Se entregaba a la ociosidad de presenciar un evento cuyo desenlace sería evidente, y pese a que el calor hacía rato que lo atosigaba, se resistía a levantarse como si fuese dominado por una fuerza superior que lo mantenía aferrado a la butaca.

Masticar el mal humor es como guardarse las penas; efectivamente, es mejor permitir a la agresión chocar contra otros e incluso ser contagiada para culminar en un sano desahogo de una retahíla de insultos, sacar en cara los fallos del otro e incluso se podrían desenterrar antiguos sin sabores ...Sí, todo muy sano y por sobretodo 'liberador' , pulir las asperezas es cuestión de tiempo, ganas y energía, la misma que únicamente el mal humor es capaz de conferir.

Más no tener a nadie en quién embestir las rabias internas sólo desequilibra más las emociones, así como ocurre con las penas que mueren ahogadas y encarceladas en los propios corazones sin ser compartidas.

El sol en lo alto desparrama sus rayos ultravioletas...El cielo celeste, sin una sola nube es claramente una desventaja para cualquiera, incluso para aquellos que gustan de las predicciones y que vinculan el clima con las noticias a recibir en el día, porque es innegable alegar que los días calurosos aturden, agotan a un nivel intolerable las energías y agrían el humor, como ocurría en el presente caso.

-Interesante partido ¿no, Ranma?- le comenta Daisuke tomando lugar a su lado.

-Sí, cero a cero… Muy interesante - le contesta usando el mismo sarcasmo con que su compañero expuso lo anterior.

EL juego de tenis que se desarrollaba delante de ambos era comandado por dos sujetos igual de expertos en el rubro. Llevaban aproximadamente cuarenta y cinco minutos sin descanso lanzando la pelota verde vivo de un extremo al otro.

Los quejidos característicos de los tenistas cortaban de tanto en tanto lo que a simple vista se catalogaría como un partido tenso.

Imposible de atraer la atención durante mucho rato el dichoso partido, Daisuke comentó:

-Oye y ¿Qué harás después de clase? -lo miró de reojo abanicándose con la mano derecha, y añadió: - Si quieres puedes venir conmigo a ver el partido de fútbol en mi casa.

Guarda silencio el receptor unos segundos, en un intento por recordar qué equipos jugarían, por demás se sentía más lento. Las palabras, aunque en su cabeza, no contaban con las ganas de fluir, mientras que su compañero, lejos de adivinar el estado de letanía en que se encontraba, se aventuró por otros terrenos.

-¡Está bien! Si no quieres ir me da igual - exclamó cual taimado chiquillo ofendido, por supuesto con cierto son de broma en el tono que su compañero supo apreciar.

Una carcajada disipó un poco las secretas asperezas del chico contra los días soleados y el otro le acompañó pero en menor proporción, más bien la de él fue una risa grave y breve casi desanimada, que acabó por ser una sonrisa ladeada poco sincera.

-Enserio... - comenzó diciéndole -No hay drama si no quieres.

La sensibilidad de su amigo es claramente risible, quizás porque dicho desequilibrio emocional suele relacionarse con el grupo femenil.

En otra circunstancia seguro se habría dado el gusto, despilfarrando entusiasmo desvalorado en una broma mal acogida por el oyente, pero era evidente que los ánimos no eran los mejores.

-¿Quiénes juegan?- se animó a preguntar.

-España y México.

-¿Y para qué quiero ver yo un partido en el que no juega Japón?

-Por diversión. ¿Apostamos?

Se sonrieron y un azar de comunicación silenciosa se dio. Años de camaradería construyen una conexión casi sublime y posiblemente inquebrantable, o al menos es lo que se espera.

Un tope de efectivo fue acordado, así como la inclinación de cada uno por un país respectivo y uno que otro comentario para encender una rivalidad con hora de comienzo y fijada hora de término.

En eso estaban, cuando una voz femenina ya conocida por los dos, se interpuso poniendo punto final a la efervescente discusión.

-Ukyo - pronunció Saotome al enfocarla llevando puesto el uniforme deportivo del instituto.

El saludo que provino de su lado, fue tímido y no pareció llegar a su receptora porque ella se encargó de sostener únicamente de sostener el mirar claro que ofrecía extrañeza.

Los sentimientos por su amigo hacia Kuonji eran un secreto a voces, y él por supuesto que sabía respetar los perímetros... aunque ciertas circunstancias de peso no le favorecieran en lo absoluto.

-Bueno, yo los dejo. Voy a ver a los demás chicos que deben estar jugando fútbol en la otra cancha- anunció el oji-azul levantándose de la butaca, ignorando el gesto que se trazara sin escrúpulos en el rostro de la recién llegada.

-Ranma, no tienes por qué irte- se animó a dar Daisuke, entregando a punta de esfuerzo un gesto amable, porque cierto es que la chica nada hizo por esconder su desagrado y esto le hiere profundamente.

