La Saga Crepúsculo pertenece a Stephenie Meyer. Esta fantástica historia es de Goo82 y cuento con su permiso para traducir.

Hola!! Si, estoy de regreso con nueva traducción, espero que esta historia les guste tanto como a mi, es un poco diferente a lo que he traducido porque hay mucho más drama que en las otras, pero les aseguro que vale la pena, no ha ganado varios premios por nada xD

.-.-.-.-.-.-.-.

Debido a recientes circunstancias, no permito que NADIE suba mis traducciones a otras páginas. Sin excepción alguna.


Realize

Capítulo 1

Beep, Beep, Beep

Levanté mi mano de debajo de mis sábanas y a ciegas la moví alrededor para acabar con el molesto zumbido de mi alarma. Revisé la hora – cinco en punto. Refunfuñé en voz alta. Aún estaba oscuro afuera. Me volví a recostar en las almohadas de mi cama y miré fijamente al techo. ¿Por qué?, oh ¿por qué tuve que aceptar este trabajo? Medité para mí mientras trataba de vencer la fuerte sensación de pereza que peleaba por tomar mi cuerpo. Entonces, recordé.

Ah, cierto, por Edward. Mi mejor amigo por cuanto he estado con vida –gracias a nuestras madres siendo mejores amigas y todo eso- el necesitaba ser niñado. Aunque es mas o menos así como han sido nuestras vidas enteras.

La mamá de Edward, Esme, y mi madre, Renée, fueron compañeras de cuarto en la universidad. Se conocieron en noveno y han estado pegadas a la cadera desde entonces. Cada una conoció a su esposo en la misma fiesta, se comprometieron y se casaron con unos meses de diferencia, y ambas estaban embarazadas a la vez. Incluso terminaron mudándose al mismo vecindario. Esme tuvo a Edward en junio y luego Renée me tuvo cuatro meses después. Desde ese momento en adelante, Edward y yo siempre hemos sido parte de la vida del otro. Esme era como mi segunda madre, tal como lo era Renée para Edward.

Ir a la casa de Edward siempre me hacía reír. Si no sabías que Carlisle y Esme tenían sólo un hijo, pensarías que tenían dos- Junto con todas las fotos de Edward desde bebe a grande, también habían fotos mías. Nuestra primera vez sentándonos, juntos. Primer viaje al zoológico, juntos. Cuando perdimos nuestros dientes de enfrente, de nuevo, juntos. Era lo mismo en la casa de mi madre –las fotos de Edward estaban en todos lados. Teníamos pijamadas desde que éramos pequeños hasta el presente. Si fuera alguien más de la especie masculina, estoy segura que Charlie se hubiera vuelto loco. Edward –siendo el hijo que nunca tuvo- lo hacía estar de acuerdo en dormir en la misma cama conmigo. Él sabía que nada iba a pasar. Sólo éramos amigos, ¿recuerdan?

Cuando se refería a la escuela, yo era siempre la que le recordaba a Edward de una tarea o un examen para el que tuviéramos que estudiar. Sus padres y él estaban muy agradecidos por mi acoso sobre él. Sin este él ni se hubiera preocupado por la escuela.

Cuando llegó el momento de aplicar para universidades, sólo tuvo sentido que intentáramos asistir a la misma. Ninguno de los dos se podía imaginar estando lejos del otro un largo período de tiempo. Habíamos hablado a nuestros padres para que nos dejaran alquilar un apartamento juntos para ahorrar dinero y evitarnos la pavorosa experiencia de vivir con un completo extraño, así que nos mudamos a un apartamento enseguida del campus.

Un día, Edward fue abordado por un hombre en el campus diciéndole que tenía cara para modelar y le largó su tarjeta. Nos reímos de ello, Edward dijo que probablemente el hombre quería verlo desnudo. Unas semanas después y una seria falta de efectivo, Edward decidió halarme con él para ver si algo resultaba de la oferta del hombre. Hombre, ¡si que lo hizo! Pareció que inmediatamente Edward estaba siendo comprometido para sesiones de fotos y campañas publicitarias locales. Poco después, atrapó el ojo de unos pocos peces gordos en la estación de T.V. y comenzó a hacer pequeñas apariciones en comerciales. Sorprendido por cuan rápido había ascendido su carrera, envió fotos de primer plano a agencias en Los Ángeles y estuvo boquiabierto cuando cada agencia parecía quererlo. Fue con la que le lanzó más dinero y comenzó a trabajar de inmediato.

