Nota: Si no leíste el fic 'Milo' te recomiendo leer el siguiente resumen. De lo contrario, puedes seguir al prólogo más abajo.
Nacido una de las Cícladas, el pequeño Milo nació con habilidades propias para convertirse en Caballero de Atena. Instruido a regañadientes por su madre Altea, una desertora del Santuario, no tardó en hacerse lo suficientemente fuerte como para ser llevado al Santuario. El recién nombrado Saga de Géminis lo adoptó como su aprendiz pero sus constantes 'desapariciones' lo mantuvieron lejos de su deber. No por esto Milo se quedó sin maestro. Pronto conoció a Kanon quien solo por el gusto de hacer algo indebido se volvió en un maestro sustituto, convirtiéndose en un pequeño secreto entre él y el chiquillo.
La instrucción del niño bajo la Casa de Géminis no duró mucho tiempo. Ewan de Escorpio, fanático de las criaturas míticas y ligeramente alcohólico, lo educaría desde entonces.
Poco después de la muerte de Shion, Milo encontró a Kanon encerrado en el Cabo Sunión. Le ayudó a mantenerse vivo a base de agua y carne seca pero para el decimo tercer día no lo volvió a encontrar. El chico ignoró por muchos años si éste seguía vivo o no, extrañándolo sobre todo en los momentos que se sentía más solo.
Después de la traición de Aioros y sintiendo que el Santuario no era ya un lugar seguro, Ewan llevó al muchacho de regreso a Milos (isla que éste odiaba por considerarla insoportablemente aburrida) para seguir con su entrenamiento.
A los 13 años, Milo ganó su Armadura y su maestro se retiró a Ballachulish, Escocia, para atender una taberna llamada el Red Fox. El nuevo Santo de Escorpio se reencontró con su amigo de la infancia, Camus, y mantuvo una vida relativamente tranquila hasta la Batalla de las Doce Casas que todos conocen.
Durante las lluvias e inundaciones que ocurrieron en la batalla contra Poseidón, las Cícladas se vieron sumamente afectadas. La isla Milos quedó totalmente devastada y de la familia de Milo solo sobrevivió su madre y su hermana menor, Maias. Mientras Altea ahorraba dinero, decidió enviar a Maias al Santuario (quien estaba recibiendo a muchos nuevos trabajadores para tratar de subsanar la economía griega) y ésta se convirtió en una de las cocineras.
Una vez terminada la Guerra contra Hades, los Santos Dorados fueron encerrados por designio de los Dioses.
Prólogo: Athena (Atena)
-"Descansen ahora. Todos lo merecemos."
Expreso la orden agitando mi mano hacia la salida del Templo. Les doy una última mirada a mis hombres y doy media vuelta, caminando firmemente hacia el patio central. No me toma mucho tiempo el esconderme detrás de las pesadas cortinas rojas que me separan de los jóvenes que, una vez más, se postran ante mí.
Sonrío.
-"Aunque no lucen muy convencidos."
Al menos no todos. De nada les servía ocultar su rostro detrás de sus cabellos. Podía sentir su confusión. Su enojo. El descontrol de sus cosmos era tan tangible que de haber extendido la mano, seguramente ésta se empaparía con sus inseguridades.
Podía escucharlos.
-'¿De nuevo aquí? ¿No deberíamos de estar muertos? La gente solo puede vivir una vez.'
Que piensen lo que quieran.
Ellos me juraron sus vidas y sus almas. Ya es muy tarde para negarme sus servicios. Además, no fui yo la causante de que regresaran al mundo de la luz. Fueron ellos los que decidieron escapar de su triste encierro. De mi parte solo recibieron la aprobación. Tal vez un poco de aliento. ¿Pero ayuda? No. Admito que no soy tan temeraria como para contradecir un consejo de Olímpicos. Y, sinceramente, yo sabía que mis hombres podrían salir de su prisión por sí mismos. Solo necesitaban la inspiración suficiente.
Puestas las cartas sobre la mesa yo no tuve nada que ver con su despertar. Ellos decidieron volver a mí y ahora tienen que aceptar esa decisión.
Tal vez lo que me entristece un poco es la situación de los más viejos. Ambos me han servido por siglos y sé que buscan descanso. Desafortunadamente, temo que aún me son necesarios. Shion es una buena figura de autoridad. A través de su boca realizaré los cambios que mi Santuario ya necesita, pero mi Patriarca es anticuado, necio y orgulloso como suelen serlo los líderes. Precisaré de Dohko para manejarlo. Él lo conoce mejor que yo. Sé que sabrá manipular sus hilos del modo más propicio para todos.
Si algo me consuela es que no todos parecen lamentar su regreso. Me pareció que varios ya se esperaban algo así e incluso que algunos otros parecían felices de estar de vuelta. Que disfruten este regreso. Son demasiado jóvenes como para ya haberse hastiado de la vida.
