CAPITULO SIETE
Estaba avanzando.
Harry podía sentirla, luchando contra su magia de forma alarmante y efectiva. Adueñándose poco a poco del espacio reservado para el bebé.
Eso le hizo apretar los labios.
No estaba logrando rechazarla.
No tenía opción, ¿verdad?
Debía extraer la poción de su cuerpo de otra forma.
No. Debía... dejarla fuera.
o.o.o
Draco recibió un pergamino por la mañana, antes de salir al trabajo.
Al descubrir de quién pertenecía, tuvo que fruncir el ceño de total consternación.
Aun así lo leyó. Al terminar comprendió que no podía evitar meter las narices en ese matrimonio.
Pensando en ello, dejó el pergamino en la mesa y se adentró en la chimenea.
"Voy a enfrentar mis temores"
o.o.o
- Pero, Harry... - protestó Ron - soy el más indicado para llevar a Brett. Déjame hacerlo.
- Tienes mucha suerte de que no este molesto porque me ocultaras la identidad de su "administrador" - rechazó el moreno, guardando adecuadamente su varita a... ¿la mano? - Además has faltado mucho al trabajo. Aún cuando el ministro quiera mis favores, no creo que eso sea saludable a tu vida laboral.
- ¿Y por qué llevas la varita? - musitó.
- Soy un mago, Ron - se irritó Harry - Claro que debo llevar la varita.
- No has usado tu varita desde hace cinco años...
- Algún día tenía que usarla de nuevo - se exasperó Harry.
Ron frunció el ceño.
- Harry...
- Será mejor que te vayas al trabajo - cortó el moreno y se acercó para darle un rápido beso en la mejilla - Yo me haré cargo de Brett, no te preocupes.
Ron fue empujado a la chimenea y prácticamente echado en ella.
Tuvo la vaga idea de que estaba por ocurrir algo tremendamente perjudicial, ya que no había visto esa mirada determinada en Harry desde hace años, justo cuando dio el primer paso hacia la fortaleza donde todos se perdieron por días. Sin embargo no pudo hacer nada por negarse a lo que estaba pasando, ya que la magia de su amigo lo estaba empujando y se vio en la planta principal del ministerio.
o.o.o
- Oye, comadreja - llamó Draco Malfoy, demostrando que estaba sumamente molesto por ello - ¿Harry tiene razón para temer, en su elaborado matrimonio?
- ¿Temer? ¿De qué rayos hablas?
- Intento entenderlo también, comadreja... Harry me mandó un mensaje.
- Lo que sería un logro, en ti, Malfoy - Ron gruñó - Lo que no sé, es la razón por la que Harry deba mandarte un mensaje, justo ahora - especialmente porque Ron estaba seguro de que no lo haría, su amigo parecía extremadamente renuente a ello.
- Esperaba aclarar justo eso - admitió Draco y torció los labios - Ya que eres el flamante esposo de Harry, creí que tendrías más información al respecto.
- Como si fuera a darte información de mi matrimonio - Ron frunció el ceño.
- Si, supongo que los sórdidos detalles de tu intimidad deberían interesarme - ironizó Draco. - Especialmente cuando estás por ser padre, por segunda ocasión.
- Que encantador que celes a mi esposo - Ron lo miró de manera cínica - , pero no creo que sea el punto, justo en este momento - suspiró - Harry ha estado bastante extraño. Justo ahora ha insistido en ir a la mansión del profesor Snape, para que administren la poción a nuestro niño.
- En realidad jamás lo consideré algo completamente tuyo, Weasley - ironizó el rubio - De todos modos, no creo que Harry se niegue a darme esa información, personalmente - sonrió de manera predadora - ¿Dices que fue con Snape? Creo que una charla "fuera de tu mirada, le daría más libertad".
- Ya - Ron torció los labios - Acabamos de llegar al trabajo, Malfoy. No puedes, simplemente, irte a buscar a Harry.
- ¿Me estás retando, Weasley?
- Señalo lo evidente - el pelirrojo se encogió de hombros.
- Lo evidente, Weasley - el rubio enarcó una ceja, tomando su abrigo - es que tú, necesitas este trabajo, y yo lo hago por que debo matar el tiempo.
Ron bufó.
- ¿Pero en serio irás?
- Diviértete en el trabajo, Weasley.
Ron pensó en seguirlo. Después de un momento rechazó la idea.
A lo mejor Harry necesitaba hablar con Malfoy. Después de todo estaba esperando un bebé suyo.
o.o.o
La propiedad de Snape había sido una total incógnita para Harry. Y la verdad habría deseado que siguiera en esa situación, ya que estar parado frente a la reja principal, donde se veía la estructura antigua, casi egocéntrica, no era de su total agrado.
Incluso ahora notaba la tensión acumulada en su cuerpo, debido al desvanecimiento casi total de la poción que le habían administrado en San Mungo.
Nuevamente se preguntó si todo eso valdría la pena.
Sabía perfectamente lo que ocurriría en ese lugar, sin embargo no tenía más opciones y, desde luego, no sacrificaría a su bebé, quien descansaba en su vientre de forma confiada.
¿Pero, estaba listo para hacer aquello?
Harry jamás había estado más inseguro respecto a los resultados de sus propios planes. Y este no era uno que rayara lo convencional.
Aún cuando fuera el niño que vivió, no podía garantizar un resultado que beneficiase a los dos.
Sin embargo...
Debía hacer ese sacrificio. Por el niño.
Apretando los labios avanzó hacia la reja. Penetrando y violando varias protecciones.
Llegado al recibidor, sintió un aire frío, coincidiendo con el escalofrío que le causó ver a ese hombre descender por la elegante escalinata, mirándolo con, aún más odio, del que pudiera recordar.
- Bienvenido, Potter - susurró Snape.
Harry no respondió.
De alguna manera podía estar más seguro de que deseaba arrebatarle "la víctima" a ese hombre, especialmente al ver esa expresión, donde se podía leer perfectamente que disfrutaba, con aquella situación.
