Al día siguiente:

Tras una gran batalla, tras una terrible guerra, viene el momento de llorar a los amigos caídos, de curar las heridas, y de retomar el rumbo. Pero, en la naturaleza del ser humano está el afán de celebrar fin de algo terrible, la llegada de una nueva esperanza, y el principio de una nueva época.

Y ese momento de celebración llegó a Hogwarts a la noche siguiente a la gran batalla. Tras correr la noticia de la caída de Lord Voldemort, cientos de magos llegaron al colegio. Aquellos que no habían participado en la batalla, se presentaron para ayudar a los heridos… y para recoger los cuerpos de los fallecidos.

Poco a poco, estos recién llegados fueron trayendo distintas cosas para ayudar: bebidas alcohólicas para afrontar la terrible faena, comida para los que trabajaban, música para animar la moral…

Hasta que por la noche, la fiesta estalló en toda su gloria. En el patio interior del castillo, ahora despojado de los escombros de la torre derribada, cientos de magos gritaban, bebían y bailaban al ritmo de la música. De vez en cuando, alguien alzaba una copa gritando "¡Por Harry Potter!", o "¡Viva Severus Snape!". Pocos entendían porqué Snape se había retirado tras matar al señor oscuro. Pero a nadie le importaba. Era el momento de olvidar los problemas pasados y seguir adelante.

En el centro del patio, Bill y Fleur bailaban animadamente un Rock-and-roll, junto a Neville y Luna. Charlie, ahora que Norberto había vuelto con su familia, bebía y charlaba con una maga joven, junto a la improvisada barra del bar. George, a algo más de distancia, bebía algo apoyado en la barra, cabizbajo. Pero su melancolía no duró mucho antes de que alguien lo cogiera por la mano y lo sacara a bailar. Incluso Draco Malfoy se había unido a la fiesta, a pesar de sentirse fuera de lugar entre tanto Gryffindor.

En un lado del patio, un escenario se había levantado con los restos de la torre derruida. Sobre él, un grupo improvisado de músicos tocaban canciones conocidas y bailables del mundo mágico, que todos los presentes coreaban a pesar de la dudosa calidad musical. Bajo éste escenario, Ron y Hermione bailaban desde hacía rato.

Ron le acarició la cara a la joven, al tiempo que le susurraba algo. La música distorsionó el mensaje, haciéndolo ininteligible. Sin embargo, hay cosas que no hace falta decir. Hermione sonrió y lo abrazó. Se besaron, suavemente al principio, y con pasión al poco.

La música se detuvo, y a una señal de los músicos, cientos de alzaron sus bebidas, sus puños, sus corazones y sus voces al cielo.

-¡Por Harry Potter!¡Por Severus Snape!

Ron y Hermione abandonaron el beso para unirse al grito de júbilo y reconocimiento.

-¡Por Harry!

Por encima de la fiesta, sobre la semi-destruida torre de Astronomía, el grito llegó amortiguado hasta los oídos de Ginny. La chica estaba sentada sobre una piedra, al borde de la construcción. A su espalda, la fiesta continuaba. Frente a ella tenía una gran vista del campo de batalla. El cielo estaba despejado, y las estrellas se reflejaban en el gran lago.

No lloraba. Ya había llorado lo suficiente la muerte de Harry. Inspiró entrecortadamente, mirando hacia el abismo que se abría bajo sus pies. Perturbadoras ideas paseaban por su mente.

¿Volvería a encontrarme con él?

Quizá era una buena idea. Quizá no. ¿Poner fin a todo? ¿Quizá, y sólo quizá, volver a encontrarse con Harry? El mundo ya no le parecía el mismo. Sentada, avanzó ligeramente y se asomó al borde de la torre. Pensó que la posibilidad de volver a encontrarse con él podría valer el precio de dar… el paso definitivo.

Escuchó unos pasos a su espalda, y una voz femenina le habló.

-No lo hagas, Ginny.

No necesitó girarse para saber que se trataba de Cho Chang. De entre todas las personas que podían presentarse en ese momento, tenía que ser Cho Chang la que lo hiciera. Ginny sintió de nuevo ese vacío en el pecho.

