Capítulo dedicado a:Bronwyn_bm,Lunita Lupin,Helen Nicked Lupin,Eme Black,GaAr,Tooru Hally Bell Potter,Any Black,Amparito_Black89,Tsubasa Malfoy,Lorein85,Pamee,Sofii,MerrickBlack17,LunaLunita,Xini-92,Monikilla-tonks,Elo_agu y Hadamalvada. Porque gracias a vosotros hay un cuarto capítulo!

4. Las malas noticias nunca vienen solas.

Hacía un calor asfixiante y poco habitual en la ciudad, pero las altas temperaturas no habían logrado mitigar el buen humor de los estudiantes del instituto Griffindor.

En el caso de Ron, que llevaba gruñendo toda la mañana, su mal humor no tenía que ver con el calor, ni mucho menos, sino con la recogida de notas y lo que vendría después de éstas.

-Ahora sí mi madre va a matarme-Aseguró, subiendo los escalones que había a la entrada del edificio- Y como mínimo me pondrá otro castigo que me dure hasta año nuevo. Como si no fuese suficiente con el que tengo ya.

-Vamos, no exageres-Le animó Harry, dándole unas palmaditas en la espalda- Seguro que sólo te castiga durante lo que queda de verano.

-Tienes demasiada fe en ella-Gruño el pelirrojo, alegrándose de estar ya fuera del alcance del sol-Ya la conoces. No sé conformará con arruinarme las vacaciones.

El joven Potter miró a Julius con complicidad y negaron con la cabeza, resignados. Sería mejor no recordarle que él se lo había buscado. Después de todo apenas había tocado los libros durante el curso, y si los había abierto había sido únicamente durante el maratón para los exámenes finales. Claro que, ahora que lo pensaban, la mayoría habían hecho lo mismo.

"Yo uno de ellos" Reconoció Harry, saludando a un amigo de la clase de la joven Weasley.

La diferencia entre Ron y él, es que el joven Potter había tenido suerte y el pelirrojo no demasiada. Vale, quizás había aprobado con cincos pelados, pero al menos había aprobado.

-Ya sabes que yo puedo ayudarte con matemáticas-Se ofreció el joven Lupin, haciéndole un gesto con la cabeza en forma de saludo a una chica que pasó por su lado- Con eso de que mi padre es profesor de esa asignatura en la universidad, se me da bastante bien.

-¿Bastante?-Se mofó Harry, sarcástico-Modestia a parte, Julius. Un nueve en matemáticas es algo más que "bastante".

El aludido se encogió de hombros sin darle mayor importancia al comentario del chico. Para él no había supuesto demasiados problemas aprobar porque llevaba un nivel un poco más alto que el resto de sus compañeros. Suponía que esa era la parte positiva de que su padre enseñara esa asignatura.

Durante el curso había intentado ayudar a sus amigos en esa asignatura, pero no había tardado en darse cuenta que lo suyo no era explicar. Tenía poca paciencia y hacía las cosas tan de cabeza que a sus amigos les costaba seguirle el ritmo. Quizás por eso no se extrañó que Ron rehusase su propuesta con un "No creo que sea necesario, pero gracias"

-¡Oh, no!-Exclamó el pelirrojo, deteniéndose de repente- Es Lavander.

-¿Mi prima?

-Venga, entremos al aseo.

Pegándoles un tirón a Harry y Julius, los tres chicos entraron al servicio cerrando la puerta tras de si. Afortunadamente la joven Brown no parecía haberles visto y eso hizo suspirar aliviado a Ron.

-Por poco.

-¿Se puede saber por qué nos has metido aquí?-Preguntó Julius, reconociendo los servicios de las chicas-¿No estarás huyendo de Lavander?

-¡No, claro que no!-Se apresuró a negar el chico, ofendido.

Pero las miradas sarcásticas de sus dos amigos y la firme convicción de que su negativa no había sonado creíble, el joven Weasley volvió a suspirar esa mañana, pero ésta vez con resignación.

-Si-Admitió, sentándose sobre la bancada en la que estaban los lavabos- Es que no se que hacer después de lo del sábado. Creo que ella quiere algo de mí que yo…

-Mira, Ron, a mi prima le gustas ¿Vale?-Le interrumpió Julius, serio- Puede que para ti lo que pasó el sábado no fuera más que un rollo, pero para ella no.

-¿Y que hago?

-Díselo-Contestó el joven Lupin con simpleza- Si a ti no te gusta es mejor que se lo digas.

Ron miró al moreno pidiendo su opinión y éste asintió, al parecer de acuerdo con lo que había dicho su amigo.

-Ya, pero es que nunca le he dicho algo así a nadie-Confesó, un poco avergonzado- Normalmente es a mí a quien dan calabazas.

-Para todo hay una primera vez-Coincidió Julius, con las manos en los bolsillos-Y cuando más tardes en decírselo, peor.

El joven Weasley miró hacia el techo como si esperase que en él apareciese escrita la solución. Pero tras varios segundos en la misma posición, volvió a mirar al frente tras darle un pinchazo en el cuello por la incómoda postura.

-¿Creéis que llorará?

-Lo más probable-Contestó el moreno, asintiendo con pesar.

De nuevo volvió a formarse otro silencio en el baño. Silencio que les permitió observar con mayor detenimiento el servicio de las chicas para confirmar lo que ya sospechaban: el suyo estaba más limpio.

-No sé que hacer.

-Pues deberías pensarlo pronto-Le apremió Harry, apoyado también en la bancada- Porque dentro de cinco minutos tenemos que ir a clase y ella estará allí.

-Eso si no nos encuentra antes-Observó Julius, haciendo una mueca-Por si no lo habéis notado estamos en el servicio de las chicas. Conociendo a mi prima, no me extrañaría que viniese a retocarse el maquillaje antes de recoger las notas.

-Tienes razón-Asintió el moreno, acercándose a la salida-Será mejor que nos vayamos.

Pero antes incluso de que le diese tiempo a acariciar la manivela, la puerta empezó a abrirse y con ello comenzaron a oírse voces. A sabiendas de lo que les podía pasar si les pillaban en ese servicio, los tres chicos se dirigieron a una de las últimas cabinas donde estaban los retretes individuales y cerraron las puertas en el mismo instante en el que la principal se abría de par en par.

-Cuando los gemelos dijeron que estaba hablando con mi madre, pensé que era verdad-Admitió Ginny, encogiéndose de hombros-Pero al final era una broma ¡Lástima! Hubiese dado cualquier cosa por ver la cara que ponía.

-Veo que aun estás enfadad con tu hermano-Sonrió Eve, entrando a uno de los compartimentos.

-¡Por supuesto!-Exclamó la joven Weasley, como si otra posibilidad no fuese menos que un sacrilegio- Por su culpa me han castigado. Intenté explicarle a mi madre que la culpa era del idiota de Ron, pero estaba tan furiosa que no quiso escucharme.

-Es normal-Coincidió Hermione, buscando algo en el bolso que llevaba- Las tres últimas veces que nos hemos ido de fiesta habéis llegado hasta una hora después de la acordada con vuestra madre.

La joven Granger, amante de las normas y el decoro, ignoró las miradas inquisitivas de sus amigas mientras se ponía un poco de cacao en los labios.

-¿Y es necesario recordarte porque llegamos tarde la vez anterior?

Hermione, que no había previsto que Ginny pudiese contraatacar con ese argumento, volvió a mirar el interior de su bolso con la esperanza que el pelo le cubriese su rostro sonrojado.

-¿De verdad que no te molesta que Ron se haya liado con Lavander?-Insistió Kim, sentada sobre la misma bancada en la que había estado sentado el pelirrojo minutos antes- ¿Aunque sea un poquito?

-No-Contestó la castaña, tajante-Ya os lo he dicho, lo que pasó esa noche fue un error. Estaba un poco bebida y…

-¡Pero si sólo llevabas un cubata y medio!-Replicó Nel, sorprendida- A mí para que me haga un poco de efecto debo tomarme por lo menos tres.

-Pero Hermione no está acostumbrada a beber-Le recordó Eve, saliendo del baño- Para mí uno es demasiado.

Las dos pelirrojas miraron a Kim y las tres se encogieron de hombros sin darle más vueltas al asunto. No es que ellas fuesen de beber precisamente, pero no tenían el estómago tan sensible como las otras dos chicas.

-La cuestión es que a mí Ron no me gusta-Insistió la joven Granger, pasando su mirada de unas a otras- Lo que pasó fue un desliz que no volverá a repetirse. Ron no es que chico que estoy buscando.-Miró a Ginny- Sé que es tu hermano pero es demasiado… inmaduro.

En uno de los últimos compartimentos, Julius y Harry pudieron comprobar como Ron se tensaba. Ambos estaban tras él, por lo que no pudieron verle la cara, pero casi podían asegurar que estaba más rojo que un tomate maduro, y el color rojizo de sus orejas era una prueba de ello. Lo difícil era adivinar si esa nueva tonalidad de su piel se debía a la vergüenza o a la furia.

-Como todos los de nuestra edad-Apoyo Kim, reprimiendo un bostezo- Es lo malo de que las chicas maduremos antes que ellos. Y tú eres especialmente madura.

-Por eso te gustaba Krum ¿No?-Sonrió Nel, colocándose mejor el payuelo blanco que se había puesto en la cabeza- Él era más mayor y también más maduro.

La joven Granger asintió aunque no estaba de acuerdo del todo con su amiga. Si era cierto que Krum era más maduro, pero pese a eso y aun así después de tanto tiempo no estaba segura si en algún momento el chico le había gustado de verdad.

-Pero no todos los de nuestra edad son unos inmaduros-Opinó Eve con timidez- Julius, por ejemplo, no es tan inmaduro como los demás.

-Ya, pero todos sabemos que él está colado por Kim-Le recordó Ginny, haciendo una mueca-Al igual que sabemos que no va a salir con nadie hasta que se la quite de la cabeza.

-O hasta que vuelva a salir con ella-Apoyo Nel, comprensiva-Claro que es comprensible. Lleva un montón de años enamorado de ella para olvidarla de la noche a la mañana. Pobreto.

Esta vez fue Julius quien sintió que el compartimiento se estrechaba y que comenzaba a faltarle el aire dando paso a una fuerte opresión en su pecho. No es que estuviese avergonzado o furioso como había sido el caso de Ron, si no que le resultaba difícil enfrentar el hecho de que todo el mundo sabía que no había superado su ruptura con Kim, tal y como él quería aparentar.

-Os agradecería que no hablaseis de mí como si yo no estuviera presente-Intervino la joven Black, sarcástica- ¡Y dejad de decir tonterías! Es posible que aun le guste un poco, pero no está enamorado ni mucho menos.

-Pues para mí es más que evidente-Rebatió Eve molesta, sorprendiendo a sus amigas- ¿O es que no te das cuenta que en clase no te quita la mirada de encima? Está siempre pendiente de ti. De lo que haces, lo que dices… ¡Y se pone celoso cuando otro chico se te acerca!

-Eso es porque es mi amigo-Contestó, no muy segura de la credibilidad de lo que estaba diciendo- Se preocupa por mi como yo me preocupo de él.

-No de la misma forma, te lo aseguro.

La joven Grant estaba enfadada. Ninguna de sus amigas sabía cual era el motivo de su molestia, pero la chica miraba a Kim con un extraño brillo en la mirada que se identificaba con furia, desesperación y envidia.

Pero ese brillo no tardó en desvanecerse, y nada más hacerlo los ojos de la chica se volvieron cristalinos y comenzaron a enrojecerse.

-Lo siento, chicas-Suspiró, bajando la mirada- Es que me da un poco de rabia que…

-¿Le guste y que no le corresponda cuando es un chico tan maravilloso?-Probó la morena, sonriendo ligeramente. Eve asintió, sorprendida- La verdad es que yo tampoco entiendo porque no le veo más que como a un amigo. Pero como entenderás, no puedo fingir sentir algo que no siento. Quiero a Julius, pero no de esa manera.

Eve asintió nuevamente, esta vez avergonzada por su comportamiento. Ella no solía ser así, pero cuando aparecían los nombres de Julius y Kimberly en una misma frase, no podía evitar enfurecerse.

Por lo poco que conocía al chico pese a que sus padres eran amigos de los de él desde la juventud, el joven Lupin era uno de los pocos chicos que realmente valían la pena. Era simpático, inteligente, divertido, comprensivo… Y no podía entender porque se había fijado en alguien como Kimberly. Quizás porque a la morena no le faltan chicos que le fueran detrás, la joven Grant tenía la sensación de que Kim no valoraba lo suficiente el hecho de que alguien como Julius se hubiese fijado en ella.

"Con lo que daría yo para encontrar a alguien así" Suspiró.

Cuando volvió a la realidad tras unos segundos vagando por sus pensamientos, no se sorprendió al encontrarse con las miradas inquisitivas de sus amigas, quienes la observaban con esa sonrisilla de quienes habían descubierto algo importante.

-A ti no te gustará Julius ¿Verdad?-Preguntó Ginny.

-¡No! ¡Claro que no!

-¿Seguro?-Insistió la pelirroja, recelosa.

Eve, que se había sonrojado por la pregunta, miró a la joven Black pidiéndole auxilio. Resultaba paradójico que justamente a la persona que minutos antes estaba reprochando le estuviese pidiendo ayuda ahora. Pero sabía que era la única que podía ayudarla a salir de ese aprieto.

-¡Vamos! ¡No digáis tonterías!-Intervino Kim, abrazando a la joven Grant-Si Eve dice que no, es que no. Además, si le gustase seguro que nos lo habría dicho a alguna de nosotras ¿No creeis?

