So Wrong, It's Right
Disclaimer: Twilight no me pertenece, al igual que sus personajes. Todo pertenece a Stephenie Meyer.
N/A: Bueno, aquí está el primer capítulo de mi nuevo fic. A decir verdad, tengo muchas ganas de que comenten, ya que este fic es un universo alternativo. Es mi propia historia de cómo se conocieron Edward y Bella. Obviamente que los personajes no son míos y adoro cada día más a Stephenie Meyer por haber creado la saga de Crepúsculo. Espero que comenten y me digan que le falta o les gusta del fic. Todas las opiniones son importantes. Adoraría ver que este fic se llene de reviews, así que R&R.
Lean y comenten: Dirty Sexy James: 4081501 (Harry Potter)
Someone to Save You: 4247900 (Twilight)
You call it Madness, I call it Love: 4190620 (Twilight)
Importante: las cursivas son pensamientos y/o enfatizaciones.
R&R!!
º0º0º0º0º
Capítulo Uno: Cómo comenzó todo.
Esme POV.
Todo comenzó como una mañana normal en nuestra casa ubicada en el pequeño pueblo de Forks. El cielo estaba nublado y el ambiente era silencioso y tranquilo. Cada uno de nosotros estaba ocupado en algo distinto. Carlisle ya se había ido al hospital a trabajar. Edward estaba sentado en su piano, tocando. Rosalie y Emmett estaban en su habitación, dándole otro sentido a la frase "poniéndose al día". Alice estaba en la oficina de Carlisle usando el computador de él para hacer un par de compras on-line. Y por último, Jasper y yo estábamos compartiendo un agradable momento madre-e-hijo. Los dos estábamos sentados en la sala, mientras que cada uno leía su propio libro. No sé quien fue el primero –de todos nosotros- en notarlo, pero sé muy bien que no pasó desapercibido para nadie.
El sonido comenzó a escucharse de repente. Como si fuera un leve murmullo que sólo nosotros lo podíamos escuchar. Luego, se hizo más fuerte y fue ahí, cuando todos en la casa nos percatamos de su existencia. Dejé el libro de lado y miré a Jasper. Él me miró extrañado y se encogió de hombros. Nos levantamos al mismo tiempo y asomamos nuestras cabezas al pasillo. La primera en bajar fue Alice. Ella bajó apresuradamente, como si algo le molestara. Quise preguntarle, pero en ese momento apareció Edward. Y al final, bajaron Emmett y Rosalie. Quienes venían colocándose –cada uno- su respectiva polera.
-¿Qué es eso?-preguntó Emmett.- Díganme que no soy el único que escucha ese pitito en el oído.
-No eres el único, Emmett.-le dijo Edward.
-Todos lo escuchamos.-dije.
-Es muy molesto, Esme.
-Lo sé, Emmett.
-¿Qué es?-preguntó Jasper.
-No tengo idea qué es.-dije.
-¿No logran distinguir lo que es?-preguntó Rosalie.
-Estoy muy seguro que es un pito.-dijo Edward.
-No, Edward.- Rosalie bufó.- Es el llanto de un bebé.
-¿¡Un bebé!?-dijimos todos al unísono.
-Eh, sí. ¿No se habían dado cuenta?
-Para nada.-dijo Alice.
-¡Dios santo! Si hay un bebé afuera, debemos ir a buscarlo.
-Esme…no creo…no creo…-tartamudeó Jasper.
-¿Qué pasa, Jasper?-preguntó Rosalie.- ¿Está todo bien?
-Yo…yo no sé…
-Lo que Jasper trata de decir…-comenzó Alice.
-Sé lo que trata de decir.-lo miré dulcemente y le sonreí.- Yo voy a cuidar de que no hagas nada malo. Todos ustedes vayan en busca de ese bebé. Yo me quedo con Jasper.
-¿No quieres que yo me quede con él?
-No te preocupes, Alice. Yo me encargo. Vayan ahora por ese bebé.
