respondió la pregunta.

—Está bien —dijo cansadamente Andrew—, no importa. No voy a conseguir que me lo cuentes. Será mejor que me vaya. Estaba esperanzado, ¿sabes? Ayer me invitaste a venir aquí cuando me privaron de mi casa, pensé que quizás estabas empezando a abrirte, a salir de todo esto. Pero ahora me doy cuenta de lo equivocado que estaba. Creo que el desayuno de celebración ya no tiene importancia. Muchas gracias por darme posada anoche.

Andrew se quitó el delantal, lo dobló cuidadosamente y lo guardó en el cajón del que lo había sacado. Caminó con pasos decididos y cuando llegó a la altura de Darien le puso una mano en el hombro y apretó afectuosamente a la par que decía:

—Siento lo que te haya pasado, se nota que te ha afectado mucho. Si quieres hablar ya sabes dónde encontrarme. Hay zumo de sobra para ti, será mejor que desayunes cuanto antes, no sea que se enfríe.

Darien pareció reaccionar ante esas palabras y levantó la cabeza, rápidamente puso su mano sobre la de Andrew y habló:

—Espera, Andy, no te vayas. Creo que tienes razón. Siéntate conmigo, por favor.

—Antes de nada será mejor que te des una ducha, la necesitas urgentemente. Mientras, yo terminaré de preparar el desayuno y después hablaremos con calma.

—Está bien.

Quince minutos después, Andrew y Darien empezaban su desayuno. Andrew había dispuesto todo en la mesa de manera que Darien lo pudiera localizar con facilidad, pero eso era lo único que había hecho. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza poner la mantequilla y la mermelada en las tostadas de su amigo, ese sería el error más grande que podría cometer; una cosa era indicarle dónde estaba el vaso de zumo o el azucarero y otra muy distinta hacer cosas que Darien era perfectamente capaz de realizar por sí mismo. Darien era muy independiente y una de las cosas que más odiaba era que se lo dieran todo hecho, como si él fuera un inútil incapaz de valerse por su cuenta.

Con una habilidad pasmosa, que no dejaba de sorprender a Andrew a pesar del tiempo que había pasado, Darien tuvo listas sus tostadas que habían sido perfectamente bañadas sin derramar su contenido en el proceso. La desenvoltura de su amigo, hizo que el rubio se le quedara observando fijamente mientras tomaba de su vaso de zumo. Los movimientos de Darien eran impecables, sin ningún signo de vacilación. Tan sólo una vez Andrew le había dicho dónde había colocado el zumo, la taza, la cafetera y el resto de cosas y Darien no lo había olvidado.

Esa —se dijo Andrew— era una de las cualidades de las personas invidentes, desarrollaban una memoria excelente. A él todo eso le parecía demasiado complicado y más de una vez había pensado que si estuviera en la misma situación que Darien le sería imposible adaptarse y realizar todos sus movimientos con tal soltura; aunque por otra parte siempre había estado convencido de que era imposible escribir en un ordenador sin mirar el teclado, hasta que había aprendido. Quizá, después de todo, si él tuviera que pasar por la misma situación acabaría teniendo la misma soltura que Darien.

Durante el tiempo que duró el desayuno hablaron animadamente de muchas cosas, pero Darien seguía rehuyendo el tema pendiente que tenía con Andrew.

—El desayuno estaba cojonudo, Andy —comentó Darien tras limpiarse la boca con la servilleta—. Gracias por la molestia.

—No ha sido nada, ya sabes —respondió Andrew con su modestia particular—. Pensé que era lo mejor que podía hacer por haberme dado cobijo anoche, es lo justo.

—Si un grupo de mujeres con las hormonas revueltas vuelve a dejarte sin casa, ya sabes dónde tienes una cama.

Andrew se sorprendió por el tono bromista con el que Darien había hablado. No era normal en él estar de tan buen humor, sin embargo cuando le miró a la cara comprendió que tan sólo había sido un vestigio del antiguo Darien, pues en su rostro no había ningún rastro de humor, ninguna sonrisa pícara y traviesa como las que antaño solían acompañar sus bromas. Aun así el ofrecimiento era sincero.

—Te tomo la palabra —Andrew rió—, así que espero que cuando llegue el momento no te retractes.

—¿Has terminado ya? —preguntó Darien a bocajarro.

No sabía qué le había llevado a ofrecerle su casa de nuevo a su amigo, la vez anterior estaba seguro que había sido por la presencia de Serena; por un instante se había sentido como antes de la muerte de Rei, pero en este momento y teniendo todavía fresca la pesadilla, no le encontraba explicación. Quizá empezaba a necesitar la compañía de alguien de vez en cuando y Andrew era el único amigo que le quedaba, el único al que no había espantado. Le debía por lo menos eso.

—Sí, claro —respondió Andrew perplejo por el cambio en el tono de voz de Darien—. Aunque prácticamente me lo he comido yo todo, tú apenas has comido dos tostadas cuando otras veces te zampabas mínimo cuatro.

—Hoy no tenía mucha hambre —todavía sentía un agujero en donde debía estar el estómago, no sabía ni cómo había podido desayunar—. Vamos a recoger todo esto —se puso de pie y empezó a juntar platos y tazas—. Yo friego y tú secas.

—Darien —habló Andrew exasperado—, creo que hay algo que me has dicho que me ibas a contar y lo único que has hecho ha sido darme conversación y distraerme con el "yo friego y tú secas" —sujetó las manos de Darien—. Así que para con esto y empieza a desembuchar de una puñetera vez.

—Mira —Darien forcejeó y soltó sus manos del agarre del rubio—, he dicho que te lo iba a contar y lo voy a hacer, ¿vale? Pero no es plato de buen gusto, sólo quería tener un momento tranquilo. Ahora como personas adultas y responsables que somos, vamos a limpiar todo esto. Necesito estar ocupado cuando empiece a desembuchar. ¿Alguna recriminación más?

—No, ninguna.

—Estupendo.

Llevaron en silencio los utensilios del desayuno a la pila. Darien empezó a enjabonarlos y Andrew cogió un paño de cocina para cumplir con su parte de la tarea.

—En realidad, no hay mucho que contar —comenzó Darien rompiendo el silencio—. Es la misma mierda de siempre —aclaró al grifo una taza y la tendió para que Andrew la recogiera y secara—. He soñado con Rei, con el accidente.

Andrew sabía que no había sido un sueño agradable, sabía exactamente la clase de sueño que había tenido y llamarlo sueño era como decir que un terremoto era un pequeño temblor de tierra. Pesadilla era una palabra mucho más adecuada.

—¿Has vuelto a tener pesadillas? —se interesó Andrew mientras secaba la taza—. Pensé que eso ya lo tenías superado.