Estaba participando en un desfile durante la semana de la moda en Nueva York cuando atrajo la mirada de un director que pensó que tenía la apariencia perfecta para un personaje en su nueva película de un artista luchador que batallaba una adicción a la heroína. Esa película le ganó a Edward una nominación al Globo Dorado y salió disparado al estatus de súper estrella de la noche a la mañana. Desde entonces, ha estado en constante demanda.

Cuando las cosas comenzaron a pasarle, dijo que no podía imaginarse haciéndolo sin mí, por lo que me le uní para ocupar mi rol como la persona velando por él. Asegurándome que se mantuviera con los pies en la tierra, ayudándolo a recordar citas importantes, audiciones, y así. Entonces, convirtiéndome en Mejor Amiga/asistente personal extraordinaria.

Él aseguraba que no podía ver a nadie más siendo su asistente personal que no fuera yo. Yo sabía todo lo que había que saber sobre él. Además, ¿quién rechazaría un trabajo donde te pagaban por ser una mejor amiga y ayudarlo como siempre había hecho? Él mencionó en varias ocasiones que no sabría como sobrevivir si yo no estuviera ahí siendo la responsable.

Edward era una persona maravillosa, pero él nunca se daba suficiente crédito. Era más que talentoso en todo lo que intentaba y todos lo sabían. Ha estado tocando estilo de concierto para piano desde que estaba en primaria. Su profesora dijo que nunca había visto a un niño aprender piano tan rápido o tan bien –era natural. Escribía bellas piezas musicales en su cabeza. Era apasionado en todo –amigos, familia, y comida. Cuando Edward hacía algo, lo hacía por lo alto. Él nunca hacía nada a medias. Cuando se refería a su familia y amigos, siempre venían primero. Cuando había una promesa, la mantenía. Edward nunca mentía, él no era de ese tipo.

Sin embargo, desde que se convirtió en esta gran estrella, la gente sólo lo veía por su apariencia externa. Yo sabía mejor. La gente que se enamoraba de Edward Cullen, la "estrella de cine", no conocía al verdadero él. Simplemente pensaban que era una triple amenaza de perfección, actor/modelo y músico. Para ellos, él era el extraño actor de cabellos desordenados color bronce con cuerpo musculoso de infarto y abdominales que simplemente rogaban por ser lamidas. El actor que lucía una perfecta sonrisa torcida que destellaba en cualquier momento. El actor con los increíbles ojos esmeralda que se veían demasiado increíbles para ser reales. Pero para aquellos que lo amaban, él era mucho más que todo eso. Él era el dulce y divertidamente encantador Edward quien haría lo que fuera para hacer a sus seres queridos felices.

Seguro, Edward era divino. No había ninguna duda. Yo lo había conocido desde primaria cuando cada chica estaba atraída hacia él como uno de esas luces mata bichos. Incluso más cuando comenzó a convertirse en el bien definido dios que es hoy.

Pero su personalidad es lo que creo que nos ha mantenido amigos por tanto tiempo. Aunque era simpático y venía de una familia adinerada, nunca dejo que eso se le fuera de la cabeza.

En secundaria, él era súper popular y todo el mundo quería ser su amigo. Siempre era invitado a las fiestas más grandes y lo invitaban a salir las chicas más lindas, pero ni una sola vez hizo o le importo eso. A cambio, le gustaba acampar y leer libros, y tocar su piano o ver películas de horror realmente malas. Nada y todo nos tenía rodando siempre por el piso riendo. El hecho que él se metía por mi todo el tiempo sin importar qué, me hacía amarlo tanto.

