CAPITULO 9

Ok, antes de comenzar, como ha pasado tanto tiempo, un résumen para que se ubiquen.

Serena y Darien tenían aproximadamente dos años de no verse debido al sicótico novio de Serena, Diamante, que por celos la alienó de todos sus amigos varones. Luego de un incidente que aun no conocemos, Serena termina con el gusano miserable como cariñosamente lo apoda Haruka y busca a Darien que la recibe con los brazos abiertos y le propone un arreglo sexual para liberar tensiones. Poco a poco, Serena ha estado reestableciendo relaciones con los sus amigos abandonados y reconectando con ellos, todo para descubrir que Seiya tiene una novia escondida, Ami tiene algún asunto furtivo con Taiki, y Rei anda en movimientos raros. En medio de todo esto, Darien ha ganado un premio por su labor como cardiologo infantil y su trabajo de caridad, así que Serena prepara un numero especial de su revista para homenajearlo, todo mientras intenta evadir el control de su déspota padre. Recordando gracias a sus diarios, Serena se ha encontrado con que está tan perdidamente enamorada de Darien como lo estaba cuando era adolescente y ha decidido que aprovechará el tiempo que le quede con él hasta que se consiga una novia seria como lo era kaoli (de quien aun no sabemos por qué se fue) y se organice a formar una familia. Y ahí vamos. Espero que les guste el chap y nos vemos abajo.

PD: en mi perfil hay imágenes del chap así como del anterior.


JAQUE MATE


"De todos los animales, el hombre es el único que es cruel. Es el único que infringe dolor por el solo placer de hacerlo"

Mark Twain.


Cuando Serena era más chica y si durante el día había experimentado algo que había logrado asustarla particularmente (casi siempre —si no siempre—, por culpa de Darien y Seiya, ya fuera que la hicieran ver una película de terror o le contaran historias 'verdaderas' sobre asesinos en serie o fantasmas), una vez era hora de dormir, ella solía esconderse debajo sus cobijas y sentir que bajo ellas nada podía tocarla; no importaba si era invierno o si por el contrario hacían treinta y ocho grados de temperatura a causa del verano, ella se aguantaba lo que fuera con tal de mantener su cuerpo entero de pies a cabeza cubierto por la protección de su colcha.

Así que ahora, mientras escuchaba las voces de Rei y Darien llamarla a través de las barreras de una puerta y su espeso edredón, implorándole que les dejara entrar, simplemente no podía encontrar la voluntad para salir de su cama. No, ella no iba a sentirse culpable por preferir la seguridad de sus sábanas, cuando afuera todo lo que le esperaba la aterraba como nunca. Era una suerte que estuvieran en invierno…

Pero para entender el estado de cosas presente, era necesario retroceder una semana, cuando todo estaba bien y ella llevaba su dichosa e ignorante vida totalmente ajena del infierno que alguien tramaba para ella.

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En los días posteriores a su primera visita al hospital, Serena se dedicó a empaparse por completo en los asuntos del establecimiento y a documentarlo todo con su lente. En varias ocasiones la jornada había transcurrido en compañía de Unazuki debido a que ella sería la encargada de escribir el artículo completo sobre el especial de caridad y hablaría en él tanto del trabajo del hospital, como el de la fundación Corazón de Oro y por supuesto del de Darien, aunque del último se encargaría más extensamente y con más detalle Serena, quien tomaría en sus manos la nota editorial que sería dedicada a la desinteresada labor del pelinegro y su amor por los pequeños que cuidaba con tanto esmero.

Ahora pasaba su tiempo entre el hospital, la revista y Darien que casi siempre se quedaba en su apartamento y parecía que todo al fin se acomodaba en su sitio. Para poner la cereza en su pastel, su padre se encontraba en el exterior haciendo un extenso viaje de negocios en miras a expandir Publicaciones Milenio de Plata más allá de las fronteras del Japón, así que por aquellos días, Serena caminaba más ligera que una pluma y más feliz que un niño en la mañana de navidad.

A medida que iba aprendiendo más la dinámica del hospital, más se encontraba sumergida en la misión de su amigo. Cada día extra que pasaba junto a los pequeños pacientes, más se encariñaba con ellos y más deseos de ayudar surgían en ella. Quería hacer todo lo que estuviera en su mano para brindar todo el apoyo que fuera posible y aun más allá.

Cada minuto en compañía de aquellos niños era una fuente inagotable de aprendizaje que jamás creyó posible y se encontraba tremendamente agradecida con Darien por compartir con ella el pedacito de cielo que eran esos chicos. Su presencia era tan estimulante que se encontró trabajando con más creatividad y ciertamente le proporcionaron ideas ingeniosas y bastante útiles para el tema de la sesión de fotos de Darien e incluso pudo incluirlos en el diseño.

Sabía perfectamente que el concepto avergonzaría a Darien pero no le pudo parecer más adecuado. Cuando les pidió a los niños que hicieran unos dibujos para ella sobre cómo veían a Darien, todo lo que apareció frente a sus ojos fueron hermosas alas esponjosas, aureolas doradas e inmaculadas túnicas blancas; esos niños percibían la verdadera esencia de Darien y dedujeron con facilidad lo que en realidad era: un auténtico ángel.

Pero aún con toda la preparación mental a la que se había sometido, jamás en sus más salvajes imaginaciones habría podido dar crédito a la hermosura que se presentó ante sus ojos aquel jueves por la tarde.

Había estado todo el día coordinando el acondicionamiento del cuarto que el hospital le había facilitado, dirigiendo gente que caminaba con aparatos de un lado a otro y preparando sus lentes, controlando cada detalle y haciendo tomas de prueba con los niños cuando Darien entró y lo demás dejó de existir en ese instante.

Vestido de pies a cabeza de un impoluto y resplandeciente blanco, Darien era toda una visión y un deleite a los ojos. El traje de corbata le había quedado a la perfección y contrastaba increíblemente con el azabache de su pelo y el profundo azul zafiro de sus ojos. Todavía no se ponía las alas, pero aun así, daba una imagen impactante. Tal como Serena lo imaginó, su amigo entró en la habitación arrastrando los pies, mirando al suelo y viéndose realmente avergonzado por lo que sabía que tendría que hacer a continuación.

Serena sintió simpatía por él, pero no la suficiente como para cambiar el concepto. Darien detestaba con todas sus fuerzas ser el centro de atención y aquella tarde todos los ojos estarían sobre él. Bueno, –se consoló serena– es un pequeño precio a pagar por promover su causa. Además, era todo un bonus poder disfrutar de semejante hombre vestido tan espectacularmente y ella ya había hecho mucho por su amigo evitando que Andrew se paseara por allí a burlarse como seguramente lo habría hecho de no ser porque ella se lo había prohibido tajantemente con esa cara que solo reservaba para disciplinar a sus traviesos amigos.

-Oh, vamos Darien, deja esa cara de tragedia. –Bromeó Serena– Parece que fueras hacia el paredón de fusilamiento y no a una sesión fotográfica.

Darien le lanzó una mirada furibunda y soltó un gruñido bajo que no pudo terminar porque detrás de él, sonó un jadeo colectivo y de pronto estuvo rodeado de niños mirándole con ojos grandes como platos.

-¿Y bueno? ¿Qué tal nos quedó su doctor, niños? –Preguntó la rubia, disfrutando inmensamente de los rostros asombrados.

-¡Wow, Darien! ¡Te ves genial! –Expresó Rui, dando la vuelta alrededor de Darien para mirarlo de todos los ángulos.

-¿Dónde eztan tuz alaz Darien? –Cuestionó Hina, halando de la chaqueta de Darien en un costado.

-Sí Darien, ¿dónde están tus alas?Se mofó Serena.

Nuevamente el pelinegro le envió una mirada mortal, antes de agacharse para contestarle a Hina.

-Aun no me las han puesto, pequeña.

-Bueno pues allá te esperan. –Dijo Serena, indicando con su dedo hacia una esquina del cuarto en donde había un grupo de personas acicalando las mentadas alas No olvides acomodarte bien el arnés. –Terminó con una sonrisa arrogante.

-Creo que estás disfrutando esto demasiado. –Gruñó Darien– ¿No podemos abandonar esto del arnés? –Suplicó.