—Pesadillas, no —corrigió Darien tajantemente—, pesadilla. La misma de siempre, en alta definición para mi disfrute personal —soltó una risa amarga—. Todavía no me he librado de ella, aunque ya no la tengo tan a menudo. Es un recordatorio más para que no olvide, y créeme, logra su cometido perfectamente.

—Te creo, hace media hora parecías un fantasma —Darien le tendió ahora un plato, Andrew lo secó y guardó en el armario.

Andrew estuvo a punto de aconsejarle que volviera a terapia, pero se mordió la lengua para no hacerlo; y no es que no le hubiera importado decírselo, antes había sido bastante claro en cuanto a lo que pensaba, era simplemente que sabía cuál iba a ser la respuesta…

Darien, no puedo creer lo que has hecho, de verdad que no puedo. Setsuna me lo ha dicho, pero necesito escucharlo de tu boca.

Tú también… ¿Para eso me llamas? Si lo sé no te cojo el teléfono. ¡Dejadme todos en paz!

¿Por qué has dejado la terapia? Espero que tengas una buena explicación.

¿Sabes qué día es hoy, Andy? Hoy Rei cumpliría diecinueve años, pero no lo podrá hacer porque yo la maté. Ninguna maldita terapia me va a convencer de lo contrario. Es sólo una pérdida de tiempo y dinero, además si accedí fue sólo porque Setsuna insistió, pero ya me cansé. Soy consciente de mi culpa y estoy pagando la penitencia. PUNTO. Y si no te gusta mi explicación, pues te jodes. Es lo que hay.

No seas cabezota, Darien. Necesitas ayuda, hablar con alguien, contarle tus problemas, que te aconsejen.

¿Hablar con alguien? Me muero de la risa. Tío, eres un puto ingenuo, ¿de verdad crees que al psicólogo le interesan mis problemas? Le sueltas el rollo, te vacían el bolsillo y si te he visto no me acuerdo.

Estás siendo muy injusto. Tu hermana también es psicóloga y la acabas de meter en el mismo lote. No sabes lo que dices, los psicólogos no hacen eso, al menos los que tienen ética y estoy seguro que el que te buscó Setsuna es de esos, se preocupan por sus pacientes, se ponen en tu lugar y…

Se ponen en mi lugar —Darien soltó una carcajada amarga—, esa sí que es buena. Creo que es un poco difícil ponerse en mi lugar, para ello tienen que haber matado a una hermana, tener un padre que te odia, una madre depresiva que no sale de la cama y una hermana que ha tenido que cancelar sus planes de boda por tu culpa.

Bueno, quizá no he elegido las palabras adecuadas. En todo caso…

Andy, ya. No insistas, no voy a cambiar de opinión.

Pero…

¿Estás sordo? ¿Qué parte del "no voy a cambiar de opinión" no has entendido? Olvidaros de mí, haced como si no existiera. Espero que transmitas el mensaje, no quiero más llamaditas como esta. ¿Entendido?

Sin esperar respuesta, Darien cortó la comunicación dejando a un Andrew muy preocupado.

No. No era momento de poner a Darien a la defensiva, no después de haber conseguido que se abriera a él y estuviera de un humor más o menos decente. En vez de eso, podía intentar otra cosa, quizá saliera como esperaba.

—En cuanto acabemos con esto me largo a ver a Lita —comentó queriendo que pareciera casual—. Necesito comprobar que todo está bien.

—¿Temes que por tu casa haya pasado un huracán? —preguntó Darien mientras le tendía el último utensilio y cerraba el grifo.

—Algo parecido —recogió la cuchara, la secó y la guardó en el cajón con el resto de los cubiertos—. No sabes de lo que son capaces las amigas de Lita, incluida mi prima.

—¿Crees que te dejen entrar en casa? —Darien se secó las manos con un trapo—. Anoche te oí, perdí la cuenta de las llamadas que le hiciste a Lita. Y maldecías, mucho.

—Pues claro, joder. Soy un futuro padre preocupado y nadie me entiende. Sólo pude hablar con Lita cinco segundos, y eso de hablar es un decir porque sólo habló ella, literalmente: "Andy, cariño, la niña y yo estamos bien. La casa sigue en su sitio. Si algo pasa te llamaré. No te preocupes, te quiero" Y colgó. Ya no pude volver a contactar con ella, apagaron los móviles y desconectaron el fijo. ¿Cómo pudieron hacerme eso a mí?

—Es perfectamente lógico —Darien se dio la vuelta, se apoyó en la encimera y cruzó las piernas a la altura de los tobillos.

—Vaya, con amigos como tú, quién quiere enemigos —colgó el trapo que había usado y se dejó caer pesadamente en una de las sillas—. Acabo de sentarme —le informó—, sólo para que lo sepas, no quiero que me acuses luego de estar hablando con la pared.

—Muy bien —fue la contestación de Darien, que giró la cabeza hacia donde provenía la voz de su amigo—. Ahora es tiempo de que tú me escuches a mí. Antes me dijiste que querías que te regañara cuando metieras la pata con Lita, pues bien, la estás metiendo hasta el fondo.

—¿Qué es lo que estoy haciendo mal?

—En realidad, mal no es que estés haciendo nada, sólo es que estás siendo demasiado paranoico y sobreprotector. Estás agobiando a Lita, tienes que dejarla respirar. Es una mujer…

—Eso es bastante obvio —interrumpió Andrew.

—Déjame terminar y no me interrumpas. Como iba diciendo, Lita es una mujer, su cuerpo está preparado para la gestación y el parto; el ginecólogo os ha dicho que todo va bien. Entonces no tienes de qué preocuparte.

—Pero es que no puedo evitarlo —protestó Andrew.

—Pues tienes que solucionar eso. Lo único que Lita necesita ahora es mucho cariño y comprensión, no escatimes en eso. Por lo demás actúa como si Lita no estuviera embarazada, teniendo en cuenta las precauciones básicas, claro está.

—Intentaré cambiar mi actitud. Ahora me voy, reza porque no me echen a patadas de casa y no tenga que soportar el sermón de tres locas. Espero verte más seguido, encerrarte no te hace bien.

Listo, él ya había lanzado el anzuelo, ahora había que esperar a ver si Darien picaba. Se despidió y salió de la cocina hacia el recibidor, rezando mentalmente para escuchar las palabras que estaba esperando. Ya estaba poniéndose el abrigo, cuando Darien le alcanzó y habló:

—Quizá si no vas solo, no tengas tantos problemas —empezó diciendo vacilante—. Puedo ir contigo, si quieres; la unión hace la fuerza, ¿no?, además seguro que Lita se alegra de verme.

¡SIIII! Andrew estuvo a punto de ponerse a bailar estúpidamente en medio del recibidor, pero mejor no tentar a la suerte, Darien era muy perceptivo y podría darse cuenta y entonces sí que estaba perdido.