-Daisuke por qué no vas tú a la otra cancha -sugirió disfrazando lo que sería una frase incisiva en una amabilidad forzada - Ranma tú quédate aquí 'tengo cosas que hablar contigo'.

El sujeto de cabello castaño soportó cómo la bilis se le subió a la garganta; el sabor amargo a celos en su estado más puro le impulsó a decir:

-Sí, Ranma quédate. Es obvio que aquí no soy bienvenido.

Sin esperar una respuesta ni prestarse para humillaciones, el chico dejó libre el puesto que ocupaba y se retiró apurado, ignorando los llamados de su compañero y el apoyo de la chica que aplaudía su acción en un silencio casi generoso.

Ser amigo de quién ocupa el título de ser su rival más poderoso en el amor, no es para nada sencillo. Se debe luchar vehementemente contra los deseos de mandarlo todo al carajo, de distenderse de los gratos momentos y acentuar las discusiones pasadas, de reclamarle lo que no tiene sentido porque su amigo no tiene culpa alguna de que ella no le quiera. Ocupando toda la fuerza interna que posee y haciendo a un lado lo que catalogaría como una sensibilidad estorbosa, se defiende a como puede marchándose de donde sabe que sobra. Bastarían unos minutos para entrar en razón y librarse del resentimiento; sí, un buen partido de fútbol le sería útil.

-No entiendo por qué no te agrada Daisuke- comienza diciéndole verdaderamente afectado, y añadió sin aguantar el reproche traslucido - Sabes que le gustas.

Una expresión exasperada le dedicó. Ya veía venir una frase parecida.

-Ven siéntate - le dijo palpando el sitio a su lado. Una vez el chico le hizo caso, continuó: -Todavía no le perdono lo que me hizo, ¿Recuerdas lo humillante que fue?

Y por supuesto que lo recordaba. Los planes tuvieron el efecto contrario a lo que pretendían, y esto le costó caro al que sería su organizador.

-Se me confesó delante de todos - le recordó por si acaso le fallara la memoria - ¡Las chicas me molestaron durante meses!

-Y aún le gustas, ¿por qué no le das una oportunidad? - le planteó. Enseguida ella arrugó la nariz y arqueó las cejas, pero él se apuró en agregar - Y de paso acabas con nuestro compromiso.

-¡Yo te quiero a ti!

¡¿Cómo es que no lo entendía?! ...Tanto tiempo profesando sus sentimientos de mil formas, y él ni se inmutada siquiera. De hecho a veces pareciera detestarla por quererlo; Culpa de aquel idiota que se marchara hace poco, ha de ser.

Curioso es cómo se tiende a aferrarse a la ilusión y a la esperanza. Kuonji desvía las recriminaciones para que no impacten contra ella, sino contra aquel quién figuraría de enamorado desdichado.

-Sabes que te quiero y te aprecio mucho, pero como una hermana… No como una esposa ni nada parecido.

-Ya llegarás a quererme como una pareja, Ranma. Es cuestión de tiempo, yo tengo fe en ello y esperaré lo que sea necesario - le sonrió, muy convencida de sus palabras, resaltando hasta la última cuota de optimismo existente en ella -Yo te amo, me gustas mucho y lo sabes. Además, el compromiso se hizo por orden de nuestros padres, no debemos desobedecerles.

En este asunto cabía un secreto desconocido para el oyente.

Sus insistencias para que la unión entre ambas familias se diera partieron por ella, y luego éstas fueron derivadas a la familia Saotome en una noche en que el alcohol jugaba el papel estelar entre los patriarcas.

Dieron su palabra de honor entre vasos y vasos de Sake, un par de firmas en un papel en que se afirmaba la futura unión matrimonial escrito con letra temblorosa y poco legible, dio paso a una discusión al día siguiente.

Sin embargo, y por más que la señora Saotome se mostrara en desacuerdo, el papel estaba ahí confirmando la palabra empeñada. Y no hay nada con mayor peso que el honor en una familia tan adherida a la tradición y antiguas costumbres, firmemente vinculadas al orgullo.

-Ukyo, hemos hablado de esto muchas veces- habló en un tono que denotaba el repentino cansancio que le vino de pronto- ¿Qué caso tiene casarnos si no hay amor?! ...¡Sólo te haré infeliz!

-Eso es lo que dices tú, pero uno nunca sabe. Estoy segura que con el tiempo llegarás a amarme, Ranma.

Y sí que la chica era dura de entender. Llevaba años deseando que ella asumiera los verdaderos colores que desprendía la realidad respecto a ambos, pero tal parece que insiste en cubrirse los ojos.

Nada le haría cambiar de parecer, de eso está seguro, porque si así fuera ya estaría enamorado y no es el caso.

Llevaba tiempo conociéndola, hurgando en cada faceta que conforma su personalidad, le conoce sus gustos y aficiones, así como su pasado, uno que fue compartido en gran parte con él,

Toda la camaradería existente, todo lo vivido y las distintas emociones y momentos compartidos, se encauzan por distintos caminos, desembocando cada uno en conceptos distintos: Ella por su parte, jura amarle como a su futuro marido; Él atesora para ella lo que sería un cariño más bien fraternal, y esta realidad difícilmente variaría.

