Bueno, pues aquí está un nuevo fic. Dirán ¿y esta que, sube y sube fics, con otros incompletos? Pues, verán, como no tengo la lista de ideas aquí, no puedo continuar, para no perder el hilo después, así que, como no puedo mantener mis dedos quietos, aquí está un nuevo fic. Seguiré subiendo los demás, obvio, pero hasta Enero. Lo lamento para quienes lo lean, y, sinceramente, espero no decepcionarlos, es lo que menos quiero.
Se que las ideas les parecerán copias, PERO NO LO SON. Siempre he tenido la idea de este fic, desde que leí el primer capítulo del libro 2, pero la verdad han hecho muchos de este tipo. Aunque casi siempre de Edward y Bella. Espero lo disfruten como yo lo hice. Me encanta la relación de Jasper con sus pequeños angelitos.
Espero les guste y recuerden que acepto de todo, menos amenazas de muerte. No me pueden matar ¡Soy vampiro! Mujajajaja. Kof kof. Bueno, si pueden matarme, pero mis guaruras me defenderán.
Love Story.
Unión Familiar.
Era una noche oscura, en la pequeña población de Forks, Washington. Fuera todo estaba en silencio; las estrellas brillaban, la luna se escondía tras oscuras nubes, todo alrededor en silencio sepulcral, el búho cantaba, pero esa noche decidía cantar. La naturaleza permanecía en silencio, a la espera de una decisión; la naturaleza espiaba desde la oscuridad.
En una casa grande, de unos 3 pisos, bastante elegante, en tonos blanco y dorado, una discusión estaba en pie.
"Estoy harta de ti, ¡no te amo! ¿Qué no lo entiendes? ¡Me casé contigo por dinero, por nada más! Ahora encontré al amor de mi vida ¡Me voy!" Gritó una joven de unos 23 años, de cabello largo y negro, lacio al principio y rizado en las puntas. Era de piel blanca, con unas sonrosadas mejillas, sin tomar en cuenta sus hermosos y brillantes ojos color azul. Era hermosa, no había otra manera de decirlo. Pero su carácter era cosa aparte.
Estaban en lo que parecía ser una biblioteca. Había libros por doquier, en estantes/ libreros, incluso en mesas. En el medio de la habitación, casi pegado a la habitación, estaba un escritorio grande, con una computadora.
"N…no digas eso, Kathia. Y mucho menos lo grites; las niñas podrían escuchar." Tartamudeó en casis un susurro un hermoso chico desde el otro lado de la habitación. Era alto, de cabello dorado y rizado, con unos hermosos ojos color dorado.
"¡No me importa! ¿Qué no entiendes, Jasper? Me voy. Nunca quise nada aquí. Sabes que no me gustan los niños, te quedas con las mocosas" Soltó, como si fuera una maldición, para darse la vuelta y desaparecer tras la puerta.
Jasper cayó de rodillas, con lágrimas mudas cayendo de sus ojos.
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Desperté asustado, sudando frío y la respiración acelerada.
Ese sueño de nuevo…el mismo sueño que lleva atormentándome cada noche por los últimos tres años.
Kathia, quién una vez fue mi mujer, me había abandonado por un hombre mucho más joven, de 19, y más rico que yo. No se como fue que tras 3 años de matrimonio con ella, nunca me di cuenta de sus negras intenciones. Y ahora, aquí estoy, a mis 26 años, padre soltero, y dueño de una de las más grandes empresas de Estados Unidos; la 'Whilock Corporation'. Yo y mi hermana gemela, Rosalie, la manejábamos.
Mientras me dirigía al baño para lavarme la cara, la puerta de la habitación se abrió. Una niña como de 6 años entro. Mi niña. Tenía el cabello como yo, pero los mismos ojos vivaces de su madre.
Su madre…que había muerto en el verano pasado junto con su nuevo marido en un accidente automovilístico.
"Papi" Susurró la niña, tallándose los ojos.
"¿Qué sucede, Cassie, princesita?" Le dije, mientras la levantaba en brazos y ella me abrazaba.
"Tengo miedo, papi" Contestó, apretando más el abrazo.
Suspiré.
Cassie era una niña especial. Ella había visto a su madre irse de su vida, desaparecer para siempre, y eso la lastimaba. Pero también sabía cuándo yo tenía miedo, no importaba que. Debió presentirlo mientras dormía y se despertó asustada.
"Vamos, te llevaré a tu habitación, no vayamos a despertar a la pequeña Gabrielle." Le dije, abrazándola fuerte y saliendo de mi gran habitación. Vivíamos en una mansión, y estaba feliz de ello, pues las niñas podían tener a los amigos que quisieran en casa. No me gustaba verlas solas. Era urgente una madre para ellas…cuántas veces me lo había repetido Rose.
Llegamos a la habitación. Era enorme, casi el doble de la mía, pintado en tonos rosados y blancos. Había dos camas matrimoniales, con un edredón rosa con puntitos blancos, con una tela rosa que partía desde el techo y cubría cada cama. En medio de las dos camas, había un buró, con una lámpara blanca, con decorados de épocas antiguas. En el techo, colgaba un candelabro con lágrimas de cristal. Había un tocador en un extremo de la habitación, donde las niñas se arreglaban. En el extremo inferior estaban sus castillos y muñecas. En la habitación contigua se encontraban su closet y el resto de juguetes. Y, claro, el cofre de disfraces de Gabrielle.