Las otras tres chicas se miraron entre ellas no muy convencidas, pero finalmente se encogieron de hombros. Sólo Ginny parecía estar dispuesta a llegar al fondo del asunto. Pero antes de que pudiese añadir algo más, Kim la detuvo.

-¿O a caso queréis que saquemos los trapos sucios de todas, eh?-Cuestionó, pasando su mirada de unas a otras-¿Me vas ha obligar a recordarte, Ginny, lo colada que estás por Harry desde antes de que yo pueda recordar?

-¡Y dale con Harry!-Protestó la aludida, llevándose las manos a la cadera-Pero vamos, que tampoco hay que sacar la artillería pesada, mujer. Si Eve dice que no, es que no.

-Lo que yo decía-Sonrió Kim, guiñándole un ojo a la joven Grant-Bueno, ¿No será mejor que vayamos yendo a clase?

Sus amigas se mostraron de acuerdo y, tras mirarse una vez más en el enorme espejo del baño, las cinco chicas abandonaron los servicios sin saber que tres chicos muy cercanos a ellas habían oído toda la conversación.

oOoOoOo

Lo primero que vio al abrirse las puertas del ascensor, fueron unas piernas largas que recorrió con la mirada hasta encontrarse con la corta falda azul marino bajo la que debía ocultarse-según sospechaba-un trasero respingón. Definitivamente había hecho bien en saltarse la recogida de notas si como recompensa se encontraba con aquello.

"Esto es empezar el día con buen pie" Pensó, sin molestarse en reprimir una sonrisa.

Con una mano en el bolsillo derecho del pantalón y con ese andar chulesco que le caracterizaba, se acercó hasta la mesa y se detuvo sin molestarse en anunciar de alguna forma su presencia. Así al menos podría seguir recorriendo la delicada silueta de la secretaria de su padre sin ser demasiado descarado.

No obstante o Jena se dio cuenta de que había alguien más en la habitación o encontró finalmente lo que había estado buscando en el suelo, porque al reincorporarse Velkan pudo comprobar que las piernas no era lo único bonito que tenía esa atractiva mujer.

-¿Puedo ayudarle en algo?-Preguntó Jena, dedicándola una sonrisa-El señor Black ahora mismo no se encuentra aquí, pero si quiere que le dé algún recado…

-¡Oh, no pasa nada!-Contestó, apoyándose en la mesa-En realidad no es nada urgente. Puedo decírselo yo mismo en casa-La mujer le miró sin comprender y él le dedicó una sonrisa mientras le extendía la mano-Soy Velkan Black.

Ante oír el nombre de quien dedujo debía ser el hijo de su jefe, Jena se reincorporó apresuradamente para estrecharle la mano. Sin embargo Velkan, que ya había previsto eso, aprovechó el ademán de la joven para pegarle un leve tirón y acercarla un poco más a él.

-Mucho gusto-Le susurró al oído, cuando estuvo lo suficientemente cerca.

La secretaria no pareció sorprenderse por la actitud descarada del chico. Parecía acostumbrada a ejercer esa influencia en los hombres. No obstante, cuando se inclinó sobre la mesa para permitirle al chico que viese el inicio de sus pechos, Velkan confirmó que también parecía disfrutar con ello.

-¿Otro hijo más?-Bromeó, cogiendo unos informes que había sobre el escritorio-¿Cuántos hermanos sois, por curiosidad?

La joven Murdoch rodeó la mesa y se dirigió hacia el despecho del presidente sin dejar de contonear las caderas. Velkan la siguió y, apoyándose en el marco de la puerta del despacho, la observó guardar los informes en un cajón para después observar las fotos que Sirius tenía sobre la mesa.

-Tres-Contestó el joven Black, haciendo una mueca de disconformidad- Aunque tengo entendido que ya conoces al mocoso de mi hermano pequeño.

-Es encantador.

-Eso dicen todos-Confirmó Velkan, no muy de acuerdo.

Jena soltó una risita centrando su atención en una foto en particular. Con un extraño brillo en la mirada, la pelirroja cogió la foto y la acarició sin preocuparse de que el hijo de su jefe la estaba mirando.

-¿De cuándo es esto?-Preguntó al fin, alzando la mirada para encontrarse con los ojos marrones del chico.

Velkan cerró la puerta del despacho y se acercó, situándose tras ella. La joven era alta, pero él lo era un poco más, así que pudo ver la foto sin problemas por encima del hombro.

En ella aparecían Sirius y Katrina el día de su boda, ambos a cada lado de una farola negra y desgastada, que probablemente no tenía ningún significado para nadie, salvo para ellos dos.

-Es de la boda de mis padres-Explicó, señalando el vestuario que llevaban el matrimonio-Supongo que te preguntarás porque se han hecho esta foto al lado de una farola tan prehistórica que podría estar en un museo ¿No?-Jena asintió-Según tengo entendido, fue delante de esta farola donde se dieron su primer beso.

La joven Murdoch le miró sorprendida y él asintió, encogiéndose de hombros. Sus padres podían ser muy cursis y él ya lo había asumido.

-También fue ahí donde mi madre se declaró a mi padre y donde él le pidió que se casasen varios años después-Prosiguió, chasqueando la lengua-Vamos, que si no fuera porque ya me ha dicho mi padre que nos concibieron en la boda de mis padrinos, pensaría que también lo hicieron ahí. Su vida está marcada por esa farola.

Jena dejó la foto sobre la mesa y, sentándose sobre ésta, miró al chico mientras jugaba con uno de sus tantos bucles pelirrojos que esa mañana había dejado sueltos. La verdad es que estaba impresionada. Especialmente por los fuertes brazos ya bronceados, que dejaba ver esa blanca camiseta ajustada de tirante ancho. Claro que con un padre como Sirius Black no debía haberle extrañado que su hijo fuera tan atractivo.

-Y bien, Velkan, ¿Puedo ayudarte en algo más?-Inquirió la joven con voz seductora, mordiéndose el labio inferior-Tu padre no está, ya lo sabes.

-Ya lo sé-Coincidió el chico, colocando una mano sobre la mesa, exactamente al lado de donde ella estaba sentada-¿Te molestaría que te confesase que ya sabía que mi padre no estaría a esta hora?

-¿Por qué iba a molestarme?-Cuestionó, divertida-A todas las mujeres les gusta que le digan cosas bonitas. Y que un chico venga exclusivamente para verla es algo bonito.

A esas alturas el joven Black tenía ambas manos a los lados de ella, acorralándola. Pero Jena no se sentía intimidada. Le gustaba sentir la respiración del chico tan cerca de su rostro y, especialmente, le gustaba confirmar que el joven Black estaba más nervioso de lo que quería aparentar.

-Eres atractiva, eso no lo puedo negar-Admitió Velkan, nuevamente en un susurro-Pero en ningún momento he dicho que haya venido exclusivamente para verte a ti.

La joven Murdoch se tensó, molesta. La había hecho quedar como una estúpida y eso no se lo iba a permitir a nadie. Sin embargo, cuando abrió la boca para soltar un mordaz comentario, la puerta del despacho volvió a abrirse, ésta vez para ser cruzada por el bajito empleado de su padre al que Velkan le tenía tanta manía: Matt Wilkins.

-¡Oh, lo siento!-Se apresuró a disculparse, al ver la comprometedora situación en la que encontraba a la pareja-Me han dicho que estaba aquí, señor Black, y…

-Sí, no sé como lo hace para enterase de todo pese a que he intentado que no me viese nadie-Suspiró el chico, separándose de Jena- A veces pienso que has pagado a los guardias de seguridad ¿Sabes?

-¡Oh, no! Como podría…-Musitó el aludido, sonrojándose.

El joven Black frunció el entrecejo preguntándose si había dado en el blanco con esa suposición. Claro que tratándose de Wilkins no sería de extrañar.

Jena, a la que le había hecho tan poca gracia la intromisión como el comentario de Velkan, cogió otro par de carpetas y abandonó el despacho ignorando las miradas mal disimuladas que le dirigían sus acompañantes.

-¿Quiere que le traiga algo?-Preguntó Matt, siguiendo al chico cuando éste se decidió también a salir de la habitación-Un refresco, agua, café…

-¿Ginebra? –Probó, sin prestarle auténtica atención.

-No creo que a su padre le guste que…

-Mi padre no está ¿Todavía no te has dado cuenta?-Se mofó, sentándose justamente en la misma silla que había ocupado su hermano días atrás-Si nadie se lo dice, no tiene porque enterarse.

El hombre, a quien había comenzado a sudarle las manos debido al duro debate de conciencia que estaba teniendo lugar en su interior, asintió a regañadientes y volvió a entrar en el ascensor murmurando algo así como :"No tiene porque enterarse".

-¿De verdad vas a tomar ginebra a las once de la mañana?-Preguntó Jena, dedicándole una mirada fugaz.

-No me gusta la ginebra-Confesó el chico, dedicándole una sonrisa-Sólo quería hacerlo rabiar un poco y conseguir que nos dejase un rato más a solas.

-¿Por qué?-Cuestionó la secretario con sequedad-Pensaba que no te interesaba.

-En ningún momento he dicho eso-Le recordó Velkan, negando con el dedo-Pero no creas que voy a admitir tan fácilmente que he venido exclusivamente a verte.

Jena tuvo que hacer un gran esfuerzo para no sonreír, satisfecha. Le gustaba el descaro del chico y la sutileza con la que había reparado su error en el despacho. No obstante tenía claro que si ella no le hubiese dado pie, él no se mostraría tan seguro de si mismo. Quizás… debería dejarle ver nuevamente un poco más de su escote.

El joven Black tragó saliva cuando vio como Jena se inclinaba un poco para coger unos folios que había sobre la mesa. No sabía si lo hacía aposta o no, pero él comenzaba a tener sudores y la garganta ya se le había quedado seca. Fue por ello que tuvo que dar gracias-sólo en parte-cuando las puertas del ascensor volvieron abrirse dando paso al señor Willkins, quien llevaba una botella de ginebra en la mano y un vaso en otra.

-Aquí tiene, señor-Dijo, dejando la copa sobre el escritorio-¿Quiere que se la abra? Para mí no supondría una molestia. Ya sabe que vivo para servir a su padre y a esta empresa-Añadió, con la mano en el corazón-Y por su puesto a sus hijos.

-¿Te refieres a los futuros dueños?-Cuestionó, divertido-Porque es muy difícil encontrar trabajo hoy en día.

-¡Oh! Sí, sí, en eso tiene toda la razón-Se apresuró a contestar Matt, angustiado-¡Cómo en todo!

La secretaria rodó los ojos con resignación mientras Velkan soltaba una indiscreta carcajada a la que no tardó en unirse el señor Wilkins, pese a que no sabía de qué se estaba riendo el hijo de su jefe.

"¿Qué cara pondrá cuando se entere que yo no voy a trabajar aquí?"Se cuestionó, acariciándose el mentón.

-Bueno, creo que ya va siendo hora de que me vaya-Anunció Velkan, reincorporándose- A sido una visita interesante. Quizás la repita pronto.

-¿Quieres que le diga algo a tu padre?-Preguntó Jena, dedicándole una sonrisa juguetona.

-No, no creo que sea necesario-Negó, tras unos segundos de reflexión-Es más, preferiría que no se enterase.

El joven Black miró a Matt con perspicacia, quien no dejaba de moverse en el sitio, nervioso. Sería divertido comprobar cuanto tardaba en ir a contarle el chisme a su padre.

-¿No va a tomar nada de beber, señor?-Preguntó Wilkins, señalando la botella que aun llevaba en la mano-¿Una copita con este calor?

-Podría, tienes razón-Coincidió Velkan, mirándole con circunstancia- Pero hasta dentro de unos meses soy menor de edad y no creo que a mis padres les haga gracia. Ha sido toda una imprudencia de tu parte ofrécemelo, Wilkins.-Sonrió- Recuerda que sólo tengo diecisiete años.

La joven Murdoch pasó la mirada de Matt a Velkan, sorprendida. ¿Había oído bien?¿De verdad tenía ese chico diecisiete años? Con los ojos desmesuradamente abiertos y con el corazón latiéndole a una velocidad más alta de lo normal, Jena recorrió al chico con la mirada. No sabía si era por su altura, musculatura o por la perilla que enmarcaba su rostro, pero hasta el momento había pensado que era mayor. Veinte años, quizás. No por nada había participado tan activamente en ese encuentro. No obstante, ahora que sabía que era menor, su interés acababa de disiparse. Era guapo, pero ella tenía unos límites.

"Lástima" Pensó.

Ajeno a los nuevos pensamientos de la secretaria, Velkan abandonó el edificio con una amplia sonrisa en sus labios. Definitivamente había valido la pena saltarse la recogida de notas. Cuando se había levantado esa mañana, sus pronósticos no eran tan optimistas. Se hubiese conformado con echarle un vistazo a la chica para alegrarse un poco y volver a casa sabiendo que una mujer como ella nunca le llegaría a prestar atención. Pero desde el principio había visto ese brillo en la mirada de ella que tantas veces había visto en otras chicas, así que se había animado a atacar pese a que no podía evitar mostrar cierto deje de nerviosismo. No obstante las cosas habían salido mejor de lo que pensaba y a partir de ahora, estaba más que dispuesto a pisar la oficina de su padre mucho más a menudo.

