"El que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta."

Benavente Jacinto

Provocándote y gozando las consecuencias

El sonido de la llave, luchando amargamente con la cerradura, inundó sus oídos sofocados; sus manos temblaban demasiado como para pretender abrir con destreza la puerta. Su cuerpo era un ovillo de nervios, mientras temblaba y lloraba sin poder contenerse... la voz en su interior, que alguna vez había dicho que podía olvidar a Sasuke, ahora permanecía en sepulcral silencio. No era posible siquiera imaginar su vida sin él. Sin sus frívolos monosílabos, sin sus ojos hechizantes o sus caricias de ensueño; incluso aunque todo fuese mentira, era el engaño más dulce que jamás había vivido. Y ahora, por su culpa, se había terminado el cuento.

-Maldito... maldito... -cuanto lo odiaba por hacerla amarle tanto; no podía vivir con él, tampoco sin él... ¿Entonces qué quedaba? Ser suya sin condiciones, o no ser de nadie... ya que ningún otro hombre podría lograr que las mariposas armaran todo un patio de juegos en su estomago, revoloteándose de un lado a otro con solo verlo.

Cerró la puerta tras de sí, no volvería a perder tiempo peleando inútilmente con la llave.... siguió de largo, cruzando rápidamente el camino hacia su habitación, y se tiró sobre su cama con dolor; el colchón se hundió levemente bajo su peso, y una sensación de seguridad la envolvió. Su almohada, el olor a azalea que tenía su cuarto gracias a los productos de limpieza, los colores tan conocidos para sus ojos... el dolor se aliviaba, solo un poco, al sentirse plenamente en casa.
La misión había sido un anzuelo del destino, que la había obligado a cometer los más grandes errores y pagaría incontables lagrimas por ello; a pesar de todo no se arrepentía de nada, y se sentía estúpida por eso. Era imposible arrepentirse de haber conocido el sentimiento más avasallador de todos, haber compartido con la persona que amaba lo único y más importante que pudiera ofrecerle... aún cuando él nunca estuvo interesado, el simple hecho de poder arriesgarse por sus sentimientos la había llenado de vida. Pero ahora que la fantasía había acabado abruptamente, esa energía se marchitaba a pasos agigantados.
Esclavizada a su propia ironía, de que todo acabase poco después de haber empezado, se dejó deshacer por el llanto... a fin de cuentas nadie la oiría limpiar su alma, pero se sentiría mucho mejor luego de hacerlo. Se levantó unos segundos para correr las gruesas cortinas de su ventanal, apagar las luces y cerrar la puerta, pensaba fingir, al menos hasta el día siguiente, estar disfrutando de un placentero buen sueño. Su madre no tenía porqué enterarse de qué tan estúpida había sido, mucho menos de preocuparse por algo que ya no tenía remedio; solo esperaba que el sonido de su llanto no cruzase el limite de fronteras entre las paredes.

-Idiota... -se susurró a sí misma, para luego enterrar su cabeza bajo la almohada.

No importaba cuantos minutos pasasen, o cuan rápido lo hicieran, el tiempo dejó de tener sentido cuando su dolor galopó en su mente como un eco que nunca se terminaba... las escenas de todo lo que tuviera que ver con Sasuke se apoderaron de su imaginación. Su tímida sonrisa de pequeño, antes de que todas las catástrofes de su vida ocurriesen, la arrogante mirada que se formó en él pocos años más tarde... su voz, imágenes de todas las situaciones de riesgo en las que él la había salvado; no podía odiar a alguien qué, a pesar de no amarla, había estado presente en todos aquellos momentos.
Siempre había soñado con abrazarlo durante toda la eternidad, obligando al ejercito de oscuridad a retirarse de su alma y corazón, lo único que deseaba en aquel instante era que al menos encontrase a alguien más para hacerlo. Ya no importaba ganar o perder, ese asunto era irrelevante, lo primordial era saber que él no se abandonaría a la soledad... que algún día encontraría alguien indispensable para su vida; aunque no fuese ella.
Antes de dormirse se dio cuenta, con frustración, de que el dolor había cedido ante su preocupación por el futuro; y ni siquiera el propio, sino el de él. Sonrió cansada, con una mueca de tristeza que tardaría mucho en despachar de su rostro, y dejó que todo pasase a segundo plano bajo los brazos de Morfeo.

-Sí, acepto. -su propia voz la sorprendió, mirando con incredulidad todo a su alrededor.