No más.
- ¿No dirás nada, Potter? - inquirió el hombre - Qué raro es eso...
- El antídoto - demandó el más joven con una mirada atenta.
- Preferiría que suplicaras un poco por ello - respondió Snape, con desilusión y lo taladró con esos ojos negros - Suplica.
Ni hablar.
- Una vez que lo tenga, dejaré de luchar - ofreció a cambio.
- Potter, Potter... - susurró Snape, acercándose a unos metros de él - Eso suena más a un trueque, que a una suplica - indicó decepcionado - Arrodíllate, Harry... y pídemelo.
¡No más!
o.o.o
Draco Malfoy apareció a pie de la entrada de la casa.
Un edificio bastante apretado se dejó contemplar en una de las colonias más sencillas y modestas de la ciudad, donde diversas ventanas iluminadas de forma artificial dejaron ver a la mayoría de los desconocidos personajes que vivían en cada uno de los apretados interiores.
Ahí, casi abandonada y escasa de iluminación, se veía la sencilla escalinata dispuesta para la única casa donde no se veía la vida que en el resto.
La fachada descuidada lucía bastante firme, pese a la pintura desconocida, y algo de maleza había inundado en sencillo jardín; dejando ver que el dueño no asistía a ese lugar con regularidad. El propio Draco podría pensar que no había nadie, en ese preciso momento.
Sin embargo era esa la casa de un mago.
No cualquiera. Se trataba de un hombre cuyo amor por la privacidad sobrepasaba su afición por las pociones, lo que podría, fácilmente denotar bajo los variados y discretos hechizos de protección puestos alrededor de la propiedad. Todos removidos en los últimos 20 minutos.
Fue esa certeza lo que hizo que el rubio apretara los labios y se pasó una mano por el cabello, decidiendo guiar sus pasos hacia la entrada, antes de que a algún curioso vecino le diera por asomarse, y descubrir a un hombre vestido de la forma más extraña a la que estaban acostumbrados a ver.
Su primera impresión fue que las protecciones habían sido removidas con bastante magia. Lo extraño es que la última barrera parecía haber sido retirada por el propio dueño, permitiendo la entrada de esa energía desbocada hacia el interior.
Lo segundo que tuvo que notar, fue que el silencio en el interior no era nada alentador. Todo aunado al hecho de que el sitio no presentaba pruebas de combate, pese a lo violento de la intrusión.
¿Por qué?
Draco avanzó hacia el interior, hasta ser consciente de esa presencia mágica que había estado evadiéndolo desde que penetró en la propiedad. Con pasos suaves se acercó hasta lo que debería ser la biblioteca y descubrió una mancha en la pared, hecha, sin duda, con magia ofensiva.
El rubio apretó los labios y atravesó el marco de la entrada, mirando atentamente ese escueto espacio lleno de libros desgastados y cuencos tirados. Retuvo el aire cuando vio a una persona de pie y se mordió el labio interior al ver que no se trataba de Harry.
El hombre volteó a verlo y sus labios se delinearon en una burlona sonrisa.
- Era de esperarse... Jamás ha podido hacer nada solo.
Draco recorrió el interior con la mirada.
¿Dónde?
- Profesor Snape... - murmuró sin dejar ver su inquietud.
- Sé lo que has venido a hacer, muchacho.
- ¿Dónde esta?
Snape rió.
- Se esta reestructurando - cruzó los brazos - Jamás pensé ver algo así. Estoy ansioso por saber si lo logrará.
Draco parpadeó confundido. Claro que sabía lo que implicaba una reestructuración, especialmente la cantidad de magia que se requería para realizar una. Sin embargo no era el estilo de hechizo que una bruja o mago, realizarían estando en estado de gestación; muy especialmente un mago.
- ¿Qué vino a hacer aquí? - murmuró Draco, buscando la manifestación mágica que Harry debería estar emitiendo.
Snape imitó su movimiento, hasta sonreír.
- No lo sabes, ¿cierto? - preguntó en voz alta - No sabes la razón por la que Potter ha venido hasta este sitio, arriesgándose a una reestructuración física y mágica - rió - Es tan arrogante al pensar que jamás te enterarías.
Por alguna razón, a Draco le pareció que el hombre no dirigía sus palabras a él.
Una materialización de energía le hizo saber el sitio donde había estado Harry, antes de iniciar el hechizo, y frunció el ceño al ver un inusual resplandor, demostrando... ¿inestabilidad?
- ¿Sabes lo que ocurre cuando una reestructuración falla, Malfoy? - rió Snape - Potter no lo debió prever. Es tan idiota. Como lo fue al intentar ocultarte la verdadera razón de su huida, hace cinco años.
Otro resplandor. Por alguna razón, las palabras de ese hombre parecían afectar profundamente a Harry.
Draco apretó los labios.
Era cierto que no tenía información concisa, al respecto. Sólo sabía que Harry había visto inseguridad en ese sitio; pero que había acudido, de todas maneras.
- Potter sabe que no lo perdonarás por engañarte - continuó el hombre - Sabe que lo repudiarás por entregarse a mí...
El golpe que esas palabras causaron en el rubio pareció reflejarse en la manifestación mágica que Harry intentaba controlar.
La idea con la que había acudido a ese lugar volvió a golpearle de lleno y apretó los labios, pensando que las cosas se estaban escapando de sus manos. Y el hecho de que Harry intentara lograr un hechizo de esa magnitud, hablaba de presión, hacia su persona.
- Harry jamás haría eso por propia voluntad - musitó indignado.
Snape volteó a verlo. De nuevo se veía esa despreocupación que pareció odiosa al rubio.
- ¿Quién dijo que lo había hecho por propia voluntad? - susurró con frialdad - ¿Cuándo pensaste que vino hasta aquí, porque lo deseaba? - bufó - Para nada. El hechizo que realiza ahora es para extraer el veneno que yo puse en su cuerpo. Prefirió eso, a satisfacerme - sonrió de forma malvada, viendo otra reacción negativa en la magia - No va a lograrlo.
