La joya del convento
Capitulo 1- Huida
Declaimer: CCS y todos sus personajes son de CLAMP, esta historia solo los toma prestados, hasta su terminación. )
Resonaban sus pasos por toda la callejuela, la delgada silueta se dibujaba en las paredes al pasar por las lámparas, corría como si algo la estuviera persiguiendo no se detenía ante nada, hasta que dio un traspié y calló al suelo.
Se quedo allí tirada llorando por su torpeza, las lagrimas ya no la dejaban ver su camino, pero tenía que llegar a su destino o tendría que regresar…. Tocando las paredes recorrió las calles desiertas, ya era la madrugada se debe aclarar, por eso nadie en su sano juicio permanecía en la vía pública.
Estaba cerca, recordaba la última vez que había ido a ese lugar, había sido hace mas de un año pero el camino se le gravo como las vocales a un niño pequeño, caminó un poco, la oscuridad cada vez se hacía más profunda y la espesa neblina comenzaba a hacer su aparición.
En su camino solo podía imaginar lo bueno que sería ser libre, poder hacer lo que quisiera, caminar como cualquier persona, conocer el mundo… podría hacer tantas cosas!, pero en el fondo sabía que no sería tan fácil, pero ella lo deseaba con todo su corazón, cerró el puño y una mirada soñadora se poso en sus hermosos ojos, así que lucharía hasta el fin por eso…
Una enorme casa se divisaba a la distancia, la mirada soñadora se desvaneció de sus ojos y en su lugar apareció una tristeza enorme, toda la esperanza de hace un momento se desvanecía lentamente, se acerco un poco mas a la enorme puerta y pensó en tocar, su mano se detuvo a unos centímetros del timbre y regreso a posarse en su pecho, sería solo una visita, ella los quería ver… bueno tal vez a su hermano porque a sus padres…a sus padres los detestaba, pero ella realmente quería verlo, sentir sus brazos rodearla y poder escuchar la canción que el le cantaba cada vez que la visitaba.
Pero si entraba a ese lugar estaba segura de que su libertad se esfumaría como el agua que se evapora… dio unos pasos hacía atrás y se alejó lentamente de la casa mientras susurraba en un tono de voz casi inaudible- Touya, lo siento… prometo que algún día vendré para que me cantes de nuevo- la neblina cubrió sus pasos y la joven desapareció entre la penumbra.
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La habitación estaba oscura, solo una pequeña lámpara alumbraba el lugar, una cabellera negra era lo único que se distinguía un poco entre toda esa penumbra, la mujer se levanto del sillón y se dirigió a su cuarto, se sentó al borde de la ventana y de una pequeña bolsa saco lo que parecía un bordado, las puntadas eran simplemente perfectas, los colores resaltaban como si el paisaje estuviera cobrando vida, se notaba que era una experta en esto.
La suave brisa hacía que su cabello se alborotara y jugueteara al compás del aire, ella solo seguía bordando, estaba tan concentrada que ni siquiera notó que enormes gotas de agua comenzaban a caer del cielo, hasta que una calló justo sobre su cabeza, la aguja tomo una dirección diferente y termino pinchando su dedo… una gota de sangre mancho su blanca piel, miró su dedo y con una sonrisa lo metió en su boca
-Que tonta he sido, pero que raro que llueva tan temprano
Cerró la ventana y encendió la luz, estaba por guardar sus cosas para bordar cuando de pronto vio aquel viejo álbum de fotos arrumbado en una esquina, hacía años que ni siquiera lo volteaba a ver… era una tarde deprimente así que lo tomo entre sus manos y lo llevo a la sala, tal vez recordar un poco no le haría mal, después de todo era su familia y aunque hacía ya bastante que se había independizado tenía que reconocer que los extrañaba bastante.
Ojeo rápidamente las primeras paginas, la mayoría eran sus momentos más vergonzosos, se los había quitado a su madre después de que se los enseñara a casi la mitad de sus pretendientes, aunque eso no la salvo de que casi todos en el pueblo la miraran con curiosidad… Pasó de largo esa sección y se adentro en los hermosos momentos que compartió con su padre, su madre y …su hermano…
-Kotaro- una lagrima resbaló por su mejilla.
