Corría. Mis piernas estaban agotadas, no recordaba cuánto tiempo llevaba corriendo así. Intentaba aguantar, pero aún así las lágrimas desbordaban mis ojos dejando algunas marcas. Me sentía mal. Era noche, no sabía qué hora. Hacía frío, la luna y algunos cuantos faroles era lo que iluminaban los caminos por los que iba. Sentía una presión en el pecho, no prestaba atención mientras corría, no me importaba nada alrededor, sólo quería alejarme rápido.

Caí. Mis piernas no aguantaban más, mi respiración era muy agitada. Estaba lejos, era lo que quería. En los adentros del bosque, no me había dado cuenta que había llegado allí. Había un río al lado, ¿Cuánto corrí? Me senté, recargué mi espalda contra el árbol. Estaba agotada, corrí mucho, pero no me importaba. Doblé las piernas mientras las abrazaba y mire un instante el río.

La noche era fresca, el agua parecía fría, la luna se reflejaba en ella, pero a mi, no me importaba. Vi el reflejo de la luna unos instantes, para después, ocultar mi cabeza en mis rodillas. Me mordí el labio tratando de impedirlo, pero no pude. Aproveché, estaba sola. Solté el llanto que llevaba en mí desde que salí corriendo de casa.

Soy débil, lo sé, pero era diferente cuando él me lo repetía. Me sentía despreciada, más débil de lo que en verdad soy, incapaz, sin ganas, como si me robaran el aliento, ¿Acaso nunca estaría orgulloso de mí? Lloré amargamente. Me lo repetía, me lo restregaba en la cara. "Si sigues así de débil, no podrás llevar el mando del Clan"… Esas palabras, resonaban en mi cabeza una y otra vez, nunca me dejaban. Me las repetía, intentaba superarme, y cada vez que creía que lo estaba haciendo, me tiraba los ánimos al suelo, diciéndome que no era suficiente, que me fortaleciera más. ¿Nunca verá todo lo que me esfuerzo? ¿Siempre tiene que ver algún punto débil de mí?

Me encogí más. Seguí llorando, desahogándome. Después de un rato, me calmé. Ya no se escuchaba más mi llanto en aquél bosque, sólo el viento golpear las hojas de los árboles y agitarlas, y el ruido del río frente a mi, calmado, relajante. Suspiré profundamente, no quería levantarme, no quería volver allá, al menos no por ahora. Mi padre… había vuelto a reprocharme lo débil que era, lo mucho que me faltaba por aprender, por superar. Tomé mucho aire y suspiré hondo.

Escuché unos pasos. Se escuchaban lejos, así que no les presté atención. Seguí sin levantar mi cabeza, pues aunque no se escuchara mi respiración agitada, aún seguía llorando en silencio. Sentí los pasos acercarme a mí. No me importo, no quería levantar la mirada en esos momentos, y mucho menos en ése estado. Se acercaron demasiado, sentí un escalofrío recorrer mi espalda al sentir que la persona se detenía a mi lado, seguro a observarme por patética.

-¿Hyuuga…Hinata? –lo escuché llamarme. Hombre. Su voz me parecía familiar, ¿De dónde la había escuchado? Parecía dudar de mi nombre… parecía no acordarse bien de mí. Levanté la mirada…

Él… sí… lo había visto antes, pero casi no había hablado con él. Me miró confundido, sin quitar la seriedad de su rostro.

-Ka…Kazekage-sama… -murmuré un tanto apenada, apenada que me viera así, en ese estado. Mi voz era quebradiza, creo que lo ha notado, mis ojos aún están irritados y las marcas en mis mejillas se notan con la luz de la luna.

No contestó, simplemente se inclinó observándome con detalle la cara. Temblé un poco, sí, era el chico que años atrás había visto cómo despedazaba unas personas en los exámenes chuunin. Aún me daba un poco de temor, ¿estaría pensando alguna forma de cómo matarme? Me regañé mentalmente. "Tonta, claro que no, un Kazekage no haría eso…" pensé mientras le devolvía la mirada. Miré sus facciones, eran finas, y lindas. Su piel pálida, su nariz sin defectos, sus labios finos y, al centrarme en sus ojos, noté cómo observaba los míos. Desvíe la mirada al instante nerviosa. ¿Por qué sonrojé?...

-Hyuuga… -me llamó mientras me levantaba del mentón

-P-por favor… n-no me llame así, Kazekage-sama… -le pedí. Odiaba que me llamaran así, si no podía sentirme orgullosa de ello.

-Hinata, entonces –dijo con su tono serio sin soltarme. Esperé atentamente a que continuara con lo que iba a decirme, mientras observaba su cabello rojizo moverse con el aire – llámame Gaara, en ese caso…

-¿G…Gaara…sama?... –pregunté algo nerviosa, aún distraída. Continuaba observándolo, cuando me daba cuenta, desviaba la mirada apenada, pero cuando menos lo pensaba, estaba observándolo de nuevo – ¿Q-qué hace aquí…?

-Eso debería preguntártelo yo a ti… -me contestó con frialdad. Sus ojos clavados en mi, no los soportaba, me apenaba, hacían que desviara la vista al instante.

-Y-yo… yo… -bajé la mirada. No quería contestar, no en ese momento, aunque era un tanto obvio. No quería verle a los ojos, me apenaba que me viera así… Al ver mi reacción, sentí su mano en mi mejilla, lo cual me hizo reaccionar.

Volteé a verlo. En su cara aún podía notar la seriedad, pero… pero había algo más. No tenía la expresión fría de siempre, si no, una de… sería… ¿ternura? Lo miré un rato, mientras él pasaba sus pulgares por mis mejillas, limpiándome los rastros de lágrimas al momento que me decía "Está mal el que te haya hecho llorar…". Lo miré sorprendida. Sentí en mis mejillas un ligero sonrojo y desvié la mirada. Al volver a mirarlo, noté en su boca una ligera mueca de sonrisa.

-Te he visto sonreír otras veces, y es millones de veces mejor que verte así… -me dijo. Sonrojé, no esperaba eso de él. Fijé mi mirada en mis piernas, apenada.

-A…arigato… -contesté débilmente. Soltó mi cara, y se sentó a mi lado a hacerme compañía. Hubo un silencio… yo miraba el río, el reflejo de la luna en él, su movimiento, mientras él miraba el cielo, las nubes, las estrellas, y disfrutaba del aire de la noche en medio del bosque. Era un silencio, pero… no incómodo… si no, acogedor. Sentí su mirada un momento, y para romper el silencio entre nosotros, comenzó a hablar.

Lo escuchaba, me relajaba. Me decía que estaba de paso, visitaba Konoha para acordar una misión de una mezcla de ninjas de la arena con los de la hoja con Tsunade. Suspiré algunas veces y otras decía un comentario tímidamente. Me temía decir algo incómodo o inapropiado, por suerte, no fue así. Continuamos hablando, me recargué en el árbol de nuevo, y con su voz, fui cerrando los ojos cansados del llanto, hasta caer dormida.

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Mucho tiempo sin pasar, verdad? discúlpenme he estado haciendo muchas cosas! Pero bueno ojalá les guste éste nuevo fic que estoy haciendo, ya llevo unos 11 capítulos en mi metroflog así que no les cortaré la inspiración en mucho tiempo n.n

ojalá les guste, comenten por favor! Si quieren mi msn pídanmelo, ¿si?