Yo, por otro lado, no era popular en el estándar de nadie. Era la hija nerdita del jefe de policía, que pasaba todo el tiempo estudiando y andando con Edward. Para todas las chicas que quisieron salir con Edward, yo no era más que su proyecto de caridad; la amiga de la familia por la que se sentía mal. Así que por eso era que él andaba conmigo. Un día, por casualidad escuché a algunas de las chicas en el gimnasio hablando de todas las cualidades que me faltaban para ser digna de ser su amiga. Principalmente envolvían mi aspecto. Mi cabello era de un apagado y aburrido color marrón que pasaba mis hombros. Mis ojos igualaban mi cabello –color café sin vida- excepto que estaban escondidos detrás de unas gafas. Mi piel era de un color pálido que se hacía más notable por el oscuro color de mis cabellos. Mi ropa era fuera de la moda, y todo lo que hacía era leer. Obviamente, además de mi apariencia de espanto, el hecho que podía leer por placer absoluto me hacía una pareja pobre para Edward ante sus ojos. Mas tarde en ese mismo día, me encontró caminando a casa en lugar de conduciendo con él. Cuando finalmente me sacó que estaba mal, se enojó.

"Bella, sabes que esa gente no tiene idea de lo que está hablando. Tú eres mi mejor amiga porque no puedo vivir sin ti. ¿Quién me cocinaría pancakes cada domingo si no fueras tú? ¿Quién se aseguraría que estuviera puntual para todo y quién me inspiraría para trabajar más en mi música? Ninguno de ellos tiene la mitad del interés que tú tienes. Tú, junto con ellos, no te ves claramente. Nunca lo has hecho. Ignóralos. Eres Bella y divertida y ¡tan lista! Sin mencionar que tienes un mejor amigo super hot." Estaba alejando mis lágrimas y comencé a reír.

"Prométeme Bella, promete que no los escucharás más. Sólo tu y yo sabemos los que significamos para el otro, nadie más importa." Me rogó mientras quitaba mi cortina de cabello de mi cara.

"L-Lo prometo." Envolvió sus brazos alrededor de mis hombros, dándome una sacudida.

Así es como siempre era. Simplemente éramos siempre los mejores amigos y él nunca me abandonó por un modelo mejor.

Juntos habíamos pasado por todo en nuestras vidas hasta ahora. A través de la muerta de nuestros abuelos, le escuela y los bailes. Compartíamos cada detalle de nuestras vidas con el otro y éramos los únicos que realmente conocíamos al otro de adentro hacia fuera.

Él me vio salir en muchas citas que me dejaron sin nadie que me interesara. Él me diría, "no te preocupes Bella, tu príncipe azul está allí afuera. Sólo espera y verás."

Que pena que ya había encontrado a ese hombre.

Desafortunadamente, Edward estaba equivocado porque este hombre no notaba que estaba viva.

Bueno, eso no es cierto. Sabía que estaba viva, si. Pero pasaba que estaba viva en sus ojos como su tonta mejor amiga/asistente personal.

--

Sip, el hombre de mis sueños y mi mejor amigo eran el mismo. Fui lo bastante estúpida como para enamorarme del súper atractivo, súper talentoso actor, mejor amigo, Edward.

Creo que una parte de mí siempre ha estado enamorada de Edward. Pero después de intentar tener algunas citas, comprendí que la razón por la que estas nunca me llevaban a nada más que sólo una primera cita era porque pasaba todo el tiempo comparándolos con él. Algunos serían lindos, pero no eran él. Algunos serían súper listos, pero no tan listos como él. O tan divertidos.

Aunque no importaba. No tenía esperanza. Ahora él era un gran actor, y yo tenía que sentarme y ver a las actrices y modelos tirarse a si mismas sobre él, y a él comérselo todo. Yo sólo era Bella, la antigua mejor amiga. Era como una hermana y nada más.

De modo que no dije nada. No necesitaba que el me dijera lo que ya sabía.

Cuando le presentaran la opción de una bella modelo rubia de Alemania a Bella, una chica normal que se veía como si acabara de salir del catalogo de Sears (en google encontré q es un catálogo de antigüedades, los dibujos de personas son antiguados y simples xD) ¿a quién crees que elegiría?

Yo no era estúpida, sabía a quien.

Por eso, decidí guardarme mis sentimientos y mantener mi amistad intacta. No creo que pudiera ser capaz de estar alrededor de él si me dijera de una que yo no era su tipo. Me gustaba disfrutar de lo cálida que es la negación.

Un molesto pitido me sacó de mis pensamientos autocompasivos y me estiré hacia la mesita de noche para ver que era mi Blackberry vibrando e iluminando un recordatorio de levantar a Edward para una audición que tenía hoy.