-No lo creo. Ya discutimos esto antes Darien. Sé un niño valiente y ve a ponerte lo que te falta. –Le respondió dándole un pequeño empujón en dirección al rincón en donde se encontraban esperándole las alas– Bueno niños, vamos a sus posiciones, necesito medir la luz y que repasemos lo que van a hacer.

Los pequeños siguieron las instrucciones y se dispusieron a situarse frente a la pantalla sobre el respectivo piso verdes para facilitar los efectos en la foto, mientras Darien sufría la postura de las alas de forma no muy estoica. Serena definitivamente pagaría después por lo que le estaba haciendo pasar. Se sentía como un payaso disfrazado y esa idea de estar colgando por los aires tampoco era de sus favoritas.

Una risilla llegó a sus oídos penetrando en sus refunfuños y cuando se giró hacia el lugar de donde provenía, recordó el motivo por el cual toda la tortura valía la pena; esos niños merecían todos y cada uno de sus esfuerzos y cada vez que tenía la oportunidad de ver un pequeño rostro iluminado por la alegría de una reluciente sonrisa como la que ahora veía en Mei, se daba cuenta de lo afortunado que era. Esos niños constantemente le recordaban que su lugar en el mundo era privilegiado y que tenía que sacar el mayor provecho de él.

La forma como Serena había logrado rescatar a Mei de su melancolía lo maravillaba cada vez más y le reconfirmaba lo que sabía desde hace mucho: como Serena no habían dos. Aun cuando ahora lo estaba haciendo pasar por el infierno mismo con sus "creativas" ideas, Darien encontró que si era sincero consigo mismo, no le importaría ponerse un tutú rosado si con eso podía verla tan feliz como lo había estado los últimos días.

Así que como ella le había dicho, se portaría como niño grande e iría a hacer el ridículo en frente de toda la gente que estaba ahí para presenciar su pequeña humillación y lo haría sin quejarse más; aunque la miraría ceñudo de vez en cuando porque sabía que ella disfrutaría de eso. Serena era la persona más bondadosa que conocía, pero eso no evitaba que su vena sádica asomara más frecuentemente de lo que a él le gustaría.

Resignado luego de haber tenido que aguantar al tipo que le puso el arnés, –que si le preguntaban a él, estaba demasiado tocón– se dirigió hacia donde los niños continuaban posando exageradamente para Serena.

-Bien, ya estoy listo. –Dijo derrotado– Listo para el papelón de mi vida.

-No seas dramático; oye, ahora que lo pienso, creo que eso es una cosa de modelos –Dijo ella con la sonrisa sarcástica asomándose en sus labios– Mina también se pone igual de pesada y teatral. Además –Susurró– el papelón de tu vida sucedió hace unos años, ¿recuerdas? cuando Dai te encontró ese cargado escondite lleno de pornografía en el armario. Bueno chicos, –Dijo ahora con tono más fuerte, dirigiéndose a los encargados de la polea y evitando así la respuesta de Darien– ya pueden levantarlo.

Recibida la orden, los hombres comenzaron el esfuerzo de poner en el aire aquellos gloriosos 75 kg de musculo macizo y deliciosamente tentador… Serena se abofeteó mentalmente; tenía que dejar de pensar en Darien de esa forma o no podría trabajar.

Desde su posición podía ver que Darien luchaba trabajosamente por mantener el control del balance de su cuerpo, pero le estaba resultando realmente difícil. Las alas estaban haciendo de la tarea un imposible y Serena quiso reírse pero supo que no podría hacerlo si lo que quería era que Darien no perdiera la paciencia.

Finalmente le pelinegro logró una posición lo suficientemente estable en el intermedio entre lo horizontal y lo vertical y mantener una cara de despreocupada calma.

-Muy bien; niños, cuando Darien se balancee sobre ustedes, quiero que lo miren y eleven los brazos hacia él, tal como lo ensayamos. ¿Están listos? –Cuando los niños asintieron, serena gritó– ¡Háganlo volar!

Y con eso, los hombres que manejaban la polea hicieron que Darien se columpiara en un amplio arco sobre las cabezas de sus pequeños pacientes, que comenzaron a dar brinquitos y a reír estirando los brazos, completamente fascinados con el mecanismo, al tiempo que Serena tomaba las imágenes con su lente una y otra vez.

-¡Eso es, niños! ¡Intenten alcanzar al ángel, no dejen de mirarlo! ¡Darien estira los brazos hacia ellos! ¡Eso, muy bien! Suaviza el rostro Darien, Así, eres un ángel grácil, eso está perfecto. Inclínate… muy bien…

Tres horas después todos disfrutaban de un merecido descanso y un rico refrigerio sentados en el suelo. En el mismo instante en que le dijeron que la primera parte de la sesión fotográfica había terminado, Darien salió disparado a cambiarse; al parecer su vergüenza por el traje era genuina y no desperdició ni un segundo para ponerse el siguiente atuendo que tendría que usar y que era mucho más su estilo. Ahora, cambiado en jeans desgastados y oscuros y camisa negra de mangas largas remangadas, se le veía mucho más relajado y listo para lo que seguía.

-Niños, quiero felicitarlos; todos estuvieron muy profesionales. –Apremió Serena– Espero no haberlos cansado mucho. –Agregó, lanzándole una mirada elocuente a Darien.

-No te preocupes, el tiempo entre tomas que les diste para descansar fue suficiente; además, todos sabían que si sentían mal solo tenían que decirlo y ya ves que nadie se quejó, ¿verdad niños? –Le aseguró él, guiñándole el ojo a los pequeños.

-Bueno pues yo quiero hacer una pregunta. –Anunció Rui mirando a Serena.

-Te escucho.

-¿Nos van a dejar montarnos en eso? –Cuestionó señalando hacia la polea– ¡Yo también quiero volar! –Agregó levantándose de un salto y alzando los bracitos.

-¿Así que quieres volar, eh? –Peguntó Darien, poniéndose de pie también y tomando a Rui en brazos y balanceándolo mientras daba vueltas por la habitación.

Inmediatamente el refrigerio quedó olvidado y todos comenzaron a correr detrás de Darien riendo y agitando los brazos para ellos también volar.

-O.K. niños, pueden subir a la polea en lo que yo preparo la siguiente parte de la sesión, pero tienen que prometerme que van a tener mucho cuidado y que después de esto regresan a su habitación para descansar. Ya han hecho mucho esfuerzo por hoy y no quiero que se pongan mal. –Dijo Serena con cara muy seria.

-¡Yei! –Gritaron los pequeños mientras corrían a hacer fila para que les pusieran el arnés y los levantaran por los aires.

Todos estaban allí menos Mei que se encontraba sentada en su silla de ruedas aspirando del pitillo en su boca un poco del jugo de frutas que les habían dado en el refrigerio.

-Darien, ve a que te maquillen y cuando estés listo me avisas para continuar. –Le dijo la rubia a su amigo que miraba embelesado como los niños disfrutaban.

Aquella expresión en el rostro de su amigo la inquietó más de lo que quería reconocer. Ahora que estaba hiper-consciente de que su tiempo con él era limitado, veía señales de su final por todas partes. A lo mejor esa mirada de anhelo era su deseo por tener hijos pronto y eso significaría que iría en busca de algo más real y más sólido que su pequeño y retorcido acuerdo. Fuera lo que fuera, se dijo a sí misma, tenía que recordar su propósito: disfrutar lo mucho o poco que tuvieran juntos y aceptar con serenidad lo que viniera.

Serena dio unos cuantos pasos para acercarse a Mei y esperar allí junto a ella.

-Oye, ¿no quieres tú también volar? No me gusta verte aquí sola. Pensé que estábamos progresando. –Expresó Serena un poco preocupada.

-Estoy un poco cansada. –Contestó la pequeña rubia– Aparte, le tengo miedo a las alturas; me mareo mucho. Así que a menos que quieras tener la habitación cubierta de vómito lo mejor será que me quede donde estoy.

Aun con todo el tiempo que había estado pasando junto a Mei, a Serena no dejaba de desconcertarle lo adulta que sonaba y se veía. Poseía esa madurez que solo viene con los sufrimientos que ofrece la vida y era una pena que así fuera.

