Ya en su despacho, Snape dejó caer la escoba de Lestrange en alguna parte del cuarto y se dejó caer él también en el sillón de dos plazas que estaba a un lado de su escritorio.

"Definitivamente consultaré qué vamos a tratar la próxima vez que me llamen al cuartel." Sí, mejor; debe ser duro escuchar semejante anécdota y no traumarse. "¿Y quién dijo que yo no estaba traumado?" ¡Vos vas a estar traumado cuando YO te lo diga! "Y como eres tan espontánea, supongo que eso será pronto." Más de lo que te parece. "¿Ah, sí? ¿Cuándo?" Ahora. ¡Chau! "¡Oye, no, espera! ¿Qué dijiste?"

Se escuchó el sonido de un micrófono desconectándose y Snape quedó en ascuas con el último comentario. "Esa… chica, me las va a pagar. Lo juro que sí. ¿Qué habrá querido decir…?"

Pero no tuvo más tiempo de pensar cuando alguien tocó a la puerta.

-¡Adelante!- dijo acostado en el sillón aún.

-Hola… Profesor Snape…- dijo entrando Umbridge con voz melosa. ¡Cantemos aleluya, hoy no vino vestida de rosa! Sino que estaba vestida con… una bata negra… de… g-gasa…

Esto no me lo olvido fácil.

La prenda de gasa negra era corta, descubriendo las piernas; tenía plumas en el borde y dejaba transparentar levemente un conjunto de ropa interior igualmente oscura bajo sí. Pero el adusto hombre casi no se había dado cuenta de ello, pues jamás había visto tal cantidad de várices y estrías en una sola pierna.

Esto no me lo olvido fácil.

-¿Profesora Umbridge?- preguntó Snape extrañado por la inusual vestimenta de la mujer que siempre se vestía con el-color-que-tú-ya-sabes.- ¿Qué hace así… vestida?

-Oh, bueno, profesor… quería darle una sorpresa, ¿sabe?

-¿Sorpresa?- repitió. Cada vez estaba más confundido.- ¿Qué trae puesto debajo de la bata…?- inquirió con miedo, el cual aumentó de manera alarmante cuando la rechoncha mujer se abrió la bata mostrando una conjunto negro de sostén y calzón de satén.

-¡¡HAZME TUYA, SEVERUS!!

-¡¿Qué carajo…?!

-¡¡AAAAAAAHH!!- volvió a gritar ella abalanzándose encima de Snape quien, acostado en el sillón, no pudo hacer nada. Nada además de agitarse desenfrenadamente para liberarse sin ningún éxito; esa mujer era más pesada de lo que parecía.

"¡¡La madre que me parió, voy a matar a esa chica!!" pensaba tratando de alcanzar su bola de cristal comunicadora al tiempo que trataba de quitarse de encima a la profesora de DCAO, la cual estaba arrancándole la camisa y la túnica a Severus, descontrolada y gritando cosas inentendibles.

Cuando al fin alcanzó la bendita esfera, tocó un pequeño botón que tenía en la base de metal a duras penas, ya que Umbridge tiraba de sus piernas arrastrándolo hacia ella. "¡No te resistas, Severus!"

-¿Con quién quiere comunicarse?- preguntó una voz mecánica y entrecortada desde la bola de cristal iluminada con una luz blanca originada desde su centro.

-¡Balck Angel! ¡Salga, suélteme!

-Lamentablemente, no es posible comunicarse con "Balck Angel Salga Suélteme" ya que no se encuentra en el directorio. Vuelva a intentar.

El moreno rodó los ojos.

-¡¡Balck Angel!!

-¡Ven, Severus!

-Lamentablemente, no es posible comunicarse con…

-¡¡Cállese un minuto!!- la mujer ahora de negro se calló y se quedó quieta por unos segundos. El hombre esperó hasta que la máquina dejase de hablar.- Balck Angel.

-Comunicando con "Balck Angel"…

-Ahora sí, siga.- aprobó, y ella siguió tirando del pantalón mientras él seguía gritando.

