Y tras largo, laaaaaargo tiempo, aquí está, finalmente, el epílogo. Oficialmente, se puede decir que esta historia ha concluido. En fin, espero que les haya gustado. Observaciones y comentarios de quien escribe, al final del relato.

Y ahora, por una última vez en esta historia…

Disclaimer: Los personajes de FMA no me pertenecen ya que son propiedad de Hiromu Arakawa.


Epílogo:

"El legado de aquellos que ya no están con nosotros"

Ciudad Central, 2 meses después de la batalla de "Las Puertas del Infierno"- Apartamento de Onig Alletrop.

Siempre lo mismo luego de cierta cantidad de días: Aparezco en medio de ese brillante lugar, es enorme y, además de despedir una sensación a melancolía y soledad, es algo aterrador. Casi nunca tengo la oportunidad de hablar con alguien en ese lugar, aunque parece que aquel día fue la excepción. Resulta que estaba vagando como siempre, cuando una enorme maquina voladora pasó por mi costado. Sin saber como, logré igualarla en velocidad y vi su interior: dentro iban un joven rubio, quien tenía el control de la nave, mientras, a su costado, dormían otro muchacho, de cabellos más oscuros, y una chica rubia. Al parecer, aquel que iba despierto logró verme.

-¿Quién eres y que haces aquí? ¿De donde has venido?

-No sé como llegué aquí, pero soy de Amestris y me llamo Onig Alletrop.

-¿Un amestrita? Ya veo…- dijo mientras sonreía con cansancio.- ¿Puedes hacerme un favor? ¿Tú y tu joven amiga?

-¿Amiga?- voltee y pude ver que Beatrice también estaba allí.- ¿Bea?- como todas las veces que estamos aquí, ella no es la misma que suele ser.

-"Somos mensajeros, canales de esta puerta… Podemos asegurarnos que tu mensaje llegue… pero no que sea descifrado…"

-Entiendo… entonces quiero que le digan a Johannes Engel que nosotros…- el resto del mensaje se perdió en la comisura de los labios de ese sujeto, quienes luego se aproximaron a una ventana dentro de ese enorme e interminable salón dorado. Fue por sólo unos segundos, pero, cuando me asomé a aquel lugar, pude ver cientos de cosas: un hombre de mostacho y uniforme militar, legiones enteras de hombres en uniformes negros, un enorme hongo de humo elevándose por los cielos, miles de personas intentando tirar abajo un muro lleno de garabatos, dos maquinas voladoras estrellándose contra dos enormes montañas de vidrio en medio del pavor y sufrimiento… no pienso dibujar aquello...

Así, desde ese sueño, ha pasado ya un mes. Varios detalles reviven cada vez que duermo, aunque sea por tan sólo una hora o quince minutos. En este caso, habían pasado durmiendo casi 8 horas, antes que Bea me despertara.

-Onig… ¡Onig!

-¡Ah! ¿Eh? Oh, buenos días Bea… ¿De casualidad sabes qué hora es?

-Las 10:05 AM- mi mirada somnolienta cambia a una de completa actividad.

-Prakeijâksik (Maldición, en idioma Drachmata)

-¿Por qué?

-Tenía una cita muy importante hoy. Bueno, usualmente es para fin de mes, pero esta vez es realmente muy importante.- menciono mientras me lavo la cabeza, me pongo una camisa blanca, un pantalón y un chaleco plomo. Mi hermana, algo preocupada, me mira con seriedad y me dice.

-¿Te verás de nuevo con esa mujer, Onig?- fríamente, pero sin perder la forzada sonrisa de calma y sin dejar de ponerme el sobretodo negro, le respondo.

-Esa mujer, mi querida hermana, tiene nombre. Apreciaría que la empezases a llamar por el mismo.

-Como quieras, pero no será hoy día.- me terminé de calzar las botas y le acaricié los brillantes cabellos rubios.

-No tienes remedio.- le dije sin perder la compostura ni la seriedad.- Volveré para antes de la cena, Beatrice.- la joven me sonrió y salí con calma, mucha más de la que esperaba pese a haber tenido aquel sueño. Recordaba que tenía que contarle del mismo a aquel muchacho… pero no era el momento adecuado, ciertamente no lo era, en principio porque el mismo se encontraba "indispuesto" y, en segunda, porque yo tenía una cita muy importante este día. Llegué lo más puntual posible y, aunque otras veces era yo el que esperaba, esta vez era ella quien estaba sentada en una de las tantas mesas del café. Sus largos cabellos negros, ojos pequeños y sus facciones que me recordaban la extraña belleza de las mujeres de la tierra oriental de Xing la hacían reconocible entre la gran cantidad de cabelleras rubias y castañas del lugar.- Lamento la demora, aunque usualmente soy yo quien suele esperarte.

-No te preocupes, no llegaste tan tarde.- me dice mientras me sujeta de la corbata negra y me la ajusta alrededor del cuello, haciéndome ver que algo había olvidado, además de afeitarme el bello facial.- ¿Y a que viene todo esto? Usualmente nos reunimos para fin de mes ¿Ha ocurrido algo?- Pensé mucho en la pregunta y mi situación financiera: mis últimos trabajos me habían permitido ahorrar lo suficiente como para comprar una casa, mudarme de ese mugroso departamento y mantenerme durante algunos meses hasta vender los demás cuadros que tengo… y la casa que había visto era demasiado grande para mi y Beatrice... por lo que ella fue la primera y única persona que se me vino a la mente.

-Pues, sí…verás, la verdad es que me mudaré de mi departamento y yo quería preguntarte si tú…- me atreví a preguntar mientras sólo podía extasiarme con sus ojos oscuros y morirme de celos por no poder poseer la habilidad necesaria por plasmarlos, en su belleza, en alguna de mis obras. La respuesta que saldría de sus labios, al igual que mi futuro, se lo dejo a la creatividad de Dios.


Ciudad Central, 4 meses después de la batalla de "Las Puertas del Infierno"- Hospital General de Amestris -18 de Mayo de

Elba Fallwind estaba paseando en su silla de ruedas, acompañada de su enfermera y dos celadores, cuando recibió la visita de su hija.

-Mamá.

-Hola pequeña ¿Cómo has estado?

-Bien, no me quejo.- le respondió su hija, quien iba vestida con un vestido azul claro y una chaqueta ploma.- Estaré de vacaciones por dos meses más, aunque tendré que presentarme al consejo militar la siguiente semana.

-Ya veo ¿Y eso porqué? si se puede saber ¿Acaso crees que…?

-Bueno, podría ser... pero francamente, ahora que lo pienso, la idea no me entusiasma mucho como el año pasado.

-¿De verás? Pero pensé que ser Alquimista Estatal era tu meta.

-Lo era pero… es extraño ¿sabes? Cuando estuve bajo la tutela del maestro Danglars, estaba admirada de todo lo que él podía hacer y quería ser, a como de lugar, igual a él. Cuando murieron él y papá… bueno, me empeciné con más fuerza en esa meta. Pero desde hace algunos meses… he estado pensando diferente a como era antes.

-Ya veo… así que es ese chico ¿verdad?- la chica sólo atinó a sonrojarse, haciendo notar que la temperatura de su cuerpo superaba a la del propio ambiente invernal que se respiraba en Central.- Dime ¿Qué ha sido de su vida? Hace mucho tiempo que no lo veo por aquí.- la chica, entonces, sólo atina a callarse y bajar la mirada y recordar, brevemente, aquel momento en que volvería a encontrárselo tras su despedida en lo alto de la torre vigía.

-Flashback- tras la caída de Sifridus y el colapso de la cima de Mount Purgatory

Todas las camionetas disponibles, y que no habían sido tocadas o seriamente dañadas por los Athanatoi (apenas 4 camionetas en resumidas cuentas), se atiborraron de los pocos soldados que estaban, o creían estar, en las condiciones indicadas para luchar o, en el peor de los casos, buscar cadáveres.

-"Vamos, Johannes… no puedes morir aquí y dejarme sola. Me juraste que volverías conmigo a Central ¡No olvides tu palabra y vive, infeliz!"- pensaba para si misma la joven mientras conducía la camioneta a una velocidad endemoniada, aplastando los restos de autómatas y athanatoi que estuvieran delante de ella. Tras recorrer un largo trecho, terminan por llegar al pie del monte. Allí, varios de los soldados contemplan la cima, pero solo los alquimistas distinguen algo raro en ella.

-La cima… el espacio entre la zona que se ha derrumbado y la parte de la montaña que sigue intacta… ¿Puedes verlo, Armstrong?- murmuró Arzu.

-Perfectamente... pero mis ojos me deben estar engañando ¿Acaso esa cosa está levitando?

-¿Qué quieres decir con eso?- preguntó Riza.

-Que hay algo que evita que la cima de la montaña se desplome.

-¿Crees que nos de tiempo para sacar a nuestros soldados de allí?

-No estoy seguro pero… ¡Haré lo mejor que pueda!- le responde el alquimista del brazo fuerte.

-Espera, voy contigo.- dijo Jane mientras bajaba de la camioneta y avanzaba hacía donde estaban ellos. Pero cuando el pequeño grupo se iba dirigiendo hacía la base de la montaña para entrar en ella, la cima empezó a desmoronarse.- ¡Rayos!

-No podemos acercarnos más, hay que retirarnos unos cuantos metros si no queremos que nos caiga nada encima.- todos los soldados se vuelven a montar en las camionetas y se disponen a irse, cuando uno de ellos visualiza a un hombre que se arrastra sobre la arena. Tras mirarlo fijamente, logra reconocerlo.