La gente, todos conocidos, sonriéndole como si ella les hiciese feliz ese día; la larga alfombra de color bordó oscuro, las flores blancas decorándolo todo lo que tocase la vista... se giró estupefacta, cuando una voz suave susurró sobre su oído: "Amor, ¿Estás bien?"
¡Claro que no lo estaba! Otra vez su cabeza la llevaba a una alucinación dulce y dolorosa, como una droga agradable que la estaba matando sin siquiera avisarle; cerró los ojos para contar hasta diez, quizás veinte o cien si era necesario. Al abrirlos nuevamente, logró ver solo a un par de gemas oscuras fijándose en ella.

¿Era acaso ese su anhelo más grande?

-¿Podemos continuar? -por primera vez miró al hombre que estaba casándolos, acusándolo con ojos asesinos de estar formando tan agradable farsa para ella.

-Sí. -la voz de Sasuke respondió primero, tal vez había denotado en sus ojos que planeaba detener aquello.

-Bien, Sasuke Uchiha...

¿La respetaría, amaría y cuidaría durante el resto de su vida?

¿Le sería fiel?

¿La cuidaría en la enfermedad?

¿Estaría allí, tanto en los buenos momentos como en los malos?

-¿...hasta que la muerte los separe? -la voz ronca del hombre dejó en suspenso a su corazón herido, el aire que flotaba entre ambos parecía estar cargado de pequeñas agujas que se adentrarían en su organismo con solo respirar, y todos desaparecieron en ese instante. Solo él, con todos sus defectos y virtudes, quedó frente a ella mirandola fijamente... con los labios entreabiertos, listos para dejar escapar la respuesta.

¿Pero como podía esperar que la vida le deparase una sorpresa tan grata?... Ni siquiera en sueños.

-¿Estás bien? -su voz ronca y enojada la asentó de golpe en la realidad, los bruscos movimientos con que logró sentarla en la cama desmintieron totalmente al Sasuke de sus sueños... él nunca sería así como lo imaginaba. -Dejaste de respirar... -le reprochó, sin un atisbo de culpa por haber acabado con la fantasía más hilarante que hubiese tenido jamás.

-Es tú culpa. -recordó porqué se había parado su respiración. -Te tardabas demasiado en responder... -susurró para sí misma, con las mejillas arreboladas y los ojos húmedos.

Lo vio alejarse, buscando torpemente el interruptor de la luz, para fijar su atención en ella nuevamente al estar iluminado el cuarto. Se veía fatal, lo sabía, pero eso ya no era algo que le importase... más deseos tenía de saber porqué Sasuke Uchiha estaba ahí, en su casa, interrumpiendo lo único bueno que había tenido su día.

-¿Tienes algún radar para saber cual es el momento exacto para fastidiarme? Porque, esta vez, has cagado un muy buen momento... tendrás que tener una excelente excusa.

-¿Con quién soñabas? -inquirió, mientras la curiosidad y el enojo se volvían casi tangibles... escribiendo en su frente: "Celoso" con letras grandes y mayúsculas.

-Eso ya no importa. -restó atención al obvio comportamiento de él, era de seguro otro truco para tenerla a su antojo aquella noche.

-Te ha quitado el aire. -recalcó, esperando sacarle algo sobre el tema.

-Tal vez me quise suicidar en sueños, al recordar que tan estúpida he sido esta semana.

Oyó un bufido, tosco como el de un toro, y notó que él se tensaba; nunca creyó que algo tan simple pudiese hacerlo reaccionar de esa manera.

-Ha sido una broma. -explicó con voz cansada. -Está claro que no entiendes mucho sobre el tema.

-Quizás hubiese sido divertido, si no fuese de ti de quien estamos hablando.

Apretó sus puños, arrugando las sabanas entre sus manos, y se contuvo de preguntar porqué. Sus oídos lloraban, pidiendo escuchar de su voz una declaración de que su vida significaba algo para él.... pero eso no cambiaría nada, era solo una jugarreta para enredarla nuevamente en espejismos que acabarían en cuanto llegasen a un orgasmo.

-Todo se trata de mí aquí, estás en mi casa... -le recordó. -...y aún no sé porqué.

-Me dijiste que viniera... -explicó, su voz monótona le quitó énfasis a la respuesta.

-Yo nunca dije que...

"-Sasuke, ¿Sabes dónde queda mi casa? [...] -Si algún día quieres algo serio... búscame, quizás todavía este disponible."