Tiré mis cobertores de mi cuerpo adormecido como borracho y me puse de pie lentamente. Anduve arrastrando mis pies hasta mi armario para agarrar alguna ropa y salí hacia el baño para ducharme y alistarme para el día.

--

Me tomé mi tiempo dejando que el calor del agua se deslizara por mi espalda para ayudarme a relajar mis rígidos músculos. Tratar de lidiar con Edward en las mañanas era como lidiar con un niño de cinco años que quería dulce y se negaba a tomar un no por respuesta. Él no era una persona madrugadora, y era mi trabajo el despertar su perezoso trasero y entregarle un poco de café. Ayudaba que compartiéramos una casa. Hacía las cosas más fácil y más difíciles para mi situación.

Más fácil porque vivir con Edward era natural, nos daba a ambos la comodidad de tener al otro cerca. También hacía las cosas más fáciles con el trabajo. En lugar de despertarme y manejar desde una casa aparte, simplemente compartía una con él. De todas maneras todo el tiempo estaba con Edward, por lo que pagar la renta por un lugar en el que nunca estaba no tenía mucho sentido.

Más difícil por que con mis actuales sentimientos, se me rompía el corazón en pedacitos regularmente cuando podía oír a Edward trayendo a casa a otra chica cualquiera. O, al entrar a la cocina en la mañana para preparar el café de Edward sólo para ser saludada por una extraña en nada más que una camisa suya. Mi manera favorita de tener mi corazón pisoteado, era entrar en su cuarto para su despertada diaria y encontrar que no estaba solo. Ver su brazo enrollado alrededor del cuerpo de alguien más siempre le hacía su numerito a mi corazón.

Una vez terminé de ducharme, me vestí y cogí mi cabello en un gancho e hice mi camino hacia la cocina para preparar el café. Caí en mi rutina diaria abriendo la puerta principal y tomando el periódico, lo dejé sobre la mesa de la cocina, y luego puse dos pop tarts (Son una clase de bizcocho especial para el tostador. Pueden buscar en google y aparecen imágenes) en el tostador. Tal vez ahora seamos adultos, pero las pop tarts siempre permanecerían en los altos estándares del desayuno de Edward y el mío.

Una vez hecho el café serví una taza a él y una para mi, entonces envolví las ahora calientes pop tarts en una toalla de papel y caminé hacia su cuarto.

Lentamente abrí su puerta mentalmente coreando, "por favor, deja que esté solo, por favor, deja que este solo…" Cerré con fuerza mis ojos mientras pensaba esto, entonces abrí la puerta con cuidado antes de dejar salir un suspiro de alivio escapar de mi. Lo estaba.

Ahí yacía Edward solamente en sus boxers negros, echado sobre su estómago y las sábanas pateadas a los pies de la cama.

Yo, por supuesto, me tomé un minuto para comerme con los ojos su perfecta figura tendida ahí. Era la única vez en la que podía admirar su perfección sin que me notara haciéndolo. Era hermoso y por supuesto lo había visto en menos, es decir, acostumbrábamos bañarnos juntos de niños, pero ahora era diferente. Ahora, la idea de bañarme con Edward causaba que un rubor se elevara en mis mejillas y que una marea de imágenes mentales corriera por mi cabeza, de las cuales todas estaban vetadas para menores de 17.

Me salí, bajé rápidamente de las nubes en las que había caído y caminé al lado de su cama, poniendo los cafés y las pop tarts sobre su mesita de noche. Me senté sobre la cama a su lado y me preparé para escuchar sus lloriqueos.

Puse mi mano en su hombre desnudo y le di un codazo. "Oye, hora de despertar Cullen."

Me detuve esperando el impacto, pero no recibí ninguno. Hora de sacar el arma pesada.

"¡Cullen! Hora de levantar tu trasero, tienes cosas que hacer hoy, venga ya." Sacudí su hombro con fuerza, lo cual me ganó un bajo gruñido de su soñolienta figura.

Comenzó a moverse, hundiendo su cara dentro de la almohada y quejándose. "Noooo. Bella, un poquito más, ¿por favor?"

"Edward, no tenemos tiempo para esto. Vamos, te traje tu café y una pop tart, levántate."

Él giró su cara hacia mí y sus ojos revolotearon abiertos.