Acosté a Cassie cuidadosamente en su cama, sin hacer ruido alguno, temeroso de despertar a mi pequeña de 4 años. Mi niña era igual a mi, era yo en una versión más joven…y con falda.
Gabrille se movió, y habló, pero nada que le entendiéramos. Estaba dormida. Cassie y yo dejamos escapar una suave risa.
"Buenas noches, cariño" Le dije, besándole la frente.
"Papi, ¿mamá me quería?" Me preguntó, curiosa, tapándose con la colcha y acomodándose para dormir, pero sin perder de vista mi cara.
Tomé su mano entre las mías y se la besé.
"Cariño, claro que mamás te quería. El problema era conmigo" Le mentí. Era lo mejor, no quería que mi ángel sufriera.
"Entonces, ¿porque nunca volvió a vernos?"
"Porque…no lo sé, mi amor. No lo se. Por favor, duérmete. Mañana no hay escuela, así que tú y Gabrielle me acompañarán al trabajo de nuevo" Le dije, haciéndole cosquillas.
La niña se retorcía entre las cobijas, muerta de la risa.
"Yupi" Dijo emocionada. A ella le encantaba ir a la oficina conmigo. Me ayudaba en todo. Y dice que juega mucho con una de las trabajadoras, aunque nunca he logrado que me diga su nombre. Quizá deba investigar eso. Rose dice que es una chica muy confiable, su mejor amiga, pero ambas la mantienen en el anonimato.
Una manita me jaló de la camisa de dormir. Volteé hacía atrás para encontrarme con mi niña menor.
"Ay, no, niñas. ¿De qué se trata esto? ¿Volver loco a papá? Anden, a dormir." Dije con falso enfado.
Ambas se echaron a dormir y Gabrielle se trepó a la cama, para después meterse entre mis brazos.
"Tengo sueño, papi" Dijo, pegando un gran bostezo.
"Sí, yo también. ¡Y nadie me deja dormir" Dije, riendo.
"Entonces léeme un cuento" Dijo Cassie, quién seguía completamente despierta, sentada sobre la cama, con la espalda respaldada en la cabecera de su cama. Tenía los ojos bien abiertos, no había seña en ella que me indicara que se fuese a dormir pronto. Miré el reloj de princesas que estaba clavado entre ambas camas; las 2 de la madrugada.
Suspiré. Sí, definitivamente esas eran mis hijas. Acosté a Gabrielle a lado de Cassie en la cama, y ambas se acomodaron, abrazadas. Los 3 éramos bastante unidos.
"Bien, pero solo uno. ¿Cuál quieren? ¿Blancanieves, o es caperucita roja esta vez?" Dije, dirigiéndome a la entrada, donde en unas repisas se encontraban los cuentos.
"No, quiero uno de más magia" Dijo Gabrielle sonriendo.
"Quiero el de 'La bella durmiente'" Dijo Cassi emocionada.
"¿Otra vez? Ese te leí anoche"
"Anoche era anoche, ahora es ahora" Me corrigió Gabrielle, mientras se movía para treparse sobre mi espalda.
Reí ante su analogía y recordé que Kathia solo les leía ese cuento. Tomé a Gabrielle en brazos, recostándola de nuevo sobre la cama.
Sentí como el corazón me daba un vuelco. Y como Cassie se dio cuenta de cómo me sentí. Esa niña terminaría con el alma destrozada si yo no controlaba mi constante dolor. Ahora ellas eran mi vida, debía olvidar mi pasado, para poder concentrarme en mi futuro.
"¿Sabes, papi? Mejor quiero el cuento de La Sirenita" Dijo ella inmediatamente.
Gabrielle la miró curiosa, y asintió, aplaudiendo varias veces.
"Sí, la sirenita"
Mi pequeña Gabrielle es una niña bastante inocente. Nunca se da cuenta de lo que en realidad me afecta.
Les leí el cuento, y para cuando volteé a verlas, ambas estaban dormidas. Me encantaba verlas juntas, abrazadas. Se veían tan lindas. Le besé la frente a cada una, y apagué la luz, para salir, directo a mi habitación.
"Buenas noches" Susurré, mientras cerraba la puerta
"Te quiero, papi" Dijeron ambas al unísono, mientras giraban un poco.
Sonreí para mis adentros y seguí mi camino a mi habitación, cruzando el pasillo.
Al llegar, miré mi buró; una foto de las niñas conmigo, y otra donde Gabrielle había nacido. Mi familia…y una completa extraña. Cassie nunca la quiso como madre, después de todo.
Sonreí de manera melancólica, mientras tomaba la foto donde salía mi ex mujer y la acostaba, tapando la imagen. Estaba cansado de sufrir por su culpa. Yo vivía bien, bastante bien a decir verdad. Mis niñas habían sido mi salvación todos estos años. Gracias a ellas yo seguía de pie. Me acosté en la cama, cerrando lentamente los ojos, dejándome caer en los oscuros brazos de los sueños, de la inconsciencia.
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¿Les gustó? Espero que sí.
Sí les gusto, ¿review? Lol
Bueno, espero les haya gustado. De corazón se las escribo,
Atte. Alicehalenn