-¡Es Orson! ¡Orson esta vivo!- los soldados van a socorrerlo pero él les hace una señal para que no lo hagan. Uno de los soldados nota que, con su brazo, el herido está cubriendo algo o a alguien. Entonces, una voz, proveniente de la montaña llama la atención de los militares.

-¡CUIDADO ABAJO!- en medio de las piedras que caían desquebrajándose por el peso de la montaña, una explosión producida por alquimia hizo un enorme hueco en el medio de la montaña y otra reacción alquímica creo una especie de puente que se extendió desde la mitad de la montaña hasta unos 80 metros del suelo. La voz que muchos reconocieron como la de Roy Mustang resonó como una queja a sus 2 acompañantes.- ¿Acaso no puedes crear un puente más grande?

-No hay tiempo, no hay energía, no hay materiales y… al demonio ¡avance de una vez!- le dijo Noah. Mustang, quién sostenía el cuerpo de un joven desnudo, se apresuró a avanzar por el delgado camino.

-¡COMANDANTE!- gritó Orson.- Cuando lleguen a mitad de camino, salten hacía donde me encuentro.

-¿Qué?

-¡Orson!- grita Noah mientras avanza, seguido por Lukas, quien cargaba el cadáver de Marius Lukardis.- ¡Usa tus "amortiguadores" de arena cuando saltemos!

-No tienes que decírmelo ¡Solo salten cuando deban!- Roy siguió las indicaciones y cuando llegó al último trecho pegó un salto largo- ¡Te mataré si no me atrapaaaaaas!- le gritó a Orson mientras saltaba junto con con Lukas y Noah.

-No necesita decírmelo.- le responde el muchacho, quien activa el círculo de transmutación, haciendo que un enorme remolino de arena tome forma, se eleve 60 metros de altura y se tragara a los 5 hombres. El remolino duró cerca de un minuto y, cuando se desvaneció, dejó a aquellos que habían entrado en él intactos sobre el suelo, aunque sumamente llenos de arena.

-¿Dónde estás, Orson?

-Aquí ¿Puedes oírme, Noah?- el aludido toma a su compañero por el brazo.

-Claro que te escucho, vamos a salir de aquí.

-Pero… ¿Qué hay de…?- Noah mira bajo el brazo de Orson y ve el cadáver de Sandy Heinz.

-¡Alguien ayúdenos!- pidió Noah a gritos, los cuales fueron escuchados por Alex Louis Armstrong quien apareció casi inmediatamente al lado de los hombres.

-¿Qué se les ofrece, caballeros?

-Recoge el cuerpo de Sandy, por favor.- rogó Orson. El musculoso acató la petición y recogió con delicadeza el cadáver de la joven. Mientras los cuatro hombres salían corriendo del lugar, cada uno llevando un cuerpo a rastras, la cima del monte empezó a colapsar. Finalmente, con un crujido seco, la cima de aquella montaña se fue abajo y los escombros empezaron a llover sobre la arena del desierto, levantando una polvareda insoportable.

Fuera de la polvareda, los demás soldados, encabezados por Riza, Arzu, Jane y Haus, esperaban a quienes habían estado adentro de la montaña. Cuando vieron surgir sus figuras desde afuera de esta, los vítores y gritos de alegría de los soldados estallaron. Algunos dispararon sus armas al aire para hacerle saber a sus camaradas, quienes aún seguían en el campamento, que sus hermanos de armas y su Comandante seguían con vida. Riza corrió al encuentro de su esposo, quien, cansado por correr tanto luego de luchar, había caído de rodillas sobre la arena.

-Es la primera vez que un Comandante Supremo se arrodilla ante un oficial inferior.

-Y creeme que no será la última.- la mujer se arrodilla frente a él y mira al muchacho desnudo que tiene entre los brazos: le costaba creer que ese chico que ahora yacía sobre la arena, sin la mitad de sus piernas y sus brazos, además de una herida sangrante en el abdomen, era el mismo que había reclutado hace más de un año atrás.

-¡JOHANNES!- escuchó Riza tras de ella. Jane se acercó a los Mustang y se arrodilló también frente al muchacho.- ¿Qué es esto? ¿Qué es lo que te han hecho? ¡Johannes!- el chico parecía no responder y ella temió lo peor.- No… ¡no puedes morirte! ¡Juraste que volverías conmigo a Central! ¿Ya no lo recuerdas? ¡Por favor, despierta!- los gritos de Jane alertaron a Arzu, quién fue inmediatamente a ver que sucedía con su camarada. De otro lado, los otros soldados subían los cadáveres de los otros dos alquimistas, en medio de lamentos y congoja, mientras que otros conversaban con Noah y Lukas acerca de que había sucedido en aquel tenebroso lugar.

-Jane, cálmate por favor.- le dijo Arzu mientras tomaba el pulso del chico. Tras unos segundos, dijo…- Veamos que es lo que podemos hacer con estás heridas.- la joven miró a la albina, con las lagrimas a punto de desbordársele por los ojos.

-¿Quieres decir que…?

-Así es: sigue vivo.- la morena mira a su amiga y la abraza por la noticia que le da.- ¡Hey, hey! No te pongas tan empalagosa que aún hay que salvarle la vida. Primero, hay que cerrar está herida en el abdo…men- dijo ella mientras desviaba la mirada hacía la zona abdominal del muchacho sin poder evitar ver la "parte" más notoria de la entrepierna del joven.- "Parece que este chico siempre estuvo perfectamente "equipado" jejeje…"- tras ver la expresión de Jane, mortalmente sonrojada, a diferencia de ella que tan solamente había quedado sorprendida por la dimensión de aquella parte del cuerpo del muchacho, suspiró con cansancio.- "Se ve tan linda cuando se avergüenza…" ¡Maestro! ¡Trae tu trasero aquí y ayúdame con este!- Haus apareció casi al instante.

-¿Qué es lo que…? Guau ¿Acaso planeas salvar a este "ejemplar" para tu provecho mientras tu novio ciego no puede…?- la mujer le da un golpe en el estomago con su fracturada mano derecha, la cual cruje al impacto con el doctor.

-Dejese… de bromas…- respondió lentamente mientras evitaba gritar ante el clamor de sus falanges doloridas.- además… eso le corresponde a mi compañera aquí presente.- la aludida le apretó la mano derecha.- ¡OUCH! ¿Qué?

-Como sea, esta parece una herida profunda, hecha por una bala. Parece haber sido hecha hace mucho tiempo. Lo único que puedo hacer es usar piedra roja para cerrar la herida y tratar de recuperar la carne quemada.- Haus saca una de las mentadas piedras rojas y la acerca al abdomen del chico. Jane lo detiene al último instante.

-¿Dolerá?- Haus la mira y de manera despreocupada le responde.

-Mucho.- entonces, aplicando energía a la piedra roja, el doctor alquimista provoca una reacción que cura al joven, pero cuyo dolor lo hace aullar.

-¡Ahhhhhhh!

-Aguanta, Johannes…- el chico, por unos breves instantes, parece reaccionar a la voz de la chica y, unos segundos después, cae inconsciente.- ¿Qué le pasó?

-Le cauterizamos la herida, pero ha perdido mucha sangre. No servirá de nada, hay que llevarlo al campamento y tratarlo en el hospital de campaña subterráneo.- dijo Haus mientras cargaba al muchacho y lo llevaba a uno de los camiones.

-Fin del Flashback-

La madre de Jane sospecha lo peor y se adelanta a darle condolencias a su hija.

- Mi… niña, lo siento tanto… yo no sabía que él…

-No, no, mamá… no está muerto: desde que volvió ha estado en un coma muy profundo y hasta ahora no despierta.- la mujer suelta un pesado suspiro de alivio ante esas palabras.

-Rayos… esa carita tuya siempre me trae malos augurios.

-Lamento haberte confundido, madre.

-No te preocupes, yo también fui algo precipitada.- la mujer mira al cielo semi nublado, el cual anticipaba una ligera nevada.- ¿Quieres acompañarme por una taza de té?

-Por supuesto.- le respondió su hija.

Varias cuadras más atrás, en el Hospital General de Ciudad Central, Elsie y Anais Fabre, junto con Tristán Wiels, se dirigían a la habitación 143.

-¿Crees que ha progresado en su recuperación?- preguntó Tristán quien cargaba una caja de bombones surtidos.

-Claro, él siempre se caracterizó por ser alguien fuerte. Además, estás hablando del "alquimista sin nombre" uno de los más temidos y famosos en estos lares.- exclamó Anais de forma alegre, mientras agitaba el ramo de flores que le traían al chico.

-Creo que eso fue demasiado exagerado.- le recalcó Elsie

-Sí, ahora que lo pienso, creo que sí. Pero, tú sabes a que me refiero ¿cierto?- dijo su hermana abriendo la puerta de la habitación: frente a ellos, conectado a un respirador y otros aparatos de soporte vital, Johannes Engel, el cual ya no poseía ni manos ni pies dada su carencia de pantorrillas y antebrazos, estaba sumido en un profundo e indoloro sueño.- Es decir, míralo ¿Acaso no crees que es un milagro que esté vivo en un estado como este?

-Pues, déjame decirte que no tengo la menor idea.- le responde Arzu, quien entraba en el lugar en ese preciso instante y se sentaba en la cama del chico.- He visto muchos casos y cientos de heridas, pero este muchacho es muy especial.

-¿Qué quieres decir?