"¿Por qué haces estas cosas tan malditamente temprano." Rezongó antes de volver a chocar su cara dentro de su almohada.

"Ah si, yo las hago temprano. Intencionalmente. Porque amo despertarte cada mañana de esta manera. Es el plato fuerte de mi día, Edward."

Sentí sus brazos envolverse alrededor de mi cintura y jalarme hacia él, de modo que estaba recostada a su lado, cara a cara. Mi respiración se paró. Demasiado cerca.

"Oh, tonta Bella, tu sabes que amas venir cada mañana y tener una buena miradita sobre mi en nada más que mis boxers.

Ah, cuan en lo cierto estaba, pero aún así no necesitaba saberlo.

"Edward, caminas por la casa de esa forma todo el tiempo, por lo que no es como si nunca hubiera tenido una desagradable ojeada." Le respondí sarcásticamente, intentando esconder el rubor ahora cruzando mis mejillas.

"Lo que sea Bells, así que, ¿Qué estaré haciendo hoy entonces?" él se estiró sobre mi agarrando las pop tarts y largándome una.

"Hoy tienes una audición para un drama de época dirigido por algún director prometedor. Tengo toda la información en mi cuarto. ¿Crees que podrías levantarte y estar listo para partir en una hora?" le pregunté mientras terminaba mi último trozo de galleta y comenzaba a empujarme fuera de la cama.

Otra vez, Edward me agarró y me jaló cerca de él. Mi corazón comenzó a retumbar y las mariposas en mi estómago se volvieron locas. Estúpido, atractivo, mejor amigo.

"Bella, solo arrúnchate conmigo, cielos, tan acelerada por dejar a tu mejor amigo solo." Edward hizo mala cara y gentilmente haló de las puntas de mi cabello. Aleje sus manos de una palmada en broma.

"Edward, tenemos cosas que hacer hoy. Necesitas alistarte, necesito alistarme. No tenemos tiempo para que seas tonto."

"¿Sabe señorita pantalones malhumorados?, usted necesita relajarse. Te voy obligar a ir de vacaciones si no eres cuidadosa." Me amenazó en broma.

"¿Cuántas veces me has dicho eso y nunca pasa?" le devolví de una.

"Bien, entonces supongo que tendré que conformarme con esto-"

De repente saltó en sus rodillas y se alzó cual torre sobre mí, atrapándome completamente fuera de guardia. Tomó eso como una ventaja y ubicó sus manos sobre mis costados y comenzó una guerra de cosquillas.

"¡Ahhh!, NO… ¡Edward, por favor! ¡¡P-para!!" Tartamudeé mientras intentaba empujar sus implacables dedos lejos de mis costados.

"¿Te vas a relajar, Bella?" preguntó entre una risa mientras continuaba con su torturador ataque de cosquillas sobre mi.

"¡¡Si!!"

"¿Me lo prometes?"

"lo-lo prometo, por favor, ¡para!"

"Bien," me soltó. "No temo volver a usar mis poderes contra usted, señorita, así que relajase."

"A veces eres un idiota, ¿sabes?" le bufé antes de empujarlo sobre su espalda y treparme sobre él, arrinconando su cuerpo contra la cama.

"Si, pero por eso es que me amas." Me respondió con una sonrisa burlona.

Oh, si tan sólo supiera...

"Vale, ¿entonces te vas a levantar ya?" me bajé de él y salté de la cama.

"Si Bella, me voy a bañar. Lo que sea para que pares de fastidiarme tanto." Le di un manotazo.

"Es mi trabajo el fastidiar, ve ahora. Estaré en la sala." Con eso dejé el cuarto.

Caminé a mi cuarto para agarrar mi bolso de trabajo y llenarlo con las cosas que necesitaba para el día –mi fólder lleno de la info de Edward, fotos, cuaderno de notas y diferentes cosas que tal vez Edward podría necesitar mientras estábamos fuera. Lancé mi portátil dentro y agarré mi blackberry del cargador junto con mi ipod, y regresé a la sala. Me dejé caer sobre el sofá y comencé a mirar por encima lo que teníamos que hacer hoy y si había alguna otra reunión.

Edward tenía la audición que había mencionado esta mañana y luego necesitaba pasarse por donde su agente para discutir cualquier otro proyecto que podría tener. El resto del día se veía libre hasta ahora, pero sabiendo cuán demandado era, estaba segura que algo más estaba destinado a surgir.