—¿Harías eso por mí? —preguntó en cambio llanamente, intentando no delatar en su voz la emoción que sentía.

—Claro —respondió Darien, ya sin vacilar—, es la clase de cosas que hacen los amigos y te debo unas cuantas.

—Gracias, Darien. Sé que supone un gran esfuerzo para ti.

En un silencio nada incómodo, terminaron de ponerse los abrigos y el resto de la indumentaria que se precisaba para no congelarse en la calle. Cada día hacía más frío, no tardaría mucho en caer la primera nevada.

* * * *

Después de una tarde y noche moviditas, la casa estaba en total silencio. El baby shower de Lita había sido un auténtico éxito. Después de la pequeña crisis de la castaña con la ropa, todo había ido sobre ruedas. Serena se llevó a Lita a una librería y la mantuvo ocupada el tiempo necesario para que Ami y Mina prepararan todo. La excusa de que Serena estaba buscando un libro concreto al final no fue tal porque después de rebuscar durante un tiempo por entre las estanterías, Serena vio un libro que le llamó la atención y terminó comprándolo, al igual que Lita, que se enamoró de un libro de cuentos infantiles.

En cuanto Serena recibió la llamada perdida de Ami, regresaron a casa. Lita se emocionó tanto con la sorpresa, a pesar de haber renegado antes de la idea, que terminó llorando. Le echó la culpa a las "estúpidas hormonas", aunque todas sabían que no todo se debía a las hormonas, Lita era muy sentimental.

Más lágrimas fueron derramadas al recibir cada uno de los regalos, al igual que al ver "La princesa prometida" y la película extra que había traído Mina sin consultar a nadie. Cuando estaban absortas en la pantalla viendo como Molly era ayudada por Sam a moldear arcilla de esa forma tan erótica que hacía que todas se derritieran, Lita estalló en sollozos. No tenían mucho sentido las lágrimas de Lita en ese momento, en esa escena concreta, pero ella no quiso dar respuesta alguna así que las chicas no insistieron.

Fue después, que Mina dijo que ya estaba bien de lágrimas y que la fiesta era para divertirse. Y así pues, la diversión comenzó; incluido el famoso juego de las confesiones que Mina insistió en realizar, donde al fin salió el motivo por el que Lita había llorado al ver esa escena de Ghost. Sus tres amigas prometieron que tendrían una conversación bastante seria con Andrew al respecto.

No trasnocharon mucho, para que Lita no se cansara. Se acomodaron todas para dormir en el dormitorio de Andrew y Lita; Serena con Lita en la cama, y Ami y Mina en camas improvisadas a los lados.

De madrugada Serena despertó y vio que Lita no estaba en la cama. Inmediatamente fue a buscarla, no porque estuviera preocupada, porque si algo hubiera pasado Lita las habría despertado a todas, pero quería asegurarse de que todo estaba bien, no quería fallarle a su primo por no cuidar bien de su novia.

Finalmente la encontró en la cocina, sentada a la mesa con una taza humeante en la mano. En su rostro se reflejaba el cansancio. Serena sintió una punzada de arrepentimiento, quizá todo el ajetreo de la fiesta había sido demasiado para el estado de Lita.

—Me he despertado y he visto que no estabas en la cama —habló Serena desde el umbral.

—¿Tú también vas a empezar como Andy? Mira que con él ya tengo bastante.

—No, ¿por quién me tomas? —respondió Serena con guasa y una sonrisa cansada se extendió por el rostro de su amiga.

—Ya que estás aquí, siéntate conmigo y hazme compañía —pidió Lita y tomó un sorbo de su taza.

Serena se sentó junto a ella y apoyó los brazos en la mesa.

—¿Qué tomas? —quiso saber señalando la taza.

—Infusión de tila, azahar y melisa. Espero que me relaje y me ayude a dormir.

—¿Está muy inquieta la niña?

—No sabes cuánto —contestó Lita llevándose una mano al vientre—. No para de moverse y además con este enorme barrigón es muy difícil encontrar una postura cómoda para dormir. Qué ganas tengo de que nazca ya.

—Bueno, ya te queda menos. Pero prepárate después, entre las tomas y como te salga guasona la niña, vas a tener unas noches muy entretenidas.

—Vaya ánimos que me das —ambas se miraron y estallaron en risas—. Extraño a Andy, ¿crees que se haya enfadado por haberle dejado incomunicado?

—Puede que un poquito —respondió Serena pensativa y puso su mano encima de la de Lita—. Pero era lo que había que hacer, Andy tiene que comprender que no puede estar atosigándote todo el rato.

Mina se despertó al oír risas. Se incorporó en la cama y se frotó los ojos. Vio la cama de Lita vacía y supo de quien habían sido las risas que había escuchado. Tenía la boca seca y moría por un gran vaso de agua. Se levantó del colchón y al ir hacia la puerta pudo ver a una dormida y sonriente Ami. En la habitación había algo de claridad, pues a Lita no le gustaba dormir en oscuridad total. Seguro que está soñando con Taiki, pensó.

Cuando entró en la cocina encontró a Serena y Lita sentadas y con las manos juntas.

—¿Qué hacéis? —preguntó bostezando.

—Bailando salsa —respondió Serena—. ¿A ti qué te parece?

—Joder, Sere, qué susceptible estás —refunfuñó Mina mientras sacaba un vaso del armario—. A ver si viene pronto Ante y te echa un buen polvo para quitarte el mal humor que gastas últimamente.

—Tú como siempre tan discreta, Mina —se quejó Lita.

—Ya sabéis como soy —Mina abrió el frigorífico y sacó una botella de agua con la que rellenó al vaso—, no tengo pelos en la lengua y digo siempre lo que pienso, así sea una burrada.

—Déjala, Lita, Mina tiene razón —reconoció Serena—. Necesito una maratón de sexo urgentemente; no sabes cómo te entiendo, Lita. Odio estar a dieta.

Ami se removió incómoda en la cama. Taiki la estaba besando y su mano ascendía por debajo de su blusa buscando el calor de sus senos. Pero había algo que no estaba bien, que no encajaba. Se despertó bruscamente y notó una sensación familiar en su vejiga; se estaba haciendo pis. Con sigilo, para no despertar a nadie, se dirigió al baño que quedaba justo al lado de su cama.

Maldiciendo a su inoportuna vejiga por haberle arruinado el sueño, regresó a la habitación y se quedó de piedra: las camas estaban vacías, sólo estaba ella en el dormitorio. Se temió lo peor, una imagen bastante real le pasó por la cabeza: Lita tumbada en el suelo, ayudada por Mina y Serena a traer a su hija al mundo. Y la única con conocimientos médicos durmiendo a pierna suelta y soñando con besos.