Kuonji es la hermana que no tuvo y así sería siempre, casarse con ella hasta le suena ridículo. ¿Entonces por qué ella insiste en mirarle de aquella forma? El brillo acentuado en sus irises azulinas le intimida, como pocas cosas lo han conseguido.

El dominio en el asunto lo perdió hace mucho; es avasallador eso con lo que se enfrenta, temible sin lugar a dudas porque no hay nada peor que una mujer manipuladora y enamorada.

¡Y sabe el hombre, pudiendo dar constancias de experiencias pasadas, que su amiga es peligrosamente manipuladora! Casi diría que lo de ella es un don porque su habilidad para volcar situaciones a su favor resulta hasta espeluznante.

Sin embargo, cualquier intento que hiciera ella por alcanzar su corazón sería inútil, y francamente al muchacho no le quedaban sino palabras hirientes para hacerle entender, porque los buenos términos se le han ido agotando y se concibe desarmado.

Entonces recordó el modo en que se contrajeron las facciones de su amigo en un instante efímero. Dicho cambio quedó registrado en su memoria por el pesar tan explícito que se expresó de modo espontáneo.

-No sabes cuánto está afectando el compromiso a la amistad que tengo con Daisuke - le dijo con palabras ahogadas por las palmas de sus manos sobre su rostro.

-¡Ay, ya no me hables de él, Ranma!- reclamó la chica mirando al frente. Iba a preguntarle qué hacían presenciando un partido tan absurdo, cuando él vuelve a hablar:

-Ukyo… Eres mi mejor amiga, no me pidas que te quiera de otra manera.

Volteó a mirarle y lo halló con una profunda mirada puesta en ella, reflejando toda la sinceridad con que expuso lo anterior... y aunque esto provocó una grieta en su ánimo, no ensució sus convicciones respecto al futuro juntos, el mismo al que cree tan sólido e ineludible.

Contrariarle se ha convertido en sinónimo de fortaleza, dando a entender que pese a sus negativas y rechazos constantes, ella no cedería.

Cree fervientemente en que el destino está escrito y éste los quiere juntos, por ello no decae y por el contrario insiste.

Esbozó una sonrisa y le dijo:

-Tranquilo, Ranma. Ya te dije que te esperaré lo que sea necesario - y antes de que el otro diera una respuesta, se apuró en agregar: -¿Y como van las notas? ¿Mejorando?

El cambio de conversación fue drástico. El hombre, aturdido, parpadeó un par de veces y dio por respuesta:

-Pues sí y todo gracias a ti. Si no me hubieras perseguido para que estudiara y luego me hubieras ayudado a hacerlo, de seguro hubiera reprobado en la última prueba de historia... Gracias - acabó la oración con una sonrisa sincera, y es que le es imposible no valorar cuan bien le hace su amistad con Kuonji.

Ella se esforzó por enseñarle, lo tuvo sentado frente a su escritorio para que estudiara aún a regañadientes, le servía tazas de café de tanto en tanto e insistía en interrogarle los datos relevantes para probar cuánto había retenido su memoria, y esto señala que en efecto se preocupa por él. Y esto lo aprecia y lo agradece profundamente porque está convencido de que pocas personas se preocupan tanto por él como ella lo hace, con tal dedicación que encendería la emoción de cualquiera que fuera receptor de tales sutilezas.

-De nada, sabes que me encanta ayudarte- fue la respuesta que junto a una sonrisa tímida consiguió conmoverlo hasta cierto grado.

-¡Hey, Ranma!- exclamó un compañero suyo desde la otra cancha -¡¿Quieres venir?! ¡Nos falta un jugador!

-¡Claro que voy!- contestó sin pensarlo dos veces.

Se despidió de su amiga, disculpándose porque la dejara sola, y sin más se marchó firmemente divisado por su compañera femenina quién muy sonriente califica la plática reciente como provechosa.


Los muchachos se encontraban en las regaderas.

Unos se vestían ya y otros disfrutaban de cuan deliciosa resulta el agua fría tras un partido de fútbol en el que sería posiblemente uno de los días más calurosos del año.

Partículas de vapor vagando en el ambiente y estrelladas contra el espejo, empañando de vaho los reflejos obligando a los que se topan con un reflejo borroso a barrerlo con la palma

Comentarios van y vienen; risotadas y demás conforman el ambiente ameno de la estancia medianamente íntima.

-¡Fue un excelente juego!- fue uno de los comentarios que se dejó escuchar de parte de un muchacho que emergía desde el vapor del cubículo individual con una toalla blanca cubriéndole desde la cintura.

-¡Sí, siempre que jugamos con Ranma ganamos!- fue la animada respuesta proveniente desde el vestíbulo situado justo al lado, separado por una amplia entrada que se mantenía abierta.

