Disclaimer: los personajes NO me pertenecen, son propiedad del señor Akira Toriyama, gran culpable de que yo ame tanto esa historia tan maravillosa llamada Dragon Ball.
Hago esto por amor a Dragon Ball, a sus personajes, a su creador y a escribir.
Presentación de la Historia:
¡Hola! Soy Schala S y este es mi nuevo fic: "Pecados en la Sangre".
Esta historia intentará ser un What if?, género de fanfiction donde el autor cambia un hecho del original y sigue a partir de ahí con todo lo que ese cambio —o varios de ellos— implique en el original, según su propia visión de la serie sobre la cual escribe, para así contestar a la premisa planteada en un principio: "¿qué pasaría si cambio x hecho del original?".
No soy fanática de este género, pero últimamente vengo muy fascinada con los saiyans como raza guerrera, con todo lo que se sabe y con lo que no, con las variadísimas teorías que rondan el mundo fiquero... Pienso mucho en cómo hubiera sido si hubieran vivido en vez de muerto... En su naturaleza, en su forma de sentir, de odiar, de vivir...
Pido perdón desde ya si no gusta. No tengo experiencia en este tipo de historias y estoy haciendo esto para aprender, por eso voy a agradecer cualquier comentario con consejos, críticas o lo que sea que les genere esta historia, para así estar más segura del camino a tomar...
Con respecto a los cambios en la historia del original hacia acá, prefiero que lo vayan descubriendo durante el desarrollo de la trama. De todas formas, seguramente haga aclaraciones al final de cada capi.
Entonces, sólo queda preguntarnos...
¿Qué hubiera pasado si los saiyans descubrían a tiempo que Freezer planeaba asesinarlos?
PECADOS EN LA SANGRE
Prefacio
"Aquella vieja historia"
—Bisabuelo, ¿podrías contarme esa historia de nuevo? —preguntó la pequeña sin dejar de mirar el fuego de la fogata que él había prendido hacía un rato.
El hombre dio un rápido vistazo al lugar en el que ambos se encontraban, apreciando la desolación del planeta en el que estaban, esa desolación ya conocida desde hacía tantos años...
Y ella sólo empezaba a conocerla.
—¿A cuál te refieres? —inquirió, aunque bien sabía a qué historia se refería.
—Ya sabes a cual —musitó la muchachita, muy segura de sí misma y encarándolo con la mirada, sin miedo alguno.
"Empiezas a ser una de nosotros, chiquilla...".
—De acuerdo, te la contaré.
—Bien. —Ella dejó de lado el fuego y se inclinó hacia él, sin quitarle la vista de encima.
El fuego era lo único que los alumbraba; en la oscuridad, mientras tanto, se ocultaba el terrible asesinato en masa que habían cometido hacía unas horas.
—La historia de cómo llegamos a ser los reyes del universo...
—Sí, a esa me refiero... —Ella sonrió con orgullo y él, incapaz de no hacerlo, la imitó.
—Pues bien, todo comenzó hace mucho, mucho tiempo...
Hacía diez años que nosotros, los saiyan, nos habíamos librado de los tsufur, con quienes compartíamos el planeta Plant desde hacía décadas. Cuando el último de ellos murió, nosotros nombramos a nuestro planeta con el nombre que tiene actualmente: Vegetasei.
Así, nuestro poder empezó a ganar fama en toda la galaxia y todos en el universo pronto entendieron que era mejor tenernos de aliados que de enemigos.
Quien mejor lo entendió fue un sujeto llamado Freezer.
Freezer era miembro de una familia de emperadores espaciales; vivía para comprar y vender planetas y tenía sirvientes de todas las clases y razas. Nadie se le enfrentaba porque el sujeto era muy fuerte, casi invencible; sembraba el terror en la galaxia y nadie podía oponerse a él.
En el año 731, Freezer se contactó con nosotros para ofrecernos un trato: conquistar planetas para él a cambio de riquezas de todos los tipos.
Por supuesto que a nosotros poco nos importa la riqueza, pero si nos importa pelear; Freezer no hizo más que darnos la excusa perfecta para hacerlo. Además, las riquezas y la tecnología que nos brindaba nos permitían evolucionar como raza.
De esta forma, empezamos a trabajar para él. Devastábamos más y más planetas alrededor del universo, que luego vendíamos a Freezer y su imperio a cambio de una módica suma.
Cada día éramos más fuertes, más sanguinarios... Eso hizo que Freezer temiera una rebelión de nosotros contra él.