-¿Y qué hacemos cuando lo encontremos?-preguntó Emmett.
-Lo traen a casa y vemos que esté bien. Si no lo está, vamos al hospital para que Carlisle lo revise.
-Ok.-dijeron todos al unísono.
Jasper y yo observamos en silencio como todos los demás salían de la casa y se marchaban en busca del bebé. Cerré la puerta y miré a Jasper preocupada. El pobre Jasper estaba nervioso. Miraba hacia todas partes y podía sentir como –regularmente- olas de pánico me llegaban. Sabía muy bien que el pobre Jasper era muy sensible al olor de los bebés. Para él este olor significaba oler algo muy dulce y atrayente. Algo que le resultaba atractivo y lo obligaba a tener que probarlo.
-Tranquilo, Jasper.
-Lo siento, Esme.-dijo algo avergonzado.- Pero no puedo evitarlo…es tan…
-Atractivo. Lo sé, Jasper.
-Pero… ¿Por qué yo? ¿Por qué soy el único que es débil todavía?
-No eres débil, cariño. Es sólo que tú fuiste entrenado para beber de la sangre humana. Y te cuesta mucho más que al resto acostumbrarte. Y eso está bien, cariño. No te preocupes por estupideces. Has logrado vivir todo este tiempo junto a humanos y no los has tratado de matar ni nada por el estilo.
-Pero estuve a punto de hacerlo una vez. Si no lo recuerdas…
-Fue un error, Jasper. No fue porque quisiste hacerle daño a esa persona.
Jasper bajó la mirada. Pude notar que estaba tan avergonzado que no podía ni mirarme a los ojos. Me acerqué a él y tomé su mentón con mi mano. Le subí el rostro y le sonreí dulcemente.
-Nada que tú hagas, me va a hacer sentir decepcionada, Jasper. Eres mi hijo y te amo mucho.
-Gracias, Esme.
-Ahora hay que preocuparse por ese bebé. ¿Por qué se demorarán tanto?
-Quizás les sea difícil encontrarlo.
-Puede ser…
En ese momento entró Emmett corriendo por la puerta. Me asusté al ver que estaba muy agitado. Jasper se acercó a él y le mandó ondas de calma. Emmett comenzó a calmarse poco a poco. Cuando pudo recuperar el aliento por completo me miró.
-Tuvimos un pequeño percance.
Miré a Jasper preocupada. Cualquier cosa se me pasó por la mente. La idea más macabra fue la que más tiempo se quedó rondando mis pensamientos. ¿Le habrá pasado algo a mi familia? ¿Estarán mis hijos bien? ¿Qué diablos habrá pasado?
-¿Qué diablos pasó, Emmett?-preguntó Jasper.
Pero antes de que Emmett pudiera abrir la boca para respondernos, mis tres hijos aparecieron en la puerta. No lograba entender qué los había atrasado. Hasta que vi lo que traían.
-¡Por Dios santo…!-fue lo único que salió de mi boca.
-¡Esme saca a Jasper de acá!-chilló Edward.
En ese momento, todo se volvió una gran confusión. Los ojos de Jasper se volvieron oscuros, oscuros como la noche. Pude ver como la sed comenzaba a inundarlo y no había nada que yo pudiera hacer. Yo no tenía la fuerza para detenerlo.
-¡¡Emmett!!-grité desesperada.
Emmett se enfadó y se lanzó sobre Jasper. Emmett lo alejó de todos nosotros. Ahora que Jasper no iba a hacer daño, observé con más calma la situación. No era sólo un bebé, sino tres. Rosalie tenía al mayor entre sus brazos. Alice tenía al que le seguía en edad. Y Edward tenía al menor. Me acerqué a ellos para ver en qué condición estaban.
-¿Estaban todos juntos?-pregunté.
-Son hermanos, Esme.-me dijo Rose.
-¿Cómo lo saben?
-Porque venían con esta nota.-dijo Edward.