"¿Has oído de la poción vitavi vulneris?"
Draco se mordió los labios ante lo evidente que era esa pregunta. Harry se lo había intentado decir. Después de cinco años, había encontrado el valor para decírselo; y él no pudo entenderlo.
Quizá debió analizarlo más. Después de todo Harry no era ese tipo de persona que sacaba un tema a discusión sin razón alguna.
Pero, ¿cómo iba a adivinarlo?
Aunque ahora le parecía bastante claro, necesitó de más que una insinuación, en su momento.
¿Y si Harry no lograba reestructurarse debidamente?
¿Y si el bebé no llegaba a integrarse al cuerpo de Harry, de nuevo?
No era un hechizo recomendable, aún a los magos más fuertes. No todos los que lo intentaron tuvieron éxito.
Maldición.
- Habría sido más interesante si Potter se dedica a suplicar más, por el antídoto - Snape apretó los labios - Decidió intentar esta estupidez. Esto no es lo que esperaba, al volver.
Otro estallido de magia.
Draco apretó los labios y comprendió que no estaba ahí para escuchar, no al menos lo que Severus Snape tuviera que decir.
El ágil movimiento con el que extrajo su varita, se vio imitado por ese mago.
No era tiempo para reconocer que la reacción del mago mayor le había admirado y sólo obligó a su cuerpo a moverse para eludir el primer hechizo de ataque.
No estaba ahí para escuchar.
Draco chocó contra la pared cubierta de libros y apenas alcanzó a escapar de todos ellos. De sus labios nació el hechizo ofensivo. Justo el que juró no volver a utilizar.
No había ido ahí para fracasar...
... un resplandor de magia comenzó a materializar a Harry... Magia irregular y débil.
No lo lograría.
El hechizo de la varita de Draco se impactó en el cuerpo de Snape, pese a que él intentó escapar.
No pudo.
La magia se depositó en su cuerpo. Filtrándose a través de sus poros y paralizándolo, hasta que la varita cayó de sus manos, haciendo un frío eco en la biblioteca.
Sobreviviría... al menos unas semanas más.
Pero no era lo que importaba, Draco se acercó hacia el espectro que la magia de Harry comenzaba a materializar y posó sus manos justo donde estaba su corazón.
No podía sentirlo.
Humedeciéndose los labios, dejó que su magia fluyera, mientras ignoraba los jadeos de dolor de Severus Snape, quien sufría el desarrollo de la terrible maldición.
Harry. Sólo le importaba Harry y su bebé.
No se perdonaría si algo les pasaba.
Porque no era tiempo de que Harry se fuera.
Tenía que escucharlo primero.
Draco sintió la manera en que su magia se acoplaba a la del moreno. La armonía era tan intensa que le causó paz y horror a la vez.
Un pecho firme se dejó sentir bajo las palmas de sus manos y levantó la mirada hacia la de Harry.
Se miraron unos instantes hasta que la materialización se completó y los parpados del moreno volvieron a cerrarse, dejando que su cuerpo se desplomara en brazos de Draco.
o.o.o
Hermione y Ron llegaron al hospital, instantes después de que Draco les comunicó el sitio donde se encontraba.
Decir que se alegró al verlos era mentira. Y el rubio reaccionó de forma violenta y, totalmente reprobable, en un sitio público.
Hermione dejó escapar un grito de sorpresa ante el primer movimiento brusco que Malfoy realizó; desembocando en la barbilla de Ron, quien perdió el equilibrio y terminó en el suelo, mirando al rubio con extrañeza.
-¡¿Qué diablos te pasa?! - demandó el pelirrojo, poniéndose de pie para responder a la agresión, pero un empujón volvió a tirarlo.
- Debería hechizarlos a ambos por la idiotez que han estado haciendo - bramó Draco en tono amenazador - ¡Aún si lo hago, no terminarán de escarmentar por ello!
Hermione miró el sitio en busca de su amigo.
- ¿Dónde esta Harry?¿Se encuentra bien?
- ¿Ahora si te preocupa su bienestar? - ironizó el rubio con enfado - ¡Eso debieron pensar hace cinco años!
- ¿De qué demonios estás hablando? - cuestionó el pelirrojo, quien comenzaba a enfadarse e hizo un nuevo intento por levantarse; una rápida reacción evitó que cayese otra vez y se acercó al rubio para estrellar su cuerpo contra la pared - ¿Donde esta Harry?
- ¡No me asustas! - Draco se liberó de esas fuertes manos - ¿Quieres saber cómo esta tu esposo, Weasley? ¿Por qué no intentas suponer acerca de su estado de salud? - ironizó - Fue lo que hicieron hace cinco años, ¿cierto? ¡Sólo eran un montón de suposiciones con las que intentaron ayudarlo!
- ¿Qué estás diciendo? - musitó Hermione, quien estaba más atenta al significado de las palabras del rubio - ¿Qué pasó con Harry?
- El muy idiota se reestructuró para extraer un veneno de su cuerpo.
Hermione emitió un gemido y se cubrió la boca.
- ¿Por qué? - musitó Ron, con el rostro pálido y jadeó - ¡El bebé!
- No le ha afectado - el rubio se dejó caer en una de las incómodas sillas de espera - Harry logró la reestructuración con éxito. Justo ahora lo están revisando, para asegurarse de que todo esta bien.
- No comprendo.
- Jamás comprendieron nada, ¿cierto? - siseó el rubio - Se pusieron a resolver problemas imaginarios, suponiendo que lo estaban haciendo bien.
La muchacha frunció el ceño.
- ¿Cómo puedes acusarnos, cuando tú lo dejaste?
- He estado esperando todo este tiempo para que Harry esté listo y confíe en mí - el rubio apretó los labios - Antes de que eso pasara pude decirle cualquier cosa de la que me arrepentiría, por eso lo dejé un poco ¿Y qué me encuentro al volver? - miró al pelirrojo - ¡Te lo llevaste y te casaste con él!