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En ese momento, en algo parecido a una cabina de locución, una chica de más o menos quince años con pelo castaño y rizos descontrolados hasta los hombros, charlaba animadamente con otro joven algo mayor que ella tomando café en la puerta. Alrededor, las paredes estaban cubiertas con gomaespuma gris de montículos regulares; pegada a una pared ancha con una gran ventana, había un escritorio de madera con una computadora encendida y un texto a medio escribir en ella, y la puerta se encontraba al final de una de la pared a la derecha.

-Y le dije "no, esa es MI papa frita".- y los dos se echaron a reír. Justo sonó, de la nada, la tonada de "Para Elisa" en el estudio.- Disculpáme.- pidió y sacó el teléfono celular de bolsillo de su jean.- ¿Hola?

-¡¡TÚ!!

-Eeh… sí, yo; ¿qué pasa?

-¡¡Sácame a esta loca de encima!!

-¿Snape? ¿Qué hacés llamándome al celular? Más te vale que sea importante porque estaba hablando con otro autor de acá al lado.- le recriminó ella molesta.- Imagino que sabrás que tenés una sola llamada de emergencia.

-¡Ésta es una emergencia, maldita sea! ¡No, no, no me saque eso!

-Eso no es una emergencia, hombre, es lo que tiene que pasar.- dijo tranquila tomando un sorbo de café de su taza con cuernitos de diablo en la orilla.

-¡Pero está tratando de despojarme de mi ropa interior!

-Es lo que tiene que pasar.- repitió.

-¡¡SEVERUS!!- gritó la mujer casi desnuda de fondo. La chica al teléfono pegó un respingo y volcó su café en la remera lila que tenía puesta.

-Joder… sí es una emergencia.- terminó por admitir mirando por la gran ventana en frente del escritorio. Esa realmente parecía una cabina de locución, ya que desde allí se podía ver toda la escena sin que los personajes se dieran cuenta.

Se veía cómo Dolores gritaba como una loca y besaba salvajemente el cuerpo semidesnudo de Severus, quien ahora buscaba su varita en el piso. Tanta había sido la lucha que estaban los dos tirados en el piso forcejeando todavía.

-¡Mándame ayuda, alguien… algo!- pidió Snape desesperado, casi gritando y pateando a Umbridge.

-O.K., ya veo qué hago.- algo alarmada, cortó la llamada y siguió mirando detenidamente cómo los dos cuerpos abajo rodaban por el suelo frío de piedra con algo que, definitivamente, no se podía calificar como pasión.- Creo que voy a mandar a Súper McGonagall.

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-¡¡HAZME TUYA, SEVERUS!!

-¡Está loca, mujer, suélteme!

-¿Severus? ¿Estás ahí?- preguntó una voz conocida detrás de la puerta. "¡Gracias a Merlín!"

-¡Minerva! ¡Minerva, estoy aquí!

Cuando McGonagall abrió la puerta, Umbridge estaba… no me hagan repetirlo otra vez; ya saben que la mina estaba encima de Snape tratando de… ustedes saben.

-Uh, oh… ¿interrumpo algo?- preguntó Minerva azorada al ver tal escena.

-¡Sí!- alegó Dolores (qué bien le va el nombre, ¿no?).

-¡No!- contradijo Severus de inmediato.

-¿Sí o no?

-¡¡SNío!!

-Bueno, creo que mejor me…

-¡No, sácamela de encima!- pidió el nombre ya no de negro antes de que McGonagall tocara el pomo de la puerta. En cambio, sacó la varita y de un pase los vistió a los dos. Snape enarcó una ceja, sarcástico.- No era exactamente esto lo que quería que hicieras.

-Lo siento, pero mi estómago ya no es tan fuerte. Ahora sí.- dio otro pase rápido y la profesora de DCAO salió volando hasta dar contra la pared de cabeza. ¡Fue lo más parecido a un sapo pisado en la autopista que pudieron haber visto!

-Gracias, Minerva.- agradeció el hombre agitado y levantándose con dificultad.- ¿Qué te trae por aquí además de mis gritos?

-Ah, Albus me dijo que fueras a verlo y a contarle lo que pasó en la reunión.

-¿Y cómo sabes que hoy hubo reunión en el cuartel?

-Brillas por tu ausencia, Severus.

-Mmh… pues dile al viejo que no ha habido información relevante.

-¿Entonces para qué llamaron convocaron a todos los mortífagos?

