Capítulo uno.
Ese día había iniciado de manera inmejorable. Todo inició con la cosquilleante emoción que siempre sentía antes de un partido de Quidditch, acompañada de su desayuno favorito y seguido por la repentina ausencia de Severus Snape en la clase.
Mejoró con el rumor de que Malfoy no jugaría.
¡Ganarían, sin duda!
¿Cómo habían logrado arruinar el día, de forma tan abrupta?
Sencillamente no era justo.
Primero se canceló el juego.
¿Solo porque Malfoy no podía jugar?
¿Qué clase de lógica obedecía eso?
Así que no era extraño que la tarde se ensombreciera, tanto como el humor del moreno; quien no se extrañaba por los ácidos comentarios que escuchaba de sus compañeros.
Claro que era cosa que no parecía importar al lúgubre hombre que le guiaba por los pasillos. Porque, para colmo, Snape había decidido reaparecer justo para bloquearle el camino y obligarle a seguirlo.
¿Podía empeorar ese día?
Harry resopló. Ese gesto llamó la atención de Snape, quien le dirigió una furiosa mirada, antes de apretar los labios y continuar con su apresurado paso por los pasillos.
Resultaba evidente su enfado. Sin embargo no pasaba lo mismo con lo que lo había causado, pese a que parecía tener una tenebrosa relación con Harry. Y era justo lo que hacía que el moreno repasara todas y cada una de sus actividades, intentando encontrar la causa de su actual situación para, al menos, tener idea de lo que debía esperar, una vez que llegara al sitio donde el molesto profesor pensaba llevarlo.
Aunque, viendo con más cuidado, resultaba obvio que caminaban hacia la oficina del Director. Lo que aumentaba la incertidumbre del moreno.
En serio, ¿En qué se había metido esta vez?
Cuatro pares de ojos se clavaron en él, en cuanto atravesó la entrada de la oficina. Se detuvo al instante, pero un despiadado empujón lo aventó hasta el centro del lugar, justo donde se sintió más expuesto.
¿Y qué hacían los Malfoy ahí, para empezar?
-Toma asiento, Harry. -invitó Albus.
El chico obedeció. Lamentablemente la silla más alejada de Draco Malfoy lo exponía, aún más; pero procuró permanecer sereno, ante las atentas miradas.
-Te he mandado llamar por un delicado asunto -dijo el anciano, mientras Harry estudiaba la mirada de odio que podía ver en Malfoy, junto con la curiosa caricia que Narcisa hacía a sus propias manos. Eso bien podría ser entendido como un gesto de nerviosismo; nada que pudiera relacionar con un Malfoy.
¿Qué tendría tan nerviosa a la mujer?
-... para reparar el agravio debes acceder a la exigencia del Señor Malfoy -terminó Albus.
¿Ah?
Harry se volteó a ver al anciano y ladeó la cabeza.
-¿Qué? -musitó débilmente.
-¿Has escuchado lo que dije, Harry? -Albus enarcó una ceja, notando el rubor en las mejillas del joven.
-Se lo explicaré, si me lo permite, profesor -intervino Lucius, con su característica elegancia, y se puso de pie, acercándose suavemente a Harry-. Dadas las obvias circunstancias que permitieron engendrar a mi nieto, espero, señor Potter, que sepa responder, de tal manera que nuestro linaje continúe sin mancha alguna.
Draco torció los labios. Pareció querer decir algo, pero un rápido apretón hecho por Narcisa se lo impidió y tuvo que conformarse con mirar a Harry con absoluto desprecio.
Sin embargo, Harry no tenía tiempo para atender miradas despectivas. Algo en las palabras de Lucius Malfoy, junto con fragmentos (no atendidos) de Dumbledore, empezaban a dar un peligroso significado a la situación.
¿Nieto? ¿Linaje? ¿Agravio?
El muchacho se acomodó las lentes, pese a que era innecesario.
-Disculpe, profesor -murmuró Harry-, por un momento creí entender que había ofendido a los Malfoy, embarazando a su sucesor. Cosa que es imposible.
-Madre, deberían reconsiderar esta idiotez, -dijo el rubio con exasperación, pese al inmediato regaño que recibió- ¡Ya tienen un nieto en camino! ¿Para qué queremos a Potter?