Nos tenía miedo.
Los saiyans siempre fuimos fieles a él, eso sí. Realmente, el querer eliminarnos a todos destruyendo nuestro planeta era un acto cobarde de su parte. No hacía más que demostrar el inmenso miedo que sentía por nosotros.
Después de que varios escuadrones saiyan aparecieran masacrados en muy poco tiempo y sabiendo que eso era imposible, pues nuestro nivel de combate era superior al de los habitantes de los planetas donde habían sido asesinados, el Rey Vegeta sospechó de Freezer.
Costó mucho averiguarlo, pero finalmente un escuadrón de Clase Alta logró capturar a un soldado de Freezer, el cual dijo haber escuchado a Zarbon y Dodoria, súbditos del maldito monstruo, decir que se estaba planeando una masacre en Vegetasei.
¿Eliminarnos a nosotros, los saiyans?
¡Inconcebible!
Si Freezer hubiera hecho explotar Vegetasei, sin dudas no habríamos sobrevivido...
Entonces, el Rey Vegeta nos reunió a todos bajo el más grande de los secretos. En aquella época no éramos una raza que se caracterizara por su súper población: no éramos muchos, pero éramos suficientes. Aún somos pocos, como sabes.
El Rey nos propuso un plan de escape hacia el rincón más remoto de la galaxia.
¿Escaparnos sin pelear? Esa no era una alternativa, no siendo saiyans, no siendo guerreros por lo que Freezer ignoraba era que acababa de nacer un niño de nuestra raza, el cual tenía un poder de pelea ampliamente superior al de todos los saiyans vivos en aquel nombre era Broly. Era únicamente un bebé, pero ya era el más fuerte de nosotros.
¿Cómo era eso posible?
Pues bien, Broly no era uno más: se trataba del Súper Saiyan Legendario, el que venía a la vida cada mil años, el que superaba a todos en poder y en sed de batallas...
El más saiyan de todos nosotros.
Sabiendo que tener a Broly era una victoria asegurada y que impediría que perdiéramos a muchos saiyans en la batalla, nos marchamos al planeta más distante de la Galaxia del Sur, al lugar más lejano posible.
Nos entrenamos día y noche, sumergiéndonos en la que ahora se llama popularmente era de la auto-superación, donde sobrepasamos nuestros propios límites y llegamos a niveles inimaginables de poder...
Por supuesto que nos mudamos varias veces de planeta en el transcurso de nuestro entrenamiento, para despistar lo más posible a Freezer, quien sin duda estaba volviéndose loco buscándonos. Estuvieron a punto de localizarnos en más de una ocasión, pero los saiyans no podíamos permitirnos eso.
No hasta estar listos.
Vagar por el espacio, vale aclarar, era algo familiar en nuestra sangre, pues ya lo habíamos hecho antes de llegar a nuestro actual hogar.
En medio de todo esto, Broly creció. Cuando él tenía seis años supimos que ya era momento de vengarnos.
Así, en el año 743, fuimos directo a Freezer y nada pudo hacer frente a Broly ni frente a toda nuestra raza unida por el mismo objetivo: su cabeza.
Eliminamos a Freezer, más tarde a su hermano Cooler y, por último, a su padre, King Cold.
Nada quedó de ellos, ¡nada! Deberías haberlos visto, a los "emperadores de la galaxia" llorando por sus miserables vidas...
No nacieron para ser rivales nuestros. Finalmente fuimos quienes rieron al último.
A partir de ese momento, los saiyans nos alzamos como seres supremos de la galaxia.
Perdimos varios en la batalla, más de los que hubiéramos querido, pero nada fue en vano.
Tomamos el reino de Freezer y su familia y lo hicimos nuestro y, a partir de ese momento, nos dedicamos a vender y comprar planetas, dejando muchos de ellos, esos donde la superficie y condiciones naturales lo permitieran, para entrenarnos...
Nuestro poder ya no alcanzaba para un planeta, hacía temblar cualquier suelo a lo largo y ancho del espacio.
Ya nadie podía eliminarnos.
Y eso que muchos lo intentaron...
Pero nadie pudo.
Y así seguimos hoy, siendo temidos y admirados, odiados y amados...
Somos los reyes de la galaxia.
Los poderosos e invencibles saiyans.
—Invencibles… —susurró la muchacha mirando de nuevo hacia el fuego.
—Sí —afirmó él con orgullo.