Cerró el álbum y lo aventó lo mas lejos posible, luego seco su rostro con un pañuelo, ¿Por qué le seguía doliendo tanto?, había prometido nunca llorar de nuevo por eso, ella debía cumplir su promesa, pero era tan difícil…
Se dirigió a la cocina y regreso con una gran tasa de chocolate, encendió el televisor, estaban pasando las noticias… siempre era lo mismo muertos, extraviados, inundaciones… nunca decían algo que a uno le alegrara el día, un estrepitoso rayo se escucho, con este clima era imposible salir a algún lado, se enrosco en el cobertor que estaba en el sillón y cambió el canal, pasaba uno tras otro pero nada bueno aparecía, al final termino apagando la tele.
Se levanto de su asiento, vio el álbum allí tirado y pensó que el no tenía la culpa de su contenido y ahora que estaba allí tirado abierto con todas las hojas arrugadas le parecía muy cruel haberlo aventado, lo levanto lentamente afortunadamente no había sufrido daños graves, de pronto su vista se fijo en la pata del mueble de la televisión, allí debajo de ella una pequeña foto estaba tirada.
Se agacho para recogerla, la volteo y una pequeña sonrisa se dibujo en su rostro, hace años que no veía esa foto… y con razón si la reunión de esas dos familias solo se había dado una vez, los Kinomoto tan diferentes a los Daidouyi, aunque compartían la sangre su posición social era muy diferente, los primeros eran una familia bien acomodada, con propiedades muy buenas, mientras que los segundos se habían conformado con solo pertenecer a una sociedad, reconocía perfectamente a su abuela Rumiko, a su abuelo Junzo, a su madre Sonomi, a su padre Hiro, a su hermano, a su tía Nadeshiko, a su tío Fujitaka, a su primo Touya y por supuesto a su prima Sakura, la niña de los ojos de esmeralda, como no recordarla, de pequeñas aunque solo se habían visto una vez se habían llevado muy bien, ahora no sabía que era de ella, pero estaba segura que donde quiera que estuviera estaría muy feliz, tanto o más que ella.
Unos golpes en la puerta se escucharon, dejo la foto y el álbum en la mesa y se dirigió a abrir, pregunto quien era pero no hubo respuesta alguna ¿y si era un asesino?, tomo una piedra del jardín y abrió sigilosamente, esperaba ver cualquier cosa, hasta un vagabundo pero lo que le esperaba al otro lado de la puerta realmente la impacto… la piedra calló al suelo.
¿Una monja? ¿Qué hacía una monja en su casa?, bueno no es que fuera atea, de hecho ella iba a misa todos los domingos, pero que le mandaran una monja eso era otra cosa. El hábito como a cualquier monja le tapaba todo el cuerpo excepto los ojos, ella había visto en algún otro lado esos ojos, eran como dos brillantes esmeraldas, pero ¿Dónde los había visto?... entonces la foto vino a su mente y una sola palabra salió de su boca
-¿Sakura?
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Las dos se miraban con curiosidad, dudaban aun de ser ellas, había pasado tanto tiempo, un silencio un tanto incomodo se comenzó a formar entre ellas, la ojiverde aun no podía hablar de la impresión, y es que ¡la había reconocido! Nunca se lo hubiera esperado aunque en el fondo de su corazón era lo que deseaba, pero ¡había pasado!, tomo una gran bocanada de aire y se dispuso a hablar.
-Si… soy yo
La otra abrió los ojos como platos, realmente no esperaba ver a su prima nunca mas, pensaba que sería como solo un recuerdo, es mas, si no hubiera visto la foto esa misma mañana lo mas seguro era que no la reconociera.
-¿Pu… puedo pasar?
La mujer tiritaba de frió, y no era para menos, su ropa estaba empapada por la fuerte tormenta, en cuanto entro su prima la coloco junto al fuego y le presto una toalla para secarse un poco, aunque esto no serviría de mucho, porque tenía mojado hasta en…
-Sakura, ¿Por qué no te cambias de ropa?
-Es que no traigo otra ropa
-Te prestare una, déjame ir a buscarla
Salió de la sala y se metió en la última puerta del corredor, dejando a la joven sola en la habitación, ella acerco un poco sus manos al fuego para poder calentarse un poco pero no surtía mucho efecto, sentía como el frió le calaba los huesos, un pequeño escalofrió le recorría la espalda y unos pequeños estornudos resonaron por toda la habitación…
-Vaya veo que te haz resfriado
-Si, eso creo
Observo con detenimiento lo que su prima acababa de dejar en el sillón, era una blusa con cuello de tortuga de un color rosa pálido y unos pantalones al parecer de pana color café, tenía un pequeño conejito en la pompi lo cual le pareció muy lindo, tomo estas dos prendas en sus manos.