-Es cierto, Ranma puedes jugar con nosotros más a menudo- sonrió Daisuke -Así patearíamos al otro equipo en todos los partidos.

-¡Sí! ¡Buena idea! ¿Qué dices, Saotome?- se oyó desde una de las duchas, imposible saber cuál.

-¡Je! ¡Claro que sí! En la próxima clase de educación física, les daremos una paliza- respondió el aludido ocupando una segunda toalla de material absorbente para su cabello medianamente largo, o al menos, más que el de sus compañeros.

La frase lanzada trajo aplausos y entusiasmo por parte del que sería su equipo.

Avanzó hasta los lavabos y le tocó enjuagar de nueva cuanto el vaho del espejo. Se cepilló el cabello y a una velocidad que habla de una habilidad incitada por la costumbre, entrelazó tres hebras de oscuro cabello para atarlo al final en lo que acabaría siendo una trenza.

Se reunió con el resto de grupo masculino que se hallaba en el vestíbulo, seguidamente.

Después de unos pocos minutos, volvió al encuentro de la estancia destinada a las regaderas y a los lavabos. Buscó al susodicho que ostenta el título de ser su amigo y le anunció de buena gana que le esperaba afuera del instituto para ir a la casa de éste a ver el partido y llevar a cabo la apuesta acordada.


Iba llegando a la salida del instituto, cuando conocidas voces femeninas chocaron contra su percepción. Las identidades de sus dueñas acudieron a su mente sin mucho esfuerzo, y fue corroborado cuando finalmente abandonó aquel terreno privado y se encontró, efectivamente, con un grupo de chicas que hablaban a las afueras del edificio pegadas a la muralla junto al portón, las cuales respondían a las asociaciones especuladas.

Entre ellas, por supuesto, se hallaba Ukyo. Incómodo, Saotome dio un saludo rápido por mera cortesía, y forzado a aguardar por su amigo, se detuvo a unos metros de ellas optando por la misma posición: Apoyar el peso contra la muralla.

Mentiría si dijera sentirse a gusto, sobretodo cuando unos cuantos pares de ojos están puestos sobre él siendo unas cuantas sonrisas perversas las que estallaran en risas de rato en rato.

Pudo notar cómo la castaña dijo algo a sus amigas y que éstas rieron en conjunto. Bromas y demás bromas que arremetieron contra el pudor de quién figuraba como el centro de atención ...o al menos, uno de ellos.

Kuonji, con un gesto de mano les instó a marcharse, fue entonces cuando las risueñas jovencitas obedecieron no sin antes lanzar una que otra frase que acentuara su sonrojo. Frases en que él era el protagonista principal.

Un último vistazo hacia Saotome que, sin darse cuenta, miraba fija y seriamente el desarrollo de aquella improvisada reunión. Saberse descubierto, sin embargo, poco le importó.

Finalmente cuando lo que el chico catalogó como el 'grupo de cotorras' ya hubo desaparecido al doblar en la esquina, las articulaciones de Kuonji cobraron vida.

Intuyó el muchacho que el motivo por el que la joven aguardara para ir hasta él fue para que las revoluciones menguaran hasta un grado admisible, o bien para prevenir nuevas punzadas de bochorno en caso de que a alguna se le ocurriera echar un vistazo, ¡Y por supuesto que descubrirla en compañía de Saotome daría pie al golpe de gracia!

Redondeó los ojos y se dijo internamente que nunca comprendería el desenvolver femenil: El escándalo, su peculiar facilidad para inmiscuirse en relaciones ajenas como si les provocara un morbo insaciable, peligroso en cierto grado.

-Veo que te han dejado- comentó en un tono casual, fingiendo no haber comprendido el contexto.

-En realidad yo se los pedí. Son algo molestas - UKyo llegó a su lado con esa respuesta dicha de un modo casi tímido- ¿Esperas a alguien?

-Sí, a Daisuke. Quedé de ir a su casa a ver el partido - explicó sin mirarla, obviando a propósito el gesto que trazaran las facciones femeniles porque ya bien sabe cuan molestamente expresiva puede llegar a ser.

-¿Y para qué si Japón no juega?

Era algo tan insignificante y tan inevitable de cuestionar que el oírla le pareció hasta gracioso.

-Por diversión. Hicimos una apuesta y no estoy dispuesto a perder.

-Ya veo… Cosas de hombres. Esa es una de las tantas cosas que jamás lograré entender de ustedes - exclamó la joven entre sonrisas entusiastas.

Otra frase más de ella que proporcionó ganas a la risa, ésta misma que se esfuerza por retener.

Es consciente de que su amigo saldrá a su encuentro tarde o temprano y ya bien conoce a aquel sujeto exagerado como para dar por hecho de que se imaginaría cosas, agravando hasta los intercambios más inocentes.

Enseñando tan sólo una sonrisa es que acotó lo siguiente:

-Pues, yo creo que ustedes también tienen cosas que nosotros no entendemos.

