CADENAS Y GRILLETES

(Chains and Shackles)

Por Evil Orange Crayon

Traducido por Inuhanya

Disclaimer: Dragon Ball Z fue creado por Akira Toriyama. Todos los personajes en esta historia fueron hechos por Akira Toriyama. (c) Akira Toriyama, Bird Studio, Toei Animation. Han sido usados sin permiso y no tengo dinero. Así que si me demandan todo lo que obtendrán es un computador dañado y un viejo auto así que por favor no me demanden.

Fanfic Disclaimer: Esta historia contiene temas sexuales. Es un lemon. Si te ofendes al leer sobre dos personas teniendo sexo te sugiero que NO lo leas. Por favor no me escriban quejándose de cómo esta historia tiene sexo. Sé que tiene sexo. Yo escribo la parte del sexo. No crecí ahí. Este disclaimer está aquí para decirte que esta historia tiene sexo. La parte de sexo es ligera pero aún es sexo… jejeje… si no pueden manejarlo no lo lean.

Ahora si están satisfechos y juran no demandarme, les sugiero que continúen. Si ven errores ortográficos o gramaticales por favor me dicen para arreglarlos y no sentirme estúpida. ¡Gracias!

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Nota de Inu: Hola!!! No me demoré mucho en traerles una nueva traducción, verdad?? Jeje, en fin... como lo prometí comienzo la publicación de este fic. Agradezco mucho a su autora por haberme concedido el permiso para hacerlo. Antes de que continúen con su lectura quería hacer unas pequeñas aclaraciones. Podría decirse que este fic tiene dos autoras. La idea original pertenece a Evil Orange Crayon, ella escribió este primer capítulo y luego fue Toshiba-san quien se dio a la tarea de continuarlo y hacer de este primer capítulo una maravillosa historia con una trama muy interesante y emocionante (al menos, desde mi punto de vista, jejeje). Les confieso que este fue el primer lemon que leí en inglés en una página que se llamaba Lemmon Adictions, propiedad de la misma EOC, y fue mucho antes de conocer el y por ende las historias de LGV. Le tengo especial cariño por eso y porque realmente es una historia que lo tiene todo (a ella le debo el haber pervertido mi mente hasta entonces muy inocente, jejeje). Es original y está muy bien escrita, por eso espero que haya hecho un buen trabajo con ella... Espero que les guste, la disfruten y recuerden que no es apta para menores por su alto contenido lemon. Si la leen, es bajo su responsabilidad... no valen los reclamos después. Sin más por el momento les deseo una feliz lectura!!!

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Capítulo 1

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Ella atravesaba los corredores de su palacio, moviéndose en dirección a su trono. Los esclavos habían limpiado muy bien su palacio. Podía ver sus hermosos rasgos en el mármol. Lo habían hecho para que no le importara permitirle a las perfectas sedas de su vestido violeta arrastrarse por el piso.

Sonrió, pasando los guardias; era bendecida con muchas riquezas. Ellos se inclinaron respetuosamente, como debían, y le permitieron entrar a su trono. Suspiró con deleite, entrando al salón principal del trono.

La decoración del salón estaba hecha con hermosos tapices y finas alfombras. El piso era de un hermoso mármol blanco, moteado con dorado y plateado. Su trono estaba cubierto con sedas violetas y cojines.

Ella continuó subiendo por las alfombras, dirigiéndose hacia el trono para tomar asiento, sus sirvientes la rodearon, algunos con bandejas de frutas y vino. Era sabido lo que deseaba. Se sentó con cuidado, sus piernas cruzadas modestamente, aún cuando el vestido era transparente, dejaba casi nada a la imaginación de aquellos que la veían. Chasqueó sus dedos, sus rasgos se endurecieron.

Rápidamente y tan tranquilo como pudo, el desnudo Saiyajín entró al salón del trono. Llegó a un alto justo frente a ella y se arrodilló en torre. Sus muslos estaban abiertos a un modesto nivel, la forma que usaban todos los esclavos nuevos. Su espalda estaba recta y sus ojos gachos. Esa cola suya estaba rodeándolo. Casi perfecto, y aún, era obvio que su entrenamiento estaba incompleto. "¿Me llamaste, Ama?"

Ella suspiró, asintiendo; era lo bueno suficiente. "Sí, lo hice. Eres nuevo en mi palacio, ¿verdad?" Él asintió, "¿Cómo te llamas?"