-Lo que hacen unas piernas bonitas…-Se lamentó, divertido.

oOoOoOo

Apoyada en la pared que había al lado de la puerta, ignoró las miradas inquisitivas que los estudiantes le dedicaban cuando pasaban por su lado. Después de todo, estaba a acostumbrada a no pasar precisamente inadvertida. No obstante se felicitó por no haberse puesto el uniforme de policía para ir a verle. Así sólo llamaba la atención por el color de su cabello-rosa chicle-y no por la presencia de una policía en la universidad.

Las puertas del aula se abrieron y de ella comenzaron a salir más estudiantes que, como los otros, le dedicaron alguna que otra mirada entre divertida y curiosa. Un pequeño grupo de chicas, que por lo que pudo oír estaban hablando de lo bien que le sentaban los pantalones a su profesor, le dirigieron una mirada aprensiva antes de alejarse soltando alguna que otra risita mal disimulada.

Asomó la cabeza desde la puerta y sonrió al comprobar que el aula estaba prácticamente vacía. Sólo Remus y un alumno más permanecían en la clase, sumergidos en una difícil ecuación que el chico no había sido capaz de resolver.

-Y ahora le cambias el signo, divides por dos y ya está-Concluyó el hombre, dejando la tiza sobre su escritorio-De todas formas prueba a hacerla de nuevo en tu casa y si tienes más dudas me lo preguntas en la próxima clase.

-Sí, profesor Lupin-Asintió el chico, guardando las hojas en su carpeta-Muchas gracias.

Se llevó la mochila al hombro y sólo se detuvo unos instantes para observar a la pintoresca mujer que se había sentado en la primera fila. Era bastante joven, pero dedujo que no era una estudiante de la universidad. En primer lugar porque con ese color de cabello no hubiese pasado inadvertida a sus ojos y, en segundo lugar, porque era lo suficientemente atractiva para que no se hubiese fijado ya en sus largas piernas.

Tonks le sonrió, al parecer bastante divertida por el escudriño mal disimulado al que el chico la estaba sometiendo. El joven, al verse descubierto, se apresuró a despedirse del profesor y a abandonar el aula con las mejillas ligeramente sonrosadas.

-Vaya, veo que sigues siendo tan buen profesor como recordaba-Comentó Nymphadora, con el codo apoyado en la silla contigua y con su barbilla apoyada en la palma de su mano-Nunca he visto a un profesor entregado a su trabajo tanto como tú.

Remus, que había estado borrando las pizarras y recogiendo sus cosas sin prestar demasiada atención a quien entraba o salía del aula, levantó la mirada sorprendido y sonrió.

-¡Tonks!-Saludó, dejando los libros sobre la mesa para acercarse a ella- ¿Qué haces aquí? ¿No estás de servicio?

Nymphadora se reincorporó sin soltar el paquete que llevaba bajo el brazo y le dio otro beso en la mejilla.

-Esta tarde-Contestó, extendiéndole el enorme paquete-He venido a traerte esto.

Remus aceptó el enorme regalo un poco desconcertado, y sólo se permitió soltar un suspiro, cuando tras deshacerse del llamativo envoltorio, se encontró con una camisa a rayas azules y blancas.

-Tonks…

-¡No! ¡No digas nada!-Pidió, levantando las manos-Por favor acéptala. Después de lo ocurrido ayer, me sentiría fatal si no la cogieses.

Lupin hizo el ademán de añadir algo más, pero la chica se lo impidió poniéndole un dedo sobre sus labios y negando con la cabeza.

-Insisto.

Remus, que ya sabía de sobra lo insistente que podían ser todos los Black, asintió resignado y le dio las gracias no sin asegurarle antes que no había sido necesario que le comprase nada.

-Pero quería hacerlo-Contestó la aludida, encogiéndose de hombros- ¿Bueno, qué? ¿Te gusta?

El hombre, que la había extendido para verla mejor, asintió y le dedicó una sonrisa. Lo cierto es que Tonks había estado tentada a comprarle algo mucho más moderno, pero sabía que a Remus sólo le gustaba lo clásico.

-Lo que no estaba muy segura era de la talla-Admitió la joven, acariciándose el mentón de forma pensativa mientras le recorría con la mirada- Ha sido a ojo, pero…

-No, creo que es perfecta-Le aseguró, dejando la camisa sobre el escritorio.

-De todas formas me quedaría más tranquila si te la probases-Pidió, con las manos en las caderas-Así si no te viene puedo ir a cambiártela en un momento.

Sabía que la joven no era consciente de las situaciones tan incómodas en las que le ponía. El día anterior estaba dispuesta a quitarle la camisa a mordisco y esa mañana, cuando el volvió a asegurarle que estaba convencido que la talla era la correcta, se mostró encantada de ponérsela ella misma.

-¡Remus, no seas tan testarudo, hombre!-Exclamó la chica, soltando un suspiro de desesperación-¡Ni que te estuviese pidiendo que te quitases también los pantalones!

Tonks, que no había sido plenamente consciente de lo que había dicho hasta que el hombre apartó la mirada abochornado, sintió como una oleada de calor recorría su cuerpo hasta concentrase en su rostro. Sonrojada y tartamudeando de forma casi imperceptible, Nymphadora también se obligó a apartar la mirada cuando el hombre accedió finalmente a probársela.

-Perfecta-Asintió Tonks, orgullosa-Te queda como un guante.

Lupin sonrió por compromiso y volvió a quitársela tras darle nuevamente las gracias a la chica por el regalo.

No supo si se debía a su mala suerte o a que al parecer los lunes era el día en el que Gladys Marsh había decidido torturarle. La cuestión era que el molesto taconeo que sucedía a los pasos de Gladys dejó de oírse durante unos segundos cuando entró al aula en la que se encontraban Remus y Tonks.

El rostro ovalado de la mujer se contrajo al ver la situación. Por la expresión de su rostro, ambos adivinaron que no le había hecho ninguna gracia encontrar a su hombre semidesnudo y en compañía de una jovencita de reputación dudosa según el color de su cabello.

Cuando Remus se percató de la presencia de la mujer, se apresuró a terminar de ponerse la camisa y a guardar las cosas en su cartera de cuero. El labio inferior de Gladys había comenzado a temblar y él sabía muy bien lo que venía después de eso.

-¡Tú, chiquilla!-Llamó la robusta mujer, señalando a Tonks con el dedo-¿No tendrías que estar ya en clase? Tus padres no te pagan la universidad para que vayas revoloteando por ahí.

-Creo que se equivoca, señora-Sonrió la aludida, dedicándole una sonrisa-Yo no soy estudiante. Hace tiempo que trabajo.

-A saber en que-Musitó Gladys, recorriendo el cuerpo de la chica con la mirada para seguidamente hacer una mueca de aprensión.

Nymphadora frunció el entrecejo y miró a Remus sin comprender, quien negó con la cabeza asegurando que la señora Marsh era un caso perdido.

Gladys Marsh era una mujer de cincuenta y cuatro años, bajita y demasiado robusta para su altura. Tenía los ojos pequeños y de un color azul muy claro en un rostro ovalado y que siempre tenía ese color rosado debido al excesivo colorete que se ponía en las mejillas. Su cabello, que llevaba recogido en un moño, era de un color rubio platino evidentemente tintado, que esa mañana combinaba con su traje de dos piezas amarillo chillón y sus zapatos de tacón del mismo color.

-Gladys, le presento a Nymphadora Tonks-Dijo como saludo, señalando a la chica-Es la sobrina de unos amigos.

-Ya veo-Contestó, apretando los labios para no hacer ningún comentario sobre la escena que se había encontrado al entrar-Yo venía, Remus, a invitarte a almorzar. Espero que no estés ocupado.

-¡Oh, no!-Exclamó Tonks, captando la indirecta-Si yo ya me...

-Lo siento, Gladys-Se apresuró a intervenir Remus, agarrando a la joven del brazo-Pero había quedado con Tonks en ir a almorzar juntos. Otro día.

La chica miró su brazo sorprendida y seguidamente a Remus, pero no dijo nada. Desconocía los motivos por los que el hombre estaba evitando a Gladys, así que tan sólo se limitó a asentir cuando la robusta mujer la interrogó con la mirada.

-En ese caso será mejor que lo dejemos para otro día, sí-Coincidió Gladys, dirigiéndose nuevamente hacia la salida-Por cierto, Remus, te recomendaría que no te viesen demasiado con ella por la universidad. No sé la edad que tendrá, pero podrían confundiría fácilmente con una estudiante. Y eso no te beneficiaría ¿No te parece?

-Lo tendré en cuenta.

Gladys amplió su sonrisa y tras hacerles un gesto con la mano, salió del aula seguida por el molesto taconeo. Sólo cuando dejaron de oírse las ruidosas pisadas de la mujer, Remus agarró a Tonks de la mano y la guió fuera del edificio.

-Perdona que te lo diga Remus, pero esa mujer me cae fatal-Confesó, huraña- ¿Te has dado cuenta de cómo nos ha mirado? A ti te comía con los ojos y a mí me despellejaba. Remus, ándate con cuidado que ésta es capaz de secuestrarte.

-Agradezco que alguien se tome mis temores en serio-Rió el hombre, recordando la conversación que había tenido con sus amigos el día anterior-De todas formas Gladys suele ser bastante agradable con todo el mundo. Supongo que lo que no le ha hecho gracia es encontrarme medio desnudo y en compañía de una mujer joven y atractiva.

-¿Me consideras atractiva?-Inquirió Tonks, sin poder disimular lo mucho que le había gustado el piropo.

-Bueno… ya sabes… yo…-Comenzó Remus, acariciándose la nuca instintivamente- Creo que eres bastante guapa, sí.

-Lo que hubiese dado yo porque me dijeses algo así hace un par de años-Rió. El hombre la miró desconcertado y ella negó con la cabeza-Pero lo de la invitación a almorzar iba en serio ¿No?

-Completamente-Asintió.

-En ese caso ¡Yo elijo!

Y entusiasta como sólo ella podía serlo, Tonks le cogió nuevamente de la mano y le arrastró entre la multitud haciendo sonreír a algún que otro transeúnte.

"Esta chica… es un caso perdido" Suspiró Remus, con una ligera sonrisa en el rostro.

oOoOoOo

-¿A ver, Harry?-Se interesó Ginny, extendiéndole la mano para que le pasase sus notas.

El chico, a quien las palabras de Kim aun resonaban en su cabeza, le pasó las notas apartando la mano con brusquedad, cuando la suya rozó la de la pelirroja.

-¿Estás bien?-Preguntó extrañada la joven Weasley, al percatarse como el moreno se tensaba-¿Pasa algo?

-¿Eh? ¡No!-Se apresuró a contestar, sonriendo- ¡Qué va!

Ginny, aunque no muy satisfecha, se encogió de hombros y siguió leyendo las notas del chico. Lo cierto es que eran bastante irregulares ya que mientras que unas eran muy buenas las otras no eran más que cincos raspados. Pero tal y como decía el propio chico, al menos había aprobado y eso ya era suficiente.

-No está mal-Comentó, pasándole las notas-Ya le gustaría al idiota de mi hermano tenerlas.

-¿Dices idiota por haber suspendido, por qué lo sea en realidad o por qué esté saliendo con Lavander?-Cuestionó Harry, intentando aparentar normalidad.

-Así que tú también piensas que está haciendo el idiota ¿Eh?-Sonrió Ginny, divertida-Cuando me lo ha dicho Eve no podía creérmelo.

El joven Potter ladeó la cabeza, no muy dispuesto a afirmar que él también pensaba que Ron se estaba comportando como un idiota. El mismo chico había admitido media hora antes que no sentía nada por Lavander, por lo que fue una total sorpresa para Julius y él mismo cuando el pelirrojo había entrado en clase y había saludado a la joven Brown con un fogoso beso en los labios. Sus amigos-al igual que el resto de la clase- se habían quedado de piedra y sólo a la joven Granger parecía no importarle. Simplemente había apretado los labios con censura antes de seguir hablando con Eve.

-La verdad es que no entiendo muy bien porque está saliendo con ella-Admitió Harry, rascándose la cabeza-Pero él sabrá lo que hace.

-Si tú lo dices…

Kim, que había estado observando a la pareja a unos pasos detrás de ellos,sintió como el móvil vibraba en su mochila y tuvo que separarse de sus amigas-ante las miradas inquisitivas de éstas-para poder responder a la llamada. Probablemente, si fuese su madre u otra persona, lo habría cogido delante de ellas. Pero sospechaba de quien podía tratarse y, teniendo en cuenta que no podía eludirle por más tiempo, necesitaba un poco más de intimidad.

-¿Por qué no me has cogido el teléfono?-Preguntó la voz, con un deje de molestia más que evidente.

-Te lo he cogido-Contradijo, imperturbable-Estamos hablando.

-No te hagas la graciosa, sabes a que me refiero-Le advirtió, sin poder ya contener su furia-¡Llevo llamándote todo el mandito fin de semana! ¿A que mierda estás jugando?

-Yo no estoy jugando a nada-Contestó Kim, seca-¿Y tú?

El chico no contestó, confirmando lo que la joven Black ya sospechaba: Él sabía perfectamente porque la chica no le hablaba, pero tampoco estaba dispuesto a humillarse para conseguir su perdón.

-No voy a disculparme.

-Eres demasiado orgullo, sí-Terció, resignada-¿Entonces que quieres?

-Qué nos veamos.

-Pues no sé si quiero, la verdad-Respondió, haciendo una mueca-No sé por quien me has tomado, pero no soy una cualquiera a la que puedas llamar cada vez que te apetezca liarte con alguien.