-Te lo juro, Minerva, no lo quieres saber.- dijo Snape mirando un punto muerto en la pared con expresión de asco reflejada en su rostro.- Bueno, si no te importa llevarte a esta amenaza de mi despacho…

-Oh, claro que no. ¡Accio Profesora Umbridge!- el cuerpo inerte de la mujer de anteriormente-el-color-que-tú-sabes se dirigió hacia McGonagall la cual, con ojos desorbitados, se apartó y dejó a Dolores incrustada en la pared de la mazmorra (es impresionante lo bien que le viene el nombre, ¿no es cierto?).- Creo que le dolerá mañana…

-Sí, yo también lo pienso.

-Bien, buenas noches, Severus.

-Buenas noches, Minerva.- saludó y entró de vuelta en su despacho. Apenas cruzó la puerta tiró a la basura la bata negra de gasa y se sentó en su escritorio; ahí tendría más oportunidad de defenderse si volvía a ser atacado.

Lo que menos necesitaba en ese momento era otro abuso de parte de una docente desesperada o, quién sabe, de alguna alumna que trasnocha por sus hormonas salidas de control. Y no supo por qué, pero a su mente vino la imagen de cierta alumna de hormonas alborotadas que lo estaba volviendo loco.

"¡¿Qué?! ¿Cómo que volviendo loco?" Hey, que yo no lo haya escrito no quiere decir que no hayas pensado en Hermione. "Sí, sí quiere decir." No, no quiere decir. "Bien, piensa lo que quieras. Granger no me gusta." No te va a gustar hasta que yo… "Ya deja eso, ¿quieres? El hecho de que narres la historia no quiere decir que puedas controlarme en todo." En realidad, sí lo quiere decir. "No empieces, niña. Ya tengo suficiente con lo que me hiciste pasar como para que me vengas a colmar con tus estupideces." Ah, no me agradeciste. "¿Por qué habría de?" Por haber mandado a McGonagall. "Oh, claro: gracias por haberme tirado a Umbridge caliente encima y haberme mandado a Minerva para que me viera casi desnudo; ¡de veras que te estoy agradecido!" De nada. "Eres una…"

Pero no pudo terminar de decir tamaña grosería cuando un dolor similar a una quemazón terrible atacó su brazo. Esta vez el insulto fue dirigido a su brazo y no se dan una idea de lo aliviada que estoy de que no me lo haya dicho a mí.

"¡No pueden convocar a otra reunión así de pronto!" No a menos que yo… "¡Cállate!" ¡Aunque yo me calle vos vas a tener que ir!

Y así fue como Severus Snape se vio nuevamente volando en la oscuridad de la noche hacia la mansión Malfoy.

-¡Los he citado nuevamente- declaró Voldemort en la otra punta de la mesa y casi gritando- porque entre mi anécdota y la fiesta en la que Lucius cedió nuestro cuartel- dijo y le dedicó una mirada envenenada al rubio- nos ha quitado el tiempo de planear nuestro nuevo plan para atrapar a Potter!- Rabastan Lestrange levantó la mano entre Severus y su hermano Rodolphus.- ¿Sí?

-Mi Señor, no es que quiera contradecirlo, pero…

-¡¡Crucio!!- gritó antes de que Rabastan pudiera terminar. El joven se sacudió y retorció en el suelo por un rato pero nadie le hizo caso; ya era tan normal…

Después de unos cinco minutos de intenso sufrir, el hermano de Rodolphus Lestrange se levantó con el pelo alborotado y la ropa desalineada. Tenía los ojos desorbitados y una expresión de mucha confusión.

-¿Y ahora qué hice?- preguntó sin entender y sin haber alcanzado la silla aún.

-¡Dijiste que querías contradecirme!- gritó el Lord, furibundo.

-¡No! ¡Yo dije que no era que quisiera contradecirlo!

-Ah, disculpa. Sucede que desde aquí lejos no se escucha bien. ¿Qué querías decirme?

Un poco turbado todavía, el joven mortífago volvió a sentarse.

-Quería decirle que ya hemos tratado de atrapar a Potter unas… ya perdí la cuenta de cuántas veces; y se me ocurría que esta vez tampoco va a funcionar, mi Señor.

-¡¿Me contradices?!- bramó Voldemort apuntándolo con su varita. El chico se encogió casi hasta por debajo de la mesa.

