Epilogo: Tres años después…

Tres años han pasado luego de la renovación de votos entre Ginny y Harry, realizada en el jardín extenso de la Madriguera, como la primera vez.

Ahora la familia Potter es completamente feliz incluyendo a la nueva integrante: Amaya. Poco después del casamiento, no tuvieron el corazón de devolver a la pequeña Amaya al orfanato. Desde ese momento la pecosa pelirroja y la morenita se convirtieron en las hermanas inseparables, hasta vestían igual, la diferencia radicaba en el color de la prenda para que, según ellas, no las "confundieran".

En cuanto a Luc, regresó a Francia para arreglar papeles y poder volver a Londres inmediatamente. No podía mentir en que se sentía un poco triste en no estar siempre al lado de Ginny, pues la seguía queriendo; lo único que lo confortaba era visitarla de vez en cuando en Godric Hollow. Pero al paso de los tres años, eran menos frecuentes esas visitas, ya que sorpresivamente para él mismo, encontró el cariño y amor de otra mujer.

En el jardín delantero de la casa Potter, se encontraba una pareja esperando ser invitados a pasar, tras el llamado característico de tres veces a la puerta.

-¡Yo abro! – exclamó una voz de hombre juvenil.

Al abrir la puerta la pareja pudo darse cuenta de quién era esa voz. Era un chico de cabello azulado, que cualquiera en la calle siendo hombre o mujer se fijaría en él y su atractivo, también era alto y medio bronceado.

-¿Teddy? – curioseó sorpresivo Luc – cuanto has crecido en tan solo dos años.

-¡Luc, que sorpresa! – expresó contento en cuanto lo reconoció – igualmente has cambiado. Tía Ginny se pondrá contenta.

-Precisamente venimos a visitarla – dijo Luc

-¿Venimos? – curioseó, levantando las cejas con una sonrisa burlesca.

-Sí, Marietta y yo – dijo Luc, apareciendo Marietta detrás del francés para luego abrazarla por la cintura.

-Con que Marietta ¿eh? – siguiendo la burla.

Marietta tan solo rió sonrojada, mientras Luc nada vergonzoso sacaba el pecho orgulloso.

-Pasen, no se queden afuera. Enseguida le hablaré a mi tía.

Muy caballeroso, se hizo a un lado dejando pasar a la pareja, y sin moverse de su sitio no llamó, sino gritó:

-¡Tía! ¡Alguien te busca!

A lo lejos se escucho un gruñido proveniente del segundo piso.

-Bueno, les dejo antes de que mi tía empiece a gritarme – se despidió velozmente de los visitantes.

Y en cuanto se cerró la puerta se empezaron a oír los gritos de Ginny bajando las escaleras.

-¡Ted Lupin! ¿Qué es eso de llamar a la gente gritando? ¿Qué te cuesta subir a decírmelo? ¿Qué va a pensar la gente? ¿Qué no te educamos?

-No, más bien que aprendió de su tía – argumentó Luc sonriente, al pie de las escaleras viendo a una Ginny a unos cuantos pasos de él en un estado de impresión.

-¿Luc, eres tú? – inquirió todavía impresionada.

-El mismo francés guapo que conoces – afirmó alzando los brazos esperando un abrazo por parte de su amiga pelirroja.

-¡Luc! - vociferó casi lanzándose a él – casi no te reconocía.

El chico ahora ya no era güero de piel sino que estaba bronceado y un poco musculoso de los brazos y abdomen, además que estaba mejorando notablemente su acento inglés.

-Y tú, ya no pesas igual –se quejó bromeando.

-Oye, tengo motivos – se justificó ofendida, mostrándole el pronunciado vientre de ocho meses.

-¡Wow! que sogpresa me diste.

-No lo estuvieras si me visitaras más seguido – le reclamó cruzándose de brazos.

-Yo también tengo motivos – replicó siguiéndole el cuento – vallamos a la sala para mostrarte porque estuve ocupado estos dos años.

Al paso de Ginny (pues a pesar de tener ocho meses parecía que iba cargando dos bebes, ni se podía ver los pies) y con la ayuda de Luc pudieron llegar a la dichosa sala donde se encontraba Marietta esperándoles.

-¡¿Marietta? – exclamó entre atónita y curiosa.

-Te presentó la razón porque no vine a visitarte, y a mi futura esposa – la presentó luc contento, pasando un brazo por los hombros.

- No-puede-ser – dijo Ginny tapándose la boca sorprendida y contenta - ¡felicidades! – abrazó a ambos difícilmente.

-Obviamente están invitados a la boda – mencionó Marietta feliz.