-Sabes que si no me importase con quien me lío, no estaría ahora mismo gastándome el saldo y no me habría pasado todo el fin de semana haciéndote llamadas perdidas-Repuso el chico, huraño- Y son perdidas porque no me has cogido ni una.

-Ésta te la he cogido-Insistió.

La joven oyó como el chico soltaba una maldición contra su persona y sonrió. Lo cierto es que lo que le había dicho el chico era lo más romántico que podía esperar de él. No obstante se hizo de rogar un poco más, y sólo cuando vio que el joven iba a colgar se apresuró a acceder.

-En la tetería no debe de haber gente a estas horas-Supuso, reflexivo-Nos vemos allí en veinte minutos.

-Vale-Asintió, suspirando-Nos vemos.

El chico le colgó y ella volvió a suspirar. A veces le resultaba muy difícil llevar esta doble vida. Ya no sólo era porque les estaba ocultando una parte de si misma a su familia y amigos, sino porque a veces se hacía difícil tratar con el chico y no había nadie que la apoyase.

Se despidió de sus amigos con una vaga excusa no muy bien preparada y que sabía que levantaría sospechas, antes de dar la vuelta y alejarse por el mismo camino que acaban de recorrer. Odiaba tener que hacer eso, pero en el fondo ella también se moría de ganas por verle.

Abrió la puerta del establecimiento y tuvo que cerrar los ojos adolorida por el brusco cambio de luminosidad. La tetería estaba prácticamente a oscuras, sólo iluminada por velas aromáticas y unos candelabros un tanto extraños. Las paredes, de piedra pura, hacían que la humedad perdurase, por lo que el frescor del lugar la reconfortó.

Saludó al hombre con un gesto de cabeza y, tras pedirle un granizado, se dirigió hacia el final de la habitación, en el lugar donde siempre se reunía con él cada vez que quedaban allí. Lo cierto es que si habían escogido ese sitio no era precisamente por su discreción, sino porque sabían que los amigos de él nunca irían a un sitio así y porque los amigas de ella sólo iban muy rara vez.

Dejó su bolso sobre uno de los cojines y se sentó sobre otro. Se había dirigido hacia un rincón de la habitación en el cual había una pequeña mesa de mimbre en medio de un montón de cojines aterciopelados que hacían el papel de asientos. En el resto de la habitación había las mismas mesas y los mismos cojines y, al igual que donde estaba sentada Kim, estaban amparados por una mampara que les protegía de miradas indiscretas.

El camarero le trajo su pedido y no fue hasta varios minutos después que el chico al que esperaba apareció en el local. Él ni si quiera se limitó a hacerle un gesto con la cabeza al camarero. Aun un poco enfadado y sobretodo deseoso de volver a ver a la joven Black, el chico se dirigió directamente hacia el rincón y, tras rodear la mampara, se detuvo frente a la chica, quien bebía su limonada sin inmutarse.

-¿Quieres?-Preguntó la morena, dedicándole una sonrisa y pasándole el vaso.

Pero el joven la ignoró y, dejando sobre la mesa el vaso de limonada que la chica le pasaba, se agachó hasta quedar a la altura de ella y la besó.

Kimberly recibió el beso con cierta sorpresa, pero no tardó más que un par de segundos en corresponder. Podía sentir la necesidad del chico de tenerla cerca, por lo que no hizo nada para evitar que su acompañante la recostara sobre los mullidos cojines mientras la besaba con auténtico deseo.

-No me vuelvas a hacer esto-Le pidió, aunque más parecía ser una orden.

La joven Black sonrió antes de alzarse un poco para ser ella esa vez quien diera el primer paso. El chico le correspondió, permitiéndole acceso a su boca mientras él le acariciaba un muslo con una mano y el cabello con la otra.

-No, no me lo vuelvas a hacer.

oOoOoOo

Se recolocó las gafas que se habían deslizado por la nariz y cogió su pluma para firmar en el recuadro del informe que estaba leyendo. Le gustaba su trabajo, sí, pero pasarse toda una mañana leyendo informes de ese tipo, podía llegara a hacerse muy pesado. Además, con ese calor leer la letra pequeña era insufrible.

La bombilla del pequeño aparato que había al lado del flexo comenzó a parpadear y el hombre tuvo que presionar uno de los botones para que la voz de su secretaria se hiciese oír a través del megáfono.

-James, una mujer quiere hablar contigo.

-¿Tiene cita?-Preguntó, extrañado. Hasta dentro de una hora no había quedado con ningún cliente.

-No, y que yo recuerde es la primera vez que viene-Contestó la secretaria, una mujer de total confianza-Se apellida Tredwell. ¿Quieres que la haga pasar?

James le respondió de forma afirmativa e hizo los papeles aun lado, interesado por quien debería ser un nuevo cliente. Tredwell… Lo cierto es que el apellido le sonaba, pero no sabía de qué.

Asegurándose que la corbata no estuviese ladeada, se reincorporó en el preciso instante en el que la puerta del despacho volvía abrirse. Alice, una señora que rondaba los sesenta años, bajita y extremadamente delgada, le dedicó una sonrisa y se hizo a un lado para que pasase la mujer.

La sonrisa que James le había dedicado a Alice, se borró radicalmente. Su cuerpo se había tensado y casi podía jurar que durante unos segundos se le había parado el corazón.

La recién llegada, ignorando la expresión contraída del hombre, avanzó un poco más y le hizo un gesto a la secretaria para que se marchase.

-¿Tú?-Musitó, sorprendido.

-Cuanto tiempo sin vernos, James-Sonrió Nathaza Tredwell, mirando el despacho sin ningún disimulo-Vaya, veo que te han ido bien las cosas.

-¿Qué haces aquí Nathaza?-Preguntó con frialdad, sin moverse de su sitio.

-Quería contratar los servicios de un buen abogado-Contestó, acercándose a las estanterías donde había un par de fotos- Y me han dicho que tú eres de los mejores.

La señora Tredwell agitó su dorada melena y soltó una carcajada que para James no fue menos que una patada en el estómago. Después de tantos años sin ver a la persona que casi le arruina la vida, resultaba increíble que ella estuviera allí sentada, comportándose como si nada hubiese pasado. Con lo mucho que les había costado a todos superar lo ocurrido en ese curso… Con lo mucho que le había costado a Lily pasar página…

-Así que estos son tus hijos-Comentó, sin borrar esa sonrisa que él conocía también- El chico se parece bastante a ti. Pero la niña…-Murmuró, acariciando el rostro de Nel para seguidamente centrar su atención en James-… ¿No has barajado la posibilidad de que Evans te haya engañado con otro?

-Lily no es como tú-Le espectó, con un profundo rencor en la mirada-Y te prohíbo siquiera que la menciones.

Nathaza dejó la foto que había cogido sobre la estantería y se dirigió hacia los cómodos sillones que había frente al escritorio de James.

-No, está claro que Evans sería incapaz de hacer algo así-Apoyó, sentándose y cruzando las piernas nada más hacerlo-Siempre ha sido muy puritana.

Era evidente que había hecho caso omiso a la exigencia de James y éste tuvo que hacer un gran esfuerzo para contenerse.

-No sé como tienes el valor de presentarte aquí -Se sorprendió, indignado- Y me da igual por lo que hayas venido. No voy a trabajar para ti y me sorprende que hayas podido incluso planteártelo. No quiero volver a verte-Dijo, abriendo la puerta de su despacho-Lárgate.

La elegante mujer se reincorporó lentamente y llevándose el bolso al hombro se dirigió hacia la salida. La escasa distancia que tuvo que recorrer fue suficiente para que James pudiese observar lo que el tiempo había hecho a quien en su juventud había sido su novia.

Nathaza Tredwell, antes Greco, apenas había cambiado en esos casi veinte años. Seguía siendo alta y mantenía las mismas curvas sinuosas que volvían locos a los chicos como él en su juventud. Su cabello seguía manteniendo esos bucles rubios que brillaban cada vez que agitaba la cabeza y que le llegaban hasta la mitad de la espalda. No obstante, sí había cambiado algo en ella. Sus ojos azules, que siempre derrochaban fingida simpatía, ahora eran fríos y calculadores.

"No, no es que haya cambiado su mirada" Se corrigió, negando imperceptiblemente con la cabeza"Es que ahora yo ya sé como es en realidad"

Nathaza se detuvo a su lado y volvió a sonreír. Era como si el rechazo del hombre no le afectase, como si que la echase de ese lugar estuviese dentro de lo previsto. Y probablemente así era.

-Tú tampoco has cambiado. Sigues tan guapo como siempre-Halagó al adivinar lo que estaba pensando, acariciándole la mejilla. James apartó la cara- Lástima que no hayas olvidado el pasado igual que lo he hecho yo.

-Hay cosas que nunca se olvidan.

-Sí, en eso tienes razón-Terció, saliendo del despacho-Espero que volvamos a vernos.

Con paso decidido, Nathaza reemprendió la marcha llamando la atención de los empleados que trabajaban en el bufete. Los hombres la miraban con deseo y las mujeres con cierta altivez, sentimientos que no parecieron afectar en absoluto a la señora Tredwell.

Las puertas del ascensor se abrieron en el preciso instante en el que Nathaza llegó hasta él. Sirius sabía la expresión que debía de haber aparecido en su rostro al quedar frente a frente con una de las personas a las qué más había llegado a odiar. Su expresión era fría y desafiante, pero no dejaba mostrar la sorpresa que sentía.

La mujer entró en el ascensor sin decir nada y le dedicó una sonrisa segundos antes de que las puertas se cerrasen.

Sirius, que sólo se permitió mostrar su asombro cuando Nathaza había desaparecido, buscó la mirada de James, quien le observaba desde el otro lado del pasillo.

Cuando ambos entraron en el despacho del de gafas, James se dirigió directamente hacia el minibar que solía reservar para clientes y se echó un poco de coñac en uno de los vasos antes de acabar con su contenido en un par de tragos. Si reencuentro con Nathaza le había inquietado, y mucho. Jamás pensó que volvería a verla-especialmente porque había oído que se había casado con un reconocido diseñador italiano y que residía allí-y no sólo no había sido un encuentro desafortunado, sino que ella misma había ido a buscarle a su propio bufete.

-Nathaza Greco-Murmuró Sirius con profundo desprecio, sentándose en el sillón que había ocupado la rubia-¿Qué hacía aquí?

-No lo sé-Admitió James, soltando un suspiro-Dice que quería contratarme, pero estoy seguro que sólo ha venido para avisarme de que había vuelto.

-¿Qué te ha dicho?

-Nada importante-Contestó, dejando el vaso sobre la pequeña mesa de madera que había al lado del minibar-En realidad no la he dejado explicarse. Le he echado.

Su mejor amigo asintió mientras James rodeaba el escritorio para sentarse al otro lado de la mesa, quedando así frente a Sirius, quien parecía tan pensativo como él.

-Menuda zorra-Musitó Sirius, acariciándose el mentón-¿Y que vas a hacer con Lily? ¿Le vas a decir que Nathaza ha estado aquí?

James, quien también había pensado en ello, se recostó sobre el sillón y cerró los ojos, preocupado. No sabía que debía hacer. Por una parte quería contárselo pero por otra… Lily había sufrido mucho en el pasado-probablemente más que ninguno de ellos-y decirle que la causa de todos sus males había vuelto a la ciudad y que encima había ido pavoneándose a verle, no sería nada agradable.

-No se que hacer-Suspiró, pasándose una mano por su ya de por sí desordenado cabello- Sí, supongo que se lo diré, pero no por ahora. Esperaré a que sea el momento oportuno.

-Asegúrate de que ese momento no tarde en llegar ¿Eh, amigo?-Le aconsejó Sirius, ladeando la cabeza-Que después ya sabes lo que pasa.

-Sí-Asintió, mirándole con complicidad-Pero de momento te agradecería que…

-Descuida-Sonrió, guiñándole un ojo-No le diré nada a Katrina.

El hombre le dedicó otra sonrisa mucho más satisfecha antes de girarse y abrir un enorme cajón que había tras él. Tras sacar un fichero de color marrón con el nombre de su amigo escrito en el reverso, lo dejó sobre la mesa y suspiró.

-Ya está bien, ahora a hablar de trabajo.

-Es un chollo esto de que seas mí abogado-Bromeó Sirius, para aliviar tensiones-Especialmente porque como me aconsejes mal y pierda mi trabajo, sé donde vives, conozco a tu familia y hasta al padrino de tus hijos.

-Sí, es cierto-Corroboró, siguiéndole la broma-Así que no olvides que si algo sale mal todas las culpas tiene que caer sobre él ¿Eh?

-Desde luego-Asintió efusivamente-Ese tío lo pasará muy mal como me lo encuentre.

Los dos hombres se miraron y, finalmente, estallaron en sonoras carcajadas. No podían olvidar ese encuentro con Nathaza, pero resultaba más fácil fingir que demostrar lo mucho que les inquietaba.

oOoOoOo

-¡¿Cómo?!-Exclamó Molly, enfadada-¿Qué significa esto, Ronald?

El joven Weasley tragó saliva y levantó la mirada lentamente hasta cruzarse al fin con los centellantes ojos de su madre. La mujer, que estaba casi tan roja como su cabello, agitaba las notas de un lado a otro con tal efusividad que habían comenzado a arrugarse.

-¡No es culpa mía!-Se defendió el chico, haciendo un gesto elocuente con los brazos-Es ese dichoso Snape que me tiene manía.

