Resumen: Bella, una joven, retraída, estudiosa que toda su vida la ha pasado

entre libros, se enfrenta al reto mas importante y dramático de su vida. El sexy y engreído jugador del campus, Edward Cullen.

Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece, son creación de la maravillosa mente de Stephenie Meyer

Capitulo Uno: Saliendo de Washington

Beep. Beep. Beep.

Me levante para mirar el reloj. Diablos, eran las cinco de la mañana y la alarma sonaba a las seis, ese cacharro debía estar dañado.

Con desdén, me levante y me dirigí a la cocina esperando que un poco de café me quitara la somnolencia de encima. Entonces recordé, no tenía café. Diablos, la alacena estaba vacía. Días antes habia comenzado ya disminuir su contenido, después de todo, no estaría allí mucho tiempo.

Decidí tomar una larga ducha de agua caliente para relajarme antes de lo que se avecinaba. Hoy era el día, hoy, en exactamente cuatro horas dejaría atrás el aburrido y monótono estado de Washington.

Desde hacia cuatro años me habia visto obligada a encerrarme entre esas tierras , fías y bajo constante precipitación. Massachussets no era el lugar mas calido del mundo pero nada podía ser peor que Washington.

Toda mi vida trascurrió feliz en mi amado Phoenix pero, por un giro del destino, me vi obligada a regresar al lugar del que Pense, ya me habia librado, Forks.

Amaba a mi padre, y la decisión de mudarme allá, tras el nuevo matrimonio de mama, fue, a pesar de ser la mejor, no fue la mas feliz de mi vida. Pero, aun asi, continué viviendo allí esperando el momento de no volver.

La universidad me habia venido de maravilla para huir de Forks pero pronto, demasiado pronto, descubrí que mi desprecio no era hacia ese pequeño pueblo, sino a todo el estado de Washington.

Pase dos años de mi vida universitaria como las ermitañas en espera de encontrar una salida de aquí. Y, aunque tardo un tiempo, por fin habia conseguido el traslado que tanto esperaba.

Pero, conseguir la aceptación no era una tarea sencilla, era, sin duda, un desafió, uno que yo logre y por mis propios meritos.

Salí de la ducha y me vestí tan rápido como pude. Tenia que salir si queria desayunar algo pues en el apartamento no habia nada.

No di dos pasos cuando una fuerte lluvia comenzó a caer. Corrí a toda velocidad hacia el pequeño establecimiento al que solía ir de vez en cuando. No faltaban ni dos pasos cuando, gracias a la poca visión que obtenía de mis lentes mojados, me caí.

Era ya algo natural en mi pero en momentos como este me irritaba con mi torpeza. Ponerme en pie fue una tare casi imposible. Mis gafas se habían extraviado. ¡Diablos, no veo nada! Pense.

Asi que me limite a esperar que la lluvia me llevase y arrastrara con ella mi mala suerte. Allí permanecí hasta que sentí que tenía a alguien a mi lado.

-Bella, ¿Estas Bien?- pregunto, tendiéndome mis lentes.

-OH Angela, muchas gracias, si no fuese por ti…-

-Olvídalo y corre conmigo que estas muy mojada.-

Corrimos ambas hasta el pequeño café. Allí esperamos sentadas a que culminada el diluvio que caía. Tome mi amado café que me ayudo a sentirme algo mejor a pesar de estar tan empapada.

Continuamos en silencio hasta que la lluvia se detuvo y luego ambas nos pusimos en pie, pagamos lo consumido y salimos de allí.

-Bueno no me has dicho que haces por aquí Angie.- reí, al recordar el viejo apodo de mi amiga.

-Angie!, Dios, he escuchado ese apodo desde la escuela.-replico pero con una amable sonrisa en su rostro.

-Si, recuerdo el día que te molestaste cuando Jessica, Ben yo comenzamos a llamarte asi.-suspire.

Angela, Ben y Jessica, mis amigos de la escuela, los extrañaría muchísimo. Ellos habían sido la razón por la que n me habia vuelto loca en la escuela. Mis amigos. Aquellos que tanto me defendieron de las burlas y los mismos que odiaban a aquellos que me llamaban la ¨cerebrito¨ o el preferido ¨rara¨.

Yo nunca habia sido popular. Al contrario, en Phoenix siempre pasaba desapercibida. Nunca tuve amigos y el único lugar que contemplaba como una saida era la biblioteca. Pero en Forks, pase a ser, a falta de mejor término, la atracción de circo, el juguete nuevo.

Pero ellos nunca me dejaron sola y, habia sido incluso a la hora de entrar a la universidad a la cual asistíamos juntos.

-¿Que haces por aquí a estas hora, Angie?-pregunte sabiendo que Angela nunca se levantaba temprano y menos un sábado.

-Venia a buscarte, a llevarte al aeropuerto.-me contesto con simpleza.

-No tenías que hacerlo, iba a llamar un taxi.-

-No, no señorita, nada de taxis, además, si yo te llevo llegas más rápido.-

-Angela, todavía faltan tres horas.-eso era mucho tiempo eso creía yo.

-Bella, tardaras unos treinta minutos en cambiarte y arreglarte. Y tardaremos otros treinta en llegar al aeropuerto con esta lluvia. Eso te deja dos horas, no tres.-apunto, defendiendo su punto.

-Eso es suficiente Ang.-le dije, ya habiendo llegado a mi apartamento.

-No, no lo es. Siempre dicen que debes llegar con un mínimo de dos horas antes del despegue Bella.-

-Ah! esta bien, tu ganas. Me voy a cambiar esta ropa y a traer las maletas.-

-Aquí te espero.- apunto, señalando el salón.