Él aclaró su garganta, y luego se atrevió a encontrar su mirada. "Soy Vejita, Príncipe de los Saiyajín."

Ella frunció, escuchando unos cuantos jadeos de los otros en su trono. "Vejita, ¿sí?" El joven asintió de nuevo. "¿Eras un príncipe?"

Él frunció, "Soy un príncipe, ¡maldita!" Se levantó, exponiéndose todo, sin decencia. Ella gruñó; tendría que ser castigado por esto. "¡Demando que me quites esta maldita cosa y me liberes ya!" Él tiró rudamente del collar metálico alrededor de su garganta.

"Guardias," dijo ella simplemente. Varios hombres armados llegaron de sus posiciones, para sujetar rápidamente a la bestia ante ella.

"Ama Bulma, ¿deseas que se vaya?"

Sonriendo, sacudió su cabeza. "No, querido. Castígalo aquí."

"¡¿Castigo?!" gritó el joven, forcejeando contra los que lo detenían. "No seré castigado por una débil-de clase-baja--"

"¡Cuida tu lengua, Esclavo!" rugió ella, muchos retrocedieron lentamente. "Vas a referirte a mi como Ama y nada más. Me perteneces y serás castigado por actuar en ridículo en mi presencia." Ella lo vio tensarse, pausando mientras lo miraba. "Si no deseas dolor, entonces aprende lo que ellos han tratado de enseñarte." Una de sus manos se levantó y un sirviente se apresuró para colocar una copa de vino en ella. "Si eres entrenado bien," pausó para mirarlo. "Y actúas como debes, se te dará un rango respetable dentro de los esclavos."

"No soy un esclavo," siseó él, el pelo de su cola se erizó.

"Bueno, Vejita, príncipe de los Saiyajín, ahora lo eres." Rió ella, indicándole con la otra mano a un hombre cercano. Él asintió y bajó el látigo fuertemente sobre la espalda del joven. Los gritos de dolor del joven pronto llenaron el salón. Ella observaba, bebiendo su vino. Debería aprender su lección después de esto.

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Él yacía en el piso ante ella, jadeando suavemente. Dolía; dolor era todo lo que podía sentir ahora. Ella sólo se sentó ahí, permitiéndoles golpearlo sin piedad. No pudo gritar más del dolor, lo dejaron mudo. Sus oídos zumbaban con cada azote del látigo y sus propios gritos; no escuchó la demanda de que cesaran sus ataques. Sólo fue consciente cuando sintió dedos gentiles tocar su mentón y levantar su rostro.

Él abrió sus ojos para encontrar sus mares de azul, gimoteó mientras uno de los guardias lo levantaba. Se suspendió sobre su regazo, apenas sintiendo las suaves sedas de su vestido contra su estómago. Jadeó otra vez, las paredes de su orgullo ya estaban derrumbadas. "Por favor," susurró él. Sintió sus dedos trazar sobre sus labios, estaban secos y sangre brotaba de las comisuras de ellos.

"Eres una criatura maravillosa, Vejita, Príncipe de los Saiyajín. No puedes esperar que permita que una hermosa criatura se vaya entre mis dedos." Él la miró, notando la malvada sonrisa en sus pintados labios. "Continuarás tu entrenamiento durante la próxima semana," malevolencia destelló en sus ojos. "Si fallas. Mueres."

Él siseó de dolor y rabia. Ella era más débil que él y todavía, tenía el poder para dominarlo, y amenazar matarlo.

"Ama," uno de los hombres sosteniéndolo, habló. "¿Deseas que nos lo llevemos a las perreras?"

Él la observó sacudir su cabeza, las ondas agua caían sobre un hombro. "No, se quedará conmigo esta noche."

Él se tensó, sintiendo el calor subir a sus mejillas. "¿Q-qué?"

"¡Pero, Ama!" dijo otro, temor obvio en su voz. "¡No está entrenado ni domado! ¡Podría intentar matarla mientras descansa!" Sonó tan tentador que él la miró. "¡Aún se opone a usted, Ama!"

Ella simplemente movió una mano, "Ponle los grilletes. Soy capaz de manejar a un simple esclavo." Sonó como si fueran a protestar más, pero él vio su mirada, y fue levantado de su regazo. Sintió el frío metal rodear sus muñecas y tobillos, sus ojos aún en ella. ¿Qué podría estar pasando por la mente de esta criatura?