Se calzó las zapatillas y salió apresurada de la habitación, esperando oír los jadeos y gritos de Lita, pero sólo escuchó un murmullo de suave conversación. Siguió a las voces y llegó a la cocina justo para oír a Serena decir que odiaba estar a dieta.

—Chicas, me habéis dado un buen susto —habló después de suspirar aliviada—. Me he despertado y no había nadie en la habitación. He llegado a pensar que a Lita se le había adelantado el parto y no me habíais despertado.

—Si me hubiera puesto de parto te habría despertado a ti la primera.

—Entonces no te fías de nosotras —protestó Mina haciendo un mohín y se llevó la mano libre al corazón—. Eso duele.

—Cariño, no es que no me fíe de vosotras, pero la única enfermera que hay aquí es Ami.

—Así es —intervino la aludida—. ¿Y ahora se puede saber que hacéis aquí? Creí que la fiesta había terminado hace más de tres horas.

—Yo te lo resumo encantada —dijo Serena—. Verás, Lita no podía dormir y ha venido a tomarse una infusión, Mina supongo que tenía sed…

—Supones bien —interrumpió Mina con una sonrisa y dio un trago de agua para enfatizar las palabras de Serena, la cual le lanzó una mirada fulminante por haberla interrumpido.

—Y yo me desperté y vine a ver qué hacía Lita —terminó de narrar.

—Ya veo —murmuró Ami frotándose la nuca—. ¿Y desde cuándo hace que estás a dieta? No me habías dicho nada.

Mina soltó una gran carcajada y Ami se la quedó mirando como si estuviera loca.

—Cariño, qué ingenua eres, no es a esa clase de dieta a la que se refiere.

—Perdona mi ignorancia, oh todopoderosa Mina —dijo con rentintín—, pero sólo escuché esas cuatro palabras. No soy adivina, así que no sé a qué contexto se estaba refiriendo.

»Sere, ¿no habéis probado Ante y tú el sexo telefónico? A Taiki y a mí nos ha funcionado muy bien en circunstancias similares a las vuestras, o ya puestos a través de la webcam, eso sale más barato que el teléfono. Ya sé que es un pobre sustituto, pero… —Ami se quedó callada al ver la perplejidad que asomaba a los rostros de sus amigas, que habían abierto mucho los ojos.

»¿Por qué me miráis así? ¿Es que la única pervertida puede ser Mina?

—¡Oye, que yo no soy una pervertida! —protestó la susodicha haciendo grandes aspavientos, pero nadie replicó más porque de repente se dejaron oír unos sollozos.

Ami y Mina enfocaron su mirada en Lita, pero ¡oh sorpresa!, las lágrimas no era suyas esta vez, sino de Serena.

—¿Qué te pasa, Sere? —preguntó preocupada Mina a la vez que se acercaba a su amiga.

—Lo siento, soy una tonta. Creo que mis hormonas también están un poco revueltas.

—¡SPM! —exclamaron las tres a la vez.

—Exacto —confirmó Serena—. Y además es que... —otro sollozo—. Ante casi no tiene tiempo para mí, así que ya ves Ami, ni siquiera puedo llevar a cabo lo que dices. ¡Qué patético!

—¡Los tíos son unos cerdos! —soltó Mina su verdad universal— Por eso yo tengo siempre a mano a mi fiel compañero a pilas, ese nunca te falla.

—A no ser que se gasten las pilas y no tengas unas nuevas a mano —opinó Lita—. Ten, cariño —le tendió un pañuelo de papel que sacó de su bata y que Serena aceptó gustosa—. Últimamente suelo llevar pañuelos en todos los sitios.

—Gracias —dijo y se secó las lágrimas—. Menudo show he montado, ¿no? —intentó componer una sonrisa—. Es tarde, ¿por qué no nos vamos a dormir?

Serena había dejado bien claro con ese comentario que no tenía ganas de hablar del asunto, así que nadie insistió. Sabían que cuando ella estuviera preparada les contaría todo.

—Tienes razón —apoyó Ami, que recordó cómo apenas unos días antes había insinuado la posibilidad de que Ante le estuviera poniendo los cuernos a su amiga y no se había sentido muy cómoda al hacerlo.

Lita terminó su infusión y dejó la taza y el plato en el fregadero, así como Mina el vaso en el que había bebido agua. Todas tomaron posiciones en sus lechos y en pocos segundos el silencio volvió a reinar en la casa.

Por la mañana, Serena fue la primera en levantarse. Lita dormía profundamente, tumbada del lado izquierdo y con un cojín debajo de las piernas; parecía que esa postura le había permitido conciliar el sueño, eso y que la niña habría dejado de moverse. Ami estaba arropada con las sábanas hasta el cuello, durmiendo igualmente, lo mismo que Mina, que lo hacía en una de sus clásicas posturas: con una pierna dentro de las sábanas y otra fuera, además de su brazo derecho debajo de la almohada.

Cogió la ropa que había traído para cambiarse y se metió en el baño de invitados. Tras la agradable ducha, se preparó el desayuno y se sentó a disfrutar de él mientras veía las noticias en la televisión que había en la cocina, con el volumen muy bajito para no despertar a nadie.

Después de limpiar lo que había ensuciado, fue a buscar el libro que había comprado la tarde anterior y volvió a la cocina, donde había una luz excelente para leer. El reloj de la cocina marcaba las diez y cuarto.

—¡Buenos días!

—Buenos días, Ami —Serena levantó la cabeza del libro—. ¿Has dormido bien?

—Estupendamente, gracias. ¿Y tú, cariño, cómo estás? Anoche me dejaste preocupada —tomó asiento junto a Serena.

—Ya sabes lo tonta que me pongo cuando me tiene que venir la regla —bajó su mirada al libro y acarició distraídamente la página.

Ami le quitó el libro y lo cerró para tener su completa atención.

—Sere, eso es sólo una excusa. Las cosas no van bien con Ante, ¿verdad? Si no quieres hablar no importa, pero no creo que sea bueno que lo dejes dentro.

—No, no van bien —dijo Serena por fin—. Siento que nos estamos distanciando y tengo miedo de que se acabe. Esta vez me importa mucho, no tiene nada que ver a lo que pasó con Kenshi

—Esta vez estás enamorada —sentenció Ami.

—Sí, le quiero tanto que duele. Pero bueno, es un problema de dos, así que ya veremos cómo solucionamos las cosas. ¿Vas a desayunar?

—No, he quedado con Taiki para ello. Así que ya me voy porque tengo que pasar antes por casa de mis padres a regar las plantas.

—¿Cuándo vuelven del crucero? —se interesó Serena.

