-"Ouch!"-

Roxas gritó, alarmando inmediatamente al hombre de cabello rojo que estaba alimentando las flores. Llegó con el rubio mas rápido que en lo que se parpadea.

-"¡ROXAS!"- Le dijo sosteniendo su dedo, dejando que el agua corriera por sus pies. –"¿Estas bien?...¿Duele mucho?"-

-"N-no…solo me arde"- Decía Roxas tratando de calmarlo. –"De verdad, sólo arde, es cosa de lavarlo bien…"-

-"No hay que arriesgarse"- Comenzaba a decir Axel, repasando la herida como se repasa la madera lisa. Esperando que no le doliese, pero que al menos ya no sangrara. -"Lo mejor es que te ponga un curita o una venda…"-

-"…Estás exagerando."- Tajó Roxas, arrebatándole la mano y retomando su rutina. –"Estoy bien. Lo primero es acabar el trabajo, ya sabes cómo se pone Marluxia si no cuidamos bien del vivero…"-

-"No es nuestro dueño, es nuestro jefe. No deberías tenerle tanto miedo."- Decía Axel viendo cómo el rubio sostenía de nuevo las grandes tijeras para podar los arbustos. –"Además…"- Llegó con él arrebatándole su instrumento y tomándolo de la muñeca. –"Debes de usar guantes…Pero sin curita no dejaré que te pongas nada cariño."-

-"C-cari…"- Tartamudeó el menor. –"¿Por quién me tomas…?"-

Axel sabía que diciéndole cosas así desbarataría la voluntad de su compañero y amigo. Con el que llevaba trabajando unos cuantos meses en el vivero "Nueve Lunas". Se conocieron desde el primer día en el que el dueño abrió el negocio, se tomaron de la mano y se saludaron como se saludan los hombres trajeados que hacen negocios. Desde ese momento, Axel sabía que sería un trabajo interesante por el que valdría la pena levantarse a las cinco de la mañana de lunes a viernes.

Además su jefe era un mariposón de primera, lo que hacía el trabajo más divertido.

Claro, era divertidísimo molestar a Roxas, aprendió a manipularlo a las dos semanas. Axel siempre había sido un tipo rudo y analizador. Y pensó que tenerlo como su mascota sería interesante…hasta que, de la nada…se dio cuenta de que brillaba más de costumbre. Se había fijado en su pelo, en cómo se movía, en su figura, en su sonrisa…Se había enamorado de Roxas a los cuatro meses. Pero nunca supo cómo decirle que era gay y que le gustaba. Tenía mucho miedo de que algo saliera mal.

Y no podía darse el lujo de perder a Roxas…no, a Roxas no.

-"Axel, esto es…ABSURDO."-

En la oficina de Marluxia estaba el botiquín de primeros auxilios, así que no hubo más opción que entrar a buscarlo. Pero de lo que se quejaba Roxas no era por el hecho de haber entrado sin permiso a la oficina del jefe…sino que Axel lo sentó en el escritorio como un niño pequeño espera al pediatra. Era casi ridiculizante.

-"Muévete de allí Roxas y te juro que no te lo perdono."- El tono seco de Axel lo obligó a asumir su rol como el paciente. –"…No te entiendo Axel, de verdad que- SSSSSSSSJJ! ¡ARDE!"-

Sin avisar, Axel roció alcohol sobre su herida. –"Bueno, pudo haber sido corta pero talvez un poco profunda…"- La mano de Roxas se separó de la suya y voló hasta su mejilla. Clavándose su palma en la carne de Axel. Seguramente eso ardería más que la herida de Roxas.

-"¡PORFAVOR!"- molesto, Roxas levantó la voz. –"Es demasiado alarde…No entiendo porqué tienes que ser tan-…tan… "- guardó silencio. No había mucho que decir. –"…tan tú."-

Axel entonces sonrió como un triunfador. Dio un paso e hizo que Roxas lo viese a los ojos, sin dejar el contacto, puso el curita lentamente para después tomar esa mano herida.-"…Deberías dejar que te quieran de a ratos…Roxas."-

Nunca nadie le había dicho algo parecido. Que dejara de hacer muchas cosas y que fuera más maduro…pero nunca que se dejara querer. ¿Acaso era lo que le faltaba? ¿Qué lo quisieran?

No lo pensó dos veces y encerró su lengua en la boca de Axel. Allí iba a estar más tibia que en su propia boca y tendría compañía, luego sus brazos se enredaron en el cuello del pelirrojo. Nunca había sentido una piel ajena, mucho menos la de un hombre. Pero ésta era del hombre que le había gustado desde que entró a trabajar al vivero. Muchas veces había fantaseado con tocarlo, pero se había conformado ya con buscarlo en fantasías.

Tenerlo ahí, ahora…

Las lenguas ya se habían ahogado y se separaron por aire. Jadeaban como perros cansados, pero para Axel era el sonido más dulce del mundo.

-"¿Aquí y ahora?"- preguntó el mayor para ver a Roxas asentir con un rubor profundamente carmín, color que hacía que el azul de sus ojos resaltara el doble. Cuánto le gustaba ese chico.

Comenzó a besarlo dominando el contacto. Ese día probó a Roxas en todos los lugares de su cuerpo, hasta aquellos en los que jamás se hubiese atrevido a entrar…sin su permiso.

Sin duda, en cuanto terminaron de hacer el amor unas cuantas veces y caer en la cuenta de que sus penes no podrían más con lo que les exigían, decidieron continuar el día siguiente.

El resto de los trabajadores del vivero no lo sabrían, pero cada vez que Roxas se "cortaba" y Axel lo acompañaba a "curarse" la "herida", no era exactamente para ponerle un curita y no por nada Roxas regresaba a trabajar quejándose de un dolor cuando se sentaba.

Sólo una cosa tuvo que variar: La localización del botiquín, ahora en el baño. Seguramente porque Marluxia supuso que sería más "cómodo" para aquellos que lo quisieran usar…


Notas:

Un regreso no muy glorioso...pero aquí tienen, la novena entrega. Espero que les haya gustado :D

Espero hacer algo mejor en la décima...

El 10mo tema es: Respirar.

¡Será interesante! No se lo pierdan.