Los personajes de Slayers le pertenecen a Hajime Kanzaka y a Rui ARaizuimi

Este fan fic es como una continuación de la historia "Siempre estaré a tu lado". En cierta forma va estar unido al comienzo de la nueva temporada de Slayers.

Como se imaginaran es Z/A y como siempre es romántica pero tiene algo de humor!

Disfruten!!

Una noche en el palacio

Las estrellas adornaban con su resplandor las paredes del castillo de la capital de la magia blanca. Los guardias se encontraban atentos como si fuera pleno día, atentos a todo movimiento, todo extraño que pudiera violar la autoridad de la corona.

Los ojos de los guardias estaban fijos, en este momento, en un hombre escondido en su propia capucha. Estaba cubierto de pies a cabeza…si no fuera porque su traje era beishe, cualquiera lo confundiría con un ninja. El hombre misterioso tenía sus ojos fijos en el palacio, pero no daba ningún indicio de ir hacia allí, pero tampoco se alejaba. Los guardias estaban atentos y lamentaban que este hombre apareciera. Justo la noche donde la princesa estaba sola! No podía ser más oportuno… pero sabían que su honor a Seillun los haría luchar con todas sus fuerzas contra quien el ingenuo que se atreviera a desafiar a la familia real.


Debía o no ir…ya estaba en la ciudad, sería algo totalmente ilógico no ir! Pero a la vez era de noche ya…sabía que los guardias estaban empezando a dudar de su presencia. Ya no se acordaban quien era?! Bueno, tampoco él es una persona que se hace muy presente en los demás…

Tal vez debía volver en el día, donde levantase menos sospechas…pero el no quería perder tanto tiempo en Seillun…Tal vez si simplemente le haría una corta visita a su alcoba…

Sintió sus mejillas azules volverse rojas, calentando las fría piedras de su rostro. Como se me ocurre algo así?! Es decir, no podría…es imposible que yo…SIMPLEMENTE NO PUEDO HACERLO?!

Rascó sus pelos de alambre con desesperación, tratando de quitarse esas ideas de la cabeza. Después de unos segundos de hacerlo, descanso respirando profundamente.

Los guardias lo veían con extrañeza. Quién rayos era este hombre?! Cada vez se les hacía más extraño su presencia.

Ya basta!! Partiré ahora mismo, otro día será…y así resumió sus pensamientos, dándo su espalda al palacio. Pero un intenso escalofrío invadió a todo su ser el momento que se dio vuelta. Recordó como la princesa le había susurrado en su oído que la visitará aunque no haya encontrado su cura. Era una promesa, no la podía romper…realmente no la quería romper…

Se dio vuelta para encarar a los guardias, pero ellos ya estaban rodeándolo para el ataque.

-Que haces aquí forastero? Que buscas en las puertas del palacio? Es ley de Seillun el predominio de la paz, pero no duraremos en detenerte si intentas algo sospechoso, forastero- un guardía lo desafió- En nombre del reino de Seillun, haremos que el mazo de la justicia caiga sobre sí- dijo algo avergonzado. Las órdenes del príncipe Phillionel eran honorables pero, a veces, muy bochornosas.

El muchacho encapuchado, por su parte, dio un suspiro y contestó- Solo he venido a hacerle una visita a la princesa. Pero no voy hacerle nada…- afirmó el joven de ojos grises con un tono de irritación.

-Un hombre que afirma de tal manera que no va hacerle nada, es algo sospechoso

-Además ningún amigo de la princesa lo visitaría de noche- aseguró otro guardia, desenvainando su espada

-Y menos se ocultaría tanto en tantas ropas- volvió a afirmar el guardia, tomando el mango de su espada.

Vaya…termine por llamar más la atención de lo que quería. Reflexionó el joven hechicero, encogido en sus hombros y rascándose su mentón con un sólo dedo. Los guardias se abalanzaron sobre un tranquilo muchacho.