-¡No, mi Lord, yo jamás! Sólo digo quizá podríamos… dejar al chico de lado y seguir con otros planes.

-¡¡No!! ¡No podemos prescindir de Potter! Él es una parte esencial en todo esto.

-Quisiera saber por qué, mi Señor.

-Porque si estoy de malhumor por un pequeño estúpido que me sacó mis poderes no podré darles a ustedes las vacaciones que les prometí hasta haberlo hecho sufrir en la más terrible de las agonías.- todos los mortífagos se pusieron a cuchichear y empezaron entusiasmarse por la idea de intentar atrapar a Harry… otra vez.

-¡Yo digo que lo metamos en aceite caliente!- sugirió un hombre al fondo.

-No es una ración de frituras, idiota. ¡Sugiero que estiremos sus piernas y brazos hasta que se desprendan!

-Me gusta, me gusta.- decía el hombre de ojos rojos complacido.- Pero me gustaría que antes de ver cómo torturarlo viéramos como agarrarlo.

-¡Yo digo que usemos una red!

-No es un maldito pescado, idiota. ¡Sugiero que lo metamos en una jaula!

-¿Es que son siempre los mismos idiotas los que hablan?- preguntó Bellatrix.

-Serán los mismos idiotas, Bella, pero son los únicos que hablan.- aseguró Voldemort.

-Pues yo considero muy fácil el hacer que Potter caiga en alguna insulsa trampa.

-Sí, Lucius, es tan fácil que hemos fallado durante cuatro años consecutivos. Así que cállate si no vas a aportar ideas.

-Sí, mi Señor.

"Maldición, no saldré jamás de aquí." Pensó Snape apoyando la cabeza en una mano en un gesto de aburrimiento.

Apostaría todos los galeons de Gringotts a que sé en dónde te gustaría estar. "¿Otra vez tú? ¿Qué tienes que no me dejas en paz un minuto?" Técnicamente te dejé en paz unos… trece minutos. "Gran cosa." Sí, debiste extrañarme. "No te das una idea. ¿Y en dónde me gustaría estar ahora?" Es obvio que en tu despacho y con cierta Gryffindor que te tiene loco. "Ya te dije que no. El hecho de que me haya… dejado llevar, no significa amor." Ooooh, ¿Y el beso? Aceptálo, Sev, te gusta. "¡Que no!" ¡Que sí! ¿Te creés que no sé cómo te gusta cuando sonríe? ¿Cómo querés besarla hasta la asfixia cuando te mira y te dedica esa sonrisa? "Bueno, yo…" Y mejor ni hablemos de cómo la querés tener porque se me va la lengua. ¿Me equivoco? "S-sí, te equivocas. Ella es… es mi alumna, y…" ¡Bien que no te importó que fuera tu alumna la primera vez que se te acercó! "Pero eso fue diferente, algo de momento." Lo decís como si la última vez no lo hubiera sido. "Es que… no lo fue. La deseaba tanto…" Ah, ¿viste? "Pero no puedo." ¿Por qué? "Porque ella no me quiere…" ¿Quién te dijo? Joder, ¿te olvidás de quién soy yo? "No puedes obligarla." Como si te gustara hacer de juguete de alguien más. "¿Tú qué sabes? Estás demasiado chica para saberlo." Dele con que las gallinas mean; ¡tengo un amigo que me dice eso todo el tiempo! Yo sé lo que querés hacer con ella. "¿En serio? ¿Y qué es lo que quiero hacer con Granger?" Por decirlo de alguna manera, querés demostrarle que, aunque ella no te quiera, vos sí lo haces. Querés unirte a ella sin que ninguna reunión de mortífagos te lo impida. Querés sentirla y que te sienta, querés que gima tu nombre al borde de la perdición: "Severus… ah, Severus…" "Parece que tienes bien clara la idea." "Severus…" "Bien, ya fue suficiente." "Severus…"

-¡Severus!

-¡Ah! ¿Que dos más dos son qué?- preguntó él estúpidamente saliendo se su letargo.

-Dos más dos con cuatro, no "qué", idiota.- le espetó Voldemort.- Te llamaba porque no has dicho ninguna idea para tener a Potter, Severus, y las ideas que salen son catastróficas. Algunas ni siquiera tienen que ver con lo que hablamos.