Hermione se frotó las manos con nerviosismo.
- Lo que le pasó no se solucionaría con esperar.
- El problema es que no compartieron el problema conmigo - acusó el rubio - Siendo la pareja de Harry, tenía mucho por opinar sobre la situación.
- Harry ha sufrido mucho - replicó ella - ¿Crees que habría soportado un golpe más?
- Esa es la excusa más irresponsable y patética que he escuchado de ti, Granger - bufó el rubio - Si confiaron en que Harry fuera suficientemente fuerte para derrotar al señor oscuro, pero ya no es lo mismo si se trata de su propia persona, ¿no? - los miró de manera acusadora - Me sorprende que no lo hallas previsto, Granger. Ustedes son los principales culpables de la actitud de Harry. Se justificaron diciendo que lo protegieron, pero lo único que provocaron es que él no se esfuerce por luchar por sí mismo.
¿Eso?
Hermione se humedeció los labios, incapaz de rebatir esas palabras.
No lo había hecho con esa intención. Sólo... quería evitarle el golpe a Harry.
Un sanador se acercó a los jóvenes y suspiró antes de dejar ver una suave sonrisa.
- Él esta bien - dijo y miró a Draco - Ha preguntado por usted.
Draco apretó los labios y avanzó hacia la habitación. La mano de Hermione lo detuvo de repente y volteó a verla.
- Diré lo que me de la gana, Granger - siseó - Estoy en mi derecho, ¿no?
Ella se mordió el labio inferior.
- Él no...
- No te preocupes - interrumpió Draco, y se liberó de su agarre - Estoy seguro que está listo. Rompió más de 4 barreras y se reestructuró en vez de suplicar - ironizó - ¡Tiene que estar listo!
¿Qué decir?
La furia que amenazaba con hacerle estallar no se calmaría con un par de regaños. Pese a ello el rubio no podía estar más contento, sabiendo que no lo había perdido. Y cuando cerró la puerta a sus espaldas, todo deseo por gritar se vio calmado. Colocó sus ojos en los de Harry. Al instante notó esa incertidumbre en ellos y lo vio moverse de forma nerviosa, antes de posar ambas manos en su enorme vientre.
Tan... irresponsable...
- Eso que has hecho, fue lo más idiota que he visto en mi vida - dijo Draco.
Harry se humedeció los labios y bajó la mirada.
- No tenía opción.
- La tenías - reprochó Draco - , pero, como siempre, prefieres llevar la carga tú solo.
Harry palideció. Fue eso lo que hizo saber al rubio, que comprendía perfectamente a lo que se refería.
Draco se acercó, se sentó a la orilla de la cama y levantó el rostro de Harry, para que le mirara.
- Lo siento... No sabía cómo reaccionarías al saber... - murmuró el moreno - Y luego... resultó Brett... y... ya no podía detenerlo.
- Tú no eres débil, Harry - dijo el rubio con enfado y frunció el ceño - Demonios, venciste a un hombre más fuerte que ese desgraciado... No debiste darle gusto, al derrumbarte así... Le diste todos estos años a él... - le acarició la mejilla - y me los quitaste a mí.
- ¡No!
- Si - aseguró el rubio - Dejaste que Snape nos separara todo este tiempo. Dejaste que te arrojara a los brazos de otro hombre y... - se lamió los labios, bajando la mirada hacia el vientre de Harry.
- ¡Yo no tenía otra opción!
Draco hizo un ademán negativo y estrechó a Harry contra su pecho.
- Luchaste...
Harry pareció comprender a lo que se refería y un rubor cubrió sus mejillas.
- ... arriesgaste tu vida, y la de tu hijo... Hoy comprobaste lo poderoso que eres. Debiste confiar desde el principio en ese poder.
- Yo no estaba seguro.
- Debiste confiar - insistió Draco - No sólo menospreciaste tu poder, al pensar que no podrías defenderte; me menospreciaste a mí...
- ¡Estás siendo injusto!
- Tú fuiste injusto, Harry - calló el rubio - No confiaste en mí... Yo te he amado todos estos años. He esperado el día en que decidas regresar, pero tú no planeabas hacerlo. No confiaste en que mi amor bastaría para curar esta herida.
- ¿Así de simple? - retó Harry - ¿Incluso para aceptar a su hijo?
Draco sonrió.
- Tu hijo, Harry - corrigió el chico - Nuestro hijo, si me lo permites.
Harry palideció ante eso.
- No era mi intención herirte - borbotó el moreno.
- Lo hiciste - Draco dejó que una sonrisa retorcida adornara sus labios - Y ahora... soy yo quien no confía en ti.
Por un momento, Harry no supo qué decir, y apretó los labios.
- Comprendo.
Draco pensó que era un chiste la equivocación que Hermione había cometido. Ante él había un hombre fuerte, capaz de superar las dificultades, aún cuando le tomase algo de esfuerzo.
El rubio se puso de pie y caminó hacia la salida.
- ¿Volverás? - escuchó la voz de Harry.
- ¿Tienes necesidad de dudarlo? - Draco apretó la cerradura de la puerta.
- Ya no... - le escuchó decir.
o.o.o
Hermione Granger penetró en la estancia de investigación y observó detenidamente a través del espejo, donde podía verse a un hombre, acostado sobre una acolchonada pared, llena de mugre y sangre coagulada.
Sabía que las características del hechizo eran lo suficiente horrorosas como para no desear documentarlas. Sin embargo tenía la necesidad de ello, ya que era la segunda vez que magos investigadores, especialmente ella, tenían la oportunidad de observar el avance de la maldición en cuestión. Y ello sólo confirmaría la necesidad de prohibir, determinantemente, su uso, o aprendizaje.
La ventaja es que sólo Draco Malfoy sabía el mecanismo de la maldición. Y, hasta el momento, no se había visto interesado en enseñarla a ningún otro mago. Lo que favorecía enormemente su posición ante el Ministerio de Magia, quien no había visto con buenos ojos que repitiese el hechizo, especialmente cuando no sabían la razón de ello.