-¡Draco Lucius Malfoy! -bramó el hombre- ¡No pienso permitir que nuestro nieto sea bastardo!
Harry miró con desesperación al director.
-El señor Malfoy espera un hijo -explicó Albus, y sonrió ante la mueca del chico-. Sí, Harry -contestó la pregunta no hecha-, es posible que eso pase a magos.
-Oh -Harry se ruborizó- ¿Eso significa que Malfoy es marica?
-¡No te atrevas a llamarme de esa manera, Potter! -se escandalizó el rubio.
-¿Marica? -preguntó Harry con falsa inocencia- Según entiendo, tienes un bebé en el cuerpo -sonrió con burla-. Tuvo que meterse de alguna forma, ¿cierto?
Draco se ruborizó mortalmente.
-¡Mira quién habla! -se indignó el rubio- ¡Para tu información, fuiste tú quien metió al bebe, aquí dentro!
-Eso es imposible -Harry recuperó algo de seguridad-. Para eso tuvieron que pasar cosas absolutamente impensables entre nosotros.
-Impensables o no -intervino Lucius-, no tengo duda de que usted ha participado en la fecundación realizada.
-¡Eso es mentira! -Harry miró al atento anciano- ¡Ellos están mintiendo! ¡No tengo nada que ver en todo esto! ¡Dios! ¡Ni siquiera me gustan los hombres!
Albus suspiró.
-Pensé eso también, Harry. Así que me permití comprobarlo personalmente. Temo que el Señor Lucius Malfoy está en todo su derecho de exigirte que repares el daño. Eres el otro padre.
Harry debería recordar esas palabras para preguntar a su amiga sobre las opciones. Por el momento debía luchar con lo que implicaba ser "el otro padre", tomando en cuenta que se trataba de Draco Malfoy; precisamente un chico. Y no cualquier chico, sino un odioso y presuntuoso chico.
-Definitivamente, no recuerdo que algo tan descabellado haya ocurrido, especialmente con Malfoy.
-Es irrelevante, ante la prueba realizada -aseguró Lucius-. Lo que debe preocuparle, señor Potter, es resarcir la ofensa.
-¿Se le ha ocurrido que ellos hacen esto para entregarme a Voldemort? -Preguntó Harry a Albus.
-Claro que lo pensé -admitió Albus-. Sin embargo estoy seguro de la importancia que Lucius da a su familia. Así que no debo preocuparme por eso.
-Pronto formará parte de nuestra familia, señor Potter -Lucius sonrió, pero el gesto no tranquilizó al chico-, obviamente no podemos seguir del lado equivocado. Seremos su nuevo apoyo.
La verdad es que eso sonaba aún más ridículo que pensar en que él y Draco Malfoy hubieran olvidado que su odio, para unirse sexualmente y engendrar un hijo. Harry volvió a posar su inquieta mirada en el director, solo para encontrarlo confiado y tranquilo.
-¿Tengo otra opción? -preguntó finalmente. Notando que Draco lo miraba con verdadera incertidumbre. Parecía que, después de todo, no estaba tan contento con la situación.
Albus suspiró.
-No -murmuró-. No es buena idea enemistarse con los Malfoy.
-¡Pero ya éramos enemigos! -se exasperó el moreno.
-No por algo que nos afecta directamente. -susurró Lucius, dejando claro que las cosas sí podían empeorar.
Harry suspiró con resignación.
-Bien -musitó-. Daré mi apellido al niño.
Draco enarcó una ceja.
-Temo que su apellido no es suficiente. -Lucius sonrió- Exigimos que ambos pacten un contrato matrimonial -miró a Harry-. Ello levantará mucha atención, por lo que se mudará a la mansión, para que esté seguro.
Harry miró a Draco, quien encogió los hombros. Tuvo que comprender que las cosas no serían sencillas, para ninguno, y que todo eso apenas empeoraba.
o.o.o
-¿Tú qué? -Ron torció la boca mientras miraba a su amigo y tuvo que detener a una enérgica Hermione, quien no paraba de hojear un libro- Dime que podemos librarlo de esto.