-¡No! -exclamó exaltada, poniéndose en pie sobre la cama para poder sobrepasarle en altura. -No dejaré que le cambies el significado a mis palabras... te dije que vinieras si cambiabas de opinión, nunca fue una oferta ni una insinuación. -cruzó sus brazos sobre el pecho, exigiendo ahora una explicación razonable para su presencia.

-Está bien... vine a matar a Sai. -aceptó él, como un niño atrapado al que no le quedan más alternativas que confesar; su voz fue suave, despreocupada... y hasta un tanto seductora, o tal vez era Sakura quien estaba demasiado pendiente de sus labios.

-¿Sai? -frunció el cejo, visiblemente confundida. -Él no está aquí. -aseguró encogiéndose de hombros.

-Ya me di cuenta. -advirtió Sasuke, habiendo registrado previamente todo el apartamento.

-Bien, entonces... -hizo un gesto amable con las manos, invitándolo a irse.

-¿No preguntaras por qué quiero matarlo? -interrogó, rechazando su invitación y tirándose en la cama; Sakura se sentó de inmediato, con sus mejillas ardiendo por la vergüenza, desde su posición sobre la cómoda almohada él había mirado descaradamente su trasero. Aun cuando llevaba su habitual calza negra debajo de la pollera, su mirada le había hecho creer que podía ver a través de la prenda.

-No me preocupa Sai, sabe defenderse solo.

-¿Sí? -preguntó, su sádica sonrisa no pasó desapercibida para la chica. -Perderás esa confianza cuando yo acabe con él.

-Bien, entonces... ¿Por qué quieres matarlo Sasuke-Kun? -igual que si hablase con un niño, el que le diera lugar a su ansiada explicación pareció mejorarle el humor.

-Quiere acostarse contigo. -ella rió, omitiéndola, continuó lo que decía. -Luego de lo que pasó en el baño del restaurante tú quedaste vulnerable... Sai hubiese representado un peligro.

-El único peligro aquí... eres tú. -aclaró poniéndose en pie.

-¿Me sigues comparando con un animal? -inquirió alzando una ceja con diversión.

-Sí, ¿Cuál es la gracia con eso? -le molestaba aquella mueca de superioridad en él, como si supiese algo que no le contaba.

-Bien, soy el macho alfa... el único que tiene derecho a aparearse contigo.

-¿El macho alfa de qué manada? Además... ¿Quién te nombro jefe? -incluso a esas alturas, le sorprendía que tan irritante podía ser Sasuke.

-Es obvio que soy el más poderoso, por lo cual no necesito del permiso de nadie para auto proclamarme líder; mis derechos se extienden hasta cualquier aldea y país.

-¡No seas idiota! ¿Crees que realmente puedes manejar así a los demás? -nada de lo que él decía causaba gracia a los oídos de ella, aunque no lo estuviese diciendo de manera literal, al menos eso esperaba, dolía mucho ver aquella actitud arrogante de Sasuke. En esos instantes se sentía demasiado débil ante su presencia, y cualquier cosa era suficiente para sentirse atacada o herida. -Si alguien llegara a tener derechos sobre mi vida, entonces sería un hombre que vea en mí más que una hembra con la cual aparearse.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, era inevitable, antes de que se cubriera el rostro con las manos. Su cabeza estaba sobrecargada de pensamientos, imágenes y el polvo que levantaban los escombros de sus sueños rotos... sentía como sus piernas fallaban a la misión de sostener su peso... y su cuerpo inclinarse, precipitándose hacia el suelo. Nunca la dejó degustar el impacto, ocupándose de acurrucarla en la seguridad de sus brazos, la mantuvo así largo rato; el mareo pasó y Sasuke no se digno a soltarla.

-lo siento... -su voz sonó tan cálida sobre su oído, que la rabia se disipó en ese instante. -...no quise ofenderte. -besó su mejilla en un símbolo de paz, mientras la alzaba hasta poder depositarla en la cama.

-Mis bromas no te hacen gracia... ni las tuyas a mí.

-Que quieras suicidarte no es gracioso, ni siquiera en sueños. -la tapó con las sabanas y buscó en el armario cercano alguna frazada.

-Que hables de esa manera tampoco lo es.

-Lo sé, lo sé... dejaremos las comparaciones con animales, está visto que ni a ti, ni a mí nos gusta.