Una explosión despertó a la princesa que se encontraba durmiendo sobre su escritorio. La joven de cabellos oscuros sintió toda la tinta de su pluma en de sus mejillas, lo que la irritaba. Trató de buscar un pañuelo para secarse y, teniendo su vista obstaculizada, agarro algo blanco y se lo paso por la cara. La joven quería morirse cuando se dio cuenta que era uno de los importantes documentos de la realeza lo que estaba usando de pañuelo. La princesa gimió desesperada buscando algo para remediar su error, pero sólo encontró que la tinta que la había manchado se volcó por el resto de los papeles.

-Aaah!!Mi padre me va a matar!!- la princesa confesó sus miedos a las paredes de la sala. Unos segundos después, la puerta de la habitación se abrió de par en par, cayendo uno de los guardias de la conte frente a ella. La muchacha estremeció y pregunto consternada- No puede ser?! Que ha sucedido?- se apresuró a intentar curarlo, pero el hombre la frenó con un débil ademán

- Princesa, es un intruso!! Tenga cuidado…es muy poderoso, tiene un aspecto muy extraño y está en búsqueda de usted! Rápido, escóndase…

- Intruso?! Que coraje, el rufián!! Como se atreve a hacerle esto?! Ya va haber, el mazo de la justicia lo aplastaré por su osadía!!- gritó la princesa, levantando el puño con firmeza para luego huir de la habitación velozmente.

- Espere, princesa!! Usted no tiene que ir!! Escóndase!! PRINCESA!!- el guardia lastimando, declaró exasperado inútilmente. El conocía los arranques de locura por la justicia que tenían ambos príncipes, incluso olvidando que ellos debían protegerse ante todo! El guardia dio un suspiro en el suelo, mientras la niña justiciera encontraba su destino con el malhechor

El joven hechicero miraba a los guardias tirados en el suelo, totalmente devastado por la explosión, con quemaduras por todo su cuerpo. El joven los miraba preocupado.

Creo que después de esto, Amelia no se alegrará mucho de verme…mejor me voy de aquí, definitivamente otro día será…

Pero sus planes fueron cancelados ante la aparición de una figura muy familiar, posando arriba de una de la torres del palacio de Seillun. El resplandor de la luna ocultaba en las sombras la identidad de esa figura. Pero sólo con escuchar sus palabras fue fácil reconocerla.

-Bandido, no creas que saldrás con la tuya, dañando a los inocentes con tus fechorías. En esta ciudad promovemos el nombre de la justicia, y no permitiré que maleantes como tú arruinen el clima de paz que lo gobierna!! – dijo señalando con sus dedo

- Creo que estas cosas nunca cambiaran…no importan los años que pasen…- murmuró para sí, el encapuchado.

- Yo, Amelia Will Telsa Seillun…- y así se tiró hacia abajo- …no tendré piedad por tus acciones!! – y se encontraba aterrizando finalmente de pie. Amelia se sintió feliz al estar por presenciar su primer exitoso aterrizaje, pero perdió su concentración al ver a su amigo quimera- Zelgadiss-san?!- y en ese momento piso su propio vestido, cayendo de cola al piso. Zelgadiss la miro con una gota en su cabeza.

- Creo que aún no has aprendido a aterrizar…- dijo el quimera dejando ver su rostro, donde había dibujada una sonrisa. La princesa se paró forzosamente y se abalanzó para abrazarlo impulsivamente, lo cual ruborizó al joven hechicero que hizo un intento de "devolverle" el abrazo rodeándola con una mano.

- Estoy tan feliz que estés aquí, Zelgadiss-san!- dijo la princesa con una notable sonrisa en sus labios, pero que el quimera pareció no corresponder. En su lugar hizo un gesto de confusión

- Amelia, que se supone que eso en tu cara??- preguntó desorientado-has ido otra vez a comer pulpos?- conjeturó mientras señalaba su cara. La princesa se tocó su rostro que aún estaba lleno de tinta y luego vio la ropa de su compañero

- Lo-lo siento, Zelgadiss-san…- dijo avergonzada

- Eh?- dirigió su vista hacia abajo para encontrar sus prendas teñidas de negro.

- Pero no te preocupes!- contestó avídamente, palmeando sus manos- Puedes quedarte en el palacio mientras se limpian tus ropas.

- Bien, de acuerdo…- respondió mirándose sus ropas. Realmente no le haría mal limpiarlas, habían perdido ya su color beige de tantos viajes.