-Un momento – dio Ginny borrando toda sonrisa para reemplazarla con el ceño fruncido - ¿no estabas casada, Marietta?

Un poco incomoda miró a Luc y volvió la mirada a Ginny con la intención de contarle lo ocurrido con su ex esposo.

Dándose cuenta de la incomodidad de Marietta, lo dejo de lado ante su indiscreción la muy metiche sintiéndose avergonzada. ¿Quién era ella para cuestionar su vida marital?

-Lo siento, Marietta. No debí preguntar eso, no me incumbe – se disculpó rápidamente para enmendar su error.

-Tranquila – tomó su mano – hace tiempo nos separamos; creo que ya no era matrimonio desde mucho antes.

-Lo siento mucho.

- No lo sientas. Me casaré con Luc – comentó muy contenta abrazando a Luc.

-¿Cómo están las niñas? – preguntó interesado Luc, mientras tomaban asiento en la sala iluminada por el sol que se colaba por la cortina de un ventanal enorme.

-Están arriba haciendo su tarea, son inseparables – contestó, riendo con lo último dicho.

A lo más parecido a una sonrisa Luc y Marietta se miraron significativamente. Marietta entendiendo lo que pensaba su prometido, lo aprobó asintiendo junto con un sonrisa de ánimo.

-¿Pasa algo? – curioseó preocupada.

-¿Puedo pasar a ver a las niñas? – pidió Marietta con una sonrisa.

-Claro, están arriba en la segunda puerta a la derecha – le dio la indicación cordialmente.

Cuando escucharon cerrarse la puerta de la habitación de las niñas, Ginny ocupó el lugar de su amiga junto a Luc.

-¿Qué pasa? Me están asustando.

-Ginny, no solo vinimos a visitarte – confesó seriamente sin rodeos – sino…

-Sino que… - incitó la pelirroja.

-Te lo contaré así- suspiró antes de soltarlo todo – le pedí a Harry… una cita para poder ver a Cho.

-¿Qué tu qué? –musitó estupefacta.

-Es en serio lo que me estas pidiendo – cuestionó Harry sin poder creercelo.

Luc había citado al marido de su amiga en una cafetería cercas de la entrada al Ministerio de Magia, ya que siendo un muggle no podía entrar ni ver dicha entrada.

-Claro, ¿es difícil sacarla de su prisión? No importa si lleva guardianes, solo quiero despedirme correctamente de ella.

-Lo haré fácilmente solo porque tú fuiste una de las personas que ayudó a mi esposa a regresar – condicionó Harry agradecido.

-No fue nada, era lo correcto – haciendo un ademán con la mano de "no importa".

Así con el pretexto de la madre enferma de Cho, consiguió Harry sacarla durante una hora. Mientras Ginny visitaba a su madre, las niñas en la escuel y Teddy en la Academia de Aurores; aprovechó para propiciar la cita entre Cho y Luc en su despacho.

-Harry, gracias por traer a mi madre – dijo muy agradecida Cho, antes de entrar al despacho de éste.

Luc, media hora antes, ya se encontraba ahí esperando.

-De nada, ella fue la que me pidió verte – dijo Harry abriendo la puerta y señalando a "ella"

-¿Jean Luc?- reaccionó aturdida ante la presencia de su ex novio francés – pensé…

-…Que era tu madre. No, no te preocupes ella está muy bien. Cuando regresé a Francia la visité – la calmó, viendo que la chica respiraba relajada.

-Creí que ya no querías verme.

-Más de una vez quise hacerlo…visitarte – suspiró – pero no pude.

-Sé que estuviste ocupado –lo justificó – Marietta ha ido a verme. La última vez, fue para decirme que se casaba contigo – le contó, mirándolo a los ojos –adivino que ese es el motivo por el que pediste verme.

-Sí – musitó – tenía que contártelo para librarme del peso que tengo encima.

-¿Librarte?- repitió sin entender.

-Cho, me enamoré de ti. Cuando me dejaste y volviste aquí a Londres me destrozaste el alma y el corazón, creí que te quedarías aquella vez que estuvimos juntos, pero no, huiste. Después apareciste con Ginny en brazos asiéndome tu… tonto cómplice, hasta cometí el error de enamorarme de ella. Luego pasó lo que pasó, y sin querer volví a encontrar el amor que tú despreciaste en tu amiga Marietta ¿irónico, no? – le reclamó sentido.

-No lo creo. Siento tanto lo que te hice… sé que eso ya no se puede remediar, pero como tú dices, encontraste a Marietta. Estoy feliz por los dos – embozó una sonrisa sincera.

