Disculpenme por la demora, T.T no ay tiempo T.T. Gracias por los reviews, espero q les guste.


Tercera Parte: El te quiero

Caminé junto a ella esperando que me dijera algo. Nada. Sólo llevaba ese bulto de colores y silenciosamente miraba hacia adelante, ni si quiera me veía.

¿A dónde nos dirigíamos? No tenía ni la menor idea, y tampoco quería preguntar.

- ¿Y dónde está "Renji"? – dije con especial entonación en el nombre.

- Está en la tienda de Urahara, tiene una misión especial – me respondió cortantemente.

Un sentimiento de ira se apoderó de mí, sin saber la razón. Me molestó que supiera dónde estaba exactamente "su querido Renji". Quería gritarle en ese preciso momento por qué demonios había pasado todo el maldito día con ese estúpido y no conmigo, por qué me había besado si quería salir con él, por qué me había cerrado la puerta; pero no dije nada. Decidí esperar a que llegáramos al lugar que ella deseaba y poder hablar civilizadamente y tal vez reclamarle, dependiendo de cómo fueran las cosas.

Nos detuvimos frente a un edificio de varios pisos de altura, era de noche y las luces iluminaban de una forma especial la calle.

- Vamos – me dijo.

- ¿Qué hacemos aquí?

- Sólo sígueme, quiero hablar contigo.

Entró, saludó normalmente al hombre que al parecer era el portero y nos dirigimos hacia los ascensores, presionó el botón y cuando bajó, entramos.

Fueron segundos un poco incómodos, como sólo estábamos nosotros, reinaba un silencio penetrante.

Cuando llegamos al piso siete, bajamos. Rukia caminó de frente y luego volteó hacia la izquierda, se paró en la puerta de la habitación y sacó una llave, abrió la puerta e ingresamos.

Era un departamento bien equipado, al menos por lo que vi del recibidor y el comedor.

- Ok, ahora sí, ¿puedes explicarme qué hacemos aquí y de quién es esto? - pregunté.

- Estamos aquí para hablar calmadamente y sin interrupciones, y con respecto a tu otra pregunta, este departamento es de Renji.

- ¿De Renji? ¡Genial! ¿Y qué estamos esperando, que venga para recogerte para llevarte por ahí?

- ¿Cómo? – me miró con cara de desconcierto.

- ¿Por qué has pasado todo el endemoniado día con él? ¿Qué estaban haciendo? ¿Por qué ni siquiera me dijiste que iban a salir? ¿Acaso no te interesa lo que yo piense?– debo de confesar que en ese momento estaba un poco alterado. Malditos celos.

Celos eran los que me estaban matando.

Ahora que lo pienso bien, en ese preciso instante, yo no tenía por qué haberle preguntado nada a Rukia, ella no tenía ninguna relación conmigo ni tampoco obligación alguna. No tenía que darme explicaciones de lo que hacía o no. Tal vez me exalté demasiado para las circunstancias en que estábamos, pero cuando abrí la boca, las recriminaciones salieron por sí solas. Lo que había estado reprimiendo durante varias horas, mientras esperaba que volviera a casa, salió de repente. Estaba completamente celoso.

Qué irónico, dos días atrás, ni siquiera se me hubiera pasado por la cabeza que le diría alguna vez semejantes cosas. Pero creo que tarde o temprano ese sentimiento que estaba latente, y que ella había despertado con un simple roce de sus labios, iba a manifestarse tarde o temprano.

Estaba tan acostumbrado a su presencia, que no me había percatado que me había enamorado sin darme cuenta.

Y allí estaba, gritando como loco, reclamándole por qué había estado con Renji en lugar de estar conmigo.

- Ichigo.

- Yo como un tonto pensando en cómo disculparme y cuando llegué a casa, ¡te habías ido!

- ¡Ichigo!

- ¿Qué?

- ¿Me dejas hablar?

- Es que yo…

- Déjame hablar a mi primero, ¿está bien? – Asentí. – Antes que nada quería pedirte disculpa por haberme tomado tan en serio eso que dijiste el otro día, pero es que no me esperaba que una cosa así, tú sabes bien que cuando nos peleamos decimos todo tipo de cosas, pero esa palabra de "estorbar", no sé, me dolió. Sentí como que lo dijeras de verdad.

