"Liza, cariño, no lo hagas." Dijo de nuevo Nathan aún cuando sabía que la chica no le había hacer caso.

Ya la conocía lo suficiente para saber lo testaruda que era, que cuando se le metía algo en la cabeza, no había forma de evitar que lo hiciera y si encima se trataba de salvarle la vida a él, entonces le iba a ser todavía más imposible. Aún así, tenía que intentarlo.

La miró y dio un paso adelante, pero cuando la chica se dio la vuelta, lo miró a los ojos y sonrió, Nathan se detuvo. Había algo en su mirada, algo en sus ojos que le hizo confiar. Por un momento, creyó que ella no tenía todo controlado, que podría conseguir aquello sola. Tal vez fuera una estúpida fantasía suya o simplemente el deseo de terminar con aquella locura de una vez por todas, pero confiaba en ella.

El problema fue, que se dio cuenta de su error demasiado tarde.

Liza ya no podía más, la fuerza de Arthur era demasiado fuerte y ya no podía controlarla, pronto se quedaría sin respiración y cuando eso pasara, dejaría de poder usar sus poderes y todo estaría perdido.

Se dio la vuelta y miró a Nathan, estaba tan preocupado por ella, si supiera como se encontraba realmente, iría a sacarla de ese lío y con eso pondría su propia vida en peligro. Por eso, le miró, sabía como hacerlo, sabía como conquistarle para que confiara en ella, para que no hiciera nada.

Lo consiguió lo vio en la mirada de él, en la pequeña sonrisa que apareció en su rostro, le quería, sin duda alguna estaba enamorada de ese hombre que estaba dispuesto a dar su vida por ella. Pero no lo iba a permitir, Nathan ya había hecho demasiado por ella, como para perderlo ahora. Si alguien tenía que poner su propia vida en peligro, sería ella misma.

Arthur apretó todavía más su cuello, al mismo tiempo que comenzó a emitir fuertes sonidos de ahogo. Liza sonrió, lo estaba consiguiendo, le estaba quitando toda la fuerza.

"No eres más que una niña." Dijo Arthur, con una voz que se acercaba a la ultratumba. "No vas a conseguir ganarme con tus truquitos baratos de aprendiz."

Liza luchó por respirar, por aguantar un poco más.

"Sólo un poco más." Dijo para si misma, rezando por primera vez en su vida. "Sólo un poco más."

Sin embargo, nadie le escuchó. La vista se le nubló y las fuerzas desaparecieron, al igual que sus poderes. Sin poder hacer nada para evitarlo, su mano salió del pecho del hombre y este con una sonrisa triunfal, cogió el pequeño cuerpo de la chica y lo lanzó como si de una muñeca rota se tratara, contra la pared.

"Liza." Gritó Nathan y olvidándose de su padre, corrió hacia ella.

La chica estaba en el suelo, inconsciente y con una herida bastante importante, que le sangraba, en la frente. Nathan la cogió entre sus brazos y le limpió la herida, que volvió a sangrar un momento más tarde. Ella no reaccionó al contacto. Nathan apoyó el cuerpo de ella contra el suyo y comenzó a acunarla, cuando de repente, escuchó un disparo.

Levantó la cabeza asustado, pues después de todo lo que había visto hacer a su padre ya temía cualquier cosa. Sin embargo, el arma no estaba en manos de Arthur, su padre no era el que acababa de disparar, sino que por el contrario, era quien había recibido el disparo.

La sangre había comenzado a manar de su pecho y el hombre, más sorprendido que asustado miró la herida, como si se tratara de un hecho totalmente imposible y que no tenía razón de ser.

"Me utilizaste" Dijo Gabriel con rotundidad. "Quisiste que fuera tu mejor arma, que hiciera daño a mucha gente, incluso gente que me importa." Dijo mirando a Mohinder, que poco a poco estaba volviendo en si. "Pero eso se acabó. No voy a ser tu perro faldero, ni tu asesino a sueldo. Y tu, maldito bastardo, no vas a volver a hacer daño a nadie nunca más."

"Estúpidos necios." Arthur comenzó a tambalearse y caminó hacia todos ellos. Aún en un estado tan deplorable, el hombre les daba bastante miedo. "Si me hubierais seguido, podríamos haber dominado el mundo. Pero lo teníais que echar todo a perder."

El hombre se desplomó rápidamente en el suelo.

Durante un segundo, todos guardaron silencio, como si esperaban que volviera a levantarse en cualquier momento. Pero el hombre se quedó allí, mientras su cuerpo iba siendo rodeado por una enorme mancha de sangre.

"¿Ya está?" Preguntó Claire, diciendo en voz alta, lo que todos estaban pensando en ese momento.

Matt dio un paso adelante, alguien tenía que comprobar si Arthur estaba realmente muerto o era un de sus trucos. Se agachó y comprobó el pulso, que no estaba, no había pulso, el corazón no latía.

"Está muerto." Dijo sin atreverse a mirar a Peter o Nathan, al fin y al cabo se trataba de su padre y no deseaba que se notara demasiado le alivio que sentía al saber que aquella pesadilla se había terminad para siempre.