-Además, desde aquí puedo ver todo lo que quiero. –Agregó soltando una risita al ver que Rui quedaba de cabeza forcejeando por ponerse derecho como un pequeño escarabajo sobre su espalda agitando las patas.

Para cuando estuvieron listos para seguir trabajando el día ya se había terminado y la noche había cubierto el cielo de terciopelo negro. Serena despachó a su equipo explicándoles que lo que le faltaba por fotografiar no requería de nada más que su lente y el modelo y que el equipo podrían recogerlo al siguiente día.

Sin todos esos ojos de más sobre él, Darien pudo relajarse más aunque seguía avergonzado y no había nada que lo hiciera sentirse mejor. Le daba la impresión de que con su cámara, Serena podía ver el interior de su alma y tenía miedo de lo que podría revelar sin darse cuenta.

De cualquier forma, no había como sustraerse de lo que seguía y con un suspiro resignado, se sentó en el sofá puesto contra la gran pared ahora naranja y frente a Serena y su lente, mirando avergonzado hacia sus pies descalzos. Para ser sinceros, se encontraba algo inseguro sobre qué hacer. En las fotos con los niños al menos sabía que tenían un concepto específico y direcciones claras sobre cómo manejarse, porque por tonto que pareciera y se sintiera, estaba interpretando un papel. Ahora en cambio, se sentía vulnerable y expuesto a los curiosos ojos de su amiga, que parecían verlo todo.

"Solo sé tú mismo" le había dicho ella. ¡Por supuesto! ¿Cómo se muestra una personalidad simplemente estando sentado en un sofá?

-Darien, estás tan tenso que temo que de un momento a otro te estalle un músculo facial. Relájate un poco. –Le dijo ella.

Siempre tan perceptiva…

Darien soltó una profunda exhalación, tranquilizándose solo marginalmente gracias a la sonrisa frente a él.

-Es que me siento tonto estando simplemente aquí sen–

Tuvo que interrumpirse a mitad de oración porque el flash de la cámara se había disparado, desconcertándolo.

-¿Qué haces? Tienes que avisarme cuando vayas a hacer esas cosas. –Amonestó a Serena.

Ella rió suavemente, bastante entretenida con la expresión de su amigo.

-No pongas atención; solo estoy haciendo algunas tomas de prueba para testear la luz. Ponte cómodo y no te fijes en la cámara.

Serena pudo ver como él intentaba hacer lo que se le indicaba pero no lograba tener mucho éxito. No estaba acostumbrado a hacer de modelo y el escrutinio, aunque eran solo él y ella, de alguna forma pareció más profundo e intimidante.

-¿Crees que los niños se divirtieron hoy? –Preguntó ella para distraerlo.

Darien no decepcionó. En el momento en que su mente fue hacia sus adorables pacientes, la sonrisa que se abrió paso en su rostro fue algo realmente digno de ver y Serena no perdió un segundo en capturarlo con su cámara.

-Creo que han tenido un día muy especial. No sabes cuánto te agradezco lo que estás haciendo por ellos. –Darien quiso fundir todos sus sentimientos en su mirada, deseando transmitirle con sus ojos lo mucho que significaba para él lo que ella hacía por regalar un poco de felicidad a sus queridos niños.

Y Serena lo sintió. El calor y el afecto, la gratitud y algo más que no pudo identificar plenamente, todo condensado en aquel par de zafiros hipnotizantes, todo alcanzando su corazón y su alma, envolviéndola en cálida paz.

Click, click, click…

La cámara vibró con el movimiento de las compuertas del obturador abriendo y cerrando de forma constante y casi furiosa con la velocidad a la que Serena ordenaba inmortalizar una y otra vez la expresión de su amigo. Ella continuó hablándole y de vez en cuando le dio direcciones como sentarse en el espaldar del sillón o pasarse una mano por el pelo, pero más que todo se dedicó a recordar anécdotas que lo hacían reír, ganándose una gran carcajada cuando rememoraron la historia que les había contado Ikuko sobre aquella ocasión en que Serena había hecho sopa con lodo y algunos cuantos víveres de los cuales había echado mano y mezclándolo todo con agua del excusado porque a sus cuatro años no alcanzaba nada más alto.

Absorto como estaba en ella, él se olvidó de posar y se entregó a la muy placentera actividad de observarla y llevar esa conversación fácil que siempre se daba entre ellos y que no fallaba en hacer que el tiempo se desvaneciera y solo fueran en el mundo él y ella.

De pronto, Darien bajó del sofá y se sentó en el suelo, apoyándose contra el mobiliario y abrazando una de sus bien formadas piernas producto de años de joggin por las calles de Tokio y apoyando el pie descalzo en el suelo mientras lo rodeaba con la pierna libre.

Serena observó descaradamente el magnífico cuerpo de Darien, sus poderosas piernas, sus fuertes brazos, su largo y esbelto cuerpo, su mandíbula afilada y pómulos altos, y sus ojos, sus impactantes ojos resaltados por todo el negro de la ropa y el cabello, convertidos en un par de gemas penetrantes y profundas, dos zafiros hermosos y únicos.

Él la miraba con tal intensidad, que era imposible apartar la vista. El dedo de Serena se movió frenético presionando una y otra vez el botón accionante de la cámara mientras Darien causaba estragos en su ritmo cardiaco con el solo hecho de mirarla.

-Mantén la pose. –Dijo Serena, mientras abría uno de los botones superiores de su camisa debido al repentino calor que la invadió. Las palabras fueron como un ronroneo, como si le estuviera diciendo que llevaba lencería sexy.

La aspereza de su voz junto con el movimiento, se registraron de inmediato en el miembro de Darien, tensando sus pantalones y elevando a niveles insoportables la excitación que siempre lo acompañaba cuando estaba con Serena.

En un segundo estaba sentado allí en el piso y al siguiente gateaba su camino hacia Serena que estaba en cuclillas tomando una fotografía tras otra.

-Creo que ya fue suficiente. –Dijo él tan ronco como ella.

Estando ya frente a la rubia, apartó la cámara de su rostro con delicadeza, poniéndola a su costado en el piso y sin más preámbulos puso su boca sobre la de ella arrastrándola hacia adelante mientras él caía de espaldas con el delicioso peso femenino sobre sí.

Con formidable y lujuriosa destreza sus talentosas manos recorrieron su espalda y más abajo, acariciando y estimulando, apretando y saciando, al tiempo que su boca trabajaba maravillas en su cuello, provocándola, volviéndola loca de deseo.

Tendida como la tenía sobre la suave alfombra naranja empezó a desabrochar cada uno de los botones de la camisa blanca que vestía mientras ella imitaba sus acciones con la prenda de él. Él trabajaba en desvestirla a ritmo apacible pero constante, y con cada nueva porción de piel descubierta, se deleitaba tocando, acariciando y saboreando, simplemente tomando todo lo que ella le daba. Cuando solo quedaba la fina tela de su diminuta ropa interior, Darien se tomó su tiempo en verter besos, devoción y entrega en el cuerpo de Serena alargando la dulce tortura hasta que pudiera estar en el lugar al que su palpitante miembro moría por entrar.

Sin poder soportarlo más pero con suma sutileza movió el encaje de su sostén fuera del camino y fue recibido con la maravillosa vista de nívea piel y pezones rosados. Inhaló lenta y profundamente para reinar sobre su desenfrenado deseo por ella, para obligarse a ser cuidadoso y no atacarla como el animal irracional que se sentía; volvió a unir sus bocas, acariciando su cuello con su mano derecha, mientras apoyaba el peso de su torso con el codo y el antebrazo izquierdos puestos firmemente en el suelo sobre su esponjosa cubierta.

Serena respondió al beso fogosa y desesperada, tomando el rostro de Darien con las manos para acercarlo más a ella. La mano que le acariciaba el cuello comenzó a descender en un suave camino de delicados roces, hasta que con una palma completa y firme se posó sobre su pecho izquierdo y apretó con la suficiente presión para desencadenar un lazo de fuego que se enroscó por su cuerpo, sus llamas lamiendo deliciosamente su interior y viajando desde la corona de su cabeza hasta la punta de los dedos de sus pies.