Como Angela habia predicho tarde unos treinta minutos cambiando mi ropa y secando mi cabello cuando por fin entramos todo mi equipaje al auto de Angela que estaba aparcado a unos metros del apartamento.

Hablamos de cosas triviales en el camino y nos reímos de varios incidentes pasados. Todo hasta que, transcurrida la media hora de camino, llegamos al aeropuerto, tan atestado de gente como en época navideña.

-Bueno, hasta aquí llego Angie.-deje con un hijo de voz casi inaudible pues ese era el momento que habia estado evitando desde que anuncie mi partida.

-Bella, te extrañaremos. Los tres.-afirmo con lagrimas en sus ojos.

-Yo también a ustedes. Prometo que escribiré y llamare a menudo. Hasta los visitare tan pronto pueda.-ya en esa parte, las lagrimas surcaban también mi rostro.

-Bella, cuídate mucho y si nos necesitas, A Jess, Ben o a mi, solo llámanos y allí estaremos. Recuerda, llama cuando quieras, a la hora que quieras.-me aseguro.

-Estaré bien. Por favor, cuida de Jessica, no sea que haga una tontería, ya sabes como es.-la pobre Jess y su mente alocada, los extrañaría.

-Si, estaré atenta. Hasta pronto Bella.-

-Si, hasta pronto Angie.-

-Y Bella…-

-¿Si Angela?-respondí.

-Cuidado con las superficies irregulares.-

-Lo tendre en cuenta Angela. Dale un gran abrazo de mi parte a Ben y otro a Jess.-fue lo ultimo que pude pedirle.

Me abrazo con fuerza durante unos minutos; luego de eso, se marcho.

Para llegar a Massachussets tenía por delante vuelos largos y escalas insoportables que me dejarían extenuada y con un fuerte dolor de cabeza. Mi problema no era con los aviones en si, era con el tiempo de vuelo que se gastaban.

La verdad es que el viaje me emocionaba. Estaba completamente extasiada con la idea de dejar atrás todo lo que me desagradaba que embarcarme en esa aventura no me importo. Pero estaba totalmente segura que salir de allí no me libraría ni de mi mala suerte ni de volver para visitar a papa a aquel lugar.

Lluvia cuando despego el avión, llovía como nunca antes había llovido en mis experiencias de vuelo anteriores. No quise detenerme a buscarle un significado o presagio a ese hecho así que entretuve mi tiempo leyendo uno de mis libros favoritos, Cumbres Borrascosas. Y, con el estuve hasta que el ultimo de mis aviones aterrizo en la tarde en Boston.

Al bajar el avión recupere inmediatamente las maletas y, habiéndome hecho cargo de todo el papeleo al bajar, me di a la tarea de buscar un taxi.

En el taxi decidí echar una ojeada a los papeles que me habían enviado. En ellos ya tenía asignado toda la información referente a mis horarios y el dormitorio que me habían asignado. Suerte que había llegado una semana antes de comenzar el año porque deseaba conocer bien el lugar mucho antes de pasar la vergüenza de llegar tarde a clase.

Baje del auto al llegar contemplando lo enorme del lugar. De seguro me perderé, pensé.

Tome mi equipaje y me quede allí, perdida, mirando el mapa. Allí estuve, mas de quince minutos, parada y nada. No lograba entender en entupido mapa. Así que camine hasta un pequeño parque que tenia mas adelante. En una silla vi a una joven.

Parecía estar disfrutando del clima soleado y tibio. Al sentirme, se puso en pie. Era muy baja, se cabello corto, cada punta hacia un lugar diferente. Sus facciones recordaban un pequeño duende de los cuantos de hadas de la infancia. Me miro con curiosidad para luego extender en su rostro una amable sonrisa. Me extendió la mano.

-Hola, me llamo Alice. Alice Cullen. Esta pérdida.-no era una pregunta.

-Mucho gusto Alice, Me llamo Isabella Swan pero por favor, llámame Bella. Y si, estoy perdida.-dije y mi afirmación pareció serle divertida.

-Si, yo también estuve así mi primera ver. Dime Bella, ¿a que año entras?-me pregunto con real curiosidad

-Entro a mi segundo año.-le conteste.

-Yo también voy a segundo. Te trasladaste pero de donde.-al parecer era una chica curiosa.

-Desde la universidad del estado de Washington.-respondí.

-Yo solía vivir en Washington, en un pequeño pueblo pero fue hace mucho. Luego me mude aquí hace unos años.-me contó y descubrí que era increíblemente fácil hablar con ella.

-Yo también vivía en un pueblo pequeño. Se llamaba Forks.-

-OH, Dios! Eres de Forks. Ahí fue donde viví, hasta los catorce años.-luego de decirme eso, comenzó a dar saltitos. Realmente era una chica hiperactiva.

-El mundo es pequeño Alice.-

-Bella, tú y yo seremos grandes amigas, lo presiento. Ahora dime, ¿a donde deseas ir?-me pregunto aun mas alegre que antes.

-Aaaa…al edificio de apartamentos tres, primer bloque, apartamento 610.-le recite leyendo del papel que me había llegado por correo.

-No puede ser! Bella, ese es mi apartamento. Eres nuestra nueva compañera!-

-¿Nuestra?-

-Si Bella, la otra es mi prima Rose.-me comunico apenas capaz de contener su emoción.

-¿Podrías llevarme Alice? Si no es mucha molestia, claro.-

-Por supuesto, vamos.-

Y tras decir eso, tomo una de mis maletas, y me acompaño todo el camino haciendo una plática agradable y fluida. Que, sin nesecidad de más pensar, supe que pronto se convertiría en una gran amiga.