Nadie dijo nada al respecto, pues de una manera u otra todos tenían motivos para estar felices de aquel final, por mucho que para Peter y Nathan, se tratara de perder para siempre a su padre.

Nathan tenía otras preocupaciones en ese momento y la más importante era poner a salvo a Liza, que todavía no ha vuelto en si. Miró a Mohinder, que ahora ya parecía encontrase bien.

"Profesor." Le llamó la atención. "No se como está y tu eres médico…"

Mohinder se acercó y puso su mano sobre la frente de la chica, para luego comprobar su pulso. Era acelerado, tal vez demasiado para ser una buena señal. Se había arriesgado al máximo y lo más probable era que ahora estuviera totalmente extenuada.

"¿Cómo está?"

"No sabría decirte. No es que se trate de una enfermedad o una herida normal y corriente."

"Mohinder por favor…"

"Será mejor que llamemos a una ambulancia."

Pese al miedo que recorrió su cuerpo al escuchar aquello, con el paso de los años Nathan había aprendido a mantenerse sereno en las peores situaciones. Si había logrado evitar que su hermano volara por los aires la mitad de la cuidad de New York, podía conseguir que Liza se recuperara.

"¿Cómo estás tu?"

Mohinder sonrió.

"Unos cuantos golpes más de los habituales no van a poder conmigo, pero creo que no me vendrían nada mal unas vacaciones, fuera de psicópatas, de poderes especiales y relajarme en una tumbona al sol del Caribe."

"Eso podemos hacerlo." Gabriel apareció tras él y le ayudó a ponerse en pie. Estaba realmente cansado y la presión que había hecho Arthur en su cuello, todavía le dolía; pero sobreviviría. "No digo que tengas que confiar en mi como si fuera el hombre perfecto de ahora en adelante, pero…"

"Nos has salvado a todos; creo que al menos te mereces el beneficio de la duda. Además, no me importaría nada pasar unos días contigo y aprovechar para conocerte, más allá de la persona que pretendes enseñarnos a todos."

"¿A que te refieres?"

Mohinder no contestó y sin más, rodeando su cuello con una mano le besó en los labios. Ya no recordaba cuando había sido la última vez que lo había hecho, pero ahora se sentía bien al hacerlo y sobretodo al hacerlo delante de sus amigos.

"¿Y eso?"

"Ya te he dicho que me gustaría pasar unos días contigo y conocerte mejor." Mohinder sonrió cálidamente.

- o -

Las horas que llevaba sentado en aquella incómoda butaca de hospital, le habían destrozado la espalda; pero por mucho que le dolía, no iba a moverse de allí hasta que Liza despertara. Hacía más de una hora que tenía la mano de la chica cogida, como si así ella pudiera notar que estaba a su lado.

"Vamos precisa, eres una chica muy fuerte y puedes con esto." Dijo en voz baja, aunque ya no recordaba cuantas veces lo había dicho. "No dejes que esto te venza."

El médico le había dicho que las primeras veinticuatro a cuarenta y ocho horas serían cruciales y ya estaban a punto de pasar las primeras veinticuatro. También le había dicho algo más, algo que no se había esperado, pero que por muy buena noticia que fuera, no era capaz de disfrutarla.

"¿En que estás pensando? Estás muy guapo cuando pones esa cara."

Nathan miró de nuevo a la cama una vez que había salido de sus pensamientos. Liza lo estaba mirando, con esos mismos ojos que le habían enamorado la primera vez y una pequeña sonrisa, aunque visiblemente agotada en su rostro.

"¿Cómo estás?"

"No recuerdo como llegué aquí, así que supongo que podría estar mejor. Al menos tu estás conmigo." Liza apretó con fuerza la mano de Nathan y esperó a que él le devolviera la sonrisa.

Nathan suspiró con fuerza.

"Te conozco, hay algo que no me has dicho." Dijo de nuevo la chica.

En lugar de contestarle, Nathan se sentó en la cama junto a ella y le besó en la frente.

"Nathan…"

"Lo siento, es que por un momento, durante demasiadas horas, he creído que te perdía." Volvió a besarle la frente. "Además… el médico ha dicho algo más." Liza escuchó en silencio. "Vamos a tener un bebé."

Liza abrió los ojos de golpe, no se podía creer lo que acababa de escuchar y estuvo a punto de pedirle que repitiera sus palabras. Pero no era necesario, pues la expresión de él no podía ser más sincera.

"Vamos a tener un bebé." Repitió Liza una vez más, intentando hacerse a la idea de que eso era verdad. Sonrió como si de una niña se tratara.

Nathan se tumbó a su lado y la abrazó.

"El médico dijo que en cuanto despertaras, estarías fuera de peligro y todo estaría bien." Le besó en la mejilla. "Todo está bien y además vamos a tener que prepararnos para la criatura que viene en camino."

Ella se dio la vuelta y se quedó acurrucada entre los brazos de él.

"Te quiero." Acercó lentamente sus labios a los de Nathan y le besó.

Por fin era feliz, completamente feliz y no podía pedir más. Tenía con ella al hombre al que quería y pronto, en unos cuantos meses iban a formar una familia. A partir de ese momento las cosas tenían que mejorar.