Hermione tuvo algunos problemas para justificar al rubio. Afortunadamente el hecho de que se tratase del arma ejecutora contra el mismísimo Lord Voldemort; libertador secundario de la sociedad mágica conocida (y por conocer), habían facilitado las cosas. Y los investigadores no habían hecho muchas preguntas al respecto.
Les había bastado con la prueba irrefutable de que ese hombre, tendido entre sangre coagulada y seca, confesara, entre su delirio de locura, haber herido de esa forma a su admirado héroe, Harry Potter. Y tras una estricta valoración de magos, quienes estaban más interesados en ver el progreso del hechizo, que en correr la indignante información en la que el héroe, se vio envuelto hace apenas unos días, facilitaron, en gran medida, eso que Hermione estaba haciendo.
Lo cierto es que no estaba resultando nada agradable, pese a que una oscura parte de la chica, estaba satisfecha al saber que el hombre que había lastimado a su amigo, lo estaba pagando muy... lenta y dolorosamente.
La maldición que Malfoy había lanzado se encargaba de limitar las habilidades físicas en el mago, atrapándolo en su propio cuerpo hasta hacerlo incapaz de ejecutar el más sencillo de los movimientos. Todo extendido a dos, tres... cuatro semanas donde el individuo no podía revertir el efecto, hasta verse imposibilitado de respirar.
Lo curioso es que el hechizo se alimentaba de la magia de la victima. Así que más magia, sólo daba mayor cantidad de días, antes de la muerte.
Lord Voldemort tuvo una lucha bastante lamentable, cuando recibió ese mismo hechizo, años atrás.
Snape sólo había hablado y gritado, lleno de ira y frustración, hasta que la capacidad de habla se difuminó.
Los expertos habían intentado limitar la vida del mago, para evitar esa penosa situación, pero, como el propio Draco había dicho, no existía contra hechizo.
La muchacha suspiró y se masajeó entre los ojos. Colocó las notas en una pequeña mesa y se dispuso a salir de la habitación.
Dada la condición de Snape, no tardaría en terminar todo.
Salió hacia el área general, donde se podía ver a todas esas caras sonrientes y escuchar la charla previa al fin de semana.
Justo a la puerta, un hombre pelirrojo volteó a verla y le decidió una suave sonrisa. Hermione correspondió y avanzó a un lado de él, esperando su turno para usar la chimenea más cercana.
- ¿Cómo la lleva? - preguntó Ron.
- Bastante mal - dijo ella, entendiendo que se refería a Snape - No debe tardar en terminar.
- Jamás he comprendido cómo haces para soportar mirar eso - el pelirrojo se encogió de hombros - La primera vez fue bastante difícil de imaginar. ¿Cómo puedes verlo de nuevo?
- Necesito saber que pagará por lo que hizo - musitó ella y se metió en la chimenea.
Ron apretó los labios. Comprendía perfectamente lo que ella estaba sintiendo. Siguiéndola, se metió a la chimenea y reapareció en un espacio bastante limpio, donde vio a la mujer sacudirse el polvo y charlar con una de las enfermeras, con quien había hecho amistad, para tener acceso más fácil hacia Harry.
La enfermera dijo algo, que causó risa en ambas mujeres, después de eso lo saludó con su coqueta sonrisa. De hecho había estado coqueteando bastante con él; pero Hermione insistió en que debían tolerarlo un poco, al menos mientras estuviesen visitando a Harry... en horario que no era, para nada, de visitas.
Los tres caminaron por el pasillo, hasta que la mujer se detuvo y los dejó entrar hacia la habitación. Ron apretó los labios cuando pudo cerrar la puerta a sus espaldas y miró a Hermione de manera reprobatoria.
- Cuando Harry este fuera... - prometió ella, y se acercó al moreno para besarlo en los labios.
- ¿Liza sigue coqueteando con Ron? - preguntó el divertido moreno - Ha estado insistiendo en que tres seríamos mejor, en nuestro matrimonio... La parte donde promete ser quien geste al próximo bebé, suena bastante tentadora.
- ¡Harry! - protestó el pelirrojo - Para nada consiento que te burles de mí.
- Con lo divertido que sería ver una gestación en otro cuerpo, para variar - suspiró el moreno, frotando su pronunciada barriga.
Hermione sonrió ante eso e hizo una suave caricia en el hinchado vientre de su amigo.
- Podrás verla en mi cuerpo, cuando me encargue de "hacer" ese hermanito para Mike.
Ron se puso bastante colorado.
- Oh, eso - Harry miró a su amigo y sonrió de nuevo - Ron, deberíamos disolver nuestro lazo matrimonial.
- ¿Es prudente? - murmuró preocupado.
- No - admitió Harry - Toda la gente estará espantada al ver que me dejas por una preciosa mujer,... cargando dos hijos. - el pelirrojo bufó - Pero jamás he dado mucha importancia a lo que la gente dice, ¿cierto?
- Ya veo - Hermione bajó la mirada - Discúlpanos, Harry... Realmente pensé que te estábamos ayudando.
- No tiene importancia, mucho menos cinco años después - susurró el moreno - Si esto pasó, es porque lo he consentido. No tienen completa responsabilidad.
- ¿Podrás solo? - Ron estaba realmente preocupado.
- No estoy solo - Harry lo miró con seriedad - Draco estará conmigo.
- Pero se ha ido de nuevo.
- Esta enfadado - el chico se encogió de hombros - Necesita pensar un poco, pero volverá.
- ¿Cuándo? - Hermione frunció el ceño, posando sus ojos en el abultado vientre de Harry.
- A tiempo - respondió el hombre con seguridad
La mujer tuvo que aceptar eso y sintió la mano de Ron, enredarse con la suya. Eso le hizo sonreír, antes de recargar su espalda contra el ancho pecho del hombre.