-A Harry lo ha aprobado-Señaló Ginny, sentada en una de las sillas de la pequeña cocina-Y a él lo detesta mucho más que a ti.

-Porque no le ha quedado más remedio-Contestó Ron entre dientes, fulminando a su hermana con la mirada-Mantén tu boquita cerrada ¿Quieres?

-¡Quizás porque él ha aprobado gracias a su esfuerzo!-Le espectó Molly, golpeándole en la cara con las notas-Química y matemáticas ¡Dos! Vas a acabar conmigo. ¡Vas a acabar conmigo!

Ron rodó los ojos antes de volver a erguirse cuando su madre le dirigió otra de sus famosas miradas.

-¿Y bien?-Inquirió, llevándose las manos a las caderas-¿Qué vas a hacer al respecto?

-¿Estudiar todo el verano para aprobar en septiembre?-Probó, no muy convencido con que esa fuera la respuesta que esperaba su madre.

-¡Desde luego!-Confirmó, efusivamente-¡Vamos que si vas a estudiar! Como que no vas a salir de casa ni para ir a comprar papel higiénico.

Ginny soltó una risita, pero tuvo que retomar su semblante serio cuando su madre la censuró con la mirada.

-¡Pero mamá…!-Protestó Ron, dándole una patada al suelo.

-¡Ni mamá, ni nada!-Le cortó Molly, señalándole con el dedo- Y más te vale sacar muy bunas notas en septiembre porque sino estarás castigado hasta Año Nuevo como mínimo. ¡Y ya hablaremos cuando llegue tu padre!

La mujer se dirigió hacia la salida con paso rápido, pero antes de cruzar la puerta se detuvo y se giró nuevamente, ésta vez con una sonrisa en los labios.

-Por cierto Ginny, felicidades por tus notas-Suspiró, mirándola con ternura-Estoy muy orgullosa de ti.

-¿Eso quiere decir que me levantas el castigo?

Molly asintió y, tras dirigirle otra mirada de advertencia al pelirrojo, cruzó el umbral y se perdió de vista. Sólo cuando dejaron de oír el crujido de las escaleras de madera al ser pisadas, Ron se permitió soltar una maldición.

-¡¿Y ahora que voy a hacer?!-Cuestionó, desesperado-Como no apruebe mamá va a matarme. ¡Y ya sabes lo difícil que es aprobar con Snape!

-Está claro que vas a necesitar ayuda-Coincidió Ginny, pegándole un mordisco a la manzana que había cogido del frutero-¿Por qué no se lo pides a Julius? Él es bueno en mates ¿No?

-Está claro que no le has visto explicando-Comentó, sarcástico, sentándose con pesadez sobre la silla que estaba en frente de su hermana- Y Velkan tres cuartos de lo mismo. A Harry como que mejor lo descarto.

Soltando un bufido, se inclinó sobre la mesa hasta que su frente toco la desgastada madera en un golpe seco que, según supuso Ginny, tuvo que dolerle.

-¿Y Lavander?

-No, gracias.

-Pues mal vamos si el primer día saliendo ya quieres perderla de vista-Dejó caer la pelirroja, sin darle demasiada importancia a su comentario.

Ron levantó la cabeza y la fulminó con la mirada, haciendo que ella sonriera. El chico, que comenzaba a asumir que no volvería a ver la luz del día hasta varias décadas después, se revolvió el cabello y soltó un gruñido.

-¡Dios! –Llamó, alzando las manos hacia el techo-Si realmente existes ¡Ayúdame!

oOoOoOo

Se dejó caer en el sofá y soltó un suspiro cuando Lavander hizo lo mismo a su lado pero con los pies sobre el tapizado.

-Eres mí primo-Le reprocho, zarandeándole ligeramente-Tienes que ayudarme.

-Pero a ver, primita, ¿No estás saliendo ya con él?-Le recordó, con aire evidente-¿Qué más quieres?

-El matrimonio-Contestó, entusiasta, haciendo un gesto evasivo con la mano-De todas formas para eso es un poco pronto todavía. Si nos casásemos ya, no me daría tiempo a comprarme el vestido, los zapatos, a mirar el peinado en la peluquería, el banquete…

El joven Lupin se tapó la cara con el cojín más cercano con la única intención de intentar amortiguar la voz chillona de su prima que no dejaba de enumerar todas las cosas que tendría que hacer para su boda con Ron.

De verdad que no sabía en que estaba pensando su amigo cuando había entrado a clase y se había dirigido a ella para besarla. Sospechaba que tenía mucho que ver la conversación que habían oído en el baño-después de todo a él también le había afectado- pero no esperaba que hubiese influido en él de esa manera. En el servicio Ron estaba seguro que no quería nada con Lavander, y media hora después era él mismo quien se acercaba a ella para ponerse la soga al cuello. Y es que, por mucho que la quisiese, conocía muy bien a su prima y sabía que esa expresión era de lo más apropiada.

-Evidentemente tú serás el padrino-Le aseguró, abrazándolo-Pero para que eso pueda pasar, necesito que me respondas a un par de cositas.

-¿Cómo qué?-Accedió al fin, resignado.

-Bueno… pues… para empezar…-Sonrió, mientras dibujaba un corazón en el pecho del chico con el dedo-¿Sabes si pasa algo entre Ron y Hermione? Porque últimamente están de un mírame y no me toques… Sé que se enrollaron hace unas semanas porque yo misma les vi, pero Ron no siente nada por ella ¿A qué no?

Julius se pasó una mano por su cabello y volvió a suspirar. Justamente le había preguntado algo que ni el mismo Ron podía responder con seguridad pese a que intentaba aparentar que conocía la respuesta. Los sentimientos del pelirrojo eran todo un misterio, aunque para algunos quizás no tanto. No obstante, no podía decirle eso a Lavander. La conocía y sabría que podía ponerse histérica.

-No lo sé, primita-Admitió, haciendo una mueca-De todas formas si está saliendo contigo por algo será ¿No?

La joven Brown asintió, aunque no parecía demasiado satisfecha con la respuesta pese a que sus labios estaban curvados en una sonrisa confiada. Era vidente que de esa respuesta dependía la actitud que iba a tomar con Hermione la próxima vez que la vieran. Lavander presentía el peligro, y no iba a permitir que una sabelotodo de tres al cuarto le quitase al chico del que en esos momentos estaba encaprichada.

-Oye, ¿Estás segura de querer salir con Ron?-Preguntó Julius, tras varios minutos en silencio-¿De verdad te gusta?

Su prima se encogió de hombros y, reincorporándose, le sonrió antes de dirigirse hacia la cocina donde su madre estaría terminando de preparar la comida.

-Julius-Llamó, antes de cruzar la puerta del salón-Yo he marcado mi territorio, y no voy a permitir que nadie lo cruce. Ya veremos quien es la leona más fuerte.

Y tarareando la canción de moda, la chica le dejó sólo, eso sí, con una sonrisa divertida en los labios. Su prima era un caso a parte, pero la quería. Quizás por eso no podía evitar sentirse molesto con Ron. Sintiese lo que sintiese el pelirrojo por Hermione, era evidente que no le gustaba Lavander.

Negando con la cabeza y lamentándose de la mala suerte que ambos primos tenían con el amor, se reincorporó y se dirigió también a la cocina. Ese día comería con sus tíos maternos, y debía por lo menos poner la mesa para que no pudiesen acusarle de gorrón.

oOoOoOo

Se aseguró de que el gotero estaba bien regulado y salió de la habitación, revisando mientras caminaba uno de los tantos informes que el doctor Marston. Realmente ese hombre era una auténtica celebridad en su campo, y quizás por eso relegaba algún que otro trabajillo a sus subordinados cuando consideraba que no era lo suficientemente importante para atenderlo él mismo. Ahí estaba el motivo por el que Lily se encontraba en esos momentos con un montón de aptas que debía revisar y que no le correspondían estrictamente a ella.

Miró la hora en el reloj y agradeció haber llamado a su casa para avisar que probablemente no iría a comer. Tal y como sospechaba, las pruebas de toxicología que le habían hecho a su paciente más reciente todavía no habían llegado, y eso que le habían asegurado que las tendría en sus manos hacía ya una hora.

"Y gracias que es una clínica privada" Se mofó, sarcástica.

Entró en la pequeña habitación que le habían cedido como despacho y se sentó en el sillón que había frente a su escritorio. Con mucho cuidado de no seleccionar nada que pudiese borrarle los datos, introdujo el código en el ordenador y comprobó un par de cosas que no estaban muy claras en el informe. Odiaba los ordenadores, pero había comenzado a asumir que de ahí a un par de años serían un instrumento fundamental en el trabajo.

Un par de toques en la puerta captaron su atención. Tras decir un escueto "Adelante", una de las enfermeras que trabajaban en la clínica entró al pequeño despacho y le dedicó una sonrisa resignada al fijarse en la cantidad de papeles que había sobre la mesa.

-Marston ¿Eh?

-Como los ves-Asintió Lily, dedicándole otra sonrisa-¿Y bien? ¿Qué es lo que me traes?

-Los informes de toxicología del chico.

La enfermera le pasó un enorme sobre blanco en cuyo extremo estaba el pequeño sello de la clínica y en el que sólo había una hoja que Lily observó a contraluz. La enfermera la observaba con curiosidad, pero su curiosidad no tardó en volverse preocupación al fijarse en el ceño fruncido de la pelirroja.

-¿Pasa algo?

-¿No le ha dicho nada la persona que ha hecho el análisis?-Preguntó Lily, dejando el informe sobre la mesa.

-No-Contestó, encogiéndose de hombros-¿Tenía que haberlo hecho?

La señora Potter no contestó inmediatamente. Pensativa y un poco preocupada, abrió uno de los cajones que había a su derecha y extrajo una carpeta en la que estaba pegado un adhesivo con el nombre de Susan Smith.

Concentrada y manteniendo la frialdad que empleaba en su trabajo, abrió la carpeta y buscó una hoja idéntica a la que la enfermera acababa de darle.

-Sustancia desconocida-Musitó, señalando con el dedo la frase en el informe-Lo sabía. No puedo asegurar que se trate de la misma, pero yo diría que estos dos pacientes han tomado lo mismo.

-¿Susan Smith y ese chico?-Cuestionó, sorprendida.

Lily asintió y, tras coger ambos informes, salió del despacho seguida por la enfermera. Con paso apresurado y haciendo ondear su batín blanco, giró una esquina y tocó un par de veces en la puerta antes de entrar al despacho del doctor Marston sin haber recibido respuesta.

-¡Señora Potter!-Exclamó el hombre, bajando los pies del escritorio apresuradamente- ¿Qué formas de entrar son esas?

El doctor Marston era un hombre de cincuenta y ocho años, alto, delgado y de ojos saltones que en esos instantes miraban a Lily con reproche. Tenía el cabello completamente canoso-o lo que quedaba de él-y una calva más que evidente, que se extendía por la parte central de la cabeza.

-Discúlpeme, doctor-Contestó mecánicamente, dejando ambos informes sobre la mesa en un golpe seco-Pero ya es imposible ignorar esto por más tiempo. Dos sustancias desconocidas en dos adolescentes cuyos padres asegurar que no tomaban ningún medicamento recetado por un médico.

-Será una droga-Dedujo el hombre, encogiéndose de hombros con desinterés-En la actualidad es raro el joven que no las toma.

-La cuestión es que, sea lo que sea, nos está dificultando el trabajo-Atajó Lily, ignorando el último comentario del hombre-Estoy casi segura de que es esa sustancia la que afecta a las conexiones ínter neuronales que les mantiene en éste estado.

-¿Pero la señorita Smith no estaba aquí por un accedente?-Se sorprendió la enfermera, quién había seguido a la pelirroja por curiosidad.

La enfermera gesticuló un "Lo siento" al encontrarse con la mirada de censura que le dirigió su jefe y se hizo a un lado, como retirándose de la conversación.

-Sí, y por eso estoy segura de que podemos ayudarla-Insistió Lily, pasando su mirada de uno a otro- Las proporciones que tenían de esa sustancia en el cuerpo son muy distintas. A Susan la hemos pillado a tiempo.

-¿Y el chico?-Intervino nuevamente la enfermera, pese a que se había prometido permanecer al margen.

Lily cerró los ojos unos segundos y suspiró antes de volver a abrirlos. Debía de atenerse a la realidad por dolorosa que fuese.

-En su caso es mucho más complicado-Admitió-Pero seguro que no podremos ayudarle si no conocemos que es esa sustancia.

-¿Y que pretende, doctora Potter?-Se mofó el señor Marston, acariciándose el fino bigote- ¿Qué dejemos de lado a nuestros otros pacientes y nos pongamos a combinar componentes a ver si con suerte damos con la sustancia?

-En realidad, pensaba en consultar con el hospital por si han tenido un caso similar.

La sonrisa del hombre se borró rápidamente. Tragando saliva de forma ruidosa, se reincorporó con brusquedad y comenzó a pasear por el despacho.

-¿Es que necesito recordarle, doctora Potter, que esto es una clínica privada?-Cuestionó, mirándola con los ojos desmesuradamente abiertos-No podemos rebajarnos a pedir consejo de médicos que trabajan para la seguridad social. Sería como si ellos fuera mejores que nosotros y les estuviésemos cobrando a nuestros clientes una barbaridad por nada.

-Eso no tiene nada que ver-Suspiró Lily, colocándose un mechón de cabello tras la oreja-Y pedirle consejo es de sabios no de idiotas. Estamos hablando de la vida de dos personas, de dos adolescentes. ¡No lo olvidemos!