—El miércoles —respondió con una sonrisa—, pero si por mi padre fuera no habrían ido, se marea en los barcos. Cedió por darle gusto a mi madre, qué tierno, ¿verdad?

—Sí, mucho.

Ami miró su reloj.

—Se me hace tarde. Despídeme de las chicas. Y… Sere, si necesitas hablar, sabes que puedes contar conmigo; a cualquier hora.

—Lo sé. Gracias, Ami. Eres una buena amiga.

Rato después, Serena decidió prepararle el desayuno a Lita; anoche la había visto tan cansada y estaba más necesitada de mimos que nunca, así que cuando estuviera listo se lo llevaría a la cama. En medio de la faena apareció Mina, vestida con unos vaqueros desgastados y una camiseta de manga corta, que dejaba ver su ombligo. Tenía el pelo húmedo y llevaba un cuadernillo de la mano.

—¡Desayuno, genial! —dijo, pero no con mucho ánimo, mientras apartaba una silla de la mesa y se sentaba. A continuación revolvió frenéticamente los papeles. No tenía un aspecto muy bueno y le temblaban las manos.

—Es para Lita, yo ya he desayunado —habló Serena poniendo unas rebanadas de pan en el tostador—.¿Quieres que te prepare algo ya que estoy puesta? —Mina levantó la cabeza del cuadernillo.

—Eso sería estupendo, si no es mucha molestia. Me gustaría un tazón de cereales con yogur; no creo que pueda pasar nada más, tengo el estómago agarrotado.

—No, no es ninguna molestia. Me gusta poder ayudar a mis amigas, pero que conste que lo hago porque te veo muy agobiada; te tiemblan las manos. En caso contrario…

—En caso contrario no te hubieras ofrecido —continuó Mina—, y si yo te lo hubiera pedido habrías dicho algo como: "no soy la criada de nadie, así que mueve el culo y prepárate tú misma el desayuno".

—Sí, algo así —ambas rieron.

Serena buscón un tazón, vertió un puñado de cereales y después sacó un yogur natural de la nevera y lo vertió en el tazón. Cogió una cuchara del cajón y a continuación lo dejó todo en la mesa del lado de Mina.

—¿Tienes problemas con alguna escena? Supongo que eso es un guión —señaló el cuadernillo—. Aún recuerdo cómo te temblaban las manos en los exámenes orales cuando no controlabas la materia, tenías que esconderlas en los bolsillos.

—No me lo hagas recordar —Mina removió los cereales para que se mezclaran bien con el yogur—. He ido perdiendo cosas por el camino, pero esta maldita costumbre me va a acompañar toda la vida.

»No le encuentro el punto a la escena, le falta algo, lo sé, pero no lo encuentro. La grabamos esta noche y tiene que salir perfecta, es uno de los puntos álgidos del capítulo.

»Sere, estoy desesperada. Necesito tu opinión; tómame mis líneas, dime qué puedo hacer para mejorarlo.

—¿Estás segura de que puedo hacer eso? ¿No hay ninguna cláusula de confidencialidad o algo parecido? No quiero que te metas en un lío.

—Con esta escena no hay problema, Sere.

—Entonces, pásame el cuadernillo.

—Empieza en la línea quince, es una escena muy corta —Mina le entregó el guión a Serena que buscó la línea que su amiga le había indicado.

Mientras Mina se metía en el personaje y actuaba como si en ese instante estuviera en el set de grabación, Serena le daba la réplica, muy atenta a lo que Mina decía y cómo lo decía para intentar ayudarla, a la vez que terminaba de preparar el desayuno de Lita.

—¿Y bien? —preguntó Mina al terminar su interpretación—. ¿Qué es lo que está mal? Algo falla, pero no lo veo.

—Es tu voz —Serena removía con una cuchara la leche de un vaso para disolver el cacao, Lita no podía tomar café—, no estás teniendo en cuenta cómo se siente tu personaje, no lo estás reflejando en tu actuación.

—No te entiendo, Sere. Explícate.

—Verás, Noriko, tu personaje, es una mujer a la que la vida no la ha tratado bien, le han llovido palos por todos los lados. Eso ha hecho que tenga el carácter que tiene: es dura, de las que da el golpe antes de recibirlo, no es bondadosa ni tiene compasión, nadie le importa más que ella misma. Y así es como tú has hablado —bañó con aceite de oliva las tostadas que había sacado del tostador y las colocó en un plato.

»Pero date cuenta de cómo es la escena, de sus palabras, de lo que dice. Está siendo como era ella hace mucho tiempo atrás y se da cuenta de ello; le da miedo ser débil de nuevo. Es lo que tienes que reflejar: no tienes que hablar segura de ti misma, sino con miedo, que tu voz tiemble, que se muestre vulnerable.

* * * *

Al igual que la tarde anterior y a pesar del frío que hacía, el parque estaba rebosante de vida. El sol debía brillar en lo alto, pues Darien sentía su suave caricia en el rostro.

No era necesario atravesar ese parque para llegar a casa de Andrew, pero a Darien le gustaba hacerlo y su amigo no le había dicho nada al ver el rumbo que tomaban sus pasos, simplemente le seguía y le dejó hacer.

Ese lugar era un remanso de paz para él, muchas veces, cuando sentía que se ahogaba, que no daba más de sí, acudía allí, se sentaba en un banco y vaciaba su mente. Se dejaba inundar por el olor a pino y a hierba, escuchaba el sonido de las risas, los murmullos, el canto de los pájaros, el corretear de las ardillas entre las ramas de los árboles… Entonces, el dolor desaparecía y se sentía aliviado.

—La primera nevada está próxima —dijo Darien, nada más atravesar el parque, mientras esperaban a que el semáforo cambiara para poder cruzar la calle.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Andrew curioso.

—Por el aire, trae olor a nieve.

El sonido de los pájaros piando indicó que el semáforo se había puesto en verde para los peatones. Andrew y Darien, arrastrando su bastón, cruzaron en silencio. Darien se había sumido en sus pensamientos; la nieve le traía recuerdos de Rei. A su hermana le gustaba construir un muñeco de nieve con la nieve que se acumulaba en el jardín de la casa de sus padres en la primera nevada de la temporada.

—¿Vas a comer con tu madre hoy? —quiso saber Andrew, más por hacer conversación que por otra cosa.

Le resultaba bastante incómodo estar caminado con él en completo silencio. Darien era un excelente conversador y hablaba por los codos, pero desde el accidente se había vuelto bastante taciturno.

—No, hoy no. Mis padres han ido a pasar el fin de semana a un balneario. Supongo que quieren empezar a recuperar el tiempo perdido.

Eso mismo deberías hacer tú, quiso decirle Andrew, pero se abstuvo. De nuevo controló su lengua, no quería que Darien diera marcha atrás y regresara a su casa.