Mi teléfono empezó a sonar y una mirada al identificador me hizo sentir feliz por tener mi café de la mañana.

"Hola Alice," Respondí con un suspiro. Tomó toda la fuerza que tenía el ir a lo largo de las conversaciones con ese duendecilla en las mañanas.

Alice era mi otra mejor amiga y la estilista de Edward. Estaba a cargo de vestirlo para los eventos de la alfombra roja y las inauguraciones de clubs a las que asistía. Lo que sea en que hubiera bastantes fotógrafos significaba que Alice iba a trabajar duro. Alice había ido a Parsons (una escuela de diseño bastante conocida) en Nueva York, antes de mudarse aquí para ser estilista/diseñadora personal. Era esta diminuta duendecilla- como bola de energía- de metro treinta. Tenía esa personalidad que no importaba en qué humor estuvieras, te irradiaba rayos de alegría en un instante. Era imposible no amar a Alice.

"Oye Bella, ¿Cómo fue la despertada de Edward esta mañana?"

"¿Cómo es despertar cada mañana a Edward, Alice?" contesté aburrida, hojeando un montón de papeles que estaban tirados precariamente sobre la mesita.

"-¿Al menos estaba sólo hoy? Se rió.

"Si, fui muy de buenas por no haber visto al pequeño Eddie esta mañana."

"Oh, no pretendas que no te gusta ver al pequeño Eddie. Tu simplemente preferirías ser la persona a su lado en la cama." Se burló Alice. Rodé mis ojos en respuesta.

"Alice, cielos. Siempre una dama."

"Bueno, tu sabes que es verdad. Porqué no se lo dices está fuera de mi comprensión, Bella"

"¿Tenemos que tener siempre esta conversación de primeras en la mañana, Alice? Tu sabes porqué no le digo." Respondí en defensa. Escuché su bufido por la otra línea.

"Bella, eres tan hermosa y lista. Aquellas rubias cabeza hueca que él lleva a casa ni siquiera llegan a compararse contigo. La forma como puedes sentarte y verlo con esas idiotas es horrible. Un día, te vas a cansar de eso… y simplemente dile."

"Tal vez un día, Alice, pero ese día no es hoy." Le respondí en broma, esperando que la conversación terminara ahí.

"Bueno, mejor que sea pronto, porque tarde o temprano alguna mujerzuela va a clavar sus uñas en él y él terminará con la persona equivocada y entonces ¿dónde estarán ustedes dos?"

"Alice-" advertí, con la esperanza que pudiera escuchar la incomodidad coloreando mi voz.

"Bien, no más de ese tema, por ahora," finalizó. "Estaba llamando para ver si hoy el Sr. Maravilla necesitaba mis servicios para algo."

"No que yo sepa, pero tendré que volver a hablarte sobre eso. Tal vez hoy tenga algo que salga de improvisto."

"Vale, entonces te hablaré luego."

"Adiós, Alice." Colgué el teléfono y lo lancé sobre la mesa de centro. Froté mi sien con cautela.

Esa chica iba a ser mi muerte. Por supuesto, eso no era algo que no hubiera oído de todos nuestros amigos antes. Al menos uno de ellos lo mencionaba diariamente, como debería decirle y que le hiciera comprender que también me ama. Simplemente no podía tomar el riesgo de que no lo hiciera.

Justo entonces, la puerta del cuarto de Edward se abrió, y él salió en un par de jeans descaderados apoyados peligrosamente bajo sobre sus caderas, y una camiseta en su mano. Su cabello estaba húmedo y todo despeinado sobre su cabeza. Se veía como un dios. Gemí internamente. ¿Por qué mi mejor amigo tenía que ser tan tremendamente tentador, y por qué debía caminar por ahí viéndose así?

Recosté mi cabeza sobre el sofá y cerré mis ojos contando hasta diez, esperando que su camisa estuviera cubriendo seguramente las abdominales por las que acababa de estar babeando.

"Odio mi vida," mascullé para mi e hice un silencioso puchero.


Oh, y esto es sólo el inicio… ¿que tal?

Con un bueno número de reviews aceleraré el próximo cap, que de por sí está largo xD