Ukyo enarca ambas cejas y enseguida le preguntó interesada qué clase de 'cosas' serían esas a las que se refiere. Dicho esto, su compañero no tuvo que pensar demasiado la respuesta.

-¿por qué siempre las mujeres van al baño en grupo?

Estalló en carcajadas estrepitosas en una risa tan característica suya. No contagiarse le fue inevitable y como si hubiera sido encantado por tan graciosa muestra de emoción la acompañó aún en contra de su voluntad.

No supieron cuánto tiempo rieron, ni cuánto nerviosismo ella desahogó ni cuánta mescolanza de emociones desahogó él, pero lo cierto es que al acabar se sintieron liberados, como si una gran carga hubiese sido arrancada, fue sólo entonces cuando una tercera presencia fue advertida.

Ahí, a unos pasos de lo que cualquiera afirmaría son una alegre pareja, se encontraba Daisuke con una expresión que hablaba de incomodidad.

Posiblemente el pobre muchacho llevaba un buen rato debatiéndose entre hacerse notar o meramente marcharse y telefonear a Ranma para que lo siga cuando se halla desocupado, después de todo, el muchacho conocía la dirección y seguro no se extraviaría, pero por algún motivo se que ahí, plantado en el suelo observando en primera fila el desenvolver de la pareja, y tuvo que reconocer a regañadientes la química indiscutible que destilaban, así como el hecho de que nunca se le otorgaría aunque sea una mínima posibilidad, de que con Ukyo se dé una relación igual.

-Daisuke, te he estado esperando - habló el oji-azul maldiciendo a su mala suerte, y deseando internamente para que el sujeto no esté elaborando ideas erróneas - Ukyo estaba por aquí con sus amigas así que ha venido a hacerme compañía.

Unos segundos de silencio siguieron a dichas palabras.

El descubrimiento del recién llegado le supo a revelación sabida. Una desazón se le instaló en el pecho, y con cierta amargura expuso lo siguiente:

-Veo que se están divirtiendo mucho así que Ranma… Mejor después te digo el resultado del partido- decidió el muchacho, sabiendo que eso alegraría sin duda a la castaña quién se mantenía al margen, sin acotar nada pero sin marcharse tampoco.

-Yo voy contigo ahora- le contrarió Saotome agachándose para recoger su bolso, y luego para restar importancia es que añadió en tono jocoso- ¿Cómo sé yo que luego no me mientes con los resultados para que te pague el dinero?

Más su receptor no hizo lo propio para dar cabida a la simpatía, y con acidez fue que argumentó a favor de su sugerencia.

-Estoy seguro que Ukyo, está de acuerdo conmigo en esto. Quédate con ella, yo… No quiero interferir en su relación después de todo, ustedes se casarán después así que será mejor que comiencen desde ahora su… Su… Relación, y está bien.

Y por supuesto que habló demás. El entrecejo marcado de su amigo como muestra inequívoca de desacuerdo pareció afectarle poco, mucho menos cuando la chica -directamente inmiscuida en el meollo del asunto - se mostraba complacida.

Ha sabiendas de que daría libertad a palabras que pudieran herir, intervino con un:

-¡Vaya, Daisuke! tienes razón, nunca he estado más de acuerdo contigo. Anda vete, nadie te quiere aquí ¡¿No te das cuenta acaso de que estorbas?! - al susodicho aludido se le estrujó el corazón mientras que el otro de pronto parecía asfixiarse - Ranma, ¿por qué no te quedas conmigo?

Saberse envuelto en un ataque velado hacia un ser querido, es una ofensa para él mismo.

Justo cuando iba a objetar su amigo evocando hasta la última brizna de dignidad que pudiera demostrar, sonrió y dijo:

-Déjalo Ranma. Habrán otros partidos.

No dio tiempo para que él se opusiera por lástima, tampoco para que ella continuara su retahíla de frases incisivas. Dio la espalda a ambos y con bolso al hombro, dio sin quererlo la impresión de una despedida dramática.

Saotome avanzó un paso hacia él, pero se detuvo con el nombre en la punta de lengua y la energía de un llamado que no se dio atorado en la garganta.

Pudo haberlo seguido...pero ciertamente lo hubiera hecho con una espinita molesta atravesada en la conciencia.

Esa clase de espinita que sólo queda cuando se guardan las palabras, y claro que Saotome no se iría con el malestar. Encaró a la chica que mordiéndose los labios anticipaba lo que sería un desenlace funesto, experimentado esa sensación corroída por aquellos quiénes saben haber obrado incorrectamente, tal y como es el caso.

Sus ojos grises cuales puñales la atacaron de una mirada que hablaba de malos conceptos. La mente del chico infestada por pensamientos negativos hacia ella eran la causa de que su instinto clamara por la más pronta huida.

-Eres cruel... - fue la sentencia que dio, fue lo menos hiriente que pudo decir.