—Entonces, ¿por qué Broly y el Rey Vegeta murieron? —preguntó con incógnita reinante en su rostro.
—Eso sucedió muchos años después...
Tenía que ser sincero consigo mismo: esa pregunta, para él, no tenía respuesta. Una ligera sospecha reinaba en su corazón desde hacía décadas; pero no, no podía ser...
"No creo que haya sucedido lo que sospecho, es imposible...".
—Y dime, bisabuelo... —La muchacha siguió con sus preguntas—. ¿Tú crees que está bien lo que hacemos los saiyans?
Rió ante aquel estúpido cuestionamiento.
—Creo que heredaste algo de tu abuelo...
Ella suspiró.
—Tal vez —admitió con una risilla cómplice—. Pero a veces no puedo evitar preguntármelo... ¿Estará mal matar tanto? ¿Estará bien creernos superiores?
—Yo lo veo así —contestó, ya harto de escuchar aquellas tonterías—: no está mal ser nosotros mismos... Y nosotros somos guerreros, Pan.
—Ser nosotros mismos... —repitió ella, quien parecía sorprendida por tremenda respuesta.
—Sí. No podemos dejar de lado nuestra naturaleza, ¿eso sería justo?
—Pues supongo que no... —la muchacha rascó levemente su cabeza.
—Necesitamos luchar... Necesitamos ser cada día más fuertes... ESA es nuestra naturaleza —aseguró.
—Bisabuelo... —Pan se lo quedó mirando, sumida en un completo silencio.
—Nunca quieras negar tu naturaleza ni intentes evadirla, porque si lo haces ella vendrá por ti y no te dejará vivir para contarlo... —sentenció con una inmensa sonrisa en su rostro, más soberbio que nunca—. Nuestra sangre es más fuerte que nosotros mismos. Jamás lo olvides.
—De acuerdo... —y ella sonrió, imitándolo.
Bardock volvió a sonreír también, satisfecho por aquella nueva enseñanza.
"Además, nosotros no matamos por matar. ¡Nuestros enemigos deberían considerar un honor morir en nuestras manos! Nadie muere sin pelear antes, esa es la verdad... Sino dejaría de ser divertido".
Su bisnieta sólo estaba comenzando, tenía apenas cinco años...
Había que educarla bien para que así pudiera ser una buena saiyan, como él lo había sido durante toda su vida.
"Ya estoy empezando a envejecer y necesito que la nueva generación luche por mi raza, que deje su vida por ella así como yo lo hice...".
—Ya vámonos, la lección terminó por hoy.
Se levantó de la roca en la cual se encontraba y pateó a quien estaba a su derecha, su nieto Goten, para que despertara del profundo sueño en el que se había sumergido unas cuantas horas atrás.
—Compórtate, chiquillo... Creo que le diré a tu tío Raditz que se haga cargo definitivamente de tu entrenamiento. Ya no confío en tu padre para eso...
Goten lo miró con hombros encogidos, aún adormilado.
—Tío Raditz es muy severo...
—Justamente, eso es lo que tú necesitas.
Pan y Goten le ayudaron a apagar la fogata y, finalmente, se retiraron hacia sus naves individuales.
Sin más, emprendieron vuelo hacia el hogar que él tanto amaba.
El suelo que le hacía comprender que todo lo que había sucedido estaba bien, que todo el sufrimiento y las batallas habían servido de algo...
El suelo que, así como le había dicho a Pan aquella noche, realmente le hacía sentir que valía la pena ser saiyan, que valía la pena seguir los designios de la sangre...
Vegetasei.
Nota Final del Prefacio:
Bueno, ¿Qué tal?
Espero les guste.
Me gustaría leer opiniones de ser posible, aunque sé que no es mucho esto, pero es sólo el comienzo. n.n
Algunas aclaraciones que me gustaría hacer:
Más que nada, quiero hacer una pequeña advertencia: este fic va a tener Trunks x Pan, pero no planeo hacer a la relación el conflicto central y tampoco planeo que todo suceda como sucede comúnmente en los fics sobre ellos… Básicamente, esta historia va a ser sobre SAIYANS, sobre todos ellos, como individuos, como clases y como raza.
Y Trunks va a ser el protagonista indiscutido... ¿De qué forma? Ya lo veremos. XD
Tal vez muchas cosas no les cierren de este prólogo, pero ya irá avanzando la historia. n.n
Sin más, ¡saludos!
Dragon Ball (c) Akira Toriyama, Bird Studio, Shueisha, Toei Animation.