Darien sabía lo que su amigo estaba intentando hacer: darle conversación. Le conocía demasiado bien, pero Darien estaba a gusto con el silencio. Se había acostumbrado a él, a convivir con él, lo había aceptado y moldeado hasta que fue parte de su ser. Antes le encantaba hablar, cuántas veces sus hermanas, su madre, hasta incluso su padre, le habían mandado callar alegando que les estaba volviendo locos con tanta cháchara.

Pero después todo cambió, y el silencio se convirtió en su más fiel compañero llenando el vacío que sentía por dentro. Aunque no podía negar que de vez en cuando le gustaba mantener una conversación.

—Ya hemos llegado —Andrew volvió a hablar.

—Lo sé —dijo Darien parándose detrás de él—, pero no estamos frente a la puerta del Crown.

—No, no lo estamos. Estamos frente a la puerta de mi casa —informó—. Voy a abrirla para entrar —empezó a explicar—, darás tres pasos, luego hay dos escalones pequeños, después cuatro pasos más y a la derecha está el ascensor. Al salir del ascensor hay un pequeño rellano, tres pasos y la puerta de frente.

—Entendido.

Darien memorizó las indicaciones de Andrew y entraron dentro. En ese mismo instante se dio cuenta de que volvería a encontrarse con la prima de Andrew. No estaba seguro de si quería hacerlo o no. En otras circunstancias hubieran llegado a ser muy buenos amigos, de eso estaba seguro. Apenas la conocía, de hecho ayer mismo habían sido presentados formalmente, pero se había dado cuenta de la calidez de Serena, su forma de actuar, de hablar, esos pequeños matices que encontró en su voz cuando le susurró, el abrazo que le dio y que le resultó tan reconfortante… le había gustado.

Pero, ¿debía dar cabida a alguien más en su vida? Según le había dicho Andrew, Serena iba a querer mantener el contacto con él, ¿estaba él dispuesto a eso? Lo más seguro es que terminara tratándola mal y alejándola de él como había hecho con sus amigos; y Serena no merecía eso. Lo mejor era tratarla con indiferencia, evitar que se acercara a él; si el contacto no se daba no había posibilidad luego de que se torcieran las cosas. Por otro lado Serena podía haberse marchado ya y él no tendría que portarse distante.

Pero no fue así. Lo primero que Darien escuchó al entrar en casa de Andrew fue su voz: clara, dulce, cálida. Estaba hablando con alguien, no conocía a la otra persona, pero estaba segura de que era una de las amigas de Lita.

—¿Qué es lo que están haciendo?—le preguntó a Andrew, puesto que la conversación no parecía tener mucho sentido.

El rubio entendió rápidamente a qué se refería y procedió a explicarle.

—Están en la cocina. La mujer que está hablando con Serena es Mina. Es la que está más loca de todas, pero es una buena persona. Es actriz y supongo que Serena la está ayudando con alguna de sus escenas. Mi prima es muy buena escuchando.

—¿Y puede hacer eso? Creí que los actores firmaban un contrato de confidencialidad.

—Si Mina lo está haciendo es que puede, ella nunca se arriesgaría. Venga, vamos, déjame que te guíe hacia la cocina y te presentaré a Mina.

Andrew le tomó del brazo y tiró de él, dando un par de pasos, pero Darien no se movió del sitio.

—Espera, es mejor que no interrumpamos. Déjalas terminar.

—Tienes razón —estuvo de acuerdo Andrew—. Si entramos ahora, Mina es capaz de saltarme a la yugular y no quiero que mi hija crezca sin padre.

Así que ambos se quedaron parados donde estaban. Desde la cocina no se les podía ver y no se arriesgaban a que los pillaran espiando. Andrew rezaba para que la dichosa escena de Mina no fuera muy larga, así podría presentar a Darien cuanto antes y ver a Lita. No sabía dónde estaba, podría estar en la cocina o en cualquier otro lugar.

En cualquier caso, no se podía mover de allí por varios motivos: a) no podía dejar a Darien solo en un lugar desconocido para él, b) si Lita estaba en la cocina, tampoco podía entrar aunque fuera con la excusa de verla. Mina no le perdonaría la interrupción, y c) si suponía que Lita no estaba en la cocina, era inevitable pasar por delante de la puerta para acceder al resto de la casa, con lo cual, Serena, Mina, o ambas, le verían inmediatamente intentando escabullirse, y vete tú a saber lo que pasaría después; con las mujeres uno nunca estaba seguro, siempre salían con algo que no se espera.

Mientras tanto, Darien escuchaba tranquilamente el intercambio de palabras. La voz de Serena era hipnótica para él, tenía algo que le recordaba ala tranquilizadora voz de su madre. No sabía si era el tono o el timbre, la verdad es que nunca había sido capaz de diferenciar esas dos palabras.

Supuso que Mina había terminado, cuando escuchó que le preguntaba a Serena que qué era lo que estaba mal. En ese momento, Darien decidió que podían dejar de escuchar a escondidas y dar la cara, y además, Andrew le estaba poniendo nervioso porque no dejaba de mascullar y suspirar.

—Creo que ya podemos dejarnos caer por la cocina como si acabáramos de llegar —sugirió.

—Ya era hora —Andrew escupió las palabras y volvió a tomar a Darien del brazo para guiarlo.

—Puedo yo solo —se quejó Darien—. Sólo dime lo que tengo que hace y ya.

Andrew le soltó el brazo queriendo estrangular a su amigo por su maldita independencia, ¿es que no se daba cuenta de que tenía prisa? Le explico después cómo llegar hasta la cocina.

—Estoy totalmente de acuerdo con eso —soltó Darien nada más hacer su aparición en la cocina.

Lo poco que había escuchado de la explicación de Serena sobre el personaje de Mina, le había parecido brillante. Hasta él mismo había notado que le faltaba algo a la interpretación de esa mujer; como bien había dicho Serena, era la voz lo que fallaba.

Claro que después de soltar esas seis palabras deseó tragárselas una a una. ¿Los motivos? Estaban bien claros: 1) se suponía que acababan de llegar, así que de ningún modo podían haber oído nada de lo que las dos mujeres habían estado hablando. Acababa de delatarlos con eso, y 2) quería tener el menor contacto posible con Serena, así que decir que estaba de acuerdo con ella no era la mejor forma de portarse frío y distante.

¡MIERDA!

Serena giró al oír la voz y vio a Darien parado en el umbral, con su bastón, y a su primo detrás con cara ¿impaciente? Después de todo sí que parecía que le había afectado el haberle dejado incomunicado. Bueno, pues que se jodiera, se lo tenía bien merecido. ¡Ah! Cómo iba a disfrutar de la conversación que se le venía encima. Hay cosas con las que no se puede jugar.