- Rukia, lo sien…

- Déjame acabar, por favor. Bueno, y después, cuando fuiste a mi habitación y tocaste la puerta, estaba bastante abrumada y confundida por las cosas, y no sé por qué hice eso, cuando me di cuenta, estaba besándote y lo único que se me ocurrió fue cerrar la puerta, así que perdóname.

Me di cuenta de que había bajado la mirada. Nunca había visto a Rukia pedir disculpas por algo, y mucho menos a mí.

- ¿Estás diciéndome que te arrepientes de haberme besado, eso quieres decir?

- No es que…

- Entonces, ¿por qué lo hiciste si te ibas a arrepentir?

Ya me había exaltado bastante, me estaba desesperando. Cruzaron por mi cabeza varias ideas: ¿Qué tal si Rukia quería a Renji? ¿O a otro? ¿O simplemente no me quería?

"¡Qué hago pensando esas idioteces! ¡Qué demonios me pasa!"

- ¡NO ME ARREPIENTO! – me gritó al instante. Yo volteé y pude ver su rostro, ese rostro que se había vuelto mi perdición. – Maldición, no me arrepiento en lo absoluto -. Desvió la mirada nuevamente -. Pero tenía miedo de cómo reaccionarías.

- ¡PERO SI NO HICE NADA! Por el contrario, fue… Despertaste en mí algo como, algo como… Maldición, Rukia, no soy bueno para estas cosas. Sólo quiero que sepas que yo…

Mis ideas salían disparadas de mi cabeza. Quería decir algo, pero también quería decir otra cosa al mismo tiempo. Quería decirle que me gustaba, que la quería, que no quería que se fuera con el estúpido de Renji otra vez.

- Que yo te quiero, ¿OK? Me gustas, que casi me vuelvo loco cuando me enteré que te habías ido con ese estúpido, que quiero pasar mi tiempo contigo, que quiero que me beses como lo hiciste esa vez.

Me desplomé en uno de los sillones. Fue como si hubiera estado llevando sobre mis hombros un gran peso y ahora hubiera desaparecido sin dejar rastro. Quise seguir diciendo todas esas cosas que tenía atracadas en el pecho, pero no pude seguir. Sólo apoyé los codos en mis rodillas y me cubrí el rostro.

- Lo siento, Rukia – le dije sin pararme. No había obtenido respuesta a lo que le acababa de decir. - ¿Para qué me trajiste aquí?

- Yo también te quiero.

- ¿Qué? – la miré incrédulo. En el instante que levanté la mirada, estaba enfrente mío.

- Ichigo, si te lo propones, puedes decir las cosas más dulces, ¿sabes?

Maldición, ese sentimiento era tan fuerte, que hacía que mi corazón latiera a gran velocidad. Estaba allí, sonriéndome con esos labios irresistibles, con su mirada inocente, que hacía que me derritiera por completo.

Jamás olvidaré aquellas palabras "Yo también te quiero". Puedo sonar cursi, pero ya no me interesa, fui realmente feliz. Por un momento había pensado que…

Me paré y tuve que abrazarla, no pude contenerme. Quería quedarme así para siempre, experimentando esa dulce sensación que me venía tan bien.

De pronto Rukia se separó de mi, otra vez, le gustaba tomarme por sorpresa.

Gracias a Dios esta vez me sonrió, se acercó nuevamente y como la primera vez que lo había hecho, me jaló de la camisa y acercó sus suaves labios a los míos.

Esa bendita sensación que poco a poco me embelesaba cada vez más… Esa enana me volvía loco.

- Oye, ¿y cómo que este apartamento es de Renji? – le pregunté después.

- Ah, lo ha comprado hace poco.

- ¿Así?

- Sí.

- ¿Y por qué saliste con él?

- Para comprarte esto -. Dio media vuelta y cogió el paquete colorido del mueble. – Anda, ábrelo.

- ¿Es para mí? – dije ligeramente emocionado.

- Claro.