Su gemido se perdió en la boca del pelinegro y sus manos descendieron hacia los pantalones de él, luchando por deshacer el botón y sacarlos del camino. Darien captó pronto la idea y en un suspiro sus jeans oscuros estaban fuera de vista y sin perder un latido estuvo de vuelta con Serena, probando sus labios y provocando la sensible piel de sus apretados pezones.

Serena acomodó sus muslos a ambos lados de las caderas de Darien y él sin hacer de ello una acción consiente empujó contra ella haciendo que su dureza colisionara con el increíble calor que irradiaba del centro de la rubia; tuvo que recurrir a cada onza de su fuerza de voluntad para no venirse en ese mismo instante. En lugar de eso sus labios descendieron sobre uno de los pechos de Serena, envolviendo la sensitiva cumbre con el mojado calor de su boca y tentando la excitada punta con su lengua.

Desde el interior de Serena se formó un gruñido que reverberó contra la mano de Darien que descansaba en sus costillas y que hizo erupción en sus labios al tiempo que las femeninas manos se enterraban en el cabello azabache de él presionando su boca más fuertemente contra su encrespado pezón y sus caderas ondularon hacia arriba revelando traicioneramente su necesidad. La mano de Darien entonces fue hacia el sur, filtrándose entre sus bragas y colando sus dedos entre los pliegues lisos y expectantes de su parte más íntima.

Tan mojada…

La adquisición de la conciencia de lo preparada que estaba para él casi lo envía de nuevo por el precipicio. Con sus nudillos hizo un pase sobre su pequeño bulto de nervios ganando un profundo gemido como premio.

Darien levantó su cabeza del pecho de Serena para concentrarse en su rostro mientras con su dedo medio, estimulaba con fricción alucinante su punto más sensible. Realmente era todo un espectáculo la belleza de aquellas delicadas facciones contorsionadas por el placer; su mano aferrándose a su brazo libre mientras la otra estaba empuñada en la alfombra, ojos cerrados en concentración, boca ligeramente abierta y labios ligeramente hinchados y rojos por los besos recibidos, todo en ella era perfecto. Y los sonidos, oh, Dios, los sonidos que emanaban de ella hacían que su miembro ganara dureza con cada segundo que pasaba.

Las caderas de Serena se levantaron del suelo pidiendo más y Darien no dudó en complacerla como era debido. En el movimiento más perfecto que jamás hubiera experimentado ella, el pelinegro sincronizó un dedo en su interior con el asalte de su lengua en su boca. Pronto, otro dedo siguió al primero y los dos entraron en compás con el ritmo de su lengua, adentro y afuera una y otra vez hasta que con una exclamación Serena llegó a su clímax, en medio de un ardiente beso y un desborde de placer indescriptible.

Él no podía encontrarse más excitado y siendo honestos también un poco arrogante al saberse el artífice de tal reacción en ella, así que antes de que pudiera recuperarse por completo de su orgasmo se deshizo del último par de prendas que los acompañaba y pronto estuvo sobre ella, reclamando sus deliciosos labios y encendiendo de nuevo el fuego que los consumía desde el mismo momento en que estuvieron juntos la primera vez.

Serena bajó una de sus manos entre los dos cuerpos y sin ningún tipo de duda tomó el endurecido miembro e hizo perezosos círculos con su pulgar en la punta. Darien gimió contra sus labios y la mano de Serena lo guió hasta su entrada mientras murmuraba,

-Ahora Darien, te necesito ahora.

Siendo incapaz de negarle ningún deseo entró en ella al tiempo que un suspiro de alivio salía de amabas bocas y el increíble calor que radiaba de ella lo envolvía; había tanto, que se diseminó por todo su cuerpo, por sus brazos y sus piernas y se asentó en su pecho trayendo consigo la sensación de plenitud que Darien solo lograba experimentar cuando estaba así con Serena.

Pronto sus movimientos levantaron el ritmo y los labios de Darien se esforzaban por alcanzar tanta piel de Serena como fuera posible y sus manos se empeñaban en estimular cuanto estuviera a su alcance.

De repente él se levantó un poco y con su mano le tomó pierna derecha para ponerla sobre su hombro, causando que ambos gimieran. El nuevo ángulo y los incansables labios de Darien rozando su tobillo, su lengua deslizándose por su pantorrilla, su mano bajando por la longitud de su pierna, él mismo enterrado en ella y a Serena le fue imposible resistirlo más y alcanzó su segundo orgasmo con un extasiado ¡Darien! mientras su interior se contraía sin control y la dicha pura la embargaba.

El pelinegro empujó unas cuantas veces más para momentos más tarde, alcanzarla con su culminación liberándose dentro de ella y colapsando sobre su delgada forma con un quejido satisfecho.

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Serena se miró al espejo sin saber si sentirse ridícula o bizarramente entretenida. Cuando se echó un vistazo de pies a cabeza soltó una carcajada involuntaria y decidió que bizarramente entretenida era la elegida. Realmente no sabía por qué siempre se dejaba convencer por Mina y sus descabellados planes, pero siempre terminaba siguiendo sus disparatadas propuestas.

Stilletos negros, gabardina oscura, guantes de cuero negros, labios rojos, lentes oscuros y peluca negra todo coronado con un sobrero también negro. Sutil Mina, Muuuy sutil. No iban a llamar la atención para nada…

Serena suponía que su curiosidad le había sacado demasiado provecho, pero realmente deseaba saber lo que sucedía y en aquel momento la idea de Mina pareció ser el mejor curso a tomar.

-Serena, ¿estás lista? ¡Vamos a llegar tarde!Lloriqueó Mina.

-Está bien, está bien, vámonos.

Cuando la vio vestida exactamente igual a ella no pudo evitar la risita que se le escapó.

-Madura, ¿quieres? –Le contestó ella, mirándola ceñuda y apresurándola hacia la puerta.

-Si alguien me viera vestida así… -Murmuró Serena.

-Nadie te reconocería. Ese es el punto de un disfraz. –Replicó Mina condescendiente- Es hora de concentrarnos en la tarea que tenemos por delante. Te agradecería que te enfocaras.

Serena volvió a soltar otra risita y Mina rodó los ojos. Serena pensó en ese instante que Mina había leído demasiadas novelas de detectives y se las estaba tomando muy en serio, pero decidió que le seguiría la corriente porque la pequeña aventura estaba resultando demasiado divertida.

El par de rubias (temporalmente pelinegras) se subieron al taxi que las esperaba fuera del apartamento de Mina y le dieron las direcciones de la oficina de Rei. El taxista les dirigió una mirada de sospecha que Serena decidió pasar por alto. La secretaria de Rei les había dicho que estaría ahí hasta las seis y tenían quince minutos para llegar antes de que se perdieran su salida y con ello la oportunidad de develar sus actividades clandestinas.

Hacía exactamente tres días que habían descubierto que Rei estaba mintiendo acerca de su paradero. Serena y Mina la habían invitado a cenar con ellas y Rei había declinado la invitación aduciendo que ya tenía planes con Dai. Al final, Mina y Serena habían optado por quedarse en casa de Mina viendo películas y comiendo basura.

En eso estaban cuando Serena recordó que necesitaba que Rei le llevara al siguiente día unos documentos sobre un acuerdo legal que tenían que firmar con uno de los distribuidores de la revista los cuales Rei se había encargado de redactar y revisar y decidió llamarla a su celular para recordárselo.

Cuando efectuó la llamada la recibió el buzón de voz. Intentó entonces en casa de los Chiba y fue allí donde se llevó la sorpresa de su vida. Dai le había dicho que pensaba que Rei se encontraba con ella, que precisamente le había dicho que se pasara por la casa ese día y esta había dicho que tenía planes con sus amigas. Serena inventó una excusa floja sobre haberse olvidado y luego de asegurarle a Dai que su hija no demoraba en llegar, colgó el teléfono.

Luego de diseccionarlo todo, Mina y Serena habían concluido que era necesario llegar al fondo del asunto y era así como ahora jugaban a las detectives, siguiendo a Rei para ver si podían cogerla infraganti.

