Todos los personajes aparecidos en este fanfic no son míos. Actualmente son propiedad de la J.K Rowling, Warner Bros, salamandra, y todo aquel que haya comprado sus derechos (cosa que yo obviamente no he hecho porque no soy rica).

Epílogo

Una ola de calor acuciante derretía las calles de Londres a finales de Agosto. No había rincón en la ciudad que se salvase de atorrante sol, o al menos eso era lo que pensaba Scorpius, que subia hastiado las escaleras del bloque hasta el ático ¿Por qué no usaba el ascensor? Se había estropeado esa misma mañana ¿Por que no se aparecía directamente? Sencillo, sus neuronas recalentadas no le permitían concentrarse en su casa y por lo tanto corria el riesgo de aparecerse en cualquier lugar del mundo a cachos. Por eso ahora subía las escaleras con la camisa medio abierta, la corbata en la mano y con unas gotitas de sudor cayéndole por la frente.

Abre la puerta y busca a Rose, que debería estar reposando en el sofá; peor como era de esperar no la ve y eso le enfada. Y mucho más le cabrea el ver un cubo de pintura vacío en la esquina de la cocina y otro en la pila.

El calor y la situación hace que sienta la furia chisporrotear en la punta de sus dedos. Esta iracundo porque la dijo que no se levantase y lo hizo, porque el le dijo que no pintase la habitación del nuevo bebe ella sola y seguramente también lo habrá hecho porque según avanza por el salón para adentrarse en el pasillo le da un olor fuerte de pintura en los dientes y se le introduce en la nariz.

La certeza de que le ha ignorado y ha estado NO REPOSANDO le golpea y mira hacia el suelo para tratar de contenerse y en el proceso ve unas manitas de un tono morado plantadas en la pared blanca.

Las sigue, mano a mano se le va borrando el enfado y queda sustituido por una sonrisa en su cara que comienza a rozar la carcajada.

Abre la puerta del final del pasillo, y a pesar de que debería regañar a Rose por no descansar todo lo que exigen sus siete meses de embarazo y que el medico le ha recetado, no puede más que mantener la sonrisa y mirarla con paciencia.

La chica lleva el pelo rojo recogido en un moño medio deshecho y a pesar de eso esta sudando, la camiseta habitual se ha visto sustituida por la parte de arriba de un bikini, sus pantalones largos vaqueros por un peto corto y sus bambas por unos pies descalzos. Así, arrodillada de espaladas a un Scorpius que no ha oído llegar dibuja mariposas de colores en ese pared que ahora representa un profundo cielo azul claro. Junto a ella, su nenita de cinco años, Clara, que dibuja flores moradas con los dedos en el cuarto que dentro de un par de meses pertenecerá a su hermana.

-Pero bueno ¿Qué hacen estas dos niñas aquí?- Pregunta el rubio.

-Papiii

Clara ha corrido hasta Scorpius con las manos aún de color lila, no lo medita antes de plantarselas en la camisa; pero lo cierto es que a él no le importa estar manchado. La baja de sus brazos y se acerca a Rose que aún sentada en el suelo le mira. Se arrodilla detrás de ella quitándose los zapatos y se dedica a susurrarle al oído mientras ella ríe como una adolescente.

-¿Qué pasa preciosa? Pensé que haríamos esto juntos.

Le mete la mano entre el peto y la piel y nota la abultada tripa, la acaricia y Rose se deshace en sus brazos. Ella recupera el aire que esa caricia le ha quitado y vuelve la cabeza haciéndole un guiño.

-Sí, pero pensé que te podíamos dar una sorpresa.

Para finalizar su frase le da una pincelada en la nariz con color rojo.

-Oye al menos me la podías haber pintado de verde.- Dice sonriente.- ¿Quieres que haga la cena?

-No, ya esta hecha. Me aburro mucho aquí sin hacer nada. Clara y yo pusimos la mesa en la terraza para cenar al aire libre.

-Mami, mami.- Un torbellino de ojos grises y pelo rojo y liso pasa entre ellos.- ¿Cenamos ya?

-Vale, terminamos la habitación mañana ¿Vale? Y tú, - Se acerca a Scorpius y le susurra.- guapo... aunque me encantaría quitarte yo misma ese traje creo que será mejor que te lo quites tú mismo ahora y te pongas algo más fresco porque sino tendremos hoy escorpión cocido. Te espero en la terraza.

Le besa en el cuello, en la barbilla y finalmente en los labios. Después se levanta dejandole con la miel en los labios y se aleja descalza en lo que a Scorpius le parece la visión más hermosa del universo. Por que en momentos como esos es en los que se da cuenta de que no se necesita nada más en este mundo para ser feliz.

Decide que todos los pasos que ha dado hasta llegar aquí han sido los apropiados para conformar esa felicidad tan anhelada por el ser humano: su amistad ferrea con Albus, el primer cruce de miradas con la muchacha, la amistas consistente con ella formada de buenos y malos momentos , el tiempo que tardo en darse cuenta de que la amaba, aquel primer beso salvaje y furioso en el tren se camino a Hogwarts, la promesa de amor eterno en la sala de los menesteres, su ruptura y reconciliación y el iniciar una vida juntos. Todo eso y un millón de momentos mas le habían llevado a ser el Malfoy más feliz que había pisado la tierra.

Solo, en una habitación pintada de azul con mariposas y flores escucha la risa de Rose que se filtra desde la cocina y el dejavú le envuelve. De eso se trató desde el principio, de oír su risa chisporrotear en sus oídos para siempre.


Hasta aquí llega esta historia de Svorpius y Rose espero que os haya gustado y que hayáis disfrutado leyéndola tanto como yo escribiéndola. Espero volver a escribir pronto de ellos, de hecho ya tengo una idea que empezare en cuanto termine mi fanfic de James y Lily, que por cierto ya esta colgado.

Un besazo y espero que nos sigamos leyendo.