-La herida de bala que recibió en el abdomen: parecía como si la tuviera por más de 3 horas. Esa lesión, en alguien común y corriente, habría significado la muerte en 20 minutos a lo menos. Si me piden mi opinión, creo que este chico sigue siendo especial.- decía la chica mientras acariciaba los cabellos rubios del joven

-¿Cuánto tiempo más le das hasta que despierte?

-Mmmm… a partir de hoy: Unos días.- le respondió la albina al muchacho, sin que ninguno de los presentes se percatara del ligero movimiento en los parpados del muchacho.


De otro lado, en la casa de la familia Mustang, el Comandante Supremo se encontraba recostado en el mullido sofá de su sala de estar. Sobre su pecho, envuelta en una manta, se hallaba la hija con la que no había podido compartir su tiempo dado los convulsionados últimos acontecimientos.

-Así que lo hago "jodidamente mal" ¿eh? Supongo que tenías razón, pero ahora ¿Cómo lo estoy haciendo?- se preguntaba como si la interrogante fuera para Hughes. No podía terminar de procesar la idea de que él se encontraba donde estaba y no bajo escombros y ruinas como debía ser… de no ser por ayuda, obra y gracia, de esa… "cosa".

-Flashback, segundos después de que Edward, Winry y Alphonse huyeran de este mundo.-

Roy hizo volar la doble pared con la que habían cubierto la entrada de la estancia y clamaba por la ayuda de Noah Richmont y a Lukas Gibson quienes subieron a socorrerlo. Apenas Edward se fue en la nave, Roy se apresuró a entrar en el círculo para rescatar lo que quedaba de Johannes.

-¡COMANDANTE! ¡ESTE LUGAR SE CAE A PEDAZOS! ¡HAY QUE IRNOS!

-¡NO SIN EL CHICO!- le respondió el hombre mientras alzaba a Johannes entre sus brazos. En ese instante, un montón de cristales rotos caían sobre ellos y estaban a punto de empalarlos.

-¡COMANDANTE!- gritó Gibson. Roy sabía que no podía hacer nada y que ese era quizás el momento más cercano a la muerte. Dentro de él se arrepentía de no poder abrazar a su hija ni a su esposa y espero, cerrando los ojos, a que los vidrios lo mataran al instante y no sobrevivir para sentir que las piedras le aplastaban cada uno de sus huesos. Al no sentir nada, abrió los ojos, mirando hacía Noah y Lukas, quienes solo miraban, incrédulos y desencajados, a la cabeza de Roy… o a algo que había encima del mismo.

-¿Qué ocurre? ¿Tengo algo en el cabe…- el hombre voltea y mira como los cristales, piedras rocas y demás ruinas, levitan encima suyo.-…llo? ¿Pero como es que?- entonces puede distinguir que, en el aire una figura se contornea y va tomando un color piel muy natural de los humanos. Finalmente puede verlo: es un ser idéntico a un humano, de cabello negro, alto y tiene un ligero vello facial…está alzando una mano, como si con ella sostuviera todo el techo. Roy lo reconoce.- ¡HUGHES!- aquel ser idéntico a su amigo, cuya única diferencia eran sus ojos, los cuales despedían un resplandor blanco, lo miró y le sonrió.

-Cuando sacrificas 2 seres inmortales, lo que obtienes va más allá del entendimiento humano, en pocas palabras: un Dios. Infortunadamente, el alma de uno de los Athantoi fue dada de forma incompleta: sólo la de Maes Hughes pudo ser sacrificada para crearme, por lo que no soy ni un Dios ni un Athanatoi. Semejante abominación no merece existir en este ni en ningún mundo ¿Entiendes, Roy Mustang?

-Sí… claro que sí…- dice el hombre irguiéndose y cargando al muchacho.- ¿Qué sucederá con el alma de Hughes?

-Tranquilo, Mustang: apenas yo desaparezca, él será libre. De momento ¿No quieres saber como será el futuro, Roy?

-¿Tu que sabes de eso?

-Averigualo…

-¿Qué será de este mundo? ¿La puerta volverá a abrirse? ¿Llegaran amenazas más grandes que los Athanatoi?

-Esta puerta, probablemente, no vuelva a abrirse jamás, ello porque esta plataforma será destruida y la única forma que habría de abrirla sería desde otra dimensión. Mientras tu vivas, Roy, ninguna amenaza como está volverá a suceder.

-¿Qué ocurrirá con Johannes?

-Luego de esto no será el mismo de antes. Pero nadie va a ir tras él o de eso tienes que asegurarte. Lo mejor para él y para todos es que la gente olvide a los Athanatoi, que los borre de su memoria y que los confunda con un grupo terrorista o algo por el estilo.

-¿Coptom seguirá como primer ministro?

-Dejará el cargo el siguiente año. Si esas son todas tus preguntas, entonces es mejor que te vayas si no quieres morir.

-Espera… sólo una cosa más ¿Qué sucederá con Gracia Hughes? ¿Seguirá manteniendo su duelo por su esposo?- el espíritu se mantiene callado un rato y después de algunos segundos responde.

-Encargate de que ese duelo acabe y que continúe su vida: será lo mejor para ella.

-No puedo hacer eso ¡Sólo ella sabe que es mejor y sólo ella puede hacerlo, Maes!- el hombre mira sorprendido al mortal y luego le sonríe.

-Eres un gran hombre, Roy. Tu hijo algún día se sentirá orgulloso de su padre.

-¿Hijo? Pero si yo tengo una…- los fragmentos empiezan a ceder y Roy empieza a alejarse del lugar, sin dejar de mirar al hombre.- Adios, Maes…

-Cuídate, Roy… nos veremos en la eternidad.- Mustang voltea y sale del lugar. Noah Richmont lo esperaba a la salida de la estancia.

-¿Por qué se demoró tanto?

-Viejas amistades ¿Dónde está Gibson?

-Aquí…- se oye desde otra estancia. Tras correr un buen trecho, llegan al lugar donde estaba el alquimista.- Bien, he creado un circulo para abrir una ventana en esta zona de la montaña, luego tendre…- el crujir de las rocas al desprenderse de la cueva y caer encima una sobre otra provocan temblores internos en la montaña.- Díganme que eso no era la montaña ¿cierto?

-¡DATE PRISA Y SACANOS DE AQUÍ!

-Como sea, convierto esta sección de la muralla en material inflamable y usted la hace volar ¿de acuerdo?

-Hecho.- el joven hace lo suyo y Mustang se encarga del final.- ¡CUIDADO ABAJO!- una vez hubieron escapado del peligro, Roy deja el cuerpo de Johannes en el suelo del desierto, mientras es atendido por Jane, Haus y Arzu. Su esposa, quien había ido a recibirlo, mira como su esposo contempla lo que queda de la montaña mientras recupera el aliento tras la carrera de varios metros para evitar los escombros y las rocas.

-Adiós, viejo amigo… fue un gusto verte de nuevo.- susurro Roy.

-¿Roy?- su esposa lo miraba con extrañeza.- ¿A quien le estás hablando?

-¿Yo? A nadie…- responde lentamente y sin voltear su mirada hacía su esposa, quien lo abraza por la espalda. Su única respuesta es posar su mano sobre la suya y suspirar.- Me alegro de haber sobrevivido a esto.

-¿Y ahora? ¿Qué pasará?

-Creo que… debería retirarme: hay una mujer y una niña que requieren mi atención y mi presencia.- Riza sonríe y se queda con él hasta el momento de irse del lugar.

-Fin del Flahback-

El ventilador del techo seguía estático en aquella tarde. Roy había dejado de verlo para posar sus ojos en el enorme cuadro que hacía algún tiempo Onig Alletrop entregara a Iustinianus Coptom para adornar su oficina. Ahora, antes de entrar al retiro por voluntad propia, Mustang tenía una última misión

-Flashback- Hace unos días.

-¿Destruir el cuadro?

-Sí, así como lo oyes.-dijo el Primer Ministro con calma, mientras tomaba una taza de té y, gracias a un tocadiscos, oía una melodía muy similar al Allegretto de la Sinfonía n# 7 en A mayor, Opus 92 de Ludwing Van Beethoven.-¿Qué fue lo que viste aquel día, Roy? Muchos soldados me dijeron que al ver este cuadro recordaron una serie de emociones que sintieron en el mismo fragor de la batalla. Todos y cada uno de ellos reconocieron en el cielo del desierto los mismos colores que se forman en el medio de la pintura: los mismos que se crean cuando las auras del hijo del cielo y el ángel negro colisionan.

-¿Y sólo por eso quiere destruir ese cuadro? ¿Por qué la historia de los Athanatoi se refleja en el mismo?

-Ser supersticiosos no es tan malo como piensas, Roy. Pare empezar, es como tú dijiste hace unos días, lo mejor será olvidar que pasó todo esto. Respecto a Johannes, sus servicios serán valorados y recompensados, pero no volverá a ser un alquimista estatal.

-¿Y eso porqué?

-Si bien la exclusión de los miembros con automail, que probablemente se los pondrán cuando despierte, ha sido derogada, su invalidez es demasiado grave como para que siga siendo miembro del grupo. Además, no sabemos si su poder y potencial han disminuido por esto.

-Ya veo.

-De todas formas, se le dará una casa o departamento, si le falta por supuesto, y también una pensión para solventar sus gastos. La suma es generosa, así que no creo que tenga quejas.

-¿Quién entrará en su lugar?