Por su puesto, de antemano se habían asegurado de que Rei se dirigiera hacia su misterioso lugar o persona, habiéndola invitado a salir previamente para encontrarse con una nueva negativa. Solo esperaban que realmente se tratara de algún asunto oculto y excitante porque habría resultado realmente decepcionante si simplemente las estuviera evadiendo para llevar su ropa a la lavandería o algo por el estilo.

El taxi había estacionado hacía rato frente al edificio de la oficina de Rei y cuando empezaban a pensar que simplemente trabajaría hasta tarde, la vieron salir y subirse a su automóvil.

La adrenalina recorrió el cuerpo de Serena cuando oyó a Mina indicarle al taxista que siguiera el vehículo de Rei. Si no resultaba ser nada, de cualquier forma Serena la estaba pasando de lo lindo. Tal vez por eso era que siempre le hacía caso a Mina; sus planes siempre resultaban por esperar lo menos, emocionantes.

Luego de unos minutos de viaje, el auto de Rei estacionó frente a la entrada de nada más y nada menos que el hotel Okura. El lugar se veía lujoso, pero no era muy conocido. ¿Perfecto para obtener privacidad? Eso pensó Serena. Entregándoles sus llaves al valet parking, se bajó del vehículo y luego procedió a entrar al establecimiento. Tanto ella como Mina, inhalaron afiladamente al darse cuenta de hacia dónde estaba conduciendo esto. Mina no pasó demasiado tiempo sumergida en su asombro y se apuró a pagarle al taxista y a apresurar a Serena para que salieran del auto, pues de lo contrario se iban a perder hacia donde iría Rei.

El dúo dinámico corrió por la carretera, cruzando la calle a la velocidad que les daban sus tacones, con el corazón latiéndoles a mil, la conspiradora excitación corriendo por sus venas y el frió cortándoles las mejillas. Al ingresar al hotel no vieron a Rei en la recepción ni en los alrededores, así que Mina regresó a la entrada en donde estaba de pie el botones y sacando su sonrisa número 45 —la coqueta y sexy—, le preguntó hacia dónde había ido la pelinegra que había entrado un minuto antes que ellas; el pobre hombre no supo que lo había golpeado y pronto le contestó en tono desubicado a Mina que la señorita había entrado al bar del hotel que se encontraba a la derecha del vestíbulo.

Mina regresó en rápidos pasitos cortos donde Serena la esperaba, unos cuantos metros dentro del hotel y tras comunicarle la información adquirida, ambas se dirigieron hacia el sitio en cuestión, cuidando por supuesto de ser muy sigilosas y entrar al lugar sin ser notadas y se posicionaron en la barra desde donde tenían una vista si no óptima, lo suficientemente apta para localizar a Rei sin ser avistadas ellas mismas, aunque Mina lamentara el no poder un vistazo claro del acompañante con el que su amiga compartía la mesa en la cual había tomado asiento.

-¿Una cita? ¿Eso es lo que oculta? –Preguntó Mina, torciendo el cuello para ver si lograba un mejor ángulo de visión.

-Lo que no entiendo, es por qué tendría necesidad de mantenerlo en secreto.-Comentó Serena en respuesta.

-¿Qué les sirvo señoritas?-Preguntó una animada voz a sus espaldas, logrando definitivamente provocarles un semi ataque al corazón.

Lanzando una mirada asesina al barman, Mina ordenó un martini y un whiskey puro y regresó su atención al intrigante misterio por resolver.

-Rei siempre ha manejado sus asuntos sentimentales con mucha discreción pero tengo la sensación de que esto no se limita a un deseo de privacidad. –Aportó Mina a la discusión.

-Pero, ¿qué tendría que ocultar? No se me ocurre una razón por la cual tuviera que andar diciendo mentiras y teniendo reuniones clandestinas. –Musitó Serena, mientras retorcía el cuerpo casi desafiando a la gravedad al no caer al suelo sobre su trasero, todo por intentar lograr un vistazo del acompañante de Rei.

-Tal vez es un ex-presidiario… -Sugirió Mina distraídamente, mientras imitaba las dotes contorsionistas de Serena.

-No seas tonta Mina. –Contestó Serena– Bien sabes que Rei no se involucraría en nada así.

Y era cierto. Rei era extremadamente exigente en cuanto a hombres se trataba; tanto así, que pasaba largos periodos sin pareja porque prefería estar sola que conformarse con un hombre que no llenara sus expectativas.

-Tal vez no es nada romántico. Después de todo no he visto ni un solo beso; ni siquiera se han tomado las manos ni han hecho nada que lleve a pensar en algo más. Quizás es una cita de negocios. –Aventuró Serena tomando un sorbo de su whiskey, aunque para sus propios oídos esa idea no sonaba muy convincente. Mina no tardó en hacérselo saber tampoco.

-¿Y ahora quién es la tonta? –Le preguntó sin siquiera retirar los ojos de la pareja a la que espiaban- Si fuera eso, Rei no estaría haciendo tanta maniobra encubierta ni nos estaría mintiendo al respecto. No tendría nada de raro si nos hubiese dicho que no podía vernos porque tenía una cita de negocios. Sin embargo, el hecho es que escogió mentir y decirnos que estaría trabajando en su oficina cuando claramente sus planes era verse con un hombre- ¡OH POR DIOS! –Jadeó Mina con los ojos a punto de escapar de su cabeza.

Serena rápidamente pasó sus ojos del sorprendido rostro de su amiga hacia la pareja frente a ella y de pronto todo se congeló.

Frente a Rei, que había inclinado la cabeza hacia atrás para dejar salir una sincera carcajada, se encontraba nada más y nada menos que un muy complacido y sonriente Seiya que observaba con entretenimiento el rosto de la pelinegra.

¿Qué diablos significaba esto? ¿Por qué Rei se estaba viendo en secreto con Seiya en un hotel? Concedido, no estaban en una habitación, pero aun así esto estaba resultado muy raro. Serena no lograba encontrar un motivo que justificara lo que sus ojos estaban viendo y no sabía qué hacer con ello.

Mientras Serena batallaba en su cabeza por hallarle algún tipo de sentido a la escena frente a ella, Mina estaba ya pagando sus tragos y urgiéndola a salir del bar.

-Muévete Serena. Se están levantando para salir y van a vernos si no salimos nosotras antes.

Mina tenía razón. Seiya estaba poniéndole el abrigo a Rei si no se apuraban iban a ser descubiertas.

Mina las condujo fuera del hotel y se ubicó detrás de una de las columnas de la entrada principal, suponiendo que si se estaban poniendo los abrigos ello quería decir que no iban hacia una de las habitaciones sino que indicaba que dejarían el hotel. Una vez fuera de la vista, la modelo echó un vistazo hacia su acompañante y viendo la confusa expresión en el rostro de Serena quiso reconfortarla.

-Oh, cálmate Serena. Como dijiste, puede no ser nada. Después de todo nunca vimos un beso ni nada.

Pero Serena volvió a las razones con las que Mina había refutado su anterior declaración. Si no pasaba nada, ¿Por qué tanto secretismo al respecto?Su tiempo para ponderar ideas no duró mucho porque solo unos cuantos segundos después la pareja salía por la misma puerta por donde ellas lo habían hecho.

Serena observó con detenimiento la conducta de sus amigos mientras esperaban (presumió ella) que el valet parking trajera sus automóviles. Seiya le decía algo y ella reía con ganas. Ninguno le quitaba los ojos de encima al otro pero aparte de eso Serena no vio indicación de que algo más allá de una inocente reunión para tomar un trago estuviera pasando. Pero ¿Por qué, por qué, por qué? Lo que la desconcertaba eran las mentiras de Rei.

Y entonces pasó y todo cayó en su sitio. Seiya puso una de sus manos en la mejilla de Rei y la otra en su delicada cintura y con la familiaridad de haberlo hecho muchas veces antes, puso sus labios sobre los de ella. Suave y lleno de ternura, el beso llenó de calidez a Serena e hizo que se formara una sonrisa tan grande que sus mejillas se sentían tirantes.

Claramente Mina no tuvo una reacción tan sosegada, porque en ese mismo instante, salió de su escondite gritando 'No puedo creerlo' y haciendo aspavientos con sus brazos sin poder esconder la adrenalina que le produjo su descubrimiento.