Edward me pasó la nota y la leí rápidamente. Enseguida una pena enorme me invadió. La carta era de la madre de las tres pobres criaturas. "Por favor, quien sea que encuentre a mis tres hijos, le pido que los cuide como si fueran de usted. En este momento yo no me puedo hacer cargo de ellos, por eso me he visto en la horrible tarea de abandonarlos. Sé que usted hará un mejor trabajo que yo. Confío en usted."
-¿Qué vamos a hacer?-pregunté.
-No piensas abandonarlos, ¿verdad, Esme?
-Claro que no, Edward. Yo soy madre y si tengo que cuidar a estos niños, lo haré.
El bebé que Edward tenía en sus brazos comenzó a llorar. Edward trató y trató de detenerlo, pero el bebé no paraba.
-¿Qué hago para que se quede callado?
-Pásamela.-dijo Rosalie.
Rosalie quiso pasarme el niño que tenía en brazos, pero éste no quiso despegarse de Rosalie.
-Jack, por favor. Necesito ayudar a tu hermana Elizabeth. ¿Me dejas?-preguntó ella con dulzura.
El niño la miró con sus grandes ojos color caramelo. Luego de un par de segundos, asintió. Se soltó del cuello de Rosalie y aceptó que yo lo cargara. Rosalie tomó en brazos a la bebita y comenzó a cantarle una canción de cuna. Enseguida paró de llorar.
-¿Quién me puedes hacer un favor?
-Yo lo hago. ¿Qué pasa, Rosalie?-pregunté
-¿Puedes ver si tiene fiebre, Esme?
Me acerqué a la bebita y puse mi mano sobre su frente.
-Tiene un poco de fiebre.-dije preocupada.
-¿Qué hacemos, Esme?-preguntó Rosalie con preocupación.
-Iremos a ver a Carlisle. No te preocupes.
-Vamos todos.-dijo Edward.
-Yo me quedo con Jasper.
-No, Alice. Jasper está con Emmett. Él se encargará.-le dije.
-Lo siento, Esme. Pero necesito estar con él. Yo soy la única que lo puede calmar. Emmett lo detendrá por un momento...-insistió ella.
-Ok, Alice. Cualquier cosa nos llamas.
-No se preocupen. Rosalie, haré que Emmett vaya al hospital cuando Jasper esté un poco más calmado.
Alice le pasó a Edward el bebé que ella tenía en brazos. Rosalie me pasó la bebita que tenía en brazos y todos salimos de la casa. Rosalie se subió al asiento del conductor del jeep de Emmett. Yo me subí al asiento del copiloto. Y Edward se subió atrás. Rosalie manejó velozmente hasta el hospital. Nos dejó en la entrada mientras ella estacionaba el auto. Llegamos a la recepción y un grupo de enfermeras estaban a cargo de la recepción.
-Por favor…-comencé a decir, pero una de las enfermeras me interrumpió.
-Llene el formulario y luego la atenderemos.
-No, usted no entiende.
-Ya le dije señora. Llene el formulario y luego la atenderemos.
-Necesito al doctor Cullen…
-Todas quieren atenderse con el doctor Cullen, señora.
Iba a gritarle a la enfermera, cuando Rosalie llegó e intervino.
-¡Llame a Carlisle Cullen ahora!-le gritó a la enfermera.
-Señorita no me grite. ¿Quién se cree usted para gritarme?
-¡Rosalie Hale, la hija de Carlisle Cullen!
La enfermera pasó su mirada por cada uno de nosotros. Tenía los ojos desorbitados y la boca abierta. Estaba en estado de shock, ya que no lograba articular ni una palabra. Nunca nadie había visto a la familia del doctor Cullen. Sabían que existíamos, pero no solíamos salir mucho al pueblo de Forks. Las otras enfermeras que estaban con ella estaban en el mismo estado.
-¡Vaya a buscar a Carlisle ahora!-le chillé desesperada.