-Fallwind ha demostrado ser una candidata perfecta para ello. Su desempeño en la batalla ha sido increíble. Creo que será la más indicada.- Roy se para del sofá sobre el que está sentado y se dirige a la salida.- Te enviaré el cuadro mañana por la mañana, destruyelo antes de fin de mes ¿De acuerdo? El siguiente año empiezan las elecciones y quisiera dar una buena impresión, aunque de seguro no me reeligen jajaja…

-Agradezcámosle ello a Sifridus, Sr. Coptom.- susurró Roy.

-Perdón ¿Dijiste algo?

-Nada, Señor. Me retiro.

-Fin del Flashback-

-Aún tengo pesadillas cuando veo esa cosa.- murmura el hombre mientras acaricia los cabellos de su hija.

-Entonces ¿Que esperas para quemarlo?- dice Riza, quien se posa en la cabecera del sofá, mirando directamente a los ojos de su esposo.- ¿O es que acaso vacilarás en ello?

-Creo que sí. Digo, el maestro Alletrop habrá sufrido mucho para hacerlo ¿no crees?

-Seguro. Entonces, simplemente guárdalo en el sótano y cubrelo con una tela: nadie tiene que saber que está allí. Por cierto, ese chico Alletrop ¿No es el que te vino a dejar un recado para Johannes?

-Sí, dijo que saldría de viaje. Es algo extraño ¿sabes? Son solo unas cuantas palabras sin sentido.

-Déjame verlo…- tras leerlo, la mujer pronunció, algo intrigada.- ¿Rin y Elba? ¿Qué significa eso?

-No tengo idea.- en ese instante, el teléfono suena.- ¿Diga? Oh, Dr. Buckler ¿Qué se le ofre…? ¿CÓMO?- preguntó el hombre, sobresaltándose y haciendo despertar a su bebé, que empezó a llorar.- Oh, lo siento Mae. Riza, coge a la bebé.- una vez que Riza sujeta a su primogénita, el Comandante se para.- ¿Puedes repetir lo que has dicho? Ajá… ya veo… por supuesto, vamos para allá.- Riza, que acababa de calmar a Mae, mira a Roy con un gesto inquisitivo.- Busca tu abrigo y el de Mae.

-¿Qué pasó, Roy?

-Es Johannes…- la mujer no necesitó preguntar más para saber de que se trataba.


Jane Fallwind estaba comiendo panecillos y té con su madre cuando una enfermera la llamó y le pasó el teléfono.

-Ya veo… voy enseguida.- la joven colgó el teléfono y volvió con su madre.- Discúlpame, ma. Tengo que irme.

-¿Qué ocurrió? ¿Algo malo?

-No, no… todo lo contrario.- respondió con una ligera sonrisa.

-Me alegro hija. Apropósito, no he tenido ataques en estos últimos 5 meses.

-Ya veo… entonces eso quiere decir que tu…

-Sí, con algo de suerte me devolverán a casa en dos meses más.

-¿Cómo pudieron haber parado esos ataques tuyos?

-Supongo que si hay un dios después de todo…

-A mi me gustaría creer más que fue un ángel y no un dios, madre. Nos vemos.- la mujer la despide agitando su mano.

La chica salió del hospital y tomó un taxi: Ante su madre, ella había ocultado la felicidad interior que la quemaba por dentro. No podía esperar a que el taxista la dejara en su destino. Fueron 15 incontables minutos para la chica, hasta que por fin pudo bajar del taxi y llegar al hospital. Rápidamente, cruzó todos los pasadizos y subió todas las escaleras que tenía que subir y, finalmente, se encontraba frente a la habitación de su maestro.

-"Espero que se encuentre bien"- pensó ella antes de entrar. Medio segundo después, abrió la puerta y se encontró con algo que no se esperaba: todos los presentes, la familia Mustang, Anaís, Elsie, Tristán y Arzu estaban con una cara de sorpresa inimaginable, con excepción de William Buckler quién estaba al lado de un sorprendido y algo aterrado Johanne Engel que acababa de despertar de su profundo coma. Jane no logra entender aquello, pero eso no impide que su felicidad se manifieste.- ¡Johannes!- grita mientras se abre paso entre los presentes y abraza al muchacho, quien mira sumamente perplejo a la chica de cabellos azabache que lo ha abrazado.- Estaba tan preocupada… creí que no volvería a escuchar tu voz.- tras unos segundos de silencio, el joven abrió la boca y reveló cual era la razón por la cual había dejado a todos asombrados.

-Tú… siento tantas cosas en estos momentos… pero… aunque creo que ya te conozco… realmente… no logro… recordar completamente… ¿Quién eres tú?- la piel de Jane pronto se tornó pálida como la nieve y su rostro adquirió la misma incrédula expresión que los demás.

-¿Qué? Johannes ¿No me… reconoces?- el chico mira el rostro de esa muchacha que hacía un momento lo había abrazado con una felicidad indescriptible y que ahora reflejaba un agonizante dolor del cual se sentía culpable. Las lágrimas le brotaron de los ojos al muchacho quién empezaba a murmurar sólo una palabra.

- Lo siento… lo siento… lo siento… lo siento… lo siento… lo siento… lo siento… lo siento tanto… lo siento…- Jane sólo pudo abrazarlo, mientras todos seguían mirándose unos a otros, perplejos por lo que había ocurrido.


Rizenbull, 2 meses y medio después de la batalla de "Las Puertas del Infierno"- Casa reconstruida de Edward Elric- 13 de Julio

Mala suerte… nunca en su vida habría llegado a pensar que quizás se transmitía de generación en generación, como los rasgos de parentesco entre padres e hijos. Por ejemplo, por parte de los Engel, estuvo su abuelo, Sieghard Engel von Bayern, quién murió durante las guerras franco prusianas y, más recientemente e ignorando a su padre y su hermano, su tío, Rudolf Engel, quién cayó durante la primera gran guerra cuando una ráfaga de vientos contrarios hicieron que las cargas de gas mostaza que lanzaron sus camaradas fueran a parar hacía donde él y su escuadrón descansaban sin tener, si quiera, las máscaras de gas puestas, por lo que varios murieron en medio de fuertes y horribles convulsiones y en charcos de su propio vómito.

Mejor suerte no tuvo la familia Von Jungigen, cuya mala suerte parece remontarse a siglos antes de la existencia de los Engel: para empezar, estuvo su ancestro lejano y Hochmeister de la Deutsche Ritterorden Ulrich Von Jungigen, quien, tras perder y morir en la batalla de Tanenberg, sumió a la Orden Teutónica en la crisis que llevaría a su inminente colapso. Luego, hay rumores de un tal Maximilian Ottokar von Jungigen Stangenwalt, un afamado Doppelsöldner que luchó contra los otomanos en el primer asedio de Viena y terminó como desaparecido en aquella batalla. Siglos después hubo un Ludwig Andreas von Jungingen Ruppel, quién moriría decapitado por una bala de cañón durante la batalla de Austerlitz, cuando Austria luchaba contra la Francia Bonapartista y habían registros de la existencia de un tal Paulus Erhart von Jungigen Selnecker que luchó en la Guerra Franco-Prusiana y que, casualmente, se topó con Sieghard Engel, cinco minutos antes de que una carga de artillería francesas los arrojara de sus caballos y los matara. Por último, su abuelo, Erasmus Linhart von Jungigen, heredero de la familia, era un mujeriego empedernido que tuvo una larga descendencia en sus cortos 35 años de vida. Todo lo que le quedaba a la familia lo dejó a sus dos últimos descendientes vivos pues, curiosamente, de los casi 14 vástagos que tuvo, sólo dos lograron sobrevivir a la guerra. Uno de ellos fue su madre, quién sería 2da en la línea de sucesión tras la muerte de su tío abuelo, el hermano de Erasmus, Wenzel Niklas von Jungigen, quién también murió en lamentables circunstancias… atragantándose con un palillo de dientes. Y bueno, sus padres… su historia ya es conocida.

Más increíble aún, parecía que su mala fortuna se hubiera acumulado en sus hijos: primero fue Maximilien, quién moriría estando comprometido y luego sería él, Johannes, quién perdería a sus padres y terminaría en este lugar. Claro, también estaba su hermana menor, Margaret, de la cual no sabia nada desde hace años… Aún así, Johannes no se hacia problemas, realmente le gustaba estar allí, pero… ¿Dónde es "aquí"? Muchas cosas le eran borrosas desde aquel día y muchos de sus recuerdos han desaparecido de la mente. Cuando despertó en el hospital muchas personas fueron a visitarlo y varias de ellas pusieron una expresión de pena o de desconcierto cuando les respondió "¿Quién eres tú?"

Un tal Dr. Buckler dijo que podía ser una amnesia postraumática o algo por el estilo. Sin embargo, ello no podía ser: él recordaba casi perfectamente su pasado, cosas como si cumpleaños, su nombre, el de sus padres y hermanos, así como otras muchas cosas, excepto las que acontecieron luego de una lucha en una cueva en Rumania. Después llegó un sujeto, quien se presentaría como Roy Mustang, diciendo que su situación actual le recordaba a los primeros días de su aparición "en este mundo". Para empezar ¿Qué quiso decir con eso? ¿Acaso no estaba donde debería? Es raro, pero creía que estaba precisamente donde quería y donde debía estar. Aún así, sentía que hacía falta algo dentro de él. En ello se encontraba pensando cuando la puerta del cuarto se abre y ella entra:

-Johannes.- lo llamó Jane quien vestía un largo y holgado vestido blanco de una sola pieza y sin mangas. Estaba acompañada por Leena.- Vamos a dirigirnos al pueblo ¿Vienes?