Él tiró levemente de los grilletes, probando la resistencia. Era extraño, si hubiese sido cualquier otro momento habría sido capaz de romperlos y matar a esta débil mujer. Pero, algo faltaba. En un intento, trató de enviar un rayo de ki a uno de sus guardias sólo para observar las chispas brillar y desvanecerse después de dejar su mano. "Qué de--"

"Estoy sorprendida de que no lo imaginaras después de que te pusieron el collar, joven." Su voz era suave, como música. Él sacudió su cabeza; sus hormonas sacaban lo mejor de él. "El collar absorbe todo el ki necesario para permitirte volar o realizar cualquier ataque. Los esclavos no usan armas, ni nada de eso."

Él le sonrió. "El cuerpo de un Saiyajín es su arma."

Ella sacudió su cabeza y él le gruñó, se atrevía a dudarlo. "Sólo serás permitido a usar esa arma a mi orden. ¿Está entendido?"

"¿Estás loca?" siseó él. "¿Por qué seguiría tus órdenes?"

Ella rió oscuramente, inclinándose en el brazo de su trono; el bajo cuello de su vestido se bajó lo suficiente para darle una perfecta vista de ella. Se sonrojó y desvió la mirada. "Vejita, vas a seguir cada orden que doy. Si fallas en hacerlo, se te dará un castigo. Si eso no cambia tu salvaje comportamiento entonces la muerte es el próximo paso." Él se estremeció visiblemente, aún sintiendo el ardor del látigo en su espalda. "Ahora, si actúas apropiadamente," ella le sonrió, "Y haces lo que te digo, las cosas serán mucho más fáciles para ambos."

Sus hombros se desplomaron, ¿qué opción tenía? Era escucharla o ser castigado o asesinado. Él suspiró, ¿cómo se había metido en esto? Simplemente había entrado al tan llamado Palacio y lo próximo que supo fue que varios hombres habían saltado sobre él y le pusieron el maldito collar. El Súper Saiyajín era imposible de alcanzar con esta maldita cosa puesta. Se sentó en torre como los otros esclavos le habían enseñado, observándola mientras terminaba la copa de vino. Era hermosa; si no fuera por el collar que usaba ahora ella sería la esclava. Podía sentir la malvada sonrisa alcanzando sus labios; podía escuchar sus gritos y protestas como si fueran reales. Luego parpadeó al escuchar un suave 'oh dios' de su 'Ama'. No necesitaba mirar; lo sentía. El calor corrió por sus mejillas, ahora sabía por qué algunos valoraban mucho la modestia. Cerró sus manos alrededor de su excitación, su cola se curvó alrededor de su cintura, intentando hacerlo no tan obvio.

"¿Modesto?" Él la escuchó cantar en ese musical tono de voz. Le maldijo a la perra de clase baja. Ella rió en respuesta. "Supongo que es lo bueno suficiente que no lo seas. Necesitaré probar tu valor antes de decidir a dónde irás después de aquí."

Él la miró. "¿Cómo 'probarás' mi valor?" se sintió tan nervioso de repente, se volvió temor cuando notó su sonrisa.

"Sólo hay una forma de probarte, Vejita querido. Te haré complacerme y si fallas en hacerlo apropiadamente entonces no te ubicaré como un esclavo de placer." Él se sonrojó completamente, con rabia, temor y anticipación. "Si te resistes, tendré que llamar asistencia para corregirte. Pero, por supuesto, lo sabes mejor. ¿Verdad?" Él asintió lentamente, no queriendo saber qué quería decir con 'llamar asistencia para corregirlo'. No deseaba encontrar de nuevo el látigo. "Bien," su voz se había bajado a un susurro. Miró una vez más su copa, luciendo levemente sorprendida de verla vacía. Sólo se encogió despreocupada y chasqueó, ganando su atención nuevamente.

Las puertas del salón se abrieron un poco para permitirle al pequeño calvo la entrada al salón (Krillin). Tenía una bandeja, pausando ante el umbral para bajarla y arrodillarse. Sus muslos estaban puestos a un modesto nivel, palmas en ellos. Luego se inclinó hasta que su frente estuvo en la alfombra. Su voz era tan suave como la suya. "¿Puede este hombre entrar y servir?"