Inmediatamente Seiya y Rei se separaron, sus rostros con idénticas expresiones de horror y desconcierto ante la realidad de encontrarse descubiertos.

-¿Qué diablos haces aquí Mina? –Fue lo primero que salió de la sorprendida boca de Rei- ¿Y qué demonios es esa ridícula cosa que llevas puesta?

-Estábamos espiándote. –Contestó sin ninguna vergüenza la aludida, ignorando por completo el comentario respecto a su vestuario– ¿De qué otra forma íbamos a descubrir tu pequeño secreto?

-¿Estábamos? –Ahora habló Seiya.

Serena dejó la seguridad de su escondite y totalmente ruborizada ondeó su mano a modo de saludo.

-¡¿Tú también? –Exclamó Rei- Esto no puede estar sucediendo. –Se quejó, hundiendo la cara en el pecho de Seiya que inmediatamente rodeó el cuerpo de la pelinegra con sus brazos.

-Aw, pero mírate todo protector Seiya. –Continuó Mina provocándolos- ¿Hace cuánto está sucediendo esto y por qué no estaba enterada? –Interrogó impaciente.

-Porque no es de tu maldita incumbencia. –Farfulló Rei desde el pecho de Seiya.

-Lo hiciste de mi incumbencia cuando empezaste a evitarnos para venir a tus citas clandestinas. –Replicó ella sin afectarse en lo más mínimo.

Durante todo el intercambio Seiya y Serena no dejaron de mirarse a los ojos. Él preguntándose qué pensaba ella, y ella preguntándose qué significaba esto de ahora en adelante para todos ellos.

-¿No dices nada? –Inquirió él en un susurro.

-Yo… no se… ¿Cuándo? ¿Cómo?

Seiya le contó rápidamente y sin mucho detalle que cuando ella se había alejado Rei se había convertido en su mayor soporte y que pronto su nueva cercanía se había convertido en algo más. Había sucedido de forma natural y sin darse cuenta llegaron al punto donde ya no había marcha atrás.

-¿La amas? –Preguntó Serena a su amigo.

Cuando Seiya asintió, sus brazos se apretaron ligeramente alrededor de Rei. –Mucho. – Dijo, plantando un beso en su cabeza.

-Que increíble… -Suspiró Serena soñadoramente. Le resultaba definitivamente inesperado que dos de sus mejores amigos estuvieran juntos y sin embargo, todo parecía curiosamente perfecto.

Después de abrazarlos y manifestar lo increíblemente romántico que le parecía todo, Serena les aseguró que contaban con su apoyo incondicional y que aunque realmente no entendía por qué lo estaban ocultando entendía que era una decisión de ellos.

-¿Podrías… podrías no decirle a Darien? –Pidió Rei en una pequeña voz- Se lo vamos a contar cuando el momento sea adecuado.

-Por mí no te preocupes; soy romántica, no suicida. –Declaró Serena jocosa, pero totalmente en serio.

Los hermanos Chiba eran demasiado parecidos en ciertos aspectos y tal y como estaba absolutamente segura de que Rei se pondría histérica si algún día se enteraba del acuerdo sexual entre ella y Darien, estaba totalmente convencida de que no quería ser ella quien le llevara a él las noticias del noviazgo entre su hermanita y su mejor amigo. Nop, esa pequeña tarea era enteramente de ellos.

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Aquel domingo mientras se dirigían en el auto de Mina hacia el apartamento de Darien, Serena pensó en sus amigos y en lo que había sucedido. Mina, Lita, ella y Ami irían de compras pero Rei no las acompañaría, porque a pesar de que Seiya y los Three Lights estaban fuera del país cumpliendo compromisos musicales, ella estaba retrasada en su trabajo de la semana por todo el tiempo había pasado junto a su novio; aprovisionándose para el tiempo que pasaría sin él, había dicho la pelinegra.

Serena entendía perfectamente la necesidad de no querer malgastar ni un solo minuto en compañía de la persona a la que se amaba y sintió simpatía por su amiga. Rei era una abogada destacada, completamente consagrada a su trabajo, tan dedicada y brillante que en poco tiempo logró hacerse lugar en una de los bufetes legales más importantes y prestigiosos de Tokio. Serena sabía que solo un motivo muy poderoso la haría posponer sus responsabilidades así fuese por un segundo y ese conocimiento solo sirvió para confirmarle la profundidad de los sentimientos de su amiga hacia Seiya.

Pero así como se sentía mal por ella, también tuvo celos. Tal vez Rei no tuviera a Seiya junto a ella por el momento, pero tenía la seguridad de que él regresaría a sus brazos, de que sus sentimientos eran completamente correspondidos, que las posibilidades de un futuro junto a él eran infinitas. Ella en cambio, no contaba con semejante lujo. En su cabeza rondaba constantemente el recordatorio de que se le estaba acabando el tiempo, de que cada segundo que pasaba era uno que la acercaba más al final de su precioso lapso con Darien.

-Serena ¿Se puede saber por qué la cara de desolación? –Preguntó Mina de la nada.

Sorprendida, Serena notó que ya habían estacionado fuera del edificio de Darien y que Mina la observaba con preocupación.

-No sé de qué estás hablando. –Contestó, intentando componer una pequeña sonrisa– Deberíamos entrar. Entre más nos demoremos aquí, menos tiempo tendremos para comprar…

Sí, eso logró el truco. No había nada que se interpusiera entre Mina y las tiendas con sus inacabables artículos listos para ser comprados por ella.

-Es tu culpa. ¿No podías arreglar tus negocios con Mal en horas de trabajo? –Dijo mientras bajaba del auto.

-Ni te quejes que bien sabes que no te cae nada mal poderte besuquear con él antes de irnos.

-Blah, blah, blah. Muévete mujer, o vamos a perder todo el día aquí. Ami y Lita ya están esperándonos en el centro comercial para ver si podemos recorrer algunas tiendas antes de almorzar.

El día estaba completamente planeado para pasarlo entre chicas pero Serena necesitaba hablar con Mal sobre la pauta publicitaria de su empresa que aparecería en la revista y necesitaba ultimar detalles porque la edición salía para impresión a primera hora el lunes. Los chicos tenían su propio día planeado y ya se encontraban en casa de Darien para un perezoso domingo de fútbol y póker, así que a Serena no le quedó más remedio que interrumpir su pequeña actividad para concretar negocios.

Andy les abrió la puerta, pero no se detuvo mucho a saludarlas pues estaba demasiado ocupado con el partido que miraba en la pantalla plana de Darien.

-Hola a ti también, Andrew. –Se quejó Mina.

-¿Quiénes juegan? –Preguntó Serena mientras escaneaba los alrededores en busca de Darien y Malaquite.

-Barcelona - Real Madrid.-Contestó Andrew sin levantar la mirada.

-¿Champions League? –Volvió a interrogar la rubia fijando también su atención en el televisor.

-Aja.

-¿Dónde está Malaquite? –Indagó Mina notando que si no lo hacía en ese momento en unos segundos perdería la atención de los otros dos que ya desaparecían en la televisión.

-En el estudio con Darien. Mal te está esperando Sere.

-Perfecto. Vamos Serena.

-No, Mina. Tú quédate aquí con Andy, mientras yo hablo con él. Si vas conmigo estoy seguro de que no voy a lograr despegarles los rostros el uno del otro y recuerda que tenemos prisa. –Rogó Serena mientras sentaba a su amiga en el sofá junto a Andrew.

-Pero Serena ¿qué me voy a quedar haciendo aquí? Andrew ni siquiera está presente; míralo, está completamente embobado con una pelota. –Se quejó, haciendo puchero.

-Te voy a contar un secreto acerca de fútbol. –Susurró Serena en tono conspirador– No necesitas que te guste el deporte para que puedas disfrutar de un buen partido. Hay otras cosas que pueden disfrutarse, y bastante, si me preguntas.

-Realmente no entiendo lo que quieres decir. –Declaró Mina contrariada.

-Es muy fácil. ¿Ves a ese adonis que acaba de enfocar la cámara? –Preguntó, apuntando con su dedo a la pantalla.

-¿Qué? Oh... Oh.Dijo Mina a modo de respuesta, sus ojos grandes, mientras observaba como uno de los jugadores levantaba su camisa para secarse el sudor de la frente dejando ver su muy musculoso abdomen.