-Claro, vamos.- le respondió el muchacho desde su silla de ruedas y haciendo un gesto con su automail. Algunas semanas después de haber despertado, él accedió a que le otorgaran las prótesis, motivado por el hecho de que empezaba a recordar muchas cosas que, él creía, había olvidado. Lo primero que recordó, paradójicamente, no era nada relacionado a los athanatoi ni a Hughes, sino como conoció a Jane, lo cual le llevó a recordar como conoció a Riza, a Arzu, Elsie y Tristán. Rápidamente recordó muchas cosas, pero no concretamente cual era la relación que tenía con Jane, aunque, de algún modo, se hacía una idea de ello: Por alguna razón, cuando estaba junto a ella, sentía que todo el mundo se reducía a ellos dos y que no necesitaba nada más. Era un sentimiento raro que se manifestaba como un temblor en lo que le quedaba de sus brazos y detrás de su esternón. Ahora era precisamente ella quien se encargaba de su cuidado, de llevarlo a pasear en su silla de ruedas de vez en cuando y de ayudarlo en sus aún infructuosos intentos de volver a aprender a caminar. En el primer piso de la casa, los esperaban Stephen y Elsie, así como Arzu y Mijaíl, quienes habían ido a visitar al alquimista y, de paso, a hacerle compañía a Noah Richmont, quién iba a dejar flores a la tumba de Sandy Heinz, quien era oriunda del pueblo: ya había hecho lo propio, antes de salir de Central, con la de su mentor y maestro, Sacarías Gaveston, cuyo cuerpo se encontró en medio de una enorme pila de arena tras la batalla en Mount Purgatory. Arzu, que ya estaba recuperada de su fractura de mano, saludo a la teniente y le explicó la razón de su estancia en el lugar.

-Ya veo. Entonces, a lo mejor, nos encontramos con Noah de paso que vamos al pueblo.

-¿Quién es Noah, Jane? ¿Lo conozco?

-Sí, Johannes, no te preocupes, seguro que lo reconocerás ¿Les parece si vamos yendo?- el grupo de jóvenes empezó su caminata hasta el lugar.- ¿Por qué Anaís y Tristán no vinieron con ustedes?

-Alguien tiene que cuidar el negocio.- dijo Elsie con simpleza.- A ella realmente le hubiera gustado venir.- entonces Leena jaloneo la manga de la blusa de Elsie y le preguntó.

-Elsie… Elsie… ¿Cuándo volverá Alphonse? ¿Sabes si va a venir?- nadie supo como responderle, sino como siempre lo hacían en aquellos casos.

-Volverá dentro de algunos años, tuvo que salir de viaje.- todos esperaban, obviamente, que su cariño por el joven alquimista se apagara lentamente.

En pleno camino al pueblo, pasan por un campo de césped que los niños suelen usar para jugar con una pelota de cuero de vaca. Los niños se encuentran jugando con un extraño invitado: un hombre de aproximadamente 30 años recién cumplidos, cabello corto y pelirrojo, aunque de una tonalidad oscura y poco brillante, contextura delgada y tez clara medio bronceada.

-Vamos, niños ¿Acaso dejaran que un extranjero los venza?

-Vamos, chicos ¡Quitémosle la pelota!- los niños iban y rodeaban como sea al hombre, pero este los evadía con mucha precisión y lo hacía de tal forma que incluso se ponía a hacer piruetas con la pelota mientras esquivaba y burlaba a los párvulos. Fue una niña de casi 9 años, que lucía un vestido de verano de una sola pieza, de seda color amatista y un sombrero de paja simple, quien recriminó al sujeto.

-¡Hey, Lawrence! Deja de ser malo con esos pobres niños y vamos a buscar algo de comer.- Johannes sujeta la mano de Jane, como señal de que se detengan.

-¿Sucede algo, Johannes?- el joven voltea y le responde.

-Me pareció escuchar una voz familiar. Disculpen muchachos, pero ¿Pueden ir adelantándose? Los encontraremos allá en un momento.

-Guau, Johannes, me sorprende que busques esta clase de situaciones para seducir a Jane y más aún estando en silla de ruedas.

-¿Eh?

-¡Arzu! ¿Qué no puedes mantener tu boca cerra…?-antes que pueda acabar, la chica le levanta la parte inferior del vestido a Jane, dejando a la vista del muchacho no solamente las torneadas piernas de la chica sino también su ropa interior. Demás está decir que Johannes no tenía palabras para describir lo que veía.- ¡Ahhhh! ¿Qué haces?

-Sólo le enseño las partes más bellas de tu cuerpo a Johannes ¿Qué tiene de malo? Digo, tienes unas hermosas piernas, además tú ya viste el "armamento" de este muchachote.- la chica recuerda entonces aquel momento y, pegando un grito en el cielo, bajó su falda y lanzó una patada reversa que dio de lleno en la albina y la mandó a volar en dirección de su novio, quién, ciego gracias a Nina, fue impactado por el peso de su amante y cayó de bruces al suelo.- Y vaya fuerza que tienen esas lindas piernas tuyas…- dijo la chica mientras se levantaba del suelo.- de otro lado, Elsie se había encargado de hacer que Stephen no viera nada… vendándole fuertemente los ojos por lo que el muchacho se quejaba de una fuerte presión alrededor de la cabeza.

-¿Y yo que hice para que me golpeen? ¿Sabes que estos ojos que tengo son de vidrio y que de hecho no puedo ver ni un carajo?

-Lo siento, Mijaíl.- y luego, dirigiéndose a Arzu.- él… ya me había… vi-visto… así… antes.- la mujer entonces parece reaccionar como si le dijeran que han hallado el Santo Grial.

-¿De veras? ¿En serio? ¿Por qué nunca me lo dijiste antes?

-Porque sabía que reaccionarias así.

-Jo… bueno, no te molesto más… los dejamos en su "apasionante" momento de intimidad.- le dice a Jane mientras le guiñe el ojo y se va arrastrando a los demás tras de si. Apenas están solos, Fallwind le pregunta al Engel.

-¿Por qué querías que estuviéramos a solas?

-Pues, la verdad, quisiera acercarme a esa niña de allí- dijo señalando al campo de juegos, donde ya no se encontraba ni un alma- ¿Eh? ¿Dónde se fueron?

-Atrás tuyo, probablemente…- dice una voz y, al voltear, Johannes puede ver a la niña de manera más completa: su peinado lleva un cerquillo que le cubre un ojo. Algo parece reaccionar dentro del muchacho. Al lado de la chica, se haya el joven que respondía al nombre de Lawrence Balassa Mors.- Pero si es el hermano del Hochmeister.

-Hola… tanto tiempo sin verte, Victoria.- le dice el joven.

-¿Quién es esta niña, Johannes?

-Supongo que no se conocen: Jane Fallwind, Victoria Sayer, la chica autómata creada por Sifridus para recompensar a Anton Sayer por haberle creado su ejército de autómatas. Victoria Sayer, Jane Fallwind, mi antigua aprendiz y próxima alquimista estatal.

-Gusto en conocerte… "rayitas".- dijo la niña a Jane a modo de saludo y refiriéndose al diseño de su ropa interior, lo que hace que la chica se avergüence.- Así que ¿Qué haces aquí?

-Me recupero, como puedes ver: no puedo mover mis brazos y piernas aún y muchas cosas que conocía he llegado a olvidarlas luego de la lucha contra Sifridus… o por lo menos eso me dijeron.

-Ya veo… pero ¿Me recuerdas a mi, verdad?

-Recientemente, pero me acuerdo de todo lo concerniente a nuestra relación.

-¿A que te refieres? ¿Qué relación tienen ustedes?- pregunta Jane, intrigada, a lo que Johannes responde, con mucho pesar y seriedad en su voz.

-Yo… yo maté a su padre…razón por la cual ella me odia y por la que seguramente querrá matarme ahora…- Jane escucha esto y se pone en guardia, colocándose delante de su maestro y haciendo centellear los filamentos de su mano izquierda. La autómata mira a la chica y sonríe inocentemente.

-Papá tuvo sus pecados… yo tengo los míos, pero si quiero pagarlos debo vivir esta vida inmortal que se me concedió. Te mataría y de veras que querría hacerlo… pero ¿Qué gano con eso? El Hochmeister ya no está y tengo suficiente con las almas que ya he consumido, me atormentaran por la eternidad.- dice la niña acercándose hacía donde están Jane y Johannes.

-¡Aléjate de él!- ordena la morena, a lo que el rubio la aparta y avanza hacía la chica.- ¡Johannes!

-¿Qué es lo que quieres ofrecerme, entonces?- la chica mira el brazo del muchacho: a los pocos segundos, la manga de la camisa es hecha jirones por la autómata.

-Interesante, parece como si la carne de tu brazo invadiera el automail ¿no te diste cuenta? O… será que… ¿Ya lo sabías y no querías decírselo a nadie? El hecho de que eres el remanente del poder de los athanatoi… ¿Por qué lo hiciste? ¿Acaso no querías que te trataran como un monstruo? ¿Cómo el último de los tuyos?

-No fue por eso…

-¿Entonces por qué fue?