Vejita miró a la mujer junto a él, miró al joven y de nuevo a ella. Ella asintió, sonriendo orgullosa, "Sí, joven, entra y sírveme."

El joven se levantó, sus piernas desnudas y habría estado completamente desnudo si no fuera por el taparrabo de seda blanca cubriéndolo (el blanco es reservado, ¿verdad?). Levantó la bandeja y se movió elegantemente para presentarse ante los dos. Bajó la bandeja una vez más y se inclinó, "Este hombre le agradece, Ama." Ella asintió, simplemente, y le alcanzó su copa. El joven la tomó y se arrodilló en torre, tomando la prenda que lo cubría para limpiar la copa. La estudió con cuidado luego asintió en su propia aprobación. Entonces llenó la copa, "Ama ¿le gustaría que este hombre probara o endulzara su vino?"

Ella asintió de nuevo, "Sí, joven, pruébalo y endúlzalo." Miró a Vejita. "Obsérvalo, aprenderás a hacer lo mismo." Él asintió, su atención regresó al joven ante él. El joven había servido un poco del rojo vino en su palma. Con cuidado, lo lamió de su palma, probando el dulce licor. Con otro asentimiento de su propia aprobación, colocó la copa entre sus muslos, sólo para dejarla apuntar hacia su corazón. Pausó por un momento antes de susurrar con tres golpes a su corazón, "Amor, honor y devoción." Luego la llevó a sus labios y besó el borde, girando la parte besada hacia ella y presentándole la copa.

Vejita observó mientras la tomaba, parpadeando con asombro. Esa era una de las cosas más sin sentido que hubiese presenciado. "¿Cuál es el propósito de eso?" Demandó él, mirando a Bulma. El esclavo ante ellos palideció, como si le sorprendiera escucharlo hacer semejante queja ante su Ama.

"Probar fue para asegurarse de que ningún veneno entre en el cuerpo de la Ama," dijo él. "Endulzar fue la muestra de amor, honor--"

"¡Te escuché, tonto! ¡No soy sordo!" Gruñó Vejita. "¿Por qué lo haces?"

"Así fue entrenado," miró al hombre, "Puedes irte." Ella lo miró, una sonrisa tocó sus labios. "Así es como serás entrenado." Él resopló, observando al joven levantarse e inclinarse, luego moverse con gracia de regreso a las puertas y escabullirse entre ellas cuando se abrieron.

"Bien," ella se giró hacia él. "Creo que es mejor que demuestres tu valor ahora."

"Mujer, ¡no te mostraré nada!" Comenzó él cuando se levantó, observándola con cautela. Observó las sedas violetas deslizarse de su cuerpo; sus ojos rápidamente fueron al piso. Sintió el calor subir a sus mejillas e intentó controlarse. Vio sus pies entrar en su vista, pero simplemente se enfocó en ellos.

"Qué pasa, Vejita?" La escuchó reír. "¿No quieres mirar a tu Ama?"

Él le permitió a sus ojos subir por sus piernas desnudas. Tragó; el pequeño parche de rizos agua entre sus muslos captó su atención. De repente, estaba frente a él, mostrándole todos sus encantos femeninos. "¿Qué pasa, mi pequeño príncipe?" Él desvió la mirada, gruñendo suavemente. Estaba provocándolo, la perra, pensaba que podía obligarlo a hacer lo que le plazca.

Sintió sus dedos deslizarse por su pecho, tenso ante la suave sensación de su caricia. No caería por esta simple… ¡Mujer! Él se obligó a concentrarse en los grilletes, el frió acero, su color negro. Pero, el leve roce de sus dedos por un pezón, su lengua provocando y probando el otro, esos desafiantes dedos en la punta de su cola; fue una tarea casi imposible el permanecer enfocado. No podría contenerse; sus dedos habían encontrado la base de su cola, haciendo que un gruñido escapara de sus labios. Y, de repente, todo llegó a un alto.

Él parpadeó, mirándola. "¿Qué pasa, Vejita?" ronroneó ella. "¿Me detuve muy pronto?" rió, "No esperes que te complazca, joven. Tú eres el esclavo."