Mina entrecerró los ojos y observó al hombre desconocido que había aparecido de la nada apoyando a Serena en su opinión. Lo recorrió con la mirada de arriba abajo, estaba buenísimo el condenado. Pero había un pequeño problema, sus hormonas no se habían descontrolado ni había visto fuegos artificiales, así que lo descartó como posible amante y la parte "especial" de Mina tomó el control. Se levantó de la mesa y se puso a la altura de Darien, entonces le dijo:

—¿Quién eres tú? ¿Y con qué derechos te crees para opinar sobre mí?

Darien se sobresaltó al oír la voz de la mujer tan cerca, no la había oído acercarse. Mina se dio cuenta de la reacción, pero no supo darle ninguna explicación, así que la ignoró.

—Me llamo Darien Chiba —respondió a la pregunta—, soy amigo de Andy. Y no sé si tenga o no derechos para opinar sobre ti, pero resulta que soy fan de la libertad de expresión, así que simplemente he dicho lo que pensaba. Siento si he herido tu sensibilidad —si la tal Mina pensaba que se iba a quedar calladito y no iba a aceptar el desafío era problema suyo.

Mina sonrió, ese hombre era de los suyos. Había aceptado el desafío y le había lanzado el guante de vuelta; qué lástima que no le atrajera para nada, podía pasárselo muy bien con él. Iba a soltar la lengua de nuevo, cuando oyó a Andrew reírse.

Oh, vaya, esto se iba a poner interesante —pensó Serena— que hasta ahora había estado observando y no había pronunciado palabra.

—¿Y tú de qué te ríes, Furuhata? —gruñó Mina en dirección a Andrew—. Es más —se abalanzó sobre él y le puso el dedo índice en el pecho—, ¿cómo te atreves a tener a Lita sin sexo?

Andrew abrió los ojos, sorprendido porque Mina supiera eso, pero luego cayó en la cuenta: noche de chicas igual a confesiones, las mujeres se lo contaban todo.

—No te hagas el sorprendido —continuó farfullando Mina—. Lo que le estás haciendo a Lita es muy cruel y ella ni siquiera sabe por qué, aunque ha sacado sus conclusiones y todas ellas te dejan como un bruto insensible y sin sentimientos.

—¡Eh!, ¡para ya, Mina! —protestó Andrew que ya no sonreía—. No me hace ni puta gracia que todo el mundo se entere de mi vida sexual, y tenemos visita, por si lo olvidas —señaló a Darien.

—¡Cómo si no hubieras alardeado de eso con él! —bufó la rubia—. A otro perro con ese hueso. Además, tu amigo no se ha quejado. A ver, Darien Chiba —dirigió su mirada a él—, ¿te he ofendido en algo? ¿Te has sentido incómodo?

—No, en absoluto —contestó Darien, que en el fondo estaba disfrutando de lo lindo. La amiga de Serena era una mujer de armas tomar.

—¡Eres un cabrón! —soltó Andrew—. Podías haberte puesto de mi lado, ¿no?

—Está bien —intervino Serena para calmar los ánimos—, tengamos la fiesta en paz —después cogió una bandeja donde depositó el desayuno de Lita y se la tendió a su primo—. Toma, llévale el desayuno a Lita. Todavía estará durmiendo, si es que no la habéis despertado con tanto parloteo.

»Y antes de que preguntes, no hay café, no soy tan estúpida; y anoche no hubo alcohol ni comida grasienta, sólo palomitas porque, ¿quién puede ver una película sin palomitas? Lo demás que se te ocurra se lo puedes preguntar a ella.

Andrew cogió la bandeja.

—Voy a ver a Lita. Darien, estás en tu casa.

—Lo sé —dijo simplemente.

Cuando Andrew se hubo marchado, Mina olvidó su actitud combativa y de pronto se dio cuenta de que no se había presentado al amigo de Andrew.

—Perdona mi mala educación —dijo parándose delante de él—. Soy Mina Aino, amiga de Serena y Lita —le extendió la mano.

Pero lógicamente Darien no extendió la suya, puesto que no sabía que Mina lo había hecho. Serena intervino de nuevo rápidamente, antes de que se formara un conflicto.

—Darien —pronunció su nombre con mucho tacto—, Mina ha extendido su mano para saludarte.

Darien pareció avergonzado y extendió su mano inmediatamente, con algo de torpeza.

—Lo siento —se disculpó—, no pretendía…

—No, soy yo la que lo siente —interrumpió Mina, quizá más avergonzada todavía que Darien pues acababa de darse cuenta del bastón que sujetaba el moreno y que hasta entonces le había pasado desapercibido—. No me había dado cuenta de que… no podías ver —iba a decir "de que eras ciego" pero le pareció demasiado directo.

Mina tomó su mano, se saludaron y después volvió a sentarse y empezó a comerse los cereales. Mientras tanto Darien se apoyó contra la pared, después de haberse asegurado de que detrás de él efectivamente había una, y se mantuvo allí en silencio.

—¿Te apetece un café u otra cosa, Darien? —ofreció Serena.

—No, gracias —rehusó fríamente.

La actitud de Darien dejaba bastante que desear. Serena no había esperado una contestación en un tono tan desapasionado y distante.

—Está bien. Al menos siéntate con nosotras mientras vuelve Andy, no estés de pie. La mesa no queda…

—Estoy bien así, no te molestes.

—Como quieras.

Serena no dijo nada más, se limitó a sentarse junto a Mina que le dirigió una mirada que decía "¿y a este qué le pasa? Ella le contestó con un encogimiento de hombros y retomó la lectura de su libro.

Había sido demasiado brusco, Darien lo sabía, pero estaba decidido y era lo mejor. Aun así el silencio de Serena no le había gustado, ¿la habría hecho sentirse mal? No era eso lo que pretendía.

El timbre de un móvil interrumpió sus pensamientos. No era el suyo, sino el de Mina que habló apenas unos segundos.

—Me tengo que ir —anunció Mina mientras guardaba el móvil en uno de los bolsillos del vaquero de donde lo había sacado.

—¿Pasa algo? —quiso saber Serena.

—Trabajo. El director dice que se dan las condiciones idóneas para grabar una de las escenas. Así que…

Se levantó y dejó el tazón y la cuchara en el fregadero. Después se acercó y despidió a Serena con un beso en la mejilla y tomó su cuadernillo.

—Te llamo mañana. Despídeme de Lita, no quiero interrumpir a los tortolitos.

—Claro. Y recuerda lo que hemos hablado de la escena. Suerte esta noche.

—Gracias, Serena.

Al pasar delante de Darien, que parecía una estatua, también se despidió de él.

—Hasta luego, Darien Chiba —le dijo—. Ha sido un placer conocerte.