-Veo que has comprendido mi punto. –Declaró Serena complacida– Ese, ese es Cristiano Ronaldo. Diviértete. –Le dijo palmeándole el hombro y se dirigió hacia el estudio de Darien.

No era que Serena solo viera el fútbol para admirar el físico de los jugadores. Siendo amiga de una mayoría de hombres por una gran porción de su vida, ella pronto le había cogido el gusto al deporte y muy rápidamente se había convertido en una ferviente aficionada. Pero en esto, ella era una excepción en su sexo como en muchos otros casos y estaba muy consciente del aburrimiento que los partidos de fútbol causaban en su género, así que siempre que podía hacerlo, no dudaba en compartir un pequeño beneficio que venía con sentarse noventa minutos frente a un televisor viendo veinte hombres patear y correr tras un balón mientras otro par evitaban que el mismo entrara a los arcos.

Serena tocó suavemente la puerta del estudio de Darien para hacer notar su presencia y la empujó un poco, asomando su cabeza en el cuarto.

-¿Interrumpo?

-Claro que no. –Respondió Darien con una brillante sonrisa Los dejo solos para que resuelvan sus asuntos. –Agregó, levantándose de la silla en la que estaba sentado y saliendo de la habitación, no sin antes depositar un beso de saludo en la mejilla de Serena.

Serena sintió como la caliente sangre se arremolinó en el punto preciso en que él había posado sus deliciosos labios, mareándola con la cantidad de lujuria que la recorrió. La rubia se preguntó como un gesto tan inocente podía provocar tales reacciones en su cuerpo; se sentía febril y deseaba que Malaquite desapareciera para poder quitarse la ropa y obligar a Darien a que la 'desacalorara'.

Con la cabeza en otra parte, se dispuso a tratar su pendiente con su primo con la mayor agilidad que pudo convocar para poder escaparse al baño y rociar un poco de agua fresca en su rostro, pues de otro modo se le derretiría la cara.

Una vez estuvo en la privacidad del cuarto de baño Serena se permitió un hondo respiro para calmar a sus locas hormonas. Esta noche, se dijo a sí misma, prometiéndose alivio y Dios sabía que las horas no pasarían lo suficientemente rápido.

La verdad era que no había tenido que esperar tanto; al menos no por una pequeña probada de los maravillosos manjares que vendrían, porque apenas salió al pasillo, Darien jaló de su brazo, metiéndola de nuevo al estudio y aprisionándola entre su duro cuerpo y la puerta.

Sus labios ardorosos y demandantes se movieron contra su boca, reavivando el fuego que apenas si había logrado hacer retroceder momentos antes en el lavabo.

¡Al demonio!, pensó Serena mientras lo apretaba contra ella y se entregaba con abandono al beso. Si tenía que pasar el día entero con la incómoda humedad entre sus piernas que se había instalado allí en los últimos diez segundos, que así fuera porque no pensaba negarse al delirante placer que los labios y la lengua de Darien retorciéndose con la suya le brindaban.

Jadeando y apoyando una mano en su mejilla y su frente contra la de ella Darien dijo, -Lo siento. No pude contenerme, me resultas demasiado tentadora.

-Nunca, Darien, escúchame bien, nunca te disculpes por algo así. –Contestó ella besándolo de nuevo.

Esta mujer iba a ser su perdición; Darien estaba seguro de ello.

Muy renuentemente, Serena terminó el beso y se arregló las ropas que no había sentido moverse en la pasión del momento.

-Será mejor que me vaya. Entre más rápido me vaya, más rápido puedo regresar. Le dijo mientras lo empujaba suavemente y salía por la puerta, guiñándole el ojo. Darien la siguió hacia la sala sin decir palabra.

-Serena, ¿se puede saber qué le has hecho a Mina? –Preguntó Malaquite apenas la vio entrar a la sala.

-¿A qué se supone que te refieres con eso?

-Oh, no sé, ¿tal vez al hecho de que no logro despegarla del televisor? –Contestó enfadado el rubio.

-No seas dramático Mal, simplemente le mostré una nueva perspectiva del fútbol.

-Pues es realmente molesta. –Gruñó Andrew– No deja de preguntar '¿Y cómo se llama ese? ¿Y cómo se llama este otro? Es realmente fastidioso.

-No sufran más hombres, ya nos vamos. Camina Mina, las tiendas nos esperan. –Dijo Serena mientras tomaba a su amiga del brazo sin lograr que la misma despegara la cara de la pantalla frente a ella.

Malaquite la tomó en sus brazos y con su mano la obligó a que lo mirara justo antes de plantarle un beso que debió ser clasificado triple x.

-Asco, mis pobres ojos. –Se quejó Serena volteando el rostro. –Definitivamente es hora de irnos. –Declaró mientras se despedía de Darien con un beso en la mejilla y le dejaba un susurrado 'más tarde' cosquillándole en la oreja.

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Dos horas y muchos paquetes más tarde Serena se encontraba fuera de una tienda comiendo un helado y esperando Junto a Ami a que Lita y Mina salieran de un almacén en donde admiraban vestidos, incapaces decidirse por uno y ya poder irse a almorzar.

-Serena, ¿cómo puedes comer eso? Vas a arruinarte el apetito para el almuerzo.

-No te preocupes Ami, esto es solo un aperitivo. –Contestó la rubia dando otro lengüetazo a su golosina. –Así que, ¿cómo estás? –Le preguntó mirándola de soslayo. Serena no quería entrometerse pero desde el incidente de la noche del compromiso, estaba realmente preocupada por Ami.

Lita no había querido decirle ni una sola palabra pero ella y Rei habían notado la forma extraña y casi abiertamente hostil en la que se había comportado Taiki en aquella ocasión y tanto habían adivinado.

-¡Ugh! Serena, odio cuando haces eso. –Se quejó la peliazul poniéndose las manos en el rostro.

-¿Qué? –Preguntó Serena inocentemente.

-Eso, hacer que un simple '¿cómo estás?' me haga sentirme obligada a contártelo todo.

-Es una simple pregunta Ami, no estás obligada a nada, pero si algo te está agobiando, sabes que soy toda oídos y disposición a ayudarte.

Sí. Ami lo sabía. Sabía que Serena no lo hacía por chisme; sabía que sus instintos le decían que algo iba mal con ella. Así que decidió contárselo todo; su breve romance con Taiki y la falta de resignación de este a aceptar que todo había terminado y que ella estaba comprometida con otro.

-¿Realmente todo ha terminado? –Preguntó Serena una vez ella hubo terminado con su relato.

-¿Por qué me preguntas eso?Contrapuso ella a su vez– Estoy comprometida con Richard ¿no? –Contestó a la defensiva. Realmente no le gustaba que cuestionaran sus sentimientos hacia él; nunca había dado muestras de sentir algo distinto a lo que decía, o al menos eso creía.

-No te estoy acusando de nada Ami. –Dijo Serena lamentando haberla ofendido– Es solo que por lo que me has contado, Taiki parece muy seguro de lo que dice. Acerca de tus sentimientos hacia él, me refiero. Es un cabeza dura, pero realmente no creo que esté intentando dañarte.

-No Serena, yo tampoco lo creo. Pero yo ya hice mi elección y él debería respetar eso.

-Pero no contestaste mi pregunta. ¿Está realmente todo terminado entre ustedes?

-No voy a mentirte y decir que Taiki no remueve algo en mí, pero es exactamente como se lo dije a él, la lujuria no es amor. Durante nuestro tiempo juntos Taiki fue incapaz de ofrecerme algo distinto a eso y yo no estoy dispuesta a sacrificar la estabilidad, la confianza y el amor que me brinda Richard por un capricho de calentura.

-¿Y qué pasaría si Taiki estuviese dispuesto a darte esas cosas ahora? –Inquirió Serena con un propósito.

-¿Qué estás diciendo Serena? ¿Te estás oyendo? Yo tengo un futuro planeado con Richard; Sé que Taiki es tu amigo, pero él tuvo su oportunidad y Richard no se merece nada de esto. –Contestó Ami ya casi indignada.