Todo el grupo de enfermeras salió corriendo. Los otros pacientes que estaban en la sala de espera del hospital nos miraron. Carlisle llegó corriendo hacia donde nosotros estábamos. El grupo de enfermeras llegó detrás de él. Cuando vio el porqué estábamos en el hospital, nos miró enfadados.
-¿Qué diablos está pasando? ¿Qué hacen con estos bebés, Esme?
-Carlisle, los chicos encontraron estos bebés cerca de casa. Tengo una nota para demostrarlo.
-Ok, ok, te creo. Pero, ¿Por qué los traen? ¿Les ocurrió algo?
-La bebita más pequeña tiene fiebre.-dijo Rosalie.
-¿Cómo saben eso?
-Esme.-dijo Edward.
-Ok, ok. Voy a atenderlos enseguida. Síganme.
Edward, Rosalie y yo comenzamos a caminar detrás de Carlisle, pero el bebé que yo tenía en brazos comenzó a llorar y a gritar.
-¡No! ¡No! ¡¡NO!!
-¿Qué pasa, cariño?-le pregunté amablemente.
-¡¡NO!!-chilló y extendió sus brazos hacia Rosalie.
Su otro hermano -el que tenía Edward en sus brazos- comenzó a gritar al igual que el mayor. Rosalie se acercó y Jack quiso pasarse a sus brazos.
-¿Qué pasa, Jack?-le preguntó Rosalie amablemente.
-Tú.-articuló el bebé.
-¿Yo qué?
-Te quiero a ti.
-Ok, yo entro con ustedes.
Rosalie comenzó a caminar, pero el hermano de Jack no dejaba de gritar y llorar. Al parecer, también quería estar en los brazos de Rosalie.
-¿Qué pasa, Henry?
-¿Henry?-pregunté.
-Así se llama, Esme. ¿Me lo pasas, Edward?
-Obvio, Rosalie.
Edward le pasó el bebé a Rosalie y ella se las arregló para cargar a los dos. Carlisle tomó en brazos a la más pequeña. Rosalie y él entraron a una habitación. Obviamente, iban seguidos por la tropa de enfermeras ineptas. Edward y yo nos sentamos y nos pusimos a esperar.
-¿Quién es Henry, Esme?
-¿Rosalie no te ha mencionado nunca ese nombre?
-Puede ser. Pero no logro acordarme.
Edward cerró los ojos y trató de recordar la historia de Rosalie.
-Henry era el hijo de una amiga de Rosalie…
-Ah, el que le recordaba a… ¡Emmett!
Edward levantó su mano derecha. Miré hacia donde estaba saludando. Era Emmett. Él se acercó a nosotras y se sentó a nuestro lado.
-¿Cómo va todo?-preguntó con preocupación.
-Carlisle los está atendiendo.-dijo Edward.
-Que bueno.
-Emmett….
-¿Qué pasa, Esme?
-¿Todo bien con Jasper?
-Sí, Alice lo logró calmar. Todo saldrá bien.
Con una de sus enormes manos me dio un par de palmaditas en la espalda para calmarme. Suspiré. Apreciaba mucho el gesto de Emmett, pero él no sabía controlar su fuerza. Si le hubiese hecho lo mismo a un humano común y corriente, le hubiese causado una grave lesión. Pero a mí no me hacía daño. Aún así, sentí la diferencia. Los gestos de Emmett eran toscos y brutos. En cambio los de Edward –por ejemplo- eran suaves y considerados.
-Son lindos.-comentó Emmett para romper el silencio reinante.
-¿Quiénes?-preguntó Edward.
-Los bebés.-dijo él.- ¿No lo notaste?
-Son simplemente bebés.-Edward se encogió de hombros.
-¿Por qué eres tan insensible con esas cosas?
-No he dicho nada malo.-se defendió Edward.- Los bebés son todos iguales.
-No, no son todos iguales.
-¿Por qué? ¿Qué los hace diferente?-le preguntó Edward a Emmett.