-No quería preocuparlos…

-No es necesario mentir…- le dijo ella mientras se mordía su labio inferior y almacenaba sangre dentro de su boca. Cuando tuvo la suficiente, se apoyó en los hombros del joven y lo besó, vertiendo toda la "sangre" de ella dentro de él. Jane quedó estupefacta, y antes de que pudiera hacer trizas a la autómata, ella se alejó rápidamente del chico.- Lo digo porque yo también hago lo mismo, al ser la última de mi especie…- tras pensar un rato, la chica se corrigió.- bueno, la penúltima.- Johannes sintió el sabor de la sangre muy diferente al de la habitual… y pronto no pudo evitar sentirse mareado.

-¿Qué fue lo que…? ¡Ah!- un dolor de cabeza repentino casi lo hace irse de cara al suelo, de no ser por Jane que lo sujetó.

-¿Qué le has hecho?

-Nada, solo le di algo de mi sangre… verás que en personas como él, mi sangre tiene un efecto realmente positivo.- La chica se da media vuelta y se dispone a irse junto a su acompañante, cuando Johannes se yergue y le habla nuevamente.

-Es una buena opinión la que sacaste… pero la verdad es que ya no soy un athanatoi: sólo tengo un alma, no tengo más que eso. Sé también cuales fueron las consecuencias de haberme separado de Hughes: afortunadamente no perdí ni un órgano… pero probablemente mí tiempo de vida no sea el de antes.

-Me alegra que seas consecuente…- le dice ella sin voltearse.

-¿Qué harás ahora?

-Hay tantas cosas que conocer… tengo una eternidad por delante, un guía mortal que tiene todo que enseñarme y un transporte que funciona a 9 ovejas por semana.- dice la chica sin que Jane entienda a que se refiere.

-Ya veo… pero no irás muy lejos con tu ojo en ese…- la chica voltea, se alza el flequillo y le muestra al muchacho un ojo completo, con parpado, pestañas y cejas completas.

-¿Como me veo?

-Más hermosa que nunca…- le dice en tono de broma. La automata sonríe ante el halago.- Vuelve cuando quieras… siempre me tendrás a mi.- la chica asiente y pega un silbido, ante el cual aparece un enorme lobo gris.

-Los, Culann… (Vamos, Culann) y tu también, Lawrence.

-Sí, sí… como digas.- le responde el hombre montándose al lomo de la criatura

-Nos vemos, Johannes…- luego mira a Jane y le sonríe.- rayitas, cuídalo bien.- la chica se sonroja y pone una cara de vergüenza que provoca unas risitas apagadas en la niña, quien da unas palmadas al lobo y los tres desaparecieron en medio del horizonte.

-¿Ese no era Lawrence Balassa Mors, el miembro del GLAP?- preguntó Jane

-Sí… pero parece que Noah lo dejó marchar.- dice Johannes mientras Jane vuelve a tomar la silla de ruedas y empieza a avanzar.

-¿Qué fue lo que te hizo? Luces diferente.

-Me mostró partes de su pasado… como para que pudiera conectarlas con mi propia historia.

-¿Y que recordaste?

-Muchas cosas… aquella vez que hubo una lluvia de estrellas, la ocasión en que te vi… eh… bueno, en el hotel de Briggs. También recuerdo cuando me reencontré con Ed y Al.

-Y… ¿Ya puedes recordar… que relación teníamos… nosotros?- pregunta ella algo temerosa. El cierra los ojos, alza la mirada al cielo y responde.

-No…- la chica cierra los ojos y empieza empujar la silla de ruedas con ella.

-No importa, ya lo recordarás más adelante…- llegados a una parte del camino, él le responde.

-No… no me refería a eso.- le dice mientras levanta su brazo de automail, del cual se sabía, apenas podía mover los dedos, para pedirle a la chica que pare.- no necesito la ayuda de Victoria para recordar cual era nuestra relación...- le dice mientras se va levantando, poco a poco, sin ayuda de nadie. Finalmente, tras un titánico esfuerzo, el joven se yergue completamente y mira a Jane a los ojos, desde la misma altura.- Simplemente porque lo he sentido desde que desperté… esa sensación que te oprime el pecho cuando te veo, cuando estas conmigo y cuando me cuidas. No necesito recordar que cosas hice para saber que te…- antes de acabar con lo que tenía que decir, sus fuerzas flaquean y está por caer al suelo, pero su acompañante lo sostiene. Ella lo mira, sin entender porque sus parpados le pesan.- Deberías dejar de llorar por todo, le dice él mientras acaricia sus mejillas.- ella lo sienta sobre la tierra y lo abraza.

-Idiota… no te fuerces mucho.

-Vamos… todos nos están esperando.- la chica vuelve a sentar al muchacho en la silla y empiezan a avanzar.

-Por cierto ¿Qué ha sido de los Elric? ¿Recuerdas algo de ellos?

-Bastantes cosas… en cuanto a su destino, algo me dice que están bien.

-¿Qué te hace pensar eso?- el chico recuerda las líneas del poema que compuso Beatrice Alletrop y que le llegó por manos de Roy Mustang, quien en esos momentos debería encontrarse de vacaciones, en algún lugar del país, junto a su hija y a su esposa, de la que , se rumoreaba, estaría nuevamente embarazada:

"Vislumbre en sueños a aquellos que partieron…

Con palabras amables me calmaron, me regocijaron y me consolaron…

Apaciguaron mi temor y mi duda...

Y se dirigieron a la tierra entre el Rin y el Elba…

El legado de aquellos que ya no están con nosotros…

No caerá en las garras del olvido… Nunca…

Jamás…"

-Los versos del destino, Jane. Simplemente eso…


Francia, Ile de France, París- 13 de Julio de 1930

El hospital Hotel-Dieu de Paris ("Residencia de Dios" de París) es el hospital más antiguo de la ciudad. Fundado por el obispo Saint Landry de París en 651 D.C, se encuentra en la explanada de la Catedral de Notre-Dame y reconstruido por el Empereur Napoleón I Bonaparte luego de que, en 1772, un incendio destruyera buena parte del hospital, no fue adquirido por la red de hospitales de la ciudad, la Assistance publique – Hôpitaux de Paris, sino a fines de la primera mitad del siglo XVIII. En uno de los fríos pasadizos de estilo arquitectónico de la época del primer imperio, donde hasta 1908, sólo podías encontrar monjas agustinas, se hallaban casi una veintena de personas, entre enfermos, familiares y conocidos de internos. Uno de ellos acababa de llegar y se dirigía a la habitación donde lo esperaban: tras evadir a un cuarteto doctores, dos enfermeras, un leproso, un hombre manco, la esposa de este y dos niños, logró hallar la habitación que buscaba.

-Bonjour!- saludó Alphonse Elric a tres personas: uno era un sujeto que vestía de la forma usual en esas épocas, habiendo dejado su atuendo de sacerdote en un cajón de su nueva residencia en Viena, el otro era un húngaro de aproximadamente 34 años y, sentada en una de las dos camas de la habitación, se hallaba la chica de pelo pardo que él no había podido olvidar.- Domenico, Matyás… Constance…- mencionó el muchacho mientras le daba un apretón de manos a los dos primero y a la tercera la abrazaba con fuerza.

-Es bueno verte aquí, Alphon... digo, Anselm.- saludó el italiano.

-No hay cuidado, esa es sólo mi identidad dentro de Weimar.- les dijo el muchacho, que figuraba en los registros de dicha ciudad como Anselm Bartolomeus Kassel Salier.- aquí entre nosotros, simplemente soy Alphonse.- les dijo a los tres.

Habían llegado hacía menos de 6 meses a aquel mundo, aunque su aterrizaje fue tan intempestivo que su llegada fue confundida, por algunos lugareños, como el "fin de los tiempos."

-Flashback- Castillo de Čachtice, Checoslovaquia, Noviembre de 1930

El suelo de las ruinas del antiguo castillo de la condesa Bathory empezó a temblar y brillar con fuerza. Las pocas personas que, por esas horas, caminaban por ese lugar maldito, huyeron al creer que se trataba de los espíritus de las doncellas desangradas hasta morir, presas de la insaciable sed de vida y juventud eterna de su patrona. La verdad, es que simplemente se trataba de la apertura temporal de la puerta ínterdimensional que traía a los viajeros ha este mundo.

De repente, el resplandor desapareció y en medio de la noche se pudo ver una enorme nave que se elevó por los aires e, inesperadamente, cambió de dirección, desviándose hacía un lago cercano.

-¿Hacia donde conduces, Edward?- preguntó la rubia.- ¿Acaso no sabes donde estamos?

-¿Y como quieres que lo sepa? Solamente vi ese lago y pensé que la tierra húmeda sería un buen lugar para aterrizar.

-¿Se te ha ocurrido que primero tenemos que evadir esos árboles?- le preguntó su hermano.

-¿QUÉ COSA?- evidentemente, Edward no había pensado en aquello, pero, afortunadamente para él, las copas de los árboles absorbieron la fuerza de la nave, la cual terminó aterrizando forzosamente en el lugar que el mayor de los Elric esperaba.- ¡Listo! A que soy bueno en esta clase de situaciones ¿cierto?

-Díselo a mi espalda.- le responde su hermano.

-Eres el único que se queja por esto.- el mayor baja de la nave y se dispone a bajar sus cosas de la misma, cuando una voz le dice en húngaro.

-No se mueva.- el mayor de los Elric no necesita a saber que su interlocutor tiene un arma y le está apuntando con ella.

-Tranquilo, no pienso hacerle daño.- respondió el joven en el mismo idioma, volteándose para ver a su captor. En ese instante, se dio cuenta de quien era.- ¿Úr Farkas? ¿Matyás Farkas?- el hombre pareció reconocer el nombre y bajo el rifle.

