Por las noches

Ginny despertó sobresaltada, con el tórax perlado de sudor y esa suave contusión propia de un sueño afiebrado. Volteó con premura para ver si sus compañeras de dormitorio habían notado su sobresalto, pero no, seguían durmiendo.

Se espantó la mosca invisible que volaba por su nariz como quien destruye un sueño indecente con sólo agitar el aire, y comenzó a recordar el sueño, con miedo y con anhelo de revivirlo: ella sentada en la sala común, de noche, por su puesto, sola, por supuesto, con el fuego candente de la chimenea calentándola y un extraño calor que no guardaba ninguna relación con el fuego. Una sombra con pinta de una persona muy conocida cruzaba el umbral de la puerta (¿a dónde habría ido la Señora Gorda?) y caminaba con determinación de plomo hacia ella, sin miedos ni demoras; le tomaba fuertemente de los hombros, ocasionándole un dulce dolor, y la besaba, besos que sabían como a fuego.

Pero en la oscuridad de su dormitorio, no había ni persona ni menos realidad, ni remota, porque ese sueño no podría jamás escapar de los límites de ser eso, un mero sueño. Pensó en la persona que la había besado de esa manera inigualable, qué besos, aunque sean de sueño; Ginny estaba descubriendo en los sueños lo que en su vida no vivía: había descubierto ser más sexual de lo que pensaba (esa minifalda...), aprender a besar con amor, no con costumbre; Ginny descubrió en sus duermevelas que la quería y deseaba, y sólo ahí podía pensar sin pudor en Hermione, porque en las mañanas y en las tardes ella era la Ginny Weasley cuasi perfecta que todo Hogwarts deseaba, la chica temperamental y bella sin inseguridades; pero en las noches, en las noches era simplemente Ginny Weasley, enamorada sin perdón de Hermione Granger.

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Este es el primer fanfiction que escribo y no es una viñeta. Sino el primer capítulo. Ojalá les haya gustado.