-Puedes cambiarte en el cuarto de huéspedes, es la segunda puerta del pasillo
-Si
¿Una monja?¿que hacía su prima con hábito de monja? Y aun mas importante ¿Qué hacía en su casa?, la muchacha se sentó algo cansada en el sofá, puso una mano en su cabeza y la tallo tratando de hallar alguna respuesta pero… no la había, de hecho aun le parecía sorprendente el que ella estuviera aquí y más así tan de improviso. La puerta se abrió y de ahí salió una persona totalmente diferente a la que había llegado hacía apenas unos minutos, ahora una cabellera café se extendía desde su cráneo hasta un poco arriba de sus hombros, su cuerpo esbelto se ajustaba perfectamente a la ropa, era como descubrir que una joya en luto brilla, se veía realmente linda y no lo decía por ser su prima pero es que sin ese atuendo, realmente se veía bastante diferente, hasta se podría decir que era aun más bonita.
Acababa de salir del cuarto y no podía creer que la ropa común fuera tan cómoda, hacía ya mas de 9 años que no usaba otra cosa que no fuera su hábito.
-Sakura, ¿te puedo preguntar algo?
-Ya se lo que me quieres preguntar y pues te responderé todo
-Bueno, entonces dime ¿Qué haces aquí?
-Pues es que… me escape
-¡Escaparte! ¿de donde?
-Del convento, es que ya no quería estar más allí, realmente lo aborrezco, odio tener que rezar todos los días, visitar a los ancianos y usar esa ropa tan ancha, yo quiero… quiero ser libre
-¿libre?, pero todos somos libres, libres de vivir como queramos, libres vivir nuestra vida
-¡Pues yo no!, creo que siempre he sido no mas que una muñeca, por eso….
Una fría y salada lagrima ya resbalaba por las cuenca de su ojo derecho, se hinco y junto sus manos, como cuando uno reza, luego tomo la mano de su prima entre las suyas.
-Tomoyo, por favor, tienes que ayudarme
-Pe…pero no te están buscando, además ¿no fuiste tu la que decidió que quería dedicar su vida a Dios? creo que fue una decisión muy respetable
-Puede que ya hasta se hayan olvidado de mi, y sobre lo de mi decisión pues creo que fue un error pero no me dejaran salirme así de fácil. Por favor déjame quedarme aquí algunos días, te prometo que luego me iré y no sabrás de mi.
-Mis..mis tíos saben de esto
-Pues no… pero
-Entonces no
Sakura se levanto inmediatamente del suelo y retrocedió unos cuantos pasos, parecía no poder creer que toda su esperanza se viniera al suelo, tal vez el escapar de ese lugar había sido un error, pero ¿acaso buscar la felicidad era un error?
Por otra parte Tomoyo afrontaba una crisis interna, no sabía que hacer estaba entre ayudar a su prima y tal vez ser su cómplice o hacer lo correcto y llamar a sus tíos, pero esa mirada de sufrimiento que había visto hacía unos minutos no la podía ignorar y mucho menos olvidar, ¿Qué debía hacer?
-Mmm… de acuerdo, pero debes prometer que no harás cosas que llamen mucho la atención
-¡Tomoyo!
Corrió rumbo a ella y le dio un abrazo que casi la deja sin aire, pero la calidez que sintió en ese momento era algo invaluable, era como si volviera a esos días en que su madre le daba un abrazo y un besito cuando se hería, solo que ahora la abrasadora era una chica de 16 años y con algo que estaba segura ocultaba, pero por ahora estaba feliz y tal vez el tener cerca a su prima hasta le resultaría placentero, el destino nos tiene muchas cosas inesperadas, fue lo último que pensó antes de rodear a su prima en sus brazos y corresponder el abrazo.
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Hi! Hi! Y sean bienvenidos a esta historia, es la primera que escribo como muchos ya habrán notado, pero por favor apiádense de una escritora novata y dejen algún comentario, realmente me alegraría mucho saber si el principio les agrado o no, bueno siendo el primer capi no tengo mucho que decir así que ¡hasta la próxima!