-No podemos -dijo la muchacha con una sonrisa sarcástica-. Dado que ambos son varones, existe una exigencia más estricta. Especialmente si alguien como Dumbledore ha dado fe de que la exigencia se fundamenta en hechos reales.
-¿Malfoy y Harry? -insistió el pelirrojo- Eso es imposible.
Hermione levantó la mirada hacia el moreno.
-¿Seguro que no nos ocultaste esto? Los datos son muy específicos. Ningún mago puede quedar preñado sin una relación sexual y auxiliar mágica.
Harry y Ron hicieron una mueca de asco.
-Estoy seguro de que no tuve sexo con Draco Malfoy.
Hermione enarcó una ceja.
-La navidad pasada estuviste extraño -le recordó con tacto-. Todos se encargaron de decírnoslo, en cuanto llegamos.
La verdad es que Harry no tenía completa seguridad de lo que pasó en la fiesta de Navidad. Fueron pocos alumnos los que se quedaron en el Colegio. Más de Slytherin, lamentablemente. Pese a ello, las cosas estuvieron tranquilas, excepto al amanecer, tras la fiesta, cuando Harry despertó solo, en la sala de los menesteres, sin recordar lo ocurrido.
-No creo -murmuró-. De cualquier manera, ¿cambiaría la situación si hubiese hecho algo que no recuerdo? ¿Serviría para echar atrás ese contrato conyugal?
-No -admitió Hermione-. Dumbledore ha dado fe de la responsabilidad de Harry.
-Pues no veo el caso.
-... a menos -murmuró la muchacha- que sea comprobable que Malfoy actuó de forma deshonorable.
Harry bufó.
-¿Qué razón tenemos para pensar que Malfoy ha llegado a actuar honorablemente en su vida?
-¡Exacto! -acotó Ron- ¡Es lo que tenemos que comprobar!
-Si hallan algo, háganmelo saber -suspiró Harry-. En una semana dejaré el colegio... por seguridad mía y de mi consorte. -ironizó.
El problema, a opinión de Harry, era que Malfoy parecía tan inconforme con la situación, como él. Fue eso lo que lo animó a acercarse, tras una clase que compartían, en vez de caminar hacia el comedor, con sus amigos.
-Potter. -saludó Draco, quien lo vio acercarse de reojo.
-Saliste muy rápido del aula.
-¿Y te preocupas por mí? -ironizó el rubio- No lo hagas de nuevo.
-Pronto seremos consortes.
-No me lo recuerdes -gruñó el rubio, haciendo que Harry sonriera.
-Creí que me habías tendido una trampa. -dijo Harry con humor.
Draco volteó a mirarlo con ambas cejas enarcadas. Curiosamente no había rastro de burla en su expresión.
-¡Eso es! -exclamó el rubio-. Todo esto debe ser una trampa. -apretó los labios.
La verdad es que Harry no esperaba escuchar eso de labios del rubio.
-¿Quién querría colocarte una trampa? -se interesó el chico- Es ridículo.
-No dirías eso si conocieras a mis padres -ironizó el rubio y cruzó los brazos-. De hecho, parece más comprensible, viéndolo de esa manera.
A Harry no le parecía tan comprensible. Lo que sí estaba claro era que podría tener una oportunidad para arreglar esa absurda situación.
-¿Podríamos librarnos de esto?
Draco suspiró.
-¿Crees que seguiría pensando en todo esto si hubiera manera de librarme? -ironizó- Estamos jodidos. Y la mitad es por tu culpa.
-¿Mi culpa? -Harry frunció el ceño- ¡Ni siquiera recuerdo haberte tocado!
-Que no lo recuerdes no significa que no ha pasado -aseguró el rubio-. Lo peor es que hay consecuencias peores a las que imaginé. ¡Yo no debería estar preñado! ¡Y mucho menos de ti!
Toda la simpatía que Harry pudo sentir por el rubio, se había evaporado en ese mismo instante. Sin embargo atendió a sus palabras y enarcó ambas cejas.
-Tú sí lo recuerdas.
El rubio enrojeció ante eso y se pasó una mano por el cabello.