La cobijó con una manta azul que había encontrado, ignorando las quejas de Sakura, quien aseguraba que el mareo había sido producto de los nervios, para luego dejarla sola unos segundos. Mientras Sasuke iba por un vaso de agua, ella tuvo la oportunidad de recordar el quid de la cuestión... seguía siendo desconocido el motivo de que él estuviese ahí.

-Toma. -le tendió el vaso de agua con azúcar, y esperó a que esta terminara para llevarlo hasta el mueble más cercano y dejarlo allí. -Tenemos que hablar, y quiero que permanezcas en silencio y me escuches. -enfatizó lo último.

-Si solo quieres que te escuche, entonces no digas: "Tenemos que hablar". Con que digas: "Acapararé el derecho de expresión durante un rato" es suficiente.

-Lo ves... -gruñó exasperado. -es por esas acotaciones que nunca logro exponer mi punto, me llevas por las ramas y terminamos discutiendo antes de que pueda decirte...

-Está bien, no necesito que me regañes; habla de una vez.

Se sentó a un lado de la cama, en el suelo, apoyando su espalda contra la fuerte estructura de madera y el borde del colchón... dándole la espalda fue más fácil comenzar a explicarle cuan engañados habían estado hasta el momento.
Ella era demasiado ingenua, no hubiese comprendido lo que sentía incluso si se lo escribía en la frente, pero por otro lado aceptaba su parte de la culpa por haberse negado con tanto ahínco a creer que pudiese amarla como lo hacía. La sensación que había experimentado junto a ella era muy contrastante con lo que había experimentado anteriormente con otras mujeres; con Sakura, la necesidad nunca acababa... necesitaba todo de ella, y en todo momento. Nunca había disfrutado de placeres pequeños como abrazar a alguien al dormir, o besar a su compañera en las mañanas... quizás porque ninguna le había seducido tanto como para despertar a su lado; ahora entendía porqué para ella eran tan importantes esas imperceptibles muestras de afecto.

-Seré sincero... no me encuentro a mí mismo diciendo esto, pero... quiero que te quedes conmigo. -habló por fin, dejándola algo estupefacta.

-Tendrás que darme un buen motivo... -dijo, intentando cortarle las alas a todas las mariposas que revoloteaban desde su estomago hasta su garganta.

-¿Qué no habíamos acordado que tú estarías en silencio? -ella rió, acordándose de ello, e hizo el gesto de cerrar un cierre sobre sus labios. -Eres una molestia... traté siempre de mantener la distancia, incluso luego de volver y convertirme en un depredador de mujeres... tú eras intocable para mí. -alzó una ceja, aún guardando silencio, al recordar muchas caricias y besos. -...hasta el día en que decidiste rebelarte, mostrarme que podías hablar, gritar y enfrentarte a mi sin miedos... en ese instante me diste a entender que no debía protegerte de nada, tampoco de mí.

Estiró una de sus manos hacia atrás, tanteando a ciegas por la de ella, Sakura le complació al unir su mano con la de él. La paz que ambos cosechaban era realmente inédita, las peleas que habían tenido durante los últimos días hacían difícil creer que pudiesen estar así de calmados; como si nunca nada hubiese ocurrido, o tal vez, como si lo que hubiese ocurrido no fuese motivo de arrepentimiento para ninguno.

-Te aceché, te seduje... y fuiste mía... Eres mía.-corrigió con énfasis pocos segundos después. -No te diré que lo lamento porque no quiero mentirte, no te diré que si me aceptas ahora seré un novio ejemplar, porque también estaría mintiéndote. Tengo la intención de hacer que todos en esta aldea, y sus alrededores, sepan que eres mi mujer... pero no puedo demostrarles cuanto te amo por serlo.

-¿Vergüenza? -su voz mordaz no titubeó, pero sus ojos amenazaron con quebrarse en llanto nuevamente.

-Nunca le he temido a lo que piensen los demás, ni siquiera me ha importado, no es eso. No quiero que seas blanco de mis enemigos... -por fin entendió, con la sinceridad de sus palabras, cual era el verdadero problema de Sasuke.

No quería volver a perder una familia, por ello, se negaba a creer en que el destino pudiese aguardarle algo mejor que un par de prostitutas y vientres desconocidos para llevar a sus herederos; era solo miedo, todos los problemas habían surgido de un pequeño miedo de Sasuke.