-No lo hice con mala intención, yo...- se atoró en sus propias palabras por falta de justificación.

Ambos sabían que la mala intención estuvo; ella no hallaba la forma de excusarse y él de que se convenciera de que fue todo un malentendido.

-¡Estás mal si crees que así conseguirás enamorarme o algo por estilo, porque no es así! Estos comportamientos tan...repulsivos, me dan asco.

Necesitaba decirlo, dejarlo claro para que no hubieran dudas.

La mujer amedrentada no creyó que recibiría semejante trato. Sí, sabía que estaba molesto, pero Saotome Ranma es el ejemplo de la caballerosidad, es su trato con las féminas una virtud sabida y elogiada por muchos...

Saotome Nodoka le inculcó a su hijo dicha cualidad y ésta nunca debiera ser violada, justo como lo es ahora.

¿Tan furioso está? Aquella cólera parecía arremeter con todo lo que estuviese a su alcance, y en este caso, ¿Qué mejor que liberarse de las asperezas con el fruto de las mismas?

Las palabras constan de la capacidad de alcanzar la conciencia ajena y transformar una idea, un pensamiento e incluso intervenir en el proceder del otro para bien, y también por el contrario pueden alcanzar objetivos opuestos en su totalidad, tal y como lo es el clavar dagas mortales.

¡Y no es que el muchacho se crea con la autoridad de recriminar y reprochar lo que consideraría un acto indebido! Pero es que el herido aquí fue aquel que se marchó primero, con la cabeza gacha y con el espíritu decaído ... Entonces, si ella no tuvo reparo alguno en lastimarle, oír las verdades no debiera serle un problema.

Pero luego vino el llanto por parte de ella, el nombre susurrado y quebrantado, y toda voluntad de saberse saciado por el desahogo se le vino a pique.

Simplemente permitió que Kuonji cubriera su rostro, le diera la espalda y se marchara; el hombre lo vio todo como en cámara lenta y mentiría si dijera que dicha escena no le quebrantó el alma.

Hoy a nada se le antojaba marchar bien, por lo visto.

Ir a casa de Daisuke era adecuado, pero no le alcanzaban las ganas.


Anunció su llegada y recibió la respuesta acostumbrada. Se quitó los zapatos ayudándose de los mismos pies y atravesó la sala en dónde su madre se enfrascaba en la lectura de una revista, aunque no lo bastante ensimismada como para no advertir la presencia fugaz de su hijo en dirección a las escaleras.

A la mujer de arraigados modales no le pareció bien que su vástago no le dedicara un mísero saludo, y el lanzar un comentario sarcástico respecto a ello le supo a manifiesto consumado. El chico detenido a mitad de la escalera la saludó a distancia con lo que sería un ademán forzado, y ya acabado el intercambio que dictaba la cortesía, prosiguió su camino.

Llegado a su habitación lanzó su bolso hacia cualquier parte y se lanzó al encuentro con su lecho, quejándose el colchón por la presencia intempestiva del cuerpo que ahora alojaba.

Perderse en divagaciones sobre un evento en específico son embrollos a veces inevitables, sobretodo cuando se tiene tanto que rescatar del mismo.

Interpretar repasadas oraciones así como determinados gestos resulta angustiante. Salen a flote lo que se pudo haber dicho y no se dijo, también lo que se pudo haber ahorrado.

Lo insoportable del asunto es que es imposible volver al pasado e intentar dar un desenlace distinto a lo que ya fue.

No lamenta haber sido claro y expresar su pensar, pero tal vez no escogió las palabras precisas.

Y en realidad, ahora que lo medita, no hubiera caído en semejante estado de culpabilidad inaguantable si ella no se hubiera puesto a llorar. Hubiera soportado que ella se defendiera mediante insultos y demás,...pero ¿llorar? Fue toda una canallada de su parte; Es lista, según reconoce el muchacho, porque consiguió no sólo silenciarlo sino que además hundirlo en las recriminaciones de la conciencia y esto no se logra tan fácil.

Por demás está la preocupación por su amigo, el mismo que se marchó seguramente herido y con justa razón. Pensar en él no puede sino saberle a asunto inconcluso, porque no lo retuvo y las palabras que tenía para él no fueron dichas, conformándose con la espinita atravesada en la conciencia de la que se quiso deshacer al encarar a su amiga, y la urgencia por formular una explicación, por reiterar lo mismo que fue dicho en pasadas ocasiones, revolotea dentro suyo molestamente.

El sonido apagado del teléfono sonando le fue inadvertido, ignorando que dicha llamada tendría plena relación con él.

La intranquilidad tiene la habilidad de consumir ...de arrancar cualquier resquicio de sosiego y transformarlo en ansiedad. Quizás, busca convencerse el adolescente complicado, está dando más relevancia al asunto de la debida.

Mañana posiblemente su amigo llegue hasta dónde él como siempre, y entonces se daría el caso de que las explicaciones sólo servirían para enardecer lo que ya no tiene sentido.