-¿Y por qué no iba a hacerlo?

No le lanzaba la pregunta a Cho. Más bien, se lo estaba preguntando a sí misma. Cho Chang avanzó con cautela unos pasos hacia Ginny.

-¿De verdad crees que vale la pena suicidarte, Ginny?

Ginny se sobresaltó a oírla pronunciar la palabra. Aunque se sentía tentada a suicidarse, no se había atrevido nunca a pronunciarlo, ni siquiera en su mente. "Acabar con todo", o "Empezar de nuevo" eran palabras que se le antojaban menos dramáticas. Pero a fin de cuentas todas significaban lo mismo: suicidarse.

Con un hilo de voz, Ginny respondió:

-No lo se…

Cho Chang se acercó unos pasos más.

-Yo creo que no vale la pena. –afirmó Cho Chang.

Al decir esto, Cho Chang vio cómo Ginny parecía encogerse. Un ligero sollozo llegó hasta sus oídos. Se dio cuenta de lo delicado que era el equilibro emocional de Ginny. Se asustó, al saber que sus próximas acciones y palabras podrían desencadenar o detener un desastre.

-Ginny… Todos lloramos la muerte de Harry. Quizá volvamos a verlo en el otro mundo… pero no ahora. Todavía no.

Ginny se giró sobre sí misma y encaró a Cho Chang, quien estaba a menos de dos metros de ella. Con lágrimas en los ojos y casi gritando, le espetó:

-¿¡Y por qué no!¿¡Por qué no voy a hacerlo si volvería a encontrarme con él!

-¡Porque Harry no se ha sacrificado para que ahora tú te suicides!

Ginny quedó paralizada ante esas palabras. Harry se había sacrificado para darles a todos una esperanza, y a ella la terrible condena de pasar toda una vida sin él. Se llevó las manos al rostro, incapaz de contener más las lágrimas.

Entonces sintió la mano de Cho Chang sobre su espalda.

-No eras la única que le quería, Ginny.

Ginny levantó la vista para encontrarse con la mano de Cho Chang, invitándola a volver al interior de la torre. La aceptó, giró sobre sí misma, y se puso en pie. Casi mecánicamente ambas chicas se abrazaron durante largos minutos.

Cho Chang sintió, cuando abrazó a Ginny, una extraña sensación, como una especie de premonición: no todo estaba perdido. Cerró los ojos durante un instante, y a su mente vino el llanto de un niño.

Entendiendo lo que acababa de ver, se separó de Ginny y la miró a los ojos.

-Además, creo que todavía tienes cosas que hacer en este mundo. –le dijo sonriendo.

Ginny no entendió bien a qué se refería Cho Chang. Pero no tardaría mucho en hacerlo.

Desde el patio interior del castillo, una nueva coral de gritos llegó hasta los oídos de las chicas.

-¡Por Harry Potter!


Tres días después.

Ginny observaba desde varios metros de distancia al primo de Harry, dándole un margen de intimidad.

Dudley, mirando al cielo, hizo un rápido repaso a la increíble historia que le habían contado los amigos de Harry. Después bajó la vista y observó una lápida frente a él.

Aquí yace
Harry Potter.

RecordemosPor qué murió.

Recordemos
Por qué vivió.

En paz descanse.

Dudley releyó por enésima vez el epitafio de la lápida.

-Nunca podré perdonarme por haberte tratado como lo hice Harry. Nunca podré arreglarlo ya. Ojala lo hubiese visto antes. Ojala te hubiera tratado como te merecías: como a mi hermano.

Se agachó, poniendo una rodilla en el suelo, puso una flor blanca sobre la tumba de su primo.

-Nunca te olvidaré… hermano. Espero que donde estés, encuentres la paz que no supimos darte en vida.

Se alejó unos pasos, hacia la chica pelirroja que le había llamado para ir al entierro, pero se detuvo en seco y volvió a mirar a la lápida. Susurrando, añadió:

-Ví una película hace un tiempo, que decía una frase que me parece apropiada. Decía: "Volveremos a vernos, pero todavía no.". Espero de verdad que sea cierto Harry.