-¿Nos conocemos?

-¡Hey, Alphonse! Mira quien está aquí.- el menor de los Elric salió de la nave, resignándose de tomar su pistola para defenderse, cuando vio al hombre que los había amenazado.

-¡Señor Farkas! ¡Que sorpresa verlo aquí!

-No puedo creerlo… jajaja Por Dios ¿Cómo pudo ser posible?- dice el hombre soltando el rifle y dirigiéndose a recibir a los Elric.

Mátyas Salamon Farkas, quién hubiera luchado junto a ellos aquel día que abandonaron ese mundo, ahora era el primero en darles la bienvenida. Rápidamente, los llevó a su residencia en un pequeño poblado checoslovaco, donde residía junto con la familia Craciun, quienes también se alegraron de verlos (si no recuerdan a alguno de estos personajes, consulten el Cap8: CSFD Volº3). Tras contarles acerca de la suerte de los demás miembros de su grupo y descansar unos días en el lugar, decidió llevarlos hasta el Imperio Alemán, a ver a ese tal Herr Lentz.

-Fin del Flashback-

Ahora habían pasado 8 meses desde su regreso a aquel mundo, pero en ese lapso habían pasado tantas cosas. Apenas un mes después de eso, Edward se casó con Winry en una ceremonia civil en la alcaldía de un pueblo alemán, cerca de la frontera con Checoslovaquia. En la ceremonia hubieron pocos invitados conocidos (Farkas, la familia Craciun) y más vecinos del pueblo… lo normal para una pareja cuyos contactos habían sido perseguidos por la Schutztaffel y Sicherheitsdienst: desde el momento de la boda, ambos figurarían en los registros de la República de Weimar como Edmund Dietmar Kassel Salier y… bueno, Winry no tenía ningún antecedente, así que siguió conservando su nombre. Tras una corta estadía, los recién casados y sus acompañantes se dirigieron a la dirección que Johannes le había dejado a Edward para encontrar a su mentor. Al tocar la puerta, Edward no tenía ni la menor idea de que el mentor de Johannes era la versión de peli-pardo de Zolf J. Kimbley.

-Flashback- Frankfurt am Main, Imperio Alemán (República de Weimar), hogar de Dieter Ferdinand Lentz, 2 de Enero de 1930-

-Espero que sea importante, debo partir en media hora hacía Paulskirche.- dice el hombre mientras observa a la pareja que había ido a visitarlo. Nunca en su vida los había visto, pero al saber que eran conocidos de su pupilo los hizo pasar sin pedir explicaciones: ya habría tiempo para pedirlas.- tomen asiento por favor, Herr und Frau…

-Kassel.

-Claro. Como ya deben saber, mi nombre es Dieter Ferdinand Lentz von Magdeburg, fui mentor de tu buen amigo Johannes Engel von Jungingen. Quisiera saber ¿Qué ha sido de él?

-Yo y mi hermano lo encontramos en Suiza y lo ayudamos a vengar la muerte de sus padres, asesinados por la SS de los Nazis. La cacería del responsable nos llevó hasta Rumania, donde le dimos muerte.

-¿Y se puede saber quien era aquel?

-Schutzstaffel Sturmhauptsfürher, Sifridus Waldemar Kroenen von Ruhenheim.- el hombre pareció asombrado al oír eso.

-¿Su padrino?- tras pegar un pesado suspiro, el hombre comentó.- siempre pensé que un sujeto tenía algo malo, pero nunca creí que fuera tanto ¿Qué pasó después?

-¿Después?- el joven no había pensado bien que decir, pero había tenido una idea.- La última vez que lo vimos fue dirigiéndose en un tren hacía Tesalónica. Lo demás lo explica en esta carta.- le dice el joven entregándole una carta. El hombre la toma y la lee.

"Estimado Dieter:

Está es quizás la última vez que te escribo. Mis pasos me han llevado por un camino de venganza que han conllevado a mi propia perdición. Tengo las manos manchadas de sangre y no tengo el valor de sujetar con ellas las de mi hermana para llevarla a casa. Me estaré enrumbando hacía Suez, en el lejano Egipto, y me uniré a la tripulación de un capitán con el que ya he llegado a un acuerdo (El barco se llama "HMS Charon", si no me equivoco): Mis conocimientos pueden servir aquí y ojalá me lleven a algún pedazo de tierra en el que pueda hallar la redención. Respecto a Margaret, le legué a alguien de mi más entera confianza una carta en la que explico su situación: espéralo, tarde o temprano, él aparecerá. Gracias por todo, maestro. Auf Wiedersehen!

Johannes IV Erhart Engel von Jungingen."

-Ese tonto...- murmura mientras se le hace un nudo en la garganta.- enseñarle tantas cosas para convertirse en marino.

-Lamento eso.- Edward entonces siente la necesidad de ir al baño.- disculpe Herr Lentz, pero no sé si usted…

-¿El baño? Por supuesto, en el pasillo, la cuarta puerta.- el joven se va y queda Winry con el hombre de la casa.- Es raro verla casada con otro hombre, Frau Winifred.

-Disculpe, debe estarme confundiendo con alguien más.- el hombre la mira con incredulidad. Tras unos segundos, aún con dudas, le dice…

-Wer reitet so spät durch Nacht und Wind?-la chica lo mira con incredulidad.

-¿Quién cabalga tan tarde a través de la noche y el viento? ¿Cómo quiere que lo sepa?- el hombre se ríe de buena gana al oír está respuesta.- ¿Qué dije?- pregunta la chica, consternada.

-Es ist der Vater mit seinem Kind.- responde el hombre.- Der Erlkönig, mein schatz. Es uno de los poemas de Johan Wolgang von Goethe. Disculpe, señorita…

-Winry Rockbell.

-Winry. Perdóneme el haber dudado, pero usted se parece tanto, salvo que Winifred nunca olvidaría un verso de Goethe, ella lo admiraba a muerte. Cuando Maximilien, el hermano de Johannes, me la presentó ella habló de su fascinación por la literatura de Goethe. Esos tres jóvenes eran increíbles… y ahora… no queda ninguno.- dijo el hombre mientras sentía como si su alma se saliera del cuerpo.- No queda ninguno.

-Pero… Johannes le dijo que volvería luego de su viaje ¿Cierto? No creo que él pueda…- el hombre la interrumpe.

-No. Algo que le enseñe a ese muchacho, y que supo desarrollar con gran habilidad, han sido los mensajes cifrados. Usted puede leer "HMS Charon" son siglas en ingles que significan Nave de Su Majestad (His Majesty's Ship) Caronte, el nombre del barquero del inframundo. Ello quiere decir dos cosas: que está muerto o que nunca volverá. Una pena, supongo que este es el fin de la rama de Ludolf.

-Pero, aún le queda una hermana ¿verdad?

-Cierto, pero hasta que la persona correcta llegue, quién sabe cuanto tiempo deba pasar.- En ese momento, Edward aparece.- Gracias por informarme sobre el paradero de Johannes. Ahora ¿Qué es lo que…?

-En ese sobre que le di, hay una carta más.

-En serio. Veamos que hay…- Tras leerlo, el hombre sonríe.- Ese muchacho… supongo que tengo las llaves por aquí.- el hombre desaparece en una habitación y vuelve luego de un rato.- Esta es la llave de la residencia Engel en München, les daré los siguientes pasos para que puedan figurar legalmente como los dueños.

-Fin del Flashback-

Unas semanas después, Edward, Winry y Alphonse ya estaban asentados en München. Aunque en un principio obtuvieron ayuda económica del señor Lentz, pero luego Edward consiguió un empleo como maestro de ciencias en una academia del lugar, mientras que Winry se dedicaba a la repostería, sin olvidar sus dotes de mecánica, practicando en la pierna y brazo de su esposo. Conocieron, también, a miembros de la familia Engel residentes en esa misma ciudad como fue la familia Engel Kuchmeister, compuesta por Andreas y Anne, padre y madre respectivamente, y un muchacho de unos 15 años llamado Konrad; cabe decir que Alphonse y Edward casi se murieron de la risa al ver que padre e hijo eran los reflejos de Halling y Kayal (Kyle o como se escriba), mineros que habían conocido en Youswell. Edward y Winry no tardaron en acostumbrarse a la ciudad y mucho menos a su residencia de dos pisos del barrio de Laim, en lo que antes fuera la ciudad capital del Reino de Bavaria.

Alphonse, sin embargo, parecía algo distante, se solía comunicar mediante cartas con Matyás y, tras unos cinco meses, el mismo receptor de las cartas llegó con compañía: eran Domenico y Marysia, quienes habían sido contactados por el húngaro y guiados por el mismo hasta el lugar de residencia de los Amestritas. Allí, Alphonse les preguntó respecto a la Constante, ellos le comunicaron que se encontraba internada en el Hotel-Dieu y la primera medida que tomó el joven fue empacar maletas y dejar sus ahora, a punta de horas de estudio y titánico esfuerzo, mejoradas artesanías en manos de algún vecino que las pudiera vender, a cambio de una justa comisión. Antes de salir, sin embargo, Edward le dijo que ellos irían con él, cosa que a Al no le agrado dado el avanzado estado de embarazo de su cuñada, pero aún así, solo logro que esta también se uniera a la idea de su esposo.

-No me perdería esto por nada.- le dijo la chica, de 7 meses de gestación, como única respuesta a su cuñado.