-Alguno debe acordarse ¿cierto? -murmuró.
-¿No pudo tratarse de otra persona bajo efectos de la multijugos?
-Ojalá. -gruñó Draco.
Lo cierto es que el rubio parecía terriblemente seguro. Tanto que el moreno tenía absoluta curiosidad de saber lo que lo causaba, pese a que podría ser desagradable saberlo.
-¿Sencillamente debemos resignarnos?
Draco torció el labio. Lo miró detenidamente y suspiró un poco, antes de incorporarse.
-No hay opción.
Lo cierto es que el rubio lucía bastante sereno con la situación pese a no mostrarse conforme con todo eso.
-Hermione dice que hay una manera.
-Ah, ésa -el rubio soltó una risita-. Debes comprobar que el mago que exige el reparo de su agravio, está actuando en busca de un beneficio poco honorable o bajo métodos repudiados por la ley conyugue mágica. -Lo miró- Sin embargo, es la parte más difícil, Potter. Yo estoy siendo obligado también. Sencillamente se actuará para proteger la seguridad del mago no nato. Y lo más adecuado, por ahora, es que nazca bajo el ambiente de un voto matrimonial.
-Veo que has pensado mucho en esto -murmuró Harry.
-Debería saber todas las opciones -se encogió de hombros-. Hay una más -agregó-, pero necesitaría ayuda de un mago poderoso para realizarla -lo miró.- Tal vez podamos cooperar para librarnos de ésta.
-¿De qué manera?
-Mi magia se ha concentrado en proteger el huevo, por lo que es inestable, pero existe una magia que puede llegar a él. Ya que fuiste quien logró "ponerlo dentro", es posible que lo empujes hasta...
-¡No! -interrumpió Harry- ¡Dios! ¡No puedo creer que lo insinuases!
-No tendremos que firmar un pacto matrimonial, si no hay bebé. -Draco se encogió de hombros.
-¡No vamos a matar a nuestro hijo!
-Hasta hace unos días, no sabías nada de él -el rubio torció los labios-. Sencillamente puedes pensar que jamás existió. Ambos seremos libres.
-No -el moreno lo miró con enfado- ¿Es que no comprendes la situación?
Draco caminó, seguramente hacia su siguiente clase. Lo miró de reojo y apretó los labios.
-Comprendo perfectamente -dijo con desdén-. No era parte de la solución, sino del problema.
o.o.o
-Me pregunto la opinión que tendrá el Congreso en cuanto tenga la sospecha de que unos padres, de su categoría, han colocado una trampa a su único hijo, para obligarlo a contraer nupcias.
Narcisa Malfoy levantó la mirada hacia su único hijo y sonrió con suavidad.
El contrato conyugal que estaba por celebrarse en el castillo había exigido la atención de uno de ellos. Y, dado que Lucius debía atender "otros asuntos", fue ella quien accedió a tomar el mando para la realización del evento. Lo que sirvió a Draco para visitarla a menudo y darle quejas... o amenazas, como esa.
-No querrías saberlo -susurró con calma-. De todas maneras estás siendo muy descuidado, desde que inició todo el asunto, hijo. Nosotros no pudimos decidir "atarte" precisamente a la persona que tantos problemas nos ha ocasionado. Créeme cuando te digo que fuimos los primeros sorprendidos, al saber de quién se trata.
Buen punto. Draco bufó.
-Además -continuó ella-, nadie te obligó a tener relaciones sexuales. Sin ese pequeño detalle, y el hecho de que haya tenido consecuencias, no nos habríamos preocupado por reparar tu virtud ofendida.
¿Virtud ofendida?
Si cuando ocurrió todo eso, apenas podía llamársele así. Y Draco estaba absolutamente seguro de que no se sintió ofendido. Al contrario.
El rubio carraspeó y desvió la mirada de su perspicaz madre. No sería nada útil que tuviera esa información.
-Es injusto que me obliguen a aceptar esto.
-Tú te has puesto en esta situación -objetó la mujer con tranquilidad-. Esta es la opción más cómoda para ti. No creo que quieras que pensemos en la otra manera.