-Idiota... -sonrió con alivió al saber cual era la verdad, apretando sus manos entrelazadas. -¿Cuándo me tomarás en serio? Puedo defenderme, y defender a mis seres queridos... podemos defender juntos una familia, si es que deseas armar una conmigo.

-Para eso vine hasta aquí... -aclaró por fin el motivo de su visita, llevando la mano que estaba en posesión de la suya hasta sus labios para besarla, permitiéndole a una sonrisa curvar la perfecta línea de sus labios.

Se levantó, sin desenlazar sus dedos, y giró medio paso para verla... la vida había vuelto a sus ojos, y sus facciones se enriquecían con los hoyuelos de una gran sonrisa; no pudo evitar agacharse a besarla, lentamente, y degustar sus labios con la dedicación de un experto. Tomó su barbilla, obligándola con dulzura a dejarle paso, y disfrutó de la cálida bienvenida que le dio su lengua; tras unos segundos de enredarse en el sabor del otro, se dejó caer sobre ella... cuidando de asentar su peso en ambos brazos al costado de su cuerpo y en las rodillas. Él era conciente de algo que ella ni siquiera sospechaba.
La buscó nuevamente con su lengua en cuanto encontró la posición más cómoda y conveniente, y abrazó la de ella, que se movía revoltosa dentro de su boca, era un deleite sentir como el sabor de Sakura se mezclaba con su saliva... creando una apetitosa sensación para ambos. Una de las manos de ella se perdió entre los cabellos oscuros del moreno, jalándolos de vez en cuando, mientras otra se aferraba a su hombro, intentando apaciguar los espasmos involuntarios que tan solo con roces provocaba.
Los pensamientos de Sakura no volvieron a interferir, desde el momento en que él la besó sus dudas se disiparon... ya sabía el motivo de porqué había sido tan arisco en el pasado, y decidía ahora creer fielmente a su declaración. De un hombre tan taciturno como lo era Sasuke... nunca esperó que dijese: "Te amo" en simples palabras, pero con saber que todo había sido por evitar ponerla en peligro en el futuro, por prevenir perderla a ella o a una posible familia... entonces no era difícil adivinar lo que eso significaba.
Los gemidos comenzaron a escapársele de la boca, al dejar de ser sofocados por los besos de Sasuke, mientras que él dejaba un agradable recorrido de marcas y saliva por la garganta su garganta; sus manos ágiles y disimuladas la despojaban de su ropa fácilmente sin ser percibidas, ella solo lograba sentir el cosquilleo constante de su cuello y un deseo palpitante humedecerle las bragas. En aquel instante parecía que nada de lo que pudiese hacer él esa noche podría satisfacer la inmensa necesidad que la atormentaba en dicho momento, pero estaba segura de que Sasuke podría hacerle notar cuanto lo subestimaba en esas cuestiones.

-¡Sasuke-Kun! -salió de sus pensamientos al sentir un dolor punzante, pero no exagerado, en la cúspide de sus senos... él sonrió con maldad, alejando sus dientes del lugar y dedicándose a atormentar al otro caramelito rosado que decoraba la blanquecina piel de ella.

Únicamente al sentir el erótico placer de su intimidad desnuda rozando la gruesa tela del pantalón de él, pudo notar que Sasuke la había desnudado casi por completo. Solo restaba deslizar el sostén, que había quedado a la mitad de sus brazos, y estaría tal y como a él le gustaba verla. Se dijo mentalmente, aunque fuese en vano, que la próxima vez prestaría menos atención a las sensaciones y descubriría en qué momento él hacía magia con sus prendas.
Sakura quitó las manos que el posaba en sus muslos y las alzó por sobre su cabeza, para luego poder quitarle la estorbosa prenda negra que cubría su magnífico torso. Era un demonio vestido de ángel, con su rostro impecablemente atractivo, su seductora voz y su piel nívea... Sasuke era el complemento perfecto para una vida plena y saludable.
Su corazón se aceleró, aumentando el frenetismo y la adrenalina, al sentir el sonido de la hebilla desabrocharse... el cinto de Sasuke ya estaba fuera de juego, ahora solo faltaba el pantalón y sus boxers, pronto podría revivir aquellas sensaciones tan nítidas que él le había enseñado. Y lo mejor era que en ese momento lo disfrutaría sin las preocupaciones que antes abordaban su mente; por primera vez sentiría plenamente lo que era estar con Sasuke. Mientras sus felices pensamientos la llevaban por caminos desconocidos él se deshizo del resto de su ropa, dejándose así en iguales condiciones.