Yo me mantuve fuera de la conversación. Me gustaba escucharlos discutir, ya que eso lo hacía parecer niños pequeños. Pero no me gustaba cuando esas discusiones llegaban a peleas. Agarré una revista para parecer más humana a los ojos de los demás pacientes, pero no dejé de escuchar a mis hijos.
-Si los observas bien. Jack tiene el cabello rubio arena y los ojos color caramelo. Henry tiene en cabello castaño claro y los ojos al igual que Jack. Elizabeth tiene el cabello un tono más oscuro que el castaño de Henry. Y bueno, tiene los mismos ojos caramelo que sus otros dos hermanos.
-Ya, ¿y?-preguntó Edward.
-Insensible. Así no conocerás nunca a una chica.
-No comiencen a pelear.
-Sabes que eso no me interesa, Emmett.-dijo Edward ignorándome por completo.
-Ya te importará. Además Tanya te tiene muchas ganas.-dijo riendo.
-Pero a mí ella no me interesa…de esa forma.-enfatizó.
Emmett comenzó a reírse a carcajadas. Muchos de los pacientes voltearon para mirarlo. La risa estridente de Emmett no pasaba desapercibida. Dentro de la familia sabíamos que el tema sexual le parecía muy divertido a él. Y eso era lo que lo hacía ser el más inmaduro de todos. Edward frunció el ceño molesto y lo golpeó en el brazo para que se callara.
-No te rías de la vida sexual de tu hermano, Emmett.-le susurré.
-Mejor dijo, la ausencia de ésta.-dijo Emmett.
-Oh, cállate.-dijo Edward.- Por lo menos yo no me dejo llevar por mis hormonas revolucionadas.
Emmett continuó riéndose. Pero en ese momento, una enfermera salió de la habitación donde estaban Carlisle y Rosalie. Nos buscó con la mirada y después de un par de segundos nos encontró. Se acercó a nosotros con una sonrisa en el rostro. Y antes de que pudiera decir algo, Emmett habló.
-¿Cómo están los bebés?
-Mucho mejor, señor Cullen. El doctor Carlisle Cullen le dará a Elizabeth una medicina para que la fiebre se le quite. Jack y Henry están en perfectas condiciones.
-Que bueno.-dije.
-Ah, señor Cullen.
-¿Cuál de los dos?-preguntó Edward.
-El señor Emmett Cullen.-las mejillas de la enfermera se tiñeron con un leve tinte rosa.
-¿Qué pasa?-preguntó Emmett divertido.
-La señorita Rosalie quiere que entre para que le haga compañía.
-Enseguida voy.
Emmett se paró y se marchó para estar con su esposa. La enfermera se quedó en silencio mirándonos. Pareciese como si estuviera en un estado de trance, ya que no apartaba la mirada de Edward.
-¿Necesita decirnos algo más?-pregunté amablemente
-Señora Cullen, el doctor Carlisle le pidió que llame al jefe Swan.
-¿A Charlie Swan?-pregunté extrañada.- ¿Para qué?
-El doctor Carlisle quiere saber si alguien se hará responsable por los bebés. Quizás el jefe Swan pueda encontrar a la madre o padre de los niños.
La enfermera le sonrió a Edward y se marchó.
-Vaya, la dejaste loquita.
-No te burles de mí, Esme.
-No lo hago, cariño.-dije divertida- ¿Me prestas tu celular?
Edward me pasó su celular. Marqué el número de la policía de Forks y esperé a que me contestaran.
-Es una pena que tenemos que devolverlos.-suspiré.
-Todavía no lo sabemos.
-¿Qué?-pregunté sorprendida.
Edward se encogió de hombros y sonrió. Quería preguntarle qué se traía entre manos, pero justo me contestaron. Pedí hablar con Charlie Swan y cuando me lo pusieron al teléfono, le conté todo lo que había pasado. Después de un rato, colgué.
-El jefe Swan viene en camino.
-Que bueno.
