Buenas, aquí vuelvo con un FIC para otro reto del foro Weird Sisters. Esta vez para el reto de Time-Travellers.
Me gustaría poder dedicarle este fic a alguien que le gustara la pareja Hermione/Remus, pero no conozco a nadie XD. Debo confesar que en un primer momento pensé en hacer un Hermione/Sirius, pero de pronto la idea que tenía fue transformándose peligrosamente en una MUY distinta y surgió esto. Y lo que veía como una aberración de Dios, se me antojó una pareja la mar de mona. Sí... aún no ha aparecido, pero lo hará en el siguiente cap que ya tengo casi terminado!!
Ahora sí, este fic en particular se lo dedico a Shiorita.
¿Que por qué?
Porque espero que después de tu incursión en el time-travellismo (que palabreja más mona) te haya gustado y nos deleites con más fics de este estilo. ¡Rompamos NO solo el Cannon!! sino también las leyes de la física y hagamos que nazcan parejas con más de 20 años de diferencia!!!
Sin más, les dejo con el FIC. Disfrúntenlo!!
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"Jugaremos al viejo juego del ratón y el gato con una ligera diferencia, cambiaremos de escenario. Te daré cierta ventaja, siempre he disfrutado del placer de una buena caza. Eres lista pequeña, así que elige bien el lugar en el que te esconderás…"
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Si hubiera podido gritar, gritaría, de eso estaba bien segura. Si el miedo y el horror no hubieran eclipsado por completo toda su capacidad de razonamiento, habría llorado durante décadas por todo el dolor que llevaba dentro, por toda la miseria que había vivido. A medida que las decenas de escenas horripilantes iban despertando en su memoria, trató de no pensar y se obligó a olvidar. A mantener su mente en blanco, sabiendo que esa era quizás su única esperanza de conservar la poca cordura que aún le quedaba.
Unas manos fuertes le agarraron de los hombros desde atrás.
-Tranquila Hermione, soy yo –la tranquilizó su compañero al ver su sobresalto y la abrazó.
La castaña se giró para toparse con aquella cara afable y salpicada de pecas de Ronald Weasley. Las bolsas moradas bajo los ojos cansados del pelirrojo era un indicio del poco rato de sueño que se permitían los pocos miembros que aún quedaban con vida en La Orden. Él le sonrió, con una alegría inexistente que había muerto meses atrás junto con su familia en uno de los múltiples campos de batalla.
Instintivamente, Hermione se abrazó fuertemente a él, desesperada, huyendo de las tétricas imágenes de sus amigos muertos. Dolía demasiado.
-Te estaba buscando, Herms. McGonagall quiere verte.
-¿McGonagall? –repitió la niña contra el pecho de su amigo. -¿Quiere decir que ya ha encontrado una manera de…
-No lo sé. Y lo mejor será que no nos hagamos todavía demasiadas esperanzas –ambos se separaron y Ron acarició cariñosamente la melena rebelde de su mejor amiga.
Aquellos dos niños habían pasado demasiadas cosas en sus cortas vidas. Habían soportado en sus propias almas la persecución de la sangre, la intolerancia de una magia poderosa y elitista, las ansias sangrientas de un megalómano asesino, la muerte fría e injusta de su mejor amigo, Harry Potter el niño que no sobrevivió.
-Vamos. Salgamos de dudas.
Este debería ser el último año de ambos en Hogwarts, pero desde la derrota del gran Potter, todo el mundo mágico parecía haberse sumido en un abismo de tinieblas y desolación del que difícilmente podían salir. Así que en vez de estar ahora ocupados en una clase de Defensa con las Artes Oscuras, se movían entre las espesas sombras del Callejón Diagon ocultando sus rostros bajo una capa oscura y varios hechizos aturdidores, rezando para que no fueran necesarios los conocimientos oscuros que se habían visto obligados a aprender como medida obliga de seguridad.
Reducidos a un mísero número del frondoso ejército que un día fueron y despojados del poder y ventaja que tuvieron, la Orden del Fénix se había visto obligada a apostar su nueva base clandestina en el sótano de una antigua tienda de túnicas para "seres mágicos de todos los tamaños y clase", después de que sus dueños huyeran de la represión del nuevo régimen de Voldemort. Aunque efectivos, ninguno de los resistentes creía que pudieran seguir confiando en los hechizos de camuflaje de Flitwick para seguir ocultos. Desperados y con todos los planes B, C y D agotados, todos alimentaban su destruida alma en una ilusión de la que muy pocos conocían la naturaleza.