-No quiero seguir sin que lo sepas... -se detuvo de repente, obligándola con una de sus manos a mirarle a los ojos, antes de susurrar un "Te amo" moviendo sus labios lo suficiente para que ella pudiese leerlo de ellos directamente.

Entró en ella lentamente, notándola totalmente derrotada tras aquella última confesión, y la besó mientras se deslizaba hacía adentro con lentitud. Se sentía placenteramente apretado ahí dentro, con una deliciosa sensación de humedad que le hacía desear que aquello no acabara nunca... que pudiese quedar atrapado ahí para siempre, sintiéndola y contemplando en su rostro la expresión exacta que tenía en aquellos momentos. Esa dulce sonrisa armoniosa, acompasada al brillo vivaz de sus ojos encendidos y la calidez de sus mejillas sonrojadas. La primera embestida le hizo gruñir roncamente, mientras sus dientes se abalanzaban sobre la vulnerable garganta de Sakura y dejaban marcas en todo lugar que estuviese a su alcance.
Suya Era completamente suya, y nadie podría discutírselo jamás. Sus manos localizaron rápidamente sus muslos, apretándola hacía él cada vez que se adentraba en ella, y masajeando con necesidad su firme trasero. Bendito fuese el entrenamiento de Tsunade, que le dejaba como resultado en aquel momento una Sakura capaz de excitarlo con tan solo una mirada descarada a sus piernas, sus senos o su adorable trasero. Y aunque fuese indiferente a todas esas bondades, sus malditos ojos eran demasiado expresivos como para huir de su encanto.
Las piernas de ella se enredaron a su cadera, ayudando a la labor de las manos de él, para poder conseguir una unión todavía más íntima y profunda... un beso descolocado en su mejilla le acercó un suspiro hacia la oreja, mientras notaba como ella se contraía en espasmos involuntarios; le sorprendía cuanta pasión podía guardar aquella muchacha bajo su actitud aparentemente recatada.

-¿Qué opinas ahora de las comparaciones con animales...? -preguntó Sasuke, luego de oírla gruñir por primera vez.

-No... no somos tan diferentes... después de todo. -susurró perdida en las caricias íntimas que él le proporcionaba, al tiempo en que el ritmo de las embestidas se volvía un poco más calmado. Rió ante la respuesta de ella, provocándole con su aliento un escalofrío.

Juntó sus bocas, sosteniéndola de la mandíbula para evitar que se escapase en busca de aire, y le dio el besó más largo que hubiese imaginado, enseñándole de paso que la asfixia se volvía una explosión de erotismo en algunas ocasiones. Mientras Sakura recuperaba el aire que le había sido robado, Sasuke se apodero nuevamente de las dulces cerezas que coronaban sus pechos... logrando sacarle a su boca, sonidos que ni siquiera sabía que era capaz de hacer.
Las embestidas no tardaron en hacerse más frecuentes y desesperadas, mientras las uñas de ella dejaban rastros gatunos en la espalda de él y sonidos roncos se escapaban de sus labios... palabras sin sentido que le decían al otro entre susurros, significando todas una sola cosa: "No te detengas"
Un gemido compartido, largo y sonoro, seguido de una sensación cálida dentro de ella y la sonrisa en el rostro de él, marcaron el momento exacto en el que ambos habían terminado. Sakura recostó su cabeza sobre la almohada, sintiendo de repente todo el cansancio que antes no había percibido, y dejó que él la arropase de nuevo con las colchas desacomodadas... acostándose a su lado para descansar un rato, hasta que el sonido de la llave le hiciese saber que debía esconderse. La voz de ella, aún cansada, le distrajo por dos segundos.

-Sasuke, idiota... no usaste protección.

-¿Para qué? Si tú ya estás embarazada... -tocó su vientre por debajo de las colchas, totalmente plano por el momento, mientras veía de soslayo la expresión incrédula de Sakura. Era imposible estar equivocado, había notado con el Sharingan como un pequeño punto dentro de ella comenzaba a desarrollar un chakra diferente, era tan pequeño como un alfiler en aquel momento... pero era un hecho que ahí estaba. Sonrió tranquilizadoramente, antes de atraerla a él en un abrazo.


Bien, ese es el final... gracias por todos sus comentarios, y su apoyo. Y como siempre, lamento la demora en publicarlo. (Es bueno saber que tengo uno menos en la lista de actualizaciones xD)

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Atte. Sakuryo