Una vez más (Prologo)

SayaxSolomon. Romance. Hurt/Comfort.

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Nota de la autora: Esta es una historia del tipo "what if". Y debo confesar que adoro la pareja SayaXHagi, son mis favoritos de Blood+. Y no me vayan a malinterpretar, no me gustaría que Saya prefiera a Solomon, porque yo simplemente ADORO a Hagi (y quien no, verdad chicas? XD!!). Pero me preguntaba qué habría pasado si Hagi realmente hubiera muerto en el episodio 50, y si Solomon hubiera sobrevivido?

Recuerdan el episodio 47, cuando Solomon encuentra a su hermano Amshel en el callejón, pero no puede matarlo porque ya se estaba cristalizando? Qué habría pasado si Amshel lo hubiera ayudado en secreto, como hicieron antes con James?

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Nota: La serie Blood+ no me pertenece.

(XD! Si esta serie fuera mía ya habría drenado a Hagi y a Solomon, lo prometo!)

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Treinta años habían pasado ya…

A decir verdad, estaba muy confundido.

Su corazón de Chevalier saltaba de alegría. ¡No podía creer iba a verla de nuevo!

A su Reina Carmesí, a su Adorada…

Comenzó a subir los escalones de la tumba familiar con paso ligero, pero andaba pensativo.

Tendrían tantas cosas para hablar, para discutir y llegar a acuerdos.

Pero por encima de todo, estaban esos sentimientos. Los sentimientos que él le había confesado antes de que empezara su hibernación de treinta años…

"Saya… te amo tanto…" -suspiró. La brisa de septiembre se llevó sus palabras rápidamente.

¿Y ella diría lo que él quería escuchar? ¿Diría que ella lo amaba también? Oh, se aferraría a esta idea, alimentaría esta fantasía.

Y cuando al fin hicieran el amor, sería algo fuera de este mundo. Y su vida juntos sería maravillosa, dos amantes inmortales cruzando el mundo, liberados de la amenaza de Diva.

También vendrían… sus bebés…

Sacudió la cabeza, recurriendo a toda su sensatez y calma.

¿Sería que estaba tan nervioso como un adolescente en su primera cita? No podía creer que él, un inmortal de más de 150 anos, se comportara de forma tan inapropiada.

Sin embargo, ya no tenía paciencia para seguir andando, así que usando sus poderes de quiróptero terminó la distancia hacia la entrada de la tumba familiar en un rápido vuelo.

Dudó antes de empujar la pesada puerta. ¿Cuántas veces había hecho lo mismo en los últimos treinta años? No habría podido calcularlo. Recordaba haber pasado numerosas noches sólo contemplando el suave y cálido capullo, atento a la más leve alteración de su forma, de los latidos del corazón de la Reina, de su respiración. Todo el tiempo a la espera de la más mínima señal, de una simple conexión, y a la vez disfrutando de la simple contemplación de su dormida Reina Carmesí. Ya que su profundo sueño le permitía a él pasar tiempo con ella, lejos de la intrusión de los demás. Y esa era su razón de ser. Permanecer a su lado por toda la Eternidad.

Así que entró, y justo en ese momento se quedó sin aire, ya que se encontraba ante un cuadro que inspiraba admiración, por decir lo mínimo.

Su adorada Reina yacía en el frio suelo de piedra, su cuerpo exquisito cubierto por largas trenzas que la tapaban como un velo oscuro.

Y él, que había vivido más de un siglo, que había saboreado las mieles del poder y el éxito, él que era admirado por mortales e inmortales, no pudo evitar caer de rodillas, no pudo retener una lágrima que rodó por su mejilla.

Cuando por fin ganó control sobre sí mismo de nuevo, se aproximó a ella. Se quitó la chaqueta y la corbata y desabotonó su camisa. Luego la tomó entre sus brazos y la acomodó en su regazo.

Ella lo miró y él se sumergió en sus pupilas marrones, ahora ya despiertas. ¿Por qué sería que las Reinas de los quirópteros al despertar olían tan dulce como la piel de los bebés humanos?

"Saya…"- susurró, aunque supo que ella no entendería sus palabras-. "No puedo evitar hacer esto, perdóname".

Él mordió su propia lengua con los colmillos, haciendo que la sangre fluyera a su boca.

Los ojos de la Reina se agrandaron y se volvieron de un rojo brillante. Él se aproximó a ella, pero no era necesario ya que ella se dio prisa en presionar sus labios contra la de él, y su lengua se sumergió dentro de su boca incitada por la necesidad de la sangre.

El beso fue breve, porque ella lo rompió para buscar apresuradamente la piel del cuello del Caballero, llevada por sus instintos que acaban de despertar completamente.

El Caballero gimió y se inmovilizó. Nunca, ni siquiera en sus más atrevidos sueños se había preparado para lo que estaba a punto de pasar. Una lengua muy cálida empezó a lamer su cuello, explorándolo, buscando instintivamente el lugar donde sus venas rebosaban sangre. El Caballero se alegró de haberse alimentado bien antes de ir a verla. Su sueño más preciado era ofrecerle a su Reina todo lo que pudiera darle, satisfacer sus necesidades vitales, al menos por una vez en la Eternidad.

Sintió un dolor agudo, entremezclado con un abrumador placer.

Los agudos colmillos de ella perforaron sus venas.

Su cuerpo palpitante se estrechó aún más contra el suyo.

Todo esto se confabulaba para volverlo loco.

Qué muerte tan dulce tendría, si justo en ese momento dejaba de existir. Sin embargo, sabía que sobreviviría. Viviría para experimentar esos momentos una y otra vez. Y este sólo pensamiento lo hacía tan feliz.

Después de unos momentos, o una eternidad, la Reina lo soltó. El Chevalier se obligó a abrir los ojos. Saya lo miraba fijamente, sus pupilas marrones lo interrogaban. El Caballero sabía por quién ella preguntaba, a quién echaba de menos en ese momento. Sentía que debía responderle, sólo que no sabía cómo darle la noticia.

-Saya, lo siento mucho…

El Caballero la abrazó fuertemente y murmuró contra su mejilla:

-Hagi está muerto.

Los ojos de la Reina se llenaron de lágrimas y un sentido grito escapó de sus labios:

-!Nooo..!

Solomon la sostuvo contra su pecho firmemente, el dolor de ella hería profundamente su propio corazón. Sin embargo, debía ser fuerte, por los dos.

Finalmente sus sollozos cesaron. El Caballero siguió abrazándola, acariciando suavemente su espalda, tratando de calmarla.

Solomon se dio cuenta que debía moverla de allí. La llevaría a su casa. Cuidadosamente la cubrió con su chaqueta y la tomó en brazos como una novia atravesando con ella el umbral de la tumba familiar. De los ojos cerrados de Saya aún fluían lágrimas silenciosas.

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Nota: Bueno, es mi prólogo, al menos quería compartir esta parte con ustedes. Qué piensan, la sigo? nn