Unos minutos bastaron para que su madre tras dar los debidos llamados a su puerta, entrara sin aguardar por la respuesta, cumpliendo a medias con sus valorados modales.

La expresión poco afable le costó digerirla, y es que enseguida supuso sus razones. Se incorporó sin más remedio y con la certeza de quién sabe haber actuado erróneamente, supo que no podría defenderse porque bordearía claramente en el descaro.

-Me llamó el padre de Ukyo. Dice que su hija llegó llorando hace poco diciéndole que tú la habías tratado mal ¿Qué es eso, hijo? Desde que eras pequeño te enseñé que a una mujer se le trata con respeto.

Fueron las palabras dichas en un tono firme, palabras irrefutables por la sinceridad que las cubrían. Cuanto más, es esa mirada de madre en su faceta de severidad la que juega un papel importante en el reproche dirigido.

Saotome se limitó a desviar la mirada, poco dispuesto a dar respuestas. Todo lo dicho es después de todo, verdadero.

Se dedicó a lastimarla y a ofenderla, y esto es innegable.

-¿Me quieres explicar que ocurrió? Esa no es forma de tratar a tu prometida y futura esposa, Ranma.

Un fuego despertado con el propósito de incinerar lo que se calificara como cordura...

Contrariar a una madre enfadada y hasta cierto grado decepcionada, conlleva cierta valentía de carácter, cierto coraje a recalcar.

Nunca en su vida se había rebelado ante esto, pero hoy...Hoy sí desea manifestar su desacuerdo. Hoy más que nunca, porque las circunstancias del día le condujeron a decir las siguientes palabras:

-Mamá, no quiero casarme con Ukyo.

La sorpresa se le plantó de lleno a la alterada mujer, dando paso de inmediato a la cólera y ésta no escatimó en ser expuesta.

-Ranma, acaso vas a poner en duda el honor de la familia Saotome?! ¡Estás loco?! El honor es lo más importante sobretodo para una familia tan tradicional como la nuestra.

Quiso hacerle entender, más su hijo parecía decidido a darle batalla.

-¿Acaso ese maldito honor es más importante para ti que mi felicidad, mamá?

Trastabilló hacia atrás porque a diferencia de él, ella se topaba con respuestas inesperadas.

Saotome Nodoka creyó siempre que hijo estaba de acuerdo. Nunca se mostró contento, pero tampoco se había negado como lo hacía ahora.

Buscando una salida fácil, la mujer volvió a hablar esta vez con la suavidad de su voz recobrada.

-Ranma, no voy a conversar de eso contigo. Es algo que debes conversar con tu padre.

-¡Que bien! Porque quiero hablar con él ahora, ¿Dónde está?- la interrogó con firmeza.

-Salió, dijo que tenía unas cosas que hacer y que llegaría tarde- le informó la mujer, conservando siempre una digna elegancia en su desenvolver - El punto es Ranma, que no porque no quieras casarte con ella, la tratarás de forma inadecuada. Ya sabes, a una mujer se le trata con respeto en todas las circunstancias aunque ella esté equivocada, aunque haya dicho algo malo, aunque te haya hecho sentir mal, lo que sea que haya ocurrido...Es indebido. siempre te he enseñado que a una mujer se le respeta, y el saber cómo has tratado a esa chica me decepcionó y me avergonzó mucho, Ranma.

Expresó la mujer con una congoja por poco palpable transmitida en su voz, pero nunca en sus facciones.

Saotome Nodoka podía resultar ofendida, herida al extremo, pero el orgullo de ser contemplada en semejante estado le es imperdonable.

Su hijo aceptó la reprimenda y le hizo notar que se arrepentía sinceramente, y que en cuanto la viera se disculparía.

Ya más tranquila y habiéndose convencido de que su hijo no está tan descarriado como creyó en un principio, abandonó la habitación dando la autorización para que éste saliera por ahí a meditar sobre sus acciones, a concluir si es posible que debiera dominar mejor sus impulsos, pues permitirse guiar por ellos lo convertía en un bruto. Fue lo que le hizo ver y a lo que su hijo respondió con un asentir dócil.


El día no se prestaba para caminatas. Advirtió el muchacho que a la salida del instituto iba con su cabello húmedo, recién lavado, y que se le secó en el transcurso de ahí a su casa...en menos de quince minutos.

No obstante y debía reconocer que en virtud de la hora el calor ya no resultaba tan agobiante como lo era por la tarde. Hacía calor, este era un hecho innegable, pero cierta brisa sucumbía y brindaba frescor con el solidario propósito de mitigar los calores.

Con manos guardadas en los bolsillos de pantalón de mezclilla, el joven deambulaba con aspecto casi fúnebre.

Al final del día, asumir que los eventos desarrollados le pintaron como 'el malo de la película' desanimaría a cualquiera. ¡Qué importa la verdad?! ¡Al carajo los motivos!...Desentrañar y hurgar en las razones la gente no lo hace, pues lapidar es un método factible para concluir una eventualidad.