Luc tenía la idea de sólo decirle que se casaba y terminó desahogándose con ella por todo lo que pasó. Ya no tenía nada que reprocharle, tan solo decirle, buena suerte; y ¿por qué no?, empezar de nuevo como amigos. Marietta y ella eran amigas, su prometida aprendió a perdonarla por la vieja amistad que tuvieron en años de escuela, ¿Por qué no? hacer lo mismo.

-¿Cómo has estado? –quiso saber, olvidando rápidamente lo antes sucedió. Borrón y cuenta nueva, le decía su mente.

Cho captando el perdón de Luc, sonrió nuevamente como unas gracias. Segundos después tomaron asiento en dos sillas próximas al escritorio de Harry.

-Me siento como nueva. Todas esas terapias que tomo, gracias a Harry, me han hecho bien.

-Bien por ti y todos nosotros – dijo Luc bromeando, ocasionando la sorpresiva risa de la mismísima Cho.

-¿Y cuándo es la boda?- preguntó después de terminar de reírse. Aunque no pudiera asistir, quiso sentirse participe solo preguntando la fecha.

-Dentro de un mes.

-Espero que esta vez sea feliz, Marietta – deseo sinceramente con todo corazón – es una buena chica.

-Lo es – aseguró Luc, volando por los cielos donde van todos los enamorados siempre cuando se menciona a la otra enamorada.

Aprovechando ese momento, Cho peleaba con su mente misma para decidir, si confesarle su secreto o no. Tendría que hacerlo, ya no podía guardarlo por más tiempo. Aunque la reciente amistad con Luc se fuera por el caño y la odiara para toda la vida que le quedara. De ella dependía la felicidad de esa personita.

-Luc ¿puedo pedirte un favor? – inquirió nerviosa, jugando con sus manos.

-Claro, dime.

-Hace nueve años no te deje porque no te amara… sino que… quería visitar a Marietta y volver, pero en cuanto me enteré no pude partir a Francia de nuevo… por temor de no aceptarme. Mi error fue quedarme aquí, porque fue peor. Estaba aterrada, no sabía qué hacer-empezó a relatar, soltando lágrima tras lágrima.

-¿De qué hablas?

-De aquella noche juntos… quedé embarazada.

El chico francés se puso inmediatamente en pie, comenzando a caminar por todo el despacho como león enjaulado tratando de controlarse y no gritarle ¿Qué demonios hiciste?

Cuando logró controlarse lo necesario para entablar una conversación entre dos personas razonables y adultas, dijo con voz temblorosa:

-¿Cómo se te ocurrió que…no iba aceptarte?

-Creí que no nos querrías por arruinar tu carrera – sollozó

-Cho, podíamos haberlo hablado – le dijo, tomándola por los hombros para que volteara a verlo – un hijo siempre es una bendición, no un estorbo o error ¿cómo pudiste creer que no te aceptaría? ¡Te amaba! Lógicamente amaría a ese hijo nuestro.

-Por eso mismo, quiero que me hagas ese favor. Busca a tu hija, hazla feliz con una familia, que por mis tonterías le quite la oportunidad de poder tenerla – le suplicó sollozante.

-Antes quiero saber qué hiciste c-con… con ella – exigió, poniéndose en pie de nuevo, dándole la espalda para ocultarle que derramaba lágrimas por no conocer y estar al lado de su hija.

-Por azares del destino, como no tenía donde dejar a la niña y poder trabajar para darle un futuro digno, decidí con lágrimas en los ojos en dejarla en el mismo orfanato donde estuvo la hija de Harry. Creerás que la abandoné cruel y vil mente, pero no, siempre iba a visitarla sin que ella supiera. Robaba cabellos de mujeres como ingrediente de la poción multijugos y así transformarme en aquellas mujeres. Tiempo después, se presentó lo de Harry e ideé un plan para que mi hija fuera la verdadera hija biológica de Harry y Ginny, y así ser una familia.

-¿Y yo? ¿Dónde quedaba en esa familia? – cuestionó Luc, dándole la cara sin importar mostrar debilidad con sus lágrimas - ¿Cómo el padre biológico que abandonó a su hija? Es decir, el malo del cuento.

-Por favor, si quieres no me perdones, pero haz que tenga una familia contigo. Yo ya no importo. Yo soy la mala del cuento, quién te alejo de tu hija.

-No sé qué pensar de ti ahora – suspiró Luc, dejándose caer en la silla lastimado –ahora sé cómo se sentía Ginny sin saber de su familia.

-Se llama Amaya, vive aquí mismo con Harry y Ginny – confesó, después de un largo silencio donde ambos lo emplearon para calmarse y ordenar sus ideas y acciones – quiérela mucho por los dos.