- Que bien! Me alegro que no fueras un criminal. Por cierto…por qué atacaste a los guardias?- pregunto expectante. El quimera se estremeció.

-Pues…es que…ellos me atacaron pensando que era algún bandido. Yo les explique no era lo que pensaban, pero no me creyeron…así que me defendí- dijo mirando hacia otro lado, con los brazos cruzados, como si estuviera diciendo algo muy lógico para ser cuestionado

- De verdad lo hicieron?! Es raro…ellos saben cada uno de sus nombres, no irían a atacarlos…deberé reprenderlos!

- No hace falta que hagas eso!- dijo algo nervioso, siendo atosigado por la culpa. Después de unos segundos, prosiguió- Se que soy alguien sospechoso, no puede culparlos por desconfiar, Amelia.

- Luego lo pensaré…ahora debo llevarte a tu alcoba! Allí puedes cambiarte y ponerte cómodo. – lo arrastró del brazo con un gran entusiasmo.


Zelgadiss se encontraba en una alcoba bastante lujosa. Se sentía algo incómodo. Realmente no tenía planeado quedarse mucho tiempo…pero tampoco quería decirle eso. Tampoco entendía por qué huía tanto de quedarse allí. Tendría miedo de no partir? De dejarse llevar por una ilusión? Miro hacia la sacerdotisa, que se encontraban acomodando la pieza. Sus ojos azules mostraban una gran alegría, pero podía verse agotada. Seguro que ya deseaba dormirse…y el se sentía una molestia.

-No te preocupes, Amelia, no necesito que te esfuerzas tanto…descansa y luego hablaremos por la mañana.

-No, primero debes darte un baño. Debes estar agotado de tanto viajar! También llevaré tu ropa para que las mucamas lo laven y te prestaré una ropa de mi padre

-No me siento bien usando algo de tu padre…- murmuro el quimera, también preguntándose si algo le quedaría bien de ese gigante. Luego se le vino una pregunta la cabeza – donde esta tu padre? Es raro que no haya aparecido…- realmente ese príncipe era irresponsable, dejar que su hija luche por él!

-El no esta…

-Eh??- gritó en shock. Eso quería decir que estaban solos!

-Si, esta en un viaje importante…de todas maneras, no tendría problemas en que usaras algo de él, Zelgadiss-san, no te preocupes!- finalizo con una sonrisa mientras salía de la habitación.

Zelgadiss se rascó al cabeza. Vaya que era una muchacha confianzuda, invitarle a su casa siendo que estaba completamente sola…otro hombre no dudaría en aprovechar esta oportunidad...suerte de él que no era ese tipo de hombre y no le haría nada…no le interesaba esas cosas…

El sacudió sus cabeza la sentir sus mejillas sonrojarse. Por qué te sonrojas si no piensas hacer nada?!

-Zelgadiss-san…

-Ya te he dicho que no pienso hacer nada! – respondió en voz alta reafirmándose en su postura, con sus mejillas aún ruborizadas.

-De que estas hablando? – preguntó ya desorientada la princesa. El joven hechicero se dio vuelta para encontrarse a su compañera sosteniendo unas ropas en sus brazos y mirándolo confundida.

-N-nada…- contestó serio, mirando hacia un costado avergonzado.

-Bueno, aquí tienes!- la princesa le indico, mostrando las ropas que había conseguido para él. Era una camisa y un pantalón blanco de alta costura, con franjas turquezas y doradas.

-Amelia, no creo que sea apropiado que yo use algo semejante…

-Es sólo por esta noche-dejándole la ropa en sus brazos- Vamos, te llevare a donde esta el baño! – dijo tomando de su brazo para llevarlo al lugar en cuestión.

Amelia lo dejo en la puerta del baño. Era tan grande como una habitación, y la tina era lujosa y enorme, decoradas por unas pequeñas estatuatas de sirena. Parecía un baño público. Zelgadiss lo miró con su usual expresión de indiferencia. Reyes son reyes después de todo! Interrumpió sus pensamientos para sacarse su ropa y entrar a esa lujosa bañera.