-Y sin embargo, no me has contestado lo que pregunté. No me malinterpretes Ami, Sé de primera mano que Taiki es testarudo, mimado y caprichoso, pero como te dije antes, no creo que quiera dañarte, o por lo menos no lo hace intencionalmente. Pero más que todo eso, quiero que sepas que estoy de tu lado.

«Eres mi amiga y no quiero que cometas un error que difícilmente podrás reparar. Has hecho un compromiso con Richard, es cierto; uno bastante serio, a decir verdad, pero no irrompible. Supongo que lo que intento decirte es que si tienes dudas, lo mejor es que medites la situación sacando a los demás de la ecuación. Estamos hablando de tu vida, de los próximos cuarenta a sesenta años de tu existencia y si bien Richard no se merece un corazón roto, ¿crees que tú mereces un matrimonio incompleto?

Sé que amas a Richard pero tanto tú como él merecen una relación vibrante que los emocione y los entusiasme; ¿Crees que él merece que te embarques en este viaje sin invertir todo de ti? Y si tu futuro está con él o con Taiki o con cualquier otro, es eso lo que deberías buscar; algo que te mueva y te encienda hasta la última célula. No quiero verte conformada con las circunstancias Ami, lucha por lo que sea que necesitas. A veces es mejor causar un dolor temprano que provocar una herida que con el tiempo puede llegar a ser imposible de curar. Como te dije, se egoísta, saca a los demás de las consideraciones y piensa en qué necesitas tú, porque a lo mejor hacerlo distinto puede resultar peor para todos.»

Ami pensó durante varios minutos en silencio todo lo que Serena le había dicho. ¿Cómo era que esta rubiecita siempre le saliera con algo que la dejaba totalmente sorprendida? Al principio, había tenido miedo de contárselo todo pensando que iba a juzgarla; luego mientras la conversación se desenvolvía, pensó que Serena estaba poniéndose demasiado de parte de taiki y descartando a Richard como si careciera de importancia. Pero al final resulta que desde el inicio estaba pensando en ella.

Ciertamente su consejo había resultado por decir lo menos, novedoso. Y aun así quedó repicando en las paredes de su cabeza. Realmente nunca había pensado que se estaba conformando, pero si era así ¿qué iba a ser de ella? ¿Iba a levantarse una mañana veinte, treinta años después y descubrir que su vida no había resultado como ella esperaba? No, Serena tenía razón; ni ella ni mucho menos Richard merecían algo así. Al parecer aun ausente Taiki no hacía más sino traerle problemas.

Cuando al fin Mina y Lita regresaron con ellas, el estómago de Serena ya rugía de hambre. Estaba cansada, le dolían los pies y tenía un montón de paquetes por cargar y ya eran bien pasadas las horas del almuerzo. Esperaba haber acertado con lo que le había dicho a Ami. Ciertamente era irónico que ella anduviera por ahí repartiendo consejos amorosos cuando su propia vida sentimental se balanceaba peligrosamente al borde del desastre.

Mientras caminaban dentro del centro comercial camino a la plaza de comidas, el celular de Serena sonó alertándola de un mensaje de texto. Ella y Lita iban delante de las otras dos así que bajó algunos de sus paquetes al piso para mirar su teléfono; podía ser algo importante, aun mejor, relacionado con Darien. Durante todo el día había estado enviándole mensajes tentadores, pequeños adelantos de lo que se avecinaba por la noche.

Sin embargo, el mensaje con que se encontró fue mucho menos placentero y mucho más espeluznante: "Contesta el teléfono, pequeña Serena. D" un segundo después, el timbre de su celular sonó, haciéndola saltar por la sorpresa.

-¿Qué diablos quieres psicópata? Contestó hostilmente habiendo visto que el identificador le mostraba 'Número privado' y sabiendo bien que era su desagradable ex.

-Solo me preguntaba si tendrías un televisor cerca, eso es todo. En un minuto estarás en todos los noticieros y no quisiera que te lo perdieras.

Y sin más, colgó. Serena frunció el ceño, preguntándose qué demonios había sido eso. Frenética, dio un giro de 360º buscando la tienda de electrodomésticos que sabía estaba cerca de ella. La había visto más temprano y ahora no lograba encontrarla; sus ojos barrieron sus alrededores, buscando desesperadamente mientras su corazón martillaba en sus costillas y latía en sus oídos.

Pasando como una exhalación junto a Lita entró en el almacén una vez lo localizó y solicitó al encargado con toda la amabilidad que pudo convenir, que le sintonizara el canal de noticias principal de Tokio y entonces el mundo se salió de su eje.

Todo lo que los ojos de Serena podían registrar era las gigantes letras con su nombre junto a un titular que jamás pensó estaría asociado a ella.

"EXCLUSIVA: EL ESCÁNDALO SEXUAL DE LA HEREDERA SERENA TSUKINO"

Las letras se movían en secuencia frente a sus ojos prometiendo detalles, mientras una ráfaga de imágenes granulosas y con pobre luz, destellaban en la pantalla mostrando su cuerpo desnudo en lo que parecían ser cuadros congelados del material de un video.

Serena no podía respirar. Intentaba arrastrar aire a sus pulmones, pero estos no le respondían. Parecía que su interior había hecho corto circuito y todo lo que podía hacer era ver con ojos atónitos como la debacle se vertía sobre ella.

Su corazón amenazaba con hacer estallar sus oídos y se estaba clavando las uñas en las palmas de las manos por lo fuerte que estaba sosteniendo las manijas de las bolsas de la compra, pero estaba curiosamente adormecida. Lo único que podía sentir era el ardor en su pecho y el mareo que amenazaba con tirarla al suelo.

No supo muy bien en qué momento llegó Lita a su lado, pero por el rostro lleno de horror de su amiga, adivinó que no debería verse muy bien. Los brazos de la castaña la rodearon mientras la conducían a un sofá cercano. Serena la veía gesticular hacia el encargado que le había hecho el favor de sintonizar la peor pesadilla de su vida, pero su voz le llegaba distorsionada, lejana y extranjera.

Su rostro estaba ahora entre una bolsa de papel marrón que las manos de Lita sostenían en su lugar y solo entonces Serena notó que estaba jadeando furiosamente; estaba hiperventilando. Sus ojos no se apartaban de la horrible imagen en la pantalla. Mi vida está arruinada. La frase se repetía sin cesar en su mente.

El aire no la alcanzaba. Por más que forzaba a sus costillas a moverse el maldito oxígeno no saciaba su ataque de pánico. Serena quería desaparecer. Quería que la tierra abriera un hoyo y la tragara. Pequeños puntos comenzaron a danzar frente a ella y después todo negro. A salvo. En la inconsciencia estaba a salvo.

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Ahora todo lo que tenía era la seguridad de su ropa de cama como escudo de lo que había afuera. Definitivamente no sentía remordimientos por no moverse a abrir la puerta.

Serena apretó más las sábanas a su alrededor y cubrió su cabeza con la almohada intentando ahogar las súplicas de sus amigos. No, aun no podía enfrentarlos, no podía mirarlos a los ojos después de semejante vergüenza. No quería encontrarse con los ojos de Darien y ver decepción en ellos; eso la destruiría. Necesitaba más tiempo; solo un poco más, solo un poco más…


"La base de la vergüenza no es algún error personal nuestro, sino que… esa humillación es vista por todos." (*)


(*) Frase de Milan Kundera.


Un nuevo chap chicas! Sé que me demoré horrores pero la vida en la U se está poniendo imposible. De cualquier forma como ya lo había dicho el fic de ninguna manera va a quedar sin terminar. Después de todo, más vale tarde que nunca no? (DL Espera que no le tiren tomates).

No contesto reviews porque después de más de un año, supongo que no tiene mucho sentido, pero quería dejarles saber que los he leído todos y cada uno y que aprecio mucho cada palabra que me dirigen.

Espero que hayan disfrutado el chap y que me cuenten qué les pareció. Fue mucho de Serena pero era necesario para avanzar en la historia. Debo decir que su truco para el fútbol no está nada mal aunque no apruebo su gusto en futbolistas; personalmente aprecio mucho más las dotes de Casillas que las de Cristiano, pero en fin, para gustos, colores.

No siendo más, despido deseando que continúen leyendo el fic a pesar de las adversidades.

Darienlover.