Él maldijo suavemente, y ella sonrió en respuesta. Qué divertido, era un premio, si sólo hubiese sido entrenado apropiadamente. Sus dedos encontraron su mentón y lo obligó a mirarla. "Vas a cooperar, o ¿tendré que matarte?" Él le siseó, el pelaje en su cola se erizó.

Bueno, ¿era un gato o un mono? Ah, bueno, supongo que las cosas no dolerán si le doy un empujoncito.

Ella se sentó, tomando una de sus manos. Él se tensó, retrocedió un poco, pero ella mantuvo un firme agarre en su mano. Continuó presionándola contra un seno. "Aquí es donde eliges, joven, la vida o la muerte."

La miró, y luego con todo el poder que le permitió el collar, la empujó al piso. Jadeó sorprendida mientras tomaba una posición sobre ella. Forcejeó un momento bajo él, todo ese peso la aplastaría y, maldito, lo sabía. "¡Quítate de mi!" Sus manos se movieron hacia su garganta, justo bajo el collar, en un intento por empujarlo. "Maldito, dije ¡FUERA!"

El esclavo sobre ella rió, presionándose más. "Ah, pero 'Ama' querías probar mi valor." Gruñó él, atrapando sus muñecas en sus manos. "Bueno, vas a obtener lo que pides."

Luchó bajo él, sintiendo su erección contra su muslo. "Joven, la penalidad por burla e intento de violación a tu Ama es una lenta y dolorosa muerte. Ahora QUITATE!"

Se presionó contra ella, "¿Quién va a obligarme?" Rió, "Ciertamente tú no."

Ella no podía creer que en realidad pensara que no tenía ninguna defensa. La idea era divertida, no pudo evitar reír. Notó su frunce y sintió la cola probar su femineidad mientras reía. "¿En realidad crees que estoy indefensa debajo tuyo? Olvidas que el collar prohíbe cualquier uso de ki."

"Ah, pero no necesito usar mi ki para tomarte."

Ella sonrió, "Una llamada, joven, y mis hombres estarán sobre ti."

"Soy más rápido que esos humanos," él retiró sus manos de su garganta, moviéndolas sobre su cabeza. "Enfréntalo, has perdido."

"¡Ja! Puedes violarme, joven, pero no pienses que te salvará. Y estás restringido," él gruñó. "Viólame," animó ella, "Hazlo, y eso será lo último que hagas. ¿Tomar este cuerpo por la fuerza es algo tan atractivo que vale la pena morir por él?"

Él espetó, "Perra," y se quitó. Su razonamiento lo había convencido; ella contuvo un escalofrío. El maldito tonto realmente le había hecho sentir temor. Lo haría pagar por eso. "¿Qué quieres que haga ahora?" Sus oscuras cejas se juntaron.

Ella se sentó y lo abofeteó tan duro como pudo, sólo logrando que su mano ardiera. "Bestia," maldijo ella, sacudiendo su mano. Él sonrió, esperando sus órdenes. Lo miró, abriendo sus brazos. "No voy a decirte qué hacer. Vas a hacer lo que crees que complace más a una mujer." Él se sonrojó de repente retrocediendo un poco. "¡Es una orden!"

Él se acercó más, arrastrando sus cadenas en el piso. Con cuidado, se acurrucó en su cuello mientras sus manos se presionaban gentilmente en sus senos. Ella aclaró su garganta, ahora era tan cuidadoso. ¿Por qué?, me pregunto.

Lentamente sus dedos comenzaron a pellizcar y a retorcer sus pezones, enviando corrientazos por su espalda. Sus dientes rasparon su piel, haciéndola jadear. Ella echó hacia atrás su cabeza, dándole más acceso a su cuello, una de las tantas cosas que disfrutaba. Su cola se enroscó en uno de sus muslos, haciéndola saltar levemente. Parecía que tendría que acostumbrarse a eso. Él la mordisqueó de nuevo, sólo que no tan gentil, haciéndola sisear cuando sus dientes rompieron la piel. "¡Bestia! ¡No me dañes!"

Él sólo rió, bajándola con cuidado al piso. Bestia, pensó ella enojada, recibiría diez latigazos por eso. Subió una mano hacia su cuello, sintiendo la humedad. ¿Era sangre? ¿Los Saiyajín realmente eran una especie de vampiros deformados? Retiró su mano, estudiando los puntos rojos en sus dedos.