De reojo, veo una figura cruzar a mi lado. Extrañada, giro mi rostro hacia la izquierda pero pronto veo que aquella sombra no fue más que mi propio reflejo. Es obvio que mi Hermano se sentía orgulloso del cuerpo mortal que eligió: todo el bendito recinto está rodeado de espejos. Habrá que deshacerse de algunos de ellos.
Me observo con detalle y con desagrado me veo fruncir el ceño.
De haber sabido que este cuerpo iba a lucir tan frágil… aunque tal vez sea muy exigente. Después de todo, esta muchacha apenas se acerca a los catorce años. Aún habrá tiempo para que sus facciones se endurezcan. Solo será cuestión de tener paciencia y de volver a sujetar la Égida y a Niké entre mis manos. Éstas se han ablandado demasiado. Parezco princesa antes que cualquier otra cosa. Es en una de las muchas cosas en las que tendré que trabajar.
Al menos ya puedo reconocer mis ojos en el reflejo. Esas eran las joyas con las que me reconocían y apelaban. Es bueno verlas de vuelta. Al menos ahora siento que hay algo de mí en este caparazón. ¿Quién sabe? Tal vez en unos años haya borrado los rastros de Saori Kido lo suficiente como para decir que este cuerpo es realmente mío.
Siento que alguien se acerca.
-"¿Mi Señora?"
Esta vez acierto al encontrarme frente a Shion. Su mirada permanece gacha y su voz se mantiene fría. Me parece que se ha tomado el asunto de su 'reelección' demasiado a pecho.
-"Lamento molestarla, pero sus hombres se preguntan sobre el paradero de Seiya y los demás. Me gustaría que se fueran a sus Templos con una respuesta."
Tuerzo la boca.
-"Han vuelto a sus hogares. Ahí permanecerán por el tiempo que quieran. Ya no me son útiles."
-"Atena…"
Sé lo que quiere decirme: 'Son héroes.', 'Estamos aquí gracias a ellos.', 'Merecen más que eso.'. Pero nada de eso me interesa. No confío en ellos. Son temerarios y piensan poco. Ese tipo de hombres está bien para algunas batallas pero ¿para una restauración? Solo estorbarían.
-"Los guerreros solo sirven para las guerras. Yo no busco más guerras, Shion. Ellos esperarán hasta recibir nuevas órdenes. Pero te aseguro a ti y a los demás que podrán verlos durante la Panatenea. Me parece que serán en un par de meses, ¿no es así? Más adelante hablaremos de ese asunto. Anda. Ve y dile a tus compañeros que los Santos de Bronce están bien."
-"Sí, mi señora."- Se prepara para irse.
-"Ah, y Shion. Por favor manda a retirar todos estos espejos. Me ponen nerviosa."
-"Como usted diga, Atena."
Se inclina ante mí y desaparece entre las cortinas.
Yo decido continuar con mi camino.
Hay mucho trabajo por hacer.
Comentario de la Autora: ¡Tada! ¡Así comenzamos una nueva locura! ._. Ojalá y que salga bien. XD
Bueno, primero lo primero, el título del fic. Otra vez tuve problemas con el nombre de la historia... pero de algún modo se me ocurrió algo diferente a 'Milo 2' (¡gracias a Dios!). Recordé que uno de los poemas que se supone que escribió Homero fue uno llamado Nóstoi que significa en griego antiguo 'Regresos al Hogar'. Este poema habla sobre cómo los griegos regresaron a casa después de la guerra de Troya y como en este fic quiero tratar el regreso de los Goldies al mundo de los vivos... pues como que quedó bien.
Ahora... ¿cómo fue que regresaron? En realidad no le di importancia. Si es que algún día de hecho siguen con la Saga del Cielo, seguramente veremos a los Goldies escapándose mágicamente del monolito, peleando a capa y espada para defender a los bronceados y tal vez, solo tal vez, no muertos. Bueh, simplemente digamos que todo eso pasó y que no murieron al final. No quise inventarme nada locochón porque eso me tomaría mas tiempo y me alejaría de lo que quiero hacer en este fic: un KanonxMilo. Además, para como están las cosas, el día que de hecho resuelvan el asunto del Tenkai hen ya estaré ocupada escribiendo cuentos de dormir para mis hijos. ¡Jaja!
La Panatenea era un festival Ateniense que estaba dedicado a Atena. Había una Panatenea cada año pero la Gran Panatenea era cada 4 y era... grande. Básicamente eran como unas Olimpiadas pero para atenienses. Podían participar algunos que no fueran ciudadanos pero solo en los deportes de menor importancia. Ya iremos viendo más sobre este festival.
Ojalá que esta nueva aventurilla les guste y que les divierta. *0*
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