El rostro del doctor Marston se tiñó de rojo. Con pesadez y murmurando cosas por lo bajo, se dejó caer nuevamente sobre su sillón de oficina y suspiró.

-Déjame que me lo piense-Dijo al fin, resignado- De todas formas, aunque no consultemos con los del seguro, ya se me ocurrirá algo. Después de todo, no por nada dicen que soy el mejor en mi oficio.

El hombre sonrió satisfecho consigo mismo y Lily tuvo que hacer un gran esfuerzo para disimular una mueca. Sí, lo era, pero no estaba dispuesta a reconocérselo en persona. Además, era evidente que no era necesario. Él se idolatraba solito.

Tras despedirse sin demasiado entusiasmo, la pelirroja salió de la oficina seguida nuevamente por la enfermera, quien parecía admirada por la actitud segura de Lily.

-¿Cree que va a hacer algo?

-No lo sé, ni me importa-Contestó la aludida, acelerando el paso-Pero yo no voy a esperar a comprobarlo.

-¿Qué vas a hacer?

La enfermera la miró sorprendida cuando Lily llamó al ascensor y entró en éste nada más abrir sus puertas.

-Hablar con los médicos del seguro.

oOoOoOo

Enjuagó el último plato y lo dejó secar junto a los otros. Se secó las manos en el paño que había colgado a un lado y salió de la cocina para seguidamente dirigirse al salón, lugar donde Sirius descansaba tumbado en el sofá mientras Jake, sentado en el suelo, jugaba con la consola.

-Sepárate más de la televisión, Jake-Le ordenó su madre, tanteándole el hombro-Vas a hacerte daño en la vista.

El pequeño Black le hizo un gesto con la mano dándole a entender que la había oído, pero no se apartó hasta que su madre volvió a insistirle una vez más.

Soltando un suspiro de resignación, Katrina se sentó en el reposa brazos del sofá y comenzó a acariciarle el cabello a su marido con ternura.

Sirius, que tenía los ojos cerrados pese a que no estaba durmiendo, abrió un ojo y sonrió, alzando la mano para cogerle una a su mujer.

-Estoy agotado-Confesó el hombre, cerrando nuevamente los ojos-Mi pequeña idea me está costando más de lo previsto.

-Quizás no deberías meterte en ese tipo de inversiones-Opinó Katrina, prudente- A mayores inversiones, más problemas, y las cosas te van mucho mejor de lo que nos esperábamos cuando heredaste la empresa de tu padre.

-Por que ellos la tenían como una tapadera-Se rió, pese a que en el pasado les había supuesto muchos problemas-Pero para mí es mi trabajo.

Katrina asintió, pese a que no estaba muy conforme con la inversión en que la su marido quería enfrascarse. No es que no fuese una buena idea, al contrario, si las cosas salían bien ganarían mucho dinero, pero ella prefería que Sirius tuviese menos obligaciones y así pudiese estar más tiempo con los niños y con ella.

-Oye, Sirius, ¿Seguro que no ha pasado nada?

-¿Nada?-Repitió, en un susurro apenas audible- ¿Nada de qué?

-No sé, algo que haya pasado en la empresa o fuera de ella-Contestó, dejando de acariciarle el pelo-Te noto preocupado.

El hombre abrió los ojos repentinamente y, desperezándose, se reincorporó con asombrosa agilidad. Katrina, aun sentada en el reposa cabezas, le miró perspicaz pero sin borrar su semblante serio.

-Tonterías-Sonrió, inclinándose un poco para besar sus labios-Serán imaginaciones tuyas. Sólo estoy un poco cansado.

Katrina le siguió con la mirada cuando su marido rodeó el sofá y se dirigió hacia la salida para seguidamente abandonar la habitación. Con el ceño fruncido y una punzada en el corazón, la mujer volvió a mirar hacia el frente. Le conocía muy bien para saber que la estaba evitando y no podía evitar sentirse un poco molesta. ¿Qué era eso que ni si quiera podía contarle a su mujer? Desde hacía muchos años solían contarse prácticamente todo. ¿De qué podría tratarse?

"A lo mejor es cierto y son sólo imaginaciones mías" Suspiró, negando con la cabeza "Y si no es así, sus motivos tendrá para no contármelo supongo"

E intentando convencerse de que eso le bastaba, Katrina abandonó el comedor como minutos antes había hecho su marido. Esa tarde venía Cindy-la novia de Jake-a casa y debía arreglar la habitación de su hijo que, conociéndolo, estaría hecha un auténtico desastre.

oOoOoOo

-En serio, me rindo-Desistió Hermione, dejándose caer sobre el banco-¿Pero se puede saber cómo voy a tomar experiencia sino me dejan adquirirla? Es frustrante.

Sus dos amigas asintieron, de acuerdo. Realmente resultaba difícil encontrar trabajo para el verano. Sobre todo cuando sólo tenías el graduado escolar y una experiencia nula en el terreno laboral.

Eran las cinco y media de la tarde y tal y como habían acordado esa mañana, ambas chicas habían accedido a acompañar a Hermione a buscar trabajo. Al menos así podrían reconfortarla en momentos como ese. Nell también había querido ir, pero ya había quedado con Velkan. Y Kim… bueno, ella se había marchado esa mañana antes de poder proponérselo así que era lógico que no supiera nada.

-Mis padres me han dicho que les ayude a ellos y me darán un pequeño salario-Comentó la joven Granger, no muy conforme-Pero no puedo hacerle eso a mis padres. Además, llevo prácticamente toda mi vida metida en esa clínica y no me gustaría pasar también allí el verano-Suspiró, mirando a Eve con curiosidad- Oye, ¿en la heladería donde trabajas todos los veranos no necesitan a nadie?

La joven Weasley se giró entusiasta para mirar a la chica que estaba a su lado, interesada. Pero Eve negó con la cabeza.

-Sólo chicos-Se excusó, encogiéndose de hombros-Como casi todas somos camareras, quiere contratar a más chicos para que cuando hagamos los turnos de noche estemos más protegidas. Lo siento.

-Genial-Farfulló Hermione, sarcástica.

-Podrías disfrazarte de chico y solicitar el puesto-Bromeó Ginny, ganándose una mirada fulminante de su amiga- Mulán se coló en el ejercito y no sólo salvó China, sino que encima encontró novio.

-Eso es matar dos pájaros de un tiro-Rió Eve, divertida por la comparación-Un momento, ¿Y por qué no das clases particulares? Con las buenas notas que tienes nadie podrá discutirte que estás más que capacitada.

-Es una buena idea-Corroboró Ginny- Eres buena explicando, aunque deberías intentar tener un poco más de paciencia.

La joven Granger frunció el entrecejo y la pelirroja le hizo un gesto evasivo con la mano como si su comentario anterior no hubiese sido más que un pequeño detalle sin demasiada importancia.

-¿Yo de profesora particular?-Se mofó, escéptica-No sé, no me convence demasiado.

-¿Por qué no?-Cuestionó la joven Grant, encogiéndose de hombros-Además, tampoco tienes demasiadas opciones que digamos.

A Hermione no le quedó más que admitir que Eve tenía razón. A esas alturas de junio iba a ser muy difícil encontrar trabajo y necesitaba ganarse algo de dinerillo para sus gastos personales. ¿Pero trabajar de profesora particular?

-¿Pero quien va a querer que yo le de clases?

-Pues no sé-Suspiró Eve, colocándose un mechón de cabello tras la oreja-Podrían ser a varias personas. Quizás deberías poner carteles o algo así por las calles para anunciarte.

La joven Granger se recostó un poco más sobre el banco en el que estaban sentadas y se quedó mirando fijamente el escaparate que había frente a ellas, reflexiva.

-No, definitivamente no. Es una tontería.

-Hagamos un trato-Propuso Ginny, con una sonrisa en los labios-Nosotras te buscamos los alumnos y con tu primer sueldo nos invitas a un helado donde trabaja Eve ¿Qué te parece?

-Bueno-Accedió Hermione, no muy convencida-¿Pero de dónde vais a sacarlos?

-De eso no te preocupes-Respondió la pelirroja, guiñándole un ojo-Ya estoy pensando en alguien.

oOoOoOo

Jugando con su bandolera, esperó a que su hermano cerrase la puerta con llave antes de alejarse juntos por una de las transitadas calles de la ciudad.

Dicharachera como siempre, Nel no había dejado de hablar de esto y aquello desde que habían salido de su casa. Pero Harry, que ese día parecía estar en un mundo hecho sólo para él, asentía de vez en cuando pese a que en realidad no la estaba escuchando.

-Entonces estamos de acuerdo en que esta semana te toca quitar la mesa ¿no?

-Si-Asintió, antes de volver con brusquedad a la realidad-¿Qué? ¡No!

-Lástima-Nel chasqueó la lengua, sarcástica-Por un momento pensé que había colado. ¿Se puede saber que te pasa?

-Nada.

El joven Potter se encogió de hombros de forma desinteresada, metiendo las manos en los bolsillos delanteros de sus pantalones. Pero el entrecejo fruncido de su hermana fue indicio suficiente para saber que a ella no podía ocultarle éste tipo de cosas.

-Es que hoy me he enterado que al parecer le gusto a una chica-Confesó, procurando no mirar a su hermana para que no se percatase del sonrojo de sus mejillas-A una chica en la que jamás he pensado como…como…

-¿Chica?

-No exactamente-Negó Harry, pasándose una mano por su alborotado cabello-Sé que es una chica, es más que evidente. Quiero decir que nuca la he visto como una opción. Para mí ella era simplemente la…

La joven Potter le miraba interesada y quizás fue la inquisitiva mirada de la chica lo que hizo que Harry decidiese no proseguir. Desde que había oído la conversación de las chicas en el baño y se había enterado que a Ginny le gustaba, no podía quitarse a la pelirroja de la cabeza. Jamás se había imaginado que a ella pudiera gustarle y ahora no sabía muy bien como comportarse. La apreciaba pero hasta la fecha sólo se había fijado en ella como la hermana de su mejor amigo no como chica en el sentido estricto de la palabra. Porque era evidente que la joven Weasley era una chica y sus curvas cada vez más acentuadas lo gritaban a los cuatro vientos.

Ahora estaba un poco confundido porque no sabía que debía hacer con esa información. Ignorarla y hacer como si no hubiese pasado nada o… La cuestión es que necesitaba desahogarse y había comenzado a hacerlo con su hermana, a la que siempre solía contarle todo. Pero esa información era algo que no podía compartir con ella. Nel era una gran amiga de Ginny y no iba a ser imparcial. A todo eso si no le sumaba que tendría que soportar numerosas comentarios muy inoportunos de su querida hermana, a la que juntarse con Velkan no le estaba haciendo ningún bien.

-Olvídalo, no me hagas caso-Sentenció, haciendo un gesto evasivo con la cabeza-Son cosas mías.

-Cosas tuyas ¿No?-Se burló la chica, perspicaz-Así que la conozco ¿Eh? ¿Quién es?

El rostro de Harry, que sin el último comentario de su hermana ya estaba más que sonrojado, adquirió una tonalidad rojiza tan intensa que cualquier habría pensado que se había quemado a causa del sol. Sólo Nel fue capaz de interpretar eso como una inequívoca señal de que había dado en el clavo.

-Nel…

-Está bien, está bien-Accedió la aludida, aunque con esa sonrisa burlona que sacaba de quicio a su hermano-No voy a insistir. Pero ten por seguro que me acabaré enterando tarde o temprano.

Harry soltó un suspiro de resignación intentando ignorar el molesto cosquilleo de su estómago. Conocía a Nel demasiado bien como para saber que tenía razón. Tarde o temprano se enteraría de quien era la supuesta chica a la que creía gustarle y, cuando eso pasase, también se enteraría la susodicha chica. Y en ese caso ya si que le resultaría imposible comportarse con naturalidad ante Ginny.

De verdad que tenía un enorme suspenso en lo que a chicas se refería. ¿Por qué no se parecía también en eso a su padre?

oOoOoOo

Katrina abrió la puerta y sonrió a una niña pequeña, delgada y de cabello rubio que se movía inquieta sobre su sitio. Su padre, a su lado, le estrechó la mano a la señora Black antes de marcharse tras acordar que iría a recogerla a eso de las ocho y media.

-Pasa, cariño-Sonrió la mujer, haciéndose a un lado para que Cindy pasase- Jake está arriba, un momento.

La señora Black se dirigió hacia las escaleras y desde abajo llamó al menor de sus hijos, cuyas pisadas no tardaron en recorrer el largo pasillo para después bajar las escaleras de dos en dos ante la mirada resignada de su madre.

-Hola Cindy-Saludó el pequeño Black dedicándole una sonrisa.

-¡Jake!

Ante la mirada sorprendida de Katrina y el sonrojado rostro del niño-que no dejaba de observar la reacción de su madre de reojo-Cindy se abalanzó sobre él, abrazándole con efusividad para después darle un beso en la mejilla.

-Tenía muchas ganas de verte-Confesó la niña, dando una vuelta sobre si misma-Hoy me he puesto el vestido de los domingos para venir. ¿Te gusta?

El pequeño Black asintió, ruborizado, antes de pedirle a la niña que subiesen a su habitación para enseñarle su colección de coches y serpientes africanas.

Katrina, a la que dicho encuentro le había parecido entre divertido y tierno, entró a la cocina sin borrar la sonrisa de su rostro y abrió el armario principal para comprobar con disgusto que probablemente iba a faltar pan para esa noche.

-¿Qué? ¿Ya ha venido Emma?-Preguntó Kim al entrar a la cocina-Me ha parecido oír voces en la habitación de Jake.