Así, todos salieron en un viaje que se prolongaría (por las diversas paradas que tuvieron que hacer gracias a Winry) por casi medio mes (cuando usualmente hubiera tomado menos de dos semanas), hasta llegar a París. Alphonse encontraría a la chica en uno de sus paseos matutinos, en silla de ruedas y acompañada por una de las enfermeras: él se acerco, se arrodillo delante de ella y la abrazo, mientras ella sólo atinaba a decir.

-Sabía que volverías.

Ahora había pasado una semana desde que llegaron a París y al día siguiente volverían en un tren, lo más rápido que pudieran a München, pues Winry se acercaba peligrosamente a los 9 meses. Y mientras Alphonse paseaba con Constante en el hospital, Domenico se había dirigido al Louvre, donde lo esperaba Marisya.

-Supongo que debe estar feliz.- dijo la polaca al italiano.

-Claro que lo está. Aún así, no creo que eso vaya a cambiar nada ¿sabes?- la mujer mira inquisitivamente al hombre.

-¿Es por eso que no le dijiste nada al chico?

-Se lo diré después. Ahora él tiene derecho a ser feliz ¿no crees?

-Oh, resultaste ser sensible.- le dijo la mujer, mientras que una sonrisa le cruzaba los labios.- ¿Será por eso que colgaste el habito?

-No precisamente, es solo que no podía estar en Roma y dedicarme a mi carrera al mismo tiempo.- la monja mira el cuadro que tiene al frente.- Le Sacre de Napoleón (La coronación de Napoleón) de David. Tienes buen gusto.

-Gracias…- tras un incomodo silencio, la religiosa preguntó al italiano.

-¿Cuánto le han dado de tiempo a la chica?

-En el mejor de los casos… un año y medio. En el peor… meses- la chica suspira al escuchar aquello.

-A veces… también quisiera creer que el amor puede hacer milagros.- le dice ella apoyándose en el brazo de su amigo.

-Yo también, cara amica… yo también.

El Champ-de-Mars de París es un enorme campo de 780 metros de largo y 220 de ancho. Muchas cosas habían acontecido en aquel lugar: la aceptación de la primera constitución francesa por un incompetente Rey Luis XVI, la masacre en nombre de la corona que produciría el Marqués de La Fállete durante la revolución y la ejecución de cientos de "enemigos de la revolución" quienes podían variar en edad, tamaño, sexo y confesión. El único evento que no había teñido de rojo sangre el lugar había ocurrido recientemente, cuando el ingeniero Alexandre Gustave Eiffel construyó, por motivo de la Exposición Universal de París de 1889, empezó a construir una enorme torre de acero. Ahora, sentados en una de las tantas bancas, y casi al pie de la inmensa torre, los esposos Edward y Winry miraban con asombro toda la extensión de la estructura metálica de 300 metros.

-¿Qué te parece?

-Es como me la imaginaba: fantástica, bella… algo diferente en estilo a los demás edificios de la ciudad, pero verla cada mañana que he despertado aquí ha sido realmente gratificante.- el hombre mira a su esposa y ríe.- ¿Dije algo malo?

-No, nada… es solo que me cuesta creer que alguna vez tú y yo estaríamos aquí.

-Cuando me contabas sobre este mundo tan extraño en el que la gente habla diferentes lenguas por cada dos a tres países que visita, jamás imaginé que me traerías aquí.

-Yo tampoco…

-¿Algo te preocupa?

-Sigismund… esa cosa no ha aparecido en todo el tiempo que hemos estado aquí. Solo pueden haber dos posibilidades: la primera, que se halla desvanecido al venir aquí y la segunda es que lo hayan capturado y lo estén preparando para algo grande. Me temo que esta paz sea puramente efímera, Winry.- la chica lo mira con una sonrisa de oreja a oreja, como si le divirtiera ver la preocupación del joven y no dudó enjugar con ella.

-¿Tan efímera como tu estadía en nuestro mundo? ¿Será que acaso solamente fuiste, no para verme y decirme que me amabas, sino para arrastrarme contigo hasta aquí?- el amestrita le quiso responder.

-Tu sabes que...- la chica le puso un dedo sobre los labios y le dijo, con seriedad en el rostro.

-Era broma, Ed.- la chica se levantó, luciendo su vientre de 8 meses, cubierto por una chaqueta de terciopelo pardo, que cubría el vestido de una sola pieza que usaba desde hacía 4 meses.- Está es la decisión que he tomado y creeme que por ello seré…- la chica, entonces siente un par de golpecitos dentro de su barriga.- Ouch… digo, seremos felices… siempre que estemos a tu lado.- el chico sonríe ante el pequeño discurso que le ofreció su pareja, se levanta, rodea sus hombros con su brazo metálico y hace que la cabeza de ella repose sobre su hombro de acero.- nunca más te dejaremos ir solo.

-No sabes en que líos te has metido ahora.

-No es que quiera saberlos, es decir, ni que la guerra fuera a estallar ahora ¿cierto?

-No… por lo que parece, no lo creo.- le responde el joven mientras avanzan por el inmenso campo.

-¿Podemos subir la torre?

-¿Con esa barriga? ¿Acaso quieres poner en peligro a nuestro hijo?

-¿Desde cuando eres un padre responsable?

-Desde que tu…- su mujer lo vuelve a interrumpir. En este punto, Ed empezaba a sentir que nunca tendría la última palabra.

-Esta bien, esta bien, ya entendí.- la chica recordó entonces su última visita al doctor y se acordó de la posibilidad doble que el galeno le había mencionado, dado el gran tamaño de su vientre. Ella no se lo había dicho a su esposo, prefirió no contarle nada, esperaría a que se diera cuenta.-Entonces vamos a una mueblería.

-¿Para qué?

-¿No es obvio? Necesitamos una cuna.

-Espera… ¿No tenemos una ya en casa?

-Así es…- la chica respondió sonrientemente y con los ojos cerrados, haciendo una mueca de orgullo mientras, con sus manos, acariciaba su prominente vientre. Su esposo, pareció no darse cuenta de la indirecta.

-Entonces no veo necesidad.- ella suspiró, tratando de aguantar la risa.- ¿Qué cosa?

-Nada… - le decía mientras lo tomaba del brazo y seguía caminando por el campo, junto a él, disfrutando aquella última decadente tarde en París.


Los Espíritus de la Puerta

-Fin-


Y así, damas y caballeros, hemos acabado esta historia. Lo que me recuerda, el 10 de Octubre pasado se cumplieron ya 3 años desde que empecé este relato (empecé, no publique: eso ocurrió algunas semanas despues)…como vuela el tiempo ¿cierto? La verdad, no sé que decir, he estado tanto tiempo con este proyecto y en el transcurso del mismo he concebido otros (los cuales no son fanfics, por si acaso) que, francamente, se me hace imposible creer que ya no voy a volver a sentarme en la compu a escribir sobre todos estos personajes y acontecimientos (aunque aún tengo ese sub-fic "Cacería de Muérdagos" que debo terminar y que pienso retomar a fines de noviembre o inicios de diciembre… buenas noticias para los que les gustó ese personaje al que bauticé como Jack Hagen).

Sobre mis razones para este final… seguro que algunos se preguntaran "Si a este sujeto le desagrado el final de la película ¿Por qué hizo que todo volviera como al final de la película?" Simple: luego de ver la película, aparecieron las Ovas de la primera versión de FMA, una de ellas (si la memoria no me falla,- pues fue a inicios del 2008- se llamaba Kodomo-hen) muestra el brazo de un Edward Elric que ese día cumplía 100 años en algún lugar de nuestro mundo. Lo curioso es que ese automail que lucía la versión senil del alquimista no parecía ni de 50 ó 70 años (mucho menos gastado tras la 2da Guerra Mundial y la Guerra Fría) Y entonces pensé "¿Acaso se habrá traído a Winry desde su mundo para que se lo repare? Jajaja nah, imposible" pero tras días y días que pasaban, no pude quitarme esa idea de la cabeza. Entonces idee una trama, una forma, una posibilidad y ¡PUM! 6 meses después estaba escribiendo este fanfic. Aunque sí, debo admitir algo: me pasé con los OOC, demasiados para un fic y en cierta forma deje relegados a muchos personajes de la trama original... otra cosa que debo admitir es que me pasé en "empalagosería" en algunas partes, creo que me alejé un del estilo de Hiromu Arakawa al hacer escenas algo-muy roamnticas -_-'

Por último, quizás a alguno le parezca que este fic tendrá una secuela y, además, en capítulos anteriores, también hablé de una precuela. Pues, debo decir simplemente que nada está confirmado, pero, si pudiera, creo que una secuela sería más viable (me acabo de dar cuenta que, si monto una precuela, estaría adentrándome en el peligroso mundo del copyright… y eso no es nada divertido T_T). De cualquier forma, no niego la posibilidad de hacerla, no estaría nada mal n_n

En fin, esto es, definitivamente, todo. Fue un placer y un gusto el haber escrito esta historia (demasiado larga hasta para mí). Espero la hayan disfrutado y que les haya traído gratos momentos de diversión, alegría, horror, lagrimas, asco, ira, aburrimiento o el sentimiento/sensación que en ustedes haya brotado al leer esas líneas. A los que siguen mi otro fic, nos vemos en Diciembre; a los que sólo siguen este fic, gracias por leer esta historia, me despido con toda la gratitud que les puedo expresar. Adiós.

Atte. Blutigen Lycanii.

Este Fic se terminó de escribir el 11/10/11, siendo 2 años y, aproximadamente, 351 días los transcurridos desde el primer capítulo publicado.