Sintió una ola de temor atravesarla, haciéndola retroceder y alejarse de él. Él parpadeó, mirándola con cautela. "¡¿Qué demonios me has hecho?!" Miró su mano, "Me heriste, bestia."

Él dijo 'humph' mientras agarraba una de sus piernas, halándola hacia él. "Afecto, 'Ama', nada más."

Ella le dirigió una oscura mirada. "¿Entonces no eres una especie de vampiro?"

Eso lo hizo reír fuertemente, el sonido amortiguado por sus suaves montículos. "No soy un vampiro, mujer. Mi raza no se alimenta de la sangre de otros." Él acunó su rostro entre sus senos, y ronroneó suavemente. Maravilloso, pensó su mente en el momento de placer. Lentamente él la llevó al piso, su lengua y dientes probaban su carne.

Las cadenas chocaron mientras una de sus manos se deslizaba por su estómago, encontrando su camino entre sus muslos. Ella arrulló suavemente, su espalda arqueándose un poco. Sus dedos la probaban gentilmente, sus caricias eran casi como si estuviera usando una pluma.

Disfrutándolo mucho, ella permitió que se le escapara un gemido, esperando que incitara al Saiyajín a hacer más. Él pellizcó la parte inferior de su seno antes de viajar hacia abajo. Su lengua probaba su piel mientras movía su boca para unírsele a su mano.

Esta vez fue indetenible. Gimió fuertemente, su lengua y dedos le hacían cosas maravillosas. Él levantó sus piernas sobre sus hombros, presionando su nariz contra su entrada y ronroneó. Sus ojos se abrieron ante la ola de placer atravesándola. Su espalda se arqueó y sus manos se enredaron en su cabello negro; estrelló su rostro contra ella mientras llegaba al clímax.

Él se separó riendo, bastardo. Aún estaba mareada e incapaz de sentarse. Oh, pero la sensación, definitivamente conservaría a este hombre. Ugh, sus piernas estaban dormidas y él sobre ella, sonriendo. No había duda que sabía lo que le había hecho. "¿Debo continuar?"

"Nadie te ordenó detenerte, tonto." Maldijo ella, sólo capaz de levantarse sobre sus codos. Él le gruñó, si iba a conservarlo tendría que quitarle esa actitud. "¿Y bien? ¿Vas a continuar o debo traer a un esclavo más calificado para terminar el trabajo?"

Él le gruñó de nuevo; ella tuvo que contener una carcajada. Su cola se envolvió alrededor de su pantorrilla, halándola hacia su alcance. Trepó sobre ella despreocupadamente, dejando que las pesadas cadenas cayeran sobre ella. Maldijo fuertemente cuando la penetró, también despreocupado. ¡Bastardo! ¡No tenía idea de con quién estaba tratando!

Ella había logrado recuperarse y disfrutarlo en silencio. Pareció enfurecerlo, sus movimientos se incrementaron en paso e intensidad. No pudo evitar hacer una mueca de dolor; era casi demasiado para ella. Él la había mordido otra vez, en su garganta, pero estaba muy ebria de placer para notarlo. Sólo logró un corto grito mientras terminaba de nuevo, y él le siguió prontamente.

Después de recuperarse, ella lo obligó a salir y a alejarse. "¿Qué demonios pasa contigo?" Él parpadeó confundido. "¡No tienes decencia! ¡No debías hacer esa cosa tan horrible en mí! BAH!" Ella se levantó, avanzó levemente hacia donde había dejado su vestido. "¡Veinte latigazos por semejante indecencia!" Se dirigió hacia las puertas, aún desnuda.

Él permaneció, tirado de estómago, observándola. Sus rasgos mostraban su confusión. No pensaba que hubiese hecho algo mal. Pero observó mientras pausaba y se giraba hacia él; su melena agua estaba aplastada en su espalda y glúteos.

"Vas a ser aseado y enviado a mi dormitorio. Si no estás ahí veré que seas castigado por eso." Él parpadeó, pero asintió. Ella hizo un suave sonido de disgusto y salió. ¡Mujeres!

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Nota de EOC: Vaya, ¡no me lastimen! ¡No pude evitarlo! ¡De verdad! Sólo un pervertido podría pensar así, ¿verdad? Bueno, ¡soy una pervertida! Envíen mi C&C y como siempre si encuentran errores gramaticales u ortográficos díganme.