- Mañana lo disolveremos - prometió Ron - Justo el día que vuelves a casa.
Harry hizo un ademán afirmativo.
Era su turno de ser paciente.
o.o.o
- Se supone que los hermanos no andan robando novias - protestó Fred, atrapando a Ron con un brazo, para que George le revolviera el cabello de forma realmente insoportable.
Habían preparado una pequeña fiesta, para recibir a Harry de regreso, y la primera noticia con la que tuvieron que lidiar fue el reciente rompimiento de su consorcio.
Aunque la familia parecía bastante comprensiva al respecto, pese a la sorpresa que la noticia les causó; todo aunado a las miradas coquetas que Ron había estado lanzando a Hermione, mientras ella intentaba dominar el berrinche que Mike había hecho, al verse privado de la inquieta lengua de Maho, quien había decidido limpiarle el caramelo de la cara.
Al final de cuentas el perro volvió con su inquieto dueño, justo hasta el comedor, donde podía recibir apetitosos emparedados de las manos infantiles, hasta ser descubierto por un enérgico Harry, quien se las arregló para echar al enorme perro fuera, sin tener que arrastrarlo, y sufrir las consecuencias de una carita llorosa, a cambio.
- Es lo que yo debería decir - replicó Ron, librándose de sus hermanos - Los hermanos no roban novias.
- Nosotros te la cuidamos - dijeron ambos chicos con una sonrisa - A ella, y a nuestro adorable sobrino.
Molly entró a la sala, llevando una charola con abundantes panecillos y miró a sus hijos con reprobación, dejando claro que no había perdonado el engaño, pese a que no discutió al respecto, cuando se lo dejaron saber.
- Ya no tendrán que hacerlo - dijo Ron con seguridad.
- Por eso cuidaremos de Harry - George se sentó a un lado del moreno, y palmeó el abultado vientre - Este será nuestro nuevo sobrino a cuidar.
- Necesitamos malcriar a alguien - apoyó Fred.
- No creo que eso vaya a ser posible - Harry rió - Draco no parece de las personas que dejen a sus hijos bajo influencia Weasley.
Molly torció los labios ante el recordatorio de "esa" otra noticia.
- Por mí, Malfoy puede irse mucho al... - Molly carraspeó ruidosamente - ¿Tienes algo, mamá?
- No me hagas enfadar, Fred - advirtió ella.
- ¿Y ya lo sabe Brett? - preguntó George, quien miraba al niño meterse otro emparedado en la boca. ¿Los estaría masticando debidamente?
- No aún - Harry miró a Ron - Pensé que debía saberlo con menos gente.
- Será más cómodo - aceptó Ron.
o.o.o
Brett tuvo que ser bañado. No estaba muy feliz con eso, pero una lamida de esa magnitud, por parte de Maho, ameritaba el baño.
Cuando Ron terminó de vestirlo, lo arropó debidamente y comenzó a peinarle el cabello.
- Debes ser menos permisivo con ese perro, Brett - recomendó Ron - No sería bueno que tocaras a tu hermanito tras ser lamido por Maho. No es higiénico.
Brett hizo un ademán afirmativo y vio entrar a su papi.
- ¿Pronto saldrá mi hermanito?
- Aún falta tiempo - respondió Harry y se sentó en la cama con algo de dificultad, para inclinarse a besar a su hijo -Ya es menos.
- ¡Ya he esperado mucho! - el niño hizo un puchero.
- Pronto - prometió Harry y arropó a su hijo - Hay algo que tienes que saber, Brett.
Ron sintió una presión incómoda en la base del estómago y se humedeció los labios.
- Ron y yo vamos a vivir separados.
Brett miró atentamente a ambos adultos. Sus cejas se fruncieron y cruzó los brazos.
- ¿Ustedes ya no se quieren?
- Somos amigos - respondió Ron.
- Es lo que dicen siempre, pero viven juntos. ¿Se separan porque ya no son amigos?
- No - Harry meneó la cabeza - Seguimos siendo amigos.
- ¿Ya no quieren estar juntos?
- Sólo dejaremos de vivir juntos, Brett.
El niño miró a Harry de manera preocupada.
- ¿Tú estarás bien, papi? ¿No te pondrás triste si nos deja?
- Lo estaré - prometió Harry - Porque alguien, a quien quiero muchísimo, vendrá a mi lado.
- ¿Quién?
- El papá de tu hermanito.
El niño miró a Ron con la boca abierta,
- Así es - Ron suspiró - No soy el papá de esa cosita.
- ¿Y esa persona querrá ser mi papá? - cuestionó Brett.
- Si.
- Bien - el niño pareció conforme. Aunque Harry pensó que tendría que explicarle más cosas. Por el momento bastaba con satisfacer la necesidad de su hijo.
- No te apures, Brett - Ron le acarició la mejilla - Me verás bastante seguido. Estoy interesado por comprobar que tu nuevo papá se porte bien.
Harry suspiró. No estaba seguro que Draco pudiera tolerar muchas visitas.
o.o.o
Draco estaba en un restaurante, al norte de Francia, cerca de la frontera. El sitio en cuestión no era aquello a lo que estaba acostumbrado; de hecho era demasiado sencillo. Pero no había comida más sabrosa que ahí, y el muchacho necesitaba de ello, más que clase.
Un barullo a la entrada llamó su atención. Al instante vio que uno de los meseros intentaba echar a un hombre... pelirrojo.
Draco apretó los labios, ya que era imposible que no conociese a ese hombre. Pese a ello no se molestó en ponerse de pie, y miró la forma en que él se deshacía del trabajador, para avanzar por entre las mesas, moviendo la cabeza constantemente, hasta clavar la vista en Draco.
No había duda alguna. Lo buscaba a él.
Draco dejó que Weasley se plantara frente a él. Enarcó una ceja, al ver que no decía nada y al instante sintió la forma en que le atrapaba por los brazos y lo levantaba.
- ¿Qué diablos quieres, Weasley?