-¡¡Tenemos que planear el próximo 11-S!!

-¿Ves?

-Mi Señor, yo le sugiero que secuestremos a la novia de Potter.

-No seas tonto, Rabastan; Potter no tiene novia.- le dijo Severus.

-¡Claro que sí! Salió en el periódico, una chica oriental. Una tal… Cho Chang.

-Confirmado, los diarios de hoy en día no tienen noticias importantes que dar.

-Pero sería útil, Señor: si la secuestráramos podríamos pedir lo que fuera por ella.

-Es útil, es útil. Ahora, haz que te escuchen.- dijo el Señor Oscuro señalando a toda una muchedumbre que discutía fervorosamente al otro lado de la mesa.

Rabastan tragó saliva y se levantó.

-O-oigan, y-yo tengo una… una idea.- los mortífagos se giraron a verle con odio, incluso su hermano Rodolphus.- Esteee… yo dijo que atrapemos a la novia del chico y que él venga a buscarla.

-¡Yo tuve esa idea primero!

-Serás estúpido, ¡yo lo dije!

-Bueno, ¿y si ninguno de los dos lo dijo?

-¡Ninguno de los dos lo dijo porque yo lo dije!

-¡¡Ahora vas a ver, niñito!!- y se tiraron todos contra el pobre del chico Lestrange. Se agarraron unos a otros en una pelea sin pies ni cabeza en la que se repartían golpes, patadas, piquetes de ojo y estaban todos envueltos en una nube de humo gris. Qué sucias tenían las túnicas, che…

Pero a ver, esto se soluciona fácil. ¡¡Manden a mi suplente para acá, por favor!!

-¡Sí! ¡Al fin mi oportunidad!- exclamó alegre un chico de pelo oscuro alto y delgado.

-Ajá, lo que digas. Sentate acá y relatá lo que pasa. ¡Ni se te ocurra mirar mis mails! Ahora vuelvo.

Y dando un portazo, la autora se retiró rauda del estudio. Meneando las caderas y haciendo sonar las cadenas colgadas a modo de adorno de…

-Pibe, tampoco la pavada.

Está bien. Y la autora se fue.

Mientras, los hombres de la elite mortífaga se debatían la razón entre sí por medio de golpes y todo tipo de ataques que pudieron ser clasificados de cualquier forma menos como justas.

-¡Atención a todos!- gritó el patriarca Malfoy haciendo que la escena se congelara dejando ver hombres a punto de morder brazos o piernas y otros que estaban contorsionados en maniobras en las que nadie llevaba las de ganar.- Ha llegado… La Elegida

-¿"La Elegida"?- preguntó Severus confundido.

-La Elegida.- al lado de Lucius, apareció una muchacha de quince o dieciséis años vestida con el uniforme de Hogwarts y llevando orgullosa la insignia de Slytherin en el pecho. Tenía el pelo azabache con un brillo extraordinario; los ojos verdes esmeralda y rasgos muy suaves. Un par de finos anteojos adornaban su rostro y en su frente había una cicatriz en forma de corazón del lado derecho.

-Disculpa, eeh…- empezó Snape.

-Hilary, Hilary Pottery.- dijo la chica con una sonrisa dejando relucir sus dientes extraordinariamente blancos y perfectos.

-Emm… bien, Hilary, ¿de qué es esa cicatriz que tienes en la frente?

-Ah, esto. Resulta que una vez estaba haciendo galletitas de chocolate para los chicos pobres junto con mi hermano y me tiró un cortante porque le dije que si comía chocolate su nivel de glucosa podía subir mucho y terminar internado (es importante saber Medicina). Entonces, de puro enojado, agarró el cortante de corazón y me lo tiró en la cabeza. Me atravesó el cráneo y bueno, quedé así.

En esa chica, algo a Severus le daba un poco de miedo. Era como si la conociera de otra parte.

-Pero bueno, escuché que se estaban peleando todos y vine a decirles que eso no está bien, que tienen que llevarse como una familia, todos tienen que tratarse bien, ¿saben?- decía ella con un tono parecido al de Umbridge. Snape se preguntó si era aquello lo que se le antojaba tan conocido, pero luego, sin saber por qué, lo descartó. La joven seguía con su discurso.-…Y todos tienen que cuidarse unos a otros, ¿saben?