—Lo mismo digo —correspondió él.

Una vez que se marchó Mina, Serena tuvo vía libre para tratar con Darien.

DARIEN.

La estaba ignorando deliberadamente y no sabía la razón. Ayer se había mostrado amable y abierto y hoy la estaba tratando de manera fría y no se acercaba a ella. Quizá no quería que se metiera en su vida, pero Serena no había dado muestras de ello abiertamente. Tal vez temiera algo.

Ahora no tenían público, así que podía empezar con la ofensiva. Cerró el libro, se giró en la silla y disparó:

—Darien, ¿de qué tienes miedo?


Sí, regresé. Sé que no tengo perdón, ha pasado un año y un día desde que subí el último capítulo, pero a veces las cosas se tuercen y no se puede hacer nada más. También mi inspiración en cuanto a este fic ha tenido sus altibajos, así que me he dedicado a otros proyectos donde las musas, por suerte, sí que me han querido acompañar.

Bueno, para quién se lo preguntara, ya sabéis cómo fue el accidente en el que murió Rei y por qué Darien no quiso seguir con su terapia.

En el último chap, hablé de Fourladies. El oneshot que dije que iba a escribir junto con Lady Tortoise se convirtió en un fic, se llama El Cambio de un Destino. Aprovecho también para hacer publicidad de otro fic sobre Lita en el mismo grupo: La Tormenta de tu Amor.

Si alguien quiere pasarse por allí será bienvenido. Ya sabéis, es sólo una sugerencia, cada uno es libre de leer los fics que quiera y le interese.

Agradecer a jokkisere86 el que se haya interesado amablemente por el fic, preguntándome cuándo tenía previsto subir. Espero que con este chap haya valido la pena la espera.

También, como siempre, agradecer a todos los que me dejan sus rws y a los que leen pero no dejan. En este último grupo me incluyo yo, porque tengo pendientes unos cuantos.

Y muy importante, aunque lo deje para lo último, agradecer a Suyi, Xime, Clara y Susy por su apoyo incondicional y por sus palabras y ánimos en los malos momentos. Chicas, os quiero muchísimo y me siento orgullosa de teneros como amigas.

Y bueno, no tengo mucho más que decir, sólo que disfrutéis del chap y que no sé cuándo vaya a subir el próximo. Los rws lo iré contestando poco a poco, porque quería subir el chap cuanto antes.

pichicoy: Hola, Ana Lucía!! Hace ya más de un año desde que me dejaste tu rw, así que seguro que ya no te acuerdas de lo que escribiste. Me alegro de que te gustara el chap y que ya por fin se encontraran Serena y Darien. Como ves las cosas no van a ser tan fáciles, como tú misma dices, porque Darien no va a aceptar tan bien el que Serena quiera estar cerca de él. Espero que te haya gustado el chap. Besotes!!

Suyi: Mi rayito!! (todavía me tengo que pensar otro mote…) Como te dije, tendrías que terminar de leer el chap cuando lo subiera. Muchas gracias por todas las cosas buenas que dijiste del chap y en cuanto a las otras ya te lo dije todo cuando hablamos, allá por el siglo pasado (que fue cuando subí el último chap). Fíjate el tiempo que ha pasado, me hablabas de tus exámenes y ahora eres toda una señora licenciada y con trabajo!! Nos vemos el lunes, reina. TQM. Besitos de arañita pollo!! (ya me dirás si quedó largo o no)

Yumi: Hola, Luz!! Espero que te haya gustado el chap, aunque haya tardado tanto en actualizar. Ya sabes cómo es la culpa con la que carga Darien. Y supongo, como tú dices, que Serena suplirá bastantes cosas de Darien, pero le va a costar. Besotes!!

SalyLuna: Hola, Sandra!! En tu rw me dijiste que no demorara en escribir, precisamente no he cumplido con ello. Pero ya hay un nuevo chap. La actitud de Darien va a seguir siendo derrotista por mucho tiempo, en el chap has visto un ejemplo y más porque no quiere permitir que Serena se acerque a él. Sé que has escrito nuevos fics y tengo pensado leer alguno de ellos, que tiene muy buena pinta. Gracias por tu rw. Besotes!!

sailor lady: Hola, Yesika!! ( es ese tu nombre, ¿verdad?) Gracias por leer. Como ves esta vez me tardé más en actualizar que la vez pasada, es lo que tienen las musas y otras circunstancias. Muchas gracias por todas las palabras que le dedicaste al chap anterior. Tienes razón en algunas de las cosas que mencionas en tu rw. En cuanto a lo de Ante, ya ves cómo están las cosas. ¿Qué te ha parecido Andy en este chap? Besotes!!

chibiusa87: Hola, chibiusa87!! Gracias por tu rw y por leer el fic. No sé si después de tanto tiempo seguirás leyendo, pero aquí estoy respondiendo a tu rw como corresponde. Me alegro de que te gustara el chap anterior y aunque sea un poco tarde, ya sabes cómo continua y se han sabido algunas cosas del pasado de Darien. En cuanto a lo de Darien, no creo que se haya enamorado de Serena, todavía no. Sabe que podrían ser buenos amigos e incluso llegar a algo más, pero él no quiere y además está Diamente de por medio. Espero que te haya gustado el chap nuevo. Besotes!!

patty ramirez de chiba: Hola Patty!! Gracias por tu rw. Me alegro de que te gustara el encuentro entre Serena y Darien. Ya sabes cómo fue que pasó el accidente de Rei y que Darien no tuvo ninguna culpa, pero él no lo ve así. Ante y Darien eran amigos, formaban parte del mismo círculo al igual que Andrew, pero no será ningún problema la amistad entre ellos. En cuanto a si Ante engaña a Serena o no, se verá conforme avancen los capítulos. Besotes!!

Misstres9: Hola Dama9!! Gracias por tu rw. Me alegro de que te gustara el capítulo anterior. No pensé que fuera a tardar tanto en actualizar, pero no ha sido posible hacerlo antes. Espero no tardar tanto la próxima vez. Me hace ilusión saber que pude describir bien el encuentro y que te gustó. ¿Qué te ha parecido el de este chap? Besotes!!

Aiven Chiva: Hola Aida!! Así que de Asturias, ¿eh? Me cae un poco lejos. Gracias por tu rw. En cuanto a lo de las palabras y expresiones españolas, estoy de acuerdo contigo, pero al leer otras expresiones también aprendes y terminas reconociéndolas luego y ya no es tanto lío. Supongo que seguirás teniendo contacto con Xime. Gracias por tus palabras sobre el reencuentro, ¿qué te pareció el de este chap? Sobre lo de Diamante, lo que he dicho siempre, todo se sabrá a su debido tiempo. Un besazo, asturiana!!