Entonces siguió alejándose y se detuvo cerca de Ginny, dándole a ella la oportunidad de despedirse de su amado en privado. El resto de la familia Weasley, así como Hermione, Neville, Luna y Chochang, ya habían hecho lo propio.

Ginny se acercó a la tumba. Silenciosamente, se arodilló junto a la lápida y sacó su varita. Bajo el mensaje "En paz descanse", lentamente, talló un nudo celta. La Triquerta, el símbolo celta del amor eterno.

Después se levantó, y cerró los ojos mientras recordaba a Harry. Cuando los abrió se había llevado inconscientemente las manos al vientre. Sonrió ligeramente. Cho Chang tenía razón, aún le quedaba algo que hacer en la tierra.

-La llamaré Lilly, Harry.

Después, secándose los ojos, volvió con su familia. Un nuevo mundo les esperaba a todos, y a Ginny, una nueva vida.


Nueve meses después.

Lo señores Weasley, George, Bill, Fleur, Luna y Neville aguardaban inquietamente en la sala de espera. Hacía casi dos horas que estaban allí, esperando noticias. De repente, una puerta se abrió de un sonoro golpe. Ron y Hermione llegaron a todo correr, jadeantes.

-¿Llegamos a tiempo? –dijo Ron- ¿Hay alguna noticia?

-Todavía nada –respondió Bill con calma.

-¿Quién ha entrado con ella? –preguntó Hermione.

Todos guardaron un instante de silencio. La señora Weasley, un tanto airada, respondió:

-Le pidió a Cho Chang que la acompañara.

-¿Qué? –preguntó Ron extrañado- ¿Por qué?

-Vete tú a saber –respondió Neville.

Esperaron varios minutos más, hablando de temas intranscendentes, cuando una puerta se abrió. Cho Chang, seguida por una enfermera entró sonriente en la sala de espera. Toda la familia y los amigos de Ginny se pusieron en pie, expectantes. La enfermera se fue, dejando a solas a la familia.

-Podéis pasar, todo ha ido bien.

La señora Weasley se adelantó al resto y entró rápidamente en la habitación. Sobre una cama, Ginny la miró sonriente, cansada y sudorosa. Sobre su pecho desnudo sostenía a una preciosa niña, que se alimentaba por primera vez. Pequeños mechones pelirrojos crecían sobre la cabeza del bebé.

Molly se acercó despacio a su hija para observar a su primera nieta. La niña dejó de mamar durante un instante y abrió ligeramente los ojos tratando de enfocar a Molly. Sus ojos eran verdes.

La niña cerró los ojos a la vez que el resto de la familia llegaba para conocerla, y se quedó dormida. Todos guardaron silencio, emocionados ante la escena, salvo por alguna felicitación a la madre. Finalmente, Luna fue la primera en hablar.

-¿Cómo vas a llamarla, Ginny?

Ginny miró a su amiga, y luego a toda la familia.

-Lilly. Lilly Potter.

Molly, rota en lágrimas de alegría, abrazó a su hija. Su marido hizo lo mismo. Pero al poco éste añadió:

-Pero no te vayas a creer que vas a dejar de ir al colegio. –dijo sonriente

Toda la sala rió ante el corte de ambiente que había hecho el señor Weasley. Ginny también. En ese momento se alegró más que nunca que Cho Chang pudiese detenerla en la torre de astronomía.


Quince años después.

Hacia calor en Londres, más de lo habitual a pesar de ser agosto. Ginny, ya con treinta años, aguardaba frente a un teatro. Lilly esperaba junto a su madre. Tenía el pelo recogido en una larga trenza pelirroja. Ambas llevaban ropas, aunque no muy estrafalarias para los muggles, sí bastante mal conjuntadas.

De pronto, Lilly vio a dos conocidos por la calle.

-¡Titos! –gritó Lilly, junto a su madre.