Draco hizo un escueto ademán y prefirió salir del sitio donde estaba su madre. Pensar en la "otra manera" era aún más incómodo que la actual. Después de todo no convenía ser abruptamente "desaparecido" de la familia, bajo claro futuro sin sustento económico y social. Mucho menos con un bebé en camino.
De alguna manera tuvo que recordar a Potter. No tenía la más remota idea de lo que había causado todo eso, pero sí se daba el lujo de desear al infante.
Todo eso volvía a señalar al mismo culpable.
Los sabios magos del Consejo matrimonial se pondrían a favor de la nueva vida, pero aún no sabían de ella.
Sería bastante adecuado que esa vida no existiera, para cuando el momento llegara.
Draco sonrió con maldad. Debía comenzar a trabajar en eso.
o.o.o
Lucius Malfoy había recuperado su necesidad por la discreción. Era ahora que recordaba esa decisión, justo al presenciar ese violento acto, que chorreó sangre por el suelo y gran parte de las paredes; salpicando las túnicas de aquellos "afortunados" que descansaban en las filas delanteras; presenciando el familiar espectáculo.
Horrible.
Era en momentos como ése que el hombre se preguntaba las razones por las que continuaba ahí, de pie, esperando órdenes que se habían tornado no solo ridículas, sino peligrosas.
Las razones comenzaban a ser menos justificables, honestamente. Y perdían valor justo desde que esa situación comenzó en el colegio.
El hombre evitó suspirar y concentró su atención en la finalizada tortura. Dos magos se acercaron a levantar el maltratado cuerpo y lo arrastraron rápidamente, dejando un desagradable rastro de sangre; seguramente le harían curaciones. Aunque, en esas circunstancias, el pobre infeliz desearía estar muerto. Y ese era el problema; muchos dejaron morir la admiración y determinación para pasar al temor. Ahora no deseaban salir con vida para continuar complaciendo a su amo; sencillamente deseaban terminar con todo eso.
Personalmente no deseaba llegar a esa patética situación, no solo por el castigo que podría acarrearle; sino por lo deshonroso que resultaba, más si una cuadrilla de mortífagos, la mayoría pertenecientes a ilustres familias, estaban presentes para ser testigos de la humillación.
Lucius se acomodó la túnica y avanzó con pasos firmes en dirección de su señor. Justo en ese momento el resto de los hombres habían comenzado a retirarse.
Planeaba adelantarse a la situación. Lo que estaba por ocurrir no podía ser tomado a la ligera, más porque estaba por ser conocimiento público.
Además, estaba seguro re que los resultados satisfacerían enormemente a su familia.
Y no había otra cosa que Lucius deseara. Haría cualquier cosa por lograrlo.
Incluso esa.
Lucius se acercó hasta donde el horrible ser descansaba y se arrodilló solemnemente, llamando su atención, de inmediato.
-Malfoy -susurró el hombre- ¿Qué pasa?
Lucius apretó los labios.
-Puedo ofrecerle a Harry Potter, mi Lord.
Una nube de murmullos se levantó en torno a esa frase. Pese a que el hombre había hablado con voz baja, estaba seguro de que muchos escucharon con claridad.
-¿Es verdad lo que escucho, Malfoy? -preguntó el oscuro ser y lo miró con burla- ¿Sabes lo que ocurrirá si tratas de engañarme con falsas expectativas?
Claro que lo sabía.
-El joven Potter formará parte de mi familia en unos días más -informó con frialdad, notando el gesto de interés de su amo-. Ha deshonrado mi nombre, pero estará a su alcance, señor.
-¿Dónde está el truco? -preguntó Voldemort con desconfianza; no por ello sin interés.
-Ellos sospechan que no soy de confiar -murmuró el hombre-. He dado mi palabra, pero -soltó una risita- no ha sido suficiente. Así que es de esperarse que el muchacho esté un poco vigilado, aún viviendo bajo mi techo.
El silencio que se extendió tras esa frase demostró a Lucius que su amo lo estaba considerando.
Acto seguido fue guiado a otra habitación donde podrían conversar a fondo, acerca del asunto.
Cada palabra que Lucius escuchó le confirmó que había hecho lo correcto.
Se había colocado del lado del bando vencedor.