-Caramelos de limón –susurró Hermione a la pequeña aldaba de la puerta, estremeciéndose una vez más como cada vez que tenía que dar la contraseña, por el simbolismo y el recordatorio tan doloroso que esas tres simples palabras eran de un caballero que se cayó demasiado rápido del caballo muriendo a manos de un traicionero escudero.
Dumbledore… ¿Cómo fuiste capaz de abandonarnos cuando más te necesitábamos?
Con un chirrido estremecedor las bisagras oxidadas de la puerta que acaba de aparecer, les dejó pasar. Apenas se escuchaba ningún ruido mientras los dos gryffindors recorrían el pasillo alumbrado únicamente a la mágica luz de varias velas flotantes. En el camino, se tropezaron con varias sombras vacilantes a la carrera antes de llegar a la oficina central y lejos de extrañarse o preguntarse a dónde se dirigirían, simplemente se limitaron a quitarse de su camino. La experiencia les había enseñado que eso era lo más sensato. Si varios aurores corrían desesperados a la salida, solo tenías una opción: dejarles pasar y rezar para que tuvieran éxito en su misión.
Tras varios e interminables minutos, por fin llegaron ante la puerta podrida y descolgada que servía –más simbólicamente que otra cosa –de separación entre la oficina principal y el pasillo.
-Pasad –les invitó la voz cascada de Minerva McGonagall antes de que alguno de los Gryffindor pudiera anunciarse con un golpe de nudillos contra la madera. Con el paso del tiempo, la disciplina estricta que antes destilaba aquella voz se había convertido en el sonido de la más absoluta desolación.
Sin decir nada, los muchachos pasaron.
Al fondo de la sala, agolpados alrededor del escritorio, los pocos profesores que aún quedaban del otrora Hogwarts ni siquiera se molestaron en apartar la vista del pequeño objeto que tenían ante ellos. Susurros, furtivos movimientos de varita y la sepulcral tensión que invadía aquella sala se había convertido en el pan suyo de cada día.
-Señorita Granger, señor Weasley, acérquense por favor. –Minerva se separó del resto de sus compañeros y dirigió a los niños a otra parte de la habitación. Se sirvió un vaso de whisky de fuego doble y, en contra de su estricto código de moral, les ofreció otro a sus alumnos.
Ron fue el único que lo aceptó.
-Bien –comenzó. –Como ya habréis deducido, los profesores y miembros más antiguos de la Orden como la señorita Tonks o sus propios padres, Ronald, hemos estado trabajando sin descanso en un proyecto secreto –en este punto, los ojos azabache de la profesora de transfiguración de los chicos solo estaban fijos en Hermione, con una intensidad tal que asustaron a la castaña. –Hace cosa de dos horas hemos dado por cerrado tal proyecto, sin tener la suficiente certeza de que hayamos tenido éxito con nuestras expectativas. Me gustaría explicarles en qué consiste exactamente nuestro trabajo, pero antes debo hacerles partícipes de otras conclusiones a las que hemos llegado.
La expresión de McGonagall, aunque fiera y decidida, no podía evitar dejar traslucir cierto aire dubitativo y aterrado. Hermione se estremeció dentro de su capa, sea lo que fuere lo que provocaba tal estado de perturbación en su antigua profesora no debía de ser nada bueno.
-Verán, después de mucho discutirlo y con la ayuda de la profesora Trewlaney antes de que ésta fuera capturada por las fuerzas del Señor Oscuro, conseguimos encontrar una desviación del destino –Viendo la cara de incomprensión de sus alumnos, Minerva decidió explicarse un poco mejor. –Lo que quiero decir es que sabemos un punto de la Historia dónde podríamos cambiar las cosas y evitar la catástrofe que estamos viviendo ahora –la bruja apuró su bebida de un solo trago. –Lily Evans no debe morir –se limitó a decir, como si aquello explicara todo.
Hermione percibió como la mole de más de ochenta kilos que era el cuerpo de su amigo se volcaba hacia delante para replicar. Su mano se adelantó mecánicamente y lo detuvo. Cualquier pregunta estúpida y guiada por el instinto que Ron pudiera formular debería esperar a su pregunta estúpida y con un poco más de sentido.