- Y ¿por qué? – pregunté mientras abría el paquete.

- Porque pensé en darte algo como disculpa. No sabía que comprar, así que llamé a Renji para que me ayudara a elegir. Le conté todo lo que había pasado y me dijo que podíamos utilizar su nuevo apartamento para conversar mejor.

- Ah -. Después de todo el idiota no había hecho nada malo. Sí, en ese instante pensé que yo era el único idiota.

Por fin abrí el paquete, que estaba sumamente envuelto, y encontré una camiseta con dibujos modernos. No sé si fue por la camiseta o porque fue un regalo de Rukia, pero me la probé al instante. Era justo de mi talla.

- Muchas gracias – le dije. – Me encanta -. De veras me encantó.

- Que bien, me alegra, me causó muchos problemas porque…

Mientras me contaba lo de la compra, sentí algo en mi bolsillo derecho, introduje mi mano y me topé con una cajita: el anillo. Se me había olvidado por completo.

Otra vez mis pensamientos: "¿Un anillo no es un poco problemático? ¿No lo tomará como un compromiso o sí? ¿Y si piensa algo de matrimonio? ¡Pero si aun somos menores! Bueno, como que ella no tanto…"

- Eh, Rukia.

- ¿Qué?

- Yo también tengo algo para ti. – Obviamente me había quedado con la camiseta.

Como no se me ocurrió cómo dárselo, solo lo saqué de mi bolsillo y se lo tendí. Hasta yo mismo esperaba más de mí, pero no supe qué hacer.

- Toma – le dije extendiendo la palma de mi mano que dejaba la cajita al descubierto.

- No lo puedo creer.

- ¿Qué? – Creo que ella estaba tan emocionada como yo. - Oye, creo que primero lo debes abrir.

- Sí – me dijo cogiendo la cajita. La abrió y se quedó inmóvil.

- ¿Qué pasa, acaso no te gusta? – dije con preocupación.

- Ichigo – me vio con ojos llorosos. – Es la primera vez que me regalan algo tan precioso. Soy feliz. Gracias

- Bueno… - me volteé rascándome la cabeza por el nerviosismo.

Sus manos aparecieron alrededor de mi pecho. Una llevaba el anillo reluciente en el anular. Me abrazó. Sonreí como idiota. Me di vuelta y esta vez yo la besé.

Como les decía al principio, ni estaba dentro de mis planes enamorarme de Rukia, pero a veces, no se puede evitar. Simplemente te pasa, y esa vez me pasó a mí.


- ¡Kuchiki-san! – Inoue se acercó a Rukia para saludarla.

- Inoue, ¿qué tal?

- Bien – dijo con una sonrisa -. ¿Y tú?

- Umm muy bien.

- ¡Oh, qué lindo anillo! – exclamó la chica.

- Ah, gracias, me lo dio… ¿A que está bonito?

- Sí, sí, está lindísimo.

- Hola, Inoue.

- Kurosaki-kun, buenos días.

- Has visto el anillo de Kuchiki-san, está lindo ¿no?

- Ah sí, sí, ya lo vi. Yo también creo que le queda muy bien.

- "No vayas a decir que tú me lo diste"

- Yo se lo di.

- "Demonios" ¡ICHIGO! – le gritó Rukia.

- ¡Oh, que bello por tu parte! – respondió emocionada Inoue.

- Sí, Rukia y yo estamos saliendo – señaló innecesariamente con naturalidad inusual.

- ¡Oh, FELICITACIONES Kurosaki-kun, Kuchiki-san! Yo sabía que…

- ¡I-C-H-I-G-O! – Rukia le lanzó un maletín con toda su fuerza.

- Eh, ¡no me golpees, enana del demonio! – volteó y pudo contemplar el rostro asesino que la shinigami tenía. - Oye, Rukia, no pongas esa cara, das miedo. Rukia, no me vas a golpear otra vez… Rukia, espera, espera. ¡Rukia!

Ichigo salió corriendo por la ventana con Rukia y su anillo tras él. A pesar de que ahora estaban juntos, los golpes y su manera de tratarse, no iba a cambiar. Pero al fin y al cabo, se querían así.

FIN