Sin esperar alguna contestación de su ex novio y ahora ex amigo, caminó rumbo a la puerta para regresar a la prisión donde todavía le faltaban unos años por cumplir y vivir ahí.

-¡Cho, espera! –la detuvo haciéndola voltear. Luc todavía se hallaba sentado con un rostro de seriedad y lastima por ella –quédate tranquila, lo haremos.

Satisfecha con lo que escuchó, tomó el pomo de la puerta y la giró.

-Si pregunta por ti… le diré que pronto iras a verla.

Y con lágrimas en los ojos salió del despacho.

-¿Amaya tu hija?... se pondrá muy feliz.

-¿Tú crees? – dudo preocupado y nervioso.

-Claro que sí. Cada noche pide a Dios poder conocer a sus papás – lo animó un poco – Luc, no te preocupes, va aceptarte – le aseguró con una sonrisa.

De repente desde las escaleras se escucharon una carrera de pies y gritos de alegría provenientes de dos niñas, acompañadas de una risueña Marietta.

-¡Mami! Ya terminamos la tarea – anunció Lily, haciendo presencia en la sala como una niña feliz y sana de nueve años, tomada de la mano de su hermanita morena Amaya.

Cuando se dio cuenta de la presencia de Amaya, inmediatamente Luc se dio cuenta el gran parecido a Cho, por sus ojos un poco rasgados y su largo cabello negro.

-La terminamos con la ayuda de la tía Marietta – dijo Amaya, abrazandola cariñosamente.

-Amaya, Lily. Les presento a su nuevo tío Luc – hizo los honores la propia Marietta, acercándolas a su prometido.

-Hola, me llamo Lily, ¿Puedo decirte tío? – se presentó dándole un apretón de mano.

-Claro que si, pronto serás mi sobrina ¿no?

-¿Y nos traerás regalos? – preguntó curiosa.

-¡Lily! – la reprendió su madre.

-Todos los que quieran. ¿Y cuál es el tuyo pequeña? – quiso saber Luc. Aunque ya lo sabía, quería empezar una conversación bien con su hija.

-Amaya – musitó un poco tímida. Sentía algo extraño al ver a ese señor.

-Bonito nombre.

-Me lo puso mi mami cuando nací.

-Lily, acompáñame a la cocina hacer galletas para la visita – interrumpió un momento para dejar a la próxima familia sola.

-Sí, mami – acompaño a su madre saltando como rana de chocolate.

-Hummm… ¿Cómo te lo digo? – murmuró nervioso.

-Amaya ¿Qué dirías si te decimos que encontramos a tus papás? – acudió Marietta al rescate, sentándola en sus piernas cercas de Luc.

-¿En serio los encontraron? ¿Dónde están? – reaccionó pelando los ojos emocionada buscándolos por toda la habitación, si es que estaban ocultos para sorprenderla.

Ante la reacción positiva de la niña, su prometida le dio la señal de que siguiera y le soltara la bomba.

-Mi pequeña, ya no busques más. Estoy en frente de ti – se derrumbó Luc, quitándosela a su prometida de sus piernas y colocarla en las suyas.

-¿Papi? – lo abrazó de inmediato fuertemente para que no se le escapara de nuevo.

-Sí, mi chiquita. Vamos a estar desde ahora y siempre juntos contigo.

-¿Y mamá? – preguntó la palabra de oro, quitándose la lágrimas de alegría de sus mejillas sonrojadas.

-Tu mami por ahora será Marietta ¿no te gusta la idea? –contestó contento.

-Sí, pero… - miró a Marietta sonriente - ¿Dónde está mi mamá? ¿Murió?

-No, nena. Ella se fue de viaje hace mucho, pero prometió visitarte cuando llegara a Londres – contó Luc, la mentirita a medias.

-Bueno ¿Cuándo nos casamos? – preguntó Amaya inocente, abrazando a ambos. Por fin, tendría a su propia familia que tanto deseó con toda su alma.


¿Qué les pareció el epílogo? ¿Diferente?

Obviamente lo sintieron, pues fue referente a Luc, Marietta, Cho y Amaya. Se merecían un final feliz ¿no? Aunque Cho no se lo mereciera hay que hacerle el milagro ¡Es Navidad!

Y pues este fue mi regalo de navidad para todos lo que tuvieron paciencia conmigo todo este tiempo, y lograr llegar hasta este final.

Gracias a todos, y seguro nos volveremos a leer en otra historia de Harry y Ginny.

¡Feliz Navidad y Prospero Año Nuevo 2012!

Atte. Sunny ^0^