-Se llama Cindy-Le corrigió Katrina, divertida-Oye, Kim, ¿Podrías ir un momento al supermercado a comprar dos barras de pan?

-¿Ahora?-Protestó, soltando un bufido-Es que no tengo ganas de cambiarme. Dile a Velkan que las traiga cuando vuelva a casa esta noche.

No obstante, la mirada que le dirigió su madre fue suficiente para acceder. Claro que antes intentaría convencer a su hermano de que las trajese él. Aunque conociendo lo poco caritativo que era cuando a ella se refería, podía asegurar de antemano cual sería la respuesta.

-No-Dijo el chico con rotundidad, cuando su hermana entró a la habitación-Sea lo que sea la respuesta es no.

-¿Sabes? Cada día haces que te quiera más y más-Comentó Kim, sarcástica-Mamá dice que cuando vuelvas a casa te traigas dos barras de pan.

Velkan, que hacía flexiones en el suelo, la miró durante unos instantes y sonrió. Sabía tan bien como ella que Katrina se lo había pedido a la chica, pero como él, ella siempre intentaba echarle el muerto al otro. Esa era su relación y, de momento, se entendían bien así.

-No cuela, hermanita-Se burló, tumbándose sobre el suelo para hacer tres series de cincuenta abdominales-Oye, ¿Ya ha venido Lizzy? Estoy deseando ver el gusto de mi hermano con las chicas. Espero que haya seguido mi ejemplo.

-Y yo espero sinceramente que no se parezca en nada a ti-Bufó la joven, sin poder evitar mostrar una ligera sonrisa-Pero mamá me ha dicho que se llama Cindy.

-¿En serio?-Cuestionó Velkan, frunciendo el entrecejo-Juraría que me dijo que se llamaba Lizzy.

Kim se encogió de hombros y salió de la habitación asumiendo que iba a tener que ir ella a por las dichosas barras de pan. Con pesadez y haciendo una mueca de disconformidad, bajó las escaleras en el preciso instante en el que llamaron a la puerta. Suponiendo que debía tratarse de Nel-que había quedado con su hermano para ir a no se sabe dónde-abrió la puerta con resignación y sonrió con cierta incredulidad cuando comprobó que era una niña de la misma edad de su hermano más o menos, morena y con un enorme lazo rojo que le cubría casi toda la cabeza.

-¿Está Jake?-Preguntó, sin ni si quiera molestarse en saludar-Soy Julie, su novia.

-¿Julie?-Repitió, aunque con cierta torpeza que se debía a la incredulidad-Está arriba. La tercera puerta.

La joven Black señaló hacia las escaleras, pegando un salto hacia atrás cuando la niña pasó por su lado con tanta rapidez que casi se la lleva por delante.

-¿Julie?-Murmuró, cerrando la puerta con el pie mientras negaba con la cabeza.

-¿Quién era?-Preguntó Katrina, entrando al recibidor con un par de camisetas planchadas entre los brazos.

-Julie, tu otra nuera-Contestó Kim con sorna, subiendo también las escaleras como acababa de hacer la niña.

La mujer siguió a la chica con la mirada sin poder disimular su desconcierto. No sabía que Velkan tuviese una relación lo suficientemente formal como para traerla a casa. En realidad, conociendo a su hijo dudaba de que todavía supiera lo que era tener una relación formal. Movida por la curiosidad y especialmente por la preocupación innata que toda madre tenía por sus hijos, se dirigió hacia la habitación de Velkan y entró tras llamar un par de veces a la puerta.

-Perdón que os…-Pero la mirada desconcertada de su hijo la interrumpió-¿Estás sólo?

-Claro-Asintió Velkan, con aire evidente-¿Con quien quieres que esté?

-No sé, tu hermana me ha dicho que…-Comenzó, negando con la cabeza al suponer que había malinterpretado las palabras de Kim-No importa. Oye, ¿No habías quedado con Nel?-El chico asintió-Lo digo porque se te va a echar la hora encima y deberías de ducharte antes de irte.

-Descuida, ya voy.

Katrina sonrió y salió de la habitación tras dejar sobre la cama del mayor de sus hijos las camisetas recién planchadas. En el pasillo, miró la hora en su reloj de muñeca y entró en la habitación de Jake tocando a la puerta como había hecho al entrar a la habitación. No obstante, no pudo evitar mostrar una expresión de sorpresa cuando comprobó incrédula que había una niña más en la habitación que la última vez que había mirado.

-Hola-Saludó, dirigiendo una mirada inquisitiva al niño-¿Os apetece algo de merendar?

-¡Si!-Exclamaron los tres niños, entusiasmados-Y después un helado.

-Está bien, si os lo coméis todo después habrá helado-Accedió Katrina, dedicándole una sonrisa a su hijo-Jake, ¿Podrías venir un momento?

El niño asintió y con una asombrosa agilidad que hizo aplaudir a sus dos pequeñas acompañantes, salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí.

-Cariño, ¿No me habías dicho que sólo venía Cindy a casa?-Preguntó, poniéndose de cuclillas frente a él. El niño asintió-¿Y que hace la otra niña aquí? No es que me moleste, pero debías haberme avisado. Todavía no he podido ir a hacer la compra y me faltan un par de cosas.

-Pero si te lo dije-Protestó Jake, cruzándose de brazos- Te dije que venía mi novia a casa.

-Cindy ¿No?

-Y Julie-Añadió, un poco avergonzado-Ella también es mi novia.

Katrina pudo sentir como un rayo caía sobre ella, pero que ni si quiera conseguía hacer menos incómoda la situación. Estática, tragó saliva e intentó pensar muy bien lo que iba a decirle al más pequeño de sus hijos.

"¿Cómo se le explica a un niño de cinco años que la poligamia está prohibida en nuestro país?"

-Y no tendrás ninguna novia más por ahí, ¿Verdad?

El pequeño Black sonrió de forma culpable mientras jugaba con sus pies, un poco nervioso. Definitivamente, Katrina no quería saber el número total de nueras que tenía entre sus dos hijos.

Finalmente y dando por hecho que lo mejor era esperar para hablarlo con Sirius, le dio una par de palmaditas en el brazo y le hizo volver a entrar en la habitación, donde ambas niñas le recibieron con victorees.

-Kim, cuando vayas a comprar, tráete varias barras de pan ¿Quieres?-Suspiró-Creo que vamos a necesitarlas.

El joven Black, que había oído la respuesta que le daba su hermana a su madre desde su habitación, dejó de hacer abdominales y se dirigió hacia el cuarto de baño de donde quince minutos después ya había salido, batiendo su propio record de rapidez en la ducha.

Pese a lo que muchos creían, él no hacía deporte exclusivamente por mantener su físico. Sí, él podía ser bastante superficial en muchos aspectos, pero si hacia tanto deporte era más que nada para mantenerse en forma. Aun no se lo había dicho a sus padres-en realidad muy pocos lo sabían-pero no quería seguir con el negocio familiar y heredar la famosa empresa de su padre. Para Velkan, el trabajo de su vida debía de tener algún riesgo físico y sólo podía conseguir un trabajo de ese tipo si estaba en buena forma. Ese era el motivo por el que jugaba a fútbol en el instituto y por el que en verano se iba a la piscina a hacer varios largos prácticamente todos los días.

Pasándose una mano por su cabello húmedo y haciendo que pequeñas gotas cayeran sobre su rostro, el joven Black bajó las escaleras que daban a la primera planta sólo con una toalla blanca que rodeaba su cintura y que le llegaba hasta las rodillas.

Al igual que le había pasado a Kim media hora antes, el timbre de la casa Black sonó en el preciso instante en el que pisaba el último escalón de la escalera. Sin preocuparse de que estuviese medio desnudo o de que si se le caía la toalla podrían acusarlo de exhibicionista, Velkan abrió la puerta de la casa y frunció el entrecejo al encontrarse a dos niñas rubias y de ojos azules incluso más idénticas que Kim y él.

-¡Oh, éste es su hermano!-Exclamó una de las niñas, ignorando la presencia del joven Black-Que guapo y fuerte es, Emma.

-Si, y pensar que nuestro querido Jake será así de mayor…-Suspiró, con una sonrisa tonta en los labios-Tan alto, tan fuerte… ¡Oh, Lizzy! Quiero tener como mínimo cinco hijos con Jake ¿Tú cuantos vas a tener?

E ignorando los ojos desmesuradamente abiertos de Velkan o su boca ligeramente abierta, las dos niñas entraron a la casa dejándose llevar por las numerosas voces infantiles que provenían del piso de arriba.

El joven Black hizo el ademán de llamarlas, pero de su boca no salió ningún sonido. La breve pero intensa conversación de las gemelas le había dejado sin palabras y con la garganta seca. Estaban hablando de su hermano de cinco años como si fuera un semental, título que él no había conseguido hasta hacía dos años. Claro que ahora que lo pensaba, era posible que su hermano fuera un semental. Porque ¿Cuántas novias tenía ese mocoso?

-Bueno, al menos si hay una que se llama Lizzy-Suspiró, cerrando la puerta sin demasiados miramientos.

No obstante, nada más cerrarse la puerta el timbre volvió a sonar, ésta vez para anunciar la llegada de Nel y, sorprendentemente, también de Harry y Ron.

-Si coges la costumbre de abrir la puerta semidesnudo, ésta va a ser la casa más transitada en cuanto tus admiradoras se enteren-Dijo la joven Potter como saludo, haciendo una mueca de disconformidad-Anda, súbete la toalla que se te va a ver todo.

Velkan miró hacia abajo y comprobó sin ningún pudor que la pelirroja estaba en lo cierto. La toalla había comenzado a deslizarse y se la subió hasta la cintura cuando tan sólo faltaban un par de milímetros para que comenzase a vérsele lo que no se le tenía que ver.

-¿Y vosotros que hacéis aquí?-Preguntó el joven Black, mirando a los otros dos chico-¿Al final tu madre no te ha castigado?

-Ya me gustaría-Contestó Ron, sarcástico-Mi castigo empieza mañana, así que iba a casa de Harry cuando me los he encontrado.

-Y yo como iba a su casa…-Explicó Harry señalando con el pulgar al pelirrojo mientras se encogía de hombros-Así que hemos decidido acompañar a Nel hasta aquí y ahora nos iremos a dar una vuelta. Por cierto…-Añadió, haciéndose aun lado para permitirle ver al joven Black al cuarto invitado en el que no había reparado hasta ahora-…la hemos encontrado a un par de calles de aquí. Se había perdido y estaba buscando tu casa.

Velkan miró a una niña castaña y un poco menos delgada que las gemelas, que parecía algo avergonzada al encontrarse frente a frente con un chico de diecisiete años semidesnudo.

-Dice que se llama Sarah y que es novia de Jake-La presentó Nel, divertida-Deberías ser más considerado con tu cuñada.

-¿Otra más?-Se mofó, pasándose una mano por el cada vez menos húmedo cabello- Si será por cuñadas… Mira guapa, mi hermano está arriba-Indicó, centrando su atención esta vez en la niña-Tercera puerta a la derecha.

La niña musito un casi inaudible"gracias" antes de subir las escaleras con tanta prisa que tropezó en uno de los últimos escalones. Los tres jóvenes miraron a Velkan sin comprender, pero éste tan sólo se limitó a negar con la cabeza antes de hacerse a un lado para permitirles pasar.

-¿Qué pasa?-Preguntó Harry, con cierta curiosidad.

-Ahora lo veréis.

Los tres jóvenes siguieron a Velkan por las escaleras hasta que se detuvieron frente a una puerta de madera en la que había pegadas cuatro letras de colores que formaban el nombre del hijo más pequeño de los Black.

Cuando Velkan abrió la puerta sin llamar-no era tan considerado como su madre-los cuatro jóvenes se encontraron frente a ellos con un espectáculo que no olvidarían en la vida. Lo cierto es que no sabían si reír o llorar a causa de la frustración, pero por si las dudas lo único de lo que fueron capaces fue de abrir la boca ligeramente a causa de la sorpresa.

En medio de la habitación y rodeado de cinco chicas, el pequeño de los Black recibía las atenciones de sus cinco novias. Una le sostenía el zumo que Katrina había traído mientras Jake bebía por la pajita. La otra le daba alternativamente patatas con sabor a jamón de la bolsa que sostenía mientras otras dos le hacían un masaje en los hombros y los pies alternativamente. La recién llegada, la tal Sarah, no había tardado en unirse y en esos instantes sacaba unos cuantos juguetes del baúl para que después de merendar los seis pudiesen jugar.

-Por favor, que alguien me pellizque-Pidió Ron anonadado, oportunidad que Velkan no desaprovechó- ¡Auh! ¡No lo decía en serio!

-¿Todas éstas son… novias de tu hermano?-Preguntó Nel, incrédula.

-Eso parece-Suspiró el joven Black, resignado-Si en el fondo me siento orgulloso. Pero es bastante… impresionante.

-Hola-Saludó Jake, al percatarse por primera vez de la presencia de su hermano y sus amigos-Estamos jugando a mamás y a papás. Yo soy el papá.

-Y cuatro de ellas las amantes por derecho-Comentó Ron, ganándose un codazo por parte de la pelirroja-¿Por qué os da a todos por maltratarme? Empiezo a tener complejo de saco de boxeo.

Nel rodó los ojos con resignación y cerró la puerta de la habitación de Jake para darles más intimidad.

-En serio, tío, tu hermano es mi ídolo-Rió Ron, sorprendido-Esto es lo más parecido a un aren que he visto en mi vida.