-¿Y cómo se supone que vamos a evitar eso?
McGonagall volvió a mirar a los ojos a la castaña y por primera vez en semanas sonrió. Una sonrisa triste y ausente, reflejo del orgullo que siempre había sentido hacia su alumna estrella.
-Es por eso por lo que la hice llamar, señorita Granger. Eso que hay sobre mi mesa no es más que su antiguo giratiempo, por suerte alguien fue lo bastante precavido para sacarlo de la escuela antes de la ocupación de los mortífagos. Llevamos varias semanas trabajando en él, modificándolo y ampliando su radio de regresión temporal. La profesora Breind, fue de gran ayuda a la hora de incorporar ciertas runas. Nuestra idea es retroceder a alguien en el tiempo hasta la época en la que James y Lily fueron asesinados y poder alertarlos a tiempo.
Ante el silencio de los muchachos, la profesora agregó:
-Y ese alguien es usted, señorita Granger.
-¡¿QUÉ?!
-Debemos mandar a alguien del que estemos seguros que no se topará con su homónimo en aquella época o las consecuencias podrían ser fatales. Por lo que la mayoría de los presentes quedamos descartados. La señorita Granger es a que mejor encaja en el perfil. Y no se ofenda Ronald, pero tenemos más confianza en su éxito que en el suyo.
La cara de Ron no podría demostrar más indignación ni aunque lo intentase, mientras que el cuerpo y la mente de Hermione se resistían a reaccionar. El poder de su varita chisporroteaba entre sus dedos cuanto más la estrujaba dentro del bolsillo de su capa. Antes incluso de cruzar la puerta desconchada se había imaginado que le pedirían algo así. Un presentimiento extraño se había adueñado de ella aquella mañana, llenando por un memorable segundo el vacío de su alma.
Un propósito. Solo necesitaba eso. Y ahora mismo se lo estaban ofreciendo.
A una velocidad vertiginosa, Hermione Jane Granger sopesó los pros y los contras de lo que se le pedía:
1) Asegurar la vida de Harry.
2) Ser la pieza fundamental en la derrota de Lord Voldemort.
3) Quedar probablemente perdida en una línea temporal que no era la suya.
Estuviera donde estuviera la pega, no le importaba. Estaba más que dispuesta a apechugar con lo que fuera.
-¡Os habéis vuelto todos locos! –escuchó que volvía a gritar Ron.
-Cálmate, Ron, hijo –los señores Weasley acababan de unirse a la conversación.
-No pienso dejar que Hermione se embarque en esta locura. ¡Ni siquiera tenéis la garantía de que vuelva sana y salva! –lo pensó un momento. –¡Ni siquiera la tenéis de que vuelva!
-Tienes razón, hijo, pero eso es algo que debe decidir Hermione.
Sin quererlo, la niña se convirtió en el eje central de todas las miradas. Sus ojos chisporrotearon de impaciencia, ¿qué se había perdido por estar demasiado ocupada fantaseando?
-Antes de tomar cualquier decisión, señorita Granger. Hermione –McGonagall se acercó a ella y le posó suavemente sus manos sobre ambos hombros de la niña. - piénselo bien. No tenemos demasiadas garantías de que llegue usted a la época que pretendemos y menos garantías tenemos aún de que luego pueda volver. Mucho me temo que este será un viaje sin retorno. Nadie le obliga a nada y si se niega, lo entenderemos perfectamente.
Antes de que pudiera detenerlos, los pensamientos de Hermione abandonaron su cuerpo y adquirieron voz. Apretó con más fuerza aún su varita, por miedo a que su propia insensatez la hiciera desvanecerse allí mismo y habló. Una vocecita en su cabeza la advirtió reiteradas veces de los peligros y las infinitas posibilidades de fracaso de aquel plan, del miedo que advertía en los ojos de su mentora, de la pena y el dolor que Molly Weasley le regalaba con sus caricias. Aquella vocecita chillona e inmisericorde le instigó a prestarle atención, pero algo dentro de la castaña la obligó a no hacerlo.
Si la escuchaba, estaría perdida. Todos lo estarían.
-Lo haré –sentenció con voz átona.
Ron la miró como si acabara de volverse completamente loca.
De hecho, ella temía que así fuera.
Más en el siguiente CAP!!!
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