-Pero se demorará un poco.
-¿Por qué?-preguntó Edward.
-Porque –al parecer- tuvo que ir a buscar a su hija.
-¿Tiene una hija?
-Eso parece.-me encogí de hombros y guardé silencio por un minuto.- ¿Qué te traes entre manos, Edward Cullen?
-¿A qué te refieres?-Edward sonrió inocentemente.
-Yo sé que algo te traes entre manos…
-Lo único que yo trato de decir, es que el jefe Swan todavía no nos ha dicho que hacer con los bebés. Quizás nos pida que los cuidemos por un par de días…
-Sería lindo tener a los chicos en casa por mucho tiempo. ¡Le daría tanta alegría!
-Linda visión, Esme. Pero tanto tiempo con ellos nos traería muchos problemas. ¿Te imaginas lo que pasaría con Jasper?
-Mejor no nos adelantemos…-dije.
¿No te gustaría cuidar a Elizabeth?
-Esme…esa bebita tiene madre.
¿No me dijiste –alguna vez- que te gustaría haberme visto criar muchos hijos y verme feliz?
-Sí, pero… ¿Te imaginas lo que pensarán esos bebés cuando crezcan y se den cuenta de que sus "padres" no envejecen nunca?
-Lo sé. Es una idea tonta que me cruzó la mente.
El celular de Edward sonó. Vio de quien se trataba y me lo pasó a mí para que contestara. Era Alice.
-¿Cómo va todo, Alice?
-Todo muy bien. Hablé con Jasper y solucioné el problema. Todo estará bien cuando vuelvan.
-Ok. ¿Jasper podrá controlarse?
Escuché la armoniosa risa al otro lado del auricular y me di cuenta qué era lo que había pasado.
-Jasper…nos sorprenderá.
-Me alegro.
-Voy a llevar a Jasper a cazar. Nos vemos en la noche.
-Nos vemos, Alice.
-Ah, dile a Edward que se prepare.
-¿Qué se prepare para qué?
Miré a Edward y me asusté. Estaba taciturno y sus labios estaban fruncidos. Su respiración comenzó a agitarse y sus ojos comenzaron a cambiar de color lentamente.
-Oh, es demasiado tarde. Esme, mantenlo controlado…
Alice colgó el teléfono y en ese momento entró Charlie Swan por la puerta. No venía solo, lo acompañaba una joven de cabello castaño oscuro, largo y liso. Y sus ojos eran cafés. Su rostro era pálido y no parecía estar muy feliz de estar acá. El jefe Swan se acercó a nosotros. Edward y yo nos paramos para saludarlo.
-Señora Cullen.-el jefe Swan extendió su mano para que se la estrechara.
-Muchas gracias por venir, jefe.-le dije con una sonrisa.- Este es mi hijo Edward.
-Es un gusto conocerte, muchacho.
-El gusto es mío.-dijo tajante y mecánicamente.
-Esta es mi hija, Isabella Swan.
-Es un gusto.-la saludé.
Isabella iba a saludar a Edward, pero éste la ignoró. El jefe Swan no notó como Edward esquivó magistralmente a su hija. Y se marchó de la sala de espera del hospital. Pero Isabella lo había notado. Fijó su mirada en Edward y lo vio marcharse.
-Lamento que se haya comportado así.-le dije a Isabella.- Pero a Edward no le gustan los hospitales.
-No se preocupe, señora Cullen.-me dijo amablemente.
-Cuéntenme todo lo que pasó.-nos interrumpió Charlie.
Le conté todo lo que había pasado. Obviamente omití algunos detalles. Como por ejemplo, cómo los habíamos escuchado. Charlie lo escuchó atentamente. Y de vez en cuando me hacía una pregunta. Isabella nos escuchó atentamente. Cuando terminé de contarle toda la historia, le entregué a Charlie la nota.
-¿Qué es esto, señora Cullen?
-Es una nota que los chicos encontraron junto a los bebés.