Ron y Hermione llegaron andando por la calle. Iban vestidos con ropa muggle. Por suerte para Ron, Hermione tenía buen gusto en el vestir y no desentonaban para nada.

-¡Pero si es mi sobrina favorita! ¡Cómo estás Lilly! –exclamó Ron.

-Todo va bien –dijo ella sonriente, besando a sus tíos.

-¿Y en el colegio, todo bien? ¿Qué tal está Neville? –preguntó Hermione.

-Está muy bien –dijo Lilly.

-Nos ha enviado una lechuza. –añadió Ginny- Dice que está ocupado preparando el nuevo curso de herbología y que no puede venir.

-¡Qué lástima! –exclamó Ron.

En ese instante, una gran sombra apareció a la espalda de Lilly. Ésta no logró reaccionar a tiempo cuando unas enormes y poderosas manos la cogieron por un brazo y por la espalda y la voltearon por el aire. Para cuando quiso darse cuenta, ya estaba apresada bajo el poderoso brazo de su tío Dudley.

-¡Tío!¡Que ya no soy una niña!¡Bájame! –gritó ella entre avergonzada y divertida.

-¡Tú serás muy maga, pero sigues sin poder conmigo! –exclamó Dudley riendo. Después la posó en el suelo.

Compartieron unos minutos de saludos y de ponerse al día sobre las novedades de la familia y los amigos. Después se acercaron a la ventanilla del teatro, y compraron las entradas.

-¿Cómo se llama esta obra? –preguntó Ron.

-Es un musical –dijo Ginny- llamado Rent. Me lo ha recomendado una amiga.

-¿De qué trata? –preguntó Hermione

-Pues es una historia de amor en los suburbios de Nueva York, cuando el sida y la drogadicción estaban en pleno auge.

Dudley resopló al saber de qué trataba la obra.

Tomaron sus asientos, y en pocos minutos dio comienzo la obra. Un musical excelentemente representado por un grupo de teatro novel, que en seguida atrajo el interés del público.

La historia transcurría, hasta que en una escena uno de los protagonistas moría por culpa de una enfermedad. A continuación, se representaba el funeral, donde todos sus amigos hablaban de anécdotas de su vida. Finalmente, un hombre negro, la pareja del personaje muerto, dio un paso al frente al tiempo que comenzaba una lenta balada de piano.

Live in my house,
I'll be your shelter
Just pay me back,
With one thousand kisses
Be my lover,
And I'll cover you

La voz del hombre, suave al principio, fue tornándose poderosa y desgarradora a medida que cantaba. Ginny se sintió absorbida por la letra, la escena, la representación y la música.

Open your door,
I'll be your tenant,
Don't got much baggage to lay at your feet
But sweet kisses I've got to spare
I'll be there,
And I'll cover you, oh

I think they meant it when they said you can't buy love
Now I know you can rent it, a new lease you are my love
On life, all my life

I've longed to discover something as true as this is, yeah

Tras estos versos, una mujer de la coral se unió al canto. Ginny no pudo evitar llevarse una mano al rostro para limpiarse una lágrima que no había podido contener.

-¿Mamá? –preguntó Lilly - ¿Estás bien?

Ginny se secó el rostro, al mismo tiempo que la canción tocaba a su fin.

-Estoy bien mi vida –dijo sonriendo-. Es que me estaba acordando de tu padre.

Bajo el abrigo de los poderosos acordes del musical, madre e hija se abrazaron en silencio. La voz desgarrada del hombre marcó el final de la pieza.

When your heart has expired.

Oh, lover, I'll cover you.
Oh, lover, I'll cover you.

Forever I'll cover you!

FIN


Sí señores, he acabado el fanfict. Un fict que empecé exactamente el 20 de octubre de 2008. Más de dos años escribiendo, imaginando cada escena, y poniéndome en la piel de los personajes. Joder, me da hasta pena haberlo acabado.

Espero que todos los que lo habéis seguido hayáis disfrutado de su lectura.

Muchas gracias por haberme aguantado tanto tiempo. Un abrazo.