- No hay tiempo - dijo Ron, avanzando hacia la salida, con él.
- ¿Qué no hay tiempo? - repitió Draco - Suéltame. - era bastante irritante notar lo fuerte que podía llegar a ser ese pelirrojo.
- No - Ron lo sacó del lugar.
- Weasley, no me es agradable que me arrastres por la calle - bufó el rubio.
- En ese caso deja de resistirte.
- ¡Que te jodan!
- No hay tiempo.
¿Tiempo?
¿Tiempo para qué?
Draco quiso preguntar eso, pero vio que el pelirrojo tomaba una lata tirada. Al instante sintió el efecto característico de un traslador y maldijo.
Aparecieron en la sala de... ¿un hospital?
- ¿Qué hacemos aquí? - musitó el rubio - ¿Ha pasado algo con Harry?
- ¿Es que no sabes contar, Malfoy? - gruñó el pelirrojo.
Draco enarcó una ceja, sin comprender de lo que estaba hablando. Por el pasillo vio que Hermione avanzaba hacia ellos. Se veía bastante desalineada.
- ¡Por fin! - exclamó ella.
- Tuve que usar métodos ilegales para encontrarlo - se disculpó Ron.
- No importa - restó ella y se colocó ambas manos en las caderas - De todas maneras ya ha nacido.
Draco palideció al comprender.
El bebé.
- Demonios - Ron torció los labios - No llegamos a tiempo.
- No creo que Harry hubiera permitido que lo viera, de todas maneras - Hermione se encogió de hombros - Hubo más líquido que la vez anterior. El sanador llegó a pensar que eran dos.
- Un momento - interrumpió Draco - ¿Me han traído para ver nacer el hijo de Weasley?
Ron giró los ojos con exasperación y tomó al rubio para avanzar a la habitación, siguiendo a Hermione. Los tres penetraron para ver a un descompuesto Harry, dormido, y esa enfermera haciendo arrumacos a lo que debería ser un bebé.
Draco se preguntó la razón por la que habían cubierto tanto a un niño, estando el clima tan caluroso.
- Llega a tiempo, señor Weasley - dijo la enfermera con una sonrisa - La bebé esta sana - le guiñó un ojo, hasta reparar en la presencia de Draco - ¡Oh!
- Si, bueno - refunfuñó Ron - ¿Podemos estar con ellos, Liza?
Hermione sonrió viendo que su novio era bastante malo cuando alguien le coqueteaba.
- Claro - ronroneó ella y levantó al bebé, para colocarlo en brazos de Ron - Se parece muchísimo a su padre.
- Ya - gruñó Ron.
Liza salió acompañada de una risita.
Draco notó que la mujer le miraba insistentemente. Resultó un alivio poder cerrar la puerta.
Intranquilo posó los ojos grises en Weasley, quien parecía seriamente embobado con la bebé en sus brazos.
- Mira esto, Hermione - Ron sonrió. La muchacha se acercó para ver al infante - Es justo lo que Mike necesita.
La castaña soltó una agradable risa y levantó la manta, para ver mejor la cara del bebé.
- Mike podría no opinar lo mismo, Ron - señaló ella - A lo mejor prefiere otra chica.
Eso picó la curiosidad de Draco.
- ¿Eres partidario del incesto, comadreja? - dijo con cinismo - Bueno, no es extraño que los primos...
- Idiota - interrumpió Ron y se acercó, para colocarle al bebé en brazos. Cosa que pilló por sorpresa a Draco - Mike es hijo mío. Pero no puedo decir que sea hermano de esta bebita.
Draco tuvo que admitir que la confesión le chocó. Miró a Hermione, quien mantenía esa tranquila sonrisa en sus labios.
- ¿Y bien? - Ron lo miró con los labios torcidos - ¿No vas a mirar a tu hija, hurón?
Draco bajó la mirada. Al instante jadeó.
Entre sus brazos estaba un rosado y regordete rostro, adornado por escaso cabello... rubio y brillante.
La manta se había desacomodado un poco, y una de las manitas del bebé se abrió, como si buscaran algo. Draco acercó su dedo, casi por instinto y sintió la suave presión de esos deditos.
Una boca desdentada se abrió en un largo bostezo y los ojos del bebé se abrieron, dejando ver unas intensas irises verdes, que se cerraron nuevamente.
Su... ¿hija?
¿Suya?
- Míralo, Ron - susurró Hermione con cariño - ¿No es la cosa más dulce que hemos visto?
- La bebé, si - el pelirrojo se burló - La otra cosa no me parece tan dulce.
- ¡Vete al diablo! - replicó Draco.
- Debes dejar de decir esas palabras frente a tu hija, hurón - regañó Ron - A partir de ahora tendrás mucho trabajo.
- Pañales, biberones - enumeró Hermione - Si, tendrá mucho trabajo.
- ¿Por qué no me lo dijeron? - musitó Draco, sin poder apartar la vista de la bebita.
- ¿Debo recordarte que te fuiste? - regañó Hermione - Que desvergonzado; dos meses fuera del país. Al menos pudiste mandar un mensaje y decirnos el sitio donde estabas.
- Debiste ser quien estuviera en la cirugía - lamentó Ron.
- Y Harry dijo que volverías a tiempo - continuó Hermione, bastante indignada - ¿Me puedes decir, qué es "a tiempo" en tu vocabulario?
Draco sonrió y se acercó a la cama, donde dormía Harry. Se sentó en la orilla y se las arregló para inclinarse a besar la frente del moreno.
Hermione terminó con sus regaños, al ver eso. Con un gesto tomó a Ron de una mano y salió de la habitación.
El rubio permaneció así, por bastante tiempo. El cuerpo de su hija se acomodaba perfectamente entre sus brazos, moviéndose suavemente, abriendo y cerrando los ojos continuamente.
Preciosa.
- Draco...
El rubio posó los ojos en el moreno, quien había despertado y le sonreía débilmente.
- Debiste decirme - susurró suavemente.