Dar nombre a una escena figurada, determinar quién es la víctima y el villano recae injustamente a quiénes rebotan los acontecimientos, en quiénes se prestan para juzgar lo que sus ojos sencillamente no vieron, conformándose con un resumen manipulado destinado a favorecer al emisor principal...y es este denominado 'emisor principal' quién no pierde porque ha dado la primera palabra, rellenando los espacios vacíos con un llanto de dudosa franqueza.

Tan ensimismado se hallaba el joven Saotome que no alcanzó a evitar lo que se convertiría en un impacto inminente.

Y por supuesto que su cuerpo, siendo superior en masa, únicamente trastabilló hacia atrás, mientras que el otro de contextura más frágil de bruces chocó contra el pavimento.

Obviando por el momento los detalles sólo atinó a ofrecer su mano.

Los grandes y expresivos ojos de tinte castaño le escudriñaron unos segundos con una extrañeza ambigua, para luego fijarse en la mano grande que le era tendida.

Adolorida, sin duda, acalorada por la corrida que la tenía todavía agitada, ignoró deliberadamente la ayuda y con lo que podría pasar por soberbia, se puso de pie por su propia cuenta.

El susodicho, por su parte, quiso no interpretar la actitud de ella como algo personal, pues sería imposible que cupiera en dicha categoría ya que ahora que se fija mejor no recuerda habérsela encontrado antes.

Ya frente a frente, con un aire de rebeldía e insolencia atiborrada en toda ella, la joven le expresó sus disculpas, aludiendo a que corría mirando al suelo y cuando se fijó en él ya era demasiado tarde.

Un 'No hay problema' fue murmurado por su oyente, que la observaba con genuina curiosidad, una poco disimulada cabía mencionar.

Traía una corta cabellera negra azulada y vestía una camiseta unas dos tallas por encima de la adecuada para ella; su rostro ligeramente redondeado, de ojos castaños, nariz respingada y 'algo' que no supo definir fue lo que captó de ella.

Una brutalidad equivalente a la dureza de su mirar. Intuyó el muchacho sin ningún intercambio importante de palabras previo, que la chica parecía resguardarse, protegerse tras una apatía avasalladora e indiscriminada.

No se podía pasar por alto, no obstante, la decencia de ella para con él al disculparse pese a su tosquedad, y pese a que él contaba con parte de culpa en el desventurado accidente.

-Siento mucho haber chocado contigo, no te vi enserio - insistió la chica desviando la mirada y a él le pareció posible que ella tuviera en cuenta la idea de una compensación.

-No importa -fue la respuesta que dio, y adivinó, todavía en su inspección secreta, que de seguro le cuesta pedir disculpas lo cual vuelve un tanto más apreciable el que lo hiciera. Buscando ser amable le preguntó: -¿A dónde ibas tan rápido, por cierto?

Enseguida ella volteó a mirarlo como quién se topa con alguien que no creía encontrarse : Una plena sorpresa y una pizca de urgencia, es lo que su rostro representaba.

Con el choque y las nuevas ideas que surgieron, olvidó por completo el motivo que la impulsaba.

-¡Es cierto! Debo irme - dijo y pasó por su lado no queriendo derrochar más tiempo.

Aunque la acción siguiente fue aletargada por lo que se denominaría como un acto imprevisto, sin pensarlo mucho volteó y divisándola a unos metros, se apuró en solicitar su nombre.

La chiquilla se detuvo de forma abrupta, tanto que por poco se va de bruces hacia adelante. Respirando agitada voltea y a lo lejos una respuesta fue lanzada, no trayendo consigo la información demandada.

El "¡¿Qué te importa?!" no pudo importarle menos porque ya veía venir una respuesta similar.

Con una sonrisa estúpida sin ningún motivo aparente, el muchacho se quedó ahí divisando de lejos a la joven mujer que empequeñeciéndose a medida avanzaba, desaparecía de a poco de su campo visual.

Continuará...


¡Hola! ,Gracias al comentario por parte de angelica_tendo_de_saotome quién me pidió que continuara esta historia comenzada en el 2008, es que he decido seguirla ^^. En realidad, ella sólo me pidió que la continuara, pero he decidido reescribirla, ¡El motivo?! La comencé cuando apenas tenía catorce años y tenía muchos fallos, así que escribí este capítulo de nuevo y lo mismo haré con el siguiente, entonces seguiré la trama.

Perdón si el capítulo a veces muestra ciertas 'cosas raras'. No podía desviarme demasiado e intenté conservar lo que tenía, al final el capítulo se extendió bastante más.

Estoy pensando en hacerme un blog, y no sé, nunca he tenido, pero todos tienen así que yo también quiero XD ahí podría subir avances o compartir mis ideas respecto a mis fics :)

Agradezco muuuuucho a la gente que me lee, que pese a mis desapariciones constantes están ahí.

¡Saludos a todos! y agradecería recibir sus opiniones.