-Ya veo. Esto es evidencia. Muchas gracias por guardarla.
-Sabía que te serviría en tu investigación, jefe Swan.
-Me ayudará mucho.
En ese momento salieron Carlisle, Rosalie y Emmett. Cada uno llevaba en brazos a uno de los bebés. Me sorprendió al ver que Jack y Henry venían comiendo una barra de chocolate. Carlisle le estrechó la mano a Charlie cuando llegó donde nos encontrábamos.
-¿Cómo están?-preguntó el jefe Swan.
-Bien. Tenían hambre, así que Emmett les compró un chocolate.-dijo Carlisle.
-¿Elizabeth se pondrá bien?-pregunté.
-Así es, amor. Elizabeth está comenzando con un cuadro de resfriado. Pero se pondrá bien si se alimenta bien y está en un lugar caliente.
-Su esposa me puso al tanto, doctor Cullen.
-¿Qué piensas hacer, jefe?
-Comenzar una investigación. Pondré al tanto a los departamentos de policía de Port Angels, Seattle y cualquier ciudad o pueblo que se encuentre cerca de Forks.
-Me parece una muy buena idea. Pero tengo una duda.-dije.
-¿Cuál sería, señora Cullen?
-¿Quién cuidará a los bebés mientras la investigación se realiza?
-Bueno…usted sabe muy bien que no hay ningún hogar para niños abandonados en Forks…
-No logro comprender.-dijo Carlisle.
Carlisle sabía muy bien qué era lo que Charlie quería decir. Pero no iba a ceder tan fácilmente. Él sabía que tener a los bebés en nuestra casa podría producir problemas. Grandes problemas.
-¿Sería mucho pedirles a ustedes que los cuiden?
-Jefe, yo…
-Amor.-intervine.- Hablé con Alice y me dijo que todo estará bien.
-¿Segura, Esme?
-Muy segura. Ella me lo aseguró. No hay que dudar de sus palabras.
Charlie e Isabella fruncieron el ceño. Ninguno de los dos entendía a qué nos referíamos exactamente. Pero no había otra forma de decirlo, ya que no podíamos decir "Alice vio que todo saldría bien". Eso sería extraño e incómodo para nosotros.
-Tienes razón. No debo dudar.-Carlisle miró a Charlie.- No se preocupe, jefe. Nosotros cuidaremos de los chicos mientras usted investiga.
-¿No será una molestia?
-Para nada. Nuestra casa es amplia. Y nuestros corazones son aún más amplios.
-Ay, que tiernas sus palabras, doctor Cullen.-dijeron al unísono el grupo de enfermeras.
Miré hacia el grupo. Era el mismo grupo de enfermeras que había seguido a Carlisle hacia todas partes. El grupo de enfermeras miraba a Carlisle con ojos soñadores. Todas estaban babeando por mi esposo y todos nosotros lo habíamos notado. Me aclaré la garganta bien fuerte para que me miraran. Cuando se trataba de mi Carlisle, era muy territorial.
-AMORCITO, ¿nos vamos a casa?
-Obvio, amor. Voy a buscar mis cosas. Ten, carga a Elizabeth.
Tomé a Elizabeth en brazos con cuidado. Ella estaba profundamente dormida y sus mejillas estaban rosadas por la fiebre que estaba experimentando. Carlisle se marchó a buscar sus cosas. Mientras tanto, el jefe Swan se despidió de nosotros y se marchó con su hija. Segundos después, entró Edward.
-¿Dónde estabas?-preguntó Emmett.
-Tomando aire fresco.
-¿Fue esa chica, Edward?-le pregunté.
-Su olor…-dijo.
Los tres lo miramos preocupados. Nunca habíamos visto que Edward se comportara de esa forma. Lo malo del asunto era, que el monstruo escondido que tenía Edward dentro de él, rugía y luchaba por tratar de salir de su cárcel… Y beber de su víctima.
º0º0º0º0º
Surfer Babe 69