-Lo que resulta deprimente-Señaló Harry, un poco frustrado-¿Cómo puede tener un niño de cinco años más éxito que nosotros?

-Sí, ahí tienes razón-Corroboró el joven Weasley, borrando la sonrisa de su rostro- Ahora si que estoy en un pozo sin fondo.

-¿De que hablas?-Inquirió Velkan, burlón- ¿Pero no eras tú el que tenía novia? Me lo ha dicho mi hermana cuando me ha dado mis notas.-Explicó, al percatarse del semblante sorprendido del pelirrojo-Además, Jake ha aprendido del mejor.

El joven Black le guiñó un ojo a sus amigos, quienes se miraron entre ellos con cierto escepticismo. El éxito de Jake debía de deberse a algo más que a los consejos del pervertido de su hermano mayor. Probablemente sería la genética. Demasiada buena genética para su gusto.

-Menos lobos, caperucita-Se mofó Nel, pegándole un pequeño puñetazo en el duro pecho del chico-Y ve a vestirte que no tengo todo el día. ¿Y tu hermana? ¿Está en casa?

-¿A dónde vais?-Preguntó Ron con cierta curiosidad.

-A por las entradas para la exhibición de Moto Cross-Contestó Velkan, antes de entrar a su habitación para cambiarse-Y no, mi hermana no está. Se ha ido a comprar pan.

La joven Potter asintió e ignorando si su hermano y Ron la seguían, bajó a la primera planta y entró a la cocina donde Katrina preparaba tres bocadillos para su hijo y sus dos novias.

-Creo que ahí te faltan tres-Señaló Nel como saludo-Acaban de llegar tres niñas más.

-Por favor, dime que es una broma-Rogó Katrina, soltando un suspiro. La chica sonrió-Todo esto es culpa de Sirius ¡Él y sus genes!

-Es posible-Asintió la joven Potter, encogiéndose de hombros-Pero yo me decantaría por Velkan. Es una mala influencia para todo el mundo. Especialmente para un niño como Jake que lo admira por encima de cualquier cosa.

-Sí, eso son mis hijos-Masculló la mujer, haciendo una mueca de disconformidad.

Nel rió divertida antes de proponer ayudarla a preparar el resto de las meriendas a lo que la señora Black agradeció con una sonrisa.

Harry y Ron entraron unos segundos para saludar a Katrina antes de sentarse en el salón, a la espera de que Velkan bajase. Como siempre, empezaron a hablar de cosas sin sentido, pero no tardaron en aparecer los nombres de Lavander y la joven Granger en la conversación. Algo que Ron ya había previsto.

-No, Hermione no tiene nada que ver-Insistió el pelirrojo, cuyo rostro había comenzado a enrojecer-Si estoy saliendo con Lavander es porque quiero.

-Esta mañana no decías lo mismo-Le recordó.

-He cambiado de opinión-Se limitó a contestar el chico, encogiéndose de hombros-Lavander no está tan mal y la conozco desde que empezamos el instituto. Además, que para una chica a la que le gusto…

"Vamos, que el hecho de que Hermione haya dicho que eres un inmaduro no tiene nada que ver ¿Verdad?"Pensó Harry, resignado.

-Oye, ¿Puedo hacerte una pregunta?

El joven Weasley se encogió de hombros, centrando su atención en uno de los objetos decorativos que la señora Black había puesto sobre la mesa. Harry, que no podía evitar sentirse un poco tenso, intentó buscar las palabras adecuadas antes de proseguir.

-¿Es cierto lo que Kim ha dicho hoy sobre tu hermana?-Ron le miró desconcertado-¿Crees que a Ginny le gusto?

El joven Weasley mantuvo el contacto visual hasta que Harry se vio obligado a ceder apartando la mirada. Al parecer la pregunta le había resultado graciosa al pelirrojo, pero no tardó en mostrar un semblante un tanto más serio pese a que aun permanecía esa media sonrisa en sus labios.

-No lo sé, es probable-Contestó, recostándose en el sofá con las manos tras la cabeza-Al menos hace unos años si que le gustabas.

-¿Entonces lo sabías?-Cuestionó el joven Potter, entre molesto y sorprendido-¿Lo sabías y no me has dicho nada?

-No sé, tampoco era para tanto-Se excusó Ron, a la defensiva-Además, nunca había surgido el tema hasta ahora.

Harry tuvo que reconocer a regañadientes que su amigo tenía razón. Hasta ese día y tras la conversación que habían escuchado, nunca se había planteado eso y ahora se sentía como el más grande de los idiotas. En realidad, si debía ser sincero, no había sido hasta dos años atrás que había comenzado a tener a la joven Weasley en cuenta. Hasta ese momento para él la chica no había sido más que la hermana pequeña de su mejor amigo a la que saludaba cada vez que se la encontraba y con la que solo intercambiaba palabras cordiales en una conversación estrictamente amistosa. La información que acababa de recibir había cambiado las cosas, tanto que se sentía hasta ridículo. Durante todo ese tiempo y esas conversaciones cordiales, él solo la miraba como se mira a una persona con la que no tienes mucho roce, mientras ella le miraba a la espera de algo más, o al menos eso suponía. ¿Cómo debía tratarla de ahora en adelante? Ya había demostrado esa mañana que al estar a su lado no podía evitar sentirse tenso. Medía las palabras y procuraba no hacer nada que pudiese dar a entender otra cosa.

"Definitivamente esto es un asco" Suspiró.

El joven Black entró en el salón vestido, perfumado y con una amplia sonrisa en los labios, sacando a ambos chicos de sus pensamientos. Parecía animado, podían prácticamente asegurar que el pronóstico de recoger la entradas durante tanto tiempo esperadas era la causa de ello.

-¿Y Nel?-Preguntó al comprobar que no se encontraba con ellos.

Harry le hizo un gesto con la cabeza y el chico asintió antes de dirigirse hacia la cocina. No obstante, no fue hasta que perdieron al joven Black de vista que Harry volvió a centrar su atención en el pelirrojo, ésta vez con una expresión de apuro en su rostro.

-¿Y tú podrías enterarte de si a Ginny todavía…?-Insistió, sintiendo como sus mejillas ardían. Ron frunció el entrecejo-Es decir yo no… vamos, que no lo digo por nada pero… En fin, que si la lealtad de hermano no te lo impide…

-Bueno, ya veré que puedo hacer-Accedió Ron encogiéndose de hombros e interrumpiendo el interminable monólogo sin sentido del moreno-Pero no sé porque te importa tanto. Por mucho que le gustes a mi hermana, Ginny no es de esas que se te tiran encima en la primera esquina oscura que pillan. Así que si lo que te preocupa es tu seguridad, tranquilo, permanecerá intacta el tiempo que le dure el capricho.

Harry ladeó la cabeza no muy satisfecho con el huso del término capricho y convencido de que Ron no había entendido nada de lo que había intentado decirle. Claro que ni él mismo conseguía aclararse. No sabía porque le importaba tanto saber que Ginny sentía algo por él. Vale, a esas alturas eran más o menos amigos y le podía resultar incómoda hablar con ella sabiendo lo que sentía, pero no había motivo para darle tantas vueltas y sin embargo él no podía hacer otra cosa.

-¡¿En serio sois mi madre y mi mejor amiga?!-Cuestionó Velkan a plena voz, saliendo de la cocina dando grandes zancadas.

-Vamos, si no es para tanto-Sonrió Nel, saliendo detrás de él-Sólo estábamos resaltando algunas características de tu personalidad que, casualmente, nos resultan desagradable a las dos.

-¡Pero si me estabais poniendo verde!

La joven Potter hizo un gesto evasivo con la mano antes de dirigir la mirada a su hermano y al pelirrojo, quienes les observaban con cierto escepticismo en la mirada.

-¿Ya habéis pensado dónde vais a ir?-Preguntó, apoyándose en el sofá-Si queréis podéis acompañarnos. Después de todo también vamos a por las vuestras ¿No?

-Déjalo-Declinó Harry, haciendo una mueca-Prefiero perderme la escenita en la que Velkan empieza a besar las entradas y a gritar por todo el centro comercial obligando a los guardias de seguridad a intercambiar unas amables palabras con él.

-¡Eh! Sólo pasó una vez-Protestó el joven Black, avergonzado-¡Y fue hace años!

-En realidad no-Le corrigió Nel divertida, ganándose una mirada fulminante por parte del chico-Fue el año pasado.

Velkan les hizo un gesto grosero con el dedo cuando sus acompañantes estallaron en sonoras carcajadas y Nel le pegó una patada en el trasero cuando éste se dirigió hacia la entrada tras despedirse de su madre a pleno pulmón.

-Éste chico es un caso-Suspiró Nel, negando con la cabeza-Me va a volver loca.

oOoOoOo

Pasó su mirada por los desgastados muebles del salón y entró en la cocina siguiendo a su amigo. Un sepulcral silencio reinaba en la casa de los Weasley y a Harry no pudo parecerle menos que extraño. Normalmente esa casa era la más alegre y escandalosa de la zona, aunque ahora que solo vivían en ella los señores Weasley y sus dos hijos menores-pese a que los gemelos iban a dormir a la casa natal de vez en cuando- era comprensible que la casa estuviese más tranquila que de costumbre. Especialmente porque en esos momentos, según le había dicho el pelirrojo, no había nadie más entre esas paredes que ellos dos.

Ron abrió la nevera y sacó un par de bebidas que el joven Potter agradeció después de la larga caminata bajo ese intenso calor. Lo cierto es que en un principio la idea de ir a casa de su mejor amigo no le había motivado demasiado. Todavía seguía pensando en Ginny y, mientras se aclaraba, prefería no tener que cruzarse con ella al menos que fuese necesario. Pero declinar su oferta de ver la repetición del partido del otro día, sentado en un cómodo sofá y con una bebida en la mano, hubiese resultado tan sospechoso que hasta el despistado de su amigo se habría dado cuenta de que algo pasaba. Y él no quería darle tanta importancia a un tema que no era en absoluto importante. No, definitivamente a él no le importa, no le importaba en absoluto. Por él como si debía en encontrarse con Ginny en ese preciso instante. El saber que le gustaba a la chica no tenía porque cambiar nada ¿Verdad?

El ruido de la puerta al abrirse y cerrarse seguidamente le sacaron de sus pensamientos, percatándose por primera vez de que Ron le estaba hablando acerca de Lavander y el encuentro con ésta en el centro comercial. Encuentro que por cierto no le había hecho mucha gracia a la chica al comprobar que su novio prefería salir con su mejor amigo que con ella.

Trago saliva y sonrió cuando la joven Weasley cruzó la puerta de la cocina con una expresión de sorpresa en el rostro. Era evidente que no esperaba encontrarles allí y Harry tuvo que admitir que él tampoco.

Tal y como había hecho su hermano minutos antes, Ginny abrió la nevera y sacó un refresco del que tomó un trago antes de relamerse con deleite los labios.

-Lo necesitaba-Se excusó la chica, dedicándole una sonrisa a Harry-No esperaba encontraros aquí.

-También es mi casa ¿No?-Objetó Ron de mal humor debido a su encuentro con la joven Brown.

-Desgraciadamente-Coincidió Ginny, haciendo una mueca de desagrado-Pero deberías ser más amable con la persona que acaba de encontrar una solución a tus problemas.

-¿Te has cargado a Snape y va a ser otro profesor quien me va a poner el examen de septiembre?

-Mejor aun.

Los dos chicos se miraron con el entrecejo fruncido. Sinceramente dudaban de que hubiese mejor solución que esa, es más, dudaban de que hubiese algo mejor que eso.

-Ya he encontrado a alguien que te dará clases por un módico precio-Prosiguió Ginny, sin borrar esa sonrisa de regocijo de su rostro-Empiezas la semana que viene y creeme que no encontrarás a nadie mejor que ella para darte las clases.

-¿Ella?-Cuestionó Harry, desconcertado-¿Quién?

-¿No lo adivináis?

Los dos amigos negaron con la cabeza y Ginny soltó una risita antes de responder. Realmente iba a disfrutar con eso y necesitaba tomarse su tiempo para grabar en su mente hasta el mínimo detalle.

-Hermione Granger-Sonrió, haciendo un gesto elocuente con la mano-¿Quién sino?

Continuará…

Hola!Feliz año nuevo muy muy muy atrasado! XD Pero espero igualmente que os vaya genial este 2009 y consigáis todos vuestros propósitos.

Pues aquí so traigo un nuevo capítulo! Por lo tanto sí, es lo que sospechías, ¡Voy a continuar la historia! Al menos mientras queráis que lo haga y cuente con vuestro apoyo! Creedme que tengo muchos planes locos para este fic, por lo que espero que no os arrepintáis por haberme animado a continuar ^^ De verdad que me alegro que os esté gustando el fic y espero que este capítulo también os haya gustado. Como dije los merodeadores aun no salen mucho, pero es cuestión de uno o dos capítulos más.

Voy algo justa de tiempo así que tan sólo añadiré que he puesto un "poll" en mi profile y que me encantaría que participáseis. Es para determinar que fic voy a subir tras colcluir con "Caramelos de Limón", y puede ser tanto de Crepúsculo, de Naruto o Card Captor Sakura. Me encantaría saber vuestra opinión ^^

Así que no sin antes daros las gracias por vuestro apoyo, me despido hasta el próximo capítulo que viene cargado de sorpresas jeje. Chao!

RECORDATORIO: Contestación a los reviews en mi profile ^^