-¡Sí, Elegida!- contestaron todos al unísono menos Snape y Rabastan que estaban más perdidos que las estrellas más pequeñas en el Firmamento majestuoso.

-¿Y por qué es Elegida?- preguntó Lestrange y el otro se encogió de hombros.

-Bueno, ¿les quedó clara la idea?- quiso saber la chica con voz dulce y una sonrisa.

-¡Sí, Elegida!

-Qué bueno, porque esta vocecita dulzona no iba a estar en mi garganta por mucho más tiempo.- sentenció cambiando bruscamente el tono de voz por uno más brusco y hasta algo cansado, pero muy conocido para alguien. Entonces el profesor de Pociones entendió: ¡la autora!

-¡No, espera!- dijo el adusto hombre de pelo negro levantándose de golpe y tratando de alcanzar en vano a Hilary.- ¡Tengo que…!

-¡No…- le paró ella con un dedo en alto.- te atrevas a decirme otra vez "Elegida" porque te mato!

Él se quedó callado y parado en su sitio, extrañamente asustado por un deje de exasperación y ganas de matar en su voz.

-¿Alguien sabe a dónde tomar el bondi por acá?

-¡En frente, Elegida!

-¡Dejen de decirme así! Ni siquiera saben por qué soy "La Elegida".

"Oh, ahora ni ella podrá responderme." Pensó el joven Rab con pesar.

-Bueno, che, me voy. Pórtense bien, no maten muggles, lo de siempre.

-¡Adiós, Elegida!

-Aggh…- gruñó y se fue dando un portazo.

Hubo un largo silencio en el que nadie supo qué decir.

-Bien, ¿en qué estábamos con el plan de Potter y las masacres de sangre-sucias?


-Bueno, no voy a volver a hacer eso. ¡Alguien que saque a este pibe de acá!

-¡¡Nooo!! ¡¡Por favor, este es mi sueño, nooo!!- gritaba el joven mientras dos hombres de gran tamaño lo arrastraban por el pasillo. Música para mis oídos…


Al volver (otra vez) al castillo habiéndole devuelto de una forma muy particular la escoba a Lestrange (se la rompió en la cabeza en el medio de la pelea), se sentó en su escritorio y dispuso a pensar mejor en la charla interna que había tenido con esa insoportable niña. ¿Enamorarse de Granger? ¡Qué estupidez! Era su alumna, maldita sea, pero la necesitaba tanto…

No podía ser amor; se había prometido no amar más a nadie desde que Lily había muerto y no iba a romper esa promesa ahora, ¿verdad? ¿Verdad?

Silencio…

Quizá sí la rompería.

Tomó la pluma, el tintero, un pergamino y empezó a escribir:

"Señorita Granger:

Le pido disculpas por lo que pasó esta tarde en mi oficina; realmente actué de una manera bastante indebida con usted.

Estas no son cosas como para escribir en una simple carta, así que la espero en mi despacho mañana a las siete de la tarde en punto. No falte, por favor.

Prof. Severus Snape"

Miró la carta con nervios; la releyó una y otra vez indeciso de mandarla. ¿Iría? Luego de haberla dejado al borde, ¿acudiría?

Habría que arriesgarse.

Tomó a su lechuza negra de una jaula tapada en la que dormía y le dijo el destino de la carta, dejándola volar luego por el no muy amplio ventanal del lugar.

Sólo esperaba que fuera.

Al otro día tomaría su oportunidad.


Hola!!

Dios mío, les pido perdón a todos por haberme tardado tanto, pero es que entre las fiestas y toda esa cosa se me hizo terrible lío, sin contar que me llegaron familiares desde Chile y ésta era la única computadora. Pobrecita, terminó re cansada...

Bueno, esa chica Hilary, como habrán podido ver, es una burla a las Mary Sues; llevaba un montón de tiempo queriéndolo hacer y bueno XD

Bien, creo que los review anónimos los voy a empezar a contestar en mi profile porque no quiero tener problemas con que alguien me venga a amenazar de reporte. Así que, ¡respuestas en el profile!

Besos a todos y todas (por si algún chico se digna a pasar por acá, jeje).

Más besos, cuídense!!

Balck Angel