- Lo haría - dijo el moreno - ... cuando volvieras.
- Pero debí estar contigo, al menos los últimos meses.
- No te preocupes, me cuidaron mucho - Harry sonrió - Hermione ha estado insoportable todo este tiempo.
- Y tú esposo...
- ¿Esposo? - el chico rió - Ya no estoy casado, Draco. ¿No has leído los diarios? Hicieron un escándalo por ello.
Draco había tenido la intención de alejarse de todo, al menos por ese tiempo.
- Comprendo - susurró y acomodó a la bebé en brazos de Harry - Es hermosa...
- Se parece a su padre.
Suya.
- Si - Draco sonrió - Tu hijo debe estar feliz. Ahora tiene una hermanita.
- Brett ha sido bastante paciente - aceptó Harry - ambos lo hemos sido.
Draco hizo un ademán afirmativo a esas palabras.
- He vuelto.
- Bienvenido, Draco.
Siete años después
- ¿Gryffindor? - preguntó Harry de manera anhelante. Eso hizo que Draco gruñera de manera audible.
- Dijiste que no importaba - murmuró, sacándose la corbata, para echarla a un lado de la cama y se acomodó en la cama.
- Estoy altamente interesado en ganar esa apuesta.
Ah, la apuesta.
Draco sonrió pensando en ello y giró para atrapar el cuerpo de Harry.
- ¿Preocupado, Potter?
- Ya quisieras.
- Deberías - ronroneó Draco, besando la barbilla de su esposo.
- ¿Si?
- Definitivamente.
Harry lanzó un bufidito.
- Ha sido Slytherin.
- ¡Demonios!
Draco dejó escapar una risita y se incorporó para avanzar hacia la habitación de su hija. Esquivó con éxito todos los crayones tirados y los juguetes, hasta abrir la puerta y mirar a la linda rubia, tirada en el suelo, coloreando en una hoja.
Debería decirle que estaba mal que una señorita se tirara de panza, en el suelo, pero el rubio encontró adorable verla concentrada en su dibujo.
La niña notó su presencia y se levantó al instante, corriendo hasta él, con el dibujo que había estado haciendo.
- ¡Mira, papi! - dijo entusiasmada - ¡He hecho a todos!
Draco pensó que tendría que quitar algunos papeles de la pared, para agregar ese.
- ¿A todos, cielo? - preguntó bastante interesado y recibió el dibujo - Oh, has pintado de verde la túnica de tu hermano.
- Como me sugeriste, papi - dijo ella con notable orgullo.
- Bien hecho, cariño.
- Escuché eso, Draco - se oyó la voz de Harry.
- ¿Papá esta enojado? - preguntó la niña con curiosidad.
- Acaba de perder una apuesta - Draco sonrió y acomodó los cabellos de su hija - A propósito: te tengo una noticia.
- ¿Un regalo? - los ojos verdes de la niña se iluminaron.
- Mas o menos - el rubio sonrió - Tu padre y yo vamos a encargar un hermanito para ti y Brett.
- ¡Un hermanito! - la pequeña salió de la habitación y se abrazó a la cintura de Harry, a quien atrapó hablando por la chimenea - ¿Tendrás un bebito, papi?
Ron frunció el ceño, desde la chimenea, y miró a Harry, quien estaba terriblemente ruborizado.
- Aún no, cariño - dijo el moreno y volvió a mirar la cabeza suspendida de su mejor amigo - ¿Slytherin?
- Definitivamente, compañero - confirmó Ron y sonrió al comprender lo que estaba pasando - Así que otro bebé... Mike y Alphonse se pondrán contentos si es niño. Jamás pueden ganarle a Cathleen.
- Es porque son debiluchos - replicó la niña.
- Supongo - Ron se rascó en la mejilla - Pero, ¿otro bebé?
- Sip - Harry sonrió y atrapó a su hija.
- No me des los detalles - el pelirrojo sonrió.
Harry cortó la comunicación y caminó, llevando a su hija de la mano, hasta ver a Draco escribir un pergamino, seguro una felicitación para Brett. Desde que establecieron un consorcio, lo había visto atender todas las necesidades del niño, llegando a especializarse en pociones, hasta estar cerca de vencer la enfermedad que había tenido que sufrir desde su nacimiento.
Lo cierto es que Draco era un padre excepcional. No le molestaría ser el gestante, una vez más, mientras tuviera su apoyo.
- Harás que Brett se vuelva insoportable - dijo Harry con tono regañón y abrazó a Draco por la espalda, intentando leer el mensaje - Oh, le recuerdas tomar su poción. No creo que lo olvide, Draco. Es un niño muy disciplinado.
- No esta de más.
Cathleen se sentó en una silla desocupada y miró con interés a ambos hombres, antes de sonreír ampliamente.
- ¿Y a quién encargarán a mi hermanito?
- Lo haremos entre nosotros - respondió Draco - ¿Recuerdas lo que te dice Brett, de cuando te estaba esperando?
- ¿Mi papá se pondrá panzón? - ella miró a Harry con sus ojos muy abiertos. Y es que Harry había adelgazado bastante.
- Así es - Draco sonrió.
Harry meneó la cabeza.
- ¿Nos llevas a cenar? - murmuró con un sedoso tono de voz.
Draco enarcó una ceja y miró el vestido que su hija había ensuciado.
- Yo arreglaré a Cathleen - dijo con rapidez y la tomó en brazos - Tienes 30 minutos, Potter.
- Terminaré antes de eso - dijo Harry, un tanto indignado - Que tardes tanto en arreglar a nuestra hija, no significa que consuma el mismo tiempo.
- Mi hija debe verse perfecta - rezongó Draco con orgullo y se encaminó a la habitación.
Si. Todo era perfecto.
Harry tuvo serios problemas para desprenderse de la sonrisa que adornó su cara, especialmente en el momento que Cathleen manchó la costosa túnica de su padre.
Era feliz.
FIN
9 de febrero del 2008